Miguel de Unamuno Niebla ( Nivola ) Prólogo de Víctor Goti Renacimiento Madrid . San Marcos , 42 Buenos Aires , Libertad 172 1914 Se empeña don Miguel de Unamuno en que ponga yo un prólogo a este su libro en que se relata la tan lamentable historia de mi buen amigo Augusto Pérez y su misteriosa muerte , y yo no puedo menos sino escribirlo , porque los deseos del señor Unamuno son para mí mandatos , en la más genuina acepción de este vocablo . Sin haber yo llegado al extremo de escepticismo hamletiano de mi pobre amigo Pérez , que llegó hasta a dudar de su propia existencia , estoy por lo menos firmemente persuadido de que carezco de eso que los psicólogos llaman libre albedrío , aunque para mi consuelo creo también que tampoco goza don Miguel de él . Parecerá acaso extraño a alguno de nuestros lectores que sea yo , un perfecto desconocido en la república de las letras españolas , quien prologue un libro de don Miguel que es ya ventajosamente conocido en ella , cuando la costumbre es que sean los escritores más conocidos los que hagan en los prólogos la presentación de aquellos otros que lo sean menos . Pero es que nos hemos puesto de acuerdo don Miguel y yo para alterar esta perniciosa costumbre , invirtiendo los términos , y que sea el desconocido el que al conocido presente . Porque en rigor los libros más se compran por el cuerpo del texto que no por el prólogo , y es natural por lo tanto que cuando un joven principiante como yo desee darse a conocer , en vez de pedir a un veterano de las letras que le escriba un prólogo de presentación , debe rogarle que le permita ponérselo a una de sus obras . Y esto es a la vez resolver uno de los problemas de ese eterno pleito de los jóvenes y los viejos . Unenme , además , no pocos lazos con don Miguel de Unamuno . Aparte de que este señor saca a relucir en este libro , sea novela o nivola — y conste que esto de la nivola es invención mía — , no pocos dichos y conversaciones que con el malogrado Augusto Pérez tuve , y que narra también en ella la historia del nacimiento de mi tardío hijo Victorcito , parece que tengo algún lejano parentesco con don Miguel , ya que mi apellido es el de uno de sus antepasados , según doctísimas investigaciones genealógicas de mi amigo Antolín S . Paparrigópulos , tan conocido en el mundo de la erudición . Yo no puedo prever ni la acogida que esta nivola obtendrá de parte del público que lee a don Miguel , ni cómo se la tomarán a éste . Hace algún tiempo que vengo siguiendo con alguna atención la lucha que don Miguel ha entablado con la ingenuidad pública , y estoy verdaderamenté asombrado de lo profunda y cándida que es ésta . Con ocasión de sus artículos en el Mundo Gráfico y en alguna otra publicación análoga , ha recibido don Miguel algunas cartas y recortes de periódicos de provincias que ponen de manifiesto los tesoros de candidez ingenua y de simplicidad palomina que todavía se conservan en nuestro pueblo . Una vez comentan aquella su frase de que el señor Cervantes ( don Miguel ) no carecía de algún ingenio , y parece se escandalizan de la irreverencia ; otra se enternecen por esas sus melancólicas reflexiones sobre la caída de las hojas ; ya se entusiasman por su grito « ¡ guerra a la guerra ! » que le arrancó el dolor de ver que los hombres se mueren aunque no los maten ; ya reproducen aquel puñado de verdades no paradójicas que publicó después de haberlas recogido por todos los cafés , círculos y cotarrillos , donde andaban podridas de puro manoseadas y hediendo a ramplonería ambiente , por lo que las reconocieron como suyas los que las reprodujeron , y hasta ha habido palomilla sin hiel que se ha indignado de que este logómaco de don Miguel escriba algunas veces Kultura con K mayúscula y después de atribuirse habilidad para inventar amenidades reconozca ser incapaz de producir colmos y juegos de palabras , pues sabido es que para este público ingenuo el ingenio y la amenidad se reducen a eso : a los colmos y los juegos de palabras . Y menos mal que ese ingenuo público no parece haberse dado cuenta de alguna otra de las diabluras de don Miguel , a quien a menudo le pasa lo de pasarse de listo , como es aquello de escribir un artículo y luego subrayar al azar unas palabras cualesquiera de él , invirtiendo las cuartillas para no poder fijarse en cuáles lo hacía . Cuando me lo contó le pregunté por qué había hecho eso y me dijo : « ¡ Qué sé yo … por buen humor ! ¡ Por hacer una pirueta ! Y además porque me encocoran y ponen de mal humor los subrayados y las palabras en bastardilla . Eso es insultar al lector , es llamarle torpe , es decirle : ¡ fíjate , hombre , fíjate , que aquí hay intención ! Y por eso le recomendaba yo a un señor que escribirse sus artículos todo en bastardilla para que el público se diese cuenta de que eran intencionadísimos desde la primera palabra a la última . Eso no es más que la pantomima de los escritos ; querer sustituir en ellos con el gesto lo que no se expresa con el acento y entonación . Y fíjate , amigo Víctor , en los periódicos de la extrema derecha , de eso que llamamos integrismo , y verás cómo abusan de la bastardilla , de la versalita , de las mayúsculas , de las admiraciones y de todos los recursos tipográficos . ¡ Pantomima , pantomima , pantomima ! Tal es la simplicidad de sus medios de expresión , o más bien tal es la conciencia que tienen de la ingenua simplicidad de sus lectores . Y hay que acabar con esta ingenuidad » . Otras veces le he oído sostener a don Miguel que eso que se llama por ahí humorismo , el legítimo , ni ha prendido en España apenas , ni es fácil que en ella prenda en mucho tiempo . Los que aquí se llaman humoristas , dice , son satíricos unas veces y otras irónicos , cuando no puramente festivos . Llamar humorista a Taboada , verbigracia , es abusar del término . Y no hay nada menos humorístico que la sátira áspera , pero clara y transparente , de Quevedo , en la que se ve el sermón en seguida . Como humorista no hemos tenido más que Cervantes , y si este levantara cabeza , ¡ cómo había de reírse — me decía don Miguel — de los que se indignaron de que yo le reconociese algún ingenio y , sobre todo , cómo se reiría de los ingenuos que han tomado en serio alguna de sus más sutiles tomaduras de pelo ! Porque es indudable que entraba en la burla — burla muy en serio — que de los libros de caballerías hacía el remedar el estilo de estos , y aquello de « no bien el rubicundo Febo , etc . » , que como modelo de estilo presentan algunos ingenuos cervantistas no pasa de ser una graciosa caricatura del barroquismo literario . Y no digamos nada de aquello de tomar por un modismo lo de « la del alba sería » con que empieza un capítulo cuando el anterior acaba con la palabra hora . Nuestro público , como todo público poco culto , es naturalmente receloso , lo mismo que lo es nuestro pueblo . Aquí nadie quiere que le tomen el pelo , ni hacer el primo , ni que se queden con él , y así , en cuanto alguien le habla quiere saber desde luego a qué atenerse y si lo hace en broma o en serio . Dudo que en otro pueblo alguno moleste tanto el que se mezclen las burlas con las veras , y en cuanto a eso de que no se sepa bien si una cosa va o no en serio , ¿ quién de nosotros lo soporta ? Y es mucho más difícil que un receloso español de término medio se dé cuenta de que una cosa está dicha en serio y en broma a la vez , de veras y de burlas , y bajo el mismo respecto . Don Miguel tiene la preocupación del bufo trágico y me ha dicho más de una vez que no quisiera morirse sin haber escrito una bufonada trágica o una tragedia bufa , pero no en que lo bufo o grotesco y lo trágico estén mezclados o yuxtapuestos , sino fundidos y confundidos en uno . Y como yo le hiciese observar que eso no es sino el más desenfrenado romanticismo , me contestó : « No lo niego , pero con poner motes a las cosas no se resuelve nada . A pesar de mis más de veinte años de profesar la enseñanza de los clásicos , el clasicismo que se opone al romanticismo no me ha entrado . Dicen que lo helénico es distinguir , definir , separar ; pues lo mío es indefinir , confundir » . Y el fondo de esto no es más que una concepción , o mejor aún que concepción un sentimiento de la vida que no me atrevo a llamar pesimista porque sé que esta palabra no le gusta a don Miguel . Es su idea fija , monomaniaca , de que si su alma no es inmortal y no lo son las almas de los demás hombres y aun de todas las cosas , e inmortales en el sentido mismo en que las creían ser los ingenuos católicos de la Edad Media , entonces , si no es así , nada vale nada ni hay esfuerzo que merezca la pena . Y de aquí la doctrina del tedio de Leopardi después que pereció su engaño extremo , ch'io etemo mi credei de creerse eterno . Y esto explica que tres de los autores más favoritos de don Miguel sean Sénancour , Quental y Leopardi . Pero este adusto y áspero humorismo confusionista , además de herir la recelosidad de nuestras gentes , que quieren saber desde que uno se dirige a ellas a qué atenerse , molesta a no pocos . Quieren reírse , pero es para hacer mejor la digestión y para distraer las penas , no para devolver