Alumbrados por la pálida luz de la luna , que débilmente reflejaba en las cristalinas aguas del Ebro , dos caballeros seguian silenciosamente una de sus escabrosas orillas . La noche estaba escesivamente fria : soplaba con violencia un viento de invierno : oíase á lo lejos el ahullido del lobo y el ladrido del vigilante perro : negras nubes cruzaban con rapidez por el espacio , y su densidad ocultaba á veces el astro de la noche . Cercados , pues , de mil peligros , luchando con mil dificultades , y lo que es mas que todo , temiendo á cada paso ser descubiertos en su marcha , aquellos desconocidos llegaron á un espeso bosque , en que terminaba la senda que seguían . - Hemos perdido el camino , dijo uno de los dos al mismo tiempo que detenia la fogosidad de un hermoso caballo árabe que montaba : debimos de esperar en Herrera á que llegase el día , y no esponernos de este modo á andar vagando toda la noche . Si yo hubiera seguido mi primer pensamiento y desechado tu dictamen , ahora estariamos descansando en nuestras buenas camas , en vez de andar sin ningun fruto por estas asperezas . - Sin embargo de lo que á vuestra merced duele el mal rato presente , respondió aquel á quien las anteriores palabras fueron dirigidas , creo que todavía no hay motivo para arrepentirse de haber salido de Herrera . Nosotros necesitamos ocultar nuestros pasos y designios , aun á aquellos que se muestran nuestros amigos : debemos de precavernos de todo el mundo , y contemplar un enemigo en cada hombre . Ínterin que no tengamos pruebas de la sinceridad de los que nos manifiestan su afecto , debemos de mostrarnos frios y reservados con ellos . Vuestra merced se lamenta de la cena y cama que ha perdido esta noche en el monasterio de Herrera ; y quién sabe si aquellos benditos padres , en cuanto supiesen quiénes eran los huéspedes que albergaban , no nos hubieran entregado á nuestros enemigos ? - Y por dónde lo habian de saber ? A no ser que tú , que muchas veces , impelido por esa pasion de charlar que te domina , se te escapara indicarles una parte de mis proyectos , yo por la mia , puedo asegurar que nada sabrian . Cabalmente es gente cuya compañía y conversacion detesto . - En odio hácia ellos aventajo á vuestra merced , y si no puedo decir lo mismo de la prudencia , permítame al menos que le diga que yo solo manifiesto aquellas cosas que ningun perjuicio puede seguírseme de que se sepan . Es cierto que hablo mucho y á menudo ; pero tan solo es para darme á conocer entre los que me escuchan por un hombre de larga historia , ocultando siempre la verdadera . Todavía á nadie he manifestado mi nacimiento y las causas porque estoy en España . - Ea , pues , déjalas : no me las manifiestes á mí tampoco : recuerda que estamos en un bosque y á orillas de un caudaloso río . Estas palabras , pronunciadas con cierto aire de enojo y superioridad , contuvieron al hablador ; el cual , llevado de su pasion , se disponia á referir todas las vicisitudes de su vida , embocando de paso un discurso laudatorio de sí mismo . - Bien conozco que debemos de tratar de salir cuanto antes de aqui , dijo entonces variando de conversacion : yo creo que la casa de Baruch ya no debe de estar muy lejos . La última vez que vine , recuerdo haber visto junto á ella una espesa arboleda ; y nada tendria de estraño que fuese esta en que nos encontramos . Si vuestra merced me concede su licencia , marcharé á ver si la descubro . - Y tratas de dejarme aquí solo ? - Si , señor , pero por muy breves momentos , porque si nos encontramos en el parage que yo me figuro , antes de andar dos tiros de ballesta ya habremos salido de dudas . - Pues para eso , te acompañaré yo tambien . - Corriente : yo solo lo hacia porque vuestra merced no se molestase infructuosamente . Echaron á andar internándose en el bosque ; y al poco tiempo , por tener este poco mas de media milla de estension , se encontraron en el otro estremo . - Allá está la casa de Baruch , dijo entonces uno de los caminantes , estendiendo su brazo horizontalmente . - La distingues ya ? - Sí ; y vuestra merced ? - Yo todavía no . - Pues andemos un poco mas , y no tardaremos en llegar á ella . No tan pronto como habia dicho , sino despues de bastante tiempo y trabajo , que aumentaba la impaciencia de los caminantes , llegaron á una alquería circuida de unos jardines , y en cuyas paredes jalbegadas reflejaba la luna . Apeáronse entonces sin dilacion , y uno de los caballeros , dando dos palmadas , pronunció en alta voz estas palabras , que sin duda eran una señal convenida : - Baruch , Baruch , Israel te llama ! En cuanto fueron oidas por los que habitaban en la alquería , se apresuraron á franquear la entrada ; y un personage de mas de cincuenta años , de tez morena y arrugada , de ojos negros y penetrantes , de barba larga y entrecana , y de estatura alta , que aumentaba una larga y morada túnica que vestia , con un ancho cinturon de cuero negro y un turbante blanco á la usanza de las naciones orientales , se apresuró á salir al encuentro de los caminantes . - Permitidme , señor , que salude al futuro rey de Castilla . Al dirigir estas palabras al que entre ellos parecia ser superior , se inclinó respetuosamente , y besó ademas una de sus manos . - Baruch , podemos hablar con seguridad ? preguntó aquel á quien se acababa de tributar una parte de los honores que se , deben á los príncipes . - Con seguridad completa , señor ; entrad , y nada temais de mi pobre Rebeca : ella está tan interesada como yo en el triunfo de vuestra causa , y dirige al Dios de Abraham ardientes votos por vuestros aumentos y conservacion . - Sin embargo , yo vengo á veros y á hablaros sin testigos ... Hizo entonces el hebreo una señal , y se retiró su pobre , Rebeca , dejando á su marido la luz con que ella los alumbraba . - Hásme saludado por futuro rey de Castilla , dijo entonces el que tan exigente se mostraba en casa agena , y quisiera saber quién te ha dictado esas palabras . - La ciencia , señor , la ciencia ... - La ciencia dices ! vamos á ver ... Y al mismo tiempo entraba y se sentaba en la mejor pieza que habia en la alquería . Su compañero , despues de haber atendido al cuidado de los caballos en una cuadra inmediata , esperaba sus órdenes conversando con Rebeca en la cocina . - Yo he consultado vuestro horóscopo , continuó el judío manteniéndose á una distancia respetuosa , he seguido el curso de los astros ; y allí , señor , allí he visto escrito vuestro destino . Vos habeis nacido para reinar : el trono de Castilla próximo á quedar vacante , os espera : los pueblos os bendecirán con entusiasmo ; y nuestra pobre nacion , tan perseguida y odiada , respirará tranquila en vuestros estados . No es verdad , señor , que la protegereis ? Sí : nosotros en vos confiamos , porque sabemos que no hareis traicion á vuestros nobles sentimientos , ni faltareis á vuestra palabra . De este modo encontrareis en el pueblo de Judá un escudo que os preserve de todos los peligros que os esperan , un apoyo firmísimo para subir al trono de vuestros padres , y un aliado fiel que prodigará por vos su sangre y sus tesoros . Ah ! venga ya ese venturoso dia de vuestra proclamacion ; llegue cuanto antes el momento de nuestra libertad , y cante Israel sus triunfos y sus glorias . Levántate ya , esclava encadenada , y ven á saludar á tu libertador . Deja tus vestiduras de duelo y tristeza , y adórnate con el ropage nupcial . Pasó ya para tí el invierno de las tribulaciones , y llegó la amena primavera de los placeres . Permitid , señor , a mi comprimido corazon este desahogo . Cuando considero las desgracias del pueblo hebreo ; cuando contemplo la opresion en que gime por una larga serie de siglos ; cuando recuerdo la maldad y tiranía de sus opresores , y cuando leo en la historia aquellas horribles matanzas de Francia y Alemania , deseo la muerte , por no poder soportar la amarga pena que me devora . Si una peste invade las provincias que habitamos , al instante la plebe clama por nuestro esterminio , y nos distribuye los males que padece : si un ejército de cruzados se dispone para dejar la Europa , un grito terrible de esterminio sale de sus filas . « Sacrifiquemos , dice , antes de nuestra partida á los que han crucificado á nuestro Dios : venguemos en el pueblo deicida los ultrajes de Jesucristo , y acabemos con esta raza que lleva en su frente el sello de la reprobacion eterna . » Si el Estado se encuentra en apuros , nuevos pechos y derramas anuncian la férrea voluntad de un príncipe dispuesto á esterminarnos ; por todas partes , en fin , no vemos mas que persecucion y desastres . Nos encontramos dispersos , errantes y perseguidos sobre la superficie de la tierra , como si fuéramos los enemigos del género humano , é indignos de habitar entre los hombres . Nuestra suerte es aun mas dura y cruel que lo fuera la de nuestros padres esclavizados por el impío Faraon , de quien los rescatara la omnipotencia de Jehová . Gemimos oprimidos por el incircunciso Filisteo , que nos ha usurpado la herencia que nos pertenece , y no cesa de insultarnos en nuestra pobreza . Ya se acabó para nosotros la magestad del templo ; ya han desaparecido sus altares y sacrificios , y la reina de las provincias , la dominadora de las naciones , aquella Jerusalen que era la delicia de nuestros padres , ya no es hoy mas que un monton de ruinas . Por lo mismo , señor , de vos esperamos que enjugareis nuestras lágrimas , resucitando los hermosos tiempos de Juliano , de aquel emperador en quien nuestro pueblo encontró un protector y un padre . - Sí ; pero para eso , repuso á este discurso el huésped de Baruch , es necesario que yo suba al trono de Castilla : de otro modo , cómo quieres que yo remedie los males que padecen los de tu pueblo ? Es , pues , preciso que vuestros sacrificios no se reduzcan á vanos esfuerzos y estériles deseos . Se necesita obrar con actividad y energía para inutilizar las maquinaciones de los que me disputarán la corona á que aspiro . - De eso he querido hablaros tambien ; pero el deseo de manifestaros lo que he leido en los cielos acerca de vuestro porvenir , me impidió complaceros en esta parte . - Pues hubieras ahorrado mucho tiempo y trabajo si no hubieras consultado mi horóscopo . - Cómo , señor ! no creeis en la astrología ? - Es una ciencia muy vana para mí . - Sin duda ignorais sus misterios ; pero para que os convenzais de su verdad , otra ciencia viene ahora en apoyo de mis vaticinios : por la metoposcopia conozco que estais destinado para reinar . - Quisiera que te persuadieras de que no he venido aquí para que lucieras conmigo tus conocimientos , que si se quiere por otra parte no dejaré de admirar , sino para saber por tu medio con qué recursos podria contar en el dia de la lucha que veo aproximarse . - Ya os he indicado que con los tesoros de toda la tribu de Judá ; pues ahora necesito haceros algunas revelaciones : la reina de Portugal no solo os dispensa su amistad , sino que se compromete á inclinar el ánimo del rey su marido , á que envie un ejército en vuestro apoyo á Castilla . Teneis un poderoso auxiliar en la persona del maestre de Avis : el rey de Granada es ya uno de vuestros aliados mas sinceros ; y el duque de Alencastre está dispuesto á entrar en esta liga , con tal que consintais en desposaros con su hija . Y para que vengais en conocimiento de lo adelantados que estan vuestros negocios , habeis de saber que en la misma corte de vuestro padre teneis un agente tan sagaz , que él solo basta para trastornar todo un imperio : el árabe Boa-Eddin , fingiéndose fugitivo de Granada , y de acuerdo con su rey , háse presentado en Santo Domingo de la Calzada , y regalado á vuestro padre unos borceguíes muy vistosos , que el incauto príncipe se apresuró a ponerse . Esta imprudencia le costará la vida : los borceguíes estaban emponzoñados , y su mortal veneno se ha inoculado en la masa de su sangre . Pronto se divulgará su fin , y entonces es la ocasion mas oportuna para que vos seais proclamado . - Sí ; pero ese regicidio me horroriza , repuso el huésped por un impulso natural y espontáneo de su corazon . - Ninguno de nosotros tiene parte en ese crímen : su responsabilidad es tan solo de los sarracenos de África . Ademas que vos debeis de recordar los medios de que se valió don Enrique para subir al trono de las dos coronas : tal vez lo que ahora pasa en Santo Domingo no es mas que una consecuencia de las escenas de Montiel : la Providencia se anticipa en sus castigos ... - Estas palabras del judío no pudieron calmar los remordimientos del que acababa de escucharlas . Él aspiraba al trono de Castilla ; es cierto que bebia los vientos por ceñirse una corona que , á pesar de su brillantez , podia llamarse de espinas ; pero la sola idea de que para conseguirlo era preciso cometer un gran crímen , le desconcertaba . Sin embargo , pudo mas en esta ocasion , como en todas las que el hombre se deja arrebatar de sus pasiones , su amor á las grandezas de la tierra ; y despues de algunos momentos de pansa preguntó nuevamente á su interlocutor : - Y tan solo con los recursos que me indicas cuentan mis partidarios para proclamarme rey ? yo creí que ya contábais con algunas tropas y castillos , y segun veo no hay hasta ahora mas que dinero y buenos deseos . - Es preciso obrar con suma prudencia , y por lo mismo esperamos á la muerte de don Enrique para sobornar la guarnicion de las plazas , y proclamaros en un mismo dia . Tan solo para este objeto tiene reunidos Joseph Pico en Burgos mas de veinte mil ducados . - Pues yo preferiria á todo eso quinientos caballeros y dos mil peones . - Desengañaos ; habiendo dinero hay soldados y castillos ; ya sabeis lo que decia Filipo de Macedonia , « que no habia para él ninguna plaza inespugnable , con tal que tuviese una senda por donde pudiese subir á ella un macho cargado de oro . » - A pesar de todo eso , es necesario que mañana marches á Burgos , y que te pongas de acuerdo con Joseph Pico acerca de lo que se ha de hacer . Llegó ya el momento en que es preciso que demostremos nuestra actividad y valor , arriesgando cuanto tenemos por todo lo que deseamos . Desde Burgos quisiera que pasases á Medina del Campo , y que favorecido por la esperiencia y consejos de Benjamin Artal , se me proclamase en aquella villa tan pronto como espirase mi padre don Enrique . En mis estados de Gijon ya está todo preparado para este dia : tan solo se esperan allí mis órdenes . - Hace pocos dias , que disfrazado de mercader , he recorrido la mayor parte de los estados de Leon y Castilla hablando favorablemente de vos á los principales judíos . Todos me han ofrecido su influencia y sus tesoros ; pero quieren , ademas de garantías para el porvenir , que sus nombres y personas permanezcan ocultas . Es tanto lo que ha padecido nuestra pobre nacion , que no estraño esta exigencia ! Pero á pesar de todo , mañana emprenderé nuevamente este viaje para decirles que esten prontos , pues vos les concedeis lo que desean ... No es verdad , señor ? - Si ; pero diles que garantías no puede darles otras el hijo de un rey mas que su palabra : en cuanto á lo demas , estoy conforme . - Creo que ellos lo esten pronto tambien . - Segun eso , me retiro antes que en Pancorvo se note mi falta . - Podeis hacerlo cuando gusteis ; yo pasaré por allá á daros parte del aspecto que presentan vuestros negocios ; y mientras tanto , si algo se os ofrece advertirme y no quereis molestaros en buscarme , podeis enviarme á vuestro confidente , que me hallará ó en Medina ó en Toledo . - Eso mismo habia pensado , así como el recomendarte la mayor actividad y reserva . Entonces el huésped llamó á su compañero , a quien mandó sacar los caballos . Baruch se acercó á él , y dándole dos palmaditas en el hombro : - Amós , Amós , le dijo , sé fiel al príncipe . Y dentro de algunos instantes habian desaparecido por la orilla del rio . Semejante á una madre desolada que inconsolablemente llora la temprana muerte de un tierno pequeñuelo , á quien alimentara con su propia sustancia , la desventurada España se lamentaba por la muerte de su buen rey don Enrique II . Recordábanse sus beneficios y mercedes ; traíanse á la memoria sus vicisitudes y peligros ; referíanse sus heroicidades y trabajos ; y comparando su feliz reinado con el turbulento que se preparaba , no cesaban de maldecir á la muerte , que les arrebatara en flor el mejor de los reyes . El aspecto que ofrecía entonces la hermosa herencia de Recaredo y San Fernando era en demasía triste y aflictivo . Recelábase que el duque de Alencastre no se propusiese por medio de estrangeras armas disputar los derechos de que se creía asistido por su muger doña Constanza ; temíase que la nobleza , poco satisfecha con el testamento del último rey , no declarase la guerra desde sus góticos castillos ; sospechábase que el Navarro no se aliase nuevamente con los ingleses para reparar sus recientes derrotas ; y como si todo esto no fuera capaz de imponer al hombre mas esforzado , el bastardo don Alfonso se habia declarado en rebelion abierta tan pronto como espirara su padre don Enrique . Todas las miradas , pues , se fijaban en el infante don Juan ; pero este príncipe , que se encontraba en Tudela , ignoraba todavía el luto que cubria á Castilla . El obispo de Sigüenza don Juan Manrique fué el encargado de cumplir el triste deber de comunicar al jóven infante tan triste noticia . - Ojalá , señor , dijo estando ya