Salvador Rueda La GITANA [ idilio en la sierra ] Novela andaluza Madrid , 1892 Imprenta de don Luis Aguado Pontejos , 8 . Tel . 697 A l concebir la idea de crear una nueva Biblioteca ron el propósito de poner al alcance de quienes tío pueden comprar ¡ porque son ■ caros , los mejores libros de cuantos se han escrito en España y fuera , de ella , , concebí también la de bautizarla con tu nombre , tan Heno de prestigio en las Letras . Si el eminente critico D . Juan Vaícra te proclamó uno de nuestros buenos novelistas , y el insigne Clarín te dió el título de poeta , y el público te considera com-o uno de nuestros más brillantes escritores , ¿ qué nombre mejor que el tuyo he de poner al fnnte de esta publicación , para que la garantice y preste su influencia ? Acepta , pues , mi recuerdo , y ojalá transmitas á mi empresa la suerte qtie siempre te ha favorecido en el mundo literario . José Rueda A quien lo es todo , Excmo . Sr . D . Antonio Cánovas del Castillo , de quien no es nada , Salvador Reuda . Hará como cosa de tres años , recibí á las cinco de una mañana un parte telegráfico concebido en estos términos : “ Estoy en la sierra ; si quieres pasar aquí unos días , vente y avísame tu salida de Madrid . Te apearás en la estación de y allí se acercará áti un criado con encargo mío de conducirte hasta aquí . — Leopoldo , Sin dejarlo para más tarde , me lavé , me vestí , atrapé la maleta y algún dinero , y tomé para la estación del Mediodía , donde telegrafié mi salida . Quien hacíame tan campechana invitación era un amigo mió , tan apasionado como yo de la naturaleza , el cual , por rendir á ella culto , pasaba grandes temporadas en el campo . Atrás me dejé Madrid , la gran cloaca con fetidez de almas y conciencias podridas , y hala que hala y pita que pita entré en la abrumadora planicie de la Mancha , cuyos molinos de viento van irremisiblemente unidos á la memoria de Don Quijote . La aridez persistente del palo del telégrafo tenía ya cansada mi retina , cuando entraron en una estación , en el coche que yo ocupaba , varios hombres de mala catadura , no tanto por sus trajes , hechos trizas , como por las irregularidades de sus facciones ; prominencias en sitios inopinados , labios de candilón , miradas con frialdades de acero ; algo de la fisiología criminal que la ciencia moderna ha señalado como característico de la gente de pelo en pecho . De criminales , pues , se trataba . Eran unos pájaros de cuenta que llevaban & ponerlos á la sombra de los calabozos de Mejilla . Entró con ellos una pareja de laGuardia civil , y luego de atarlos codo con codo , les colocó grillos en los pies . Ni se pusieron los rostros de los presidiarios compungidos por esta faena , ni perdió uno sólo la menor chispa de buen humor . Deshacíase el sol en alegría aquella mañana , y su contagio llegó hasta el fondo de aquellas almas , fondo negruzco y con lúgubres humedades de sangre . — ¡ Hijos de la patria ! — exclamó en tono canallesco , que imitaba el tribunicio , uno de los hombres , dirigiéndose A los compañeros de cuerda ; — éste es un día memorable para nosotros ; vamos á entrar pronto en la gran Sevilla , tierra de la gente de bronce , de los guapos de faca en la cintura , de los gitanos y demás gente de posición . Si nos podemos escapar , yo os invito á que hagamos una gas-puchada en la tierra misma del gazpacho . ¿ Me seguiréis , hijos de la patria ? Una risa feroz , que prestó algo de brillo fosfórico á los ojos , pasó por las bocas de aquellos hombres . Acostumbrados los guardias á este género de bromas de la gente criminal , ni siquiera ponían oídos á la perorata de ! exaltado ; con mirada perezosa veían la baraja de paisajes que el tren iba poniendo delante de ellos y escamoteando corno hábil prestidigitador . — Porque yo os digo , ilustres varones ( debía de haber sido persona algo ilustrada el tribuno ) , yo os digo y repito ... — ¡ Que ze eaye , que ze cave ! — cortó un andaluz , cara de José María , que por lo visto no se había contagiado en el fuego bélico . — ¡ Sí , abajo el sacamuelas ! — agregó otro agitándose y levantando ruido metálico con los pies . — Dejadme acabar . — Donde acabarás tú ya lo sé yo . — Y yo ; en un convento de frailes . — ¡ Orden , muchachos ! — dijo tirando al descuido las palabras uno de los guardias , como quien reprende en la seguridad de que la reprensión es inútil . Una voz anunciadora de paradas y estaciones cantó no sé cuál de ellas , y al hacer su parada gradual el tren , colgóse de la ventanilla un hombre que , antes de que el vagón recobrara su inmovilidad , entró dentro de éste y se arrojó sobre uno de los presos . Era un hombre alto , sano de color y de naturaleza acusadora de los cincuenta . Con la rapidez con que se transmiten las explosiones del sentimiento , cuando la gente que llenaba el vagón vió que de los ojos del hombre caían gruesas lágrimas al dar oprimidos abrazos al preso , dejóse contagiar de una emoción de pena , de una misericordia infinita . El hombre era padre del confinado , y esperaba el paso del hijo , al cuaí no había visto durante machos años . — ¡ Hijo mío , hijo mío ! — decía con el alma hecha pedazos en medio de una locura de pena ; — ¡ hijo , hijol ^ v no decía más porque no podía decir otra cosa . Todos nos pusimos de pie sin notarlo . El preso , con cara indiferente , dejábase abrazar ; y como viera en el pecho del padre una cadena en cuya punta debía de haber un reloj , llevó la mano á ella y preguntó : — ¡ Me la das ? Ya ves que no le la quito . El padre se deshizo de reloj y cadena , y los puso con su propia mano en el pecho del hijo , — Tómalos como recuerdo , — añadió . — Como recuerdo mientras hava donde pulirio , — - respondió con risa de truhán el presidiario . — Muchachos , — siguió , — ya tenemos para un rato de jarana . — ¡ Hijo , hijo mío ! — repetía siempre el padre sin hacer caso de la chacota de los presos ; — no sé cómo decirte tantas cosas como tengo aquí , aquí ... ¡ Es tanto lo que tengo que contarte ! Mira , desde los ocho años que no te veo , ¡ cuánta desgracia ha ocurrido en la casa de tu padre ! Todo te lo tengo que contar , todo ; pero no para reñirte ni disgustarte , sino por el deseo que tengo de hablar contigo , de verte , de abrazarte así , como cuando eras pequeño . Un sollozo que provocó una explosión de lágrimas detuvo un instante el hilo del discurso . No había una sola persona en el vagón que no sintiera un nudo de pena en la garganta ; la escena se imponía con su aterradora expresión . — Verás — continuó aquel hambriento de cariño , que hubiera querido erizarse de ojos para ver por todo su cuerpo al hijo suyo . — A los dos años de irte ... — ¡ Señores viajeros , al tren ! — A los dos años de irte cayó enferma tu madre , y no ha pasado un solo día sin que deje de acordai'se de ti . Poco después de su muerte ... — ¡ Señores viajeros , que va á salir el tren ! Y sonó la campanilla de aviso . — Tu hermana iba á casarse ; pero como tú hiciste ... vamos , el novio la dejó . Tu hermano ... — Tenga la bondad de bajarse , — dijo uno de los guardias con la voz un poco temblorosa ; — el tren está ya en marcha . — No , no me bajo ; yo voy con mi hijo ; quiero ir con él donde él vaya : á Ceuta , á presidio ... La culebra hizo un desperezamiento de músculos y dió la señal de marcha . — Bájese , bájese . Y con grave riesgo de caer , el guardia mismo , con todoel miramiento que pudo , descolgó al hombre , que forcejeaba por desasirse . — ¡ No quiero , no ! — gritaba el que era lanzado con un velo de llanto sobre el rostro . Dió el infeliz un encontronazo en el suelo , donde cayó , revuelto y aturdido ; y mesándose los cabellos con desesperación : ¡ Ay , mi hijo ! , decía de modo que partía las piedras de pena . El tren trepidó más fuerte coi } su trajín de fiera , y tomó majestuoso una curva , dejando atrás una estación . — ¡ Muchachos ! — dijo con voz alegre el preso alzando el brazo cuanto pudo , y enseñando el reloj pendiente de la cadena . — ¿ Quién lo compra ? Persona de muy distinta laya á las que se alejaban en el tren para no aparecer más en este libro , era la que me esperaba en la estación convenida cuando yo resulté en ella después dé muchas horas de marcha . Quien me aguardaba no era un mozo , sino un mocetón , bien quisto de porte , que mi amigo el del telegrama tenía á su servicio , más que para que trabajase en quehaceres domésticos , para cazar liebres y perdices ; como que era el cazador más famoso de todos los cortijos de la comarca . De é ! sí que podía decirse que donde ponía el ojo ponía la bala . No sé si , pov su mismo instinto de am'tar , apenas puse pie en tierra entre otros muchos viajeros , vino hacia mí con seguridad pasmosa , y entre corto y aturdido me preguntó : — ¿ E zusté Don Zalvaaó Ruea ? — El mismo soy . ¿ Y usted es el mandado de don Leopoldo ? — Zí zefló . — Buen fisonomista es usted , — le dije en broma , puesto que nunca me había visto , queriendo hacer así un disimulado elogio de su perspicacia . Rióse , y dando aire picarescoála noble fisonomía , contestó : — Traía bien cogíaz laz señaz ; me dijo don ' Leopordo : “ un joven bajito , moreno , antes ye-no de carnes que ergao , y — Y sin chispa de gracia , ¿ eh ? Pues así como soy quedo á sus órdenes , señor ... — Francisco me llamo ; pero por mal nombre me icen Jaraga . — Y ¿ qué quiere decir eso ? ¿ haragán ? — Zí zeñó . — Pues si con justicia está puesto el mote , habrá usted renegado de venir á esperarme . — ¡ Ca ! no zeñó ; ¡ me lo icen po lo contrario ; poque no zé etame quieto . — ¡ Ah , ya ! Por antítesis . El mozo , un si es no es azorado , me miró de hito en hito al oir la palabreja . — Quiero decir por lo que usted también dice , por lo contrario . En seguida me presentó los dos jumentos que habían de conducirnos hasta el cortijo . , en uno de los cuales afianzó Francisco la maleta que me había quitado de la mano , y un capo-tón de hule que traía él á prevención por si teníamos lluvia , pues el tiempo andaba blandujo y lloricón . Luego me puso estribera con ambas manos , hice yo un esfuerzo como queriendo demostrar que también sabía yo dar un brinco cuando venía á pelo , y ... caí del otro lado del burro . Había perdido mi dignidad de repente . La sugestión que ejerciera mi persona en Francisco , cayó revuelta conmigo del jumento . “ Al primer tapón zurrapas . , , hubiera yo dicho si la tribulación y la vergüenza no me hubieran apartado el idioma de los labios . — ¡ Vaya , hombre ! — dije solamente , raneando por enderezarme y sin encontrar un donaire que acudiera en auxilio de mi derrota . Una risa le ve serpeó como una culebrina por La boca de Jarctga . Aquel chispazo era la señal de la tempestad de risa que había dentro de él . ¡ Cuándo detrás de mí lo contara en el cortijo , detallando la postura ridicula , el pujo de querer yo echarla de jinete , mi cara rameada de vergüenza , la costalada , en fin , con todos sus detalles ! Tentado estuve de sobornarlo con dinero para que no dijese nada , si no hubiera sido esto dejarme coger del todo el pan bajo el sobaco . Puse el pie de nuevo en el estribo , y quedé esparrancado sobre el asno . Mis piernas , pegadas á ambos lados , se volvieron un paréntesis de hierro ; la segunda costalada no la daba este cura , ; que no . — ¿ Y qué tal queda D . Leopoldo ? “ Dice el fízico que la malencia del estóga-mo ze le curará con el záfiro zano del campo ; pero el zeñorito no pierde por eztar malo el güen humor . — ¿ Está tan grueso como antes ? — Mayor tiene el bandullo entodía . — ¡ Demonio ! — Y el cazo ez que yo no zé cómo tiene eza andorga , porque , como comer , no come na ; alguna predi que yo le llevo del campo , y paroz-té e contá . — Ya sé que caza usted muy bien , — dije en tono de elogio para aminorar , enalteciéndole á el , lo cómico de mi caída . — ¡ Ca ! no zeñó ; lo que ez que laz liebrez ze eztán quietaz pa que laz cojan , — dijo de modo que creí que aludía á mi porrada . — No está usted mala liebre . Por cartas rao ha dicho D . Leopoldo sus habilidades venatorias , quiero decir , sus habilidades de tirador ; no sirve que se me venga usted haciendo el chiquito . Por supuesto que yo vengo descansando en su buena puntería ; le pido á usted , por lo menos , un par de tiros más al día , suponiendo que de cada tiro mate una pieza . — Algo llevará la bandola . Apenamente ( ? ) ahora hay caza en abundancia . — ¿ Quiere usted un cigarrillo ? — ¿ Tabaco madrileño ? Venga y lo probaremos , ¡ Madrid ! ¡ Madrileño ! ¿ Dónde había quedado Madrid ? ¿ Quién se atrevería á creer allí , entre aquellos riscos que iban porraceando los cascos de los burros , que existiera ? ¡ Valiente sueño ! La política , las discusiones , las veladas literarias , el Ateneo , todo se había disipado . Aquello había sido escamotearle á utio del cerebro ocho años de vida pasados en una ciudad de cuya existencia dudaba , como se duda de un sueño en el momento de despertar . Allí no había más que dos cosas presentes en mi memoria : mi caída , y la idea de que pudiera dar la segunda . El cortijo se veía blanquear allá entre una maraña de crestas y peñones que se destacaban sobre el fondo de un cielo angustioso , en el cual la luz resolví ? con trabajoso esfuerzo , bien como un músico un motivo difícil , su última frase de color ... Jaraga no se había parado en estos perfiles ; pero con muy sabio barrunto pronosticó que tendríamos unas gotas antes de llegar al cortijo , como así fue . Pero antes hubimos de pasar el llamado por el célebre poeta ley de los otros ríos caudaloso , que con una majestad , casi inmóvil , corría arrastrando sus augustos misterios por los campos . Llevaban algún tráfago las aguas á causa de la crecida reciente . Pausados remolinos , porque ni aun alborotado pierde el Guadalquivir su dignidad , arrollaban sus pliegues cenagosos con espumarajos obscuros y flotantes . El barquero soltó una de las cuerdas á la barcaza , tendió un puente de madera desde la orilla al borde del casco , y como entra Pedro por su casa , los burros , libres de jinetes , entraron , con otros jumentos que aguardaban , en la embarcación . Detrás d ejaraga y de mí alzóse el puente levadizo , y quedamos nadando sobre el río . El barquero puso mano á uno