lo que indebidamente se hubiesen tragado y que puede indigestárseles , ni mucho menos para digerir las penas . Y don Miguel se empeña en que si se ha de hacer reír a las gentes debe ser no para que con las contracciones del diafragma ayuden a la digestión , sino para que vomiten lo que hubieren engullido , pues se ve más claro el sentido de la vida y del universo con el estómago vacío de golosinas y excesivos manjares . Y no admite eso de la ironía sin hiel ni del humorismo discreto , pues dice que donde no hay alguna hiel no hay ironía y que la discreción está reñida con el humorismo o , como él se complace en llamarle : malhumorismo . Todo lo cual le lleva a una tarea muy desagradable y poco agradecida , de la que dice que no es sino un masaje de la ingenuidad pública , a ver si el ingenio colectivo de nuestro pueblo se va agilizando y sutilizando poco a poco . Porque le saca de sus casillas el que digan que nuestro pueblo , sobre todo el meridional , es ingenioso . « Pueblo que se recrea en las corridas de toros y halla variedad y amenidad en ese espectáculo sencillísimo , está juzgado en cuanto a mentalidad » , dice . Y agrega que no puede haber mentalidad más simple y más córnea que la de un aficionado . ¡ Vaya usted con paradojas más o menos humorísticas al que acaba de entusiasmarse con una estocada de Vicente Pastor ! Y abomina del género festivo de los revisteros de toros , sacerdotes del juego de vocablos y de toda la bazofia del ingenio de puchero . Si a esto se añade los juegos de conceptos metafísicos en que se complace , se comprenderá que haya muchas gentes que se aparten con disgusto de su lectura , los unos porque tales cosas les levantan dolor de cabeza , y los otros porque , atentos a lo de que sancta sancte tractanda sunt , « lo santo ha de tratarse santamente » , estiman que esos conceptos no deben dar materia para burlas y jugueteos . Mas él dice a esto que no sabe por qué han de pretender que se traten en serio ciertas cosas los hijos espirituales de quienes se burlaron de las más santas , es decir , de las más consoladoras creencias y esperanzas de sus hermanos . Si ha habido quien se ha burlado de Dios , ¿ por qué no hemos de burlarnos de la Razón , de la Ciencia y hasta de la Verdad ? Y si nos han arrebatado nuestra más cara y más íntima esperanza vital , ¿ por qué no hemos de confundirlo todo para matar el tiempo y la eternidad y para vengarnos ? Fácil es también que salga diciendo alguno que hay en este libro pasajes escabrosos , o , si se quiere , pornográficos ; pero ya don Miguel ha tenido buen cuidado de hacerme decir a mí algo al respecto en el curso de esta nivola . Y está dispuesto a protestar de esa imputación y a sostener que las crudezas que aquí puedan hallarse ni llevan intención de halagar apetitos de la carne pecadora , ni tienen otro objeto que de ser punto de arranque imaginativo para otras consideraciones . Su repulsión a toda forma de pornografía es bien conocida de cuantos le conocen . Y no sólo por las corrientes razones morales , sino porque estima que la preocupación libidinosa es lo que más estraga la inteligencia . Los escritores pornográficos , o simplemente eróticos , le parecen los menos inteligentes , los más pobres de ingenio , los más tontos , en fin . Le he oído decir que de los tres vicios de la clásica terna de ellos : las mujeres , el juego y el vino , los dos primeros estropean más la mente que el tercero . Y conste que don Miguel no bebe más que agua . « A un borracho se le puede hablar — me decía una vez — y hasta dice cosas , pero ¿ quién resiste la conversación de un jugador o un mujeriego ? No hay por debajo de ella sino la de un aficionado a toros , colmo y copete de la estupidez » . No me extraña a mí , por otra parte , este consorcio de lo erótico con lo metafísico , pues creo saber que nuestros pueblos empezaron siendo , como sus literaturas nos lo muestran , guerreros y religiosos para pasar más tarde a eróticos y metafísicos . El culto a la mujer coincidió con el culto a las sutilezas conceptistas . En el albor espiritual de nuestros pueblos , en efecto , en la Edad Media , la sociedad bárbara sentía la exaltación religiosa y aun mística y la guerra — la espada lleva cruz en el puño — ; pero la mujer ocupaba muy poco y muy secundario lugar en su imaginación , y las ideas estrictamente filosóficas dormitaban , envueltas en teología , en los claustros conventuales . Lo erótico y lo metafísico se desarrollan a la par . La religión es guerrera ; la metafísica es erótica o voluptuosa . Es la religiosidad lo que le hace al hombre ser belicoso o combativo , o bien es la combatividad la que le hace religioso , y por otro lado es el instinto metafísico , la curiosidad de saber lo que no nos importa , el pecado original , en fin , lo que le hace sensual al hombre , o bien es la sensualidad la que , como a Eva , le despierta el instinto metafísico , el ansia de conocer la ciencia del bien y del mal . Y luego hay la mística , una metafísica de la religión que nace de la sensualidad de la combatividad . Bien sabía esto aquella cortesana ateniense Teodota , de que Jenofonte nos cuenta en sus Recuerdos la conversación que con Sócrates tuvo , y que proponía al filósofo , encantada de su modo de investigar , o más de partear la verdad , que se convirtiera en celestino de ella y le ayudase a cazar amigos . ( Synthérates , con-cazador , dice el texto , según don Miguel , profesor de griego , que es a quien debo esta interesantísima y tan reveladora noticia ) . Y en toda aquella interesantísima conversación entre Teodota , la cortesana , y Sócrates , el filósofo partero , se ve bien claro el íntimo parentesco que hay entre ambos oficios , y cómo la filosofía es en grande y buena parte lenocinio y el lenocinio es también filosofía . Y si todo esto no es así como digo , no se me negará al menos que es ingenioso , y basta . No se me oculta , por otra parte , que no estará conforme con esa mi distinción entre religión y belicosidad de un lado y filosofía y erótica de otro mi querido maestro don Fulgencio Entrambosmares del Aquilón , de quien don Miguel ha dado tan circunstanciada noticia en su novela o nivola Amor y pedagogía . Presumo que el ilustre autor del Ars magna combinatoria establecerá : una religión guerrera y una religión erótica , una metafísica guerrera y otra erótica , un erotismo religioso y un erotismo metafísico , un belicosismo metafísico y otro religioso y , por otra parte , una religión metafísica y una metafísica religiosa , un erotismo guerrero y un belicosismo erótico ; todo esto aparte de la religión religiosa , la metafísica metafísica , el erotismo erótico y el belicosismo belicoso . Lo que hace dieciséis combinaciones binarias . ¡ Y no digo nada de las ternarias del género : verbigracia , de una religión metafísico-erótica o de una metafísica guerrero-religiosa ! Pero yo no tengo ni el inagotable ingenio combinatorio de don Fulgencio , ni menos el ímpetu confusionista e indefinicionista de don Miguel . Mucho se me ocurre atañedero al inesperado final de este relato y a la versión que en él da don Miguel de la muerte de mi desgraciado amigo Augusto , versión que estimo errónea ; pero no es cosa de que me ponga yo ahora aquí a discutir en este prólogo con mi prologado . Pero debo hacer constar en descargo de mi conciencia que estoy profundamente convencido de que Augusto Pérez , cumpliendo el propósito de suicidarse que me comunicó en la última entrevista , que con él tuve , se suicidó realmente y de hecho , y no sólo idealmente y de deseo . Creo tener pruebas fehacientes en apoyo de mi opinión ; tantas y tales pruebas , que deja de ser opinión para llegar a conocimiento . Y con esto acabo . VÍCTOR GOTI . De buena gana discutiría aquí alguna de las afirmaciones de mi prologuista , Víctor Goti , pero como estoy en el secreto de su existencia — la de Goti — , prefiero dejarle la entera responsabilidad de lo que en ese su prólogo dice . Además , como fui yo quien le rogué que me lo escribiese , comprometiéndome de antemano — o sea a priori — a aceptarlo tal y como me lo diera , no es cosa ni de que lo rechace , ni siquiera de que me ponga a corregirlo y rectificarlo ahora a trasmano — o sea a posteriori — . Pero otra cosa es que deje pasar ciertas apreciaciones suyas sin alguna mía . No sé hasta qué punto sea lícito hacer uso de confidencias vertidas en el seno de la más íntima amistad y llevar al público opiniones o apreciaciones que no las destinaba a él quien las profiriera . Y Goti ha cometido en su prólogo la indiscreción de publicar juicios míos que nunca tuve intención de que se hiciesen públicos . O por lo menos nunca quise que se publicaran con la crudeza con que en privado los exponía . Y respecto a su afirmación de que el desgraciado … Aunque , desgraciado , ¿ por qué ? Bien ; supongamos que lo hubiese sido . Su afirmación , digo , de que el desgraciado , o lo que fuese , Augusto Pérez se suicidó y no murió como yo cuento su muerte , es decir , por mi libérrimo albedrío y decisión , es cosa que me hace sonreír . Opiniones hay , en efecto , que no merecen sino una sonrisa . Y debe andarse