en su presencia , que la muerte no hubiera respetado á las arrugas de mi frente ni á la blancura de mi cabeza ; ojalá que no fuera yo el encargado de manifestar á vuestra grandeza cuánto padece en este dia nuestra amada patria por la gran pérdida que acaba de esperimentar ! Pero al hombre , señor , al hombre mortal , á ese insecto de un dia , no le es dado penetrar en los arcanos de la Providencia para descubrir allí las causas porque al parecer perdona á príncipes impíos y castiga á reyes muy justos ... El infante se sobresaltó con este razonamiento del prelado ; y revelándole su amante corazon su verdadero sentido . - Por Cristo crucificado , lo interrumpe , decidme cuanto sepais acerca de mi padre . - Vuestro padre , señor , vuestro padre está ahora con Dios en los cielos . El jóven príncipe lanzó un grito ; y un momento despues , estrechando en sus brazos al anciano obispo de Sigüenza , derramó sobre su pecho las lágrimas que el amor filial arrancaba de su corazon . Luego que hubo pagado este tributo que el deber de hijo le imponia , y ordenado que se ofreciese el tremendo sacrificio de nuestros altares por el descanso eterno del que era objeto de su dolor , y cuando se disponia á regresar á sus estados para dar asiento en las cosas del reino , don Juan Manrique te presentó un pergamino cuidadosamente cerrado . - Os entrego , señor , los últimos documentos y consejos que vuestro padre , próximo á espirar , me hizo escribir , con encargo de que os los entregara . Sus manos descarnadas , ya no podian elevarse al cielo , y su corazon aun estaba ocupado con la memoria de vuestra felicidad . Por lo mismo , señor , abrid y leed ; y figuraos que la sombra de vuestro padre sale de las hediondeces del sepulcro y os repite todas las palabras que contiene . El infante tomó el pergamino en sus manos con una especie de respeto que rayaba en veneracion , y abriéndolo leyó lo siguiente : « Mi muerte , hijo querido , te coloca en el trono de Leon y Castilla . Las obligaciones que tienes que cumplir , si has de ser un rey bendecido por Dios y venerado por los hombres , son muy sagradas : su número es muy crecido ; pero no permitiéndome mi estado presente recordártelas todas , únicamente te hablare de las principales . En el cisma que hoy aflige desgraciadamente á la cristiandad , no te inclines facilmente á ninguna de las partes : ama á Dios , honra y ampara su Iglesia , y aborrece el pecado de todo corazon ; procura conservar la amistad y buena correspondencia con los reyes de Francia , de quien recibimos el remedio en nuestras necesidades ; no descanses hasta haber conseguido la libertad de los infelices cristianos que gimen en las mazmorras de los infieles ; pon un especial cuidado en la eleccion de tus criados y ministros , procurando que sean sabios y temerosos de Dios : desprecia y castiga á los lisonjeros de que suelen estar los palacios llenos ; infórmate por ti mismo de las necesidades de tu pueblo , porque de otro modo te espones á ser engañado ; si buscas la verdad , solo la encontrarás en el Evangelio ; los príncipes estan condenados á no oir mas que el error y la mentira ; finalmente , tres raleas y suertes de gentes encontrarás en tus estados , los que siguieron mi parcialidad , los que al rey don Pedro , y los que permanecieron neutrales . Á los primeros conservarás las mercedes que les hice ; pero no fies demasiado de su constancia : á los segundos puedes encargar cualquier destino , pues su consecuencia y lealtad al rey mi hermano es una garantía de que te serán leales : á los terceros debes de mantener en justicia , mas no les des encargo ni destino en el reino , porque estos mas cuidarán de sí mismos que del pro comun . Esta lectura fué interrumpida muchas veces por los suspiros y lágrimas del nuevo rey ; el cual , hincándose de rodillas , juró por Dios y por su Madre Santísima obedecer y cumplir la última voluntad de su padre . Aquella misma tarde , acompañado del prelado y de algunas tropas de las que guarnecian por Castilla algunas plazas de Navarra , salió para sus estados , en donde hizo con verdadera pompa el enterramiento y honras de don Enrique . Concluidos todos estos actos , en que sobresalió su piedad , su magnificencia y su amor filial , se trasladó á Burgos para satisfacer una de las necesidades de aquella época , que era la de su coronacion . El dia designado para esta augusta ceremonia , ofrecia la antigua capital de Castilla un aspecto muy distinto de aquel en que se cubrió de luto por la muerte de su último rey . Habia preparadas muchas danzas , segun la costumbre del pais : hablábase de juegos de sortija , de torneos , justas y saraos : las casas estaban en su generalidad ricamente adornadas con preciosas colgaduras de Córdoba y , Sevilla : las posadas encontrábanse atestadas de forasteros que hablan acudido á la funcion ; pero nada igualaba en riqueza y magnificencia á la iglesia del monasterio de Santa María la Real de Huelgas , en que el jóven príncipe iba á ser coronado . El suntuoso monumento que legara á la posteridad la piedad de Alfonso VIII , iba á presenciar aquel dia uno de los actos mas imponentes de las monarquías de la edad media . Sus paredes cubiertas de terciopelo , cuyo color se asemejaba al de la escarlata ; los escudos de Leon y Castilla , alternando con los del real monasterio ; los trofeos cogidos á los sarracenos en la memorable batalla de las Navas de Tolosa , adornaban sus espaciosas bóvedas ; el trono que se elevaba al lado del Evangelio ; y en una palabra , el ora y plata que lucía por todas partes , formaban un conjunto embelesador , y admirable . A la hora de tercia , que era la designada , dejóse ver en el santuario el rey , la reina , los grandes y los prelados . La muchedumbre que llenaba sus espaciosas naves , enmudeció de admiracion al contemplar la agradable fisonomía de un príncipe de veinte y un años , y cuyas facciones nacaradas y rubia cabellera recordaban á Enrique el de las Mercedes . Sentados los reyes en el trono , y despues de haber pronunciado el arzobispo don Pedro Tenorio las preces y oraciones de la Iglesia , descendió de las elevadas naves del templo un caballero que representaba al Apóstol Santiago , y colocó sobre las regias sienes de don Juan una riquísima corona , entregándole al paso el símbolo de su poder en un hermoso cetro de oro . Despues de esta ceremonia , que por lo nueva llamó la atencion , armó el rey caballeros á cien jóvenes de la primera nobleza , y con el mismo acompañamiento que hasta allí habia traido , se retiró á su buena ciudad de Burgos . En la tarde de aquel mismo dia tuvieron lugar las justas y torneos anunciados : quebráronse mil lanzas , que en multiplicadas astillas volaron por los aires : mas de un caballero quedó estropeado , y su caballo inservible ; y como si todo esto fuera poco para llenar de envidia á los vencidos , la reina del torneo concedió en el acto sus premios á los vencedores . Estos , que eran hijos de Pero Lopez de Ayala , aquel caballero que llevó en la desgraciada batalla de Nájera el pendon de don Enrique , pavoneábanse en sus briosos corceles , como desafiando á todos los caballeros que encerraba el palenque . Nadie queria medir sus fuerzas con ellos ; porque cuantos lo habian intentado , tuvieron que medir el suelo en presencia de un pueblo numeroso y una corte engalanada . Su triunfo hubiera sido completo , si cerca del anochecer no entrase en el palenque un caballero desconocido . Montaba un caballo de hermosa estampa : en su bruñido casco reflejaban los últimos rayos del sol , y ondeaban unas verdes plumas en forma de penacho : llevaba calada la visera , y en su escudo , que tambien era verde , este significativo lema : Constante en la adversidad . Todas las miradas de los circunstantes se fijaron en un personage tan singular , y su admiracion se aumentó , cuando acercándose á los dos hermanos , les propuso que le dispensasen el honor de salir á quebrar una lanza con él . La respuesta , para quien tenia por honor el orgullo , no se hizo esperar mucho tiempo . - Pero ha de ser con una condicion , repuso el desconocido ; que el vencido se ha de ver obligado á confesar que no hay dama mas hermosa en la ciudad de Burgos , que la encantadora Abigail . - La hija de Joseph Pico ? preguntaron simultáneamente los sostenedores del campo . - La misma ! respondió friamente el de las armas verdes . - Estraña pretension , vive Cristo ! dijo el mayor de los hermanos dirigiéndose al otro : no es la mayor ridiculez y desacato posponer la hermosura de tanta dama cristiana á la de una judía ? Cualquiera de nosotros le probará lo contrario ... - No esperaba menos de vuestra caballerosidad . Y al mismo tiempo que esto decia el de las armas verdes , se situaba en medio del palenque . - Vamos allá , dijo entonces el menor de sus adversarios , colocándose convenientemente . - No quiero quitarte la escasa gloria de vencer á un caballero de los caminos reales , le gritó el otro desde un ángulo de la estacada . Semejantes insultos aumentaron en el desconocido el deseo de vencer y de abatir tanta petulancia y orgullo , pero conociendo en aquel momento , acaso por primera vez , cuanto debia á la prudencia , ni un gesto , ni una palabra se le escapó que pudiera manifestar su indignacion . Contentóse con su lanza , y viendo á su contrario tendido en su corcel y marchar hácia él con la intencion mas decidida , vuela á su encuentro ahorrándole la mitad del camino . El choque fué violento , y pudiera muy bien ser terrible para alguno de los dos , si el valor y las fuerzas no fueran iguales . Volvieron á arremeterse con la misma violencia , y esta vez ambos caballeros se banvolearon en sus sillas . El joven contendiente espumaba de corage , y su contrario no estaba menos enfurecido por no poder vencer á su adversario . Ya no luchaba por la hermosura de su judía , pues solo su propio honor le tenia en la plaza . No obstante , era necesario que alguno de los dos quedase vencedor ; porque de otro modo cada uno de por sí se reputaria vencido . Hicieron , pues , el último esfuerzo , y el caballero de las armas verdes , despues de romper en dos pedazos la lanza de su competidor , pudo arrancarle de la silla , y precipitarle debajo de su caballo . Mil aplausos resonaron en todo el palenque ; pero el hermano del vencido , luego que hubo volado á su socorro y asegurádose que no tenia que lamentar su muerte , dijo en alta voz : - Todavía no se puede decir que ha vencido : aun va á medir conmigo sus fuerzas y sus armas . Esta segunda lucha fué mas reñida si cabe que la primera ; y por ahorrar al lector el fastidio de leer su descripcion , y á mí el trabajo de escribirla , me permitirá que tan solamente le diga que tambien en ella salió airoso el sostenedor , de la hermosura de Abigail ; y que favorecido por las sombras , que ya empezaban á reemplazar á la luz , y por la muchedumbre , que por todas partes se apiñaba , salió del palenque , casi sin ser visto , cuando todos se esforzaban por conseguirlo . No se habló en aquella noche y al dia siguiente en toda la ciudad de otra cosa , mas que del combate singular que habla tenido lugar la víspera : todos se deshacian en conjeturas acerca de la calidad del que abatió el orgullo de los hijos de Pero Lopez de Ayala : todos ardian en deseos de conocerle , ya que tanto lo admiraban : el mismo rey participaba del deseo de su pueblo ; y lo que mas aplaudia en el desconocido , no era precisamente su valor y su fuerza , sino el empeño de ocultarse á las miradas de la multitud , despues de un triunfo tan señalado sobre los que eligiera por sus adversarios . Para satisfacer su curiosidad , ocurriósele mandar á llamar á Joseph Pico ; porque era regular que le conociese , ya que en tan buen lugar pretendió dejar la hermosura de su hija . El criado que llevó este encargo , encontró al judío hojeando en unos grandes libros de vitela , en que llevaba asentadas no solo las cantidades que prestaba á los ricos-homes á un interés escesivo , sino tambien las que para atender á las necesidades del rey , de quien era tesorero , adelantaba . - Qué me querrá S . A . ? preguntó al mensagero real . - Qué sé yo ! - os parece que á ninguno de nosotros dice lo que piensa ? - Ya veo ... Acaso pensará en declarar la guerra al inglés ó al navarro , y necesitará dinero para levantar tropas . Si supiera S . A . cuánto me cuesta reunir mil ducados ! ... Estas palabras las pronunció al tiempo de quitarse los anteojos , de cerrar sus libros y de disponerse para ir al real palacio . Pronto allí le veremos , si el lector tiene paciencia para seguirnos . En todo pensaba Joseph Pico , menos en el verdadero motivo de la orden que acababa de recibir del rey . Aunque tenia bastante confianza en su bondad , siempre que era llamado á su presencia obedecia temblando . Y en verdad que si tenia en cuenta los grandes enemigos que su religion y destino le ocasionaban , le sobraba razon para vivir sobresaltado . Demas de esto su conciencia no estaba tranquila : no siempre habia sido fiel al príncipe : los medios de que se valia para allegar dinero eran los mas reprobados : prestaba á usuras escandalosas , con las que había empobrecido á muchos grandes : sus mismos correligionarios le odiaban , porque ambicionaban sus tesoros ; y como si todo esto no fuera bastante , la hermosura de Abigail le inspiraba serios cuidados . A todas horas creía encontrarse sin esta hija , que había tenido en una de sus mugeres mas queridas , y el temor de perderla le hacia guardarla como una riquísima joya . Rodeado de sus cuidados , y sin que le abandonasen ni un momento sus temores , llegó á la morada real , y aquí se aumentaron sus sobresaltos , cuando oyó decir al príncipe : - Grande debe de ser la hermosura de tu hija , pues se baten por ella denodados campeones . - Señor , no tanta como tal vez han hecho creer á V . A . : es cierto que la fama dice que es incomparable ; pero si ella dejase un dia su retiro , se convencerian todos los que la viesen que no era digna de llamar la atencion de un rey tan poderoso como el de Castilla . - Tanto la desprecias ! - Jamás el amor de padre me quitó el conocimiento de sus faltas . El rey conoció que su tesorero tenia mas habilidad para reunir caudales , que para ocultar los bienes que poseía , puesto que su empeño en disminuir la belleza de Abigail , la aumentaba . Pero como don Juan no estaba dominado por ninguna pasion vergonzosa , y sus deseos solo se reducian á conocer al vencedor de los hijos de Ayala , se valió de las mismas palabras del judío para conseguir su objeto . - Pues un caballero , repuso , que prevalido de su destreza y de la fuerza de su brazo , se empeña en probar que no hay hermosura como la de tu hija , merece ser castigado . Ya ves que este es un desacato hecho á las damas de Burgos , en cuyo número entra también la reina doña Leonor , por mas que se diga que su elevada clase la exime de esta cuenta . Yo necesito saber quién es ese osado , ese atrevido , qué hace en mi corte , y adónde se dirige . Tú le conoces , sabes quién es , y no necesito advertirte que á los reyes es un gran crímen ocultarles la verdad . Como Joseph Pico tenia tantos motivos para temer al hijo de don Enrique , se estremeció de pies á cabeza al oirle espresarse de este modo : creyó oir el fallo que le condenaba á la última pena : figurábasele que estaba ya en manos del verdugo , y que sus tesoros le eran arrebatados ; pero reponiéndose algun tanto de aquella fatal impresion : - Señor , respondió temblando todavía , cuán sensible no es al tesorero del rey don Juan el no poder complacer á su soberano ! el caballero por quien V . A . me pregunta , ni sé quién es , ni su nombre ha llegado jamás á mi noticia . Es cierto que ayer , ya despues de haber anochecido , me dijeron que un desconocido habia en el palenque proclamado la hermosura de mi hija , y aun me añadieron que saliera vencedor en su ridícula é injusta pretension ; pero yo , que no me mezclo mas que en aquellos negocios que debo á la confianza de V . A . , proseguí mis tareas y no hice caso . - Con que es cierto que no le conoces ? - Señor , os lo juro por el sagrado Talmud . - Y ni aun siquiera sospechas en quién sea ? - Tampoco os podré responder : acaso algun loco , que así como se empeñó en romper lanzas por mi hija , pudo haberse empeñado en probar que Burgos era superior á la gran ciudad de Roma . Estas respuestas no tranquilizaban al príncipe : creía que algun secreto perjudicial á su corona le ocultaba el judío ; porque don Juan , así como todos los que se encuentran rodeados de enemigos , desconfiaba tambien de todos , y la circunstancia mas insignificante le infundia recelos . Echando , pues , sobre su tesorero una mirada escudriñadora : - Vete en paz , le dijo ; pero desgraciado de tí si llego á saber que ine has engañado . Al dia siguiente , divulgóse por la ciudad de Burgos que Joseph Pico habia sido asesinado en su propia casa , y que su hija y sus tesoros habian desaparecido . Las gentes se deshacian en conjeturas acerca de los verdaderos autores de este crímen : nombrábanse personas : designábanse circunstancias que hacian mas abominable su trágico fin : la maledicencia no perdonaba al rey ; y lo que al parecer confirmaba tan fatal sospecha , era que el ejecutor del desgraciado hebreo se supo que habia sido el verdugo . Mientras tanto llega la noche de este dia en que tal inconsideradamente se habia hablado