El sombrero de tres picos Historia verdadera de un sucedido que anda en romances , escrita ahora tal y como pasó Pedro Antonio de Alarcón Imprenta Pérez Dubrull Madrid 1882 Comenzaba este largo siglo , que ya va de vencida . No se sabe fijamente el año : sólo consta que era después del de 4 y antes del de 8 . Reinaba , pues , todavía en España don Carlos IV de Borbón ; por la gracia de Dios , según las monedas , y por olvido o gracia especial de Bonaparte , según los boletines franceses . Los demás soberanos europeos descendientes de Luis XIV habían perdido ya la corona ( y el Jefe de ellos la cabeza ) en la deshecha borrasca que corría esta envejecida parte del mundo desde 1789 . Ni paraba aquí la singularidad de nuestra patria en aquellos tiempos . El Soldado de la Revolución , el hijo de un oscuro abogado corso , el vencedor en Rívoli , en las Pirámides , en Marengo y en otras cien batallas , acababa de ceñirse la corona de Carlo Magno y de transfigurar completamente la Europa , creando y suprimiendo naciones , borrando fronteras , inventando dinastías y haciendo mudar de forma , de nombre , de sitio , de costumbres y hasta de traje a los pueblos por donde pasaba en su corcel de guerra como un terremoto animado , o como el « Antecristo » , que le llamaban las Potencias del Norte ... Sin embargo , nuestros padres ( Dios les tenga en su santa Gloria ) , lejos de odiarlo o de temerle , complacíanse aún en ponderar sus descomunales hazañas , como si se tratase del héroe de un libro de caballerías , o de cosas que sucedían en otro planeta , sin que ni por asomo recelasen que pensara nunca en venir por acá a intentar las atrocidades que había hecho en Francia , Italia , Alemania y en otros países . Una vez por semana ( y dos a lo sumo ) llegaba el correo de Madrid a la mayor parte de las poblaciones importantes de la Península , llevando algún número de la Gaceta ( que tampoco era diaria ) , y por ella sabían las personas principales ( suponiendo que la Gaceta hablase del particular ) si existía un estado más o menos allende el Pirineo , si se había reñido otra batalla en que peleasen seis u ocho reyes y emperadores , y si Napoleón se hallaba en Milán , en Bruselas o en Varsovia ... Por lo demás , nuestros mayores seguían viviendo a la antigua española , sumamente despacio , apegados a sus rancias costumbres , en paz y en gracia de Dios , con su Inquisición y sus frailes , con su pintoresca desigualdad ante la ley , con sus privilegios , fueros y exenciones personales , con su carencia de toda libertad municipal o política , gobernados simultáneamente por insignes obispos y poderosos corregidores ( cuyas respectivas potestades no era muy fácil deslindar , pues unos y otros se metían en lo temporal y en lo eterno ) , y pagando diezmos , primicias , alcabalas , subsidios , mandas y limosnas forzosas , rentas , rentillas , capitaciones , tercias reales , gabelas , frutos-civiles , y hasta cincuenta tributos más , cuya nomenclatura no viene a cuento ahora . Y aquí termina todo lo que la presente historia tiene que ver con la militar y política de aquella época ; pues nuestro único objeto , al referir lo que entonces sucedía en el mundo , ha sido venir a parar a que el año de que se trata ( supongamos que el de 1805 ) imperaba todavía en España el Antiguo Régimen en todas las esferas de la vida pública y particular , como si , en medio de tantas novedades y trastornos , el Pirineo se hubiese convertido en otra Muralla de la China . En Andalucía , por ejemplo ( pues precisamente aconteció en una ciudad de Andalucía lo que vais a oír ) , las personas de suposición continuaban levantándose muy temprano ; yendo a la Catedral a misa de prima , aunque no fuese día de precepto : almorzando , a las nueve , un huevo frito y una jícara de chocolate con picatostes ; comiendo , de una a dos de la tarde , puchero y principio , si había caza , y , si no , puchero sólo ; durmiendo la siesta después de comer ; paseando luego por el campo ; yendo al rosario , entre dos luces , a su respectiva parroquia ; tomando otro chocolate a la oración ( éste con bizcochos ); asistiendo los muy encopetados a la tertulia del corregidor , del deán , o del título que residía en el pueblo ; retirándose a casa a las ánimas ; cerrando el portón antes del toque de la queda ; cenando ensalada y guisado por antonomasia , si no habían entrado boquerones frescos , y acostándose incontinenti con su señora ( los que la tenían ) , no sin hacerse calentar primero la cama durante nueves meses del año ... ¡ Dichosísimo tiempo aquel en que nuestra tierra seguía en quieta y pacífica posesión de todas las telarañas , de todo el polvo , de toda la polilla , de todos los respetos , de todas las creencias , de todas las tradiciones , de todos los usos y de todos los abusos santificados por los siglos ! ¡ Dichosísimo tiempo aquel en que había en la sociedad humana variedad de clases , de afectos y de costumbres ! ¡ Dichosísimo tiempo , digo ... , para los poetas especialmente , que encontraban un entremés , un sainete , una comedia , un drama , un auto sacramental o una epopeya detrás de cada esquina , en vez de esta prosaica uniformidad y desabrido realismo que nos legó al cabo la Revolución Francesa ! ¡ Dichosísimo tiempo , sí ! ... Pero esto es volver a las andadas . Basta ya de generalidades y de circunloquios , y entremos resueltamente en la historia del Sombrero de tres picos . En aquel tiempo , pues , había cerca de la ciudad de * * * un famoso molino harinero ( que ya no existe ) , situado como a un cuarto de legua de la población , entre el pie de suave colina poblada de guindos y cerezos y una fertilísima huerta que servía de margen ( y algunas veces de lecho ) al titular intermitente y traicionero río . Por varias y diversas razones , hacía ya algún tiempo que aquel molino era el predilecto punto de llegada y descanso de los paseantes más caracterizados de la mencionada ciudad ... Primeramente , conducía a él un camino carretero , menos intransitable que los restantes de aquellos contornos . En segundo lugar , delante del molino había una plazoletilla empedrada , cubierta por un parral enorme , debajo del cual se tomaba muy bien el fresco en el verano y el sol en el invierno , merced a la alternada ida y venida de los pámpanos ... En tercer lugar , el Molinero era un hombre muy respetuoso , muy discreto , muy fino , que tenía lo que se llama don de gentes , y que obsequiaba a los señorones que solían honrarlo con su tertulia vespertina , ofreciéndoles ... lo que daba el tiempo , ora habas verdes , ora cerezas y guindas , ora lechugas en rama y sin sazonar ( que están muy buenas cuando se las acompaña de macarros de pan de aceite ; macarros que se encargaban de enviar por delante sus señorías ) , ora melones , ora uvas de aquella misma parra que les servía de dosel , ora rosetas de maíz , si era invierno , y castañas asadas , y almendras , y nueces , y de vez en cuando , en las tardes muy frías , un trago de vino de pulso ( dentro ya de la casa y al amor de la lumbre ) , a lo que por Pascuas se solía añadir algún pestiño , algún mantecado , algún rosco o alguna lonja de jamón alpujarreño . - ¿ Tan rico era el Molinero , o tan imprudentes sus tertulianos ? - exclamaréis interrumpiéndome . Ni lo uno ni lo otro . El Molinero sólo tenía un pasar , y aquellos caballeros eran la delicadeza y el orgullo personificados . Pero en unos tiempos en que se pagaban cincuenta y tantas contribuciones diferentes a la Iglesia y al Estado , poco arriesgaba un rústico de tan claras luces como aquél en tenerse ganada la voluntad de regidores , canónigos , frailes , escribanos y demás personas de campanillas . Así es que no faltaba quien dijese que el tío Lucas ( tal era el nombre del Molinero ) se ahorraba un dineral al año a fuerza de agasajar a todo el mundo . - « Vuestra Merced me va a dar una puertecilla vieja de la casa que ha derribado » , decíale a uno . « Vuestra Señoría ( decíale a otro ) va a mandar que me rebajen el subsidio , o la alcabala o la contribución de frutos-civiles » . « Vuestra Reverencia me va a dejar coger en la huerta del Convento una poca hoja para mis gusanos de seda » . « Vuestra Ilustrísima me va a dar permiso para traer una poca leña del monte X » . « Vuestra Paternidad me va a poner dos letras para que me permitan cortar una poca madera en el pinar H » . « Es menester que me haga usarcé una escriturilla que no me cueste nada » . « Este año no puedo pagar el censo » . « Espero que el pleito se falle a mi favor » . « Hoy le he dado de bofetadas a uno , y creo que debe ir a la cárcel por haberme provocado » . « ¿ Tendría su merced tal cosa de sobra ? » . « ¿ Le sirve a usted de algo tal otra ? » . « ¿ Me puede prestar la mula ? » . « ¿ Tiene ocupado mañana el carro ? » . « ¿ Le parece que envíe por el burro ? ... » . Y estas canciones se repetían a todas horas , obteniendo siempre por contestación un generoso y desinteresado ... « Como se pide » . Conque ya veis que el tío Lucas no estaba en camino de arruinarse . La última y , acaso la más poderosa razón que tenía el señorío de la ciudad para frecuentar por las tardes el molino del tío Lucas , era ... que , así los clérigos como los seglares , empezando por el señor obispo y el señor corregidor , podían contemplar allí a sus anchas una de las obras más bellas , graciosas y admirables que hayan salido jamás de las manos de Dios , llamado entonces el Ser Supremo por Jovellanos y toda la escuela afrancesada de nuestro país . Esta obra ... se denominaba « la señá Frasquita » . Empiezo por responderos de que la señá Frasquita , legítima esposa del tío Lucas , era una mujer de bien , y de que así lo sabían todos los ilustres visitantes del molino . Digo más : ninguno de éstos daba muestras de considerarla con ojos de varón ni con trastienda pecaminosa . Admirábanla , sí , y requebrábanla en ocasiones ( delante de su marido , por supuesto ) , lo mismo los frailes que los caballeros , los canónigos que los golillas , como un prodigio de belleza que honraba a su Criador , y como una diablesa de travesura y coquetería , que alegraba inocentemente los espíritus más melancólicos . « Es un hermoso animal » , solía decir el virtuosísimo prelado . « Es una estatua de la antigüedad helénica » , observaba un abogado muy erudito , académico correspondiente de la Historia . « Es la propia estampa de Eva » , prorrumpía el prior de los franciscanos . « Es una real moza » , exclamaba el coronel de milicias . « Es una sierpe , una sirena , ¡ un demonio ! » , añadía el Corregidor . « Pero es una buena mujer , es un ángel , es una criatura , es una chiquilla de cuatro años » , acababan por decir todos , al regresar del molino atiborrados de uvas o de nueces , en busca de sus tétricos y metódicos hogares . La chiquilla de cuatro años , esto es , la señá Frasquita , frisaría en los treinta . Tenía más de dos varas de estatura , y era recia a proporción , o quizá más gruesa todavía de lo correspondiente a su arrogante talla . Parecía una Niobe colosal , y eso que no había tenido hijos : parecía un Hércules ... hembra ; parecía una matrona romana de las que aún hay ejemplares en el Trastevere . Pero lo más notable en ella era la movilidad , la ligereza , la animación , la