mi amigo y prologuista Goti con mucho tiento en discutir así mis decisiones , porque si me fastidia mucho acabaré por hacer con él lo que con su amigo Pérez hice , y es que le dejaré morir o le mataré a guisa de médico . Los cuales ya saben mis lectores que se mueven en este dilema : o dejan morir al enfermo por miedo a matarle , o le matan por miedo de que se les muera . Y así yo soy capaz de matar a Goti si veo que se me va a morir , o de dejarle morir si temo haber de matarle . Y no quiero prolongar más este post-prólogo , que es lo bastante para darle la alternativa a mi amigo Víctor Goti , a quien agradezco su trabajo . M . DE U . Al aparecer Augusto a la puerta de su casa extendió el brazo derecho , con la mano palma abajo y abierta , y dirigiendo los ojos al cielo quedóse un momento parado en esta actitud estatuaria y augusta . No era que tomaba posesión del mundo exterior , sino era que observaba si llovía . Y al recibir en el dorso de la mano el frescor del lento orvallo frunció el sobrecejo . Y no era tampoco que le molestase la llovizna , sino el tener que abrir el paraguas . ¡ Estaba tan elegante , tan esbelto , plegado y dentro de su funda ! Un paraguas cerrado es tan elegante como es feo un paraguas abierto . « Es una desgracia esto de tener que servirse uno de las cosas — pensó Augusto — ; tener que usarlas , el uso estropea y hasta destruye toda belleza . La función más noble de los objetos es la de ser contemplados . ¡ Qué bella es una naranja antes de comida ! Esto cambiará en el cielo cuando todo nuestro oficio se reduzca , o más bien se ensanche a contemplar a Dios y todas las cosas en Él . Aquí , en esta pobre vida , no nos cuidamos sino de servimos de Dios ; pretendemos abrirlo , como a un paraguas , para que nos proteja de toda suerte de males » . Díjose así y se agachó a recogerse los pantalones . Abrió el paraguas por fin y se quedó un momento suspenso y pensando : « y ahora , ¿ hacia dónde voy ? , ¿ tiro a la derecha o a la izquierda ? » . Porque Augusto no era un caminante , sino un paseante de la vida . « Esperaré a que pase un perro — se dijo — y tomaré la dirección inicial que él tome » . En esto pasó por la calle no un perro , sino una garrida moza , y tras de sus ojos se fue , como imantado y sin darse de ello cuenta , Augusto . Y así una calle y otra y otra . « Pero aquel chiquillo — iba diciéndose Augusto , que más bien que pensaba hablaba consigo mismo — , ¿ qué hará allí , tirado de bruces en el suelo ? ¡ Contemplar a alguna hormiga , de seguro ! ¡ La hormiga , bah , uno de los animales más hipócritas ! Apenas hace sino pasearse y hacernos creer que trabaja . Es como ese gandul que va ahí , a paso de carga , codeando a todos aquellos con quienes se cruza , y no me cabe duda de que no tiene nada que hacer . ¡ Qué ha de tener que hacer , hombre , qué ha de tener que hacer ! Es un vago , un vago como … ¡ No , yo no soy un vago ! Mi imaginación no descansa . Los vagos son ellos , los que dicen que trabajan y no hacen sino aturdirse y ahogar el pensamiento . Porque , vamos a ver , ese mamarracho de chocolatero que se pone ahí , detrás de esa vidriera , a darle al rollo majadero , para que le veamos , ese exhibicionista del trabajo , ¿ qué es sino un vago ? Y a nosotros ¿ qué nos importa que trabaje o no ? ¡ El trabajo ! ¡ El trabajo ! ¡ Hipocresía ! Para trabajo el de ese pobre paralítico que va ahí medio arrastrándose … Pero ¿ y qué sé yo ? ¡ Perdone , hermano ! — esto se lo dijo en voz alta — . ¿ Hermano ? ¿ Hermano en qué ? ¡ En parálisis ! Dicen que todos somos hijos de Adán . Y este , Joaquinito , ¿ es también hijo de Adán ? ¡ Adiós , Joaquín ! ¡ Vaya , ya tenemos el inevitable automóvil , ruido y polvo ! ¿ Y qué se adelanta con suprimir así distancias ? La manía de viajar viene de topofobia y no de filotopía ; el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar a que llega . Viajar … viajar … Qué chisme más molesto es el paraguas … Calla , ¿ qué es esto ? » . Y se detuvo a la puerta de una casa donde había entrado la garrida moza que le llevara imantado tras de sus ojos . Y entonces se dio cuenta Augusto de que la había venido siguiendo . La portera de la casa le miraba con ojillos maliciosos , y aquella mirada le sugirió a Augusto lo que entonces debía hacer . « Esta Cerbera aguarda — se dijo — que le pregunte por el nombre y circunstancias de esta señorita a que he venido siguiendo y , ciertamente , esto es lo que procede ahora . Otra cosa sería dejar mi seguimiento sin coronación , y eso no , las obras deben acabarse . ¡ Odio lo imperfecto ! » . Metió la mano al bolsillo y no encontró en él sino un duro . No era cosa de ir entonces a cambiarlo , se perdería tiempo y ocasión en ello . — Dígame , buena mujer — interpeló a la portera sin sacar el índice y el pulgar del bolsillo — , ¿ podría decirme aquí , en confianza y para ínter nos , el nombre de esta señorita que acaba de entrar ? — Eso no es ningún secreto ni nada malo , caballero . — Por lo mismo . — Pues se llama doña Eugenia Domingo del Arco . — ¿ Domingo ? Será Dominga … — No , señor , Domingo ; Domingo es su primer apellido . — Pues cuando se trata de mujeres , ese apellido debía cambiarse en Dominga . Y si no , ¿ dónde está la concordancia ? — No la conozco , señor . — Y dígame … dígame … — sin sacar los dedos del bolsillo — , ¿ cómo es que sale así sola ? ¿ Es soltera o casada ? ¿ Tiene padres ? — Es soltera y huérfana . Vive con unos tíos … — ¿ Paternos o maternos ? — Sólo sé que son tíos . — Basta y aun sobra . — Se dedica a dar lecciones de piano . — ¿ Y lo toca bien ? — Ya tanto no sé . — Bueno , bien , basta ; y tome por la molestia . — Gracias , señor , gracias . ¿ Se le ofrece más ? ¿ Puedo servirle en algo ? ¿ Desea le lleve algún mandado ? — Tal vez … tal vez … No por ahora … ¡ Adiós ! — Disponga de mí , caballero , y cuente con una absoluta discreción . « Pues señor — iba diciéndose Augusto al separarse de la portera — , ve aquí cómo he quedado comprometido con esta buena mujer . Porque ahora no puedo dignamente dejarlo así . Qué dirá si no de mí este dechado de porteras . ¿ Conque … Eugenia Dominga , digo Domingo , del Arco ? Muy bien , voy a apuntarlo , no sea que se me olvide . No hay más arte mnemotécnica que llevar un libro de memorias en el bolsillo . Ya lo decía mi inolvidable don Leoncio : ¡ no metáis en la cabeza lo que os quepa en el bolsillo ! A lo que habría que añadir por complemento : ¡ no metáis en el bolsillo lo que os quepa en la cabeza ! Y la portera , ¿ cómo se llama la portera ? » . Volvió unos pasos atrás . — Dígame una cosa más , buena mujer … — Usted mande … — Y usted , ¿ cómo se llama ? — ¿ Yo ? Margarita . — ¡ Muy bien , muy bien … gracias ! — No hay de qué . Y volvió a marcharse Augusto , encontrándose al poco rato en el paseo de la Alameda . Había cesado la llovizna . Cerró y plegó su paraguas y lo enfundó . Acercóse a un banco , y al palparlo se encontró con que estaba húmedo . Sacó un periódico , lo colocó sobre el banco y sentóse . Luego su cartera y blandió su pluma estilográfica . « He aquí un chisme utilísimo — se dijo — ; de otro modo , tendría que apuntar con lápiz el nombre de esa señorita y podría borrarse . ¿ Se borrará su imagen de mi memoria ? Pero ¿ cómo es ? ¿ Cómo es la dulce Eugenia ? Sólo me acuerdo de unos ojos … Tengo la sensación del toque de unos ojos … Mientras yo divagaba líricamente , unos ojos tiraban dulcemente de mi corazón . ¡ Veamos ! Eugenia Domingo , sí , Domingo , del Arco . ¿ Domingo ? No me acostumbro a eso de que se llame Domingo … No ; he de hacerle cambiar el apellido y que se llame Dominga . Pero , y nuestros hijos varones , ¿ habrán de llevar por segundo apellido el de Dominga ? Y como han de suprimir el mío , este impertinente Pérez , dejándolo en una P , ¿ se ha de llamar nuestro primogénito Augusto P Dominga ? Pero … ¿ adónde me llevas , loca fantasía ? » . Y apuntó en su cartera : Eugenia Domingo del Arco , Avenida de la Alameda , 58 . Encima de esta apuntación había estos dos endecasilabos : « Vaya — se dijo Augusto — , esta Eugenita , la profesora de piano , me ha cortado un excelente principio de poesía lírica trascendental . Me queda interrumpida . ¿ Interrumpida ? … Sí , el hombre no hace sino buscar en los sucesos , en las vicisitudes de la suerte , alimento para su tristeza o su alegría nativas . Un mismo caso es triste o alegre según nuestra disposición innata . ¿ Y Eugenia ? Tengo que escribirle . Pero no desde aquí , sino desde casa . ¿ Iré más bien al Casino ? No , a casa , a casa . Estas cosas desde casa , desde el hogar . ¿ Hogar ? Mi casa no es hogar . Hogar … hogar … ¡ Cenicero más bien ! ¡ Ay , mi Eugenia ! » . Y se volvió Augusto a su casa . Al abrirle el criado la puerta … Augusto , que era rico y solo , pues su anciana madre había muerto no hacía sino seis meses antes de estos menudos sucedidos , vivía con un criado y una cocinera , sirvientes antiguos en la casa a hijos de otros que en ella misma habían servido . El criado y la cocinera estaban casados entre sí , pero no tenían hijos . Al abrirle el criado la puerta le preguntó Augusto si en su ausencia había