por algunos de la augusta y sagrada persona del rey , y con ella un personage que acababa de apearse de una soberbia mula en que iba caballero , á las puertas de la morada real . Al momento se hace anunciar por el Abad de Herrera ; y este nombre , ya muy conocido en aquellas regiones , le franquea todas las uertas . El príncipe encontrábase entregado á los graves negocios de su reino : acababa de recibir noticias muy alarmantes de algunos pueblos de Asturias : temia á los partidarios , que aun quedaban en sus estados , de los hijos de don Pedro ; pero el enemigo que como mas poderoso , mas le sobresaltaba , era don Juan , duque de Alencastre . El hijo de don Enrique , fiel imitador de la conducta de su padre , estaba ocupado en la formacion de un vastísimo plan de campaña , basado en una alianza con la Francia . Parecíale que , teniendo por amiga á esta poderosa nacion , inutilizaria todos los esfuerzos de los ingleses . A la verdad , las dos naciones necesitaban la una de la otra , si habian de repeler sus agresiones . - Señor , si me es lícito acercarme á V . A . , dijo el Abad al tiempo de penetrar en la real cámara , le haré revelaciones tan importantes , que no solo le seran útiles para sí , sino tambien para los pueblos que le estan encomendados . El príncipe , soltando la pluma con la que acababa de dar la última mano á su trabajo , respondió : - Vuestra paternidad puede hablar ya , pues le escucharé con gusto . - Ayer por la mañana , ya bastante entrado el dia , fuí avisado por uno de mis monges de una desgracia que acababa de suceder en las inmediaciones del monasterio : un caballero que se dirigia velozmente por la márgen opuesta del Ebro , acababa de ser precipitado en el seno de sus aguas por el fogoso caballo que montaba . Todos vuestros esfuerzos para salvar aquel infeliz fueron ineficaces : la corriente le arrebató bien presto , y solo despues de mucho tiempo y trabajo pudimos apoderarnos de su cadáver . Antes de proceder á darle tierra , mandé que fuese registrado , con el objeto de ver si se le encontraba algun documento que nos demostrase si era cristiano . Ni un rosario , ni una cruz siquiera se le encontró que indicase que su alma estaba regenerada por las salutíferas aguas del Bautisino . Pero en cambio de todo esto , llamó nuestra atencion una pequeña caja de plata , que contenia una carta . Abríla para leerla , y mis dudas se aumentaron al verla escrita en hebreo . Desconocida para mí esta lengua , mandé que fuese trasladada á nuestro idioma por uno de los monges de la casa muy impuesto en las lenguas orientales . Al cabo de algunas horas me entregó su traduccion , y su contenido me horrorizó . - La trae vuestra paternidad consigo ? preguntó el rey lleno de ansiedad . - Sí , señor : con este objeto monté inmediatamente en la mula mas andadora del monasterio . - Pues quiero leerla . - Aquí la tiene V . A . , unida á su original . Y despues que el Abad hubo entregado al augusto hijo de don Enrique aquellos pergaminos , leyó lo siguiente : « Esperamos nuevamente vuestras órdenes para cumplirlas , pues el mensagero que os enviamos os hará saber que el traidor Joseph Pico acaba de pagar con la vida su vil apostasía . Él apreció mas los favores de un rey que vuestros intereses y el acrecentamiento de Israel ; pero bien pronto la venganza sucedió al delito . Su hija y sus tesoros estan ya en nuestro poder , y con ellos pensamos haceros un presente que sea digno del que se declaró nuestro protector . Hasta ahora poco ha adelantado la seduccion ; pero esperamos de un momento á otro al árabe Boa-Eddin , con cuyo auxilio la concluiremos . Israel os saluda y pide á su Dios os libre de vuestros enemigos . » - Qué os parece , señor ? - Me parece que conspiran contra mí todos los judíos de España , respondió el rey apenas vuelto de la sorpresa que le causara la lectura de aquellos documentos . - Y una parte de esos mismos judíos , acaso la mas bulliciosa é inquieta , repuso el Abad , debe de encontrarse entre nosotros . - Sí , porque es de presumir que la carta está escrita en Burgos . - Así debemos creerlo , por mas que en ella hayan evitado cuidadosamente la firma y la fecha . - Y qué os parece que debemos de hacer en este trance ? - Señor , obrar con presteza . - Y por dónde empezaria vuestra paternidad , si ocupase mi lugar ? - Asegurado de la lealtad de las tropas que guarnecen las plazas , y con especialidad de sus alcaides , me apoderaria inmediatamente de los judíos mas principales , encerrándolos en parage seguro ; y luego que llegase á esta ciudad ese árabe , que , segun se dice de público , envenenó á vuestro padre , usando de todo género de artificios , lo haria declarar cuanto supiese de la conjuracion que recelamos . - Y si él se obstinase en callar ? - Ah , señor ! desengáñese V . A . , no hay labios que se cierren en el tormento . - Y si en vez de descubrir á sus cómplices , imputaba sus perfidias á mis vasallos mas leales ? - En este caso despreciaria sus revelaciones , y solo atenderia á los antecedentes de las personas calumniadas . Pero si , por el contrario , nombrase á esa gente perversa que con sus dilapidaciones tiene empobrecido el reino , entonces haria en ella una justicia completa . - No desprecio los consejos de vuestra parternidad , antes me propongo seguirlos ; y supuesto que solo el amor é interés que le inspira mi causa le hizo abandonar su soledad de Herrera , quiero que por ahora continúe en mi corte : tal vez antes de pocos dias me vea cercado de peligros , y necesito de sus luces para librarme de ellos . - Yo prometo , señor , á V . A . dedicarme por todo el tienipo que fuese necesario á su servicio . De este modo sirvo tambien á Dios , porque sirvo al que es su sombra en la tierra . El Abad se retiró á descansar de su largo camino , y el rey don Juan se entregó nuevamente á sus profundas meditaciones . Cuando estas cosas pasaban en Burgos , un simulacro de coronación tenia lugar en uno de los puertos del mar cantábrico : el bastardo don Alfonso hacíase coronar y aclamar , por el rey de Castilla , en la iglesia mayor de su Pequeña Villa de Gijon . Es cierto que allí no habia la riqueza ni magnificencia que en el monasterio de las Huelgas , ni el considerable número de grandes y prelados , ni aquella inmensa multitud ávida de saludar al nuevo soberano , ni un arzobispo tan respetable como don Pedro Tenorio ; pero en lugar de todo esto , encontrábanse allí algunos descontentos , que llenos de locas esperanzas , pensaban medrar con las revueltas . No fatigaré el ánimo del lector refiriéndole todo cuanto pasó en esta vana ceremonia ; pero me permitirá que solamente le diga que el bastardo tomó de encima el altar las insignias de la dignidad a que aspiraba , haciéndose aclamar y jurar por rey de Castilla y Leon . Los que presentes estaban , cuyo escaso número apenas llegaba á dos mil , salieron voceando á la plaza , y en ella , desplegando los pendones reales , gritaron : Castilla , Castilla por el rey don Alfonso ! Sus voces no encontraron eco en la multitud ; perdiéronse en los montes de la Auseva , todavía humeantes con la sangre de los héroes de Covadonga . No se descuidó por lo tanto aquella rebelion infame : aumentó las fortificaciones de la villa , y apeló á la seduccion y al soborno . Pero tampoco en este terreno fué mas feliz , porque los pueblos la rechazaban de sí con dureza , negándole su apoyo , y despreciando sus falsos principios . Vióse entonces lo que valen aquellas causas que no se apoyan en las creencias y tradiciones de una nación ; las que despues de conmover los ánimos y cubrir de luto la tierra , mueren asesinadas por el ridículo . De este modo , aunque algunos pueblos como Oviedo y otros de menos importancia fueron forzados á seguir el ejemplo de Gijon , bien pronto abrieron sus puertas al Adelantado Pero Ruiz Sarmiento , al aproximarse con sus tropas , que conducia desde las estremidades de Galicia . Restaba aun el último baluarte en que se apoyaban las injustas pretensiones del conde . Su posicion particular , y el desesperado valor de sus defensores , eran un obstáculo que tenia bastante de insuperable . Ruiz Sarmiento fijó sus cuarteles al Oriente del pueblo , y despues de ofrecer á don Alfonso el perdon en nombre de su augusto hermano si se rendía , viéndose despreciado , trató de tomar la villa á toda costa . Mas de ochocientos hombres cubiertos con sus escudos se acercaron á sus muros , y al mismo tiempo que unos pugnaban por destruirlos , otros trataban de escalarlos . El bastardo los esperaba rodeado de la muerte y de todos sus furores : comunica sus órdenes , y en un instante empiezan á llover sobre los espugnadores piedras , bigas , flechas , y un fuego parecido al que usaban los griegos . El Adelantado de Galicia , por no ver perecer inútilmente á sus soldados , dió la orden de retirada ; y en un segundo asalto , mas desgraciado aun que el prirnero , conoció que era imposible rendir la plaza de Gijon , ínterin que careciese de máquinas de guerra y de una armada que completase el bloqueo . Por el momento tan imposible le era lo uno como lo otro : - En cuanto nos convengamos . - Pues proponed los medios . - Mandad que se me cuenten doscientos mil maravedís , y en seguida os entrego á Gijon y al conde . - Ah ! ese es el precio de las dos alhajas que me vendeis ? ... - Claro es que sí ; porque de otro modo mejor me estaba sin dar este paso . - Pero veamos con qué poderes contais para vendérmelas . - Con los mismos que me dió don Alfonso ... - Cada vez os entiendo menos . - Pues escuchad : cuando me presenté á ofrecer mis servicios al conde , seducido por mi valor , de que ya entonces tenia noticias , me confió el mando y custodia de una de las principales torres del castillo . Yo fuí el que mas se distinguió en todas las refriegas que han tenido lugar en este memorable sitio , y si no es por mí , lo confieso ingenuamente , en el último asalto que dísteis , hubiera caido en vuestro poder la plaza y el conde don Alfonso . Los elogios que este entonces me prodigó , redundaron si se quiere en perjuicio mio ; porque mil envidiosos empezaron á decir por todas partes que yo era indigno de los favores que se me dispensaba , no solo por ser estrangero , sino tambien porque habia muchos que me escedian en valor . Añadian que yo estaba vendido á los sitiadores , y que por esta causa no hablan quedado completamente vencidos en el último asalto . Al fin , dijeron tantas y tales cosas , que don Alfonso empieza á mirarme con desconfiancia . Ya no soy para él el soldado mas valiente de su ejército ; ya la opinion de mis adversarios prevalece en los consejos sobre la mia ; y al paso que vamos , tomo mucho que no me quiten el mando de la torre , y por premio de mis servicios no me carguen de cadenas . Antes de que este caso llegue quiero adelantarme á todos sus proyectos , y aunque tengan motivo para decir que sus juicios no eran infundados , poneros en posesion de la plaza . La maniobra para conseguirlo es bastante fácil . Yo mismo me comprometo á echar dos escaleras de cuero , por donde deben de subir vuestros soldados ; y hechos de este modo dueños de la torre , conducirlos al palacio de don Alfonso para que de él se apoderen . Ya veis que lo que os propongo merece que lo tomeis en consideracion , pues conseguís en una noche lo que tal vez no conseguiríais nunca . La alegría brilló en mas de una ocasion en los Ojos del Adelantado durante la relacion del portugués ; y aunque odiaba la traicion , no podia desentenderse de la alegre idea de ser dueño de la plaza y de la persona del bastardo , en el escaso tiempo de una noche . Pero como era demasiado prudente , temia que le armasen alguna zalagarda ; y así , en vez de acordar definitivamente lo que se debia de hacer , despues de prometer al estrangero los doscientos mil maravedís por la causa que habia jurado defender : - Está bien , le dijo , me gusta vuestro plan ; pero quiero que me asegureis su cumplimiento , y que volvais mañana á esta misma hora . - Mañana volveré y os satisfaré completamente : mientras tanto prudencia y reserva . - Yo queria encargaros lo mismo . Llegada la noche del siguiente día , Amaranto no se hizo esperar mucho tiempo : á la hora convenida entró en la tienda de Ruiz Sarmiento , acompañado de un jóven de diez y seis años . - Vengo , le dijo con la voz algo alterada , á cumpliros mi palabra : este jóven que veis conmigo es mi hijo , y quedará en rehenes hasta tanto que el estandarte de don Juan no tremole sobre los muros de Gijon . Cuando un padre se desprende de lo que mas ama , creo que puede creerse que tiene firme intencion de cumplir su palabra . El muchacho empezó entonces á derramar tiernas lágrimas , y el corazon del portugués , que no debía de estar del todo endurecido , hubo de comprimirse tambien , pues le costó trabajo el decirle que confiase en la caballerosidad del Adelantado , y que su separacion sería muy corta . Ruiz Sarmiento confirmó esto mismo , dirigiendo al jóven algunas palabras de consuelo . - Solo resta ahora que acordemos , dijo el estrangero al Adelantado , en qué noche debeis de enviar vuestros soldados á la torre . - Pues qué , no puede ser ahora ? - Me parece demasiado espuesto : la noche está bastante clara , y no tendria nada de estraño el que fuesen descubiertos por los centinelas . No es lo mismo un hombre solo , porque facilmente se oculta . Yo creo que debemos esperar á que sobrevenga una noche muy oscura , para dar con seguridad el golpe que meditamos . Estas palabras eran capaces por sí solas de destruir cualquier sospecha que aun pudiese abrigar el gafe de los sitiadores ; pero á pesar de todo , aun quiso aclarar una duda , hija de su escesiva suspicacia . - Está bien cuanto me decís , repuso Ruiz Sarmiento ; pero vos , que habeis incurrido en la desgracia de vuestros compañeros , no temeis que por la ausencia de vuestro hijo vengan en conocimiento de lo que tratais conmigo , y os cuelguen de una almena ? - Ya está previsto y remediado ese inconveniente : ayer hice correr la voz que mi hijo habia muerto , y el cadáver de un prisionero que acababa de morir en mi casa , hizo correr esta mentira disfrazada de verdad . El Adelantado se dió por satisfecho , y despues de convenir en la hora y en el número de soldados que habia de admitir Amarante en su torre , se despidieron para volverse á ver muy en breve dentro del mismo alcázar de Gijon . La noche que esperaban llegó al fin con sus densas tinieblas , y como si ellos tuviesen á su disposicion los elementos , la lluvia , que caía á torrentes , y el trueno , que espantaba con sus detonaciones , vinieron en auxilio de su empresa . Ya estaba Ruiz Sarmiento al pie de la torre con cincuenta hombres escogidos entre los mas valientes ; ya se disponia á poner el pie en la escalera de cuero , cuando Amarante recibia una visita , la mas desagradable que podia esperar . Don Alfonso , acompañado de algunos de los suyos , andaba inspeccionando las torres , y acababa de llegar á la suya para saber si las centinelas estaban vigilantes . El estrangero le recibió con falsa alegría , y el bastardo marchó complacido al encontrarle tan vigilante . Mientras tanto iba pasando la noche , y el Adelantado empezaba á temer seriamente alguna perfidia , cuando Amarante , que ya habia separado con astucia una centinela , hizo una señal , que fué contestada con alegría . por los que esperaban abajo . Al punto empezaron á subir con el mayor silencio , y en cuanto estuvieron reunidos , se apoderaron de los soldados , que dormian tranquilamente . Pasaron con igual objeto á otra torre inmediata ; pero quiso su desgracia que fuesen sentidos y rechazados entre las voces de alarma y de traicion , que de almena en almena se propagaron con la mayor rapidez . En tal conflicto , el portugués queria que los sitiadores se dirigiesen al palacio de don Alfonso , porque decia que era muy natural que al oir la confusion y ruido que andaba por las calles , saliese á ponerse al frente de sus soldados ; pero el Adelantado , mas cauteloso , mandó que se dirigiesen á una de las puertas que caía por allí cerca . Esta determinacion le salvó ; porque hecho dueño á viva fuerza de una de las entradas principales de la plaza , la franqueó al grueso de sus tropas , que entraron en ella sin dilacion . Nada habia que pudiese oponerse á su paso , en vista del desorden en que se encontraban sus enemigos . Pero Ruiz Sarmiento , ahora que ya no tenia los motivos para no seguir el consejo del estrangero , pues contaba con fuerzas muy superiores á las que guarnecian á la villa , se dirigió al mismo palacio del bastardo . Su ánimo era apoderarse de su persona , porque solo así su triunfo podia ser completo ; rrias tanibien por entonces quedaron frustrados sus deseos . Don Alfonso , á quien dominó el temor desde los primeros instantes de la sorpresa , acababa de encastillarse en su alcázar , en donde conservaba sus inmensas riquezas . Y el Adelantado de Galicia , cuyas victorias eran debidas mas bien á su constancia que a su pericia militar , tampoco desmayó en vista de este nuevo contratiempo . Mandó circunvalar aquel último atrincheramiento de la rebelion , bien seguro de que no tardaria en rendírsele . Sus cálculos eran bien fundados : el bastardo solo podia al dia siguiente ofrecer á los pocos soldados que lo rodeaban el oro y plata que habia recibido de los judíos de España ; porque las escasas vituallas , que no tuviera