gracia de su respetable mole . Para ser una estatua , como pretendía el académico , le faltaba el reposo monumental . Se cimbraba como un junco , giraba como una veleta , bailaba como una peonza . Su rostro era más movible todavía , y , por lo tanto , menos escultural . Avivábanlo donosamente hasta cinco hoyuelos : dos en una mejilla ; otro en otra ; otro , muy chico , cerca de la comisura izquierda de sus rientes labios , y el último , muy grande , en medio de su redonda barba . Añadid a esto los picarescos mohínes , los graciosos guiños y las varias posturas de cabeza que amenizaban su conversación , y formaréis idea de aquella cara llena de sal y de hermosura y radiante siempre de salud y alegría . Ni la señá Frasquita ni el tío Lucas eran andaluces : ella era navarra y él murciano . Él había ido a la ciudad de * * * , a la edad de quince años , como medio paje , medio criado del obispo anterior al que entonces gobernaba aquella iglesia . Educábalo su protector para clérigo , y tal vez con esta mira y para que no careciese de congrua , dejóle en su testamento el molino ; pero el tío Lucas , que a la muerte de Su Ilustrísima no estaba ordenado más que de menores , ahorcó los hábitos en aquel punto y hora , y sentó plaza de soldado , más ganoso de ver mundo y correr aventuras que de decir misa o de moler trigo . En 1793 hizo la campaña de los Pirineos Occidentales , como ordenanza del valiente general don Ventura Caro ; asistió al asalto del Castillo Piñón , y permaneció luego largo tiempo en las provincias del Norte , donde tomó la licencia absoluta . En Estella conoció a la señá Frasquita , que entonces sólo se llamaba Frasquita ; la enamoró ; se casó con ella , y se la llevó a Andalucía en busca de aquel molino que había de verlos tan pacíficos y dichosos durante el resto de su peregrinación por este valle de lágrimas y risas . La señá Frasquita , pues , trasladada de Navarra a aquella soledad , no había adquirido ningún hábito andaluz , y se diferenciaba mucho de las mujeres campesinas de los contornos . Vestía con más sencillez , desenfado y elegancia que ellas ; lavaba más sus carnes , y permitía al sol y al aire acariciar sus arremangados brazos y su descubierta garganta . Usaba , hasta cierto punto , el traje de las señoras de aquella época , el traje de las mujeres de Goya , el traje de la reina María Luisa : si no falda de medio paso , falda de un paso solo , sumamente corta , que dejaba ver sus menudos pies y el arranque de su soberana pierna ; llevaba el escote redondo y bajo , al estilo de Madrid , donde se detuvo dos meses con su Lucas al trasladarse de Navarra a Andalucía ; todo el pelo recogido en lo alto de la coronilla , lo cual dejaba campear la gallardía de su cabeza y de su cuello ; sendas arracadas en las diminutas orejas , y muchas sortijas en los afilados dedos de sus duras pero limpias manos . Por último : la voz de la señá Frasquita tenía todos los tonos del más extenso y melodioso instrumento , y su carcajada era tan alegre y argentina , que parecía un repique de Sábado de Gloria . Retratemos ahora al tío Lucas . El tío Lucas era más feo que Picio . Lo había sido toda su vida , y ya tenía cerca de cuarenta años . Sin embargo , pocos hombres tan simpáticos y agradables habrá echado Dios al mundo . Prendado de su viveza , de su ingenio y de su gracia , el difunto obispo se lo pidió a sus padres , que eran pastores , no de almas , sino de verdaderas ovejas . Muerto Su Ilustrísima , y dejado que hubo el mozo el seminario por el cuartel , distinguiólo entre todo su ejercito el general Caro , y lo hizo su ordenanza más íntimo , su verdadero criado de campaña . Cumplido , en fin , el empeño militar , fuele tan fácil al tío Lucas rendir el corazón de la señá Frasquita , como fácil le había sido captarse el aprecio del general y del prelado . La navarra , que tenía a la sazón veinte abriles , y era el ojo derecho de todos los mozos de Estella , algunos de ellos bastante ricos , no pudo resistir a los continuos donaires , a las chistosas ocurrencias , a los ojillos de enamorado mono y a la bufona y constante sonrisa , llena de malicia , pero también de dulzura , de aquel murciano tan atrevido , tan locuaz , tan avisado , tan dispuesto , tan valiente y tan gracioso , que acabó por trastornar el juicio , no sólo a la codiciada beldad , sino también a su padre y a su madre . Lucas era en aquel entonces , y seguía siendo en la fecha a que nos referimos , de pequeña estatura ( a los menos con relación a su mujer ) , un poco cargado de espaldas , muy moreno , barbilampiño , narigón , orejudo y picado de viruelas . En cambio , su boca era regular y su dentadura inmejorable . Dijérase que sólo la corteza de aquel hombre era tosca y fea ; que tan pronto como empezaba a penetrarse dentro de él aparecían sus perfecciones , y que estas perfecciones principiaban en los dientes . Luego venía la voz , vibrante , elástica , atractiva ; varonil y grave algunas veces , dulce y melosa cuando pedía algo , y siempre difícil de resistir . Llegaba después lo que aquella voz decía : todo oportuno , discreto , ingenioso , persuasivo ... Y , por último , en el alma del tío Lucas había valor , lealtad , honradez , sentido común , deseo de saber y conocimientos instintivos o empíricos de muchas cosas , profundo desdén a los necios , cualquiera que fuese su categoría social , y cierto espíritu de ironía , de burla y de sarcasmo , que le hacían pasar , a los ojos del académico , por un don Francisco de Quevedo en bruto . Tal era por dentro y por fuera el tío Lucas . Amaba , pues , locamente la señá Frasquita al tío Lucas , y considerábase la mujer más feliz del mundo al verse adorada por él . No tenían hijos , según que ya sabemos , y habíase consagrado cada uno a cuidar y mimar al otro con esmero indecible , pero sin que aquella tierna solicitud ostentase el carácter sentimental y empalagoso , por lo zalamero , de casi todos los matrimonios sin sucesión . Al contrario , tratábanse con una llaneza , una alegría , una broma y una confianza semejantes a las de aquellos niños , camaradas de juegos y de diversiones , que se quieren con toda el alma sin decírselo jamás , ni darse a sí mismos cuenta de lo que sienten . ¡ Imposible que haya habido sobre la tierra molinero mejor peinado , mejor vestido , más regalado en la mesa , rodeado de más comodidades en su casa , que el tío Lucas ! ¡ Imposible que ninguna molinera ni ninguna reina haya sido objeto de tantas atenciones , de tantos agasajos , de tantas finezas como la señá Frasquita ! ¡ Imposible también que ningún molino haya encerrado tantas cosas necesarias , útiles , agradables , recreativas y hasta superfluas , como el que va a servir de teatro a casi toda la presente historia ! Contribuía mucho a ello que la señá Frasquita , la pulcra , hacendosa , fuerte y saludable navarra , sabía , quería y podía guisar , coser , bordar , barrer , hacer dulce , lavar , planchar , blanquear la casa , fregar el cobre , amasar , tejer , hacer media , cantar , bailar , tocar la guitarra y los palillos , jugar a la brisca y al tute , y otras muchísimas cosas cuya relación fuera interminable . Y contribuía no menos al mismo resultado el que el tío Lucas sabía , quería y podía dirigir la molienda , cultivar el campo , cazar , pescar , trabajar de carpintero , de herrero y de albañil , ayudar a su mujer en todos los quehaceres de la casa , leer , escribir , contar , etc . , etc . Y esto sin hacer mención de los ramos de lujo , o sea , de sus habilidades extraordinarias . Por ejemplo : el tío Lucas adoraba las flores ( lo mismo que su mujer ) , y era floricultor tan consumado , que había conseguido producir ejemplares nuevos por medio de laboriosas combinaciones . Tenía algo de ingeniero natural , y lo había demostrado construyendo una presa , un sifón y un acueducto que triplicaron el agua del molino . Había enseñado a bailar a un perro , domesticado una culebra , y hecho que un loro diese la hora por medio de gritos , según las iba marcando un reloj de sol que el Molinero había trazado en una pared ; de cuyas resultas , el loro daba ya la hora con toda precisión , hasta en los días nublados y durante la noche . Finalmente : en el molino había una huerta , que producía toda clase de frutas y legumbres ; un estanque encerrado en una especie de quiosco de jazmines , donde se bañaban en verano el tío Lucas y la señá Frasquita ; un jardín ; una estufa o invernadero para las plantas exóticas ; una fuente de agua potable ; dos burras en que el matrimonio iba a la ciudad o a los pueblos de las cercanías ; gallinero , palomar , pajarera , criadero de peces , criadero de gusanos de seda ; colmenas , cuyas abejas libaban en los jazmines ; jaraíz o lagar , con su bodega correspondiente , ambas cosas en miniatura ; horno , telar , fragua , taller de carpintería , etc . , etc . , todo ello reducido a una casa de ocho habitaciones y a dos fanegas de tierra , y tasado en la cantidad de diez mil reales . Adorábanse , sí , locamente el Molinero y la Molinera , y aún se hubiera creído que ella lo quería más a él que él a ella , no obstante ser él tan feo y ella tan hermosa . Dígolo porque la señá Frasquita solía tener celos y pedirle cuentas al tío Lucas cuando éste tardaba mucho en regresar de la ciudad o de los pueblos adonde iba por grano , mientras que el tío Lucas veía hasta con gusto las atenciones de que era objeto la señá Frasquita por parte de los señores que frecuentaban el molino ; se ufanaba y regocijaba de que a todos les agradase tanto como a él , y , aunque comprendía que en el fondo del corazón se la envidiaban algunos de ellos , la codiciaban como simples mortales y hubieran dado cualquier cosa porque fuera menos mujer de bien , la dejaba sola días enteros sin el menor cuidado , y nunca le preguntaba luego qué había hecho ni quién había estado allí durante su ausencia ... No consistía aquello , sin embargo , en que el amor del tío Lucas fuese menos vivo que el de la señá Frasquita . Consistía en que él tenía más confianza en la virtud de ella que ella en la de él ; consistía en que él la aventajaba en penetración , y sabía hasta qué punto era amado y cuánto se respetaba su mujer a sí misma ; y consistía principalmente en que el tío Lucas era todo un hombre : un hombre como el de Shakespeare , de pocos e indivisibles sentimientos ; incapaz de dudas ; que creía o moría ; que amaba o mataba ; que no admitía gradación ni tránsito entre la suprema felicidad y el exterminio de su dicha . Era , en fin , un Otelo de Murcia , con alpargatas y montera , en el primer acto de una tragedia posible ... Pero ¿ a qué estas notas lúgubres en una tonadilla alegre ? ¿ A qué estos relámpagos fatídicos en una atmósfera tan serena ? ¿ A qué estas actitudes melodramáticas en un cuadro de género ? Vais a saberlo inmediatamente . Eran las dos de una tarde de octubre . El esquilón de la catedral tocaba a vísperas , lo cual equivale a decir que ya habían comido todas las personas principales de la ciudad . Los canónigos se dirigían al coro , y los seglares a sus alcobas a dormir la siesta , sobre todo aquellos que , por razón de oficio , por ejemplo , las autoridades , habían pasado la mañana entera trabajando . Era , pues , muy de extrañar que a aquella hora , impropia