de los remos , especie de inmensa pata de langosta , que empezó á moverse lentamente . Pero el agua podía más que el remo , y á fin de no ser arrastrados , tuvo Francisco que ponerse á manejar el otro remo , que también comenzó su lento pataleo . La anchura de un río engaña con mucha frecuencia ; cuando nos vimos dentro de la barca , grande como una carabela , comprendí que no era tarea tan rápida sanar la orilla que á lo lejos se divisaba . Había que dar una vuelta , y ¡ a corriente no lo permitía . La fuerza de ambos remos no era suficiente á contrarrestarla . — ¡ Si estará aquí la segunda caída de mi calvario ! — pensé con un recelo que honraba muy poco mi valor ; pero lo monologué para mí , y el aire no tomó parte en la exposición de esta idea . El viento soplaba con . fuerza , y encorajinado al tropezar en el blanco que ofrecía el lan-chón , lo empujaba agua abajo antes de que el casco diese la vuelta salvadora . Empezaron aqui los sudores . Cuando vi las caras de apuro que ponían Francisco y el barquero , violentando su anatomía en el manejo de los remos , di un gran paso hacia la resolución súbita de caer al agua . Pegué el pensamiento , como yedra , & mis singulares facultades de nadador , nunca vencidas , y me preparé para si había que largar parte de la funda de mi cuerpo con objeto de no caer amarrado en el rio . — ¡ Apreta , Jaraga ! — decía resollando las palabras el barquero en las contracciones violentas que hacía . — ¡ Ya apretó ! Pero me paeze que esto va malo . Antes de arrestarme al chapuzón , cogí con ansia trágica el mismo remo de jaraga , y á par de élme puse á tirar como un desesperado . — ¡ Dale á la mano , rema , tira más , duro ! — mandaba el comprometido barquero . " Un remolino enorme de agua se asomó al borde de la barca , desmelenado , horrible , con ansia de tumbarnos A todos . Corrió en largas curvas por el costado y salió por la proa con sus movibles quíntales de peso . Pareció que nos los habían quitado de encima . En esto arrancó el viento de la cabeza de Jaraga el sombrero . Él que lo vió ir , se lanzó fuera del casco , quedando pendiente de una mano , que prendía con la fuerza de un gatillo de hierro . Instantáneamente hundí mi hongo hasta el cogote , y me puse á tirar del mozo , que tan ridículo interés mostraba por cosa tan fútil . — Pero , hombre , ¿ va usted á echarse detrás del sombrero ? Usted quiere comprometernos más de lo que estamos . — ¡ Por via e Dios ! — decía corajudo Javaga , con los ojos desencajados y fijos en el sombrero , que huíaagua abajo sin . detenerse . — ¡ A ver , tío Basilio ! — agregó — eche ozté pa bajo i i ver zi lo cojemoz . Y volvió á entrar , después de un esfuerzo , en la barca . — ¡ Como no lo cojas ! — jarto haremos con dar la vuelta pa ganar la orilla . — Yo le regalaré á usted otro sombrero , hombre , — agregué para que nos dejara en paz el aferrado mozuelo . — ¡ Por via e Dios ! ¡ Por vía e Dios ! — repetía con la vista clavada allá por donde iba dando tumbos la montera . Tan absoluto era su desconsuelo , y de tal modo amarilleó su rostro cuando se determinó á quedar con la cabeza monda y lironda , que , aun en medio del conflicto en que estábamos , no pude por menos de reirme . — ¡ Anda ! — dije para mí , — yo me caí del jumento ; pero á ti se te ha escapado la caperuza . Subió , pues , mi importancia y queao de nuevo Jaraga á mi nivel . Pero á todo esto la barca era arrastrada , y el azar mismo le hizo dar la vuelta que no consiguieron ios remos . Fuera del tiro de la corriente , el esfuerzo humano dominó el esfuerzo del agua , y tras de bastantes paladas , echamos de nuevo el puente , y saltamos con más satisfacción que Colón , á la orilla . Y vuelta á montar en los burros . Alargándome el capote de hule para que me reservase de las gotas que empezaban á caer , Jaraga , sin el yelmo , echó delante para guiar , repitiendo aún por ¡ o bajo : — ¡ Por vía e Dios ! ¡ Por víae María Santísima ! El crepúsculo era destemplado . Unas escurriduras de luz bañaban con Tin muerto resplandor de Calvario el horizonte . Un encinar , bajo cuyas ramas pasábamos , se cubría de medrosas lobregueces , y se ofrecía confuso é imponente á nuestros ojos . Las gotas golpeaban el hule del capote y levantaban una música fúnebre de mi cuerpo . Yo la oía creyendo á veces que daba el agua en mi ataúd , Sólo quedaba un resto desmayado de claridad cuando divisamos ya cerca el cortijo . La lluvia había cesado un momento . Noté á la escasa hiz del din que del cortijo salían hasta veinticinco ó treinta personas , mostrando como á modo de lanzones amarillos en las manos , y echando ramas , amarillas también , en el camino . — ¿ Qué es aquello , Francisco ? — pregunté , sospechando alguna broma de mi amigo , A las que me tenia ya acostumbrado . — ¿ No está solo el señor en el cortijo ? — ¡ Ca ! Hay treinta cazaorez que ezperan á uzté pa dar una batía á loz jabalíez . — ¿ Y . lo tenía usted tan callado ? — Azi me lo ijeron . — ¿ Pero qué demonio llevan en las manos ? — ¿ No ha caío uzté en que ez hoy domingo de Ramoz ? — ¡ Ah , ya ! Han pelado las palmeras de la huerta , y yo soy Jesucristo que entra en Jeru-salén ; ¿ no es eso ? — Aemaz , el zeñorito ha jecho pa uzté una corona de ajoz . La cual no tuve otro remedio que ponerme , y entrar con ella , en medio de la procesión , hasta dentro de la casa , con burro y todo . Ardía medio bosque bajo la campana de la chimenea ; sintió su hermosísima caricia mi cuerpo ; trasegué varias copas de vino , y de Eccehomo comencé á sentirme de nuevo persona . Mi amigo se reía traqueteando su enorme vientre , y me decía que alguna vez tenía yo que cantar aquella hazaña . Y á cantar voy las hazañas de aquellos días en este libro . y el cuadro que quiero bosquejar es el que ofrecía la grandiosa cocina del cortijo , que ya se sabe que es estrado , comedor y sala de tertulia en la casa de campo andaluza . Muchos rostros tostados ; muchos zajones forrando de piel parduzca torsos y piernas ; sillas canteadas ó en escorzo con cuerpos sentados al descuido ; por entre las sillas cabezas de podencos , de galgos , de mastines , viendo con entornaraiento de párpados el rechispear de la llama brillante ; vasos devino por aquí ; petaca pasando de mano en mano por alLá ; salivazo limpio á los rincones ; toses ; acentos varoniles y fuertes ; en garabatos afianzados á la pared , mantas , gabardinas , arreos de caza ; en los ángulos , las respetables escopetas ; aquí y al ¡ á , caracoles morrales , correas , una tienda de talabartería desparramada en todas direcciones ; esto cuanto al conjunto , y como corona de cuadro de tal fuerza , unas láminas desplegadas en hilera sobre las cabezas de los circunS ' tantes , láminas curadas al humo , como llaman en algunos pueblos de Córdoba á los jamones . La abundancia de la casa donde se derrocha sin aparatos de elegancia el dinero , se desbordaba con noble profusión por todas partes . Sobre una viga entomizada se veía un silencioso renglón de golondrinas decapitadas . No interrumpían por nada su sueño . De repente atravesó por medio del cuadro una mujer que me arrancó un grito de asombro por lo soberanamente esbelta y hermosa ; tiró de una amplísima mesa pegada al muro , y exclamando “ rancho , rancho , . , es decir “ sitio , sitio , , , improvisó un comedor en menos tiempo del que se emplea en decirlo . Era Mercedes , la criada de D . Leopoldo , puedo afirmarlo , la mujer de más rumbo que he visto . Morena tirando de largo , alta , briosa con un brío elástico y elegante . Nada de aire pedestre , ni de línea de criada vulgar y ramplona . Porte augusto , andar augusto , hombros archiangustos , carne de diosa , rica y sacrosanta . ¡ Qué harmonía de composición en aquella arquitectura , qué correspondencia artística entre cuello y brazo , entre brazo y talle , entre talle y divino soporte ! Al moverse con ligereza de antílope á pesar de la escultural esplendidez , era aquella mujer la propia poesía en declamación . ¡ Qué elocuentes hemistiquios , qué arrogantes estrofas en el seno , qué par de trastornadoras rimas los pies ! A punto estuve de romper hablar en griego al ver tan acabada hermosura . ¿ Qué valían arvte e.Ua la Victoria de Samotracia , la Venus Capiiolina ? Era Mercedes , para concluir , la propia Venus de Milo , cantada por Saint-Víctor , que llevara sol sevillano en las marmóreas venas . Mostraba este prodigio un vestido claro de percal crujiente , que olía á alhucema y á tomillo , á través del cual veíase moverse la perfección anatómica de su cuerpo . Usar vestido claro una mujer entregada á las tareas domésticas , oes alarde de limpieza , ó es el instinto de una naturaleza limpia que , sin darse cuenta de ello , busca lo limpio por simpatía . En el pecho , macizo y alto , jugaban unas cintas volubles á cada moverse de la mujer ; y el aire todo de la figura , su gracia altiva y ligera , su amable majestad dotada de una frescura gloriosa , su despejo no atajado por nada , pero sin ir más allá de la línea ma temáticamente justa del decoro , penetraban alma adentro como una luz inusitada que le decía al corazón “ ama , , , y á los ojos “ recreáos en la belleza , , . En eso tenían ocupados los suyos los cazadores todos , con los rostros vueltos á un mismo punto , cuando yo resucité del asombro causado , no pudiendo articular más frase que ésta , que solté redonda como si la hubiera soltado Jaraga : ¡ Cristo , qué mujer ! — ¡ Otro más ! — exclamó mi amigo sin poder sujetar un borbotón de risa . — ¡ Cómo otro más ? ... — Sí , hombre ; que conforme han ido viniendo estos amigos , han dicho las mismas palabras . — Es decir , que han tenido que invocar á Cristo . — ¡ Creía usted acaso , — añadió uno de ios cazadores , — que aquí remendábamos de viejo ? — Lo que creía , — conteste , — era que venía á un cortijo ; pero , en punto á obra de escultura , acabo de entrar en Florencia . Pero , ¿ dónde ha encontrado usted esto , D . Leopoldo ? Haga usted el favor de explicar lo que estoy viendo y no creo . - — No ze vazté á esplicá mal con eztaz perdi-cez eztofaz ; — dijo ella , no en griego , y lo extrañé , sino en andaluz neto . — Vaya , déjame de ezpavientoz y vamoz A la meza . ¡ A comer , á comer ! Y removía los cubiertos , produciendo un tintineo de campanillas de gloria . Levantóse primero mi amigo , el dueño de la casa , y fue á ocupar el sillón presidencial — estilo anea siglo XIX ; — y arrellanado en él , puesto que la luz le da de lleno , voy á dar idea de su persona . Es más bien bajo que alto , tiene frente amplia y firme , nariz corta y graciosa , bigote entrecano que conserva aire de bozo juvenil , papada que descansa sobre el cuello , abdomen colosal , piernas delgadas , algo , en conjunto , de caricatura , si el imperio de la cabeza , maciza y elocuente , no imprimiera su vigor y seriedad al resto del cuerpo . Los ojos de esta figura , con pestañas negras en picarescos manojos , hablan con tanta truhanería como habla con noble majestad la cabeza ; así es que la línea total de severidad del cuerpo se rompe por lo malicioso de la expresión y por la movilidad de la fisonomía , toda ella chisporroteo intencionado y atractivo andaluz . Nos aproximamos luego las demás personas , cada cual llevando á remolque la silla , y un corro de más de treinta personas cogió en el centro á la mesa , sobre la cual enseñaba nn lebrillo una hecatombe de perdices hecha aquella mañana por Francisco , y aderezada luego por Mercedes . El espíritu de Baltasar de Alcázar debía de vagar en torno de la mesa recogiendo motivos de inspiración . No faltaban los candiles , que muy luego se acrecentaron con el negro beber ; la morcilla andaluza , que es una especialidad por lo exquisita ; el jamón elocuente , que rima de tan perfecto modo con el añejo ; las aceitunas sevillanas ; el trozo de jabalí ; todo , en fin , lo que constituye una cena más sólida que ceremoniosa . Jartiga no comía con nosotros ; esperaba seguramente acabar de ayudar A Mercedes en el servicio de la mesa para luego cenar con la garrida moza en la cocina . Envidié la suerte de aquel guapo mozo , que si como hombre era una buena estampa , como paladeador de cosas de arte , y arle exquisito era Mercedes , no creía yo que llegase muy allá . De seguro que la mujer miraría con absoluto desprecio tan mal apreciador de cosas femeninas . Gente la que se sentaba á la mesa toda joven , ó con relativa juventud , y allende esto dispuesta á broma y á jolgorio , innecesario es decir que todos los picotazos los dirigía á la misma cresta , y la cresta altiva de aquel grupo de personas era la hembra prodigiosa que servía con tanta gentileza la cena . Pero ella paraba cada estocada á fondo como un hábil espadachín . Relucía el acero , la frase , yendo á buscar su persona , y ¡ zas ! desarmaba al contrario con cualquier golpe imprevisto , dejando maltrecha su vanidad ante los otros . Era infranqueable por la palabra . Epigramático buril su lengua , motejaba de un modo exacto , y lo que decía encarnaba en el defecto de la persona y ponía de relieve lo ridículo . A un cazador muy grueso y de tripa exuberante , le había puesto Nalgatorio ; á otro barbilampiño que huía atemorizado cuando se acercaba á echarla chicoleos porque ella le dejaba caer el buril , le llamaba El chivo confuso ; á un señor de gravedad inmóvil , que la miraba con ojos de Caín , ó con las de Caín , pero que no acertaba á enlazar dos palabras de amor , le decía Quiero y no piteo ; puso á un joven ceceoso , que al hablar espurriaba la saliva sobre el rostro del que escuchaba , El pedrisco , al cual , según ella , había que oírlo con tabique por medio ; á otro cazador de faz cerrada y dura que tenía remachada la nariz , le puso Picaporte . “ Tooz eran unoz eztafermoz sin remiaja e lacha , ni gracia , ni coza ninguna ; zi ézoz eran loz hombrez , no ze había calentao Dios mucho la cabeza . ¡ Valientez amigoz tiene D . Leopordo , que ni ziquiera valen toozjuntoz el puño de un hombre de verdá ! , , Y andaba de un lado para otro levantando ruido de cocina ypasando siempre aérea , siempre alegre , siempre con andares de diosa . El temprano clavel que llevaba clavado en lo alto del moño se remecía á cada pisada como un reto de desafío . Acabamos