la precaucion de aumentar , habíanse ya acabado . En tal conflicto quiso escitar la codicia de su enemigo como si fuera tan fácil hacer faltar á un capitan ilustre al mas sagrado de sus deberes . Envióle con este objeto á su despensero mayor , el que de su parte le ofrecia treinta mil ducados en cambio de su libertad . Su lenguaje ya no era firme ni altanero ; ya no se parecia al que dictaba leyes é imponia condiciones , sino al del esclavo que besa el látigo con que le azota su señor . El mismo Adelantado se ruborizó con tanta bajeza , no estrañando ya que se hubiese aliado con una gente tan perdida como los hebreos españoles . Y queriendo despachar al enviado con una repulsa merecida : - Desprecio sus riquezas , le dijo , y solo deseo acabar cuanto antes con los enemigos de mi rey . Si don Alfonso fuera verdadero príncipe , hubiera escaseado sus insultos al comenzar el sitio , y ahora economizaria proposiciones y suplicas que le degradan . Decidle de mi parte que en vano se resiste y reputa por suyo lo que de ningun modo le pertenece . Dios , que se burla de los proyectos insanos de los hombres , ha destruido los suyos tambien , y quiere entregarle al poder de ese hermano á quien tanto ha ofendido . No se os olvide advertirle que cuanto mas prolongue esta lucha que engendró su desmedida ambicion , mayor será su responsabilidad y castigo . Cuando un poco despues se tuvo en el alcázar conocimiento de estas palabras , todos los que le guarnecian eran de opinion de entregarse , sin condiciones , confiando en la bondad del vencedor . Solo don Alfonso , á quien mas habian herido , era de parecer contrario . Habia vuelto su corazon á ser dominado por las furiosas pasiones que le esclavizaran la mayor parte de su vida : no podia comprender cómo despues que le ponderaran tanto las fuerzas y recursos de sus partidarios , se encontraba en una situacion tan dificil ; y como carecia de aquella resignacion cristiana que dulcifica todos los trabajos de la vida , se abandonaba por momentos á la desesperacion . Tal vez pensaba en arrojarse desde las elevadas almenas de una torre á las espumosas olas del mar , cuando se vió rodeado por los soldados de Pero Ruiz Sarmiento . - Traicion ! gritó con una voz atronadora , al mismo tiempo que desnudando su espada quiere herir á los que le rodean . - Príncipe don Alfonso , le dice el Adelantado desenvainando la suya y colocándose frente á él , vos sois el único que resta por rendir : la rebelion solo está ahora reconcentrada en vuestro pecho , y si quereis ser del número de los vencedores , así como nosotros hemos vencido á vuestros soldados , venceos á vos mismo . Al oir esta intimacion que de algun modo le halagaba , preguntó con los ojos arrasados en lágrimas : - Con que ya no hay remedio ? - Confiad siempre en la piedad de vuestro hermano . - Ah ! todos me han sido traidores ! esclamó con acento dolorido , dejando caer su cabeza sobre el pecho . - Todos , no : los que nos han abierto las puertas del alcázar , lo hicieron bien convencidos de que ya toda resistencia no solo era inútil , sino que agravaba vuestra misma situacion . Hubo algunos momentos de silencio , en los cuales es de suponer que se esforzó por conformarse con su dura suerte ; pues suspirando profundamente , entregó su espada al Adelantado . - No , permitid , repuso este sin querer admitírsela : á los príncipes jamás se les quita la espada . A pesar de estas finezas , don Alfonso temia con razon que su hermano le habia de castigar ejemplarmente , fuera mas que por imponer á los descontentos de su reino . Por esto temia que llegase el momento de comparecer en su presencia ; y cuando en Burgos se le presentó Ruiz Sarmiento , el príncipe prisionero no pudo disimular su turbacion y temor . « Pluguiese á Dios , Alfonso , le dijo entonces don Juan , que yo no tuviese que reprender en vos mas que vuestras antiguas liviandades . Pero como si no fuese poco haber acibarado la vida de nuestro buen padre , habeis sembrado de disgustos los primeros días de nuestro reinado . Qué os propusísteis al declararos en rebelion abierta contra los sagrados derechos que Dios me concedió al nacer ? cuál era vuestro pensamiento al dispensar vuestra proteccion á una raza impía , todavia manchada con la sangre de la augusta víctima que su maldad inmoló en el Calvario ? adónde ibais por ese camino de perdicion , que con tan mal consejo emprendísteis , cuando nuestras lágrimas eran un testimonio del dolor que desgarraba nuestro corazon ? y finalmente , qué derechos , qué contrato particular podíais invocar para disputarme la corona ? No sois vos un bastardo , y por este solo hecho escluido del trono ? Dirásme que tambien nuestro padre don Enrique lo era , y que esto no impidió el que se alzase por rey de Castilla ; pero prescindiendo de que su derecho era mejor que el de su hermano , por descender de Fernando el desheredado , don Pedro era mi rey maldecido de Dios , excomulgado por su Vicario , y execrado por todos los hombres . Él solo , si le hubiesen dejado tiempo , concluye con la poblacion de sus estados . Aun está fresca la sangre por él derramada : aun las torres y calabozos resuenan con los lamentos de sus víctimas : aun gime el huérfano en triste desamparo y la viuda en amarga soledad ; y aun la España , en fin , está horrorizada con la memoria de sus crímenes . No seré yo el que defienda la horrible catástrofe de Montiel : los reyes son la imágen de Dios en la tierra , y solo Él puede juzgarlos . Pero lo que sí puedo asegurar es , que habiéndose hecho don Pedro indigno de reinar , solo don Enrique le podia suceder . Por lo mismo , Alfonso , conoce que has faltado á tus primeros deberes rebelándote contra tu rey y señor natural . El castigo á que te hiciste acreedor , no hay para qué ponderarlo : tú lo conoces . Sabes muy bien que el verdugo ha descargado su hacha sobre cabezas mas inocentes que las tuya , y que defensores de causas mas nobles que la que tu que tú has defendido , han visto pasar los alegres dias de su juventud desde las lobregueces de una mazmorra . Tu vida y tu libertad encuéntranse ahora en mis manos . Para satisfacer , pues , á la magestad real ofendida en mi persona debo enviarte al cadalso ó sepultarte para siempre en una oscura prision . Pero como á la cualidad de rey reuno la de ser tu hermano , yo te perdono , conde de Gijon . Quiero que desde ahora regreses á tus estados , y que , unido á esa amable princesa , á quien has hecho con tus devaneos desgraciada , seas mas feliz reprimiendo tus pasiones , que yo sentado en este trono , cuyos resplandeceres te han deslumbrado . El bastardo , sin responder ni una sola palabra á tantas como le acaba de dirigir a su hermano , se puso sin dilacion en marcha para sus estados de Asturias . Y en la ciudad de Burgos no se hablaba al otro dia de mas que de la venganza del rey . Los pareceres , como siempre acontece en casos semejantes eran muy encontrados . Decíase por tinos que don Juan habia temido á los partidarios del conde : por otros que se habia dejado ablandar por una gruesa suma que este lo entregó : quién habia que se atrevia á asegurar que solo le perdonara por adquirir gran renombre y loa : no faltaba tambien quien dijese que todo aquello no eran mas que repiquetes de broquel , para tener un pretesto de perseguir á los miserables judíos . Pero el hijo de don Enrique , al tener noticia de toda esta baraunda , se contentó con encargar al tiempo que vindicase su memoria . No se dió por satisfecho Amarante con los doscientos mil maravedís que ya le entregara el Adelantado , antes por el contrario , presentándose al rey en Burgos con el pretesto de felicitarle por haber en gran parte tranquilizado el reino , le pidió , despues de haber encarecido estraordinariamente sus servicios , mayores recorupensas . Mas don Juan , que debia de odiar á los traidores de todo corazon , despues de haberse esforzado por ocultar la indigriacion que su discurso le causara : - Cuando yo trate , le dijo , de entregar al duque de Alencastre ó al maestre de Avis alguna de mis plazas , procuraré entonces nombrarte gobernador de ella . Amarante comprendió cuanto lo queria decir el rey , y sin poder quejarse del premio reservado á los traidores , abandonó bien pronto las tierras de Castilla . La noche en que el Abad de Herrera conferenciaba con el rey , estaba demasiado oscura : sus densas tinieblas favorecian los planes de los conjurados , cuya existencia probaba la carta encontrada en las orillas del Ebro , y merced á una ocasion tan deseada siempre por los que conspiran , dirigíanse por distintos caminos á una casa situada hácia el fin de una calle de la ciudad de Burgos mas de treinta descontentos . Su fin era acordar los medios de destruir el trono y el poder del hijo de don Enrique : para esto les sobraba dinero y osadía ; pero temian con razon que la circunstancia mas insignificante destruyese sus vastísimos planes . Con el objeto de , evitar semejante desgracia , habíanse tomado cuantas precauciones prescribe la prudencia mas consumada : llegaban uno en pos de otro muy de tarde en tarde : algunos ya estaban en el punto designado desde antes de anochecer : muchos , habian apelado al disfraz , vistiéndose con hábitos clericales , con los cuales podían ocultar mejor las armas que llevaban prevenidas ; y como si esto no bastase , tenian que pronunciar para ser admitidos en la casa en donde debian reunirse ciertas misteriosas palabras , cuyo sentido solo ellos entendian . En cuanto se vieron reunidos , Baruch , de quien se acordará el lector , empezó á hablar de esta manera : - La ocasion que esperábamos ha llegado ya : el príncipe don Alfonso acaba de ser proclamado por rey de Castilla en su buena villa de Gijon ; y si las noticias que hemos recibido esta tarde no son falsas , el movimiento habráse propagado á la real ciudad de Oviedo , y á la no menos importante de Leon . Cuál sea nuestro deber en las circunstancias presentes , no hay para qué ponderarlo . A vosotros me dirijo , nobles descendientes de Abraham , de Isaac , y de Jacob : con vosotros hablo tambien , esclarecidos castellanos , que habéis jurado el esterminio del rey que pocos dias hace hemos visto coro ado . Vuestro amor á la causa de un príncipe que ha prometido respetar nuestra ley y nuestros derechos , que quiere sacrificarse por el acrecentamiento de todos , digno es de que por su triunfo no omitamos ningun sacrificio , ninguna clase de esfuerzo . Acordaos de lo que será el desventurado pueblo de Judá , y de todos cuantos se han adherido á su causa , si llega á sucumbir en la lucha . Yo , en ocasion no muy remota , le prometí nuestros tesoros y servicios , y él en cambio me empeño su palabra real de que romperia las cadenas de Israel . Él por su parte ha empezado ya á cumplir lo que prometiera , concediendo el empleo de despensero mayor á uno de nuestra nacion , y nosotros , nosotros que seremos los verdaderamente premiados , aun no hemos hecho nada por su causa ! Necesario es , por lo tanto , que esta misma noche acordemos los medios de dar el golpe que meditamos . Hay momentos que equivalen á siglos ; y los que atravesamos , señores , no pueden ser mas preciosos . Cómprese sin dilacion el puñal de un asesino , para que mañana mismo , si es posible , desaparezca el tirano . Allanemos el camino del trono á nuestro protector , haciéndole ver que á nosotros debe su cetro y su corona . - Poco tengo que añadir á lo que acaba de decir Baruch , dijo entonces Benjamin Artal , estando conforme como estoy con la mayor parte de los medios que propone para destruir a nuestros enemigos : solo tendré que advertirle , que no siendo nosotros gente de guerra , á causa de nuestra larga esclavitud , no podremos prestar á don Alfonso todos los servicios que tal vez exige de nosotros . El mas guerrero de cuantos estamos aquí , apenas sabe esgrimir una espada , ni podrá presentarse ante un soldado bisoño de don Juan . Enhorabuena que contribuyamos con nuestras riquezas para el logro de una empresa tan santa ; pero eso de tomar parte abiertamente en la lucha , será lo mismo que presentarnos al verdugo para que nos sacrifique . Para no incurrir en imprudencias , que ni aun tiempo tendriamos de llorar , es necesario no olvidar la historia de nuestras persecuciones . - No quisiera que manifestáseis aqui vuestro temores , repuso Baruch : en esta asamblea solo debe de reinar el valor ; y á la verdad , no comprendo cómo hay un judío que , celoso de la gloria de su nacion , no sacritique por ella cuanto tiene en el mundo de mas amado . Porque , señores , qué es la vida con la esclavitud ? qué son las riquezas sin la libertad ? Cualquiera os responderá que es un martirio prolongado . Pues si esto es así , no es preferible la muerte á nuestro estado presente ? El mismo don Juan , no nos haria un favor grande si enviase á nuestras casas el verdugo que mandó á la de Joseph Pico ? ... Al decir estas últimas palabras , se dirigió á algunos caballeros cristianos que estaban presentes , como llamando sobre ellas su atencion , y luego continuó : - Yo apelo al valor y á la sensatez de los que me escuchan , para que elijan entre mi decision y vuestros temores , para que decidan quién de nosotros está equivocado , y para que tomando en consideracion cuanto acabo de proponer , aprovechemos el tiempo con mas utilidad ... - Pero vos , Baruch , preguntó uno de los circunstantes llamado Nehemías , quereis que mañana mismo salgamos como soldados armados por esas plazas y calles , y ataquemos el palacio del rey ? No reparais en nuestro escaso número ? Ya que tan celoso os mostrais por la nacion judáica , por qué no os acordais los medios de su conservacion ? Yo creo , Buruch , que á fuerza de mirar al cielo habeis perdido el conocimiento de las cosas de la tierra ... El astrólogo hizo un esfuerzo por reprimir su indignación , y en seguida contesto con mas vehemencia que hasta entonces lo hiciera : - No pretendo tanto ; y ademas he tenido la desgracia de no ser entendido : yo mismo he propuesto que se buscase un asesino que nos librase de don Juan ; y ahora añadiré , que solo debemos de tomar las armas , y obligar con nuestras riquezas á que otros las tomen , cuando la nueva de su muerte se esparza por la ciudad . Entonces es la ocasion oportuna de proclamar en la misma capital de Castilla al conde de Gijon , y de realizar todos nuestros proyectos . Sobre lo que se me dice de que he perdido el conocimiento de las cosas de la tierra mirando al cielo , callo ; porque el amor de una causa que he jurado mil veces defender , me impide contestar segun los impulsos de mi amor propio , injustamente ofendido . - No , no : yo no trato de ofenderos , repuso Nehemías : conozco vuestras escelentes cualidades , y los servicios importantes que habeis prestado á nuestra causa . Si mis últimas palabras os pueden haber ofendido , os pido sinceramente perdon por haberlas pronunciado : nunca hemos tenido mas necesidad de vivir unidos que en la ocasion presente . - Me doy por satisfecho con lo que acabais de decirme : por mi parte no se hablará mas de este desagradable incidente . - Por la mia , tampoco . - Os he escuchado hasta aquí sin querer interrumpiros , dijo otro de los que presentes estaban llamado Josué , porque esperaba lo mismo que acaba de pasar ; esto es , que despues de haberse dado á Baruch esta merecida satisfaccion , habíais de quedar mas unidos y amigos que antes estábais . Ninguno de nosotros ignora vuestras luces y talentos : todos sabemos los sacrificios que habeis hecho para que nuestro esclavizado pueblo sea algun dia señor ; y así , en nombre de cuantos estamos aquí reunidos , os rogamos que tomeis una resolucion definitiva : el tiempo urge , y es muy lastimoso pasarlo en desgradables contestaciones . - Creo , contestó Baruch , que cuantos me escuchan participarán de mi opinion ; la cual es : asesinar al rey , y en seguida proclamar á don Alfonso . - Y quién se encarga de ello ? preguntó un caballero castellano de los que entraban en la conjuracion . - Escuchadme , dijo el árabe Boa-Eddin : aunque poco conocedor de la corte del hijo de don Enrique , á causa del poco tiempo que llevo en ella , creo que el plan mas acertado es el de sobornar al alcaide del castillo , para que en el acto mismo de matar al rey , sea allí proclamado el conde de Gijon . De lo primero encargaos vosotros ; de lo segundo , yo . Íbanse á proponer algunas medidas para llevar á cabo esta horrible trama , cuando entró en el local en que los conjurados se encontraban reunidos uno de los partidarios mas acérrimos de los hijos de don Pedro . - Mucho habeis tardado , le dijo uno de sus amigos en alta voz . - No tanto , que no pueda deciros que la conspiracion está descubierta . - Cómo ? preguntaron todos unánimemente . - Oidme : dirigíame aquí en cumplimiento de las órdenes que se me comunicaron , cuando de esta misma casa vi salir un hombre embozado en una capa tan negra como las sombras de esta noche oscurísima . Sospechando si sería alguno de nuestros enemigos , que se hubiese introducido furtivamente para penetrar nuestros designios , acerquéme á él , y le desconocí completamente . Pronuncié las palabras misteriosas que nos sirven de contraseña , y no supo contestarme . Tiro entonces de la espada y arrójome sobre él ; pero conociendo sin duda cuánto le convenia no batirse conmigo , huyó precipitadamente , sin que pudiese darle alcance . - Vive Dios , que