Marianela por Benito Pérez Galdós Madrid 1978 Imprenta y litografía de La Girnalda calle de las Pozas , núm 12 Se puso el sol . Tras el breve crepúsculo vino tranquila y oscura la noche , en cuyo negro seno murieron poco a poco los últimos rumores de la tierra soñolienta , y el viajero siguió adelante en su camino , apresurando su paso a medida que avanzaba la noche . Iba por angosta vereda , de esas que sobre el césped traza el constante pisar de hombres y brutos , y subía sin cansancio por un cerro en cuyas vertientes se alzaban pintorescos grupos de guinderos Era un hombre de mediana edad , de complexión recia , buena talla , ancho de espaldas , resuelto de ademanes , firme de andadura , basto de facciones , de mirar osado y vivo , ligero a pesar de su regular obesidad , y ( dígase de una vez aunque sea prematuro ) excelente persona por doquiera que se le mirara . Vestía el traje propio de los señores acomodados que viajan en verano , con el redondo sombrerete , que debe a su fealdad el nombre de hongo , gemelos de campo pendientes de una correa , y grueso bastón que , entre paso y paso , le servía para apalear las zarzas cuando extendían sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle la ropa . Detúvose , y mirando a todo el círculo del horizonte , parecía impaciente y desasosegado . Sin duda no tenía gran confianza en la exactitud de su itinerario y aguardaba el paso de algún aldeano que le diese buenos informes topográficos para llegar pronto y derechamente a su destino . - No puedo equivocarme - murmuró - . Me dijeron que atravesara el río por la pasadera ... así lo hice . Después que marchara adelante , siempre adelante . En efecto , allá , detrás de mí queda esa apreciable villa , a quien yo llamaría Villafangosa por el buen surtido de lodos que hay en sus calles y caminos ... De modo que por aquí , adelante , siempre adelante ... ( me gusta esta frase , y si yo tuviera escudo no le pondría otra divisa ) he de llegar a las famosas minas de Socartes . Después de andar largo trecho , añadió : - Me he perdido , no hay duda de que me he perdido ... Aquí tienes , Teodoro Golfín , el resultado de tu adelante , siempre adelante . Estos palurdos no conocen el valor de las palabras . O han querido burlarse de ti , o ellos mismos ignoran dónde están las minas de Socartes . Un gran establecimiento minero ha de anunciarse con edificios , chimeneas , ruido de arrastres , resoplido de hornos , relincho de caballos , trepidación de máquinas , y yo no veo , ni huelo , ni oigo nada ... Parece que estoy en un desierto ... ¡ qué soledad ! Si yo creyera en brujas , pensaría que mi destino me proporcionaba esta noche el honor de ser presentado a ellas ... ¡ Demonio ! , ¿ pero no hay gente en estos lugares ? ... Aún falta media hora para la salida de la luna . ¡ Ah ! , bribona , tú tienes la culpa de mi extravío ... Si al menos pudiera conocer el sitio donde me encuentro ... ¿ Pero qué más da ? ( Al decir esto , hizo un gesto propio del hombre esforzado que desprecia los peligros ) . Golfín , tú que has dado la vuelta al mundo , ¿ te acobardarás ahora ? ... ¡ Ah ! , los aldeanos tenían razón : adelante , siempre adelante . La ley universal de la locomoción no puede fallar en este momento . Y puesta denodadamente en ejecución aquella osada ley , recorrió un kilómetro , siguiendo a capricho las veredas que le salían al paso y se cruzaban y se quebraban en ángulos mil , cual si quisiesen engañarle y confundirle más . Por grande que fuera su resolución e intrepidez , al fin tuvo que pararse . Las veredas , que al principio subían , luego empezaron a bajar , enlazándose ; y al fin bajaron tanto , que nuestro viajero hallose en un talud , por el cual sólo habría podido descender echándose a rodar . - ¡ Bonita situación ! - exclamó sonriendo y buscando en su buen humor lenitivo a la enojosa contrariedad - . ¿ En dónde estás , querido Golfín ? Esto parece un abismo . ¿ Ves algo allá abajo ? Nada , absolutamente nada ... pero el césped ha desaparecido , el terreno está removido . Todo es aquí pedruscos y tierra sin vegetación , teñida por el óxido de hierro ... Sin duda estoy en las minas ... pero ni alma viviente , ni chimeneas humeantes , ni ruido , ni un tren que murmure a lo lejos , ni siquiera un perro que ladre ... ¿ Qué haré ? , hay por aquí una vereda que vuelve a subir . ¿ Seguirela ? ¿ Desandaré lo andado ? ... ¡ Retroceder ! ¡ Qué absurdo ! O yo dejo de ser quien soy , o llegaré esta noche a las famosas minas de Socartes y abrazaré a mi querido hermano . Adelante , siempre adelante . Dio un paso y hundiose en la frágil tierra movediza . - ¿ Esas tenemos , señor planeta ? ... ¿ Con que quiere usted tragarme ? ... Si ese holgazán satélite quisiera alumbrar un poco , ya nos veríamos las caras usted y yo ... Y a fe que por aquí abajo no hemos de ir a ningún paraíso . Parece esto el cráter de un volcán apagado ... Hay que andar suavemente por tan delicioso precipicio . ¿ Qué es esto ? ¡ Ah ! Una piedra ; magnífico asiento para echar un cigarro , esperando a que salga la luna . El discreto Golfín se sentó tranquilamente como podría haberlo hecho en el banco de un paseo ; y ya se disponía a fumar , cuando sintió una voz ... sí , indudablemente era una voz humana que lejos sonaba , un quejido patético , mejor dicho , melancólico canto , formado de una sola frase , cuya última cadencia se prolongaba apianándose en la forma que los músicos llamaban morendo , y que se apagaba al fin en el plácido silencio de la noche , sin que el oído pudiera apreciar su vibración postrera . - Vamos - dijo el viajero lleno de gozo - , humanidad tenemos . Ese es el canto de una muchacha ; sí , es voz de mujer , y voz preciosísima . Me gusta la música popular de este país ... Ahora calla ... Oigamos , que pronto ha de volver a empezar ... Ya , ya suena otra vez . ¡ Qué voz tan bella , qué melodía tan conmovedora ! Creeríase que sale de las profundidades de la tierra y que el señor de Golfín , el hombre más serio y menos supersticioso del mundo , va a andar en tratos ahora con los silfos , ondinas , gnomos , hadas y toda la chusma emparentada con la loca de la casa ... Pero , si no me engaña el oído , la voz se aleja ... La graciosa cantora se va ... ¡ Eh ! Muchacha , aguarda , detén el paso . La voz , que durante breve rato había regalado con encantadora música el oído del hombre extraviado , se iba perdiendo en la inmensidad tenebrosa , y a los gritos de Golfín , el canto extinguiose por completo . Sin duda la misteriosa entidad gnómica , que entretenía su soledad subterránea cantando tristes amores , se había asustado de la brusca interrupción del hombre , huyendo a las más hondas entrañas de la tierra , donde moran , avaras de sus propios fulgores , las piedras preciosas . - Esta es una situación divina - murmuró Golfín , considerando que no podía hacer mejor cosa que dar lumbre a su cigarro - . No hay mal que cien años dure . Aguardemos fumando . Me he lucido con querer venir solo y a pie a las minas de Socartes . Mi equipaje habrá llegado primero , lo que prueba de un modo irrebatible las ventajas del adelante , siempre adelante . » Moviose entonces ligero vientecillo , y Teodoro creyó sentir pasos lejanos en el fondo de aquel desconocido o supuesto abismo que ante sí tenía . Puso atención y no tardó en adquirir la certeza de que alguien andaba por allí . Levantándose , gritó : - Muchacha , hombre , o quien quiera que seas , ¿ se puede ir por aquí a las minas de Socartes ? No había concluido , cuando oyose el violento ladrar de un perro , y después una voz de hombre , que dijo : - Choto , Choto , ven aquí . - ¡ Eh ! - gritó el viajero - . Buen amigo , muchacho de todos los demonios , o lo que quiera que seas , sujeta pronto ese perro , que yo soy hombre de paz ! - ¡ Choto , Choto ! Golfín vio que se le acercaba un perro negro y grande ; mas el animal , después de gruñir junto a él , retrocedió llamado por su amo . En tal punto y momento , el viajero pudo distinguir una figura , un hombre , que inmóvil y sin expresión , cual muñeco de piedra , estaba en pie a distancia como de diez varas más abajo de él , en una vereda trasversal que aparecía irregularmente trazada por todo lo largo del talud . Este sendero y la humana figura detenida en él llamaron vivamente la atención de Golfín , que dirigiendo gozosa mirada al cielo , exclamó : - ¡ Gracias a Dios ! , al fin salió esa loca . Ya podemos saber dónde estamos . No sospechaba yo que tan cerca de mí existiera esta senda ... Pero si es un camino ... ¡ Hola ! , amiguito , ¿ puede usted decirme si estoy en las minas de Socartes ? - Sí , señor , estas son las minas de Socartes , aunque estamos un poco lejos del establecimiento . La voz que esto decía era juvenil y agradable , y resonaba con las simpáticas inflexiones que indican una disposición a prestar servicios con buena voluntad y cortesía . Mucho gustó al doctor oírla , y más aún observar la dulce claridad que , difundiéndose por los espacios antes oscuros , hacía revivir cielo y tierra , cual si se los sacara de la nada . - Fiat lux - dijo descendiendo - . Me parece que acabo de salir del caos primitivo . Ya estamos en la realidad ... Bien , amiguito , doy a usted gracias por las noticias que me ha dado y las que aún ha de darme ... Salí de Villamojada al ponerse el sol . Dijéronme que adelante , siempre adelante ... - ¿ Va usted al establecimiento ? - preguntó el misterioso joven , permaneciendo inmóvil y rígido , sin mirar al doctor , que ya estaba cerca . - Sí , señor ; pero sin duda equivoqué el camino . - Esta no es la entrada de las minas . La entrada es por la pasadera de Rabagones , donde está el camino y el ferro-carril en construcción . Por allá hubiera usted llegado en diez minutos al establecimiento . Por aquí tardaremos más , porque hay bastante distancia y muy mal camino . Estamos en la última zona de explotación , y hemos de atravesar algunas galerías y túneles , bajar escaleras , pasar trincheras , remontar taludes , descender el plano inclinado ; en fin , recorrer todas las minas de Socartes desde un extremo , que es este , hasta el otro extremo , donde están los talleres , los hornos , las máquinas , el laboratorio y las oficinas . - Pues a fe mía que ha sido floja mi equivocación - dijo Golfín riendo . - Yo le guiaré a usted con mucho gusto , porque conozco estos sitios perfectamente . Golfín , hundiendo los pies en la tierra , resbalando aquí y bailoteando más allá , tocó al fin el benéfico suelo de la vereda , y su primera acción fue examinar al bondadoso joven . Breve rato estuvo el doctor dominado por la sorpresa . - Usted ... - murmuró . - Soy ciego , sí , señor - añadió el joven - ; pero sin vista sé recorrer de un cabo a otro las minas de Socartes . El palo que uso me impide tropezar , y Choto me acompaña , cuando no lo hace la Nela , que es mi lazarillo . Con que sígame usted y déjese llevar . - ¿ Ciego de nacimiento ? - dijo Golfín con vivo interés que no era sólo inspirado por la compasión . - Sí , señor , de nacimiento - repuso el ciego con naturalidad . No conozco el mundo más que por el pensamiento , el tacto y el oído . He podido comprender que la parte más maravillosa del universo es esa que me está vedada . Yo sé que los ojos de los demás no son como estos míos , sino que por sí conocen las cosas ; pero este don me parece tan extraordinario , que ni siquiera comprendo la posibilidad de poseerlo . - Quién sabe ... - manifestó Teodoro - ¿ pero qué es esto que veo , amigo mío , qué sorprendente espectáculo es este ? El viajero , que había andado algunos pasos junto a su guía , se detuvo asombrado de la fantástica perspectiva que se ofrecía ante sus ojos . Hallábase en un lugar hondo , semejante al cráter de un volcán , de suelo irregular , de paredes más irregulares aún . En los bordes y en el centro de la enorme caldera , cuya magnitud era aumentada por el engañoso claro-oscuro de la noche , se elevaban figuras colosales , hombres disformes , monstruos volcados y patas arriba , brazos inmensos desperezándose , pies truncados , desparramadas figuras semejantes a las que forma el caprichoso andar de las nubes en el cielo ; pero quietas , inmobles , endurecidas . Era su color el de las momias , un color terroso tirando a rojo ; su actitud la del movimiento febril sorprendido y atajado por la muerte . Parecía la petrificación de una orgía de gigantescos demonios ; y sus manotadas , los burlones movimientos de sus desproporcionadas cabezas habían quedado fijos como las inalterables actitudes de la escultura . El silencio que llenaba el ámbito del supuesto cráter era un silencio que daba miedo . Creeríase que mil voces y aullidos habían quedado también hechos piedra , y piedra eran desde siglos de siglos . - ¿ En dónde estamos , buen amigo ? - dijo Golfín - . Esto es una pesadilla . - Esta zona de la mina se llama la Terrible - repuso el ciego indiferente al estupor de su compañero de camino - . Ha estado en explotación hasta que hace dos años se agotó el mineral de calamina . Hoy los trabajos se hacen en otras zonas que hay más arriba . Lo que a usted le maravilla son los bloques de piedra que llaman cretácea y de arcilla ferruginosa endurecida que han quedado después de sacado el mineral . Dicen que esto presenta un golpe de vista sublime , sobre todo a la luz de la luna . Yo de nada de eso entiendo . - Espectáculo asombroso , sí - dijo el forastero deteniéndose en contemplarlo - , pero que a mí antes me causa espanto que placer , porque lo asocio al recuerdo de mis neuralgias . ¿ Sabe usted lo que me parece ? Me parece que estoy viajando por el interior de un cerebro atacado de violentísima jaqueca . Estas figuras son como las formas perceptibles que afecta el dolor cefalálgico , confundiéndose con los terroríficos bultos y sombrajos que engendra la fiebre . - ¡ Choto , Choto , aquí ! - dijo el ciego - . Caballero , mucho cuidado ahora , que vamos a entrar en una galería . En efecto , Golfín vio que el ciego , tocando el suelo con su palo , se dirigía hacia una puertecilla estrecha , cuyo marco eran tres gruesas vigas . El perro entró primero olfateando la negra cavidad . Siguole el ciego con la impavidez de quien vive en perpetuas tinieblas . Teodoro fue detrás , no