además para dar un paseo , pues todavía hacía demasiado calor , saliese de la ciudad , a pie , y seguido de un solo alguacil , el ilustre señor Corregidor de la misma , a quien no podía confundirse con ninguna otra persona , ni de día ni de noche , así por la enormidad de su sombrero de tres picos y por lo vistoso de su capa de grana , como por lo particularísimo de su grotesco donaire ... De la capa de grana y del sombrero de tres picos , son muchas todavía las personas que pudieran hablar con pleno conocimiento de causa . Nosotros entre ellas , lo mismo que todos los nacidos en aquella ciudad en las postrimerías del reinado del señor don Fernando VII , recordamos haber visto colgados de un clavo , único adorno de desmantelada pared , en la ruinosa torre de la casa que habitó Su Señoría ( torre destinada a la sazón a los infantiles juegos de sus nietos ) , aquellas dos anticuadas prendas , aquella capa y aquel sombrero - el negro sombrero encima , y la roja capa debajo - , formando una especie de espectro del Absolutismo , una especie de sudario del Corregidor , una especie de caricatura retrospectiva de su poder , pintada con carbón y almagre , como tantas otras , por los párvulos constitucionales de la de 1837 que allí nos reuníamos ; una especie , en fin , de espanta-pájaros , que en otro tiempo había sido espanta-hombres , y que hoy me da miedo de haber contribuido a escarnecer , paseándolo por aquella histórica ciudad , en días de Carnestolendas , en lo alto de un deshollinador , o sirviendo de disfraz irrisorio al idiota que más hacía reír a la plebe ... ¡ Pobre principio de autoridad ! ¡ Así te hemos puesto los mismos que hoy te invocamos tanto ! En cuanto al indicado grotesco donaire del señor Corregidor , consistía ( dicen ) en que era cargado de espaldas ... , todavía más cargado de espaldas que el tío Lucas ... , casi jorobado , por decirlo de una vez ; de estatura menos que mediana ; endeblillo ; de mala salud ; con las piernas arqueadas y una manera de andar sui generis ( balanceándose de un lado a otro y de atrás hacia adelante ) , que sólo se puede describir con la absurda fórmula de que parecía cojo de los dos pies . En cambio ( añade la tradición ) , su rostro era regular , aunque ya bastante arrugado por la falta absoluta de dientes y muelas ; moreno verdoso , como el de casi todos los hijos de las Castillas ; con grandes ojos oscuros , en que relampagueaban la cólera , el despotismo y la lujuria ; con finas y traviesas facciones , que no tenían la expresión del valor personal , pero sí la de una malicia artera capaz de todo , y con cierto aire de satisfacción , medio aristocrático , medio libertino , que revelaba que aquel hombre habría sido , en su remota juventud , muy agradable y acepto a las mujeres , no obstante sus piernas y su joroba . Don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León ( que así se llamaba Su Señoría ) había nacido en Madrid , de familia ilustre ; frisaría a la sazón en los cincuenta y cinco años , y llevaba cuatro de Corregidor en la ciudad de que tratamos , donde se casó , a poco de llegar , con la principalísima señora que diremos más adelante . Las medias de don Eugenio ( única parte que , además de los zapatos , dejaba ver de su vestido la extensísima capa de grana ) eran blancas , y los zapatos negros , con hebilla de oro . Pero luego que el calor del campo lo obligó a desembozarse , vídose que llevaba gran corbata de batista ; chupa de sarga de color de tórtola , muy festoneada de ramillos verdes , bordados de realce ; calzón corto , negro , de seda ; una enorme casaca de la misma estofa que la chupa ; espadín con guarnición de acero ; bastón con borlas , y un respetable par de guantes ( o quirotecas ) de gamuza pajiza , que no se ponía nunca y que empuñaba a guisa de cetro . El alguacil , que seguía veinte pasos de distancia al señor Corregidor , se llamaba Garduña , y era la propia estampa de su nombre . Flaco , agilísimo ; mirando adelante y atrás y a derecha e izquierda al propio tiempo que andaba ; de largo cuello ; de diminuto y repugnante rostro , y con dos manos como dos manojos de disciplinas , parecía juntamente un hurón en busca de criminales , la cuerda que había de atarlos , y el instrumento destinado a su castigo . El primer corregidor que le echó la vista encima , le dijo sin más informes : « Tú serás mi verdadero alguacil ... » . Y ya lo había sido de cuatro corregidores . Tenía cuarenta y ocho años , y llevaba sombrero de tres picos , mucho más pequeño que el de su señor ( pues repetimos que el de éste era descomunal ) , capa negra como las medias y todo el traje , bastón sin borlas , y una especie de asador por espada . Aquel espantajo negro parecía la sombra de su vistoso amo . Por donde quiera que pasaban el personaje y su apéndice , los labradores dejaban sus faenas y se descubrían hasta los pies , con más miedo que respeto ; después de lo cual decían en voz baja : - ¡ Temprano va esta tarde el señor Corregidor a ver a la señá Frasquita ! - ¡ Temprano ... y solo ! - añadían algunos , acostumbrados a verlo siempre dar aquel paseo en compañía de otras varias personas . - Oye , tú , Manuel : ¿ por qué irá solo esta tarde el señor Corregidor a ver a la navarra ? - le preguntó una lugareña a su marido , el cual la llevaba a grupas en la bestia . Y , al mismo tiempo que la pregunta , le hizo cosquillas por vía del retintín . - ¡ No seas mal pensada , Josefa ! - exclamó el buen hombre - . La señá Frasquita es incapaz ... - No digo lo contrario ... Pero el Corregidor no es por eso incapaz de estar enamorado de ella ... Yo he oído decir que , de todos los que van a las francachelas del molino , el único que lleva mal fin es ese madrileño tan aficionado a faldas ... - ¿ Y qué sabes tú si es o no aficionado a faldas ? - preguntó a su vez el marido . - No lo digo por mí ... ¡ Ya se hubiera guardado , por más Corregidor que sea de decirme los ojos tienes negros ! La que así hablaba era fea en grado superlativo . - Pues mira , hija , ¡ allá ellos ! - replicó el llamado Manuel - . Yo no creo al tío Lucas hombre de consentir ... ¡ Bonito genio tiene el tío Lucas cuando se enfada ! ... - Pero , en fin , ¡ si ve que le conviene ! ... - añadió la tía Josefa , retorciendo el hocico . - El tío Lucas es hombre de bien ... - repuso el lugareño - ; y a un hombre de bien nunca pueden convenirle ciertas cosas ... - Pues entonces , tienes razón . ¡ Allá ellos ! ¡ Si yo fuera la señá Frasquita ! ... - ¡ Arre , burra ! - gritó el marido para mudar de conversación . Y la burra salió al trote ; con lo que no pudo oírse el resto del diálogo . Mientras así discurrían los labriegos que saludaban al señor Corregidor , la señá Frasquita regaba y barría cuidadosamente la plazoletilla empedrada que servía de atrio o compás al molino , y colocaba media docena de sillas debajo de lo más espeso del emparrado , en el cual estaba subido el tío Lucas , cortando los mejores racimos y arreglándolos artísticamente en una cesta . - ¡ Pues sí , Frasquita ! - decía el tío Lucas desde lo alto de la parra - : el señor Corregidor está enamorado de ti de muy mala manera ... - Ya te lo dije yo hace tiempo - contestó la mujer del Norte - ... Pero ¡ déjalo que pene ! ¡ Cuidado , Lucas , no te vayas a caer ! - Descuida : estoy bien agarrado ... ; también le gustas mucho al señor ... - ¡ Mira ! ¡ No me des más noticias ! - interrumpió ella - . ¡ Demasiado sé yo a quién le gusto y a quién no le gusto ! ¡ Ojalá supiera del mismo modo por qué no te gusto a ti ! - ¡ Toma ! Porque eres muy fea ... - contestó el tío Lucas . - Pues , oye ... , ¡ fea y todo , soy capaz de subir a la parra y echarte de cabeza al suelo ! ... - Más fácil sería que yo no te dejase bajar de la parra sin comerte viva ... - ¡ Eso es ! ... ¡ Y cuando vinieran mis galanes y nos viesen ahí , dirían que éramos un mono y una mona ! ... - Y acertarían ; porque tú eres muy mona y muy rebonita , y yo parezco un mono con esta joroba ... - Que a mí me gusta muchísimo ... - Entonces te gustará más la del Corregidor , que es mayor que la mía ... - ¡ Vamos ! ¡ Vamos ! señor don Lucas ... ¡ No tenga usted tantos celos ! - ¿ Celos yo de ese viejo petate ? ¡ Al contrario ; me alegro muchísimo de que te quiera ! ... - ¿ Por qué ? - Porque en el pecado lleva la penitencia . ¡ Tú no has de quererlo nunca , y yo soy entretanto el verdadero Corregidor de la ciudad ! - ¡ Miren el vanidoso ! Pues figúrate que llegase a quererlo ... ¡ Cosas más raras se ven en el mundo ! - Tampoco me daría gran cuidado ... - ¿ Por qué ? - ¡ Porque entonces tú no serías ya tú ; y , no siendo tú quien eres , o como yo creo que eres , maldito lo que me importaría que te llevasen los demonios ! - Pues bien ; ¿ qué harías en semejante caso ? - ¿ Yo ? ¡ Mira lo que no sé ! ... Porque , como entonces yo sería otro y no el que soy ahora , no puedo figurarme lo que pensaría ... - ¿ Y por qué serías entonces otro ? - insistió valientemente la señá Frasquita , dejando de barrer y poniéndose en jarras para mirar hacia arriba . El tío Lucas se rascó la cabeza , como si escarbara para sacar de ella alguna idea muy profunda , hasta que al fin dijo con más seriedad y pulidez que de costumbre : - Sería otro porque yo soy ahora un hombre que cree en ti como en sí mismo , y que no tiene más vida que esa fe . De consiguiente , al dejar de creer en ti me moriría o me convertiría en un nuevo hombre ; viviría de otro modo ; me parecería que acababa de nacer ; tendría otras entrañas . Ignoro , pues , lo que haría entonces contigo ... Puede que me echara a reír y te volviera la espalda ... Puede que ni siquiera te conociese ... Puede que ... Pero ¡ vaya un gusto que tenemos en ponernos de mal humor sin necesidad ! ¿ Qué nos importa a nosotros que te quieran todos los corregidores del mundo ? ¿ No eres tú mi Frasquita ? - ¡ Sí , pedazo de bárbaro ! - contestó la navarra , riendo a más no poder - . Yo soy tu Frasquita , y tú eres mi Lucas de mi alma , más feo que el bu , con más talento que todos los hombres , más bueno que el pan , y más querido ... ¡ Ah , lo que es eso de querido , cuando bajes de la parra lo verás ! ¡ Prepárate a llevar más bofetadas y pellizcos que pelos tienes en la cabeza ! Pero , ¡ calla ! ¿ Qué es lo que veo ? El señor Corregidor viene por allí completamente solo ... ¡ Y tan tempranito ! ... Ese trae plan ... ¡ Por lo visto , tú tenías razón ! ... - Pues aguántate , y no le digas que estoy subido en la parra . ¡ Ese viene a declararse a solas contigo , creyendo pillarme durmiendo la siesta ! ... Quiero divertirme oyendo su explicación . Así dijo el tío Lucas , alargando la cesta a su mujer . - ¡ No está mal pensado ! - exclamó ella , lanzando nuevas carcajadas - . ¡ El demonio del madrileño ! ¿ Qué se habrá creído que es un corregidor para mí ? Pero aquí llega ... Por cierto que Garduña , que lo seguía a alguna distancia , se ha sentado en la ramblilla a la sombra ... ¡ Qué majadería ! Ocúltate tú bien entre los pámpanos , que nos vamos a reír más de lo que te figuras ... Y , dicho esto , la hermosa navarra rompió a cantar el fandango , que ya le era tan familiar como las canciones de su tierra . - Dios te guarde , Frasquita ... - dijo el Corregidor a media voz , apareciendo bajo el emparrado y andando