llegado alguien . — Nadie , señorito . Eran pregunta y respuesta sacramentales , pues apenas recibía visitas en casa Augusto . Entró en su gabinete , tomó un sobre y escribió en él : « Señorita doña Eugenia Domingo del Arco . EPM » . Y en seguida , delante del blanco papel , apoyó la cabeza en ambas manos , los codos en el escritorio , y cerró los ojos . « Pensemos primero en ella » , se dijo . Y esforzóse por atrapar en la oscuridad el resplandor de aquellos otros ojos que le arrastraran al azar . Estuvo así un rato sugiriéndose la figura de Eugenia , y como apenas si la había visto , tuvo que figurársela . Merced a esta labor de evocación fue surgiendo a su fantasía una figura vagarosa ceñida de ensueños . Y se quedó dormido . Se quedó dormido porque había pasado mala noche , de insomnio . — ¡ Señorito ! — ¿ Eh ? — exclamó despertándose . — Está ya servido el almuerzo . ¿ Fue la voz del criado , o fue el apetito , de que aquella voz no era sino un eco , lo que le despertó ? ¡ Misterios psicológicos ! Así pensó Augusto , que se fue al comedor diciéndose : ¡ oh , la psicología ! Almorzó con fruición su almuerzo de todos los días : un par de huevos fritos , un bisteque con patatas y un trozo de queso Gruyere . Tomó luego su café y se tendió en la mecedora . Encendió un habano , se lo llevó a la boca , y diciéndose : « ¡ Ay , mi Eugenia ! » se dispuso a pensar en ella . « ¡ Mi Eugenia , sí , la mía — iba diciéndose — , esta que me estoy forjando a solas , y no la otra , no la de carne y hueso , no la que vi cruzar por la puerta de mi casa , aparición fortuita , no la de la portera ! ¿ Aparición fortuita ? ¿ Y qué aparición no lo es ? ¿ Cuál es la lógica de las apariciones ? La de la sucesión de estas figuras que forman las nubes de humo del cigarro . ¡ El azar ! El azar es el íntimo ritmo del mundo , el azar es el alma de la poesía . ¡ Ah , mi azarosa Eugenia ! Esta mi vida mansa , rutinaria , humilde , es una oda pindárica tejida con las mil pequeñeces de lo cotidiano . ¡ Lo cotidiano ! ¡ El pan nuestro de cada día , dánosle hoy ! Dame , Señor , las mil menudencias de cada día . Los hombres no sucumbimos a las grandes penas ni a las grandes alegrías , y es porque esas penas y esas alegrías vienen embozadas en una inmensa niebla de pequeños incidentes . Y la vida es esto , la niebla . La vida es una nebulosa . Ahora surge de ella Eugenia . ¿ Y quién es Eugenia ? Ah , caigo en la cuenta de que hace tiempo la andaba buscando . Y mientras yo la buscaba ella me ha salido al paso . ¿ No es esto acaso encontrar algo ? Cuando uno descubre una aparición que buscaba , ¿ no es que la aparición , compadecida de su busca , se le viene al encuentro ? ¿ No salió la América a buscar a Colón ? ¿ No ha venido Eugenia a buscarme a mí ? ¡ Eugenia ! ¡ Eugenia ! ¡ Eugenia ! » . Y Augusto se encontró pronunciando en voz alta el nombre de Eugenia . Al oírle llamar , el criado , que acertaba a pasar junto al comedor , entró diciendo : — ¿ Llamaba , señorito ? — ¡ No , a ti no ! Pero , calla , ¿ no te llamas tú Domingo ? — Sí , señorito — respondió Domingo sin extrañeza alguna por la pregunta que se le hacía . — ¿ Y por qué te llamas Domingo ? — Porque así me llaman . « Bien , muy bien — se dijo Augusto — nos llamamos como nos llaman . En los tiempos homéricos tenían las personas y las cosas dos nombres , el que les daban los hombres y el que les daban los dioses . ¿ Cómo me llamará Dios ? ¿ Y por qué no he de llamarme yo de otro modo que como los demás me llaman ? ¿ Por qué no he de dar a Eugenia otro nombre distinto del que le dan los demás , del que le da Margarita , la portera ? ¿ Cómo la llamaré ? » . — Puedes irte — le dijo al criado . Se levantó de la mecedora , fue al gabinete , tomó la pluma y se puso a escribir : « Señorita : Esta misma mañana , bajo la dulce llovizna del cielo , cruzó usted , aparición fortuita , por delante de la puerta de la casa donde aún vivo y ya no tengo hogar . Cuando desperté fui a la puerta de la suya , donde ignoro si tiene usted hogar o no lo tiene . Me habían llevado allí sus ojos , sus ojos , que son refulgentes estrellas mellizas en la nebulosa de mi mundo . Perdóneme , Eugenia , y deje que le dé familiarmente este dulce nombre ; perdóneme la lírica . Yo vivo en perpetua lírica infinitesimal . » No sé qué más decirle . Sí , sí sé . Pero es tanto , tanto lo que tengo que decirle , que estimo mejor aplazarlo para cuando nos veamos y nos hablemos pues es lo que ahora deseo , que nos veamos , que nos hablemos , que nos escribamos , que nos conozcamos . Después … Después , ¡ Dios y nuestros corazones dirán ! » ¿ Me dará usted , pues , Eugenia , dulce aparición de mi vida cotidiana , me dará usted oídos ? » Sumido en la niebla de su vida espera su respuesta . » AUGUSTO PÉREZ » . Y rubricó diciéndose : « Me gusta esta costumbre de la rúbrica por lo inútil » . Cerró la carta y volvió a echarse a la calle . « ¡ Gracias a Dios — se decía camino de la avenida de la Alameda — , gracias a Dios que sé adónde voy y que tengo adónde ir ! Esta mi Eugenia es una bendición de Dios . Ya ha dado una finalidad , un hito de término a mis vagabundeos callejeros . Ya tengo casa que rondar ; ya tengo una portera confidente … » . Mientras iba así hablando consigo mismo cruzó con Eugenia sin advertir siquiera el resplandor de sus ojos . La niebla espiritual era demasiado densa . Pero Eugenia , por su parte , sí se fijó en él , diciéndose : « ¿ Quién será este joven ? , ¡ no tiene mal porte y parece bien acomodado ! » . Y es que , sin darse clara cuenta de ello , adivinó a uno que por la mañana la había seguido . Las mujeres saben siempre cuándo se las mira , aun sin verlas , y cuándo se las ve sin mirarlas . Y siguieron los dos , Augusto y Eugenia , en direcciones contrarias , cortando con sus almas la enmarañada telaraña espiritual de la calle . Porque la calle forma un tejido en que se entrecruzan miradas de deseo , de envidia , de desdén , de compasión , de amor , de odio , viejas palabras cuyo espíritu quedó cristalizado , pensamientos , anhelos , toda una tela misteriosa que envuelve las almas de los que pasan . Por fin se encontró Augusto una vez más ante Margarita la portera , ante la sonrisa de Margarita . Lo primero que hizo esta al ver a aquel fue sacar la mano del bolsillo del delantal . — Buenas tardes , Margarita . — Buenas tardes , señorito . — Augusto , buena mujer , Augusto . — Don Augusto — añadió ella . — No a todos los nombres les cae el don — observó él — . Así como de Juan a don Juan hay un abismo , así le hay de Augusto a don Augusto . ¡ Pero … sea ! ¿ Salió la señorita Eugenia ? — Sí , hace un momento . — ¿ En qué dirección ? — Por ahí . Y por ahí se dirigió Augusto . Pero al rato volvió . Se le había olvidado la carta . — ¿ Hará el favor , señora Margarita , de hacer llegar esta carta a las propias blancas manos de la señorita Eugenia ? — Con mucho gusto . — Pero a sus propias blancas manos , ¿ eh ? A sus manos tan marfileñas como las teclas del piano a que acarician . — Sí , ya , lo sé de otras veces . — ¿ De otras veces ? ¿ Qué es eso de otras veces ? — Pero ¿ es que cree el caballero que es esta la primera carta de este género … ? — ¿ De este género ? Pero ¿ usted sabe el género de mi carta ? — Desde luego . Como las otras . — ¿ Como las otras ? ¿ Como qué otras ? — ¡ Pues pocos pretendientes que ha tenido la señorita … ! — Ah , ¿ pero ahora está vacante ? — ¿ Ahora ? No , no , señor , tiene algo así como un novio … aunque creo que no es sino aspirante a novio … Acaso le tenga en prueba … puede ser que sea interino … — ¿ Y cómo no me lo dijo ? — Como usted no me lo preguntó … — Es cierto . Sin embargo , entréguele esta carta y en propias manos , ¿ entiende ? ¡ Lucharemos ! ¡ Y vaya otro duro ! — Gracias , señor , gracias . Con trabajo se separó de allí Augusto , pues la conversación nebulosa , cotidiana , de Margarita la portera empezaba a agradarle . ¿ No era acaso un modo de matar el tiempo ? « ¡ Lucharemos ! — iba diciéndose Augusto calle abajo — , ¡ sí , lucharemos ! ¿ Conque tiene otro novio , otro aspirante a novio … ? ¡ Lucharemos ! Militia est vita hominis super terram . Ya tiene mi vida una finalidad ; ya tengo una conquista que llevar a cabo . ¡ Oh , Eugenia , mi Eugenia , has de ser mía ! ¡ Por lo menos , mi Eugenia , esta que me he forjado sobre la visión fugitiva de aquellos ojos , de aquella yunta de estrellas en mi nebulosa , esta Eugenia sí que ha de ser mía , sea la otra , la de la portera , de quien fuere ! ¡ Lucharemos ! Lucharemos y venceré . Tengo el secreto de la victoria . ¡ Ah , Eugenia , mi Eugenia ! » . Y se encontró a la puerta del Casino , donde ya Víctor le esperaba para echar la cotidiana partida de ajedrez . — Hoy te retrasaste un poco , chico — dijo Víctor a Augusto — , ¡ tú , tan puntual siempre ! — Qué quieres … quehaceres … — ¿ Quehaceres , tú ? — Pero ¿ es que crees que solo tienen quehaceres los agentes de bolsa ? La vida es mucho más compleja de lo que tú te figuras . — O yo más simple de lo que tú crees … — Todo pudiera ser . — ¡ Bien , sal ! Augusto avanzó dos casillas el peon del rey , y en vez de tararear como otras