sin experimentar cierta repugnancia instintiva hacia la importuna excursión bajo la tierra . - Es pasmoso - dijo - que usted entre y salga por aquí sin tropiezo . - Me he criado en estos sitios y los conozco como mi propia casa . Aquí se siente frío ; abríguese usted si tiene con qué . No tardaremos mucho en salir . Iba palpando con su mano derecha la pared , formada de vigas perpendiculares . Después dijo : - Cuide usted de no tropezar en los carriles que hay en el suelo . Por aquí se arrastra el mineral de las pertenencias de arriba . ¿ Tiene usted frío ? - Diga usted , buen amigo - interrogó el doctor festivamente - . ¿ Está usted seguro de que no nos ha tragado la tierra ? Este pasadizo es un esófago . Somos pobres bichos que hemos caído en el estómago de un gran insectívoro . ¿ Y usted , joven , se pasea mucho por estas amenidades ? - Mucho paseo por aquí a todas horas , y me agrada extraordinariamente . Ya hemos entrado en la parte más seca . Esto es arena pura ... Ahora vuelve la piedra ... Aquí hay filtraciones de agua sulfurosa ; por aquí una capa de tierra , en que se encuentran conchitas de piedra ... También hay capas de pizarra : esto llaman esquistos ... ¿ Oye usted cómo canta el sapo ? Ya estamos cerca de la boca . Allí se pone ese holgazán todas las noches . Le conozco ; tiene una voz ronca y pausada . - ¿ Quién , el sapo ? - Sí , señor . Ya nos acercamos al fin . - En efecto ; allá veo como un ojo que nos mira . Es la claridad de la boca . Cuando salieron , el primer accidente que hirió los sentidos del doctor , fue el canto melancólico que había oído antes . Oyolo también el ciego ; volviose bruscamente y dijo sonriendo con placer y orgullo : - ¿ La oye usted ? - Antes oí esa voz y me agradó sobremanera . ¿ Quién es la que canta ? ... En vez de contestar , el ciego se detuvo , y dando al viento la voz con toda la fuerza de sus pulmones , gritó : - ¡ Nela ! ... ¡ Nela ! Ecos sonorosos , próximos los unos , lejanos otros , repitieron aquel nombre . El ciego , poniéndose las manos en la boca en forma de bocina , gritó : - No vengas , que voy allá . ¡ Espérame en la herrería ... en la herrería ! Después , volviéndose al doctor , le dijo : - La Nela es una muchacha que me acompaña ; es mi lazarillo . Al anochecer volvíamos juntos del prado grande ... hacía un poco de fresco . Como mi padre me ha prohibido que ande de noche sin abrigo , metime en la cabaña de Romolinos , y la Nela corrió a mi casa a buscarme el gabán . Al poco rato de estar en la cabaña , acordeme de que un amigo había quedado en esperarme en casa ; no tuve paciencia para aguardar a la Nela , y salí con Choto . Pasaba por la Terrible , cuando le encontré a usted ... Pronto llegaremos a la herrería . Allí nos separaremos , porque mi padre se enoja cuando entro tarde en casa , y ella le acompañará a usted hasta las oficinas . - Muchas gracias , amigo mío . El túnel les había conducido a un segundo espacio más singular que el anterior . Era una profunda grieta abierta en el terreno , a semejanza de las que resultan de un cataclismo ; pero no había sido abierta por las palpitaciones fogosas del planeta , sino por el laborioso azadón del minero . Parecía el interior de un gran buque náufrago , tendido sobre la playa , y a quien las olas hubieran quebrado por la mitad , doblándole en un ángulo obtuso . Hasta se podían ver sus descarnados costillajes , cuyas puntas coronaban en desigual fila una de las alturas . En la concavidad panzuda distinguíanse grandes piedras , como restos de carga maltratados por las olas ; y era tal la fuerza pictórica del claro-oscuro de la luna , que Golfín creyó ver , entre mil despojos de cosas náuticas , cadáveres medio devorados por los peces , momias , esqueletos , todo muerto , dormido , semi-descompuesto y profundamente tranquilo , cual si por mucho tiempo morara en la inmensa sepultura del mar . La ilusión fue completa cuando sintió rumor de agua , un chasquido semejante al de las olas mansas cuando juegan en los huecos de una peña o azotan el esqueleto de un buque náufrago . - Por aquí hay agua - dijo a su compañero . - Ese ruido que usted siente - replicó el ciego deteniéndose - y que parece ... ¿ cómo lo diré ? ¿ no es verdad que parece ruido de gárgaras , como el que hacemos cuando nos curamos la garganta ? - Exactamente . ¿ Y dónde está ese buche de agua ? ¿ Es algún arroyo que pasa ? - No , señor . Aquí , a la izquierda , hay una loma . Detrás de ella se abre una gran boca , una sima , un abismo cuyo fin no se sabe . Se llama la Trascava . Algunos creen que va a dar al mar por junto a Ficóbriga . Otros dicen que por el fondo de él corre un río que está siempre dando vueltas y más vueltas , como una rueda , sin salir nunca fuera . Yo me figuro que será como un molino . Algunos dicen que hay allá abajo un resoplido de aire que sale de las entrañas de la tierra , como cuando silbamos , el cual resoplido de aire choca contra un chorro de agua , se ponen a reñir , se engrescan , se enfurecen y producen ese hervidero que oímos de fuera . - ¿ Y nadie ha bajado a esa sima ? - No se puede bajar sino de una manera . - ¿ Cómo ? - Arrojándose a ella . Los que han entrado no han vuelto a salir , y es lástima , porque nos hubieran dicho qué pasaba allá dentro . La boca de esa caverna hállase a bastante distancia de nosotros ; pero hace dos años los mineros , cavando en este sitio , descubrieron una hendidura en la peña , por la cual se oye el mismo hervor de agua que por la boca principal . Esta hendidura debe comunicar con las galerías de allá dentro , donde está el resoplido que sube y el chorro que baja . De día podrá usted verla perfectamente , pues basta trepar un poco por las piedras del lado izquierdo , para llegar hasta ella . Hay un cómodo asiento . Algunas personas tienen miedo de acercarse ; pero la Nela y yo nos sentamos allí muy a menudo a oír cómo resuena la voz del abismo . Y efectivamente , señor , parece que nos hablan al oído . La Nela dice y jura que oye palabras , que las distingue claramente . Yo , la verdad , nunca he oído palabras ; pero sí un murmullo como soliloquio o meditación , que a veces parece triste , a veces alegre , a veces colérico , a veces burlón . - Pues yo no oigo sino ruido de gárgaras - dijo el doctor riendo . - Así parece desde aquí ... Pero no nos retardemos , que es tarde . Prepárese usted a pasar otra galería . - ¿ Otra ? - Sí , señor . Y ésta , al llegar a la mitad se divide en dos . Hay después un laberinto de vueltas y revueltas , porque se hicieron galerías que después quedaron abandonadas , y aquello está como Dios quiere . Choto , adelante . Choto se metió por un agujero , como hurón que persigue al conejo , y siguiéronle el doctor y su guía , que tentaba con su palo el tortuoso , estrecho y lóbrego camino . Nunca el sentido del tacto había tenido más delicadeza y finura , prolongándose desde la epidermis humana hasta un pedazo de madera insensible . Avanzaron , describiendo primero una curva , después ángulos y más ángulos , siempre entre las dos paredes de tablones húmedos y medio podridos . - ¿ Sabe usted a lo que me parece esto ? - dijo