de puntillas . - ¡ Tanto bueno , señor Corregidor ! - respondió ella en voz natural , haciéndole mil reverencias - . ¡ Usía por aquí a estas horas ! ¡ Y con el calor que hace ! ¡ Vaya , siéntese Su Señoría ! ... Esto está fresquito . ¿ Cómo no ha aguardado Su Señoría a los demás señores ? Aquí tienen ya preparados sus asientos ... Esta tarde esperamos al señor Obispo en persona , que le ha prometido a mi Lucas venir a probar las primeras uvas de la parra . ¿ Y cómo lo pasa Su Señoría ? ¿ Cómo está la Señora ? El Corregidor se había turbado . La ansiada soledad en que encontraba a la señá Frasquita le parecía un sueño , o un lazo que le tendía la enemiga suerte para hacerle caer en el abismo de un desengaño . Limitóse , pues , a contestar : - No es tan temprano como dices ... Serán las tres y media ... El loro dio en aquel momento un chillido . - Son las dos y cuarto - dijo la navarra , mirando de hito en hito al madrileño . Éste calló , como reo convicto que renuncia a la defensa . - ¿ Y Lucas ? ¿ Duerme ? - preguntó al cabo de un rato . ( Debemos advertir aquí que el Corregidor , lo mismo que todos los que no tienen dientes , hablaba con una pronunciación floja y sibilante , como si se estuviese comiendo sus propios labios . ) - ¡ De seguro ! - contestó la señá Frasquita - . En llegando estas horas se queda dormido donde primero le coge , aunque sea en el borde de un precipicio ... - Pues , mira ... ¡ déjalo dormir ! ... - exclamó el viejo Corregidor , poniéndose más pálido de lo que ya era - . Y tú , mi querida Frasquita , escúchame ... , oye ... , ven acá ... ¡ Siéntate aquí , a mi lado ! ... Tengo muchas cosas que decirte ... - Ya estoy sentada - respondió la Molinera , agarrando una silla baja y plantándola delante del Corregidor , a cortísima distancia de la suya . Sentado que se hubo , Frasquita echó una pierna sobre la otra , inclinó el cuerpo hacia adelante , apoyó un codo sobre la rodilla cabalgadora , y la fresca y hermosa cara en una de sus manos ; y así , con la cabeza un poco ladeada , la sonrisa en los labios , los cinco hoyos en actividad , y las serenas pupilas clavadas en el Corregidor , aguardó la declaración de Su Señoría . Hubiera podido comparársela con Pamplona esperando un bombardeo . El pobre hombre fue a hablar , y se quedó con la boca abierta , embelesado ante aquella grandiosa hermosura , ante aquella esplendidez de gracias , ante aquella formidable mujer , de alabastrino color , de lujosas carnes , de limpia y riente boca , de azules e insondables ojos , que parecía creada por el pincel de Rubens . - ¡ Frasquita ! ... - murmuró al fin el delegado del Rey , con acento desfallecido , mientras que su marchito rostro , cubierto de sudor , destacándose sobre su joroba , expresaba una inmensa angustia - . ¡ Frasquita ! ... - ¡ Me llamo ! - contestó la hija de los Pirineos - . ¿ Y qué ? - Lo que tú quieras ... - repuso el viejo con una ternura sin límites . - Pues lo que yo quiero ... - dijo la Molinera - , ya lo sabe Usía . Lo que yo quiero es que Usía nombre secretario del ayuntamiento de la ciudad a un sobrino mío que tengo en Estella ... , y que así podrá venirse de aquellas montañas , donde está pasando muchos apuros ... - Te he dicho , Frasquita , que eso es imposible . El secretario actual ... - ¡ Es un ladrón , un borracho y un bestia ! - Ya lo sé ... Pero tiene buenas aldabas entre los regidores perpetuos , y yo no puedo nombrar otro sin acuerdo del cabildo . De lo contrario , me expongo ... - ¡ Me expongo ! ... ¡ Me expongo ! ... ¿ A qué no nos expondríamos por Vuestra Señoría hasta los gatos de esta casa ? - ¿ Me querrías a ese precio ? - tartamudeó el Corregidor . - No , señor ; que lo quiero a Usía de balde . - ¡ Mujer , no me des tratamiento ! Háblame de usted o como se te antoje ... ¿ Conque vas a quererme ? Di . - ¿ No le digo a usted que lo quiero ya ? - Pero ... - No hay pero que valga . ¡ Verá usted qué guapo y qué hombre de bien es mi sobrino ! - ¡ Tú sí que eres guapa , Frascuela ! ... - ¿ Le gusto a usted ? - ¡ Que si me gustas ! ... ¡ No hay mujer como tú ! - Pues mire usted ... Aquí no hay nada postizo ... - contestó la señá Frasquita , acabando de arrollar la manga de su jubón , y mostrando al Corregidor el resto de su brazo , digno de una cariátide y más blanco que una azucena . - ¡ Que si me gustas ! ... - prosiguió el Corregidor - . ¡ De día , de noche , a todas horas , en todas partes , sólo pienso en ti ! ... - ¡ Pues , qué ! ¿ No le gusta a usted la señora Corregidora ? - preguntó la señá Frasquita con tan mal fingida compasión , que hubiera hecho reír a un hipocondríaco - . ¡ Qué lástima ! Mi Lucas me ha dicho que tuvo el gusto de verla y de hablarle cuando fue a componerle a usted el reloj de la alcoba , y que es muy guapa , muy buena y de un trato muy cariñoso . - ¡ No tanto ! ¡ No tanto ! - murmuró el Corregidor con cierta amargura . - En cambio , otros me han dicho - prosiguió la Molinera - que tiene muy mal genio , que es muy celosa y que usted le tiembla más que a una vara verde ... - ¡ No tanto , mujer ! ... - repitió don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León , poniéndose colorado - . ¡ Ni tanto ni tan poco ! La Señora tiene sus manías , es cierto ... ; mas de ello a hacerme temblar , hay mucha diferencia . ¡ Yo soy el Corregidor ! ... - Pero , en fin , ¿ la quiere usted , o no la quiere ? - Te diré ... Yo la quiero mucho ... o , por mejor decir , la quería antes de conocerte . Pero desde que te vi , no sé lo que me pasa , y ella misma conoce que me pasa algo ... Bástete saber que hoy ... tomarle , por ejemplo , la cara a mi mujer me hace la misma operación que si me la tomara a mí propio ... ¡ Ya ves , que no puedo quererla más ni sentir menos ! ... ¡ Mientras que por coger esa mano , ese brazo , esa cara , esa cintura , daría lo que no tengo ! Y , hablando así , el Corregidor trató de apoderarse del brazo desnudo que la señá Frasquita le estaba refregando materialmente por los ojos ; pero ésta , sin descomponerse , extendió la mano , tocó el pecho de Su Señoría con la pacífica violencia e incontrastable rigidez de la trompa de un elefante , y lo tiró de espaldas con silla y todo . - ¡ Ave María Purísima ! - exclamó entonces la navarra , riéndose a más no poder - . Por lo visto , esa silla estaba rota ... - ¿ Qué pasa ahí ? - exclamó en esto el tío Lucas , asomando su feo rostro entre los pámpanos de la parra . El Corregidor estaba todavía en el suelo boca arriba , y miraba con un terror indecible a aquel hombre que aparecía en los aires boca abajo . Hubiérase dicho que Su Señoría era el diablo , vencido , no por San Miguel , sino por otro demonio del Infierno . - ¿ Qué ha de pasar ? - se apresuró a responder la señá Frasquita - . ¡ Que el señor Corregidor puso la silla en vago , fue a mecerse , y se ha caído ! ... - ¡ Jesús , María y José ! - exclamó a su vez el Molinero - . ¿ Y se ha hecho daño Su Señoría ? ¿ Quiere un poco de agua y vinagre ? - ¡ No me he hecho nada ! - exclamó el Corregidor , levantándose como pudo . Y luego añadió por lo bajo , pero de modo que pudiera oírlo la señá Frasquita : - ¡ Me la pagaréis ! - Pues , en cambio , Su Señoría me ha salvado a mí la vida - repuso el tío Lucas sin moverse de lo alto de la parra - . Figúrate , mujer , que estaba yo aquí sentado contemplando las uvas , cuando me quedé dormido sobre una red de sarmientos y palos que dejaban claros suficientes para que pasase mi cuerpo ... Por consiguiente , si la caída de Su Señoría no me hubiese despertado tan a tiempo , esta tarde me habría yo roto la cabeza contra esas piedras . - Conque sí ... , ¿ eh ? ... - replicó el Corregidor - . Pues , ¡ vaya , hombre ! , me alegro ... ¡ Te digo que me alegro mucho de haberme caído ! - ¡ Me la pagarás ! - agregó en seguida , dirigiéndose a la Molinera . Y pronunció estas palabras con tal expresión de reconcentrada furia , que la señá Frasquita se puso triste . Veía claramente que el Corregidor se asustó al principio , creyendo que el Molinero lo había oído todo ; pero que persuadido ya de que no había oído nada ( pues la calma y el disimulo del tío Lucas hubieran engañado al más lince ) , empezaba a abandonarse a toda su iracundia y a concebir planes de venganza . - ¡ Vamos ! ¡ Bájate ya de ahí y ayúdame a limpiar a Su Señoría , que se ha puesto perdido de polvo ! - exclamó entonces la Molinera . Y mientras el tío Lucas bajaba , díjole ella al Corregidor , dándole golpes con el delantal en la chupa y alguno que otro en las orejas : - El pobre no ha oído nada ... Estaba dormido como un tronco ... Más que estas frases , la circunstancia de haber sido dichas en voz baja , afectando complicidad y secreto , produjo un efecto maravilloso . - ¡ Pícara ! ¡ Proterva ! - balbuceó don Eugenio de Zúñiga con la boca hecha un agua , pero gruñendo todavía ... - ¿ Me guardará Usía rencor ? - replicó la navarra zalameramente . Viendo el Corregidor que la severidad le daba buenos resultados , intentó mirar a la señá Frasquita con mucha rabia ; pero se encontró con su tentadora risa y sus divinos ojos , en los cuales brillaba la caricia de una súplica , y derritiéndosele la gacha en el acto , le dijo con un acento baboso y silbante , en que se descubría más que nunca la ausencia total de dientes y muelas : - ¡ De ti depende , amor mío ! En aquel momento se descolgó de la parra el tío Lucas . Repuesto el Corregidor en su silla , la Molinera dirigió una rápida mirada a su esposo y viole , no sólo tan sosegado como siempre , sino reventando de ganas de reír por resultas de aquella ocurrencia ; cambió con él desde lejos un beso tirado , aprovechando el primer descuido de don Eugenio , y díjole , en fin , a éste con una voz de sirena que le hubiera envidiado Cleopatra : - ¡ Ahora va Su Señoría a probar mis uvas ! Entonces fue de ver a la hermosa navarra ( y así la pintaría yo , si tuviese el pincel de Tiziano ) , plantada enfrente del embelesado Corregidor , fresca , magnífica , incitante , con sus nobles formas , con su angosto vestido , con su elevada estatura , con sus desnudos brazos levantados sobre la cabeza , y con un transparente racimo en cada mano , diciéndole , entre una sonrisa irresistible y una mirada suplicante en que titilaba el miedo : - Todavía no las ha probado el señor Obispo ... Son las primeras que se cogen este año ... Parecía una gigantesca Pomona , brindando frutos a un dios campestre ; a un sátiro , por ejemplo . En esto apareció al extremo de la plazoleta empedrada el venerable Obispo de la diócesis , acompañado del abogado académico y de dos canónigos de avanzada edad , y seguido de su secretario , de dos familiares y de dos pajes . Detúvose un rato Su Ilustrísima a contemplar aquel cuadro tan cómico y tan bello , hasta que , por último , dijo , con el reposado acento propio de los prelados de entonces : - El quinto , pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios , nos enseña la doctrina cristiana ; pero usted , señor Corregidor , no se contenta con administrar el diezmo , sino que también trata de comerse las primicias . - ¡ El señor Obispo ! - exclamaron los Molineros , dejando al Corregidor y corriendo a besar el anillo al prelado . - ¡ Dios se lo pague a Su Ilustrísima , por venir a honrar esta pobre choza ! - dijo el tío Lucas , besando el primero , y con acento de muy sincera veneración . - ¡ Qué señor Obispo tengo tan hermoso ! - exclamó la señá Frasquita , besando después - . ¡ Dios lo bendiga y me lo conserve más años que le conservó el suyo a mi Lucas ! - ¡ No sé qué falta puedo hacerte , cuando tú me echas las bendiciones , en vez de pedírmelas ! - contestó riéndose el bondadoso pastor . Y , extendiendo dos dedos , bendijo a la señá Frasquita y después a los demás circunstantes . - ¡ Aquí tiene Usía Ilustrísima las primicias ! - dijo el Corregidor , tomando un racimo de manos de la Molinera y presentándoselo cortésmente al Obispo - . Todavía no había yo probado las uvas ... El Corregidor pronunció estas palabras , dirigiendo de paso una rápida y cínica mirada a la espléndida hermosura de la Molinera . - ¡ Pues no será porque estén verdes , como las de la fábula ! - observó el académico . - Las de la fábula - expuso el Obispo - no estaban verdes , señor licenciado ; sino fuera del alcance de la zorra . Ni el uno ni el otro habían querido acaso aludir al Corregidor ; pero ambas frases fueron casualmente tan adecuadas a lo que acababa de suceder allí , que don Eugenio de Zúñiga se puso lívido de cólera , y dijo , besando el anillo del prelado : - ¡ Eso es llamarme zorro , Señor Ilustrísimo ! - Tu dixisti ! - replicó éste con la afable severidad de un santo , como diz que lo era en efecto - . Excusatio non petita , accusatio manifesta . Qualis vir , talis oratio . Pero satis jam dictum , nullus ultra sit sermo . O , lo que es lo mismo , dejémonos de latines , y veamos estas famosas uvas . Y picó ... una sola vez ... en el racimo que le presentaba el Corregidor . - ¡ Están muy buenas ! - exclamó , mirando aquella uva al trasluz y alargándosela en seguida a su secretario - . ¡ Lástima que a mí me sienten mal ! El secretario contempló también la uva ; hizo un gesto de cortesana admiración , y la entregó a uno de los familiares . El familiar repitió la acción del Obispo y el gesto del secretario , propasándose hasta oler la uva , y luego ... la colocó en la cesta con escrupuloso cuidado , no sin decir en voz baja a la concurrencia : - Su Ilustrísima ayuna ... El tío Lucas , que había seguido la uva con la vista , la cogió entonces disimuladamente , y se la comió sin que nadie lo viera . Después de esto , sentáronse todos : hablóse de la otoñada ( que seguía siendo muy seca , no obstante haber pasado el cordonazo de San Francisco ); discurrióse algo sobre la probabilidad de una nueva guerra entre Napoleón y el Austria ; insistióse en la creencia de que las tropas imperiales no invadirían nunca el territorio español ; quejóse el abogado de lo revuelto y calamitoso de aquella época , envidiando los tranquilos tiempos de sus padres ( como sus padres habrían envidiado los de sus abuelos ); dio las cinco el loro ... , y , a una seña del reverendo Obispo , el menor de los pajes fue al coche episcopal ( que se había quedado en la misma ramblilla que el alguacil ) , y volvió con una magnífica torta sobada , de pan de aceite , polvoreada de sal , que apenas haría una hora había salido del horno : colocóse una mesilla en medio del concurso ; descuartizóse la torta ; se dio su parte correspondiente , sin embargo de que se resistieron mucho , al tío Lucas y a la señá Frasquita ... , y una igualdad verdaderamente democrática reinó durante media hora bajo aquellos pámpanos que filtraban los últimos resplandores del sol poniente ... Hora y media después todos los ilustres compañeros de merienda estaban de vuelta en la ciudad . El señor Obispo y su familia habían llegado con bastante anticipación , gracias al coche , y hallábanse ya en palacio , donde los dejaremos rezando sus devociones . El insigne abogado ( que era muy seco ) y los dos canónigos ( a cual más grueso y respetable ) acompañaron al Corregidor hasta la puerta del Ayuntamiento ( donde Su Señoría dijo tener que trabajar ) , y tomaron luego el camino de sus respectivas casas , guiándose por las estrellas como los navegantes , o sorteando a tientas las esquinas , como los ciegos ; pues ya había cerrado la noche , aún no había salido la luna , y el alumbrado público ( lo mismo que las demás luces de este siglo ) todavía estaba allí en la mente divina . En cambio , no era raro ver discurrir por algunas calles tal o cual linterna o farolillo con que respetuoso servidor alumbraba a sus magníficos amos , quienes se dirigían a la habitual tertulia o de visita a casa de sus parientes ... Cerca de casi todas las rejas bajas se veía ( o se olfateaba , por mejor decir ) , un silencioso bulto negro . Eran galanes que , al sentir pasos , habían dejado por un momento de pelar la pava ... - ¡ Somos unos calaveras ! - iban diciendo el abogado y los dos canónigos - . ¿ Qué pensarán en nuestras casas al vernos llegar a estas horas ? - Pues ¿ qué dirán los que nos encuentren en la calle , de este modo , a las siete y pico de la noche , como unos bandoleros amparados de las tinieblas ? - Hay que mejorar de conducta ... - ¡ Ah ! Sí ... ¡ Pero ese dichoso molino ! ... - Mi mujer lo tiene sentado en la boca del estómago ... - dijo el académico , con un tono en que se traslucía mucho miedo a la próxima pelotera conyugal . - Pues ¿ y mi sobrina ? - exclamó uno de los canónigos , que por cierto era penitenciario - . Mi sobrina dice que los sacerdotes no deben visitar comadres ... - Y , sin embargo - interrumpió su compañero , que era magistral - , lo que allí pasa no puede ser más inocente ... - ¡ Toma ! ¡ Como que va el mismísimo Obispo ! - Y luego , señores , ¡ a nuestra edad ! ... - repuso el penitenciario - . Yo he cumplido ayer los setenta y cinco . - ¡ Es claro ! - replicó el magistral - . Pero hablemos de otra cosa : ¡ qué guapa estaba esta tarde la señá Frasquita ! - ¡ Oh , lo que es eso ... ; como guapa , es guapa ! - dijo el abogado , afectando imparcialidad . - Muy guapa ... - replicó el penitenciario dentro del embozo . - Y si no - añadió el predicador de Oficio - , que se lo pregunten al Corregidor . - ¡ El pobre hombre está enamorado de ella ! ... - ¡ Ya lo creo ! - exclamó el confesor de la catedral . - ¡ De seguro ! - agregó el académico correspondiente - . Conque , señores , yo tomo por aquí para llegar antes a casa ... ¡ Muy buenas noches ! - Buenas noches ... - le contestaron los capitulares . Y anduvieron algunos pasos en silencio . - ¡ También le gusta a ése la Molinera ! - murmuró entonces el magistral , dándole con el codo al penitenciario . - ¡ Como si lo viera ! - respondió éste , parándose a la puerta de su casa - . ¡ Y qué bruto es ! Conque , hasta mañana , compañero . Que le sienten a usted muy bien las uvas . - Hasta mañana , si Dios quiere ... Que pase usted muy buena noche . - ¡ Buenas noches nos dé Dios ! - rezó el penitenciario , ya desde el portal , que por más señas tenía farol y Virgen . Y llamó a la aldaba . Una vez solo en la calle , el otro canónigo ( que era más ancho que alto , y que parecía que rodaba al andar ) siguió avanzando lentamente hacia su casa ; pero , antes de llegar a ella , cometió contra una pared cierta falta que en el porvenir había de ser objeto de un bando de policía , y dijo al mismo tiempo , pensando sin duda en su cofrade de coro : - ¡ También te gusta a ti la señá Frasquita ! ... ¡ Y la verdad es - añadió al cabo de un momento - que , como guapa , es guapa ! Entretanto , el Corregidor había subido al Ayuntamiento , acompañado de Garduña , con quien mantenía hacía rato , en el salón de sesiones , una conversación más familiar de lo correspondiente a persona de su calidad y oficio . - ¡ Crea Usía a un perro perdiguero que conoce la caza ! - decía el innoble alguacil - . La señá Frasquita está perdidamente enamorada de Usía , y todo lo que Usía acaba de contarme contribuye a hacérmelo ver más claro que esa luz ... Y señalaba un velón de Lucena , que apenas si esclarecía la octava parte del salón . - ¡ No estoy yo tan seguro como tú , Garduña ! - contestó don Eugenio , suspirando lánguidamente . - ¡ Pues no sé por qué ! Y , si no , hablemos con franqueza . Usía ( dicho sea con perdón ) tiene una tacha en su cuerpo ... ¿ No es verdad ? - ¡ Bien , sí ! - repuso el Corregidor - . Pero esa tacha la tiene también el tío Lucas . ¡ Él es más jorobado que yo ! - ¡ Mucho más ! ¡ Muchísimo más ! , ¡ sin comparación de ninguna especie ! Pero en cambio ( y es a lo que iba ) , Usía tiene una cara de muy buen ver ... , lo que se dice una bella cara ... , mientras que el tío Lucas se parece al sargento Utrera , que reventó de feo . El Corregidor sonrió con cierta ufanía . - Además - prosiguió el alguacil - , la seña Frasquita es capaz de tirarse por una ventana con tal de agarrar el nombramiento de su sobrino ... - ¡ Hasta ahí estamos de acuerdo ! ¡ Ese nombramiento es mi única esperanza ! - ¡ Pues manos a la obra , señor ! Ya le he explicado a Usía mi plan ... ¡ No hay más que ponerlo en ejecución esta misma noche ! - ¡ Te he dicho muchas veces que no necesito consejos ! - gritó don Eugenio , acordándose de pronto de que hablaba con un inferior . - Creí que Usía me los había pedido - balbuceó Garduña . - ¡ No me repliques ! Garduña saludó . - ¿ Conque decías - prosiguió el de Zúñiga , volviendo a amansarse - , que esta misma noche puede arreglarse todo eso ? Pues ¡ mira hijo ! , me parece muy bien . ¡ Qué diablos ! ¡ Así saldré pronto de esta cruel incertidumbre ! Garduña guardó silencio . El Corregidor se dirigió al bufete y escribió algunas líneas en un pliego de papel sellado , que selló también por su parte , guardándoselo luego en la faltriquera . - ¡ Ya está hecho el nombramiento del sobrino ! - dijo entonces tomando un polvo de rapé - . ¡ Mañana me las compondré yo con los regidores ... , y , o lo ratifican con un acuerdo , o habrá la de San Quintín ! ¿ No te parece que hago bien ? - ¡ Eso ! , ¡ eso ! - exclamó Garduña entusiasmado , metiendo la zarpa en la caja del Corregidor y arrebatándole un polvo - . ¡ Eso ! , ¡ eso ! El antecesor de Usía no se paraba tampoco en barras . Cierta vez ... - ¡ Déjate de bachillerías ! - repuso el Corregidor , sacudiéndole una guantada en la ratera mano - . Mi antecesor era una bestia , cuando te tuvo de alguacil . Pero vamos a lo que importa . Acabas de decirme que el molino del tío Lucas pertenece al término del lugarcillo inmediato , y no al de esta población ... ¿ Estás seguro de ello ? - ¡ Segurísimo ! La jurisdicción de la ciudad acaba en la ramblilla donde yo me senté esta tarde a esperar que Vuestra Señoría ... ¡ Voto a Lucifer ! ¡ Si yo hubiera estado en su caso ! - ¡ Basta ! - gritó don Eugenio - . ¡ Eres un insolente ! Y , cogiendo media cuartilla de papel , escribió una esquela , cerróla , doblándole un pico , y se la entregó a Garduña . - Ahí tienes - le dijo al mismo tiempo - la carta que me has pedido para el alcalde del lugar . Tú le explicarás de palabra todo lo que tiene que hacer . ¡ Ya ves que sigo tu plan al pie de la letra ! ¡ Desgraciado de ti si me metes en un callejón sin salida ! - ¡ No hay cuidado ! - contestó Garduña - . El señor Juan López tiene mucho que temer , y en cuanto vea la firma de Usía , hará todo lo que yo le mande . ¡ Lo menos le debe mil fanegas de grano al Pósito Real , y otro tanto al Pósito Pío ! ... Esto último contra toda ley , pues no es ninguna viuda ni ningún labrador pobre para recibir el trigo sin abonar creces ni recargo , sino un jugador , un borracho y un sinvergüenza muy amigo de faldas , que trae escandalizado al pueblecillo ... ¡ Y aquel hombre ejerce autoridad ! ... ¡ Así anda el mundo ! - ¡ Te he dicho que calles ! ¡ Me estás distrayendo ! - bramó el Corregidor - . Conque vamos al asunto - añadió luego mudando de tono - . Son las siete y cuarto ... Lo primero que tienes que hacer es ir a casa y advertirle a la Señora que no me espere a cenar ni a dormir . Dile que esta noche me estaré trabajando aquí hasta la hora de la queda , y que después saldré de ronda secreta contigo , a ver si atrapamos a ciertos malhechores ... En fin , engáñala bien para que se acueste descuidada . De camino , dile a otro alguacil que me traiga la cena ... ¡ Yo no me atrevo a aparecer esta noche delante de la Señora , pues me conoce tanto , que es capaz de leer en mis pensamientos ! Encárgale a la cocinera que ponga unos pestiños de los que se hicieron hoy , y dile a Juanete que , sin que lo vea nadie , me alargue de la taberna medio cuartillo de vino blanco . En seguida te marchas al lugar , donde puedes hallarte muy bien a las ocho y media . - ¡ A las ocho en punto estoy allí ! - exclamó Garduña . - ¡ No me contradigas ! - rugió el Corregidor acordándose otra vez de que lo era . Garduña saludó . - Hemos dicho - continuó aquél humanizándose de nuevo - que a las ocho en punto estás en el lugar . Del lugar al molino habrá ... Yo creo que habrá una media legua ... - Corta . - ¡ No me interrumpas ! El alguacil volvió a saludar . - Corta ... - prosiguió el Corregidor - . Por consiguiente , a las diez ... ¿ Crees tú que a las diez ? - ¡ Antes de las diez ! ¡ A las nueve y media puede Usía llamar descuidado a la puerta del molino ! - ¡ Hombre ! ¡ No me digas a mí lo que tengo que hacer ! ... Por supuesto que tú estarás ... - Yo estaré en todas partes ... Pero mi cuartel general será la ramblilla . ¡ Ah , se me olvidaba ! ... Vaya Usía a pie , y no lleve linterna ... - ¡ Maldita la falta que me hacían tampoco esos consejos ! ¿ Si creerás tú que es la primera vez que salgo a campaña ? - Perdone Usía ... ¡ Ah ! Otra cosa . No llame Usía a la puerta grande que da a la plazoleta del emparrado , sino a la puertecilla que hay encima del caz ... - ¿ Encima del caz hay otra puerta ? ¡ Mira tú una cosa que nunca se me hubiera ocurrido ! - Sí , señor ; la puertecilla del caz da al mismísimo dormitorio de los Molineros ... , y el tío Lucas no entra ni sale nunca por ella . De forma que , aunque volviese pronto ... - Comprendo , comprendo ... ¡ No me aturdas más los oídos ! - Por último : procure Usía escurrir el bulto antes del amanecer . Ahora amanece a las seis ... - ¡ Mira otro consejo inútil ! A las cinco estaré de vuelta en mi casa ... Pero bastante hemos hablado ya ... ¡ Quítate de mi presencia ! - Pues entonces , señor ... , ¡ buena suerte ! - exclamó el alguacil , alargando lateralmente la mano al Corregidor y mirando al techo al mismo tiempo . El Corregidor puso en aquella mano una peseta , y Garduña desapareció como por ensalmo . - ¡ Por vida de ! ... - murmuró el viejo al cabo de un instante - . ¡ Se me ha olvidado decirle a ese bachillero que me trajesen también una baraja ! ¡ Con ella me hubiera entretenido hasta las nueve y media , viendo si me salía aquel solitario ! ... Serían las nueve de aquella misma noche , cuando el tío Lucas y la señá Frasquita , terminadas todas las haciendas del molino y de la casa , se cenaron una fuente de ensalada de escarola , una libreja de carne guisada con tomate , y algunas uvas de las que quedaban en la consabida cesta ; todo ello rociado con un poco de vino y con grandes risotadas a costa del Corregidor : después de lo cual miráronse afablemente los dos esposos , como muy contentos de Dios y de sí mismos , y se dijeron , entre un par de bostezos que revelaban toda la paz y tranquilidad de sus corazones : - Pues , señor , vamos a acostarnos , y mañana será otro día . En aquel momento sonaron dos fuertes y ejecutivos golpes aplicados a la puerta grande del molino . El marido y la mujer se miraron sobresaltados . Era la primera vez que oían llamar a su puerta a semejante hora . - Voy a ver ... - dijo la intrépida navarra , encaminándose hacia la plazoletilla . - ¡ Quita ! ¡ Eso me toca a mí ! - exclamó el tío Lucas con tal dignidad que la señá Frasquita le cedió el paso - . ¡ Te he dicho que no salgas ! - añadió luego con dureza , viendo que la obstinada Molinera quería seguirle . Ésta obedeció , y se quedó dentro de la casa . - ¿ Quién es ? - preguntó el tío Lucas desde el medio de la plazoleta . - ¡ La justicia ! - contestó una voz al otro lado del portón . - ¿ Qué justicia ? - La del lugar . ¡ Abra usted al señor alcalde ! El tío Lucas había aplicado entretanto un ojo a cierta mirilla muy disimulada que tenía el portón , y reconocido a la luz de la luna al rústico alguacil del lugar inmediato . - ¡ Dirás que le abra al borrachón del alguacil ! - repuso el Molinero , retirando la tranca . - ¡ Es lo mismo ... - contestó el de afuera - ; pues que traigo una orden escrita de su Merced ! Tenga usted muy buenas noches , tío Lucas ... - agregó luego entrando , y con voz menos oficial , más baja y más gorda , como si ya fuera otro hombre . - ¡ Dios te guarde , Toñuelo ! - respondió el murciano - . Veamos qué orden es ésa ... ¡ Y bien podía el señor Juan López escoger otra hora más oportuna de dirigirse a los hombres de bien ! Por supuesto , que la culpa será tuya . ¡ Como si lo viera , te has estado emborrachando en las huertas del camino ! ¿ Quieres un trago ? - No , señor ; no hay tiempo para nada . Tiene usted que seguirme inmediatamente . Lea usted la orden . - ¿ Cómo seguirte ? - exclamó el tío Lucas , penetrando en el molino , después de tomar el papel - . ¡ A ver , Frasquita , alumbra ! La señá Frasquita soltó una cosa que tenía en la mano , y descolgó el candil . El tío Lucas miró rápidamente al objeto que había soltado su mujer , y reconoció su bocacha , o sea , un enorme trabuco que calzaba balas de a media libra . El Molinero dirigió entonces a la navarra una mirada llena de gratitud y ternura , y le dijo , tomándole la cara : - ¡ Cuánto vales ! La señá Frasquita , pálida y serena como una estatua de mármol , levantó el candil , cogido con dos dedos , sin que el más leve temblor agitase su pulso , y contestó secamente : - ¡ Vaya , lee ! La orden decía : Para el mejor servicio de S . M . el Rey Nuestro Señor ( Q . D . G . ) , prevengo a Lucas Fernández , molinero de estos vecinos , que tan luego como reciba la presente orden , comparezca ante mi autoridad sin excusa ni pretexto alguno ; advirtiéndole que , por ser asunto reservado , no lo pondrá en conocimiento de nadie : todo ello bajo las penas correspondientes , caso de desobediencia . El Alcalde , JUAN LÓPEZ Y había una cruz en vez de rúbrica . - Oye , tú : ¿ Y qué es esto ? - le preguntó el tío Lucas al alguacil - . ¿ A qué viene esta orden ? - No lo sé ... - contestó el rústico ; hombre de unos treinta años , cuyo rostro esquinado y avieso propio , de ladrón o de asesino , daba muy triste idea de su sinceridad - . Creo que se trata de averiguar algo de brujería , o de moneda falsa ... Pero la cosa no va con usted ... Lo llaman como testigo o como perito . En fin , yo no me he enterado bien del particular ... El señor Juan López se lo explicará a usted con más pelos y señales . - ¡ Corriente ! - exclamó el Molinero - . Dile que iré mañana . - ¡ Ca , no , señor ! ... Tiene usted que venir ahora mismo , sin perder un minuto . Tal es la orden que me ha dado el señor alcalde . Hubo un instante de silencio . Los ojos de la señá Frasquita echaban llamas . El tío Lucas no separaba los suyos del suelo , como si buscara alguna cosa . - Me concederás cuando menos - exclamó , al fin , levantando la cabeza - el tiempo preciso para ir a la cuadra y aparejar una burra ... - ¡ Qué burra ni qué demontre ! - replicó el alguacil - . ¡ Cualquiera se anda a pie media legua ! La noche está muy hermosa , y hace luna ... - Ya he visto que ha salido ... Pero yo tengo los pies muy hinchados ... - Pues entonces no perdamos tiempo . Yo le ayudaré a usted a aparejar la bestia . - ¡ Hola ! ¡ Hola ! ¿ Temes que me escape ? - Yo no temo nada , tío Lucas - respondió Toñuelo con la frialdad de un desalmado - . Yo soy la justicia . Y , hablando así , descansó armas ; con lo que dejó ver el retaco que llevaba debajo del capote . - Pues mira , Toñuelo ... - dijo la Molinera - . Ya que vas a la cuadra ... a ejercer tu verdadero oficio ... , hazme el favor de aparejar también la otra burra . - ¿ Para qué ? - interrogó el Molinero . - ¡ Para mí ! Yo voy con vosotros . - ¡ No puede ser , señá Frasquita ! - objetó el alguacil - . Tengo orden de llevarme a su marido de usted nada más , y de impedir que usted lo siga . En ello me van « el destino y el pescuezo » . Así me lo advirtió el señor Juan López . Conque ... vamos , tío Lucas . Y se dirigió hacia la puerta . - ¡ Cosa más rara ! - dijo a media voz el murciano sin moverse . - ¡ Muy rara ! - contestó la seña Frasquita . - Esto es algo ... que yo me sé ... - continuó murmurando el tío Lucas de modo que no pudiese oírlo Toñuelo . - ¿ Quieres que vaya yo a la ciudad - cuchicheó la navarra - y le dé aviso al Corregidor de lo que nos sucede ? ... - ¡ No ! - respondió en alta voz el tío Lucas - . ¡ Eso no ! - ¿ Pues qué quieres que haga ? - dijo la Molinera con gran ímpetu . - Que me mires ... - respondió el antiguo soldado . Los dos esposos se miraron en silencio , y quedaron tan satisfechos ambos de la tranquilidad , la resolución y la energía que se comunicaron sus almas , que acabaron por encogerse de hombros y reírse . Después de esto , el tío Lucas encendió otro candil y se dirigió a la cuadra , diciendo al paso a Toñuelo con socarronería : - ¡ Vaya , hombre ! ¡ Ven y ayúdame ... supuesto que eres tan amable ! Toñuelo lo siguió , canturriando una copla entre dientes . Pocos minutos después el tío Lucas salía del molino , caballero en una hermosa jumenta y seguido del alguacil . La despedida de los esposos se había reducido a lo siguiente : - Cierra bien ... - dijo el tío Lucas . - Embózate , que hace fresco ... - dijo la señá Frasquita , cerrando con llave , tranca y cerrojo . Y no hubo más adiós , ni más beso , ni más abrazo , ni más mirada . ¿ Para qué ? Sigamos por nuestra parte al tío Lucas . Ya habían andado un cuarto de legua sin hablar palabra , el Molinero subido en la borrica y el alguacil arreándola con su bastón de autoridad , cuando divisaron delante de sí , en lo alto de un repecho que hacía el camino , la sombra de un enorme pajarraco que se dirigía hacia ellos . Aquella sombra se destacó enérgicamente sobre el cielo , esclarecido por la luna , dibujándose en él con tanta precisión que el Molinero exclamó en el acto : - Toñuelo , ¡ aquél es Garduña con su sombrero de tres picos y sus patas de alambre ! Mas antes de que contestara el interpelado , la sombra , deseosa sin duda de eludir aquel encuentro , había dejado el camino y echado a correr a campo traviesa con la velocidad de una verdadera garduña . - No veo a nadie ... - respondió entonces Toñuelo con la mayor naturalidad . - Ni yo tampoco - replicó el tío Lucas , comiéndose la partida . Y la sospecha que ya se le ocurrió en el molino principió a adquirir cuerpo y consistencia en el espíritu receloso del jorobado . - Este viaje mío - díjose interiormente - es una estratagema amorosa del Corregidor . La declaración que le oí esta tarde desde lo alto del emparrado me demuestra que el vejete madrileño no puede esperar más . Indudablemente , esta noche va a volver de visita al molino , y por eso ha principiado quitándome de en medio ... Pero ¿ qué importa ? ¡ Frasquita es Frasquita , y no abrirá la puerta aunque le peguen fuego a la casa ! ... Digo más : aunque la abriese ; aunque el Corregidor lograse , por medio de cualquier ardid , sorprender a mi excelente navarra , el pícaro viejo saldría con las manos en la cabeza . ¡ Frasquita es Frasquita ! Sin embargo - añadió al cabo de un momento - , ¡ bueno será volverme esta noche a casa lo más temprano que pueda ! Llegaron con esto al lugar el tío Lucas y el alguacil , dirigiéndose a casa del señor alcalde . El señor Juan López , que como particular y como alcalde era la tiranía , la ferocidad y el orgullo personificados ( cuando trataba con sus inferiores ) , dignábase , sin embargo , a aquellas horas , después de despachar los asuntos oficiales y los de su labranza y de pegarle a su mujer su cotidiana paliza , beberse un cántaro de vino en compañía del secretario y del sacristán , operación que iba más de mediada aquella noche cuando el Molinero compareció en su presencia . - ¡ Hola , tío Lucas ! - le dijo , rascándose la cabeza para excitar en ella la vena de los embustes - . ¿ Cómo va de salud ? ¡ A ver , secretario : échele usted un vaso de vino al tío Lucas ! ¿ Y la señá Frasquita ? ¿ Se conserva tan guapa ? ¡ Ya hace mucho tiempo que no la he visto ! Pero , hombre , ¡ qué bien sale ahora la molienda ! ¡ El pan de centeno parece de trigo candeal ! Conque ... , vaya ... Siéntese usted , y descanse , que , gracias a Dios , no tenemos prisa . - ¡ Por mi parte , maldita aquélla ! - contestó el tío Lucas , que hasta entonces no había despegado los labios , pero cuyas sospechas eran cada vez mayores al ver el amistoso recibimiento que se le hacía , después de una orden tan terrible y apremiante . - Pues entonces , tío Lucas - continuó el alcalde - , supuesto que no tiene usted gran prisa , dormirá usted acá esta noche , y mañana temprano despacharemos nuestro asuntillo ... - Me parece bien ... - respondió el tío Lucas con una ironía y un disimulo que nada tenían que envidiar a la diplomacia del señor Juan López - . Supuesto que la cosa no es urgente ... pasaré la noche fuera de mi casa . - Ni urgente ni de peligro para usted - añadió el alcalde , engañado por aquel a quien creía engañar - . Puede usted estar completamente tranquilo . Oye tú , Toñuelo ... Alarga esa media fanega para que se siente el tío Lucas . - Entonces ... ¡ venga otro trago ! - exclamó el Molinero , sentándose . - ¡ Venga de ahí ! - repuso el alcalde , alargándole el vaso lleno . - Está en buena mano ... Médielo usted . - ¡ Pues por su salud ! - dijo el señor Juan López , bebiéndose la mitad del vino . - Por la de usted ... , señor alcalde - replicó el tío Lucas , apurando la otra mitad . - ¡ A ver , Manuela ! - gritó entonces el alcalde de monterilla - . Dile a tu ama que el tío Lucas se queda a dormir aquí . Que le ponga una cabecera en el granero . - ¡ Ca ! No ... ¡ De ningún modo ! Yo duermo en el pajar como un rey . - Mire usted que tenemos cabeceras ... - ¡ Ya lo creo ! Pero ¿ a qué quiere usted incomodar a la familia ? Yo traigo mi capote ... - Pues , señor , como usted guste . ¡ Manuela ! , dile a tu ama que no la ponga ... - Lo que sí va usted a permitirme - continuó el tío Lucas , bostezando de un modo atroz - es que me acueste en seguida . Anoche he tenido mucha molienda , y no he pegado todavía los ojos ... - ¡ Concedido ! - respondió majestuosamente el alcalde - . Puede usted recogerse cuando quiera . - Creo que también es hora de que nos recojamos nosotros - dijo el sacristán , asomándose al cántaro de vino para graduar lo que quedaba - . Ya deben ser las diez ... o poco menos . - Las diez menos cuartillo ... - notificó el secretario , después de repartir en los vasos el resto del vino correspondiente a aquella noche . - ¡ Pues a dormir , caballeros ! - exclamó el anfitrión , apurando su parte . - Hasta mañana , señores - añadió el Molinero , bebiéndose la suya . - Espere usted que le alumbren ... ¡ Toñuelo ! Lleva al tío Lucas al pajar . - ¡ Por aquí , tío Lucas ! ... - dijo Toñuelo , llevándose también el cántaro , por si le quedaban algunas gotas . - Hasta mañana , si Dios quiere - agregó el sacristán , después de escurrir todos los vasos . Y se marchó , tambaleándose y cantando alegremente el De profundis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - Pues , señor - díjole el alcalde al secretario cuando se quedaron solos - . El tío Lucas no ha sospechado nada . Nos podemos acostar descansadamente , y ... ¡ buena pro le haga al Corregidor ! Cinco minutos después un hombre se descolgaba por la ventana del pajar del señor alcalde ; ventana que daba a un corralón y que no distaría cuatro varas del suelo . En el corralón había un cobertizo sobre una gran pesebrera , a la cual hallábanse atadas seis u ocho caballerías de diversa alcurnia bien que todas ellas del sexo débil . Los caballos , mulos y burros del sexo fuerte formaban rancho aparte en otro local contiguo . El hombre desató una borrica , que por cierto estaba aparejada , y se encaminó llevándola del diestro , hacia la puerta del corral ; retiró la tranca y desechó el cerrojo que la aseguraban : abrióla con mucho tiento , y se encontró en medio del campo . Una vez allí , montó en la borrica , metióle los talones , y salió como una flecha con dirección a la ciudad ; mas no por el carril ordinario , sino atravesando siembras y cañadas como quien se precave contra algún mal encuentro . Era el tío Lucas , que se dirigía a su molino . - ¡ Alcaldes a mí , que soy de Archena ! - iba diciendo el murciano - . ¡ Mañana por la mañana pasaré a ver al señor Obispo , como medida preventiva , y le contaré todo lo que me ha ocurrido esta noche ! ¡ Llamarme con tanta prisa y reserva , y a hora tan desusada ; decirme que venga solo ; hablarme del servicio del Rey , y de moneda falsa , y de brujas , y de duendes , para echarme luego dos vasos de vino y mandarme a dormir ! ... ¡ La cosa no puede ser más clara ! Garduña trajo al lugar esas instrucciones de parte del Corregidor , y ésta es la hora en que el Corregidor estará ya en campaña contra mi mujer ... ¡ Quién sabe si me lo encontraré llamando a la puerta del molino ! ¡ Quién sabe si me lo encontraré ya dentro ! ... ¡ Quién sabe ... ! Pero ¿ qué voy a decir ? ¡ Dudar de mi navarra ! ... ¡ Oh , esto es ofender a Dios ! ¡ Imposible que ella ... ! ¡ Imposible que mi Frasquita ... ! ¡ Imposible ! ... Mas ¿ qué estoy diciendo ? ¿ Acaso hay algo imposible en el mundo ? ¿ No se casó conmigo , siendo ella tan hermosa y yo tan feo ? Y al hacer esta última reflexión , el pobre jorobado se echó a llorar ... Entonces paró la burra para serenarse ; se enjugó las lágrimas ; suspiró hondamente ; sacó los avíos de fumar ; picó y lió un cigarro de tabaco negro ; empuñó luego pedernal , yesca y eslabón , y al cabo de algunos golpes consiguió encender candela . En aquel mismo momento sintió rumor de pasos hacia el camino , que distaría de allí unas trescientas varas . - ¡ Qué imprudente soy ! - dijo - . ¡ Si me andará buscando ya la justicia , y yo me habré vendido al echar estas yescas ! Escondió , pues , la lumbre , y se apeó , ocultándose detrás de la borrica . Pero la borrica entendió las cosas de diferente modo , y lanzó un rebuzno de satisfacción . - ¡ Maldita seas ! - exclamó el tío Lucas , tratando de cerrarle la boca con las manos . Al propio tiempo resonó otro rebuzno en el camino , por vía de galante respuesta . - ¡ Estamos aviados ! - prosiguió pensando el Molinero - . ¡ Bien dice el refrán : el mayor mal de los males es tratar con animales ! Y , así discurriendo , volvió a montar , arreó la bestia , y salió disparado en dirección contraria al sitio en que había sonado el segundo rebuzno . Y lo más particular fue que la persona que iba en el jumento interlocutor , debió de asustarse del tío Lucas tanto como el tío Lucas se había asustado de ella . Lo digo , porque apartóse también del camino recelando sin duda que fuese un alguacil o un malhechor pagado por don Eugenio , y salió a escape por los sembrados de la otra banda . El murciano , entretanto , continuó cavilando de este modo : - ¡ Qué noche ! ¡ Qué mundo ! ¡ Qué vida la mía desde hace una hora ! ¡ Alguaciles metidos a alcahuetes ; alcaldes que conspiran contra mi honra ; burros que rebuznan cuando no es menester ; y aquí en mi pecho , un miserable corazón que se ha atrevido a dudar de la mujer más noble que Dios ha criado ! ¡ Oh , Dios mío , Dios mío ! ¡ Haz que llegue pronto a mi casa y que encuentre allí a mi Frasquita ! Siguió caminando el tío Lucas , atravesando siembras y matorrales , hasta que al fin , a eso de las once de la noche , llegó sin novedad a la puerta grande del molino ... ¡ Condenación ! ¡ La puerta del molino estaba abierta ! Estaba abierta ... ¡ y él , al marcharse , había oído a su mujer cerrarla con llave , tranca y cerrojo ! Por consiguiente , nadie más que su propia mujer había podido abrirla . Pero ¿ Cómo ? ¿ Cuándo ? ¿ Por qué ? ¿ De resultas de un engaño ? ¿ A consecuencia de una orden ? ¿ O bien deliberada y voluntariamente , en virtud de previo acuerdo con el Corregidor ? ¿ Qué iba a ver ? ¿ Qué iba a saber ? ¿ Qué le aguardaba dentro de su casa ? ¿ Se había fugado la señá Frasquita ? ¿ Se la habrían robado ? ¿ Estaría muerta ? ¿ O estaría en brazos de su rival ? - El Corregidor contaba con que yo no podría venir en toda la noche ... - se dijo lúgubremente el tío Lucas - . El alcalde del lugar tendría orden hasta de encadenarme , antes que permitirme volver ... ¿ Sabía todo esto Frasquita ? ¿ Estaba en el complot ? ¿ O ha sido víctima de un engaño , de una violencia , de una infamia ? No empleó más tiempo el sin ventura en hacer todas estas crueles reflexiones que el que tardó en atravesar la plazoletilla del emparrado . También estaba abierta la puerta de la casa , cuyo primer aposento ( como en todas las viviendas rústicas ) era la cocina ... Dentro de la cocina no había nadie . Sin embargo , una enorme fogata ardía en la chimenea ... ¡ chimenea que él dejó apagada , y que no se encendía nunca hasta muy entrado el mes de diciembre ! Por último , de uno de los ganchos de la espetera pendía un candil encendido ... ¿ Qué significaba todo aquello ? ¿ Y cómo se compadecía semejante aparato de vigilia y de sociedad con el silencio de muerte que reinaba en la casa ? ¿ Qué había sido de su mujer ? Entonces , y sólo entonces , reparó el tío Lucas en unas ropas que había colgadas en los espaldares de dos o tres sillas puestas alrededor de la chimenea ... Fijó la vista en aquellas ropas , y lanzó un rugido intenso , que se le quedó atravesado en la garganta , convertido en sollozo mudo y sofocante . Creyó el infortunado que se ahogaba , y se llevó las manos al cuello , mientras que , lívido , convulso , con los ojos desencajados , contemplaba aquella vestimenta , poseído de tanto horror como el reo en capilla a quien le presentan la hopa . Porque lo que allí veía era la capa de grana , el sombrero de tres picos , la casaca y la chupa de color de tórtola , el calzón de seda negra , las medias blancas , los zapatos con hebilla y hasta el bastón , el espadín y los guantes del execrable Corregidor ... ¡ Lo que allí veía era la ropa de su ignominia , la mortaja de su honra , el sudario de su ventura ! El terrible trabuco seguía en el mismo rincón en que dos horas antes lo dejó la navarra ... El tío Lucas dio un salto de tigre y se apoderó de él . Sondeó el cañón con la baqueta , y vio que estaba cargado . Miró la piedra , y halló que estaba en su lugar . Volvióse entonces hacia la escalera que conducía a la cámara en que había dormido tantos años con la señá Frasquita , y murmuró sordamente : - ¡ Allí están ! Avanzó , pues , un paso en aquella dirección ; pero en seguida se detuvo para mirar en torno de sí y ver si alguien lo estaba observando ... - ¡ Nadie ! - dijo mentalmente - . ¡ Sólo Dios ... , y Ése ... ha querido esto ! Confirmada así la sentencia , fue a dar otro paso , cuando su errante mirada distinguió un pliego que había sobre la mesa ... Verlo , y haber caído sobre él , y tenerlo entre sus garras , fue todo cosa de un segundo . ¡ Aquel papel era el nombramiento del sobrino de la señá Frasquita , firmado por don Eugenio de Zúñiga y Ponce de León ! - ¡ Éste ha sido el precio de la venta ! - pensó el tío Lucas , metiéndose el papel en la boca para sofocar sus gritos y dar alimento a su rabia - . ¡ Siempre recelé que quisiera a su familia más que a mí ! ¡ Ah ! ¡ No hemos tenido hijos ! ... ¡ He aquí la causa de todo ! Y el infortunado estuvo a punto de volver a llorar . Pero luego se enfureció nuevamente , y dijo con un ademán terrible , ya que no con la voz : - ¡ Arriba ! ¡ Arriba ! Y empezó a subir la escalera , andando a gatas con una mano , llevando el trabuco en la otra , y con el papel infame entre los dientes . En corroboración de sus lógicas sospechas , al llegar a la puerta del dormitorio ( que estaba cerrada ) vio que salían algunos rayos de luz por las junturas de las tablas y por el ojo de la llave . - ¡ Aquí están ! - volvió a decir . Y se paró un instante , como para pasar aquel nuevo trago de amargura . Luego continuó subiendo ... hasta llegar a la puerta misma del dormitorio . Dentro de él no se oía ningún ruido . - ¡ Si no hubiera nadie ! - le dijo tímidamente la esperanza . Pero en aquel mismo instante el infeliz oyó toser dentro del cuarto ... ¡ Era la tos medio asmática del Corregidor ! ¡ No cabía duda ! ¡ No había tabla de salvación en aquel naufragio ! El Molinero sonrió en las tinieblas de un modo horroroso . ¿ Cómo no brillan en la oscuridad semejantes relámpagos ? ¿ Qué es todo el fuego de las tormentas comparado con el que arde a veces en el corazón del hombre ? Sin embargo , el tío Lucas ( tal era su alma , como ya dijimos en otro lugar ) principió a tranquilizarse , no bien oyó la tos de su enemigo ... La realidad le hacía menos daño que la duda . Según le anunció él mismo aquella tarde a la señá Frasquita , desde el punto y hora en que perdía la única fe que era vida de su alma , empezaba a convertirse en un hombre nuevo . Semejante al moro de Venecia - con quien ya lo comparamos al describir su carácter - , el desengaño mataba en él de un solo golpe todo el amor , transfigurando de paso la índole de su espíritu y haciéndole ver el mundo como una región extraña a que acabara de llegar . La única diferencia consistía en que el tío Lucas era por idiosincrasia menos trágico , menos austero y más egoísta que el insensato sacrificador de Desdémona . ¡ Cosa rara , pero propia de tales situaciones ! La duda , o sea , la esperanza - que para el caso es lo mismo - , volvió todavía a mortificarle un momento ... - ¡ Si me hubiera equivocado ! - pensó - . ¡ Si la tos hubiese sido de Frasquita ! ... En la tribulación de su infortunio , olvidábasele que había visto las ropas del Corregidor cerca de la chimenea ; que había encontrado abierta la puerta del molino ; que había leído la credencial de su infamia ... Agachóse , pues , y miró por el ojo de la llave , temblando de incertidumbre y de zozobra . El rayo visual no alcanzaba a descubrir más que un pequeño triángulo de cama , por la parte del cabecero ... ¡ Pero precisamente en aquel pequeño triángulo se veía un extremo de las almohadas , y sobre las almohadas la cabeza del Corregidor ! Otra risa diabólica contrajo el rostro del Molinero . Dijérase que volvía a ser feliz ... - ¡ Soy dueño de la verdad ! ... ¡ Meditemos ! - murmuró , irguiéndose tranquilamente . Y volvió a bajar la escalera con el mismo tiento que empleó para subirla ... - El asunto es delicado ... Necesito reflexionar . Tengo tiempo de sobra para todo ... - iba pensando mientras bajaba . Llegado que hubo a la cocina , sentóse en medio de ella , y ocultó la frente entre las manos . Así permaneció mucho tiempo , hasta que le despertó de su meditación un leve golpe que sintió en un pie ... Era el trabuco que se había deslizado de sus rodillas , y que le hacía aquella especie de seña ... - ¡ No ! ¡ Te digo que no ! - murmuró el tío Lucas , encarándose con el arma - . ¡ No me convienes ! Todo el mundo tendría lástima de ellos ... , ¡ y a mí me ahorcarían ! ¡ Se trata de un corregidor ... , y matar a un corregidor es todavía en España cosa indisculpable ! Dirían que lo maté por infundados celos , y que luego lo desnudé y lo metí en mi cama ... Dirían , además , que maté a mi mujer por simples sospechas ... ¡ Y me ahorcarían ! ¡ Vaya si me ahorcarían ! ¡ Además , yo habría dado muestras de tener muy poca alma , muy poco talento , si al remate de mi vida fuera digno de compasión ! ¡ Todos se reirían de mí ! ¡ Dirían que mi desventura era muy natural , siendo yo jorobado y Frasquita tan hermosa ! ¡ Nada , no ! Lo que yo necesito es vengarme , y después de vengarme , triunfar , despreciar , reír , reírme mucho , reírme de todos , evitando por tal medio que nadie pueda burlarse nunca de esta giba que yo he llegado a hacer hasta envidiable , y que tan grotesca sería en una horca . Así discurrió el tío Lucas , tal vez sin darse cuenta de ello puntualmente , y , en virtud de semejante discurso , colocó el arma en su sitio , y principió a pasearse con los brazos atrás y la cabeza baja , como buscando su venganza en el suelo , en la tierra , en las ruindades de la vida , en alguna bufonada ignominiosa y ridícula para su mujer y para el Corregidor , lejos de buscar aquella misma venganza en la justicia , en el desafío , en el perdón , en el Cielo ... , como hubiera hecho en su lugar cualquier otro hombre de condición menos rebelde que la suya a toda imposición de la Naturaleza , de la sociedad o de sus propios sentimientos . De repente , paráronse sus ojos en la vestimenta del Corregidor ... Luego se paró él mismo ... Después fue demostrando poco a poco en su semblante una alegría , un gozo , un triunfo indefinibles ... ; hasta que , por último , se echó a reír de una manera formidable ... , esto es , a grandes carcajadas , pero sin hacer ningún ruido - a fin de que no lo oyesen desde arriba - , metiéndose los puños por los ijares para no reventar , estremeciéndose todo como un epiléptico , y teniendo que concluir por dejarse caer en una silla hasta que le pasó aquella convulsión de sarcástico regocijo . Era la propia risa de Mefistófeles . No bien se sosegó , principió a desnudarse con una celeridad febril ; colocó toda su ropa en las mismas sillas que ocupaba la del Corregidor ; púsose cuantas prendas pertenecían a éste , desde los zapatos de hebilla hasta el sombrero de tres picos ; ciñóse el espadín ; embozóse en la capa de grana ; cogió el bastón y los guantes , y salió del molino y se encaminó a la ciudad , balanceándose de la propia manera que solía don Eugenio de Zúñiga , y diciéndose de vez en vez esta frase que compendiaba su pensamiento : - ¡ También la Corregidora es guapa ! Abandonemos por ahora al tío Lucas , y enterémonos de lo que había ocurrido en el molino desde que dejamos allí sola a la señá Frasquita hasta que su esposo volvió a él y se encontró con tan estupendas novedades . Una hora habría pasado después que el tío Lucas se marchó con Toñuelo , cuando la afligida navarra , que se había propuesto no acostarse hasta que regresara su marido , y que estaba haciendo calceta en su dormitorio , situado en el piso de arriba , oyó lastimeros gritos fuera de la casa , hacia el paraje , allí muy próximo , por donde corría el agua del caz . - ¡ Socorro , que me ahogo ! ¡ Frasquita ! ¡ Frasquita ! ... - exclamaba una voz de hombre , con el lúgubre acento de la desesperación . - ¿ Si será Lucas ? - pensó la navarra , llena de un terror que no necesitamos describir . En el mismo dormitorio había una puertecilla , de que ya nos habló Garduña , y que daba efectivamente sobre la parte alta del caz . Abrióla sin vacilación la señá Frasquita por más que no hubiera reconocido la voz que pedía auxilio , y encontróse de manos a boca con el Corregidor , que en aquel momento salía todo chorreando de la impetuosísima acequia ... - ¡ Dios me perdone ! ¡ Dios me perdone ! - balbuceaba el infame viejo - . ¡ Creí que me ahogaba ! - ¿ Cómo ? ¿ Es usted ? ¿ Qué significa ? ¿ Cómo se atreve ? ¿ A qué viene usted a estas horas ? - gritó la Molinera con más indignación que espanto , pero retrocediendo maquinalmente . - ¡ Calla ! ¡ Calla , mujer ! - tartamudeó el Corregidor , colándose en el aposento detrás de ella - . Yo te lo diré todo ... ¡ He estado para ahogarme ! ¡ El agua me llevaba ya como a una pluma ! ¡ Mira , mira , cómo me he puesto ! - ¡ Fuera , fuera de aquí ! - replicó la señá Frasquita con mayor violencia - . ¡ No tiene usted nada que explicarme ! ... ¡ Demasiado lo comprendo todo ! ¿ Qué me importa a mí que usted se ahogue ? ¿ Lo he llamado yo a usted ? ¡ Ah ! ¡ Qué infamia ! ¡ Para esto ha mandado usted prender a mi marido ! - Mujer , escucha ... - ¡ No escucho ! ¡ Márchese usted inmediatamente , señor Corregidor ! ... ¡ Márchese usted o no respondo de su vida ! ... - ¿ Qué dices ? - ¡ Lo que usted oye ! Mi marido no está en casa ; pero yo me basto para hacerla respetar . ¡ Márchese usted por donde ha venido , si no quiere que yo le arroje otra vez al agua con mis propias manos ! - ¡ Chica , chica ! ¡ No grites tanto , que no soy sordo ! - exclamó el viejo libertino - . ¡ Cuando yo estoy aquí , por algo será ! Vengo a libertar al tío Lucas , a quien ha preso por equivocación un alcalde de monterilla ... Pero , ante todo , necesito que me seques estas ropas ... ¡ Estoy calado hasta los huesos ! - ¡ Le digo a usted que se marche ! - ¡ Calla , tonta ! ... ¿ Qué sabes tú ? ... Mira ... aquí te traigo un nombramiento de tu sobrino ... Enciende la lumbre , y hablaremos ... Por lo demás , mientras se seca la ropa , yo me acostaré en esta cama . - ¡ Ah , ya ! ¿ Conque declara usted que venía por mí ? ¿ Conque declara usted que para eso ha mandado arrestar a mi Lucas ? ¿ Conque traía usted su nombramiento y todo ? ¡ Santos y santas del cielo ! ¿ Qué se habrá figurado de mí este mamarracho ? - ¡ Frasquita !