veces trozos de opera , se quedó diciéndose : « ¡ Eugenia , Eugenia , Eugenia , mi Eugenia , finalidad de mi vida , dulce resplandor de estrellas mellizas en la niebla , lucharemos ! Aquí sí que hay lógica , en esto del ajedrez y , sin embargo , ¡ qué nebuloso , qué fortuito después de todo ! ¿ No será la lógica también algo fortuito , algo azaroso ? Y esa aparición de mi Eugenia , ¿ no será algo lógico ? ¿ No obedecerá a un ajedrez divino ? » . — Pero , hombre — le interrumpió Víctor — , ¿ no quedamos en que no sirve volver atrás la jugada ? ¡ Pieza tocada , pieza jugada ! — En eso quedamos , sí . — Pues si haces eso te como gratis ese alfil . — Es verdad , es verdad ; me había distraído . — Pues no distraerse ; que el que juega no asa castañas . Y ya lo sabes ; pieza tocada , pieza jugada . — ¡ Vamos , sí , lo irreparable ! — Así debe ser . Y en ello consiste lo educativo de este juego . « ¿ Y por qué no ha de distraerse uno en el juego ? — se decía Augusto — . ¿ Es o no es un juego la vida ? ¿ Y por qué no ha de servir volver atrás las jugadas ? ¡ Esto es la lógica ! Acaso esté ya la carta en manos de Eugenia . Alea jacta est ! A lo hecho , pecho . ¿ Y mañana ? ¡ Mañana es de Dios ! ¿ Y ayer , de quién es ? ¿ De quién es ayer ? ¡ Oh , ayer , tesoro de los fuertes ! ¡ Santo ayer , sustancia de la niebla cotidiana ! » . — ¡ Jaque ! — volvió a interrumpirle Víctor . — Es verdad , es verdad … veamos … Pero ¿ cómo he dejado que las cosas lleguen a este punto ? — Distrayéndote , hombre , como de costumbre . Si no fueses tan distraído serías uno de nuestros primeros jugadores . — Pero , dime , Víctor , ¿ la vida es juego o es distracción ? — Es que el juego no es sino distracción . — Entonces , ¿ qué más da distraerse de un modo o de otro ? — Hombre , de jugar , jugar bien . — ¿ Y por qué no jugar mal ? ¿ Y qué es jugar bien y qué jugar mal ? ¿ Por qué no hemos de mover estas piezas de otro modo que como las movemos ? — Esto es la tesis , Augusto amigo , según tú , filósofo conspicuo , me has enseñado . — Bueno , pues voy a darte una gran noticia . — ¡ Venga ! — Pero , asómbrate , chico . — Yo no soy de los que se asombran a priori o de antemano . — Pues allá va : ¿ sabes lo que me pasa ? — Que cada vez estás más distraído . — Pues me pasa que me he enamorado . — Bah , eso ya lo sabía yo . — ¿ Cómo que lo sabías … ? — Naturalmente , tú estás enamorado ab origine , desde que naciste ; tienes un amorío innato . — Sí , el amor nace con nosotros cuando nacemos . — No he dicho amor , sino amorío . Y ya sabía yo , sin que tuvieras que decírmelo , que estabas enamorado o más bien enamoriscado . Lo sabía mejor que tú mismo . — Pero ¿ de quién ? Dime , ¿ de quién ? — Eso no lo sabes tú más que yo . — Pues , calla , mira , acaso tengas razón … — ¿ No te lo dije ? Y si no , dime , ¿ es rubia o morena ? — Pues , la verdad , no lo sé . Aunque me figuro que debe de ser ni lo uno ni lo otro ; vamos , así , pelicastaña . — ¿ Es alta o baja ? — Tampoco me acuerdo bien . Pero debe de ser una cosa regular . Pero ¡ qué ojos , chico , qué ojos tiene mi Eugenia ! — ¿ Eugenia ? — Sí , Eugenia Domingo del Arco , avenida de la Alameda , 58 . — ¿ La profesora de piano ? — La misma . Pero … — Sí , la conozco . Y ahora … ¡ jaque otra vez ! — Pero … — ¡ Jaque he dicho ! — Bueno … Y Augusto cubrió el rey con un caballo . Y acabó perdiendo el juego . Al despedirse , Víctor , poniéndose la diestra , a guisa de yugo , sobre el cerviguillo , le susurró al oído : — Conque Eugenita la pianista , ¿ eh ? Bien , Augustito , bien ; tú poseerás la tierra . « ¡ Pero esos diminutivos — pensó Augusto — , esos terribles diminutivos ! » . Y salió a la calle . « ¿ Por qué el diminutivo es señal de cariño ? — iba diciéndose Augusto camino de su casa — . ¿ Es acaso que el amor achica la cosa amada ? ¡ Enamorado yo ! ¡ Yo enamorado ! ¡ Quién había de decirlo … ! Pero ¿ tendrá razón Víctor ? ¿ Seré un enamorado ab initio ? Tal vez mi amor ha precedido a su objeto . Es más , es este amor el que lo ha suscitado , el que lo ha extraído de la niebla de la creación . Pero si yo adelanto aquella torre no me da el mate , no me lo da . ¿ Y qué es amor ? ¿ Quién definió el amor ? Amor definido deja de serlo … Pero , Dios mío , ¿ por qué permitirá el alcalde que empleen para los rótulos de los comercios tipos de letra tan feos como ese ? Aquel alfil estuvo mal jugado . ¿ Y cómo me he enamorado si en rigor no puedo decir que la conozco ? Bah , el conocimiento vendrá después . El amor precede al conocimiento , y este mata a aquel . Nihil volitum quin praecognitum , me enseñó el padre Zaramillo , pero yo he llegado a la conclusión contraria y es que nihil cognitum quin praevolitum . Conocer es perdonar , dicen . No , perdonar es conocer . Primero el amor , el conocimiento después . Pero ¿ cómo no vi que me daba mate al descubierto ? Y para amar algo , ¿ qué basta ? ¡ Vislumbrarlo ! El vislumbre ; he aquí la intuición amorosa , el vislumbre en la niebla . Luego viene el precisarse , la visión perfecta , el resolverse la niebla en gotas de agua o en granizo , o en nieve , o en piedra . La ciencia es una pedrea . ¡ No , no , niebla , niebla ! ¡ Quién fuera águila para pasearse por los senos de las nubes ! Y ver al sol a través de ellas , como lumbre nebulosa también . » ¡ Oh , el águila ! ¡ Qué cosas se dirían el águila de Patmos , la que mira al sol cara a cara y no ve en la negrura de la noche , cuando escapándose de junto a san Juan se encontró con la lechuza de Minerva , la que ve en lo oscuro de la noche , pero no puede mirar al sol , y se había escapado del Olimpo ! » . Al llegar a este punto cruzó Augusto con Eugenia y no reparó en ella . « El conocimiento viene después … — siguió diciéndose — . Pero … ¿ Qué ha sido eso ? Juraría que han cruzado por mi órbita dos refulgentes y místicas estrellas gemelas … ¿ Habrá sido ella ? El corazón me dice … ¡ Pero , calla , ya estoy en casa ! » . Y entró . Dirigióse a su cuarto , y al reparar en la cama se dijo : « ¡ Solo ! , ¡ dormir solo ! , ¡ soñar solo ! Cuando se duerme en compañía , el sueño debe de ser común . Misteriosos efluvios han de unir los dos cerebros . ¿ O no es acaso que a medida que los corazones más se unen , más se separan las cabezas ? Tal vez . Tal vez están en posiciones mutuamente adversas . Si dos amantes piensan lo mismo , sienten en contrario uno del otro ; si comulgan en el mismo sentimiento amoroso , cada cual piensa otra cosa que el otro , tal vez lo contrario . La mujer sólo ama a su hombre mientras no piense como ella , es decir , mientras piense . Veamos a este honrado matrimonio » . Muchas noches , antes de acostarse , solía Augusto echar una partida de tute con su criado , Domingo , y mientras , la mujer de este , la cocinera , contemplaba el juego . Empezó la partida . — ¡ Veinte en copas ! — cantó Domingo . — ¡ Decidme ! — exclamó Augusto de pronto — . ¿ Y si yo me casara ? — Muy bien hecho , señorito — dijo Domingo . — Según y conforme — se atrevió a insinuar Liduvina , su mujer . — Pues ¿ no te casaste tú ? — le interpeló Augusto . — Según y conforme , señorito . — ¿ Cómo según y conforme ? Habla . — Casarse es muy fácil ; pero no es tan fácil ser casado . — Eso pertenece a la sabiduría popular , fuente de … — Y lo que es la que haya de ser mujer del señorito … — agregó Liduvina , temiendo que Augusto les espetara todo un monólogo . — ¿ Qué ? La que haya de ser mi mujer , ¿ qué ? Vamos , ¡ dilo , dilo , mujer , dilo ! — Pues que como el señorito es tan bueno … — Anda , dilo , mujer , dilo de una vez . — Ya recuerda lo que decía la señora … A la piadosa mención de su madre Augusto dejó las cartas sobre la mesa , y su espíritu quedó un momento en suspenso . Muchas veces su madre , aquella dulce señora , hija del infortunio , le había dicho : « Yo no puedo vivir ya mucho , hijo mío ; tu padre me está llamando . Acaso le hago a él más falta que a ti . Así que yo me vaya de este mundo y te quedes solo en él tú cásate , cásate cuanto antes . Trae a esta casa dueña y señora . Y no es que yo no tenga confianza en nuestros antiguos y fieles servidores , no . Pero trae ama a la casa . Y que sea ama de casa , hijo mío , que sea ama . Hazla dueña de tu corazón , de tu bolsa , de tu despensa , de tu cocina y de tus resoluciones . Busca una mujer de gobierno , que sepa querer … y gobernarte » . — Mi mujer tocará el piano — dijo Augusto sacudiendo sus recuerdos y añoranzas . — ¡ El piano ! Y eso ¿ para qué sirve ? — preguntó Liduvina . — ¿ Para qué sirve ? Pues ahí estriba su mayor encanto , en que no sirve para maldita de Dios la cosa , lo que se llama servir . Estoy harto de servicios … — ¿ De los nuestros ? — ¡ No , de los vuestros , no ! Y además el piano sirve , sí , sirve … sirve para llenar de armonía los hogares y que no sean ceniceros . — ¡ Armonía ! Y eso ¿ con qué se come ? — Liduvina … Liduvina … La cocinera bajó la cabeza ante el dulce reproche . Era la costumbre de uno y de otra . — Sí , tocará el piano , porque es profesora de piano . — Entonces no lo tocará — añadió con firmeza Liduvina — . Y si no , ¿ para qué se casa ? — Mi Eugenia … — empezó Augusto . — ¿ Ah , pero se llama Eugenia y es maestra de piano ? — preguntó la cocinera . — Sí , ¿ pues ? — ¿ La que vive con unos tíos en la Avenida de la Alameda , encima del comercio del señor Tiburcio ? — La misma . ¿ Qué , la conoces ? — Sí … de vista … — No , algo más , Liduvina , algo más . Vamos , habla ; mira que se trata del porvenir y de la dicha de tu amo … — Es buena muchacha , sí , buena muchacha … — Vamos , habla , Liduvina … , ¡ por la memoria de mi madre ! … — Acuérdese de sus consejos , señorito . Pero ¿ quién anda en la cocina ? ¿ A que es el gato ? … Y levantándose la criada , se salió . — ¿ Y qué , acabamos ? — preguntó Domingo . — Es verdad , Domingo , no podemos dejar así la partida . ¿ A quién le toca salir ? — A usted , señorito . — Pues allá va . Y perdió también la partida , por distraído . « Pues señor — se decía al retirarse a su cuarto — , todos la conocen ; todos la conocen menos yo . He aquí la obra del amor . ¿ Y mañana ? ¿ Qué haré mañana ? ¡ Bah ! A cada día bástele su cuidado . Ahora , a la cama » . Y se acostó . Y ya en la cama siguió diciéndose : « Pues el caso es que he estado aburriéndome sin saberlo , y dos mortales años … desde que murió mi santa madre … Sí , sí , hay un aburrimiento inconsciente . Casi todos los hombres nos aburrimos inconscientemente . El aburrimiento es el fondo de la vida , y el aburrimiento es el que ha inventado los juegos , las distracciones , las novelas y el amor . La niebla de la vida rezuma un dulce aburrimiento , licor agridulce . Todos estos sucesos cotidianos , insignificantes ; todas estas dulces conversaciones con que matamos el tiempo y alargamos la vida , ¿ qué son sino dulcísimo aburrirse ? ¡ Oh , Eugenia , mi Eugenia , flor de mi aburrimiento vital e inconsciente , asísteme en mis sueños , sueña en mí y conmigo ! » . Y quedóse dormido . Cruzaba las nubes , águila refulgente , con las poderosas alas perladas de rocío , fijos los ojos de presa en la niebla solar , dormido el corazón en dulce aburrimiento al amparo del pecho forjado en tempestades ; en derredor , el silencio que hacen los rumores remotos de la tierra , y allá en lo alto , en la cima del cielo , dos estrellas mellizas derramando bálsamo invisible . Desgarró el silencio un chillido estridente que decía : « ¡ La Correspondencia ! … » . Y vislumbró Augusto la luz de un nuevo día . « ¿ Sueño o vivo ? — se preguntó embozándose en la manta — . ¿ Soy águila o soy hombre ? ¿ Qué dirá el papel ese ? ¿ Qué novedades me traerá el nuevo día consigo ? ¿ Se habrá tragado esta noche un terremoto a Corcubión ? ¿ Y por qué no a Leipzig ? ¡ Oh , la asociación lírica de ideas , el desorden pindárico ! El mundo es un caleidoscopio . La lógica la pone el hombre . El supremo arte es el del azar . Durmamos , pues , un rato más » . Y diose media vuelta en la cama . ¡ La Correspondencia ! … ¡ El vinagrero ! Y luego un coche , y después un automóvil , y unos chiquillos después . « ¡ Imposible ! — volvió a decirse Augusto — . Esto es la vida que vuelve . Y con ella el amor … ¿ Y qué es el amor ? ¿ No es acaso la destilación de todo esto ? ¿ No es el jugo del aburrimiento ? Pensemos en Eugenia ; la hora es propicia » . Y cerró los ojos con el propósito de pensar en Eugenia . ¿ Pensar ? Pero este pensamiento se le fue diluyendo , derritiéndosele , y al poco rato no era sino una polca . Es que un piano de manubrio se había parado al pie de la ventana de su cuarto y estaba sonando . Y el alma de Augusto repercutía notas , no pensaba . « La esencia del mundo es musical — se dijo Augusto cuando murió la última nota del organillo — . Y mi Eugenia , ¿ no es musical también ? Toda ley es una ley de ritmo , y el ritmo es el amor . He aquí que la divina mañana , virginidad del día , me trae un descubrimiento : el amor es el ritmo . La ciencia del ritmo son las matemáticas ; la expresión sensible del amor es la música . La expresión , no su realización ; entendámonos » . Le interrumpió un golpecito a la puerta . — ¡ Adelante ! — ¿ Llamaba , señorito ? — dijo Domingo . — ¡ Sí … el desayuno ! Había llamado , sin haberse dado de ello cuenta , lo menos hora y media antes que de costumbre , y una vez que hubo llamado tenía que pedir el desayuno , aunque no era hora . « El amor aviva y anticipa el apetito — siguió diciéndose Augusto — . ¡ Hay que vivir para amar ! Sí , ¡ y hay que amar para vivir ! » . Se levantó a tomar el desayuno . — ¿ Qué tal tiempo hace , Domingo ? — Como siempre , señorito . — Vamos , sí , ni bueno ni malo . — ¡ Eso ! Era la teoría del criado , quien también se las tenía . Augusto se lavó , peinó , vistió y avió como quien tiene ya un objetivo en la vida , rebosando íntimo arregosto de vivir . Aunque melancólico . Echóse a la calle , y muy pronto el corazón le tocó a rebato . « ¡ Calla — se dijo — , si yo la había visto , si yo la conocía hace mucho tiempo ; sí , su imagen me es casi innata … ! ¡ Madre mía , ampárame ! » . Y al pasar junto a él , al cruzarse con él Eugenia , la saludó aún más con los ojos que con el sombrero . Estuvo a punto de volverse para seguirla , pero venció el buen juicio y el deseo que tenía de charlar con la portera . « Es ella , sí , es ella — siguió diciéndose — , es ella , es la misma , es la que yo buscaba hace años , aun sin saberlo ; es la que me buscaba . Estábamos destinados uno a otro en armonía preestablecida ; somos dos mónadas complementaria una de otra . La familia es la verdadera célula social . Y yo no soy más que una molécula . ¡ Qué poética es la ciencia , Dios mío ! ¡ Madre , madre mía , aquí tienes a tu hijo ; aconséjame desde el cielo ! ¡ Eugenia , mi Eugenia … ! » . Miró a todas partes por si le miraban , pues se sorprendió abrazando al aire . Y se dijo : « El amor es un éxtasis ; nos saca de nosotros mismos » . Le volvió a la realidad — ¿ a la realidad ? — la sonrisa de Margarita . — ¿ Y qué , no hay novedad ? — le preguntó Augusto . — Ninguna , señorito . Todavía es muy pronto . — ¿ No le preguntó nada al entregársela ? — Nada . — ¿ Y hoy ? — Hoy , sí . Me preguntó por sus señas de usted , y si le conocía , y quién era . Me dijo que el señorito no se había acordado de poner la dirección de su casa . Y luego me dio un encargo … — ¿ Un encargo ? ¿ Cuál ? No vacile . — Me dijo que si volvía por acá le dijese que estaba comprometida , que tiene novio . — ¿ Que tiene novio ? — Ya se lo dije yo , señorito . — No importa , ¡ lucharemos ! — Bueno , lucharemos . — ¿ Me promete usted su ayuda , Margarita ? — Claro que sí . — ¡ Pues venceremos ! Y se retiró . Fuese a la Alameda a refrescar sus emociones en la visión de verdura , a oír cantar a los pájaros sus amores . Su corazón verdecía y dentro de él cantábanle también como ruiseñores recuerdos alados de la infancia . Era , sobre todo , el cielo de recuerdos de su madre derramando una lumbre derretida y dulce sobre todas sus demás memorias . De su padre apenas se acordaba ; era una sombra mítica que se le perdía en lo más lejano ; era una nube sangrienta de ocaso . Sangrienta , porque siendo aún pequeñito lo vio bañado en sangre , de un vómito , y cadavérico . Y repercutía en su corazón , a tan larga distancia , aquel ¡ hijo ! de su madre , que desgarró la casa ; aquel ¡ hijo ! que no se sabía si dirigido al padre moribundo o a él , a Augusto , empedernido de incomprensión ante el misterio de la muerte . Poco después su madre , temblorosa de congoja , le apechugaba a su seno , y con una letanía de ¡ hijo mío ! , ¡ hijo mío ! , le bautizaba en lágrimas de fuego . Y él lloró también , apretándose a su madre , y sin atreverse a volver la cara ni apartarla de la dulce oscuridad de aquel regazo palpitante , por miedo a encontrarse con los ojos devoradores del coco . Y así pasaron días de llanto y de negrura , hasta que las lágrimas fueron yéndose hacia dentro y la casa fue derritiendo los negrores . Era una casa dulce y tibia . La luz entraba por entre las blancas flores bordadas en los visillos . Las butacas abrían , con intimidad de abuelos hechos niños por los años , sus brazos . Allí estaba siempre el cenicero con la ceniza del último puro que apuró su padre . Y allí , en la pared , el retrato de ambos , del padre y de la madre , la viuda ya , hecho el día mismo en que se casaron . Él , que era alto , sentado , con una pierna cruzada sobre la otra , enseñando la lengüeta de la bota , y ella , que era bajita , de pie a su lado y apoyando la mano , una mano fina que no parecía hecha para agarrar , sino para posarse como paloma , en el hombro de su marido . Su madre iba y venía sin hacer ruido , como un pajarillo , siempre de negro , con una sonrisa , que era el poso de las lágrimas de los primeros días de viudez , siempre en la boca y en torno de los ojos escudriñadores . « Tengo que vivir para ti , para ti solo — le decía por las noches , antes de acostarse — , Augusto » . Y este llevaba a sus sueños nocturnos un beso húmedo aún en lágrimas . Como un sueño dulce se les iba la vida . Por las noches le leía su madre algo , unas veces la vida del Santo , otras una novela de Julio Verne o algún cuento candoroso y sencillo . Y algunas veces hasta se reía , con una risa silenciosa