el doctor , conociendo que los símiles agradaban a su guía - . Pues se me parece a los pensamientos del hombre perverso . Parece que somos la intuición del malo , cuando penetra en su conciencia para verse en toda su fealdad . Creyó Golfín que se había expresado en lenguaje poco inteligible para el ciego ; mas éste probole lo contrario , diciendo : - Para el que posee ese reino desconocido de la luz , estas galerías deben de ser tristes ; pero yo , que vivo en tinieblas , hallo aquí cierta conformidad de la tierra con mi propio ser . Yo ando por aquí como usted por la calle más ancha . Si no fuera porque unas veces es escaso el aire y otras la humedad excesiva , preferiría estos lugares subterráneos a todos los demás lugares que conozco . - Esto es la idea de la meditación . - Yo siento en mi cerebro un paso , un agujero lo mismo que este por donde voy , y por él corren mis ideas desarrollándose magníficamente . - ¡ Oh ! ¡ cuán lamentable cosa es no haber visto nunca la bóveda azul del cielo en pleno día ! - exclamó el doctor con espontaneidad suma - . Dígame usted , ¿ este conducto donde las ideas de usted se desarrollan magníficamente , no se acaba nunca ? - Ya , ya pronto estaremos fuera ... ¿ Dice usted que la bóveda del cielo ... ? ¡ Ah ! Ya me figuro que será una concavidad armoniosa , a la cual parece que podremos alcanzar con las manos , sin poder hacerlo realmente . Al decir esto , salieron ; Golfín , respirando con placer y fuerza , como el que acaba de soltar un gran peso , exclamó mirando al cielo : - Gracias a Dios que os vuelvo a ver , estrellitas del firmamento . Nunca me habéis parecido más lindas que en este instante . - Al pasar - dijo el ciego , alargando su mano que mostraba una piedra - he cogido este pedazo de caliza cristalizada ; ¿ sostendrá usted que estos cristalitos que mi tacto halla tan bien cortados , tan finos , y tan bien pegados los unos a los otros no son una cosa muy bella ? Al menos a mí me lo parece . Diciéndolo , desmenuzaba los cristales . - Amigo querido - dijo Golfín con emoción y lástima - es verdaderamente triste que usted no pueda conocer que ese pedruzco no merece la atención del hombre , mientras esté suspendido sobre nuestras cabezas el infinito rebaño de maravillosas luces que llenan la bóveda del cielo . El ciego volvió su rostro hacia arriba , y dijo con profunda tristeza : - ¿ Es verdad que existís , estrellas ? - Dios es inmensamente grande y misericordioso - observó Golfín , poniendo su mano sobre el hombro de su acompañante - . Quién sabe , quién sabe , amigo mío ... Se han visto , se ven todos los días casos muy raros . Mientras esto decía , le miraba de cerca , tratando de examinar a la escasa claridad de la noche las pupilas del joven . Fijo y sin mirada , el ciego volvía sonriendo su rostro hacia donde sonaba la voz del doctor . - No tengo esperanza - murmuró . Habían salido a un sitio despejado . La luna , más clara a cada rato , iluminaba praderas ondulantes y largos taludes , que parecían las escarpas de inmensas fortificaciones . A la izquierda y a regular altura vio el doctor un grupo de blancas casas en el mismo borde de la vertiente . - Aquí a la izquierda - dijo el ciego - está mi casa . Allá arriba ... ¿ sabe usted ? Aquellas tres casas es lo que queda del lugar de Aldeacorba de Suso : lo demás ha sido expropiado en diversos años para beneficiar el terreno ; todo aquí debajo es calamina . Nuestros padres vivían sobre miles de millones sin saberlo . Esto decía , cuando se vino corriendo hacia ellos una muchacha , una niña , una chicuela , de ligerísimos pies y menguada estatura . - Nela , Nela - dijo el ciego - . ¿ Me traes el abrigo ? - Aquí está - repuso la muchacha poniéndole un capote sobre los hombros . - ¿ Ésta es la que cantaba ? ... ¿ Sabes que tienes una preciosa voz ? - ¡ Oh ! - exclamó el ciego con candoroso acento de encomio - canta admirablemente - . Ahora , Mariquilla , vas a acompañar a este caballero hasta las oficinas . Yo me quedo en casa . Ya siento la voz de mi padre que baja a buscarme . Me reñirá de seguro ... ¡ Allá voy , allá voy ! - Retírese usted pronto , amigo - dijo Golfín estrechándole la mano - . El aire es fresco y puede hacerle daño . Muchas gracias por la compañía . Espero que seremos amigos , porque estaré aquí algún tiempo ... Yo soy hermano de Carlos Golfín , el ingeniero de estas minas . - ¡ Ah ! ... ya ... D . Carlos es muy amigo de mi padre y mío : le espera a usted desde ayer . - Llegué esta tarde a la estación de Villamojada ... dijéronme que Socartes estaba cerca y que podía venirme a pie . Como me gusta ver el paisaje y hacer ejercicio , y como me dijeron que adelante , siempre adelante , eché a andar , mandando mi equipaje en un carro . Ya ve usted cómo me perdí ... pero no hay mal que por bien no venga ... le he conocido a usted y seremos amigos , quizás muy amigos ... Vaya , adiós ; a casa pronto , que el fresco de Setiembre no es bueno . Esta señora Nela tendrá la bondad de acompañarme . - De aquí a las oficinas no hay más que un cuarto de hora de camino ... poca cosa ... Cuidado no tropiece usted en los rails ; cuidado al bajar el plano inclinado . Suelen dejar los vagonetes sobre la vía ... y con la humedad , la tierra está como jabón ... Adiós , caballero y amigo mío . Buenas noches . Subió por una empinada escalera abierta en la tierra y cuyos peldaños estaban reforzados con vigas . Golfín siguió adelante , guiado por la Nela . Lo que hablaron ¿ merecerá capítulo aparte ? Por si acaso , se lo daremos . - Aguarda , hija , no vayas tan a prisa - dijo Golfín deteniéndose - déjame encender un cigarro . Estaba tan serena la noche , que no necesitó emplear las precauciones que generalmente adoptan contra el viento los fumadores . Encendido el cigarro , acercó la cerilla al rostro de la Nela , diciendo con bondad : - A ver , enséñame tu cara . Mirábale la muchacha con asombro , y sus negros ojuelos brillaron con un punto rojizo , como chispa , en el breve instante que duró la luz del fósforo . Era como una niña , pues su estatura debía contarse entre las más pequeñas , correspondiendo a su talle delgadísimo y a su busto mezquinamente constituido . Era como una jovenzuela , pues sus ojos no tenían el mirar propio de la infancia , y su cara revelaba la madurez de un organismo en que ha entrado o debido entrar el juicio . A pesar de esta desconformidad , era admirablemente proporcionada , y su pequeña cabeza remataba con cierta gallardía el miserable cuerpecillo . Alguien decía que era una mujer mirada con vidrio de disminución ; alguno que era una niña con ojos y expresión de adolescente . No conociéndola , se dudaba si era un asombroso progreso o un deplorable atraso . - ¿ Qué edad tienes tú ? - preguntole Golfín sacudiendo los dedos para arrojar el fósforo , que empezaba a quemarle . - Dicen que tengo diez y seis años - replicó la Nela , examinando a su vez al doctor . - ¡ Diez y seis años ! Atrasadilla estás , hija . Tu cuerpo es de doce , a lo sumo . - ¡ Madre de Dios ! Si dicen que yo soy como un fenómeno - manifestó ella en tono de lástima de sí misma . - ¡ Un fenómeno ! - repitió Golfín poniendo su mano sobre los cabellos de la chica - . Podrá ser . Vamos , guíame . La Nela comenzó a andar resueltamente sin adelantarse mucho , antes bien , cuidando de ir siempre al lado del viajero , como si apreciara en todo su valor la honra de tan noble compañía . Iba descalza : sus pies , ágiles y pequeños denotaban familiaridad consuetudinaria con el suelo , con las piedras , con los charcos , con los abrojos . Vestía una falda sencilla y no muy larga , denotando en su rudimentario atavío , así como en la libertad de sus cabellos sueltos y cortos , rizados con nativa elegancia , cierta independencia más propia del salvaje que del mendigo . Sus palabras , al contrario , sorprendieron a Golfín por lo recatadas y humildes , dando indicios de un carácter formal y reflexivo . Resonaba su voz con simpático acento de cortesía , que no podía ser hijo de la educación , y sus miradas eran fugaces y momentáneas , como no fueran dirigidas al suelo o al cielo . - Dime - le preguntó Golfín - ¿ tú vives en las minas ? ¿ Eres hija de algún empleado de esta posesión ? - Dicen que no tengo madre ni padre . - ¡ Pobrecita ! Tú trabajarás en las minas ... - No , señor . Yo no sirvo para nada - replicó sin alzar del suelo los ojos . - Pues a fe que tienes modestia . Teodoro se inclinó para mirarle el rostro . Este era delgado , muy pecoso , todo salpicado de menudas manchitas parduzcas . Tenía pequeña la frente , picudilla y no falta de gracia la nariz , negros y vividores los ojos ; pero comúnmente brillaba en ellos una luz de tristeza . Su cabello dorado-oscuro había perdido el hermoso color nativo por la incuria y su continua exposición al aire , al sol y al polvo . Sus labios apenas se veían de puro chicos , y siempre estaban sonriendo ; pero aquella sonrisa era semejante a la imperceptible de algunos muertos cuando han dejado de vivir pensando en el cielo . La boca de la Nela , estéticamente hablando , era desabrida , fea ; pero quizás podía merecer elogios , aplicándole el verso de Polo de Medina : « es tan linda su boca que no pide » . En efecto ; ni hablando , ni mirando , ni sonriendo revelaba aquella miserable el hábito degradante de la mendicidad callejera . Golfín le acarició el rostro con su mano , tomándolo por la barba y abarcándolo casi todo entre sus gruesos dedos . - ¡ Pobrecita ! - exclamó - . Dios no ha sido generoso contigo . ¿ Con quién vives ? - Con el señor Centeno , capataz de ganado en las minas . - Me parece que tú no habrás nacido en la abundancia . ¿ De quién eres hija ? - Dicen que mi madre vendía pimientos en el mercado de Villamojada . Era soltera . Me tuvo un día de Difuntos , y después se fue a criar a Madrid . - ¡ Vaya con la buena señora ! - murmuró Teodoro con malicia - . Quizás no tenga nadie noticia de quién fue tu papá . - Sí , señor - replicó la Nela con cierto orgullo - . Mi padre fue el primero que encendió las luces en Villamojada . - ¡ Cáspita ! - Quiero decir que cuando el Ayuntamiento puso por primera vez faroles en las calles - dijo la muchacha , dando a su relato la gravedad de la historia - , mi padre era el encargado de encenderlos y limpiarlos . Yo estaba ya criada por una hermana de mi madre , que era también soltera , según dicen . Mi padre había reñido con ella ... Dicen que vivían juntos ... todos vivían juntos ... y cuando iba a farolear me llevaba en el cesto , junto con los tubos de vidrio , las mechas , la aceitera ... Un día dicen que subió a limpiar el farol que hay en el puente ; puso el cesto sobre el antepecho , yo me salí fuera y caíme al río . - ¡ Y te ahogaste ! - No , señor ; porque caí sobre piedras . ¡ Divina Madre de Dios ! Dicen que antes de eso era yo muy bonita . - Sí ; indudablemente eras muy bonita - afirmó el forastero con el alma inundada de bondad - . Y todavía lo eres ... Pero dime otra cosa . ¿ Hace mucho tiempo que vives en las minas ? - Dicen que hace tres años . Dicen que mi madre me recogió después de la caída . Mi padre cayó enfermo , y como mi madre no le quiso asistir , porque era malo , él fue al hospital donde dicen que se murió . Entonces vino mi madre a trabajar a las minas . Dicen que un día la despidió el jefe porque había bebido mucho aguardiente ... - Y tu madre se fue ... Vamos , ya me interesa esa señora . Se fue ... - Se fue a un agujero muy grande que hay allá arriba - dijo Nela , deteniéndose ante el doctor y dando a su voz el tono más patético - y se metió dentro . - ¡ Canario ! ¡ Vaya un fin lamentable ! Supongo que no habrá vuelto a salir . - No , señor - replicó la Nela con naturalidad - . Allí dentro está . - Después de esa catástrofe , pobre criatura - dijo Golfín con cariño - , has quedado trabajando aquí . Es un trabajo muy penoso el de la minería . Tú estás teñida del color del mineral ; estás raquítica y mal alimentada . Esta vida destruye las naturalezas más robustas . - No , señor , yo no trabajo . Dicen que yo no sirvo ni puedo servir para nada . - Quita allá , tonta , tú eres una alhaja . - Que no señor - dijo Nela insistiendo con energía - . Si no puedo trabajar . En cuanto cargo un peso pequeño , me caigo al suelo . Si me pongo a hacer alguna cosa difícil en seguida me desmayo . - Todo sea por Dios ... Vamos , que si cayeras tú en manos de personas que te supieran manejar , ya trabajarías bien . - No , señor - repitió la Nela con tanto énfasis como si se elogiara - ; si yo no sirvo más que de estorbo . - ¿ De modo que eres una vagabunda ? - No , señor , porque acompaño a Pablo . - ¿ Y quién es Pablo ? - Ese señorito ciego , a quien usted encontró en la Terrible . Yo soy su lazarillo desde hace año y medio . Le llevo a todas partes ; nos vamos por esos campos paseando . - Parece buen muchacho ese Pablo . La Nela se detuvo otra vez mirando al doctor . Con el rostro resplandeciente de entusiasmo , exclamó : - ¡ Madre de Dios ! Es lo mejor que hay en el mundo . ¡ Pobre amito mío ! Sin vista tiene él más talento que todos los que ven . - Me gusta tu amo . ¿ Es de este país ? - Sí , señor , es hijo único de D . Francisco Penáguilas , un caballero muy bueno y muy rico que vive en las casas de Aldeacorba . - Dime ¿ y a ti por qué te llaman la Nela ? ¿ Qué quiere decir eso ? La muchacha alzó los hombros . Después de una pausa , repuso : - Mi madre se llamaba la señá María Canela ; pero le decían Nela . Dicen que este es nombre de perra . Yo me llamo María . - Mariquita . - María Nela me llaman y también La Hija de la Canela . Unos me dicen Marianela , y otros nada más que la Nela . - ¿ Y tu amo , te quiere mucho ? - Sí , señor , es muy bueno . Él dice que ve con mis ojos , porque como le llevo a todas partes y le digo cómo son todas las cosas ... - Todas las cosas que no puede ver . El forastero parecía muy gustoso de aquel coloquio . - Sí , señor ; yo le digo todo . Él me pregunta cómo es una estrella , y yo se la pinto de tal modo hablando , que para él es lo mismito que si la viera . Yo le explico todo , cómo son las yerbas , las nubes , el cielo , el agua y los relámpagos , las veletas , las mariposas , el humo , los caracoles , el cuerpo y la cara de las personas y de los