de cenar entre la pelotera de los perros que se disputaban á gruñido sordo los huesos ; ardió el ramillete de cuentos consiguiente , unos con gracia , otros sin ella ; salie . ron los mastines á recoger vientos en la explanada ; nos dimos las buenas noches , y se íué cada mochuelo á su olivo . Es decir , cada mochuelo no , porque dos fueron á posarse en la misma rama ; la cual rama era mi lecho , y el buho que me visitaba antes de irse á su cuarto , era mi amigo . — Ya estás en el campo , hombre , — me dijo ; — . ya has dicho adiós á Madrid para no ver libros , ni cuartillas , ni nada que huela á imprenta . — Diga usted , ¿ de dónde ha sacado usted ese prodigio ? — pregunté como un escopetazo . — ¿ Cuál ? — Mercedes . — Ese prodigio esí'á nacido y espigado en Trian a . — Le aseguro á usted que me ha cogido á traición ; v si no fuera porque es ya tarde , cantaría , para que lo oyese , aquello de Si me pierdo , que me busquen en Sevilla ó en Triana , que en Triana tengo e ! cuerpo y en Sevilla tengo el alma , — Pues mira cómo entonas esa copla , si es que te atreves á decírsela , porque la moza es de trapío . Pero lo más gracioso es una cosa . — ¿ Y qué es ello ? — Que de cuantas personas has visto en la mesa no hay una sola que no haya tanteado el río . — ¿ Que no le haya puesto las cartas boca arriba Mercedes y le haya declarado su pa . Sión ? — ¡ usSC ' , y A todos les ha acusado las cuarenta . Te advierto que cada uno de esos hombres tiene mérito para dar pasos hacia cosas más altas ; el que no tiene posición , tiene ingenio , y el que no , buena presencia ; y el que no , labia capaz de agradar á cualquiera . El mismo día que llegaron los tres que han estado fi mi izquierda , dos de alguna edad y otro más joven , muy cautelosamente le han manifestado su pensamiento . — ¿ Y ella ? — ¡ nvencible como los muros de Zaragoza ; á los dos primeros les clavó un par de apodos como un par de banderillas , y al tercero le dió una limosna . — ¿ Cómo una limosna ? — Oyó en silencio la declaración , y por toda respuesta sacó una moneda del bolsillo y la puso en manos del galán . ¿ Qué tal ? — Que la moza tiene resuello . ¿ Pero usted consiente semejantes cosas aquí ? — Kilos allá . La cosa reviste carácter de broma , y además tengo la seguridad de que nadie habrá de ponerle el cascabel al gato . — Una seguridad , — añadí con malicia , — no se tiene sino por experiencia . — ¿ Qué experiencia voy á tratar de adquirir al cabo de mis años y con mi ciento de alifafes ? Yo digo ya como la vieja del cuento : Muchachos , cantar , muchachas , bailar , porque ya yo ... porque yo ya ... Lo cierto es que veo el caso de las calabazas repetido con harta frecuencia , y la moza no da su brazo á torcer . — Y doña Carolina , su mujer de usted , ¿ no tiene celos de quedarse en Sevilla , y dejar á usted venirse al campo en compañía de mujer tan peligrosa ? — Por lo mismo que la conoce se queda tranquila allá - — Según eso , tiene usted en su casa á la propia Susana . — Fama tiene de eso en todas partes , lo cual es un incentivo más para los que la desean . Esta mañana , de sobremesa y en voz baja , han señalado los cazadores un premio para otorgarlo al que rinda la fortaleza ; al que tremole la bandera del triunfo , se le regalará todo lo que se cace en la sierr'a durante esta semana . — ¿ Y ella sabe lo de la apuesta ? — Si lo supiera no tendría lance . Creo que jamás se le presentará ocasión á Mercedes como la presente para dejar probada su virtud . — Veremos qué tal es la piedra de toque . Se aseguro que olfatea á la lcg'ua las monedas falsas . — Y ¿ qué señal es la convenida por esos con-quietadores para saber entre eüos quién es el que lleva el gato al agua ? — Precisamente conducir el gato , ó mejor la gata , al pilar de la huerta , aquel que tenga la virtud de poder hacerlo . — ¡ Y-se dejará llevar ? — Ahí está el busilis . ¿ Cómo voy yo á saber , ni tú , ni nadie , si se dejará convencer ? Si ella baja al pilar con su D . Cuyo al lado , ciertos serán los toros . — Bueno ; pero ¿ cuándo ha de ser eso ? Porque si no se sabe el momento ... — Como no han de hacerle en un mismo día todas las declaraciones , porque esto sería ponerla sobre ascuas , lo convenido es que al anochecer de cada uno de los días de mañana , pasado y el siguiente , lleve la moza á la huerta el que pueda , — Llego entonces en el momento mejor de la temporada . — Si te gusta observar , ¿ quién lo duda ? Supongo que con los antecedentes que te doy de Mercedes no entrará en tus aspiraciones ser candidato al premio . — No . ¡ Lástima que no sea yo el Apolo del Belvedere ! Y usted que la conoce , ¿ no sospecha qué tipo de hombre prefiere entre los que se han sentado á la mesa ? — Yo creo que preñere poca farándula y mucha solidez . Rudeza , rudeza y rudeza . Nada de zalamerías ni de confitura en los labios , nada de suspiros sentimentales . Debe de profesar la máxima de que “ el hombre , como el oso , mientras más rudo más hermoso ... — Por supuesto , no creerá usted que le sonsaco ; las mías son sólo indagaciones de curioso . ( Otra me quedaba al decir esto ) — Sonsácame cuanto quieras ; sería trabajo perdido , porque con ella al freir es el reír ; quiero decirte que no sirven frases aprendidas de memoria como las de abogado novicio . — Pues tendrán que oir los tartamudeos á que va á dar motivo ese premio , cuando llegue el momento de las declaraciones . — No escasearán los sudores y trasijos . — No sé yo qué daría por oirías . — Si tienes empeño ¡ nada más fácil . Ella forzosamente tiene que estar en la cocina la mayor parte del tiempo . ¿ Ves ? Esta ventanilla de tu cuarto da precisamente á la cocina donde hemos cenado . Te finges enfermo mañana ; dices que sí el cansancio , que si otra cosa ; colocas un visillo en la boca de tu observatorio , v como puedes tener tu pvierta cerrada ... — Acepto el plan estratégico , y quiere decir que pasaré bastantes horas de clausura ; pero en cambio me daré un atracón de ver vanidades humanas .. — Sí , porque Lo que es otra cosa no creo que veas . — ¡ Demonio ! ¡ Bonito papel sería el mío ! — ¿ Quedamos , pues , en lo dicho ? — Quedamos ... ¡ pero est 03 T todavía indeciso ! ; Y si la cosa llega á ponerse seria ? ; y sí tengo que salir gritando , como quien espanta los gorriones de la vega ? — Grita cuanto quieras ; de broma se trata ; no puede ocurrir más sino que también tomes parte activa en la broma . — Eso me tranquiliza . Pero ... ¿ y si entre la gente que en el cortijo se reúne , sin usted saberlo , hay quien esté al habla con la moza , y ! a broma pueaa traer malas consecuencias ? — En el cortijo no hay más que una persona que le hable , si es que á lo amoroso te refieres ; y ni esa persona sabe lo del premio , ni estará aquí mañana , ni tampoco ninguno de los cazadores sospecha que Mercedes tiene novio . — ¡ Conque novio ! ¡ Pero esas tenemos ! ¡ Empezara usted por ahí ! Y ¿ quién es ese prodigio humano en quien Mercedes ha puesto los ojos ? ¿ quién es él ? ... — El mismo que ha ido á esperarte , Javaga . Apagué la luz de un soplo , no hallando modo más expresivo de revelar mi asombro . Aquello fué un inexperado y elocuentísimo apaga y vámonos . ¡ Luego Francisco , — pensé apenas se alejó , riendo , mi amigo , — es el dueño de ese tesoro ! ¡ Luego yo no puedo aspirar A semejante premio ! ¡ Luego ella sabe á estas horas que me he . caído del burro ! ¡ Oh desesperación ! Jaraga siempre triunfando de mí , como figura , como jinete , como amante . ¿ Qué iba yo á hacer después de las noticias que la garrida moza tendría de mi incidente ? Un hombre que se ha caído de nn burro , no puede hacer el amor á nadie , Se expone A que ella lo vuelva á apear á uno por las orejas . ¡ Y tratándose de semejante mujer ! ¡ Ya estaba yo creyendo oír la respuesta de Mercedes á mi empalagoso lirismo , — ¡ Arre allá ! — diría soltando la carcajada . Pero , ¿ y si no se lo había contado . Francisco ? ¿ Y si el dinero que le prometí para el sombrero había tenido cerrados sus labios ? ¡ Por qué no había yo puesto ya en sus manos dos duros , tres , cinco ! ... Aquello era ir de tropezón en tropezón , Al amanecer me levantaría antes que todos para darle el dinero , y volvería á zambullirme en la cama para fingir mi indisposición . Llovía á todo esto á chorro tendido . E ¡ estruendo de la lluvia , que en la ciudad , cuando uno está metido en el lecho , es una música agradable que se entra por los oídos al alma , y nos arrulla y nos mece en el columpio azul de los sueños , es en el campo ; por la noche , ruido medroso , golpe persistente dado en criptas y lóbregas cavernas , voz que habla de estragos , de procesiones de espectros en sitios solitarios , de escenas de robos á medianoche cuando la gente está entregada al reposo . Todo lo que en la ciudad es de poética la lluvia , con su graneado rumor en los cristales . sus botonazos de gotas en las monteras , su acarrear de fragmentos inútiles al arroyo , donde á veces conduce objetos que ocasionan vivas sorpresas , su zumbido compacto é inmenso como si todos los átomos del aire se hubieran vuelto musicales abejas , todo eso embriaga , seduce , fascina . Escuchad el mismo concierto de noche en el campo , y los golpes del agua serán llamamientos á la puerta de la casa ; el graneado , descarga que hace tabletear tos techos ; y el zumbido imponente , trueno que estalla en los oídos , A esto únase el angustiado aullido de los perros que se refugian con el ganado , aullido á que responden otros lejanos que la distancia hace más tristes ; únase la inquebrantable mudez del silencio dentro de la habitación por uno ocupada , en cuyo ambiente parecen oirse de levísimo modo todos los rumores menos el de ía voz humana , y creeréis que estáis viendo un sueño , un trágico sueño , con los ojos abiertos . La naturaleza habla fuera con su voz propia ; la de la tempestad llena de corrientes eléctricas , especie de neurosis de la tierra sometida á convulsiones tremendas : dentro parece también que todo habla con lenguaje incomprensible á nosotros ; esas voces sutiles que juntas forman hervidero activo y latente , acaso sean los mil idiomas de las cosas , en cuyo saber estarán iniciados los átomos , seres que pueden ser organismos completos con inteligencia , sentir y palabra . No es posible que esté muerto lo que nos rodea ; sentimos su presión , su aliento apenas perceptible , su vida extraña , vida de misterios , y cuesta pena infinita no comprenderla para acudir , bañados en misericordia , en su ayuda , si es que demanda nuestro auxilio . Acaso el espíritu de la mujer á quien hemos querido estará encarnado en algún objeto al lado nuestro y nos dirigirá su voz desde el fondo del silencio , recordándonos la primavera de nuestros amores coronada de luz y de poesía . Nuestro oído no descifra su idioma , no conoce sus sílabas , no comprende su filología musical , ni su voz fluida y aérea como la de cuerdas hechas de sensibles fibras de luz ... Somos , en fin , muy groserotes . Contagiada mi alma con el desvelo del espíritu de las cosas , unido al refrán que dice que ■ ‘ mal duerme gallina en corral ajeno , , , me recriminé por tanto tropiezo dado , y me puse de maula y de esperpento . Todos los que se disponían á entrar en el torneo , D . Leopoldo había dicho , eran algo , pintaban algo , tenían posición , gracia , argucia , labia , cosa cada cual que poner en juego para obtener , por lo menos , una lucida derrota . Yo era el único que no tenía instrumento que tocar en el concierto . Pero , g'ran Dios , ; qué llamarada iluminó mi cerebro ! ¿ Que no tenía yo instrumento que tocar ? ¿ que no tenía yo arma con que medir mis fuerzas en la justa ? ¿ Pues y mi lira ? ¿ y mi célebre cuanto campestre lira ? ¡ Pluma y papel , para que os quiero ! Encendí de nuevo la luz , me vestí sin hacer el menor ruido , escudriñé en mis bolsillos buscando un trozo de papel , lo extendí sobre la mesa que la solicitud de mi amigo había mandado poner cerca de mi cama , y escribí el siguiente título : Por lo más sagrado juro que no lo había escrito cuando lo borré ; cualquiera tiene un momento lúgubre . bibuotkca rckda El título que puse á continuación fue éste : Y también lo borré . Es más difícil de lo que parece encontrarun epígrafe justo y elegante . Cavila que cavila y borra que borra ... nada . Iría la poesía sin título ; ¡ qué demonio ! Después de todo , en lo que yo tenía que poner los cinco sentidos era en la calidad . ¿ Pero con qué símil , de qué modo le haría á Mercedes mi súplica , mi ... ? Lo de “ alcarraza de tu casa . , era muy gastado , y , además , mejor que yo pudiera decirlo lo expresaba la copla . Hecha , pues , tiestos la alcarraza . ¿ Qué otra idea encontraría que pudiera expresarse en forma bella , y que la idea misma fuese por naturaleza hermosa ? Lo del rostro copiado en la fuente , era ya viejo cuando Homero empezaba á hacer versos ; lo otro de “ fuera el corpifio , el collar , la falda ó el zapato para oprimirte en los sitios respectivos , , , lo dejó imposibilitado Anacreonte . ¡ No sería preferible que la idea fuese diluida en el color , que en eso consiste mi sistema literario , y que color y música expresaran lo que me proponía ? Luego , el oído de Mercedes , acostumbrado al rumor del viento , al estruendo del agua , á los ecos todos del campo , no tendría que esforzarse mucho para entender por intuición la poesía . ¿ Qué momento elegiría de la naturaleza ? La siesta ; y entre endecasílabo y endecasílabo , entre estrofa y estrofa , vagaría el espíritu de un silfo juguetón y lascivo : había de sonar toda la composición como una rama llena de abejas , de insectos buscando dulzura y miel , de alas cerdeantes y prisioneras , de zumbidos 3 ' rumores confusos , todo expresado con ritmo sensual y alegre , con una á modo de melopea amorosa . Después de leer los versos , ¿ cómo había de resistirse Mercedes ? Caería de seguro en mis brazos hecha una breva madura . No sabían los cazadores el rival que les había salido . Manos , pues , á la obra . La titularía Repase el soneto y no me gustó . Lo de las espigas estivales rae recordaba lo asendereado de las noches tropicales y lo délos pomposos cafetales . No podía llamar candeales á las espigas , porque , aunque el grano se halla en ellas , ese epíteto debe aplicarse sólo al trigo que lleva tal nombre . Hablé con el oído nuevamente e ) verso A ver si lo repelía el instinto músico , y tomando vuelo desde el primer endecasílabo , volví á repetir : ¡ Estivales ! No podía pasar . Los adjetivos desígnales , ideales , etc . , eran otros que tales . No había más remedio que declarar ripio acorazado la palabra , Mi conciencia dió un salto sobre el escollo , y dejóse el ripio á la espalda . Venía luego lo del son amorfinado , y me dió tal horror I ? corrección de este verso , que di sin vacilar otro brinco y lo mandé á hacer compañía á las espigas . Después de todo , Mercedes de seguro que no conocería las propiedades de la morfina , ni habría oído jamás semejante palabra ; la tomaría por cosa rara y de precio . Salvé los demás escollos , pasé sobre lo ilusorio que en ciertos casos suele ser el ánimo , y renegué de lo mal que había salido el soneto . Y lo que es otro no me ponía yo á hacer . Eran demasiada paliza cien leguas de tren , mas la crucifixión en el burro , para que , así como Jaraga perseguía á las perdices , estuviese yo más tiempo haciendo puntería á las rimas . Doblé e soneto , lo metí en un sobre dirigido á Mercedes , y volví á rebujarme en la cama para esperar el día de prueba , el día dedicado á oir las declaraciones amorosas á tanto rendido galán ; el día , en fin , memorable , en el cual hasta el siguiente capítulo no quiero decir cómo quedó la cacareada y tantas veces enaltecida virtud de Mercedes , Y amaneció por fin el día de prueba . ¡ Qué ansiedad en cada uno de los cazadores ! ; Qné emoción tan . viva primero , cuando , al venir el alba , dejaron oír los gallos su aguda trompeta ; después cuando empezó á asomarse la luz por las rendijas de puertas y balcones ; más tarde al sentirse ías primeras idas y venidas de aperadores y hortelanos que ponían mano á la tarea rota el día anterior ! W'áS de treinta declaraciones iban á caer en los oídos de Mercedes , cada cual de ellas concebida por distinto cerebro ; más de treinta discursos , más ó menos persuasivos , iban á sitiar , cuando se abrieran las puertas , la torta leza de virtud de la moza . ¡ Soberbio bloqueo lleno de escenas cómicas , de momentos de apuro , de párrafos elocuentes , de atragantamien-tos risibles , de tanta peripecia como se desarrollaría en el ámplio escenario de la cocina ! Por fin se oyó el cerrojo de la puerta , se abrieron ambas hojas , y el día bañó en.luz una figura de mujer , figura que apareció hermosa como nunca á causa de llevar abiertas las rosas del sueño en las mejillas y de mostrar el seno mal velado por el traje puesto al descui * do: era Mercedes la mujer . Resoplando bajo el peso de sus kilos de carne , avanzó de uno de los cuartos que daban íl la cocina , Nalgatorio . No era muy gentil para romper la primer lanza en el torneo amoroso ; como que la papada solamente á buen seguro que le pesaba dos kilos largos de talle ; pero la persona no manda en el ímpetu de su píi-sión ; y ¿ qué culpa tenía el orondo señor de que su pecho redoblara con más irresistible fuego que el de los demás , cuando , después de todo , lo solícito y lo querencioso de un amante es lo que vale , y no el tener ó no tener figura de cerdo , encaramado sobre las pesuñas traseras , como le ocurría á Nalgatorio ? El fuego , la pasión amorosa , es lo que vale , y allí estaba al pie del yunque , apenas amanecía , el resoplante galán , dispuesto á describir en torno de Mercedes sus arrastramientos de ala , bien como gallo que hace sus carantoñas y apasionados círculos á la gallina . Confieso que no pude por menos de crujir la risa viendo desde mi observatorio á hombre dotado de tan medrada y lucida andorga , y , sin embargo , tan en el aquel de lo apasionado _y amoroso . Baco al lado de Citerea no hubiera hecho más contraste que el ardoroso señor junto á Mercedes . Volvió ella la cara al oír el fatigoso resollar , y encontróse con el huésped , que llevaba aún la cara congestionada por el sueño . Al cual dejo á pie firme frente á la moza haciendo ejercicios de resistencia , porque yo tengo que volver atrás en mi historia con el objeto de atender á su harmonía y plan arquitectónico . No se ba de decir de mí que no respeto los preceptos de nuestra santa madre Retórica , y que me voy por donde me place , dando un puntapié á la composición . La obra de arte literario es semejante á una escultura , y no es bien estar , por ejemplo , haciendo cuello , cuello y cuello á costa de la proporción , para que luego la estatua venga á resultar una cigüeña . Que espere Nalgatorio , que gordo está en demasía y no ha de venirle mal el plantón , y si se cansa que resople y se eche primero sobre un pie y luego sobre otro . No se pescan truchas á bragas enjutas ; que haga méritos sosteniendo en equilibrio el bandullo , y aguarde á que me venga en deseo darle un empujón hacia Mercedes . Y vuelvo á tomar á Jaraga , en cuyo interior vamos á penetrar unos momentos para desmentir aquello de que el traje hace al monje y ver que donde menos se piensa salta la liebre . Digo esto porque Francisco no era lo que á primera vista parecía : un campesino tosco de espíritu , de malicia socarrona , de palabras escasas pero bien avenidas , y de tino incomparable en la escopeta , amén de poseer prendas de guapo mozo , noble y simpático . Además de reunir todo eso , Jaraga , allá en el fondo de su alma , escondía delicadezas que no tienen oíros , que se consideran más que él . Francisco era un romántico , romántico á su modo ; pero su romanticismo llevábalo oculto en lo más hondo de su carácter , y allí lo guardaba para él solo , sin dar á nadie cuenta de que existía , á no ser que el pecho que lo albergaba se entreabriera alguna vez en momentos de pasión , para que viese el interior del alma Mercedes , la cual sólo en Jctraga podía soportar el amoroso idealismo , acaso por una resistencia bravia de pudor en confesar que más hondo aún que él , mucho más profundo , llevaba ella también igual sentimiento , el cual ni á sí misma quería revelarse . lis algo frecuente hallar caracteres que se ríen de todo , que se mofan de todo , que en todo ven la línea de la caricatura , y que en el fondo toman por lo más serio el idealismo entendido como sentimiento romántico , y hablo yo aquí del romanticismo que llevan algunos temperamentos muy firmes , muy sólidos y muy bien basados . ¿ Es que tienen idea tan elevada de ese sentimiento que todo resulta vulgar visto á su través ? ; Es la desconfianza de que si lo revelan pueda aparecer ridículo , lo que les hace retenerlo siempre oculto ? ¿ Por qué este caso se da siempre en . seres superiores , en los cuales dijérase que hasta la materia , hasta los átomos dei cuerpo , son avisados é inteligentes ? Mas por muy cerrado y lleno de cerrojos que esté un carácter de éstos , algo transciende , algo exhala como un perfume , el perfume que vierten las violetas no vistas de nadie , nacidas en una cresta inaccesible ... No por previsión , sino por instinto , Francisco ocultaba en su alma ese misterio ; y comc los misterios se atraen , el aroma del espíritu del mozo tocó a recóndita esencia espiritual de Mercedes , y sin que los cerebros se hubiesen dado cuenta del contacto , las almas se compenetraban y entendían . No hablo en romántico ; hablo de cosas que todos saben , ó mejor dicho , que todos sienten . Pocas zalamerías dichas con los labios regalaba el apuesto mozo á la muchacha ; pero todo él era un discurso de cosas que ella no recogía por el oído , sino por toda ella , como , si su alma y su cuerpo fueran un calado por donde entrara la luz misteriosa del amor . Todo lo hacía llegar invertido Jaraga á Mercedes cuando hablaba con ella ; sus ñores había que tomarlas por el lado de las espinas . — Miá qué bien te zienta eze pañuelo , ' mujé : paecez propiamente ... esta ó aquella cosa risible . — ¿ No te guzta ? Poz por ezo me lo pongo ; como á ti no te tengo que agradar ... — Ni gana de que me guste / . ; no vaya á creer tú que viá envejecé por ezo ; por mí puez juntarte , zi quierez , la cara con jovín . — Bazta con que la quián tan poco pa que yo no la trate tan má . Si yo no miro por eya ... — Ezo es , no hay quien mire . Y así eran muchas de sus conversaciones . El sentido iba recto á lo que proclamaba el corazón ; pero las palabras hacían una desviación aparente , como el bastón que , metido hasta la mitad en el agua , va recto á su fin , pero la óptica desvía engañosamente su línea ... Y todo ello no era más que una resistencia tenaz , un pudor invencible , una vergüenza temerosa del ridículo , que no se abría de pronto para decir “ ésta es mi alma con todos esos pudores que no quiero confesar * , lín horas en que la pasión rompe la hipocresía , él diluviaba sobre ella amores , luz , ímpetus contenidos y tiernos ; pero esto era sin decir nada , y si decía algo hacía la del bastón en el agua . Liberal otorgadora ella de lo que Francisco deseaba , guardaba , á gusto de él y para él sólo , su cosecha entera de cariño , sin romper una espiga , sin deslustrar un solo tallo ; sabía él todo esto , y si por dentro se pavoneaba pensando en que para sí se guardaba con tanto mimo cosa de tanto precio , por fuera simulaba no dar importancia al asunto . ¿ Para qué ? - ‘ El no notaba nada , ni estaba en aquello ; bastante tenía con rondar el vuelo de las perdices , y no añadirse el enfadoso cuidado de ir á dar cantaleta de celos á Mercedes . , , Y eso que ya había sonado hasta ! . a palabra de casamiento entre ellos ; pero vivían tan alejados de los diálogos en voz baja que preceden como un arrullo á los días nupciales , como estaban estrechamente unidos sus pensamientos . Cuando Mercedes veíale entrar de noche tostado y curtido por el sol y los vientos , con la bandolera llena de perdices , y la escopeta , que era el símbolo de la fuerza , cogida en la musculosa mano , su corazón sentía un intenso latido de gozo ante aquella figura varonil , y muy quedo decíase para sus adentros : ‘ ¡ Este 7Á que ez un hombre de verdá ! . , El lo sabía , porque el amor lo sabe todo , y mejor aún se enfachaba al pisar el escalón de la casa , y con más garbo recogía el montón de aves y se lo entregaba á Mercedes , y de un modo más bizarro iba á dejar en el obscuro ángulo la escopeta . Luego , nada ; sentado en su silla veía pasar y cruzar á la moza encendida en la inspiración del trabajo y soltando dicharachos alegres . Jamás se le ocurrió á Francisco dudar de la virtud de Mercedes ; era tan notoria , tan probada , tan expuesta á todas luces , que no había que pensar en ello . Y esto no lo veía él sólo ; lo decían las lenguas en voz universal , y yo no hago sino amenguar su brillo con la indigencia de mi pluma . Al lado de Mercedes la maledicencia tenía por fuerza que estar ociosa , y más la realzaba con su fealdad , porque tanto lina cosa es más buena cuanto más mala es su contraria , y Mercedes era ligera para el bien , tardía y perezosa para el ma ] , fuerte contra las tentaciones , é ignorante , y ésta era una de sus mayores gracias , de su hermosura ; por eso su ser todo exhalaba tal suavísimo olor de virtud . Se comprenderá con lo que va dicho que se trataba de personas muy apartadas de Jo vulgar aunque estuviesen incluidas en el vulgo . Debajo de una mala capa se oculta un buen bebedor , y debajo de la corteza ruda de Jara-gn había un amante de los que no se usan : res-petnoso , dulce sin empalago y guardador del decoro , y todo eso lo guardaba allá en los adentros de su espíritu con la nobleza que no conoce el alarde . — To el trabajo lo quiéz pa ti zola . mujé , — decíale á veces cuando la hallaba demasiado enfrascada en sus quehaceres , — ni ziquiá le icez á uno ‘ ‘ echa una mano , . Y ezo que , como estar , estáz hoy bastante e mal ver . — T o hablez arrecio , hombre . — ¿ Y qué ? No paje sino que hablo la mentira . - Traigo hoy al abaleo muchaz cosaz , y no quió mozconez en medio . — Da ca , que yo vaciaré ese cántaro . — Valientez puñoz la jilaron . — ¡ Qué ! ¿ No podría quizáz con él ? — Pa llenar un lebriyo de agua no nejezito yo alforjaz . — Ezo ez ; sobre una , dos ; sobre ezagraecía , jnraña . A pesar de los desaires , el mozo recibía una gran satisfacción en oiría ; masticaba luego á sus solas , con la imaginación , las palabras , y las pasaba álos senos de su espíritu . Cuando Francisco probó las primeras influencias de este amor , se verificó en él un misterio , una cosa rara que , á pesar de sus veinticinco años , hasta entonces no había sentido . Notó primero una desacostumbrada luz en su alma ; se aclaraba la diafanidad del cielo A sus ojos ; las matillas y hierbas sobre que pasó distraído en el campo tantas veces , adquirían lenguaje , expresión , le hablaban de algo nuevo y extraño que él no acertaba á comprender . La mirada primera que ella había sembrado en su pecho germinaba allá en lo pro-tundo de su alma con el removerse que indica una larga y hermosa cosecha ; y era que , á semejanza de tierra fecunda , su pecho se disponía á devolver con inmensa largueza lo sembrado . Respiraba tantas veces como de ella hacía memoria , se distraía en los ejercicios de caza : se notaba , en fin , otro , porque su alma se clarificaba lentamente como si en ella se anunciara el amanecer de una aurora . Y es el caso que á toda hora , en todo momento , andaba cosido al recuerdo de ella , y en lugar de lograr hartura de este ejercicio , no se satisfacía y siempre estaba piando por más . Preguntábase en este estado por sí mismo , y no le daban razón dentro de su persona ; se sintió distinto , se vió desde fuera de sí mismo , notó que de su espíritu salía un nuevo ser , y * , desmalazado y triste , se preguntaba entre los riscos de los montes : — “ ¿ Quién erez tú , Jaraga ? . , ¿ Qué había de hacer en semejante estado , sintiendo los síntomas de tan inexplicable mal , triste , desbrillado el color mustio del rostro , sino arrimarse á la soledad y al silencio de la naturaleza ? Ella todo Jo ablanda , todo lo unge , todo lo acaricia y conforta , y es bien de bienes y gracia de gracias . Empleaba diversas influencias para consolarse ; distraía la imaginación en largas jornadas , en requisitorias