y dulce que trascendía a lágrimas lejanas . Luego entró al Instituto y por las noches era su madre quien le tomaba las lecciones . Y estudió para tomárselas . Estudió todos aquellos nombres raros de la historia universal , y solía decirle sonriendo : « Pero ¡ cuántas barbaridades han podido hacer los hombres , Dios mío ! » . Estudió matemáticas , y en esto fue en lo que más sobresalió aquella dulce madre . « Si mi madre llega a dedicarse a las matemáticas … » , se decía Augusto . Y recordaba el interés con que seguía el desarrollo de una ecuación de segundo grado . Estudió psicología , y esto era lo que más se le resistía . « Pero ¡ qué ganas de complicar las cosas ! » , solía decir a esto . Estudió física y química e historia natural . De la historia natural lo que no le gustaba era aquellos motajos raros que se les da en ella a los animales y las plantas . La fisiología le causaba horror , y renunció a tomar sus lecciones a su hijo . Sólo con ver aquellas láminas que representaban el corazón o los pulmones al desnudo presentábasele la sanguinosa muerte de su marido . « Todo esto es muy feo , hijo mío — le decía — ; no estudies médico . Lo mejor es no saber cómo se tienen las cosas de dentro » . Cuando Augusto se hizo bachiller le tomó en brazos , le miró al bozo , y rompiendo en lágrimas exclamó : « ¡ Si viviese tu padre … ! » . Después le hizo sentarse sobre sus rodillas , de lo que él , un chicarrón ya , se sentía avergonzado , y así le tuvo , en silencio , mirando al cenicero de su difunto . Y luego vino su carrera , sus amistades universitarias , y la melancolía de la pobre madre al ver que su hijo ensayaba las alas . « Yo para ti , yo para ti — solía decirle — , y tú , ¡ quién sabe para qué otra ! … Así es el mundo , hijo » . El día en que se recibió de licenciado en Derecho , su madre , al llegar él a casa , le tomó y besó la mano de una manera cómicamente grave , y luego , abrazándole , díjole al oído : « ¡ Tu padre te bendiga , hijo mío ! » . Su madre jamás se acostaba hasta que él lo hubiese hecho , y le dejaba con un beso en la cama . No pudo , pues , nunca trasnochar . Y era su madre lo primero que veía al despertarse . Y en la mesa , de lo que él no comía , tampoco ella . Salían a menudo juntos de paseo y así iban , en silencio , bajo el cielo , pensando ella en su difunto y él pensando en lo que primero pasaba a sus ojos . Y ella le decía siempre las mismas cosas , cosas cotidianas , muy antiguas y siempre nuevas . Muchas de ellas empezaban así : « Cuando te cases … » . Siempre que cruzaba con ellos alguna muchacha hermosa , o siquiera linda , su madre miraba a Augusto con el rabillo del ojo . Y vino la muerte , aquella muerte lenta , grave y dulce , indolorosa , que entró de puntillas y sin ruido , como un ave peregrina , y se la llevó a vuelo lento , en una tarde de otoño . Murió con su mano en la mano de su hijo , con sus ojos en los ojos de él . Sintió Augusto que la mano se enfriaba , sintió que los ojos se inmovilizaban . Soltó la mano después de haber dejado en su frialdad un beso cálido , y cerró los ojos . Se arrodilló junto al lecho y pasó sobre él la historia de aquellos años iguales . Y ahora estaba aquí , en la Alameda , bajo el gorjear de los pájaros , pensando en Eugenia . Y Eugenia tenía novio . « Lo que temo , hijo mío — solía decirle su madre — , es cuando te encuentres con la primera espina en el camino de tu vida » . ¡ Si estuviera aquí ella para hacer florecer en rosa a esta primera espina ! « Si viviera mi madre encontraría solución a esto — se dijo Augusto — , que no es , después de todo , más difícil que una ecuación de segundo grado . Y no es , en el fondo , más que una ecuación de segundo grado » . Unos débiles quejidos , como de un pobre animal , interrumpieron su soliloquio . Escudriñó con los ojos y acabó por descubrir , entre la verdura de un matorral , un pobre cachorrillo de perro que parecía buscar camino en tierra . « ¡ Pobrecillo ! — se dijo — . Lo han dejado recién nacido a que muera ; les faltó valor para matarlo » . Y lo recogió . El animalito buscaba el pecho de la madre . Augusto se levantó y volvióse a casa pensando : « Cuando lo sepa Eugenia , ¡ mal golpe para mi rival ! ¡ Qué cariño le va a tomar al pobre animalito ! Y es lindo , muy lindo . ¡ Pobrecito , cómo me lame la mano … ! » . — Trae leche , Domingo ; pero tráela pronto — le dijo al criado no bien este le hubo abierto la puerta . — ¿ Pero ahora se le ocurre comprar perro , señorito ? — No lo he comprado , Domingo ; este perro no es esclavo , sino que es libre ; lo he encontrado . — Vamos , sí , es expósito . — Todos somos expósitos , Domingo . Trae leche . Le trajo la leche y una pequeña esponja para facilitar la succión . Luego hizo Augusto que se le trajera un biberón para el cachorrillo , para Orfeo , que así le bautizó , no se sabe ni sabía él tampoco por qué . Y Orfeo fue en adelante el confidente de sus soliloquios , el que recibió los secretos de su amor a Eugenia . « Mira , Orfeo — le decía silenciosamente — , tenemos que luchar . ¿ Qué me aconsejas que haga ? Si te hubiese conocido mi madre … Pero ya verás , ya verás cuando duermas en el regazo de Eugenia , bajo su mano tibia y dulce . Y ahora , ¿ qué vamos a hacer , Orfeo ? » . Fue melancólico el almuerzo de aquel día , melancólico el paseo , la partida de ajedrez melancólica y melancólico el sueño de aquella noche . « Tengo que tomar alguna determinación — se decía Augusto paseándose frente a la casa número 58 de la avenida de la Alameda — ; esto no puede seguir así » . En aquel momento se abrió uno de los balcones del piso segundo , en que vivía Eugenia , y apareció una señora enjuta y cana con una jaula en la mano . Iba a poner el canario al sol . Pero al ir a ponerlo faltó el clavo y la jaula se vino abajo . La señora lanzó un grito de desesperación : « ¡ Ay , mi Pichín ! » . Augusto se precipitó a recoger la jaula . El pobre canario revolotaba dentro de ella despavorido . Subió Augusto a la casa , con el canario agitándose en la jaula y el corazón en el pecho . La señora le esperaba . — ¡ Oh , gracias , gracias , caballero ! — Las gracias a usted , señora . — ¡ Pichín mío ! , ¡ mi Pichincito ! ¡ Vamos , cálmate ! ¿ Gusta usted pasar , caballero ? — Con mucho gusto , señora . Y entró Augusto . Llevólo la señora a la sala , y diciéndole : « Aguarde un poco , que voy a dejar a mi Pichín » , le dejó solo . En este momento entró en la sala un caballero anciano , el tío de Eugenia sin duda . Llevaba anteojos ahumados y un fez en la cabeza . Acercóse a Augusto , y tomando asiento junto a él le dirigió estas palabras : — ( Aquí una frase en esperanto que quiere decir : ¿ Y usted no cree conmigo que la paz universal llegará pronto merced al esperanto ? ) . Augusto pensó en la huida , pero el amor a Eugenia le contuvo . El otro prosiguió hablando , en esperanto también . Augusto se decidió por fin . — No le entiendo a usted una palabra , caballero . — De seguro que le hablaba a usted en esa maldita jerga que llaman esperanto — dijo la tía , que a este punto entraba . Y añadió dirigiéndose a su marido — : Fermín , este señor es el del canario . — Pues no te entiendo más que tú cuando te hablo en esperanto — le contestó su marido . — Este señor ha recogido a mi pobre Pichín , que cayó a la calle , y ha tenido la bondad de traérmelo . Y usted — añadió volviéndose a Augusto — ¿ quién es ? — Yo soy , señora , Augusto Pérez , hijo de la difunta viuda de Pérez Rovira , a quien usted acaso conocería . — ¿ De doña Soledad ? — Exacto ; de doña Soledad . — Y mucho que conocí a la buena señora . Fue una viuda y una madre ejemplar . Le felicito a usted por ello . — Y yo me felicito de deber al feliz accidente de la caída del canario el conocimiento de ustedes . — ¡ Feliz ! ¿ Llama usted feliz a ese accidente ? — Para mí , sí . — Gracias , caballero — dijo don Fermín , agregando — : Rigen a los hombres y a sus cosas enigmáticas leyes , que el hombre , sin embargo , puede vislumbrar . Yo , señor mío , tengo ideas particulares sobre casi todas las cosas … — Cállate con tu estribillo , hombre — exclamó la tía — . ¿ Y cómo es que pudo usted acudir tan pronto en socorro de mi Pichín ? — Seré franco con usted , señora ; le abriré mi pecho . Es que rondaba la casa . — ¿ Esta casa ? — Sí , señora . Tienen ustedes una sobrina encantadora . — Acabáramos , caballero . Ya , ya veo el feliz accidente . Y veo que hay canarios providenciales . — ¿ Quién conoce los caminos de la Providencia ? — dijo don Fermín . — Yo los conozco , hombre , yo — exclamó su señora ; y volviéndose a Augusto — : tiene usted abiertas las puertas de esta casa … Pues ¡ no faltaba más ! Al hijo de doña Soledad … Así como así , va usted a ayudarme a quitar a esa chiquilla un caprichito que se le ha metido en la cabeza … — ¿ Y la libertad ? — insinuó don Fermín . — Cállate tú , hombre , y quédate con tu anarquismo . — ¿ Anarquismo ? — exclamó Augusto . Irradió de gozo el rostro de don Fermín , y añadió con la más dulce de sus voces : — Sí , señor mío , yo soy anarquista , anarquista místico , pero en teoría , entiéndase bien , en teoría . No tema usted , amigo — y al decir esto le puso amablemente la mano sobre la rodilla — , no echo bombas . Mi anarquismo es puramente espiritual . Porque yo , amigo mío , tengo ideas propias sobre casi todas las cosas … — Y usted , ¿ no es anarquista también ? — preguntó Augusto a la tía , por decir algo . — ¿ Yo ? Eso es un disparate , eso de que no mande nadie . Si no manda nadie , ¿ quién va a obedecer ? ¿ No comprende usted que eso es imposible ? — Hombres de poca fe , que llamáis imposible … — empezó don Fermín . Y la tía , interrumpiéndole : — Pues bien , mi señor don Augusto , pacto cerrado . Usted me parece un excelente sujeto , bien educado , de buena familia , con una renta más que regular … Nada , nada , desde hoy es usted mi candidato . — Tanto honor , señora … — Sí ; hay que hacer entrar en razón a esta mozuela . Ella no es mala , sabe usted , pero caprichosa … Luego , ¡ fue criada con tanto mimo ! … Cuando sobrevino aquella terrible catástrofe de mi pobre hermano … — ¿ Catástrofe ? — preguntó Augusto . — Sí , y como la cosa es pública no debo yo ocultársela a usted . El padre de Eugenia se suicidó después de una operación bursátil desgraciadísima y dejándola casi en la miseria . Le quedó una casa , pero gravada con una hipoteca que se lleva sus rentas todas . Y la pobre chica se ha empeñado en ir ahorrando de su trabajo hasta reunir con qué levantar la hipoteca . Figúrese usted , ¡ ni aunque se esté dando lecciones de piano sesenta años ! Augusto concibió al punto un propósito generoso y heroico . — La chica no es mala — prosiguió la tía — , pero no hay modo de entenderla . — Si aprendierais esperanto — empezó don Fermín . — Déjanos de lenguas universales . ¿ Conque no nos entendemos en las nuestras y vas a traer otra ? — Pero ¿ usted no cree , señora — le preguntó Augusto — , que sería bueno que no hubiese sino una sola lengua ? — ¡ Eso , eso ! — exclamó alborozado don Fermín . — Sí , señor — dijo con firmeza la tía — ; una sola lengua : el castellano , y a lo sumo el bable para hablar con las criadas que no son racionales . La tía de Eugenia era asturiana y tenía una criada , asturiana también , a la que reñía en bable . — Ahora , si es en teoría — añadió — , no me parece mal que haya una sola lengua . Porque este mi marido , en teoría , es hasta enemigo del matrimonio … — Señores — dijo Augusto levantándose — , estoy acaso molestando … — Usted no molesta nunca , caballero — le respondió la tía — , y queda comprometido a volver por esta casa . Ya lo sabe usted , es usted mi candidato . Al salir se le acercó un momento don Fermín y le dijo al oído : « ¡ No piense usted en eso ! » . « ¿ Y por qué no ? » , le preguntó Augusto . « Hay presentimientos , caballero , hay presentimientos … » . Al despedirse , las últimas palabras de la tía fueron : « Ya lo sabe , es mi candidato » . Cuando Eugenia volvió a casa , las primeras palabras de su tía al verla fueron : — ¿ Sabes Eugenia , quién ha estado aquí ? Don Augusto Pérez . — Augusto Pérez … Augusto Pérez … ¡ Ah , sí ! Y ¿ quién le ha traído ? — Pichín , mi canario . — Y ¿ a qué ha venido ? — ¡ Vaya una pregunta ! Tras de ti . — ¿ Tras de mí y traído por el canario ? Pues no lo entiendo . Valiera más que hablases en esperanto , como tío Fermín . — Él viene tras de ti y es un mozo joven , no feo , apuesto , bien educado , fino , y sobre todo rico , chica , sobre todo rico . — Pues que se quede con su riqueza , que si yo trabajo no es para venderme . — Y ¿ quién te ha hablado de venderte , polvorilla ? — Bueno , bueno , tía , dejémonos de bromas . — Tú le verás , chiquilla , tú le verás e irás cambiando de ideas . — Lo que es eso … — Nadie puede decir de esta agua no beberé . — ¡ Son misteriosos los caminos de la Providencia ! — exclamó don Fermín — . Dios … — Pero , hombre — le arguyó su mujer — , ¿ cómo se compadece eso de Dios con el anarquismo ? Ya te lo he dicho mil veces . Si no debe mandar nadie , ¿ qué es eso de Dios ? — Mi anarquismo , mujer , me lo has oído otras mil veces , es místico , es un anarquismo místico . Dios no manda como mandan los hombres . Dios es también anarquista , Dios no manda , sino … — Obedece , ¿ no es eso ? — Tú lo has dicho , mujer , tú lo has dicho . Dios mismo te ha iluminado . ¡ Ven acá ! Cogió a su mujer , le miró en la frente , soplóle en ella , sobre unos rizos de blancos cabellos y añadió : — Te inspiró Él mismo . Sí , Dios obedece … obedece . — Sí , en teoría , ¿ no es eso ? Y tú , Eugenita , déjate de bobadas , que se te presenta un gran partido . — También yo soy anarquista , tía , pero no como tío Fermín , no mística . — ¡ Bueno , se verá ! — terminó la tía . « ¡ Ay , Orfeo ! — decía ya en su casa Augusto , dándole la leche a aquel — . ¡ Ay , Orfeo ! Di el gran paso , el paso decisivo ; entré en su hogar , entré en el santuario . ¿ Sabes lo que es dar un paso decisivo ? Los vientos de la fortuna nos empujan y nuestros pasos son decisivos todos . ¿ Nuestros ? ¿ Son nuestros esos pasos ? Caminamos , Orfeo mío , por una selva enmarañada y bravía , sin senderos . El sendero nos lo hacemos con los pies según caminamos a la ventura . Hay quien cree seguir una estrella ; yo creo seguir una doble estrella , melliza . Y esa estrella no es sino la proyección misma del sendero al cielo , la proyección del azar . » ¡ Un paso decisivo ! Y dime , Orfeo , ¿ qué necesidad hay de que haya ni Dios ni mundo ni nada ? ¿ Por qué ha de haber algo ? ¿ No te parece que esa idea de la necesidad no es sino la forma suprema que el azar toma en nuestra mente ? » ¿ De dónde ha brotado Eugenia ? ¿ Es ella una creación mía o soy creación suya yo ? , ¿ o somos los dos creaciones mutuas , ella de mí y yo de ella ? ¿ No es acaso todo creación de cada cosa y cada cosa creación de todo ? Y ¿ qué es creación ? , ¿ qué eres tú , Orfeo ? , ¿ qué soy yo ? » Muchas veces se me ha ocurrido pensar , Orfeo , que yo no soy , e iba por la calle antojándoseme que los demás no me veían . Y otras veces he fantaseado que no me veían como me veía yo , y que mientras yo me creía ir formalmente , con toda compostura , estaba , sin saberlo , haciendo el payaso , y los demás riéndose y burlándose de mí . ¿ No te ha ocurrido alguna vez a ti esto , Orfeo ? Aunque no , porque tú eres joven todavía y no tienes experiencia de la vida . Y además eres perro . » Pero , dime , Orfeo , ¿ no se os ocurrirá alguna vez a los perros creeros hombres , así como ha habido hombres que se han creído perros ? » ¡ Qué vida esta , Orfeo , qué vida , sobre todo desde que murió mi madre ! Cada hora me llega empujada por las horas que le precedieron ; no he conocido el porvenir . Y ahora que empiezo a vislumbrarlo me parece se me va a convertir en pasado . Eugenia es ya casi un recuerdo para mí . Estos días que pasan … este día , este eterno día que pasa … deslizándose en niebla de aburrimiento . Hoy como ayer , mañana como hoy . Mira , Orfeo , mira la ceniza que dejó mi padre en aquel cenicero … » Esta es la revelación de la eternidad , Orfeo , de la terrible eternidad . Cuando el hombre se queda a solas y cierra los ojos al porvenir , al ensueño , se le revela el abismo pavoroso de la eternidad . La eternidad no es porvenir . Cuando morimos nos da la muerte media vuelta en nuestra órbita y emprendemos la marcha hacia atrás , hacia el pasado , hacia lo que fue . Y así , sin término , devanando la madeja de nuestro destino , deshaciendo todo el infinito que en una eternidad nos ha hecho , caminando a la nada , sin llegar nunca a ella , pues que ella nunca fue . » Por debajo de esta corriente de nuestra existencia , por dentro de ella , hay otra corriente en sentido contrario ; aquí vamos del ayer al mañana , allí se va del mañana al ayer . Se teje y se desteje a un tiempo . Y de vez en cuando nos llegan hálitos , vahos y hasta rumores misteriosos de ese otro mundo , de ese interior de nuestro mundo . Las entrañas de la historia son una contrahistoria , es un proceso inverso al que ella sigue . El río subterráneo va del mar a la fuente . » Y ahora me brillan en el cielo de mi soledad los dos ojos de Eugenia . Me brillan con el resplandor de las lágrimas de mi madre . Y me hacen creer que existo , ¡ dulce ilusión ! Amo , ergo sum ! Este amor , Orfeo , es como lluvia bienhechora en que se deshace y concreta la niebla de la existencia . Gracias al amor siento al alma de bulto , la toco . Empieza a dolerme en su cogollo mismo el alma , gracias al amor , Orfeo . Y el alma misma , ¿ qué es sino amor , sino dolor encarnado ? » Vienen los días y van los días y el amor queda . Allá dentro , muy dentro , en las entrañas de las cosas se rozan y friegan la corriente de este mundo con la contraria corriente del otro , y de este roce y friega viene el más triste y el más dulce de los dolores : el de vivir . » Mira , Orfeo , las lizas , mira la urdimbre , mira cómo la trama ya viene con la lanzadera , mira cómo juegan las primideras ; pero , dime , ¿ dónde está el enjullo a que se arrolla la tela de nuestra existencia , dónde ? » . Como Orfeo no había visto nunca un telar , es muy difícil que entendiera a su amo . Pero mirándole a los ojos mientras hablaba adivinaba su sentir .