animales . Yo le digo lo que es feo y lo que es bonito , y así se va enterando de todo . - Veo que no es flojo tu trabajo . ¡ Lo feo y lo bonito ! Ahí es nada ... ¿ Te ocupas de eso ? ... Dime , ¿ sabes leer ? - No , señor . Si yo no sirvo para nada . Decía esto en el tono más convincente , y el gesto de que acompañaba su firme protesta parecía añadir : « Es usted un majadero en suponer que yo sirvo para algo . » - ¿ No verías con gusto que tu amito recibía de Dios el don de la vista ? La muchacha no contestó nada . Después de una pausa , dijo : - ¡ Divino Dios ! Eso es imposible . - Imposible no , aunque difícil . - El ingeniero director de las minas ha dado esperanzas al padre de mi amo . - ¿ D . Carlos Golfín ? - Sí , señor . D . Carlos tiene un hermano médico que cura los ojos , y , según dicen , da vista a los ciegos , arregla a los tuertos y les endereza los ojos a los bizcos . - ¡ Qué hombre más hábil ! - Sí , señor ; y como ahora el médico anunció a su hermano que iba a venir , su hermano le escribió diciéndole que trajera las herramientas para ver si le podía dar vista a Pablo . - ¿ Y ha venido ya ese buen hombre ? - No , señor : como anda siempre allá por las Américas y las Inglaterras , parece que tardará en venir . Pero Pablo se ríe de esto y dice que no le dará ese hombre lo que la Virgen Santísima le negó desde el nacer . - Quizás tenga razón ... Pero dime , ¿ estamos ya cerca ? ... porque veo chimeneas que arrojan un humo más negro que el del infierno , y veo también una claridad que parece de fragua . - Sí , señor , ya llegamos . Aquellos son los hornos de la calcinación , que arden día y noche . Aquí enfrente están las máquinas de lavado , que no trabajan sino de día ; a mano derecha está el taller de composturas y allá abajo , a lo último de todo , las oficinas . En efecto ; el lugar aparecía a los ojos de Golfín como lo describía Marianela . Esparciéndose el humo por falta de aire , envolvía en una como gasa oscura y sucia todos los edificios , cuyas masas negras señalábanse confusa y fantásticamente sobre el cielo iluminado por la luna . - Más hermoso es esto para verlo una vez que para vivir aquí - indicó Golfín apresurando el paso - . La nube de humo lo envuelve todo , y las luces forman un disco borroso , como el de la luna en noches de bochorno . ¿ En dónde están las oficinas ? - Allá : ya pronto llegamos . Después de pasar por delante de los hornos , cuyo calor obligole a apretar el paso , el doctor vio un edificio tan negro y ahumado como todos los demás . Verlo y sentir los gratos sonidos de un piano teclado con verdadero frenesí musical , fue todo uno . - Música tenemos . Conozco las manos de mi cuñada . - Es la señorita Sofía , que toca - afirmó María . Claridad de alegres habitaciones lucía en los huecos , y el balcón principal estaba abierto . Veíase en él una pequeña ascua : era la lumbre de un cigarro . Antes que el doctor llegase , aquella ascua cayó , describiendo una perpendicular y dividiéndose en menudas y saltonas chispas ; era que el fumador había arrojado la colilla . - Allí está el fumador sempiterno - gritó el doctor con acento del más vivo cariño - . ¡ Carlos , Carlos ! - ¡ Teodoro ! - contestó una voz en el balcón . Calló el piano , como un ave cantora que se asusta del ruido . Sonaron pasos en la casa . El doctor dio una moneda de plata a su guía y corrió hacia la puerta . Menudeando el paso y saltando sobre los obstáculos que hallaba en su camino , la Nela se dirigió a la casa que está detrás de los talleres de maquinaria y junto a las cuadras donde rumiaban pausada y gravemente las sesenta mulas del establecimiento . Era la morada del señor Centeno de moderna construcción , si bien nada elegante ni aun cómoda . Baja de techo , pequeña para albergar en sus tres piezas a los esposos Centeno , a los cuatro hijos de los esposos Centeno , al gato de los esposos Centeno , y , por añadidura , a la Nela , la casa , no obstante , figuraba en los planos de vitela de aquel gran establecimiento ostentando orgullosa , como otras muchas , este letrero : Vivienda de capataces . En lo interior el edificio servía para probar prácticamente un aforismo que ya conocemos , por haberlo visto enunciado por la misma Marianela ; es , a saber , que ella , Marianela , no servía más que de estorbo . En efecto ; allí había sitio para todo : para los esposos Centeno , para las herramientas de sus hijos , para mil cachivaches de cuya utilidad no hay pruebas inconcusas , para el gato , para el plato en que comía el gato , para la guitarra de Tanasio , para los materiales que el mismo empleaba en componer garrotes ( cestas ) , para media docena de colleras viejas de mulas , para la jaula del mirlo , para los dos peroles inútiles , para un altar en que la de Centeno ponía a la Divinidad ofrenda de flores de trapo y unas velas seculares , colonizadas por las moscas ; para todo absolutamente , menos para la hija de la Canela . Frecuentemente se oía : - ¡ Que no he de dar un paso sin tropezar con esta condenada Nela ! ... También se oía esto : - Vete a tu rincón ... ¡ Qué criatura ! Ni hace ni deja hacer a los demás . La casa constaba de tres piezas y un desván . Era la primera , a más de comedor y sala , alcoba de los Centenos mayores . En la segunda dormían las dos señoritas , que eran ya mujeres , y se llamaban la Mariuca y la Pepina . Tanasio , el primogénito , se agasajaba en el desván , y Celipín , que era el más pequeño de la familia y frisaba en los doce años , tenía su dormitorio en la cocina , la pieza más interna , más remota , más crepuscular , más ahumada y más inhabitable de las tres que componían la morada Centenil . La Nela , durante los largos años de su residencia allí , había ocupado distintos rincones , pasando de uno a otro conforme lo exigía la instalación de mil objetos que no servían sino para robar a los seres vivos su último pedazo de suelo habitable . En cierta ocasión ( no conocemos la fecha con exactitud ) , Tanasio , que era tan imposibilitado de piernas como de ingenio , y se había dedicado a la construcción de cestas de avellano , puso en la cocina , formando pila , hasta media docena de aquellos ventrudos ejemplares de su industria . Entonces la de la Canela volvió tristemente sus ojos en derredor , sin hallar sitio donde albergarse ; pero la misma contrariedad sugiriole repentina y felicísima idea , que al instante puso en ejecución . Metiose bonitamente en una cesta , y así pasó la noche en fácil y tranquilo sueño . Indudablemente aquello era bueno y cómodo : cuando tenía frío , tapábase con otra cesta . Desde entonces , siempre que había garrotes grandes , no careció de estuche en que encerrarse . Por eso decían en la casa : « Duerme como una alhaja » . Durante la comida , y entre la algazara de una conversación animada sobre el trabajo de la mañana , oíase una voz que bruscamente decía : « Toma » . La Nela recogía una escudilla de manos de cualquier Centeno grande o chico , y se sentaba contra el arca a comer sosegadamente . También solía oírse al fin de la comida la voz áspera y becerril del señor Centeno diciendo a su esposa en tono de