del monte , en inspección de madrigueras y árboles ; pero el recuerdo de Mercedes iba siempre atado á su corazón , y hubiera querido llevarla como una joya á su cuello . Después , cuando fue correspondido , el día que empezaba á clarear en su . espíritu , remontó su sol al zenit , y la melancolía volvióse júbilo , y el decaimiento vigor inusitado , y el abandono de sí mismo afán de mostrarse agradable . Agrandó el incendio amoroso dentro de él ; cobró ímpetus vehementes ; se desconocía por lo ágil y vigoroso , como antes se desconocía por desmayado , y el . hombre llegó á la plenitud de la vida , que es cuando con extraordinarias ansias se ama . Capaz hubiera sido de las mayores valentías por Mercedes . ¡ Cualquiera podía desprestigiar con una sola palabra á la moza , cualquiera ofenderla con una intención dañada ! El universo se había vuelto para él una sola imagen , la de Mercedes , y al pie del ara en que la adoraba , hubiera sido capaz de dejar la vida por defender ! a . Cuanto á ella , cuanto á su retrato interior hay que remontarse y hacer una excursión genealógica por Ja gente de tijera encinto , de sombrero de catite y greña desordenada para hallar la raíz del carácter y acentuar sus rasgos fisonómicos . Mercedes descendía de gitanos , aunque ella disimulaba , en lo físico , la procedencia . Algo , sin embarg ‘ 0 , publicaba en sus pestañas largas y negras , y en su pupila de mirar altivo , la independencia de la raza nómada . Solemnidad de desierto , sol de países meridionales , impasibilidad de caravana , que ve con indiferencia cuanto se le pone delante , algo de la majestad déla esfinge , algo inaccesible , delataba en los ojos de Mercedes el origen de su raza arisca y vagabunda . No había más remedio , mirando aquellos ojos profundos y grandes , que acordarse de lo egipcio , de lo bohemio , de cuanto da la línea del perfiL típico del gitano , el cual es valiente para resistir con sobrada grandeza sus desgracias , y amoldable al pincel y á la pluma como materia de belleza plástica en el arte . Los gitanos son tan antiguos como la creación ; temperamentos nerviosos y valientes tanto la mujer como el hombre , han recorrido todos los países del mundo ; la marcha ha sido su deleite , el ejercicio su reposo . ¿ Cuándo duermen ? ¿ cuándo descansan ? ¿ cuándo se están quietos en un punto ? Judíos errantes , vagan y vagan por todas partes . El cosmopolitismo ha nacido de ellos ; el espíritu de fusión de razas , á cu3 T a realización todo perderá su carácter , los pueblos lo típico de sus fiestas , las regiones su colorido , las nacionalidades su ambiente propio , y todo se reducirá á seres humanos cortados por el mismo patrón , sin rasgos diferenciales ni relio-iones distintas , ese espíritu que todo lo convertirá en una monotonía abrumadora , se halla más acentuado que en otro ser alguno en el gitano , el cual abre su.tienda por la mañana en un pueblo , y al día siguiente vuelve á abrirla en medio de personas de otra naturaleza . Caldereros , esquiladores , adivinos , sabedores de los juegos de cartomancia , é iniciados en ! o por venir , aciertan los destinos y marcan con proféticos augurios los rumbos de la humanidad . Son á la vez comerciantes y profetas ; artistas en labor de cauastería , y sabios en la ciencia de los horóscopos ; relatan cuanto sucederá en mar y tierra , y dan ejemplo de paternidad , llevando como la madre tierra á los seres que cría , sus bronceados hijos á la espalda . Merodean su alimento mientras realizan la jornada ; aquí comen la uva meridional , allá el dátil africano , acullá el coco peludo , ó en otro punto la naranja de Jaffa . Comen y andan ; en sus pies está el movimiento continuo ; parecen una raza que camina hacia no se sabe dónde para recibir algo con mandato de transmitirlo á los humanos . Ellos lian enseñado á regatear á los hombres , han dado carácter y color al estipendio de la bestia , han enseñado espontaneidad y gracia al diálogo llenándole de abalorios y caireles , y han . engendrado la sacerdotisa mundana : la que lee en las rayas de la mano lo que ha sido , lo que es y lo que ha de ser , y que es á un tiempo Celestina y furia que vomita blasfemias cuando ve burlada su ciencia misteriosa . Los cabellos rubios no han coronado nunca ningún cráneo nómada ; el suyo es pelo entre de negro y de árabe , y la mujer se lo parte por delante en ondulosos aladares , como la Virgen de nuestra " Religión , y lo trenza atrás en amplísima castaña de entretejidos ramales . Pues algo de todo esto , alguna línea vigorosa de este conjunto , afianzaba en el cuerpo de Mercedes el contorno de su raza ; pero enaltecido , sublimizado , llevado á la augusta majestad de lo griego , pues algo tenía la mujer de diosa . Lo valiente del carácter lo traía de su ori-g'en ; pero la gracia ligera , el burilear de su lengua pintoresca é incisiva , su soltura agradable , se los había dado la ciudad andaluza donde naciera ; Sevilla , que guarda aún el españolismo en sus tipos y costumbres como guarda una urna sagrada una bandera . EnTriana corrió de nina por el laberinto de las calles , y acaso á la práctica de doblar tanta inesperada esquina y cruzar tanto callejón estrecho debía la moza su . agilidad de movimientos y su destreza en manejar el cuerpo flexible y elegante . Lloró de chica dentro de una espuerta de chiquillos , hermanos suyos , agrupados como pájaros en nido ; rodó por los suelos cual un despojo humano ; bronceó su cuerpo el sol que madura las espigas y abre los azahares , y aunque gitana , el sol andaluz penetró en su espíritu dándole gracia nativa , y el medio ambiente la hizo mujer airosa y distinguida . Espigó su talle en pleno barrio de la Cava , cuna de la gente de tijera , y la obscenidad innata á tales seres pasó por Mercedes como eí agua por la tabla de mármol , sin dejar mancha alguna . La familia nómada rebulle entre los cuatro muros de una habitación ; en . ella hace todas . sus funciones , desde las que debe velar y esconder el decoro , hasta las más leves y sencillas . Mercedes , á la vista de la impudicia , conservó íntegra su virtud , su virtud fría y acerada , que tenia la limpidez y dureza de la perla . Nítida de espíritu y de cuerpo , parecía caso nunca visto , raro milagro de honradez . Punzante y altiva , cuando oyó de labios de los , hombres las primeras palabras de amor profano , de amor que envilece , se sintió herida en su orgullo y rodeó con muro de fortaleza su dignidad . Una mirada suya , semejante al punzar de un hierro frío , desarmaba los ímpetus más ardientes . Gitana era , pero gitana con dignidad real , siempre gallarda en la cima de su intacta virtud . La habían apodado la Reina ; y si hubiera habido dinastía en su raza , mujer era capaz de dar rango y esplendor á una estirpe . Así era Mercedes ; así era aquella mujer de entendimiento vivo , de sátira dura y pintoresca , de gracia atractiva ; pero gracia más bien para admirada como la de las estatuas . I . a generalidad de los hombres debían de ser para ella demasiado mortales ; Francisco , sin embargo , carácter fuerte , íntegro , y más bien cuidadoso de guardar ocultos los nobles sentimientos que de mostrarlos , llenaba su alma por completo , y más prefería la moza verle sin que la hablase , y saber lo que sentía sin oírselo , que escuchar , en otros frases sin substancia y vanos elogios á su belleza . Acaso , por lo mismo que ella pisaba tan alto , cuidaba no dar ocasión á que se le conceptuase en nada poco comparable ásí misma . Realizaba toda clase de trabajos con el desahogo de quien está por encima de lo que hace , y sabía todo lo concerniente á su sexo como pocas mujeres . Si necesitaba desplegar brío , no podía mostrarlo con más gentileza ; si primor a ! hacer cifras y bordados , sus manos eran de seda y terciopelo ; si disposición para mandar , para ordenar , para disponer , concretaba en la manera de hacerlo , y á cada cual indicaba con claridad completa lo suyo . La juventud había reunido en su ser inteligencia , ligereza , majestad . Xo digo yo Jiiraga , el menos contenta dizo en cosa de mujeres se hubiera enamorado de la moza . Si es cuanto A solícita , un día dió , sin querer , D . Leopoldo un tiro á uno de los perros . Mercedes cogió al anima ! sin hacer caso de sus aullidos , lo curó , lo vendó , lo acomodó en espuerta bien mullida , y en ella le daba á la mano el alimento y lo cuidaba . Nada de “ pobre canino aquí . , , ni " pobre canelo allá , , ; la moza no tenía zalamerías ; empalagosas ; con manos etéreas curaba la herida , ’ y él lamía aquellas manos suaves ; pero al sentir la mujer la lengua en ellas , daba un pescozón al animal ; no quería ojos humildes ni lametones . Cuando sanó el perro , bastantes puntapiés de Mercedes le costó su agradecimiento ; pues cada vez que se le enredaba con culebreos de rabo entre las faldas , del primer empellón lo mandaba seis varas más allá . — “ ¡ Quita de ahí , papanatas ! , , — decíale con admirable desdén , Sentimientos vergonzosos de revelarse eran los de Mercedes . A.caso la costumbre de estar siempre en guardia y á la defensa de su honor , hacía que no mostrase suavidades al exterior ni asomos de blanda ternura ; esa carencia absoluta de ser alguno que velara por su vida , y tener , al contrario , que ser ella misma verja de su propia virtud , habían hecho nacer en su filma anhelos , nunca revelados , de apoyar su espíritu en el hombro de algún ser noble y Inerte para que la ayudase á descansar de la fatigosa tarea de toda su vida . Ese hombre podía ser Jaraga . Noble y varonil , apasionado sin apariencias de serlo , como ella reflexivo y con . idéntico temple de carácter , los dos venían á ser fragmentos de un mismo . mármol , aunque el de Mercedes era más pulimentado y espléndido . Cuando ella sondeó el espíritn de aquel hombre , sintió la alegría íntima de un bien que se ha buscado y que al ñn se encuentra como se soñó . Inclinóse hacia su fortaleza , apoyó en él su alma ; “ al fin descanso , , , se dijo . V descansó en la energía de Javaga la moza , apoyando corazón , vida y alma . ¡ Pero qué amor tan raro el suyo ! Avergonzábase de tenerlo , parecíale debilidad de carácter , blandura impropia de un corazón fuerte y bien templado , K1 efecto que hacíase á sí misma era el de haber dado de golpe en lo ridículo . ¡ Ella caer desde su integridad absoluta en semejante afecto ! ¡ Hila decir “ te quiero , te adoro , , ! ¡ Ella revelar sus más íntimas ideas , dar un martillazo á ¡ a esfinge y hacerla saltar en pedazos para que revelase su secreto ! Era cosa de soitar la risti 6 de esconderse donde no la viera nadie . ¡ Pues pocos motivos de broma que le habían dadoá ella los enamorados , para venirse luego suspirando de ) mismo maí y padeciendo de la misma cojera ! Tentada estuvo de recoger su palabra para encastillarse de nuevo en su altivez nunca humillada , Y lo peor era que . sentía cierta caricia , cierto halago , cierto gusto , en eüanuevo , de creerse vencida . ¿ Qué dorada niebla se alzaba en su imaginación ? ¿ Qué aurora veía desplegarse dentro de si ? ¿ Qué era aquel removerse de toda su sangre , de todo su cuerpo , bien como un latir de dormidos gérmenes , ó como si Abril hubiese llamado á su pecho y apuntara una lloración en su alma ? La frialdad llenábase al fin dí fuego , el mármol iba á brotar rosas . Todo aquello lo hubiera ella cogido , y lo hubiera arrojado fuera antes que confesarse enamorada . — Pero , zeñó , — decía con el acento que se emplea cuando las cosas no tienen remedio , — ¡ yo , que ziempre estuve juvendo de Málaga , vengo ahora á entrar en Malagón ! Luego-se quedaba fija en un punto , inmóvil , pensativa , como si en aquella melodía interna atravesara por un compás de silencio ... ; al cabo arrojaba un largo suspiro , hacía un gesto de desprecio como quien dice “ tonterías , paparruchas , , , y volvía á meter mano á la abandonada tarea . Lo que más atosigaba á Mercedes en aquellos amores , era la idea de tener que pasar , quieras que no , por los preliminares de todo casamiento : hablar primero del asunto , dar parte de él á los conocidos , andar con telas y randas componiendo el ajuar de la mujer que ha de tomar estado , presentarse ante el cura , que ella se figuraba no podría por menos de reirse al verla avanzar al lado de Jaraga , y todos los demás preparativos intercalados de palabras babosas y tiernas . Era tal el pudor de Mercedes , que todo aquello lo interpretaba como una exhibición de su decoro , como un decir á las gentes “ aquí está mi virtud , que va á ser mancillada á la vista del público en tal día , , . Lo teatral de . la ceremonia lo veía como deshonroso . ¿ Para qué tenía nadie que saber sí guardaba su virtud para el mozo , y si iba á depositarla en él en un día señalado ? Si hubiera podido casarlos enmedio de aquellos campos una roca , un viejo roble , una fuente , los pudores de Mercedes , — que sin saberlo se embargaba de cierto panteísmo religioso , — hubieran desaparecido . Llegaría ella al pie de un árbol como si fuese buscando leña , ( ni aun así daría la cara de frente ) , arrimaría-se al tronco haciéndose ía desentendida , y , presentándose Jaraga por otro lado , le alargaría la mano de pronto , y les echaría su bendición la naturaleza . Después se le pegaba un soplo al sol para que no se viese nada , y punto concluido . A esos extremos llegaban las imaginaciones de la moza ante lo fatal de tener que dar un cuarto al pregonero . Puede calcularse con lo dicho lo que tenía adelantado hacia ella aquel que llegara á decirle primores y á llenarle de lirismo íasovejas . Cuando Jaraga se enteró , — muy pegadito al muro de mi cuarto , y pálido y tembloroso como aquel á quien le dan un golpe en mitad del alma , de la conversación que sostuvimos D . Leopoldo y yo sobre lo que se tramaba contra Mercedes la noche de mí llegada al cortijo , — creyó que el mundo se desplomaba sobre su cabeza . Algo había sospechado él de antemano ; algo había presentido , porque las ideas parece que andan disueltas en el aire , y con subúen olfato por guía quiso cerciorarse de si los cazadores tramaban alg ’ o contra Mercedes . El , que jamás dudó de la virtud de su novia , vaciló esta vez , é hizo hincapié en lo poco que