ese es un espía ! esclamaban unos . - Es un traidor , decian otros . - A ver , gritó Baruch con toda la fuerza que presta el miedo , á ver si falta alguno de los conjurados : contémosnos todos los que estamos aquí , y el que falte , ese es el traidor . - Treinta debemos de ser , dijo Nehemías . - Sí , treinta , treinta , contestaron los mas . Y entonces el astrólogo , que á la cuenta debia de ser el mas autorizado que entre ellos hubiese , empezó á pasar revista á aquel tropel de malvados . - El número está completo , dijo algo mas sereno despues de practicar la operacion que él mismo propusiera . Habia entre los concurrentes un maestro de música muy conocido por su corta habilidad en el arte , por su odio al trabajo , por sus muchas deudas , por su amor á las revueltas , y por su mucha ambicion . Este desventurado , que á sus muchos defectos reunia el tener muy poco juicio , no solo entraba en la trama , sino que tambien prestaba su casa para las reuniones . Sobre este , pues , recayeron por un momento todas las sospechas . Baruch fijó en él su vista penetrante , y despues , como si quisiera aclarar sus dudas : - Maese Peralvez , le preguntó , que gente teneis en vuestra casa ? - Pardiez ! la misma que tenia . - Es decir , vuestra muger tan solamente . - Y una criada para servirla . - Y teneis en ellas suficiente confianza ? - Completa . - Sin embargo , bueno será registrar esta casa , porque á las mugeres las suele tentar el diablo muy á menudo ... - Oh ! cuando querais : las encontrareis acostadas . Mi muger , aunque tan jóven y hermosa , es la mas honesta y recatada que se conoce en toda la ciudad de Burgos . Su criada se la parece mucho , y si vale decir verdad , en cualquier parte podia pasar por dueña de la doncella mas distinguida . - Pues vamos pronto , pronto : no nos detengamos en saber lo que ahora ninguna cuenta nos tiene , repuso Nehemías á este diálogo ; no sea que se realicen nuestros temores , y aquí nos sorprendan nuestros enemigos oyendo ponderar la hermosura de vuestra muger y la fidelidad de vuestra criada . Verificóse en seguida el reconocimiento , y aunque de él no resultó mas que lo que asegurara maese Peralvez , dispusieron retirarse con las mismas precauciones con que allí se habian reunido . Tal habla sido el miedo que de ellos se apoderara , que ni aun siquiera acordaron lo que habian de hacer al dia siguiente . Todavía no habian vuelto de su sorpresa y aturdimiento los conjurados de que hablamos en el capítulo cuarto , cuando el hijo mayor de Pero Lopez de Ayala conversaba con uno de los caballeros mas ancianos de la corte de Castilla , llamado don Juan Ramirez de Arellano . El semblante de este representaha la mayor tranquilidad de espíritu , y aquella satisfaccion que esperimenta el que , despues de largos años de méritos contraidos en servicio de la patria , tiene la firme conviccion de que ha cumplido con los deberes mas sagrados . Pero en el del jóven veíanse perfectamente retratadas esas pasiones borrascosas que agitan el corazon , que nunca le satisfacen , y que al fin llenan de remordimientos y sinsabores la vida . El lenguaje y las acciones del anciano estaban llenas de esa gravedad castellana que se hace respetar de todos ; pero las del jóven manifestaban cierta inquietud interior , acompañadas de algunas palabras frívolas , debidas á su trato frecuente con los naturales de la nacion francesa . Al fin Ramirez de Arellano llegó á cansarse de él , y con el fin de abreviar una conversacion que tenia mucho de pesada , le dice : - Hasta ahora , Ferrando , nada que yo deje de saber me has dicho : que se trabaja por algunos descontentos contra el rey , es una verdad que no se atreverá á negarte ninguno que viva en la ciudad de Burgos . Yo quisiera que me dijeses cuáles eran los planes de los conspiradores , cómo se llamaban , y en qué lugar se reunian . - Pues vais á quedar satisfecho al instante , porque precisamente solo con este objeto he venido á vuestra casa tan temprano ; pero habeis de ocultar siempre mi nombre . - Vuestro nombre ! Pues qué , entrais vos en la trama ? - Oh ! ... De ninguna manera , Ramirez : me ofendeis demasiado en suponerlo así . - No he pensado en semejante cosa ; pero no sé cómo interpretar ese deseo que acabas de manifestarme . - Dejad vuestras interpretaciones , y si os conviene salvar la vida del rey , oid los nombres de sus enemigos . - Salvar la vida del rey ! ... Por su padre espuse la mia mil veces , y por su hijo verteria gustoso la poca sangre de mis venas . No eres tú de este mismo parecer ? - Sí , Ramirez , os lo juro por el ánima de mi padre . - No esperaba yo menos del hijo de aquel alférez que se sacrificó en la batalla de Nájera por el rey don Enrique . - Maldígame el desde el sepulcro si algun dia me separase de la línea de conducta que me dejó trazada . Los crímenes que voy á revelaros los odio de todas veras : ninguna razon existe por lo tanto para que se me tenga por su cómplice y en prueba de que os digo la verdad , si pudiera ahora mismo sepultaria á sus autores en los abismos . - Lo creo todo : no os esforeceis por probarme vuestra lealtad : apresuraos tan solo á decirme quiénes son los que conspiran . - El árabe Boa-Eddin , los judíos Benjamin Artal , Josué , Nehemías , Baruch y otros de menos nombradía . - Esa es gente de mucho dinero . - Y puede dársele gracias ¡ vive Dios ! por lo bien que lo emplea ... - Pero cómo sabes tú que conspiran ? - Porque yo mismo los he visto reunidos y deliberar tranquilamente acerca del mejor modo de asesinar á don Juan y proclamar por rey al conde de Gijon . - Tú mismo ! y en dónde ? - En la casa de maese Peralvez . - Pues qué , estabas tú allí ? - Lo mismo que ahora estoy en la vuestra . - Me sorpreden y confunden tus palabras : si no eres mas franco vas á trastornarme la cabeza . - Por eso dije antes que os dejáseis de interpretaciones , no tratando mas que del asunto principal . - Pero no conoces que si he de decir al rey lo que se maquina contra él , necesariamente tengo que revelarle por qué medios llegó á mi noticia la conjuracion ? - Pues entonces , no le digais nada . - Y de ese modo prefieres el triunfo de sus enemigos ? - Vuestra prudencia puede encontrar medios para conciliar lo que le debemos como vasallos , y para ocultar mi nombre y el de una dama ... - Ya ! ... Ahora entiendo y puedo esplicar tu empeño ... Con que segun eso , son ciertas tus ilícitas relaciones con la muger del maestro de música ? - Cosas son de la juventud : vos tambien cuando teníais veinte y cuatro años no seríais tan austero como ahora con vuestros setenta y ocho . - No trato ahora de hacer confesion general contigo , Ferrando ; y si he de decir la verdad , á mi razon repugnan esas disculpas de los jóvenes de nuestros días . Decid mas bien que esa educacion que recibisteis allá en París es la causa principal de esas debilidades de vuestro corazon , y no os disculpeis con las malas costumbres de vuestros compañeros de libertinage . Jóvenes hay entre nosotros que piensan de muy distinto modo , reuniendo en sus pocos años todas las virtudes de la ancianidad . - Permitidme que os interrumpa , porque fundadamente temo , que si continuais moralizando de ese modo , cuando tratemos de oponernos á los progresos de la rebelion , ya sea tarde . - Con que no hay que hacer mas que ir inmediatamente á ver al rey ? - Con este solo objeto vuelvo á deciros que he venido á vuestra casa . - Supongo que no tendrás inconveniente en acompañarme , eh ? - No quereis entenderme . - Será por que vos no os esplicais . - Tal vez : pero el que con una sola palabra comprendió mis amores con la muger de Peralvez , bien podia tambien entender todo lo demas que le indiqué . - Y no conoces que no habiendo nada mas público en esta ciudad que el reprensible comercio que mantienes con esa desgraciada , y que ignorando yo los nombres y planes de los conjurados , necesariamente debia de ser así ? - Pues dispuesto estoy á enmendar mi falta , con tal que vos me deis palabra de ocultar al rey por qué conducto supísteis la conjuracion . - Ya está dada , y no faltaré á ella . - Supuesto que ya sabeis que la muger del maestro de música me dispensa sus favores , voy a referiros de qué medios me valí para penetrar el secreto de que ahora tratamos . Maese Peralvez , cuyas deudas y trampas son de todos conocidas , hizo un viaje á Medina del Campo . Durante su ausencia , que no fué muy larga , frecuenté su casa con entera libertad , sin cuidarme mucho , tal era la fuerza de mi pasion , de lo que de mí dijesen en la ciudad . Si antes entraba á media noche , ó acechaba la ocasion en que su dueño saliese á la calle , entonces estaba en su casa á todas horas : cualquiera diria que por muerte de Peralvez me habla casado con su viuda ; pero quiso mi mala estrella que aquel Ulises volviese mas pronto de lo que yo pensaba , sin que hubiese Sirenas que fuesen capaces de detenerle en su viaje . Fuéme , pues , preciso volver á mi vida anterior . Pero cuál sería mi sorpresa al observar en mi amada cierto desden que rayaba en desprecio ! Esta conducta observada conmigo tan repentinamente , aguó todos mis placeres , y casi estuvo á punto de destruir mis ilusiones . Al principio creí que sería alguna nueva táctica de su caprichoso amor para conseguir mejor mi rendimiento y adoraciones ; pero bien pronto conocí que estaba engañado . En vano insté y supliqué para saber la causa , porque el silencio unas veces , y un gesto despreciativo otras , fueron la respuesta que consiguieron mis ruegos . Al fin fuéme preciso escasear mis visitas , siquiera para no sufrir tantos desprecios de una muger á quien tanto habia amado , y cuando estaba formando una resolucion para no volver jamás á su casa , llegó á la mia su dueña . Esta vieja enlutada , capaz de engañar al mismo Belcebú , empezó diciéndome que su ama todavía me amaba . - « Pues si me ama , la pregunté , cómo me demuestra lo contrario ? - » Ah ! esos son ardides de enamorados , señor , me respondió : ademas que creo que hay otras causas que la impiden manifestarse tan complaciente como antes . - » Pues qué , tiene alguna queja de mí ? no he sido yo para ella un amante , que por servirla despreció muchas veces su propia reputacion ? por ventura no ha sido ella sola la depositaria de mis secretos ? - » Eso sí es verdad ; pero ... - » Qué quereis decir ? - » Muchas cosas . Si no fuera por el temor de descubrir ! ... - » Hablad , hablad y sentaos , que yo os prometo el silencio . » Y al mismo tiempo que esto la dije , alegré su vista con un par de ducados , cantidad que tal vez en su vida habia visto reunida en su poder . - « Sois mas generoso que un conde , me respondió al mismo tiempo que guardaba el dinero . - » Y lo seré mas todavia si vos quereis . - » A tanta bondad como me mostrais , no podré resistirme . - « Pues quisiera que al punto correspondiérais á ella . - » No permita Dios que la ingratitud me domine . - » Es bien indigna de un corazon como el vuestro . - » Tanta galantería , acompañada de tan pocos años , me obligan ya á deciros , que mi ama os manifestaba antes mas cariño , sin embargo que todavía os profesa alguno , porque necesitaba mas de vos : ahora ... - » Ahora qué ? Proseguid . - » Ahora es muy rica : maese Peralvez en su último viaje adquirió mucho dinero . Pero no creais que lo tiene mal adquirido , no : se lo entregaron para que lo distribuyese entre algunos vecinos de Burgos , y como él lo es tambien , guarda para sí la mayor parte ; porque al fin y al cabo algo vale su trabajo ... - » Y quién le dio ese encargo , mas productivo para él que sus lecciones de música ? - » Ciertos judíos de Medina . - » Judíos decís ! Cosa bien notable por cierto : no hay gente menos generosa en España . - » Es que cuando se trata de sentar en el trono un príncipe que los favorezca , son los mas liberales . - » A ver ! ... - » Sí : protegen con todas sus fuerzas las pretensiones del conde de Gijon . - » Luego tambien Peralvez es de los conjurados ? - » Tanto , que en su casa se verifican las reuniones . » Mucho llevaba descubierto ya en este diálogo : pensaba descubrir mas ; pero temia que la dueña penetrase mi intencion , y se retrajese de revelarme el resto del secreto . Afectando por lo mismo una indiferencia que encubriese mis deseos : - « Está bien , la dije , dejémosles que conspiren : conspiremos nosotros tambien á ver si conseguimos que vuestra ama me devuelva sus favores . - » Atended : os voy á dar un consejo que os servirá de mucho si le seguís . - » Al instante . - » Yo os prometo una entrevista con ella ; pero os encargo que vayais prevenido ... - » Prevenido ! Mi espada no se separa de mí ni un instante . - » De otras armas os hablo . - » Pues qué , tantos peligros me esperan , que necesito llevar la lanza , la maza , el hacha , los dardos y ? ... - » Qué tardo sois en comprender cuando no quereis ! - » Pues esplicaos sin rebozo . - » Que lleveis algunas joyas , os quise decir , para que se muestre con vos tan propicia como antes . » Estas palabras me sentaron muy mal : figuraos que con mis devaneos habia destruido la mitad de mi herencia , y ahora se me exigía el sacrificio de la otra media . Hubiera en aquel momento renegado de aquella perniciosa beldad y dado al diablo el dia en que la conocí , si no fuera que por una combinacion de circunstancias tan raras , la causa del mismo rey me pedia este grande sacrificio . Disimulé , pues , cuanto pude , y con una sonrisa que estaba muy distante de ser verdadera , repuse á mi interlocutora : - « Habeis hecho muy mal en no indicarme antes sus deseos : tal vez habré incurrido en su desgracia , por no saber que ahora gustaba de tener mas joyas de las que ya le he comprado ; pero yo prometo enmendarme . Marchad , pues , á su casa , y volved á decirme cuándo tendré el placer de ser recibido por ella . Para entonces , no solo quedará completamente satisfecha , sino que vos no lo perdereis tampoco . » Marchóse aquel serafin del infierno , despues de dirigirme mil falsas palabras , á que estaba muy acostumbrada . Conocí entonces que entre ella y la muger de Peralvez habian formado una conjuracion para arruinarme ; pero como mi amor al rey me obligaba á sacrificarme para descubrir la de su marido érame preciso pasar por todo . El resto del dia lo empleé en visitar á la mayor parte de los lapidarios de la ciudad : apenas quedó una calle que no corriese á ver si encontraba alguna alhaja de esas de relumbron , con que pudiese saciar , aunque no fuese mas que por , el momento , la codicia de mi dama . Cerca ya del anochecer conseguí mi objeto : compré una sortija y unas arracadas en tres cruzados , que en realidad no valian dos , y con ellas procuré salir del atolladero en que estaba metido . Retirábame ya á mi casa muy contento con las esperanzas que me inspiraba aquella mercancía de piedras falsas , cuando al pasar por la calle de Nuño Rasura se me acercó la misma vieja , y me dijo al oído : - « Ya estais servido , caballero : en este instante mi señora os espera . A fé que no podeis quejaros de que no he cumplido mi palabra : gran suerte ha sido la vuestra en encontrar una criada como yo . - » Y vos un amo que tan bien premie vuestros servicios . » Y al mismo tiempo alargaba la . mano para entregarla un ducado . Al momento tercié la capa , alargué el paso y me dirigí á casa de maese Peralvez . Por el camino iba discurriendo el mejor modo de representar el papel de que acababa de encargarme . Tan pronto quería presentarme como un marido celoso que dispone de los medios para vengarse , como un amante rendido que , sin haber faltado , se atribuye á sí toda la culpa . Me decidí al fin por este último estremo , orque era el que prometia dejarme mas airoso en el caso presente . No me engañé : encontré á mi dama tan seria , que parecia muy resentida de mi conducta ; pero en cuanto la dirigí las mismas disculpas que yo en otra ocasion exigiría de ella , su semblante se revistió de una sonrisa , que para mí era mas falsa que encantadora . Para completar mi triunfo , procuré oponer un engaño á otro engaño , y dirigiéndome á ella : - « Tomad , la dije ; en esta caja encontrareis una corta espresion de mi cariño . » Alargó la mano , y la alegría brilló en sus ojos . No os referiré las palabras lisonjeras que con este motivo me dirigió . Para ella , segun decia entonces , no había otro objeto mas digno de su amor que yo : maldecia los días que , por una veleidad bien impropia de su carácter , se había visto privada de mi vista : prometia amarme y serme fiel toda la vida : rogábame que la perdonase sus faltas anteriores : exigíame que jamas la olvidase ; y en fin , dijo tantas y tales cosas , que casi estuve por creer que me amaba sinceramente . Mas despues , variando casi repentinamente de tono , me dijo que ya era muy tarde , y que se hacia preciso que me marchase . - « Otras veces estuve mas tiempo , la repliqué , y no encuentro razon para que ahora me priveis de igual felicidad . Al fin soy tan desgraciado cuando no estoy con vos ! ... - » Me siento indispuesta , y quisiera acostarme . - » Estais mala ? Pues acostaos sin dilacion : yo prometo no separarme de aquí hasta que venga el médico y me tranquilice . - » No : marchaos , marchaos , que esto no será nada : tal vez la emocion que he esperimentado al veros , me habrá producido este mareo . » Si hubiera dicho que la vista de las arracadas y la sortija la habían causado aquella emocion , la creeria facilmente . Pero la verdadera causa que la obligaba á despedirme , era la aproximacion de la hora en que los conjurados debian reunirse . Ella estaba muy agena de que su dueña la habia hecho traicion sobornada por mis ducados , pretendiendo que la fuese leal cuando no la daba ejemplos mas que de infidelidad . Por lo mismo yo , que al volver á frecuentar su trato y amistad casi no había tenido otro móvil que el interés que me inspiraba la causa de don Juan , me propuse no complacerla hasta haber conseguido todo mi objeto . En aquellos momentos tan críticos en que ella veía descubrirse la conjuracion en que figuraba su marido , llaman á la puerta , y al primer golpe pierde su serenidad , manifestando de este modo sus grandes temores . - « Otras veces , la dije , no habeis temido tanto , aun cuando Peralvez fuese el que llamase . - » Sí ; pero ... - » Vuelven á llamar , la interrumpí . - » Ya oigo ... Es muy conveniente que os marcheis ... - » Por qué ? no podré permanecer algun tiempo , aunque sea oculto en un rincon ? - » Esta noche es imposible . - » Pues qué hay esta noche ? - » Nada ... - » Os contradecís , señora ; porque si nada hay , tanto mejor para que estemos mas tiempo reunidos . Pero en vano me ocultais la verdad ; porque vuestra turbacion y las repetidas veces que abren la puerta de la calle , me indican que algun negocio grave debe de ventilarse en vuestra casa . Yo no puedo creer que sean amantes vuestros todos los que van llegando . - » No : amantes , de ninguna manera , repuso cada vez mas azorada : amigos de mi marido serán , que vienen á jugar tal vez á los dados . - » Pues quiero conocerlos . - » Retiraos por Dios , Ferrando . - » Oh ! No exijais de mí tal cosa , porque no os obedeceré . - » Si no lo haceis cuanto antes , vuestra vida corre graves riesgos . - » Pues quién atenta contra ella ? pregunté tranquilamente , y llevando mi mano derecha á la empuñadura de la espada . - » Por Dios , vuelvo á repetiros que os marcheis , esclamó con acento desesperado y arrojándose á mis pies . - » Pero por qué me he de marchar ? - » Oh ! No me estrecheis con vuestras preguntas , mas terribles mil veces que el rayo de la tempestad , respondió sollozando y vertiendo amargas lágrimas . - » Tranquilizaos : sed franca conmigo , y nada temais de quien os amó y os ama sinceramente . » Como se obstinase en no responderme ni una sola palabra que pudiese aclarar todas mis dudas , la dije : - » O me decís quiénes son esos desconocidos que acaban de llegar , ó me arrojo entre ellos con la espada desnuda . - » Ferrando , apelo á vuestra caballerosidad . - » Qué exigís de ella ? - » Que os compadezcais de las lágrimas de una madre . - » Y qué quereis decirme con eso ? - » Que salveis la vida de mi hijo , tan espuesto á perecer si nos descubrís . - » Y quién es vuestro hijo , señora ? - » Un jóven de diez y seis años , desgraciado fruto de , mis primeros amores . - » Y por qué temeis tanto por él ? Por ventura es algun malhechor ? ... - » Compadeceos , os ruego , de sus pocos años : ha sido seducido ... - » Seducido ! y por quién ? - » Por los enemigos del rey . - » Luego vuestro hijo es uno de ellos ? - » Por desgracia , Ferrando ! - » Pues tranquilizaos : yo os prometo mi proteccion para él y para vos ; pero es preciso que me permitais oir lo que hablan sus compañeros , desde un lugar en que no pierda ni una sola de sus palabras . - » Vais , Ferrando , á descubrir todos sus planes ? ... - » Teneis interés en que permanezcan ocultos ? - » Mi hijo , ay mi hijo ! ... - » Nada temais por él , y si quereis salvar á Peralvez , de quien parece que os habeis olvidado , hablad . - » Vos sois mejor que yo ... » Aquella muger , cuyos remordimientos debian de ser iguales al amor que profesaba á su hijo , deja su actitud suplicante , y haciendo sin duda el sacrificio mas costoso de toda su vida , me condujo á un aposento oscuro y algo retirado de una sala en que estaban reunidos los principales judíos de Burgos con algunos otros enteramente desconocidos para mí . Sus discursos , de los que solo pude entender una pequeña parte , eran los mas sediciosos ; sus gestos espantosos y horribles iban unidos á sus palabras de muerte y esterminio ; y cuando llegaron á proponer los medios de asesinar á don Juan , salí de aquel lugar de abominacion , temeroso de ser descubierto . « Que se trate de vencer en buena guerra á los adversarios , me decia á mí mismo , pase ; pero envenenar al hijo de don Enrique , como á ello se obligó ese moro perverso , y seducir las tropas que guarnecen el castillo , crímenes son que para no castigarlos en el acto , se necesita tener el convencimiento de que así han de quedar sus tramas completamente aniquiladas . » Pero cuando me encontraba ya en la calle , y creía que por nadie habia sido descubierto , se me acerca por entre las sombras de la noche un hombre parecido á un espectro , y á media voz me dice estas palabras : « Jeovah nos proteja y envíe su Ángel esterminador . » Al oirlas me paré , y nada pude responder , porque ignoraba su sentido . Entonces el que las pronunciara conoce que yo no era del número de los conjurados : teme por sí y por ellos , y este temor , bien fundado , le hace recurrir á un crímen : desenvaina la espada , y sin prevenirme , trata de asesinarme . Desnudo entonces la mia , evito el golpe , y conociendo que mejor me estaba huir que pelear , me dije á mí mismo : « Sálvese el rey , aunque perezca mi honor . » Al poco tiempo llegaba á mi casa y esperaba el dia , para venir á contaros lo que yo mismo he presenciado . Por conclusion , honrado y prudente Ramirez , solo un favor voy á pediros , que estais obligado á concederme : así como me prometísteis ocultar mi nombre y el de la muger de Peralvez , ocultad el de este tambien , sin olvidaros de aquel jóven á quien yo prometí librar del peligro en que se encuentran sus compañeros . - Por mí , respondió el anciano poniendo su mano derecha sobre el pecho , no sereis descubiertos . Al terminarse esta larga entrevista , don Juan Ramirez de Arellano se dirigió al palacio del rey , y el hijo de Pero Lopez de Ayala á su casa , ocupado con graves y diversos pensamientos . Al mismo tiempo que estos dos personarges se despedian el uno del otro , el Abad de Herrera esperaba con ademan meditabundo , aunque tranquilo y reposado , en un salon del regio alcázar de Castilla la licencia que solicitara para ver al augusto hijo de don Enrique . Ni le llamaban la atencion los delicados adornos con que estaba enriquecida aquella estancia , ni las intrigas que tal vez allí se habrian realizado , ni los recuerdos de gloria que en mil trofeos pendian de sus paredes ; porque una sola idea absorbia en aquel momento todos sus pensamientos , embargando su espíritu en tal conformidad , que podia confundirse con una estátua del celebrado Fidias . Pero cuando mas ensimismado se encontraba , fué saludado cortesmente por don Juan Ramirez de Arellano , que acababa de pisar los umbrales de aquella morada respetable . - Siempre veo en la casa de nuestros reyes con nueva satisfaccion , le dice sentándose á su lado , al venerable Abad de aquella Tevaida de Castilla que fertiliza y baña el caudaloso Ebro . - Las pocas veces que yo os encuentro en ella , repuso el austero cenobita , no es menos en mí el gozo que esperimento ; porque á la verdad , un rey de veinte y un años , si ha de regir á sus pueblos con acierto , necesita de las luces y consejos de hombres tan esperimentados como vos . - Y tan sabios como vuestra paternidad . - Dejaos de lisonjas , y confesad conmigo que mejor estaria entre mis monges rogando á Dios por la prosperidad del príncipe , que en Burgos convertido en cortesano . - Sin embargo ... - Oh ! Nada hay que pueda contestarse á lo que acabo de deciros . El hombre mas grande que produjo el siglo XII , el que por su saber y estraordinaria virtud llegó á ser el oráculo de los Papas y de los Reyes , dejó consignadas en sus obras inmortales estas palabras : « El monge fuera del monasterio , es como el pez fuera del agua . » Por otra parte , nuestros consejos y advertencias se miran con prevencion ; y aunque sean dictadas por el espíritu mas recto , se las atribuye cierto carácter de malignidad , que solo existe en el corazon de nuestros detractores . - No obstante , yo soy de opinion , que cuando el príncipe necesita de los conocimientos y servicios de un individuo , sea este quien quiera , está obligado á dejarlo todo por servirle : al menos en circunstancias especiales ; y segun se dice de público , vuestra paternidad se encuentra en este mismo caso ... - Será así como vos lo decís ; pero cuando ese individuo conoce que ya ha cumplido con los deberes que le imponia su conciencia , debe de abandonar la corte al instante . - Por lo mismo yo tengo todavía esperanza de veros algun tiempo mas en ella ... - Cabalmente hoy vengo á suplicar á S . A . que me permita regresar cuanto antes á mi monasterio . - Mal hará en concederos esa licencia que vais á pedirle . - Ignoro la causa . - Es mucho que se oculte , á la penetracion de vuestra paternidad . - Nada tiene de estraño , porque no soy lo que suponeis . - Con que ignorais que don Juan , ahora mas que nunca , necesita , si ha de vencer á los enemigos que le rodean , de todos nuestros esfuerzos ? - No son tan grandes esos enemigos : para vencer y destruir los de Burgos , bastais vos con vuestros consejos ; y para domar el orgullo del conde de Gijon , sobra el Adelantado Pero Ruiz Sarmiento . - Siento mucho decir á vuestra paternidad , que la grandeza de su corazon le hace mirar con desprecio los riesgos que corre Castilla ; pues no puedo persuadirme que ignore lo que tal vez preveen los menos avisados del pueblo . - Acaso no los conoceré tanto como ellos . Don Juan Ramirez hizo un gesto como que dudaba de la sinceridad de estas palabras , y luego continuó : - El cerco de Gijon no adelanta un paso : el Adelantado Mayor de Galicia acaba de demostrar con sus imprudentes asaltos que esta clase de guerra es superior á sus talentos militares . Allí no hay mas que valor y mucha terquedad : si continúa por mucho tiempo al frente de los tercios castellanos , él solo basta para destruir el ejército real . Añadid á todo esto la escasez estremada de dinero , pues en las arcas reales no se encuentra un cornado , y la dificultad de imponer á los agoviados pueblos nuevas derramas y pechos . - Los judíos , respondió el Abad para esplorar el ánimo de Ramirez , pueden sacarnos de esos conflictos . Ellos saben allegar dinero en las circunstancias mas difíciles ; y aunque sea una desgracia para nosotros la muerte de Joseph Pico , no creo que su destino de recogedor de las alcabalas reales no pueda ser desempeñado por otro de su misma nacion . El anciano , al oir estas palabras que calificaba de despropósitos , estuvo por dar al diablo la sabiduría del Abad , y por desear que cuanto antes se , restituyese á su monasterio ; pero conteniéndose al principio por el respeto que le imponia su dignidad , sospechó luego si aquel hombre vestido de jerga sería uno de esos profundos políticos , que ocultan sus pensamientos cuando desean conocer los agenos . - Los judíos dice vuestra paternidad ! los judíos , que son nuestros mayores enemigos ! ... - Hasta ahora ninguna prueba tenemos de ello ... - Tuviérala yo de su fidelidad , así como la tengo de sus crímenes ! - Es preciso que modereis vuestro celo , si no quereis incurrir en las preocupaciones de la estraviada multitud , que á todas horas clama por el esterminio de esos infelices . - Infelices seremos nosotros si vuestra paternidad sigue defendiendo á esa maldita raza ! - Yo supongo que cuando os esplicais así , tendreis motivos muy poderosos . - Sí los tengo ; y al rey vengo á contarle todo cuanto sé para que se prevenga . - S . A . ya no puede tardar en desocuparse de los graves negocios que ahora le ocupan , y entonces podreis cumplir vuestros deseos . - Creo que cuando los conozcais , lo serán vuestros tambien . - Me alegraría que os diese el encargo de disipar la deshecha tormenta que nos amenaza ; porque á la verdad , hombres de vuestro temple , ya quedan muy pocos entre nosotros . Todavía recuerdo parte de una historia en que vos fuísteis la causa de que un rey muy poderoso temblase ante el de Castilla . El cenobita acababa con estas palabras de reanimar las pasiones del anciano : en un instante se creyó trasladado á los dias de la juventud : recordó la mayor parte de los lances de su vida ; y halagado con la idea de que aun podia servir de mucho , despues de haber , acaso contra su voluntad , manifestado su alegría . - Eso fué allá en Barcelona , repuso al mismo tiempo que llevado de su aficion á hablar de cosas pasadas , se disponia á referir una historia . Qué tiempos aquellos ! ... Entonces valíamos mas que ahora ; porque aquí para entre nosotros , dijo bajando mucho la voz , el trono de Recaredo estaba ocupado por un príncipe activo , afortunado y emprendedor . Su hijo don Juan , si bien es verdad que ha heredado muchas de sus virtudes , carece de aquella resolucion pronta , que muchas veces , en circunstancias difíciles , salva un reino espuesto á perecer . Pero vuestra paternidad no sabrá todo lo que pasó entonces , y supuesto que S . A . tarda en llamarnos , voy á contárselo . Poníanse dudas por algunos descontentos , que los hay en todas partes , acerca de la eleccion canónica del obispo de Sigüenza don Juan García Manrique para el arzobispado de Toledo . Y este prelado , para destruirlas y hacer valer su derecho , emprendió un viaje á la gran ciudad de Roma , para que el Pontífice , como cabeza que es de la cristiandad , administrase justicia . Quiso llevarme en su compañía , porque ya entonces me habia dado á conocer sirviendo en muchas ocasiones al rey con lealtad y valor . Ah ! Era yo en aquella época un apuesto mancebo , como habia muy pocos en Castilla : manejaba una espada de un modo tan admirable , que llevaba ventajas al mismo Hércules con su clava ; y mi caballo era tan impetuoso en la carrera , que se dejaba muy atrás al mismo viento . Acabábamos de desembarcar en Barcelona de regreso de nuestro viaje , cuando plugo á don Juan García visitar en su palacio al rey de Aragon . Hallámosle rodeado de sus grandes ; y el vizconde de la Rota , que se encontraba entre ellos , me dirigió palabras que me hirieron demasiado . - Vizconde , le respondí , reportaos ; porque si prevalido de que os encontrais en vuestra patria , insultais á un estrangero que cuando menos es tan noble como vos , debeis prepararos para recibir el castigo que como deslenguado mereceis . - Ah ! Es mucho , me contestó , que tambien se ofendan los ingratos y traidores porque les digan la verdad . - Yo ingrato , repuso colérico , yo traidor ! ... Esa lengua infame con que acabas de amancillar mi honra , por mí te será cortada . Mañana , si tu rey concede campo á un mal caballero , que desconoce las leyes de la hospitalidad como tú , serás conmigo en singular pelea . En seguida arrojé uno de mis guantes á las gradas del mismo trono y con una voz atronadora , esclamé : - Vos , vizconde de la Rota , si os sentís con ánimo para recogerlo , mañana os espero al despuntar el alba en las orillas del mar . - Mañana no puede ser , interpuso don Juan García Manrique , que hasta entonces no habia hablado ni una sola palabra ; quereis profanar la tregua de Dios ? - Debísteis tambien , añadió el rey , de advertirle el respeto que se me debe . El obispo , como conocia que si el vizconde se habia propasado á insultarme era por complacerle , pues estaba muy resentido por la mucha aficion que me tenia don Enrique , hasta el punto de ser yo el alma de todos sus consejos , no hizo caso de sus advertencias ; antes al contrario , sin perder el respeto á la magestad del trono , se atrevió á decirle : - Creo que si el vizconde no se hubiese desmandado , Ramirez de Arellano callado se estaria . - El reto queda aplazado , repuso el rey , para de aquí á noventa dias . El vizconde alzó el guante del suelo , y mientras tanto : - Debeis señalar el campo , dije volviéndome á S . A . - Ancho campo son las fronteras de mis estados ; pero elijo las inmediaciones de Almazan . Estas palabras del príncipe aragonés manifestaban bien á las claras su animosidad , y por evitar que se pasase á las obras , salímonos de su corte , llegando bien pronto á la de don Enrique , á quien referimos todo lo sucedido . - Está bien , nos dijo : supuesto que Ramirez manifestó de esa manera en Barcelona sus brios , en Castilla sabrá demostrar que merece mi amistad . - Espero hacerme digno de ella . Acercábase al fin el plazo ; pero antes de su vencimiento , el rey de Castilla envió al de Aragon un cartel de esta sustancia : « He sabido que mi favorito don Juan Ramirez de Arellano tiene que ajustar cierta cuenta con el vizconde de la Rota ; mas como es fácil que este último use alguna de sus perfidias para dejar en mal lugar á su adversario , he determinado que vaya acompañado de tres mil testigos bien montados , que al paso puedan resguardar el campo . » Era esto en buenos términos declararle la guerra ; y el aragonés , que se encontraba acosado por muchas partes , no solo desistió de su intento , sino que prometió entregarnos al vizconde , para que de él nos vengásemos . Yo me opuse a esta medida , pues ya estaba con su humillacion demasiado satisfecho . - Habeis hecho muy bien en perdonarle , respondió á todo este