pudo percibir del lance que se preparaba , y se propuso escuchar por sus propios oídos si eran ciertas sus sospechas , ó si había oído campanas sin saber dónde , Necesitó una entereza á prueba para acometer el plan de indagación ; porque ¿ y si llegaba á saber su propia desdicha ? ¿ Y si eran muros que se dejaban asaltar los que él creía fortaleza inaccesible ? Después de oir nuestro diálogo sobre el premio y poniendo gran recaudo en que su órgano de audición fuese fonógrafo que conserva ra íntegras nuestras palabras , para luego re-llexionarlas despacio , quiso que le hubieran sido arrancados los oídos , de igual modo que los filisteos arrancaron 1os ojos á Sansón , — ¿ De ónde , — se preguntaba , — zino de haber dao ella pábulo iban á atreverze los cazaorez á poner zitio á la plaza ? ¡ Si aquella mujer lo habría estado engañando ! ¡ Y para eso había gastado él los pedazos de tiempo en mirarla , y la había tomado por espuela de su voluntad que le incitaba al trabajo y al amor de la vida ! ¿ Sería posible que ella hubiera dado motivo ... ? La planta trabaja para buscar el sol , y el corazón trabaja para encontrar la luz de unos ojos . Francisco había hallado esa luz , y de pronto se veía ciego , ciego en medio de su desdicha . Sentado en las tinieblas de su dolor , dejó pasar mil torbellinos por su cabeza . Su primera intención fué irse derecho á ella é infamarla , y pedii'le las razones de aquello que se proyectaba contra su virtud . Luego se contuvo , porque ¿ cómo iba él , si la amaba tanto , á hacer gente contra su honorGenerosa su alma , acudió á la reflexión , al entendimiento , por cuya puerta han de entrar los bienes al alma , y se puso á analizar aquel bajío , aquel escollo con el cual nunca hubo contado . ¿ No podían los cazadores mismos , sin motivo alguno dado por Mercedes , haber combinado aquella estratagema ? Porque , aunque fuera perfecta la mujer , ninguna cosa hay que no pueda de ella usar la malicia humana , y bien podían haberse echado los hombres a cuenta galana de que , cuanto la dijesen envío , iba ella á responder quiero , No podía suponerse en semejante mujer deleite del mal pensamiento , delectación amorosa ... Ya ponía la moza empeño en la guarda de los sentidos por lo mismo que se entra por ellos el amor ; así ío tenía demostrado . Pero ... ¿ y el cuarto de hora malo que al día tienen todas las mujeres ? ¿ Si habría llegado osa fracción de hora para Mercedes ? Al fin y al cabo , todo es tentación : ¿ qué es la vida sino una tentación prolija ? Bien pudiera ocurrir en la moza lo de - cría fama y échate á dormir , , , y tener también sus flaquezas como cada hijo de vecino . Dando de través á cada paso en estas reile-xiones , torcía Francisco sus ideas tratando de falsificarlas . Trastornado su espíritu , en el cual habían entrado los celos , le sacudía e1 viento de la pasión y arrancaba ráfagas de lumbre á su cerebro . Era mucho para él perder de pronto sus sueños de tantos años , la ilusión que le mantenía , y de la cual manaba su felicidad gota A gota , destilada por los ojos negros y grandes de Mercedes . Casi sintió impulsos de llorar . ¡ Qué eran sin ella los campos por donde estaban hechos á volar en rápida carrera sus ojos ! ¡ Qué encanto tendrían los montes , el cielo , la costa lejana donde el mar iba á hacer polvaredas de espuma sus rompientes , como hacían polvareda en su cerebro las ideas que chocaban en tumulto ! La vehemencia arrojaba negruras en su alma , y como en todos los caracteres fogosos , le hacía levantar imponderables castillos en el aire . Una idea se abrió trabajosamente paso por medio de aquel caos de su cabeza , y arrojó una claridad en su espíritu ! la idea de esconderse en el . cuartucho abandonado , cuyo estrecho postigo daba á un extremo de la cocina , y allí permanecer oculto , dando al diablo la caza durante el tiempo de las declaraciones . Simularía por la noche venir de los montes sin haber conseguido descargar una sola vez la escopeta . Que comieran basura aquellos indecentes que habían puesto cerco á la virtud de su novia . El complemento de su idea era atisbar desde el escondite , como yo desde el mío ( ¡ y ya éramos dos ! ) , para ver si la moza rendía tan fácilmente la bandera como él se figuraba . Nunca encontraría mejor coyuntura para saber á ciencia cierta los quilates de honradez que había en el carácter de Mercedes . Si ella resistía la prueba y triunfaba , ya podían ponerle palio como á las vírgenes ; si capitulaba y admitía proposiciones , daría él un corte á los amores sostenidos con tan inicua mujer . Todo eso estaba bien pensado y bien dispuesto ; pero el temor de que resultara lo segundo helaba ú , Francisco la sangre en las venas ; su valor hacíase frías petrificaciones al llegar con la imaginación á este punto . ¿ No era mejor , sin embargo , dar el paso arriesgado y jugarse el todo por el todo ? El mozo se decidió por esto , que era por lo que debía decidirse , y echó la llave á su resolución . Con intensa palidez hizo al venir el día el paripé de que se iba , como siempre , al campo ; dió la vuelta A la casa precisamente A la hora en que vimos á Nalgatorio dar algunos pasos hacia Mercedes con el propósito de descerrajarle su declaración , y metiéndose Francisco en el escondite , empuñó con ambas manos la escopeta . No era para envidiada , como se ve , la situación de D . Anselmo , por otro nombre Nalga-lorio . De un lado espiaba yo lo cómico de su figura , dispuesto á sacar todo el partido posible del sainete , De otro le apuntaba el cañón de una escopeta , apercibida para si había que soltar la perdigonada . De frente , por último , esperaba su declaración , heclia ábocade jarro , una mujer que devolvía las palabras al cuerpo y que había que tentarse la ropa para hablarla . He dicho que se dirigía al galán la puntería de una escopeta , jf efectivamente er a así . Lwe-go de entrar , en su escondite , pensó en que si eí asunto del cual iba á ser testigo oculto tomaba mal sesgo , no iba él á estarse con un palmo de boca abierta oyendo lo que el buen señor tuviera á bien decir á su novia . — ¡ Lo que ez el zusto ze lo doy ! — pensó Francisco , anlojándosele huéspedes los dedos y receloso hasta de su sombra , Hay que advertir que dar un susto por un campesino de las circunstancias del novio de Mercedes , significa tanto como embaularle á un individuo en el cuerpo cuatro onzas de perdigones , ó darle otra broma parecida . Todo , pues , dependía de los palmos de terreno que Nalgatorio fuese ganando en el corazón de La moza ; si ella procuraba trasquilar al que iba por lana , la escopeta estaría en su lugar descanso ; pero si la cosa pasaba á mayores , la consigna de Francisco bien pudiera ser la siguiente : ¡ fuego ! — Linda y madrugadora Mercedes , - - dijo por fin nuestro hombre , buscando en las escalas de su voz el registro amoroso , y dando á entender al empezar con dos epítetos que se decidía por el largo período : — linda criatura metida en estos breñales , cuando debieras estar en el palacio de una reina : Dios te dé muy buenos días . — Ruenoz loz tenga uzté . - Feliz casualidad ha sido , — añadió hecho una blanda confitura , y resoplando y congestionándose en cuanto hablaba más de dos palabras seguidas , — feliz casualidad ha sido la de levantarnos á un tieriipo . - Si , como los pajaritos del alba : — El fresco y el no pequeño placer de admirar ese rostro , linda moza , Lástima que no amaneciera más temprano ' ; porque , aunque el alba rayara á media noche , de saber yo que tú me esperabas , á media noche me le , . , me levan ... ( un golpe de tos dejó aquí al galán rojo como un tomate ) . — Deje uzté , y le daré unaz palmaitaz en el cogote , como á los niñoz cuando ze ajogan , — clamó en tono de sorna Mercedes . Salió de su asfixia Nalgatorio y arrojó un ¡ brrrum ! estruendoso al suelo , que fué la síntesis del momento de apuro . Luego continuó : — Decía , bella niña , que , aunque amaneciera á media noche , por ver ese incomparable palmito , por oir tu hermosa voz , dé la que no diré sino que es envidia del ave , por estar á tu lado y recibir la luz de tu gracia , dejaría la camay el sueño , como lo hago tan de mañana sólo por el incomparable placer de verte . — Dice un refrán que A quien madruga Dioz le ayúa . — Eso quisiera yo , linda moza , que me ayudara á hacerme oir de ti , que protegiera lo que pienso decirte , que ... — No ez pa ezo pa lo que le jaze á uzté falta la ayúa de Dios . — ¿ Para qué es ? Dilo . — Pues pa que le ayúe á uzté á yevar la barriga . favaga no pudo menos de sonreírse al Ilegal ' á este punto el diálogo . Hizo una aspiración de aire inmensa ( yo veía su cara á través del visillo de mi observatorio ) y bajó el gatillo A la escopeta . — Chancera te levantas hoy , linda moza — añadió sin el . menor desconcierto el buen señor . — Lástima que tomes á risa mis palabras ; lástima , bella niña , que seas tan ingrata ; lástima ... — Láztima de tiempo que gazta uzté en andar eze camino ; porque , como eztá uzté gordo , claro , ze va á canzar . — ¡ Dale con la gordura ! Modelo de firmeza es mi cariño , y de esa firmeza es de lo que quiero hablarte . Nadie sabe , preciosa ingrata , dónde van á estar los ojos con que uno tropiece ; los labios que á uno le hagan decir “ esos son los que yo he de besarla mano que despierte en uno la idea de una caricia ; el pie en torno del cual , crea vino vislumbrar la gloria ; la cintura que ha derodear el brazo de uno ... - ; H'che uzté rodeo / , ' . — La mujer , en fin , — dijo el hombre tocando á cerrar el párrafo , — que le haga á uno ser esclavo de la pasión y que con sus cadenas se sienta venturoso . Hasta el colodrillo se puso rojo Nalgatorio después de resollar con voz sobreaguda el periodo ; y como era de temer , un nuevo golpe de tos lo pasó del rojo al amoratado , y un más bronco y contundente ¡ brrriim ! Je hizo arrojar otra síntesis al suelo . — ¡ Ay cómo me va uzté d pone Ja casa de poyos ! ¡ Ni que fuazté yueca ! Y diga uzté , £ to « : ezo que uzté ha dicho ez A uno ? — Que soj - 3 ^ 0 , bella niña . — Puez está uzté equivocao ; cze que tropieza con tóo ezo , es olro \ uzté no tropieza . — Eso quisiera yo , no tropezar , sino ir derecho á tu corazón , para que vieras lo que es un amor serio y formal . La mujer debe elegir hombre de peso ... — ¡ Pa qué quería \ T o máz romana ! — Hombre sin . los caprichos de los jóvenes , que hoj r depositan el cariño en una mujer , y mañana lo depositan en otra , y así van hasta que llega la edad de la reflexión . — Y de Jaz zopas y el buen vino . Zegún veo , ¿ uzté llegó 3ra á eza edá , y lo que ofrece ez un amor maúro , maúro como loz chumboz ? — Que es cuando el amor está en sazón , belbi niña ; a breva madura es la que pica el pájaro . — Puez no le caerá á uzté e ^ a breva . A mi me guzta la fruta en agrá , y el hombre , que . ezté tomo la fruta ; maúro ze lo puén comer laz jormigaz . — ¡ Qué error tan grande , bella niña ! — Puez azi ez , lindo mozo . — ¡ Qué gracia para replicar ! ¡ cómo devuelves ciento por uno ! Pero no das en el clavo . — Ya zé que estoy dando en la jerraura . El último grano de sal supo á gloria al amor propio de Jaraga , el cual dejó asomar una nueva risa á los labios y puso la escopeta en su Jugar descanso . Valiente trasteo estaba empleando su novia con aquel avestruz . — “ Toma , toma tripita ! . , — decía para sí con íntimo gozo Francisco . — Pues si por la buena no accedes á lo que te ofrezco , — añadió algo amostazado Nalgatorio — { Jaraga levantó el gatillo de la escopeta ); si por la buena no escuchas lo que te digo ... Estaba á punto de vibrar una perdigonada en el aire . El dedo índice del espía bailaba de gozo y á la vez de ira , y deseaba por momentos hacer su vengador oficio en desplacer y duelo del galán . — ¡ Aquí va á haber una de Dios es Cristo ! — recé yo con el alma en un hilo , y poco satisfecho de haberme metido en semejante camisa , que prometía tener más de las once varas , según marca el dicho popular . — Mire uzté , — dijo Mercedes poniéndose un poquillo seria y atajando el párrafo Nalgatorio , tras del que iba A zumbar ! a perdigonada ; — me eztá uzté pareciendo un barril puezto en pie lleno de azuquita y de meloja . Uzté ha venío aquí á cazá , y lo que uzté cace que me lo claven en la frente . Ni uzté tié lacha ninguna , ni gracia , ni zalero , ni mardita la coza . Pa fraile , por lo gordo , ez pa lo que tié uzté jechoz máz méritoz que pa na ; conque no me venga uzté con kirieleizones , y guárdeloz uzté pa cuando tome el hábito , que lo está uzté pidiendo á vocez . Y como la moza , con mucho brío y despejo , se pusiera á querer atar una caja que había en a cocina y no tuviera cuerda suficiente , — Bien podía uzté preztarme una tripa — dijo , — pa añairla á ezto , que no alcanza . Alegróse de nuevo Javaga , rióse á su pesar la moza , y salió ésta á buscar la cuerda que necesitaba . Corrido quedó Nalgatorio en medio de la cocina , con la cabeza baja y deseando que se lo tragara la tierra . Iba Francisco á darle movimiento al gatillo ; pero , cambiando de pronto de resolución , puso á un lado la escopeta , empuñó una colosal lavativa que en el cuartucho se guardaba para las bestias del cortijo , la cargó de agua en el bebedero de las gallinas que estaba junto á él , y dirigiendo la puntería , como él sabía hacerlo , al galán , le dejó ir el mangazo , que fue A estrellarse en el espantado y aturdido rostro de Nalgatorio , el cual , entre suspensiones de respiración y traspiés de beodo , salió , sin saber quién le propinaba la ducha , de la cocina . — Tú no te mereces un tiro , — rezó , viéndole salir el mozuelo ; — tú lo que te merezes ez ezo ; un lavativazo . Muy variados temperamentos presentaba el día para Mercedes . No bien acabó de dar á Nalgatorio la puñalada de frente , y de rematarlo Francisco á golpe de jeringa , cuando entró de rondón en la cocina , á tiempo que volvía la mujer con la cuerda , una verdadera estantigua representada en otro de los cazadores , el cual saltó también de entre sábanas dispuesto á cantar su pasión á la doncella , Pero ¡ qué enamorado , cielo santo ! Lo que tenía D . Anselmo de gordo , teníalo éste de Siseo ; más parecía un armazón pava hombre , que el hombre