cuento el Abad . Las almas grandes , nunca lo son tanto , como cuando son generosas . Las últimas palabras del anciano fueron oidas por el mismo rey ; el cual , presentándose entre los dos interlocutores : - Apostaría , dijo , á que Ramirez está refiriendo alguna parte de sus mocedades . - Así es la verdad , señor , contestaron á un tiempo los dos , y poniéndose de pié á una distancia respetuosa . - Nunca me conceptúo mas seguro , que cuando me hallo entre vosotros . La esperiencia del antiguo privado de mi padre , y la sabiduría del Abad de Herrera , son dos robustas columnas , sobre que descansa mi trono . Por lo mismo , voy á comunicaros una noticia que acabo de recibir de las Asturías . Los dos personages fijaron toda su atencion , y oyeron con la mayor complacencia á su jóven soberano . - La plaza de Gijon se ha rendido , y su conde está en nuestro poder ... - Gracias á Dios ! esclamó el Abad . - Viva el rey ! gritó el anciano . - Pero no creais que solo estas nuevas tan felices tengo que comunicaros , volvió á decir el príncipe : la armada que hace tan poco tiempo enviamos contra el duque de Bretaña , despues de haber recorrido y hostilizado todas sus costas , se apoderó de la fortaleza de Gayo , que cae por aquellas partes , sin que sus aliados , que se tienen por muy poderosos , hayan sido capaces de oponerse á este brillante hecho de armas . Mas á pesar de todo , nada hay en estos tiempos que pueda igualarse al arrojo y felicidad de Fernan Sanchez de Tovar ; el cual , habiendo salido de Sevilla con una pequeña armada de veinte velas , costeó las riberas de España y Francia , y despues , dirigiendo las proas á Inglaterra , subió por el rio Támesis hasta dar vista á la ciudad de Londres , cuyos habitantes vieron sus campos talados , destruidas y quemadas sus alquerías , y victorioso el pendon de Castilla á las mismas puertas de su ciudad . - Esos triunfos tan rápidos y tan felices , dijo el Abad de Herrera , obra son de Dios , que depara á V . A . un reinado de prosperidad y de gloria . A vos os toca , señor , tributarle el honor , la gloria y la alabanza de que Él solo es digno : á nosotros el mostrarnos agradecidos y corresponder á tantos favores como su liberalidad nos dispensa ; y á servidores tan esperimentados y leales como don Juan Ramirez , concluir la obra que vos habeis comenzado . - Todos debemos de cooperar á ella , contestó Arellano . - Aunque por distintos caminos , repuso el cenobita . - Preveo que vuestra paternidad nos va á demostrar la escelencia de la oracion , para tener un pretesto de retirarse á su amada soledad . - Está muy reñido con la corte , interpuso el príncipe . - Y no debiera estarlo tanto , añadió don Juan Ramirez , porque aun la tempestad brama en nuestro derredor . - Cómo ? preguntó el rey sobresaltado . - Tranquilícese V . A . ; pero aun no hemos destruido á los que conspiran cerca de nosotros . - Los conoces tú ? volvió á preguntar el hijo de don Enrique . - Y V . A . tambien ... - Dime al instante sus nombres y sus planes . - No he traido otro objeto á esta augusta morada : mas el asunto exige reserva . El Abad de Herrera , al oir estas palabras , pidió permiso para retirarse . - No debe hacerlo vuestra paternidad , le dijo el rey : tal vez por las revelaciones de Ramirez comprenderemos el sentido de aquella carta . El anciano caballero conoció que ya el rey y el Abad tenian alguna noticia de lo que él iba á decir ; y así se dió prisa á dar cuenta de la conjuracion que habia sabido por el hijo mayor de Pero Lopez de Ayala . Sus oyentes se sorprendieron , y aun si vale decir verdad , el cenobita temió bastante por la seguridad del príncipe . Al fin , cuando ya se disponia á manifestar lo que le parecia conveniente hacer , un personage se hizo anunciar por embajador del rey de Granada . - Si será Boa-Eddin ! esclamó el anciano . El rey de Castílla , que conoció que aquella era la mejor ocasion de recibirle , le mandó entrar . Y el árabe , en cuanto estuvo en su presencia : - El poderoso rey de Granada , dijo , el grande Mahomad el de Guadix , me envía á vos , príncipe soberano de Castilla , para haceros saber el deseo que lo anima de cultivar vuestra amistad , tan conveniente para el bienestar de ambos estados . Su antecesor fué uno de los aliados mas sinceros que tuvo vuestro augusto padre ; y él creeria faltar á sus deberes , si no imitase su ejemplo . Yo tuve entonces la dicha de ser el principal agente de aquella alianza , y hoy me cabe la gloria de manifestar los buenos deseos de mi nuevo soberano . Dignaos , pues , corresponderle con los vuestros , y admitir como una prueba de su bondad los presentes que , si me dais licencia , no tardaré en ofreceros en su nombre . - Cómo os llamais ? preguntó el hijo de don Enrique . - Boa-Eddin , contestó el moro : habeis oido hablar alguna vez de mí ? - Sí , bastante ; allá en Santo Domingo de la Calzada . - Ah señor ! Entonces no habíais esperimentado la dolorosa pérdida de vuestro padre . La mayor prudencia manifestaron en esta ocasion los que le escuchaban ; porque á no ser así , cómo era posible que no se dejasen arrebatar de la indignacion de que su corazon estaba lleno , al contemplar en la persona de aquel infiel al cruel y falso regicida que cubriera á Castilla con su espantoso crímen de luto y desolacion ? Sin embargo , disimularon por entonces , porque era preciso que aquella fiera cubierta con la piel de zorra cayese en las mismas redes que habia tendido á su inocente víctima . La admiracion de los circunstantes á vista de tanta perfidia , se aumentó al ver la serenidad del rey , el cual como inspirado : - Está bien , dijo ; admito la alianza y amistad de vuestro amo , y pido muy de veras al cielo que sea duradera . Por mi parte procuraré corresponder á sus finezas , no olvidando jamás el conducto por donde me las trasmite . Boa-Eddin hizo entonces una inclinacion , y desapareció para volver muy pronto con los regalos de que habia hablado . Mientras tanto agitábase entre los tres personages una grave cuestion : tratábase de lo que harian con el embajador en cuanto regresase . Los pareceres eran encontrados , como sucede casi siempre entre los favoritos de los príncipes . El Abad de Herrera opinaba porque al moro se le llevase al tormento , para que allí descubriese á todos sus cómplices . Oponíase don Juan Ramírez , porque decia que con esto se espantaba la caza dando lugar á que se fugasen sus criminales compañeros : el rey decia que era de temer que Mahomad declarase la guerra , tan pronto como supiese la muerte de su embajador : respondia á esto el cenobita , que mas valia tenerle por adversario declarado , que por enemigo encubierto ; que así habia que temer siempre á sus asechanzas , mientras que del otro modo bastaban los caballeros de las órdenes militares para tenerle á raya : reponia Ramirez que no se podria atender á tantas partes á un tiempo , puesto que la guerra con Portugal y los ingleses , llevaba visos de prolongarse indefinidamente . Pero el Abad , que en la soledad del claustro habia aprendido á conocer el corazon del hombre , niejor que él en el bullicio de las grandes ciudades , escitó con estas palabras en el jóven príncipe una pasion , que en atencion á sus circunstancias particulares , no dudamos en calificar de noble . - Y será posible , Dios mio , será posible que el asesino del rey don Enrique , el que trata de reproducir en la persona de su hijo el mismo crímen , haya de quedar impune ! ... Qué ! Tan degenerados nos encontramos , que tememos castigar al criminoso ? En dónde está aquella raza de valientes , que sin mas armas que su fé hizo morder el polvo á los tiranos de nuestra patria ? qué se hizo del valor que heredamos de los que vencieron en Covadonga , triunfaron en las Navas y enarbolaron el pendon de Cristo sobre las almenas de Sevilla ? Si vos quereis admitir la falsa paz con que nos brinda el moro , aceptadla : yo prefiero la honra de mi rey ... El príncipe se enterneció al oir espresarse así al venerable cenobita . Conocia que sus palabras mas eran efecto del amor ardiente que profesaba á su dinastía , que fruto de esa política tortuosa que domina en los palacios de los reyes . Podia ser la de Ramirez mas sabia , mas adecuada á las circunstancias , pero la del Abad era mas noble , mas franca , porque era mas cristiana . Es cierto que podrá decirse que tambien era cruel , porque se queria llevar á un hombre al tormento ; pero si se atiende á que era necesario castigar un gran crimen y prevenir otro , aquella acusacion es infundada . De mas de esto , no era necesario arrancar la máscara con que Mahoma ocultaba sus pérfidos designios ? Su falsa amistad , no era peor mil veces que una declarada guerra ? Y si la guerra á los infieles era la primera necesidad de aquella época , no podrá asegurarse que aun su consejo era mas sabio que el de su competidor ? Don Juan Ramirez conoció bien cuanto significaba aquella mirada del rey : temió fundadamente perder su amistad ; y para evitarlo , se apresuró á decir : - Y quién es el que no prefiere el honor de S . A . á la alianza y amistad de Mahoma el de Guadix ? Por ventura pretendo yo á tanta costa el que se trate á su embajador de diferente modo ? Si me he atrevido á manifestar mi opinion encontrada con la vuestra , no ha sido porque creo que Castilla no podrá soportar con buen éxito una guerra con Granada ? Mas si el rey es de opinion de que se declare , podré negarle mi pobre apoyo ? Conozco que ya valgo muy poco , y que ya no soy el que estremecía con su valor á los enemigos de don Enrique ; pero aun puedo sentado desde una almena defender una plaza contra todo el poder mahometano . Mándeme el rey á ella cuando llegue el peligro , y entonces quedarán completamente desengañados los que tal vez han creido que con mis años se disminuyó el grande afecto que le profeso . - No , no , repuso prontamente el Abad : todos estamos persuadidos de lo mismo . En vos podrá haber algun yerro de entendimiento , de voluntad , nunca . Hubiérase tal vez prolongado por mucho tiempo aquella discusion , sino se presentase de nuevo Boa-Eddin ; el cual despues de haberse inclinado muy respetuosamente , y llevado la mano á la frente segun costumbre de las naciones orientales : - Augusto sultan de Castilla , dijo : hé aquí la espresion que el rey de Granada os envía en prueba del estraordinario cariño que os profesa . Esta brillante espada , guarnecida con las piedras mas finas que vió la Arabia , solo puede servir á la persona mas digna de su amistad : estas riquísimas telas , fabricadas en la opulenta Tiro , solo pueden adornar las paredes de vuestros alcázares : estas esencias odoríferas , superiores á las que usaba el gran Saladino en ocasiones muy célebres , solo deben de embalsamar vuestras estancias ; y finalmente , poderoso señor , los dos caballos , de cuyos arzones penden dos espadas damasquinas , y que enjaezados con la mayor riqueza he dejado en el patio de este alcázar , solo deben de ser montados por un príncipe como vos . V . A . los conducirá á la guerra ; y allí no solo verá su velocidad , sino que presenciará su enardecimiento cuando los clarines guerreros den la señal del combate . - Yo recibo todos esos dones , respondió el hijo de don Enrique como inspirado por una inteligencia superior , con la misma voluntad con que me los envía el rey de Granada ; pero como me sea imposible remunerar segun merece á la persona por quien me trasmite las pruebas de su amistad , he acordado hacerla partícipe de estas mismas finezas de su rey . Por lo mismo , vos , Boa-Eddin , que habeis sido elegido para desempeñar tan honorífico encargo , empezad á recibir el premio de vuestros servicios . Tal vez creeríais que solo en Granada serian galardonados ; pero tambien en Burgos hay premios para el virtuoso y castigos para el culpable ... Estas palabras desconcertaron al moro ; no solo porque entendió demasiado su significado , sino porque el augusto joven que las pronunciara , había manifestado con su semblante la indignacion de que estaba poseido . Pero su turbacion y temor se aumentaron , cuando el príncipe , abriendo uno de los frascos que acababa de presentarle , se lo dió á oler . - Participa , le dijo , ó embajador del rey de Granada , participa de las esencias superiores á las que usaba el gran Saladino ; porque justo es que no quede sin galardon el que con un crímen me abrió el camino del trono ... - Vive Dios , esclamó don Juan Ramirez , que el árabe ha perdido el color ! - Qué ! Torceis la cabeza ? le preguntó en este tiempo el rey . - No puedo soportar la fuerza de ese espíritu , respondió con voz ahogada . - La fuerza de este espíritu , repuso el príncipe rompiendo los diques de su furor , te quitará la vida en castigo de tus enormes crímenes . Acuérdate , infame , de Santo Domingo de la Calzada : ten presente la muerte que con aquellos borceguíes infernales causásteis al rey mi padre ; y no olvides en este trance lo que intentabas contra su hijo . Resígnate , pues , á morir en el mismo suplicio con que procurabas hacerme perecer , para que conozca Mahomad el castigo que en esta tierra se impone á los traidores . - Pero así ... así , señor ... repuso el moro próximo á entrar en la agonía , así faltais á la amistad del ... rey de ... - Pérfido ! esclamó don Juan Ramirez , aun se atreve á invocar los instrumentos de su maldad ! ... - Que muera en el tormento , interpuso el Abad de Herrera . - Sí , sí : al tormento , al tormento , gritó don Juan Ramirez . - Entréguese ese miserable al verdugo , respondió el rey con dignidad : yo le ennobleceria demasiado si procurase quitarle la vida por mí mismo . - Pero , señor , volvió á instar el cenobita , comunique V . A . sus órdenes para que este insensato nos diga por qué causa atentó contra la vida de dos reyes que en nada le habian ofendido . - Queda desde ahora don Juan Ramirez , aconsejado por vuestra paternidad , autorizado para hacer en este caso cuanto le sugiera su celo y su esperiencia . Entonces el antiguo favorito comunicó sus órdenes al instante ; y al poco tiempo gemia Boa-Eddin en una de las mas lóbregas prisiones del castillo de Burgos . No se descuidó Ramirez de Arellano en corresponder á la confianza que en el acababa de depositar el rey don Juan : con una actividad superior á sus largos años , fué por sí mismo , aunque bien acompañado , apoderándose de casa en casa de los principales conspiradores . Estos miserables , cuyas locas esperanzas empezaban á desvanecerse , porque ya circulaban rumores , que cada vez adquirian mas consistencia , de la rendicion de Gijon , fueron encerrados en las lóbregas estancias del castillo . Allí debia al dia siguiente de representarse una escena , bien distinta de la que ellos tanto esperaban : el antiguo favorito , acompañado del terrible verdugo , se presentó para arrancarles por la violencia del tormento , la confesion de sus crímenes . El primero á quien colocaron en el potro fué Boa-Eddin ; el cual , como se obstinase en negar al principio lo que ya nadie ignoraba , le faltó el aliento y la vida cuando empezaba á arrepentirse de su tenacidad . Solo estas palabras , que sus labios helados por el frio de la muerte pronunciaron , pudieron escribirse por un notario que allí estaba presente . - Si ... yo fuí el autor , porque el rey de Granada ... ¡ Oh ! Dejadme , dejadme , que me descoyuntais los huesos ... ¡ Maldiga Dios á los cristianos ! ... En seguida tocó la suerte al astrólogo Baruch ; pero este miserable , antes que el verdugo diese la segunda vuelta , fué acometido de un mortal parasismo , y espiró . Igual suerte cupo al opulento Benjamin Artal , sin que don Juan , que solo empleaba aquellos medios de tanto rigor para conocer la verdad , pudiese conseguir su objeto . Al fin tocó el turno a Nehemías ; y este judío , que carecia de la fortaleza de sus compañeros , antes de ser colocado en el tormento , hizo importantes revelaciones . Súpose por ellas , no solo el número y circunstancias de los conjurados , sino tambien la causa porque el moro , cuyo cadáver tenian á la vista , habia atentado contra la vida del rey . Dijo que Mahomad , una de las cosas que mas temia era la union y la paz de los castellanos , porque sus fuerzas combinadas podian caer sobre su reino y anonadarle ; y que así como su antecesor para conseguir igual objeto , habia apelado á un regicidio valiéndose de Boa-Eddin , él habia empleado los mismos medios para destruir á sus enemigos . Satisfecho don Juan Ramirez con estas declaraciones , mandó retirar al verdugo , y que fuesen traidos al castillo los otros conspiradores , cuyos nombres acababa de revelarle Nehemías . Su fin era deshacerse de aquella falange de malvados ; pero antes quiso hacer á Mahomad un presente , que le recordase lo que debian esperar los que se prestasen á ser sus embajadores . Mandó cortar la cabeza al cadáver de Boa-Eddin , y conservada entre miel se la remitió por dos árabes cautivos , con una carta concebida en estos términos : « El miserable de quien os valísteis para perpetrar un crímen , acaba de pagar á manos del verdugo la parte que le cupiera en él . Vos debeis de temer que otro tanto acontezca á cuantos se encarguen de ser vuestros embajadores , pues así se castiga entre nosotros la perfidia de los musulmanes . Ese sangriento trofeo debe recordaros la espada de los cristianos , siempre pronta á estinguir la maldita raza de Agar . Un príncipe infiel que se sienta en un