mismo . Alonso Quijano , el personaje manchego , hubiera sido un obeso al lado suyo . Hueso por aquí , ángulo por allá , picos y salientes por donde quiera , y todo ello metido en la larga línea cuerpo , que á buen seguro mediados metros de longitud . Ai verlo Mercedes , casi lo tomó por otro pedazo de cuerda . Decíase de D . Quilino ( éste era su nombre ) que toda cama ajena se le quedaba por más arriba de las corvas ; así es que , si dormía en otra sepultura que la propia , lograba poner caja y muslos en actitud yacente ; pero de rodillas abajo caían las piernas lacias como cordeles hasta arrastrar en el suelo . Aquel hombre levantábase por metros de la cama . Primero erguía la crecida cuarta de cuello , con movimiento de cigüeña ; luego enderezaba toda la espina , verdadera espina que dejaba translucir bajo la piel las veinticuatro vértebras justas y cabales ; por último , encaramaba todos aquellos trozos de persona sobre las secas y descarnadas tibias , 3 ' quedaba todo el hombre de pie . A esta particularidad , á este portento de es-beltcz , unía D . Quilino la rareza de tener color tan moreno , tono tan obscuro en el semblante , que inducía á pensar si aquel hombre había servido antes que para ser humano para pipa de cigarro puro . Culotado desde e ( cabello á la planta , mostraba sólo blancura en las esferas de los ojos y en a cabal y firme dentadura , engastada como en bronce en los alvéolos . Hombre tan espiritual ( dada ía escasa materia de su persona ) y tan extremadamente alto y moreno , tenía algo de aéreo , de ingrávido , de no sé qué , dispuesto á volar y á elevarse ; quizás por tener su cuerpo casi menos peso que el aire , la ley de gravedad veíase apurada para retener los afilados pies del hombre sobre el suelo . Esta estampa de persona , este símbolo humano de la escualidez , fué quien pisó el umbral de la puerta apenas salió derrotado y sacudiéndose de la ducha Nalgatorio . — ¿ Vas á ahorcarte , muchacha ? — dijo la soga humana A la arrogante mujer al verla con la cuerda entre las manos , — aquí está mi cuello dispuesto al sacrificio antes de que el cordel roce esa garganta . Ez uzté muy caritativo , y eztimo la fineza . Y ezo que no ez poco lo que uzté me ofrece , porque zolamente de pezcuezo apuezto á que tiene uzté un jeme largo . — Es una buena cualidad , mujer ; así estoy libre de congestiones . — ¿ Libre de ... qué ? — De que se me suba la sangre á la cabeza . — ¿ Y cómo ze le va á uzté á zubí , hijo , x ¡ paece uzté un tubo de goma ? — Veo que te levantas de buen humor . — No han dejao de trata de ponérmelo negro . — ¿ Quién ? — Un novio que ma querío zalí esta mañana . — Como no sea el sol , que acaba de salir , no he visto á nadie que antes se haya levantado . — Poz á madrugao otro máz . — ¿ Quién ha sido ? Á ze lo digo va uzté á zabé tanto como vo . — ¿ No me crees capaz dé guardar un secreto ? — Ma bien lo creo á uzté capá de atá ezla-caja . Vamo , eche uzté aquí una mano , hombre , que eztá uzté ahí como pánñlo . ¡ jezú qué azaura ! — Venga la cuerda y . la ataré ; pero más bien me dejaría yo atar por ti si necesitaras atarme . — No tengo pa qué atá ninguna caña ; ¡ cómo no lo quiziera á uzté pa amarrale una ezcoba á la cabeza y que me zirviera de ezoyinaor ! ... — Para echar conmigo las telarañas abajo , ¿ eh ? — Ezo mezmo . — Pues sirvo para otras cosas , muchacha , — Ya veo que lía uzté muy bien eza caja . — No quiero decir eso . — ¿ Entoncez qué ? — Que eres muy esquiva y muy hermosa . — ¡ Ay Dios mío ! ¡ Zi me irá á zalí otro novio ! — Pudiera ser ; de menos nos hizo Dios . — No , lo que ez á uzté no púo jacerlo de meno , porque ¡ mire uzté que eztá uzté trazpi-yao y malo ! — Es que hay árboles que suben y no engrasan ; váyase lo uno por lo otro . — Pa que uzté ze queara en el juzto medio ... — ¿ De lo alto y lo grueso ? - Zí . — ¿ Qué es lo que habría que hacer ? Veamos . — Remacharlo á uzté como á loz clavoz , Estaba visto que para Jaraga aquello iba á ser un atracón de cosa grata á su vanidad . Un momento hubo en que se sintió indigno de sí por haber dudado de su novia y por haberse puesto á expiar los movimientos de su alma . Sin embargo , ¡ eran tantos tos que rondaban la presa ! ¡ Quién sabe si entre ellos habría alguno que hiciera tilín á Mercedes , y la soga se rompería por aquel punto ! No se había inventado para Francisco lo de “ fíate de las apariencias , , . Esperaría A ver venir las cosas ; ¿ y si detrás de aquel estafermo venía un buen mozo que hiciera dar de bruces A Mercedes ? Todo estaba en lo posible . — ¿ Me mandas otra cosa , muchacha ? — preguntó el hombre látigo una vez que acabó de atar la caja . — Me guzta la franqueza ; y ya que uzté ze ofrece , quiziera que me alcanzara uzté aquella lámina . — ¿ Qué lámina ? — Aquel jamón , hombre ; uzté no eztá en el mundo . — Para jamón curado y hermoso , tú . — No maneja uzté tampoco malaz magraz ; uxté zí que paece que eztá curao . — ¿ Te disgusta el color moreno ? — ¡ Ca ! Lo moreno lo hizo Dioz , como dice la copla . — Entonces no debo de parecerte mal . — No ; lo que me parece uzté tan negro y tan largo ... — ¿ Qué es ? — Un chorro e jumo . La sandunga de la salida trajo á mi boca un inesperado buche de risa , que me vi más negro que el declarador amoroso para tragarme . También vi á Jartiga , congestionado de risa , llevarse una mano á la boca para sujetar el desbordamiento de alegría que también amenazaba ahogarle . — Pues parézcate lo que t » parezca , lo que te pido , Mercedes , es una cosa . — Oro molío que uzté quiera . — Lo que te pido es que me tengas un poco de compasión . — No zabe uzté la láztima que le tengo ; lo ? gatoz canijoz me dan mucha lástima . — ¿ Es decir que yo soy para ti un g'ato ? — Zi no gato , uno que viene A jazerme una g'atá , zí . — ¿ Qué gatada voy yo á jugarte , mujer , sino sé lo que daría porque acudieras á una cita que yo te pidiera , si no sé ío que daría .. , ? — £ 1 jamón , déme uzté el jamón , que tengo que prepara el almuerzo . — Mejor que jamón es lo que te ofrezco . — ¡ Ca ! Uzte ez hombre de poca graza ; no hay máz que ver ezaz canillaz . — Donde menos se piensa salta la liebre . — ¿ De veraz ? ¡ Ay qué pueblo ! — Como te lo digo . — Puez no ze vaya uzté á caer de la ziya y ze encuentre la liebre en el zuelo , — ¿ Serias tu capaz de dejarme caer ? — ¡ Uzte zí que ze deja caer ! Pero cuidao con los zaltoz en vago , que zon maloz . — Te ríes de que sea alto , y , mira , ni subido en la silla alcanzo . — ¡ íay cozaz que no ze alcanzan con la ez-tatura . — Pues ¿ con qué ? — Con lo otro . — ¡ Con el cariño ? — Puez . — Te lo estoy ofreciendo hace media hora , y no quieres tomarlo . — ¿ Y qué iba yo á jazer con ezo ? — Pues guardarlo en tu pecho . — Y echarle pimienta pa que no ze pique . — Pimienta es lo que tú tienes por arrobas , y gracia por fanegas . — Vaya , ¿ me da uzté el jamón , que ze va uzeé A quear como Zan Juan , con el deo tiezo ? — Cambíamelo por lo que yo te pida . — Un cambio en la cabeza ez lo que yo le voy á dar á uzté . — Con tal de que pongas tu cara cerca de ia mía ... Así , mira ... Describió un movimiento de anguila D . Qui-lino inclinándose sobre el rostro de Mercedes , hizo un ridículo capullo con los labios para dar un beso , y en medio de la plegada boca atizó Mercedes una bofetada de cuello vuelto que hizo ver estrellas al galán . Empujó después la silla en que estaba el hombre subido con el trozo de cerdo enlama-no , y dieron , hechos un lío , en tierra , jamón , peana y caballero . Más fresca que una lechuga , Mercedes di ^ iósc á la chimenea cantando : En un dos por tres la zafia mozuela tuvo puesto á a vereda el almuerzo , sin más peripecias durante las operaciones culinarias que echar á dos cazadores más con cajas destempladas , enviándolos con la música á otra parte . Bien se batía la bizarra hembra , y bien emprendía sus retiradas ; como que las hacía mejor que Jenofonte ; y cuenta que sus armas , al revés de las de aquel guerrero en Asia , sólo consistían en la lengua . No obstante , mi mano no se pondría en el fuego por Mercedes ; yo , que había observado la noche antes todo el personal del cortijo , aseguro , bajo palabra , que había hombres buenos mozos de veras , y en las pupilas de alguno de ellos estaba muy expuesto á tropezar el corazón de la trlanera . Pero á todo esto , como el día amaneciera hinchado , y las nubes , agrupadas en llorosas bambalinas como en la tarde anterior á mi llegada , no se hubieran desgarrado para mostrar la diafanidad del cielo , la gente reuníase en la cocina conforme iba saliendo de los cuartos , y un enjambre de zánganos zumbaba chanzonetas y frases picantes en derredor de la pretendida . No sé si porque tanta declaración seguida extrañara algo á la moza , ó si porque desde luego caló el juego que se representaba , es lo cierto que , sintiéndose herida en su altivez y amor propio , Mercedes , entre forzados disimulos , dejaba escapar rayos de despecho contra aquella gente que con tanta facilidad había llegado á creer que todo el monte era orégano . Alguna venganza . algún pian de burla debía de estar aconsejándole interior y calladamente la ira , porque quedábase á veces fija un instante con los ojos clavados en un punto en demanda de plan de ataque ó cosa parecida . Al cabo de una de esas distracciones levantó la cabeza con aire de triunfo , como aquel que ha hallado lo que desea , dejó correr por sus labios una risilla que tanto tenía de ser engendrada por la cólera como de ser nacida de una seguridad de vencer , y empezó á revestir la mesa entre ruido de escandalosas cucharas y choques de vibrante cristalería . ¿ Qué plan fué el concebido por Mercedes para dejar chasqueados á los que pensaban chasquearla ? Como mi observatorio no tenía vistas que dieran al cerebro de la moza , no puedo adelantar nada de su estratagema . Esto , si no satisface por el pronto la curiosidad , trae en cambio la ventaja de no destruir el interés ; porque interés , y no poco , ha de despertar por fuerza lo que proyectara para su acometida una mujer de la altura y rumbos de Mercedes . Puesta en práctica la copla que dice : Si el alma un cristal tuviera Anadie se engañaría , Pues cada cual temería Que su falta se supiera : puesta en práctica esa copla , es decir , si pudiera verse á través de un cristal lo que ocurre en cada alma humana , el interés del mundo habría desaparecido . La jugada que no se ve venir es la que interesa ; lo ignorado es lo que excita la curiosidad , y en todo misterio habrá eternamente poesía . Con mucho cimbreo de talle al ir de acá para allá en las últimas tareas del almuerzo y con una ventolera de coraje en el cuerpo , Mercedes salió por sevillanas lanzando esta contestación en solfa al tiroteo de frases alegres que empezaba á caer sobre ella : Una aclamación general saludó la intencionada seguidilla , que salió con toáoslos alamares consiguientes de la boca de la gitana . — ¡ Contra quién irá ese rejón ! — gritó con malísimas tripas uno que ya había sido agraciado con unas soberbias calabazas . — Pa uzté ya no pué zer ; uzté eztá ya fuera de juego . — ¡ Cómo ! ¡ con que ha sido derrotado ! — clamaron varios en tumulto , mientras se retorcían de placer los demás , — ¡ qué callado lo tenía ! — Ez que hay quien tiene tanto amó á laz ca-labazaz que ze levanta con el zol pa recogerlaz . — ¡ Con que ésas tenemos ! — insistió otro , mártir también del mismo fruto , queriendo disimular así su bacatazo . — Zí , — repuso Mercedes saliéndole al encuentro , — pero ez que ha habió pa muchoz tajaz del mizmo quezo . — No lo dirá usted por mí , prenda . — Mal arte tié uzté pa dizimulá . — ¡ Qúe hable , que cante de plano ! — agregaron algunos de los que aún guardaban inédita su declaración . — No tié pa qrié declará , — dijo Mercedes con aire victorioso ; — que ezcupa , y va un doblón á que echa pipaz e calabaza . Una carcajada general llevó la alegría á su colmo y acabó de traer ala cocina a los pocos hombres que quedaban metidos en sus cuartos . — ¡ Bueno empieza el día , bueno ! — añadió al concierto , saliendo de su habitación , el Chivo confuso , que fue el último en volver á la vida . Era este individuo un pollancón enteco y de escasísimo jugo , que al verlo daban ganas de ponerle ama de cría . Prensado su caletre con los saltos de trampolín , descoyuntamientos y demás volatinería de los juegos de palabras , de los que era apasionado , no había placer mayor para él que descifrar el rompecabezas de un retruécano 6 saborear otra fruslería de esta índole . La literatura , que es prima hermana de los acertijos , trabalenguas , charadas , juegos de prendas , jeroglíficos y otros pasatiempos , ie hacía desparecer de gusto , y tenía en constante excitación sus dos onzas , no largas , de sesera . Salió con los bolsillos atestados de las últimas revistas semanales que antes de ir al cortijo pudo recoger . El Toreo Cómico , La Semana Cómica , El Garbanzo Cómico , La Habichuela Cómica , asomaban caricaturados y alegres por sus faltriqueras , riéndose al compás del lápiz de nuestros dibujantes . — Jezú , ya tenemo aquí al de loz trabalen-oua , que ze le van á zecálos zezoz como á don Quijote . — Es verdad que se me van á secar ; pero es de pensar en usted . — Azi ze le eztuvieran á uzté jaziendo piedra hazta que yo dijera “ para . , ; pué zé que de cze modo ze le zalieran á uzté de la cabeza , la primera una vocá , la segunda ez una fló ... y lo demá . — Lo demás es el todo , yeso es usted para raí . — Ziempre coge uzte la última palabra pa gnreá en eya laz zuyaz ; paece que eztá uzté jaciendo caeneta . — No cadeneta , sino cadena haría yo de mi cuerpo con tal de ir á usted amarrado . — ¡ Ay qué grazia ! Ezte va á zé el ortavo novio que me va á zalí ; hazta loz gato quieren zapato . — Si me da usted zapato , es decir , pie , no tendría inconveniente en soltarle mi declaración , porque es usted muy resandunguera y muy gitana . — A . mucha honra el zerlo ; y ya que uzté io anda buscando , le viá echa « i testé las cartas . Todas las personas se arremolinaron al oir lo de que Mercedes iba á hacer aquel juego supersticioso , y prorrumpieron entre exclamaciones : — ¡ Bien , muy bien , que las eche ! — Venga a baraja , — añadió el cara de chivo . Y un nutrido círculo de gente cogió en medio á la adivinadora y al escuchimizado . Un instante de silencio absoluto dejó oír ha cia el fogón el largo quejido de un sarmiento que se retorcía como una serpiente de oro en el fuego . Luego la Sibila de Cumas dijo : — Le viá acertar á uzté lo que pienza , fra - , gua , prepara y cavila en zuz aentroz , y lo que dezea de una perzona que eztá prezente ( era ella misma ) , y que traen en decirez y malque renciaz por ezquinaz y puertaz de calie . Uzté , zeñó rezalao , ha conzeguío ezcaparze de casa zin la chichonera , y za metió á corre una aventura en unión de otroz máz { que eran los demás cazadores ) , loz cuale tienen atalay ;\ con la vizta á la mezma perzona , y jacen gen-tez y ezcándalo contra eya . Con loz tildez , ápicez y máculaz que uzté combina y apaña pa lográ el amó de eza perzona , le viá acertá á uzté tóo el negocio , y lo viá poné deznúo delante e loz ojoz , pa qué vea uzté , mata e claveyina , zi zé cómo ze mueve zvl almita de uzté dentro e zu pecho . Ahora corte uzté eza baraja , y eztéme atento á lo que diga . ■ Después de rizarla y desplegarla con una agilidad suprema , la colocó boca abajo encima de la mesa . — Arze uzté , penzamiento morao , goyitinita de cinco hojaz . Confuso el Chivo con aquel aluvión de palabras brillantes y artísticas que la moza soltó sobre él y sobre el concurso suspenso , — que sólo rompía su atención para soltar la risa cada vez que Mercedes colgaba al de los retruécanos un pintoresco remoquete , — quedóse con la boca abierta y sin saber si tomar el partido de salir huyendo para librarse del aguacero de burlas , ó si cortar en dos porciones la baraja . — Vamo , boquirrubio , cachito e gloria , parta uzté ezaz cartaz . Fué á partir con la derecha , y Mercedes lo detuvo diciendo : Con la zurda , rezalao , que está uzté que paece que lan dao jicarazo zeg'ún tiene el per-zonal de ezguarnío . La carcajada que arrancó de todos la salida aturdió más al gustador de juegos de palabras , é instintivamente llevó la zurda á la baraja y la partió en dos mitades . — Ahora , zolecito preciozo , luceriyo de plata , le viá eztender á uzté laz cartaz pa adivínale loz bajíoz en que va uzté á dar en lo que pretende de eza perzona . Extendió la soberbia moza , — arrogante en aquel momento en que la ira cimbreaba con aire de socarronería marrulladora su cuerpo ; — extendió , digo , tres hileras de diez cartas en la mesa { que representaban ú los treinta cazadores ) , y quedándose con una en la izquierda , que representaba ; 1 ella misma , añadió : — Ezta ez la perzona traía en decirez y mal-querenciaz por ezquinaz y puertaz de caye . Ezta ez uzté , rezalao . Y cogió otra carta de la mesa y la puso sobre la que ya tenía en la mano . — Laz demáz , — dijo conforme las iba recogiendo , — traen ó han traío loz mezmoz penza-mientoz que uzté rezpeto á la perzona . Y mientras barajaba adoptando los aires misteriosos del iluminado , — Voy á decirle ahora , — añadió , — cozaz del querer y del aborrecer ! , del mirar de rabiyo v del mirar de frente , de intencione de pechoz torcíoz y de intencionez de pechoz leale . Terminó de barajar , plegó y desrizó de nuevo , y se dispuso á hacer la operación de cartomancia , segunda del complicado juego de echar las cartas . Mas para hacercoinprensible ese juego conviene que yo dé á conocer aquí a clave y el . simbolismo sobre que descansa su ciencia misteriosa . Así , diré que un rey significa hombre de justicia ó de letras . Una sota de copas , mujer ú hombre de color moreno . Una sota de bastos , hombre ó mujer de buen color . Una sota de espadas , una mala lengua , un encontra , qué se dice en jerga bohemia . Una sota de oros representa un hombre ó una mujer rubios . Et siete de bastos es significativo de que la persona A quien se echan las cartas ha de viajar por tierras extrañas . El seis de copas da á entender que se ha de sostener una larga conversación con la persona que se desea . El tres de copas indica una gran noticia . El seis de espadas anuncia que por esquinas y puertas de calle hablan mal de un hombre ó mujer . Representa el cinco de copas un pensamiento que se tenga . El dos de espadas indica que ha de mediar carta « 3 escrito . El tres de oros , que ha de ocurrir un acontecimiento en día de fiesta ó víspera de él . El seis de bastos simboliza recelo . El siete de copas denota que ha de haber un convite . Da á entender el dos de bastos mudanza de casa . El cinco del mismo palo , chasco que se ha de llevar una persona , « , como si dijéramos , “ dos palos en la cabeza y á otra parte con la música , , . Representa el seis de oros dinero procedente de lotería . El as de copas , la casa de un hombre ó mujer . El as de espadas es una afirmación categórica , terminante , á la cual no es posible objetar . Y , por último , representa el cuatro de bastos la cama , y el as de bastos , la maldad . Las demás cartas de la baraja son coro y comparsa de las que cito . Podía asegurarse , sin ser muy lince , que lo que es el Chivo confuso seguramente no haría casto tálamo , para Mercedes , del cuatro de bastos , y afirmaríalo ella con el as de espadas , el cual caería sobre él como un acero flamígero esgrimido por el valiente brazo de la moza . Dispúsose ésta para la segunda parte del juego , y poniendo boca arriba la carta elegida á capricho , que á ella misma representaba , esparció en torno , boca abajo , las me'nciona-das y algunas más , hasta treinta , hecho lo cual recogió de nuevo la rota cháchara , viva como la página más brillante de un estilista , y prosiguió con ronceras palabras de este modo : — Va á da comienzo , cucuruchito de canela , lo que le van á decir á uzté laz cartaz . Eza que eztá boca arriba , ez la perzona traía y llevá por muchoz que la perziguen ; levante uzté la que quiera y póngala á la vizta , á ve qué recao viene á traé de lo que uzté dezea y pretende . Ez un do de ezpada ; arguna carta ó pliego metiito bajo zobre ha de recibí la perzona traía por ezquinaz y puertaz de cave ; la miziva llegará á zuz rnanoz en día de fiezta ó vízperaz de él , y azi lo reza ezte trez de oroz que levanto , y que pué uzté ver , rezalao , no crea que armo celá contra uzté .. , EL que armaba celada era \ r o , como los de más , y la carta á que aludía la moza no podía ser otra que la mía , la cual , con el correspondiente soneto dentro , tenía á mi lado preparada para soltársela á Mercedes . No erraba la Sibila tampoco en lo de que la llegarían á sus manos en día de fiesta ó vísperas de éí , porque recordará el lector que estos sucesos ocurrían en vísperas de Jueves Santo ; por consiguiente , ó Mercedes era una verdadera adivina , ó era mucha casualidad que las cartas se dieran de aquel modo . Kué alzando más naipes la gitana hasta levantarlas todas , y á la vez fué diciendo con frase que cabrilleaba do puro pintoresca y vivar — Uzté za metió en un berengená , trocito e caramelo , matita e verbabuena , porque canta ezte naipe que uzté ha puezto la proa de zu perzoná á una mujé que ez morena , pa echa zu corazón á pique con lo retrechero de zu gracia de uzté , que Dioz le ponga quitazol pa que no ze marchite . Quiere uzté tené á zolas con eza mujé morena , traía en decirez por ezquinaz y puertaz de caye , un rato de palique , como lo quién tené de ! , niezmo compáz loz que ' también van zi-guiendo como corderitoz manzos zus pizáz . Alguna trama ze urde con palabricaz en voz bajapa coge la mozca en la ré y pone en zu camino tropiezoz ; pero hay pugilato entre hombre / de buen coló y hombrez morenoz , y tóoz quieren palmita / , e gloria y cachitoz e guz-to pa zn vaniá y amor propio . Pazo que da en zu casa eza mujer , ez vigilao v vizto por ojoz que acechan de tóos puntoz zin zcr notáoz de-naide . Eva tiene en zu penza-miento á un hombre de buen coló que zufre celoz de muerte ; pero z.on infundáoz ezos ce-loz , porque a zuz dezconfianzaz rezponden con cariño . Muerte zobre mí zi lo que digo no ez cierto , azafate e ciaveyinaz , ramo de mil florez , y loz ojoz ze le zequen á uzte zi miento . Lo que le escarabajea á uzté en el pecho lo ve y lo zabe la perzona en quien tiene uzté puezta zu mira ; pero eya ze jace la diztraía y deja ir iaz aguaz por el cauce . A zon de yunque redobla zu corazoncito de uzté y el de loz hombrez de buen coló que la perziguen ; pero etla canta con la idea incliná á aquel á quien quiere : Pa acabá , rezalao ( aquí mentía como un bellaco la moza , y lo que pretendía era que el pollo se trabajara bien la bofetada ) ' , la gotita de agua rompe la piedra , y el amó coztante ez como el fuego lento , que gana palmoz e terreno y llega á luminaria . En día e fiezta ó víz-pera de él conzeguirá lo que quiere eze pecho zí habla con la mujé á zolas , en ezquinaz ó puertaz de caye ; el cuatro de baztoz lo dice , mírelo uzté , zeñó rezalao , y el as de ezpadaz lo afirma .. , Con el buen augurio hecho al mozo , todos los demás sintieron envidia ; á una pusiéronse á pedir que la mujer les echara las cartas ; pero ella , siempre altanera , siempre esquiva , partió á sus quehaceres cimbreando la arrogante persona . V sacudiéndose de lanía flor y requiebro como si se sacudiera de una lluvia de hojas de rosa , desapareció para pensar á solas en su plan de ataque contra aquella gente , cantando con voz punzante y maliciosa : Unos desesperanzados con la derrota sufrida , oíros mohínos y sin atreverse á poner en práctica ninguna tentativa amorosa al ver lo bien y pronto que la trianera se subía á la p ¡ irra cuanto alguno intentaba entrar á coger fruto en el cercado ajeno , todos friéronse , no bien hubo terminado el almuerzo , á ver qué cariz presentaba ei . día , el cual manteníase entre si son flores ó no son flores , mitad afligido y lloroso , mitad alegre y resucitado , y en conjunto no lo bastante de buen ver que permitiera organizarse la cacería que desde días anteriores se proyectaba . Harta de agua , como una esponja , la tierra , era necesario que se soleara convenientemente y que el aire cálido endureciese su corteza .. Sólo quedaban en la cocina algunos perros atrancados con los huesos sobrantes , que roían con chasqueamientos de dientes y resbalones de colmillos , cuando yo creí oportuno , - por que lo oyese Mercedes , que iba y venía sin cesar en el trabajo — echarla de molido y desmalazado á causa del viaje . Estuve ya á punto de emitir unos leves quejidos en tono sobreagudo que revelaran lo desfallecido de mi ánimo , cuando por los intersticios de las maderas de mi cuarto , aprovechando un rompimiento de nubes , entró una lumbrarada de sol que me bañó en una ola de alegría . ¡ Yo , que había ido á admirar y á gozar de la naturaleza , estar metido en la cama á aquellas horas sólo por recrearme en las peripecias de un sainete ! El viento que chocaba en los algarrobos y en los pinos de las laderas , levantando un estruendo sublime de naturaleza agitada , me atraía con una fuerza irresistible . ¡ Ven á nosotros ! , , — parecían decirme desde fuera las hojas temblando en las ramas ; el estrépito del río cercano , que ondeaba con esfuerzos de musculatura salvaje entre los riscos de aquellos montes ; el concierto entero del bosque , que combinaba efectos orquestales al modo ’ wagneriano y tremendo , que seducían por su sublimidad y grandeza . Y a iba á pegarle dos pongos á las sábanas , y otros dos á mi imposición voluntaria de quedarme al acecho de aquella trama novelesca , cuando entró D . Leopoldo en mi cuarto desalentado y triste con sus eternos padeceres al estómago . — ¿ Qué tal ese ánimo ? — me dijo . — Dispuesto á buscar la luz como las alondras , — respondí sin ocultar mi resolución de no permanecer más tiempo en espionaje . — Según eso , nada has visto que haya logrado interesar tu curiosidad . — Muy al contrario ; no puede usted imaginarse qué escenas he presenciado desde anoche que lleg'ué al cortijo , ó mejor desde esta mañana . Se te han declarado cuatro ó seis hombres á esa mujer - . — ¿ Y qué ? ... — Mercedes , hasta la presente , es inconmovible como una roca . — ¡ No te dije ! — Torres más altas se han visto caer . — ¿ Crees que alguno otro consiga lo que no alcanzaron los demás ? — ¡ Quién sabe ! Sólo podría decirlo el que tiene colgada de tres dedos la redondez de la tierra . — Pues , con lo que has visto , tener ya duda es ser esccptico por lujo . — La mujer es hoja que se mueve á cada viento ; según es ¡ a clase de aire , así se mueve . — Podrá ser que el aire , ó el donaire , de los que se atrevieron , no haya entrado á Mercedes por el derecho ; pero dudo mucho que con gracia ó sin ella , con buena figura ó con mala , se encuentre quien haga dar el traspiés ála moza . iY cómo vas á hacer llegar á tí la persuasión de su virtud si rompes el hilo y no quieres llevar á término tu plan observativo ? — Sí quiero ; pero haga usted el favor de decir á la naturaleza que calle , que cierre el libro de su ópera , y entonces se habrá apartado de mí la seducción que en mi alma ejerce en este momento . — ¿ No ha menguado tu aiición por los pe-druscos ? Al contrario , cada día es mayor ; me interesa más una hoja que tiembla que muchos corazones que palpiten . — Gracias por la galantería . — Es justicia ; todos juntos no valemos lo que un ciruelo . Pero , vol viendo á Mercedes , no puede usted figurarse nada más salado que esa mujer para devolver golpe por golpe . Yo creo que debe de haberse maliciado algo , porque la he visto como si meditara algún plan de desquite . — Capaz es de tramar algo gordo . Sus pasos nos hicieron volver la cara á ambos hacia el observatorio . Traía Mercedes una gran bandeja en las manos , y sobre ella platos , servilletas y cubiertos , como si fuera á llevar á alguien el almuerzo . — Es para nosotros , — dijo por lo bajo mi amigo . Y alzando la voí para que lo oyera la mujer , añadió : — Como dijiste que estabas delicado , y yo también Jo estoy , mandé á Mercedes que non sirviera aquí el almuerzo . Me contrarió , porque 3 ^ 0 tenía pensado , cuando la mujer entrara en mi cuarto á ver lo que necesitaba para mi moledura de viaje , entregarle disimuladamente la carta si veía que no se mostraba muy severa conmigo . Entró la trianera en mi habitación como si hubiera entrado un .