trono , debe temer á los protegidos de Dios ; y en vez de irritarlos , pretender su amistad de todas veras . Nosotros rechazamos la vuestra : nos separa un abismo y un lago de sangre ; y no descansaremos hasta haberos arrojado al desierto . Allí tambien os perseguirá la invicta nacion española , deseosa de vengar las ofensas con que la viene ultrajando vuestra asquerosa secta desde la sangrienta jornada del Guadalete . Por lo mismo , vos , Mahomad , temed y estremeceos . » Esta sucinta carta , en que tanto resplandecia ese noble orgullo de nuestros padres , y ese patriotismo puro , capaz por sí solo de salvar un Estado en las circunstancias mas dificiles , contuvo en sus justos límites al rey de Granada . Castilla se vió entonces libre de sus asechanzas ; y á don Juan Ramirez de Arellano , que todo lo sacrificaba al esplendor del trono y á la gloria de su patria , fué debido el sosiego de que entonces tanto necesitaba . Mientras tanto continuaba el antiguo favorito de don Enrique sus averiguaciones y castigos : los principales judíos , como mas complicados en la trama , pagaron á manos del verdugo su rebeldía ; y los que no eran tan culpables , aquellos á quienes su falta de reflexion , ó tal vez su necesidad , precipitara en el fango de aquella rebelion infame ; fueron desterrados á diversas partes del reino . De este número hubiera indudableniente sido Maese Peralvez , si el hijo mayor de Pero Lopez de Ayala no se decidiera á interceder por él . - Vengo á recordaros vuestra palabra , dijo á don Juan Ramirez , y con esperanza de que un caballero como vos sabrá cumplirla . - Y qué palabra es esa ? replicó con gravedad el anciano : díos yo por ventura alguna que no os cumpliese ? - Con que ignorais que habeis contraido conmigo una deuda , repuso el jóven con prontitud , que todavía está por satisfacer ? - Máteme Dios si yo sé , qué deuda es esa . - Cómo ! No os acordais de la mañana en que yo os manifesté circunstanciadamente cuanto se tramaba contra el rey ? - Sí me acuerdo ; y qué ? ... - Y de ese modo os desentendeis de lo que pasó entonces ? - Buen modo de desentenderme tengo , cuando desde aquel , dia al verdugo no le faltó que hacer ... - Ó vos os burlais de mí , repuso el jóven con indignacion , ó no quereis entenderme . - Ni será lo uno ni lo otro , Ferrando : las burlas dicen mal con mis canas ; y el no querer entenderos , con el aprecio que hago de vos . Estaria de ver que yo ahora , pobre viejo caduco , me zumbase con un mozo de los mas galantes de la corte de Castilla ! - Dejaos de palabras , replicó el hijo de Ayala , conteniéndose á duras penas por no destemplarse con el antiguo amigo de su padre , y dadme una prueba de ese aprecio que tantas veces me habeis citado . - Decís bien , Ferrando : vos sin duda debeis de saber aquello de : obras son amores , y no buenas razones ; y para que sepais que yo tambien estoy por este adagio , os hago saber , que el rey por mi mediacion acaba de nombraros alférez real , premiando así en vos las virtudes de vuestro padre ... - A vos os debo este favor tan señalado ? preguntó enagenado , cambiada la indignacion en verdadero gozo . - A mí , no : debéiselo al rey , y al buen nombre que dejó entre nosotros aquel militar valiente , que se sacrificó por su príncipe en la batalla de Nájera . Vos , Ferrando , imitad sus virtudes , para que en todo tiempo vuestros hijos tengan un claro espejo que les enseñe el cumplimiento de sus deberes . Vuestro padre , á todos nos da lecciones desde la tumba : á todos nos da el ejemplo que debemos seguir en los dias aciagos que corremos ; y vos , con especialidad , debeis de mostraros digno descendiente y sucesor suyo . Estraordinariamente conmovido el nuevo alférez , y no conceptuándose digno del empleo con que acababa de honrarle el rey , despues de dar curso á algunas lágrimas que se desprendieron de sus ojos : - Ah ! Yo juro , contestó , juro por sus cenizas , por su sombra veneranda , juro por el santo nombre de Dios , por su santa Fé y Religion , el observar la línea de conducta que él me dejó trazada . Quisiera que ahora mismo se me presentasen ocasiones de acreditar mi adhesion á la noble causa que en dias demasiado críticos él abrazara : y quisiera tambien sacrificarme por un rey que en mí premia sus servicios . Enrique el de las mercedes fué titulado su padre ; y este renombre ilustre , superior al de grande y conquistador con que se honran otros príncipes , él lo merece con igual motivo . - Así es la verdad : no solo vos podeis decirlo , sino otros muchos de sus vasallos , entre los cuales figura en primera línea el Adelantado Pero Ruiz Sarmiento , á quien acaba de nombrar primer mariscal de Castilla . - Esa dignidad es nueva . - Sí ; creóla el rey para premiar al Adelantado por la toma de Gijon , y por haber destrozado completamente los últimos restos de la rebelion , que junto á Medina capitaneaba el hijo de Men Rodriguez de Sanabria . Ferrando , que al ir á casa de Arellano solo habia pensado en recordarle el cumplimiento de cierta palabra , no podia , á pesar de su nuevo destino , de desentenderse de hacerlo . Sin embargo , no del modo que al principio se propusiera , sino como el que ruega y se cree con derecho á que le atiendan , manifestó al anciano que Peralvez gemia en la prision . - Es de los conjurados , le replicó , y solo el rey puede perdonarle . - Si ; pero vos me prometísteis ocultar su nombre ... Aquí se vió don Juan Ramirez tan atacado , que no supo al pronto qué responderle ; mas despues , sin darse por entendido de aquellas palabras : - Os prometo seriamente , dijo , que el verdugo no se entenderá con él : tan solo pienso en un destierro ; y si había de ser á un punto de los mas distantes del reino , lo destinaré á cualquiera de los mas cercanos , en donde le acompañará , para que la distancia y ausencia le sea mas llevadera , el hijo de su muger . - Y tambien á este desgraciado alcanzan vuestras iras ? ... - Mis iras , no ; el castigo que merece por su culpa . - Sin embargo , la libertad del uno y del otro estaba garantida por vuestra palabra ... - Son culpables , y el rey me manda que los castigue . - Pero S . A . creo que ninguna necesidad tuvo de saber que lo eran . - Empeñóse en saberlo , y no tuve mas remedio que decírselo ; si vos no supísteis ocultármelo , cómo queríais que yo lo hiciese ? - Lo habia fiado á vuestra prudencia , y ... ahora conozco que fué inútil . - Qué diablos , Ferrando ; no puedo comprender vuestra tristeza por el destierro de dos hombres ! Si esta medida la hiciera estensiva á cierta persona del otro sexo , pase ; pero quedándose ella en Burgos , qué mas podeis desear ? ... - No , Ramirez ; os prometo que mis relaciones con ella han concluido para siempre . - Cómo así ? - Los remordimientos me atormentaban demasiado : por un momento de ilícitos placeres , perdia la salud y la tranquilidad de mi espíritu . Hice , pues , una resolucion de separarme del encantador objeto que me proporcionaba mil dispendios y menoscabos en la honra , y lo conseguí . Feliz yo mil veces por haberme desentendido de los cantos de aquella Sirena , que emponzoñó mi vida con escándalo de cuantos me conocian ; y mas feliz aun , si persevero apartado de su dañosa amistad . - Me edifican vuestros propósitos , y los nobles sentimientos de vuestro corazon me cautivan ; y para que veais que tambien yo os imito en lo que puedo , hoy mismo voy a pedir a S . A . la libertad de Peralvez y la del hijo de su muger . - Quisiera que así lo hiciéseis , para que esa pobre familia fuese menos desgraciada : al fin les dí palabra de protegerlos . Don Juan Ramirez no faltó á la que acababa de dar al nuevo alférez , pues apenas se separó de él , cuando pidió permiso al rey para poner en libertad á dos de los menos temibles de los conspiradores . Alguna resistencia encontró al principio en el hijo de don Enrique : su ánimo real se oponia á un indulto tan completo en perjuicio de los demas presos ; pero en cuanto el favorito le hizo presente que los reos por que abogaba mas eran á propósito para destruir cualquiera conjuracion que para fomentarla , y que la que tanto les habia dado que hacer habia sido descubierta por uno de ellos , accedió al instante á sus deseos . De este modo quedaron tambien cumplidos los de Ferrando ; el cual , para dar una prueba mas de la nobleza de su corazon , nombró su page de lanza al joven , a quien las lágrimas de su madre pusieron al borde del precipicio . En este tiempo , el hijo de don Enrique manifestó el deseo que le animaba de hacer , por via de entretenimiento , una escursion á los montes de Ontoria . Algunos de sus cortesanos se dispusieron para acompañarle ; y entre ellos llamaba la atencion por su actividad y alegría don Juan Ramirez , que no queria , segun él decia , separarse ni un instante de su lado . Y en verdad , que si se atiende á que por sus consejos se habia visto disipada en gran parte la deshecha tormenta que estuvo á punto de estallar sobre Castilla , le sobraba razon para pretenderlo , mucho mas , despues que el Abad de Herrera , suspirando siempre por su amada soledad , se restituyera á su monasterio . Acababa el rubicundo Febo de tender su dorada cabellera por las cúspides de las encubradas montañas de la sierra de Burgos , cuando el jóven rey salia acompañado de las personas que le inspiraban mas confianza , en direccion de los umbrosos pinares de San Leonardo . El primer dia entretúvose en cazar en los pueblos de las inmediaciones de su capital , y el segundo avanzó hasta el de Ontoria , en persecucion de los javalíes , de que abundaba aquel país . La caza fue abundante : reinaba la animacion y la alegría entre cuantos concurrieron á ella . Los espesos bosques , los solitarios valles , los encumbrados cerros , los humildes collados , las oscuras cavernas , todo , en fin , estaba lleno de la gritería de los cazadores , del eco de sus cuernos de marfil y del ladrido de sus perros . Cualquiera diria que el bullicio y algazara que de ordinario reina en las grandes ciudades se habla trasladado al desierto ; porque aun aquellos que estaban acostumbrados á guardar en todo circunspeccion , manifestaban allí la alegría de los primeros años . El mismo don Juan Ramirez desmentia con sus gracejos y voces su avanzada edad ; y ya que no podia correr cuanto deseaba , incitaba á otros á que lo hiciesen . Pero cuán poco duran los goces del mísero mortal ! Cuán en vano se afana por olvidar que le cercan á cada paso innumerables desdichas y multiplicados peligros ! Podrá acaso esforzarse en creer que es venturoso en la tierra porque nada sabe negar á sus desordenados apetitos , teniendo á mano los medios de satisfacerlos ; pero prescindiendo del vacío inmenso , de la sima profunda que notará en su corazon al olvidarse de practicar la virtud , una enfermedad grave , la pérdida imprevista de una persona querida , vendrán al instante á recordarle lo errado de sus cálculos . Quién es el hombre que podrá decir : he nacido para gozar á mis anchuras en el mundo , y en él tengo mis deleites ? Este hombre , si le hay , es un insensato , que abandonado por la razon , es digno de verdadera lástima . Quién habia de decir á los que formaban la comitiva del rey don Juan , que en aquel mismo dia que creyeran destinado para olvidar todos sus cuidados recreándose en el noble ejercicio de la caza , y desentendiéndose de la engorrosa etiqueta de los palacios , ese mismo dia habian de llorar la temprana muerte de un príncipe amado y reverenciado por sus pueblos ? Pues ello , no obstante , fué una verdad triste , que desgarró su corazon cuando estaba henchido de alegría y predispuesto para los placeres . Iba declinando el dia , cuando una violenta tempestad que estalló casi repentinamente , puso término á la algazara de los cazadores , y les obligó á retirarse al pueblo de Ontoria , en donde tenian sus alojamientos preparados . Al verse reunidos notaron la falta del príncipe ; pero como creían que la tormenta le hubiese obligado á guarecerse en otra parte distinta de su palacio , al pronto no se sobresaltaron . De este error vino á sacarlos la presencia de Ferrando , con quien le habian visto una gran parte del dia . - El rey , en dónde está ? le preguntó con ansiedad don Juan Ramirez . - Pues qué , no se halla en este alcázar ! respondió el jóven alférez demudado el semblante y presintiendo su pérdida . - Es el único que falta de cuantos asistimos á la cacería ; y vos que estuvísteis con él toda la tarde , debeis de darnos cuenta de su persona ... - Toda la tarde , no , Ramirez : vos no reparais en lo que decís , porque á no ser así , no habiéndome vos visto mas que una pequeña parte de ella , cómo era posible que aseguráseis una cosa tan contraria á la verdad ? Es cierto que juntos anduvimos mucho tiempo ; pero poco despues de estallar la tormenta , y cuando yo tenia buenos deseos que mandase dar la vuelta al pueblo , un enorme javalí iba corriendo por entre las malezas de un espeso bosque á refugiarse en las orillas del rio . El príncipe se arroja sobre él ; tírale un dardo , y logra clavársele en los lomos . La fiera al sentirse herida , revuelve hácia nosotros ; y nuestra destreza y la agilidad de nuestros caballos nos libran de su ferocidad . El augusto cazador insiste en matarla : lánzase nuevamente en su persecucion , siguiéndole yo á corta distancia . Pero en aquel instante mismo sonó un pavoroso trueno , rasgóse una nube , y vomitó sobre el bosque un crecido número de rayos que le incendiaron por todas partes . Al volver del espanto que me causó aquel desconcierto de la naturaleza , derramo la vista en derredor de mí , y no encuentro mas que las señales de la violenta tempestad , que se aumenta por momentos . Llamo entonces al príncipe , y no me responde : lo busco con ansiedad , y no le encuentro . Si habrá perecido ? me pregunto á mí mismo . Pero cuando así empezaba á lamentarme por su suerte , acertó a pasar por junto á mí un pastor , y me dijo : un caballero , que no sé si será el rey , ha pasado por aquí corriendo á uña de caballo : para ahora ya debe estar en el pueblo . No dudando que fuese él , me dirigí á este palacio ; pero ya veo que el pastor confundió al príncipe con alguno de nosotros . - Indudablemente ! respondieron los que escucharon esta relacion . Íbanse ya á dar órdenes para que saliesen en todas direcciones buscando al augusto hijo de don Enrique , cuando hé aquí que entra en el alcázar su despensero mayor , el cual lloroso y afligido , como el que ha esperimentado la mayor pérdida del mundo , esclama : - El rey ha perecido ! qué será ahora de nosotros ? ... - Qué decís ? preguntan todos á una vez . - Una verdad triste y desgarradora . El rey ha perecido devorado por una fiera , añadió con acento melancólico . - Silencio , interpuso Ramirez con voz atronada : esos no son mas que rumores , que mañana vereis destruidos cuando le veais entre nosotros . Sí , sí ; ya le veremos , ya , contestó á estas palabras el despensero meneando la cabeza : en la morada de Dios es mas fácil ; lo que es aquí , imposible : yo he hablado con los mismos pastores que vieron correr á la ventura su caballo por los bosques . - Silencio , volvió á decir el antiguo favorito esforzando la voz ; esos no son mas que embustes fraguados por los enemigos de nuestro reposo . Acabo de tener noticia de que el rey pernocta esta noche en San Leonardo , adonde nosotros iremos mañana para reunirnos con él . Casi todos los que oyeron estas palabras las creyeron de buena fé ; pero algunos mas advertidos , como el hijo de Pero Lopez de Ayala , conocieron que hablan sido pronunciadas con un fin político . Ciertamente era de suponer así , no solo por la reserva con que Ramirez acostumbraba á proceder en todo , ocultando muchas veces la verdad para conseguir mejor sus fines , sino porque al poco tiempo mandó salir personas de su mayor confianza á recorrer los pinares para enterarse de cuanto hubiese sucedido . Estos esploradores llevaban orden de recoger el regio cadáver , si por desgracia era cierto cuanto anunciaba el despensero , y conducirlo con el mayor sigilo á Ontoria . Domas de esto , se retiró á escribir un espreso al arzobispo de Toledo y al obispo de Sigüenza , para que participasen tal infausta nueva á la reina doña Beatriz , y de acuerdo con ella proveyesen á la seguridad del reino , antes que las facciones y parcialidades de los grandes se apoderasen del gobierno . Sería poco mas de media noche cuando algunos de los que buscaban al príncipe encontraron muerto á su caballo junto á un roble secular . Registráronlo escrupulosamente ; y á la luz de las teas , de que habian salido provistos , descubriéronle en el vientre una honda herida , como causada con los afilados colmillos de una fiera . Dieron algunos pasos mas adelante , y no tardaron en encontrar á orillas de un arroyo , que merced á la tormenta se habia convertido en rio , el manto del rey empapado en purpúrea sangre . Recogieron este triste resíduo , que atestiguaba su fin trágico , y dieron la vuelta al pueblo para comunicar á don Juan Ramirez cuanto habian visto . El dolor que se apoderó del privado es por demas el ponderarlo : no solo amaba al rey como vasallo , sino tambien porque se reputaba como su padre , despues que don Enrique lo encargara su cuidado . El buen anciano hubo de sucumbir en aquellos momentos de amargura ; y temiendo seriamente que asi sucediese , llamó al hijo mayor de Pero Lopez de Ayala .