reconvención : « Mujer , que no has dado nada a la pobre Nela » . A veces acontecía que la Señana ( este nombre se había formado de señora Ana ) moviera la cabeza para buscar con los ojos , por entre los cuerpos de sus hijos , algún objeto pequeño y lejano , y que al mismo tiempo dijera : « Pues qué , ¿ estaba ahí ? Yo pensé que también hoy se había quedado en Aldeacorba » . Por las noches , después de cenar , rezaban el rosario . Tambaleándose como sacerdotisas de Baco , y revolviendo sus apretados puños en el hueco de los ojos , la Mariuca y la Pepina se iban a sus lechos , que eran cómodos y confortantes , paramentados con abigarradas colchas . Poco después oíase un roncante dúo de contraltos aletargados que duraba sin interrupción hasta el amanecer . Tanasio subía al alto aposento y Celipín se acurrucaba sobre haraposas mantas , no lejos de las cestas donde desaparecía la Nela . Acomodados así los hijos , los padres permanecían un rato en la pieza principal , y mientras Centeno , sentándose estiradamente junto a la mesilla y tomando un periódico , hacía mil muecas y visajes que indicaban el atrevido intento de leerlo , la Señana sacaba del arca una media repleta de dinero , y después de contado y de añadir o quitar algunas piezas , lo volvía a poner cuidadosamente en su sitio . Sacaba después diferentes líos de papel que contenían monedas de oro , y trasegaba algunas piezas de uno en otro apartadijo . Entonces solían oírse frases sueltas como éstas : - He tomado treinta y dos reales para el refajo de la Mariuca ... A Tanasio le he puesto los seis reales que se le quitaron ... Sólo nos faltan once duros para los quinientos ... O como estas : - « Señores diputados que dijeron sí ... » « Ayer celebró una conferencia » , etc . Los dedos de Señana sumaban , y el de Sinforoso Centeno seguía tembloroso y vacilante los renglones , para poder guiar su espíritu por aquel laberinto de letras . Aquellas frases iban poco a poco resolviéndose en palabras sueltas , después en monosílabos ; oíase un bostezo , otro , y al fin todo quedaba en plácido silencio , después de extinguida la luz , a cuyo resplandor había enriquecido sus conocimientos el capataz de mulas . Una noche , después que todo calló , dejose oír ruido de cestas en la cocina . Como allí había alguna claridad , porque jamás se cerraba la madera del ventanillo , Cilipín Centeno , que no dormía aún , vio que las dos cestas más altas , colocadas una contra otra , se separaban abriéndose como las conchas de un bivalvo . Por el hueco aparecieron la narizilla y los negros ojos de la Nela . - Celipín , Celipinillo - dijo esta , sacando también su mano - . ¿ Estás dormido ? - No , despierto estoy . Nela , pareces una almeja . ¿ Qué quieres ? - Toma , toma esta peseta que me dio esta noche un caballero , hermano de D . Carlos ... ¿ Cuánto has juntado ya ? ... Este sí que es regalo . Nunca te había dado más que cuartos . - Dame acá ; muchas gracias Nela - dijo el muchacho incorporándose para tomar la moneda - . Cuarto a cuarto , ya me has dado al pie de treinta y dos reales ... Aquí lo tengo en el seno , muy bien guardadito en el saco que me diste . ¡ Eres una real moza ! - Yo no quiero para nada el dinero . Guárdalo bien , porque si la Señana te lo descubre , creerá que es para vicios y te pegará con el palo grande . - No , no es para vicios , no es para vicios - dijo el chico con energía , oprimiéndose el seno con una mano , mientras sostenía su cabeza en la otra - es para hacerme hombre de provecho , Nela , para hacerme hombre de pesquis , como muchos que conozco . El domingo , si me dejan ir a Villamojada , he de comprar una cartilla para aprender a leer , ya que aquí no quieren enseñarme . ¡ Córcholis ! Aprenderé solo . ¡ Ay ! , Nela , dicen que D . Carlos era hijo de uno que barría las calles en Madrid . Él solo , solito él , con la ayuda de Dios , aprendió todo lo que sabe . - Puede que pienses tú hacer lo mismo , bobo . - ¡ Córcholis ! Puesto que mis padres no quieren sacarme de estas condenadas minas , yo me buscaré otro camino ; sí , ya verás quién es Celipín . Yo no sirvo para esto , Nela . Deja tú que tenga reunida una buena cantidad , y verás , verás , cómo me planto en la villa y allí o tomo el tren para irme a Madrid , o un vapor que me lleve a las islas de allá lejos , o me meto a servir con tal que me dejen estudiar . - ¡ Madre de Dios divino ! ¡ Qué calladas tenías esas picardías ! - dijo la Nela abriendo más las conchas de su estuche y echando fuera toda la cabeza . - ¿ Pero tú me tienes por bobo ? ... ¡ Ay ! Nelilla , estoy rabiando . Yo no puedo vivir así , yo me muero en las minas . ¡ Córcholis ! Paso las noches llorando , y me muerdo las manos , y ... no te asustes , Nela , ni me creas malo por lo que voy a decirte : a ti sola te lo digo . - ¿ Qué ? - Que no quiero a mi madre ni a mi padre como los debiera querer . - Ea , pues si haces eso , no te vuelvo a dar un real . Celipín , por amor de Dios , piensa bien lo que dices . - No lo puedo remediar . Ya ves cómo nos tienen aquí . ¡ Córcholis ! No somos gente , sino animales . A veces se me pone en la cabeza que somos menos que las mulas , y yo me pregunto si me diferencio en algo de un borrico ... Coger una cesta llena de mineral y echarla en un vagón ; empujar el vagón hasta los hornos ; revolver con un palo el mineral que se está lavando . ¡ Ay ! ... ( al decir esto los sollozos cortaban la voz del infeliz muchacho ) . ¡ Cór ... córcholis ! , el que pase muchos años en este trabajo , al fin se ha de volver malo , y sus sesos serán de calamina ... No , Celipín no sirve para esto ... Les digo a mis padres que me saquen de aquí y me pongan a estudiar , y responden que son pobres y que yo tengo mucha fantesía . Nada , nada , no somos más que bestias que ganamos un jornal ... ¿ Pero tú no me dices nada ? La Nela no respondió ... Quizás comparaba la triste condición de su compañero con la suya propia , hallando esta infinitamente más aflictiva . - ¿ Qué quieres tú que yo te diga ? - replicó al fin - . Como yo no puedo ser nunca nada , como yo no soy persona , nada te puedo decir ... Pero no pienses esas cosas malas , no pienses eso de tus padres . - Tú lo dices por consolarme ; pero bien ves que tengo razón ... y me parece que estás llorando . - Yo no . - Sí ; tú estás llorando . - Cada uno tiene sus cositas que llorar - repuso María con voz sofocada - . Pero es muy tarde , Celipe , y es preciso dormir . - Todavía no ... ¡ córcholis ! - Sí , hijito . Duérmete y no pienses en esas cosas malas . Buenas noches . Cerráronse las conchas de almeja y todo quedó en silencio . Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades , plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura , corroe los cimientos morales de la sociedad ; pero hay una plaga más terrible , y es el positivismo de las aldeas , que petrifica millones de seres , matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica , brutal y tenebrosa . Hay en nuestras sociedades enemigos muy espantosos , a saber : la especulación , el agio , la metalización del hombre culto , el negocio ; pero sobre éstos descuella un monstruo que a la callada destroza más que ninguno : es la codicia del aldeano . Para el aldeano codicioso no hay ley moral , ni religión , ni nociones claras del bien ; todo esto se resuelve en su alma con supersticiones y cálculos groseros , formando un todo inexplicable . Bajo el hipócrita candor , se esconde una aritmética parda que supera en agudeza y perspicacia a cuanto idearon los matemáticos más expertos . Un aldeano que toma el gusto a los ochavos y sueña con trocarlos en plata para convertir después la plata en oro , es la bestia más innoble que puede imaginarse ; porque tiene todas las malicias y sutilezas del hombre y una sequedad de sentimientos que espanta . Su alma se va condensando , hasta no ser más que un graduador de cantidades . La ignorancia , la rusticidad , la miseria en el vivir completan esta abominable pieza , quitándole todos los medios de disimular su descarnado interior . Contando por los dedos , es capaz de reducir a números todo el orden moral , la conciencia y el alma toda . La Señana y el señor Centeno , que habían hallado al fin , después de mil angustias , su pedazo de pan en las minas de Socartes , reunían , con el trabajo de sus cuatro hijos un jornal que les habría parecido fortuna de príncipes en los tiempos en que andaban de feria en feria vendiendo pucheros . Debe decirse , tocante a las facultades intelectuales del señor Centeno , que su cabeza , en opinión de muchos , rivalizaba en dureza con el martillo-pilón montado en los talleres ; no así tocante a las de Señana , que parecía mujer de muchísimo caletre y trastienda , y gobernaba toda la casa como gobernaría el más sabio príncipe sus Estados . Ella apandaba bonitamente el jornal de su marido y de sus hijos , que era una hermosa suma , y cada vez que había cobranza , parecíale que entraba por las puertas de su casa el mismo Jesús Sacramentado ; tal era el gusto que la vista de las monedas le producía . La Señana daba muy pocas comodidades a sus hijos en cambio de la hacienda que con las manos de ellos iba formando ; pero como no se quejaban de la degradante miseria en que vivían ; como no mostraban nunca pujos de emancipación ni anhelo de otra vida mejor y más digna de seres inteligentes , la Señana dejaba correr los días . Muchos pasaron antes que sus hijas durmieran en camas ; muchísimos antes que cubrieran sus lozanas carnes con vestidos decentes . Dábales de comer sobria y metódicamente , haciéndose partidaria en esto de los preceptos higiénicos más en boga ; pero la comida en su casa era triste , como un pienso dado a seres humanos . En cuanto al pasto intelectual , la Señana creía firmemente que con la erudición de su esposo el señor Centeno , adquirida en copiosas lecturas , tenía bastante la familia para merecer el dictado de sapientísima , por lo cual no trató de atiborrar el espíritu de sus hijos con las rancias enseñanzas que se dan en la escuela . Si los mayores asistieron a ella , el más pequeño viose libre de maestros , y engolfado vivía durante doce horas diarias en el embrutecedor trabajo de las minas , con lo cual toda la familia navegaba ancha y holgadamente por el inmenso piélago de la estupidez . Las dos hembras , Mariuca y Pepina no carecían de encantos , siendo los principales su juventud y su robustez . Una de ellas leía de corrido ; la otra no , y en cuanto a conocimientos del mundo , fácilmente se comprende que no carecería de algunos rudimentos quien vivía entre risueño coro de ninfas de distintas edades y procedencias , ocupadas en un trabajo mecánico y con boca libre . Mariuca y Pepina eran muy apechugadas , muy derechas , fuertes y erguidas como amazonas . Vestían falda corta , mostrando media pantorrilla y el carnoso pie descalzo , y sus rudas cabezas habrían lucido mucho sosteniendo un arquitrabe como las mujeres de la Caria . El polvillo de la calamina que las teñía de pies a cabeza , como a los demás trabajadores de las minas , dábales aire de colosales figuras de barro crudo . Tanasio era un hombre apático . Su falta de carácter y de ambición rayaban en el idiotismo . Encerrado en las cuadras desde su infancia , ignorante de toda travesura , de toda contrariedad , de todo placer , de toda pena , aquel joven , que ya había nacido dispuesto a ser máquina , se convirtió poco a poco en la herramienta más grosera . El día en que semejante ser tuviera una idea propia , se cambiaría el orden admirable de todas las cosas , por el cual ninguna piedra puede pensar . Las relaciones de esta prole con su madre , que era la gobernadora de toda la familia , eran las de una docilidad absoluta por parte de los hijos y de un dominio soberano por parte de la Señana . El único que solía mostrar indicios de rebelión era el chiquitín . La Señana , en sus cortos alcances , no comprendía aquella aspiración diabólica a dejar de ser piedra . ¿ Por ventura había existencia más feliz y ejemplar que la de los peñascos ? No admitía , no , que fuera cambiada , ni aun por la de canto rodado . Y Señana amaba a sus hijos ; ¡ pero hay tantas maneras de amar ! Ella les ponía por encima de todas las cosas , siempre que se avinieran a trabajar perpetuamente en las minas , a amasar en una sola artesa todos sus jornales , a obedecerla ciegamente y a no tener aspiraciones locas , ni afán de lucir galas , ni de casarse antes de tiempo , ni de aprender diabluras , ni de meterse en sabidurías , porque los pobres - decía - siempre habían de ser pobres y como pobres portarse , y no querer parlanchinear como los ricos y gente de la ciudad , que estaba toda comida de vicios y podrida de pecados . Hemos descrito el trato que tenían en casa de Centeno los hijos para que se comprenda el que tendría la Nela , criatura abandonada , sola , inútil , incapaz de ganar jornal , sin pasado , sin porvenir , sin abolengo , sin esperanza , sin personalidad , sin derecho a nada más que al sustento . Señana se lo daba , creyendo firmemente que su generosidad rayaba en heroísmo . Repetidas veces dijo para sí al llenar la escudilla de la Nela : - ¡ Qué bien me gano mi puestecico en el cielo ! Y lo creía como el Evangelio . En su cerrada mollera no entraban ni podían entrar otras luces sobre el santo ejercicio de la caridad ; no comprendía que una palabra cariñosa , un halago , un trato delicado y amante que hicieran olvidar al pequeño su pequeñez , al miserable su miseria , son heroísmos de más precio que el bodrio sobrante de una mala comida . ¿ Por ventura no se daba lo mismo al gato ? Y este al menos oía las voces más tiernas . Jamás oyó la Nela que se la llamara michita , monita , ni que le dijeran re-preciosa , ni otros vocablos melosos y conmovedores con que era obsequiado el gato . Jamás se le dio a entender a la Nela que había nacido de criatura humana , como los demás habitantes de la casa . Nunca fue castigada ; pero ella entendió que este privilegio se fundaba en la desdeñosa lástima que inspiraba su menguada constitución física , y de ningún modo en el aprecio de su persona . Nunca se le dio a entender que tenía un alma pronta a dar ricos frutos si se la cultivaba con esmero , ni que llevaba en sí , como los demás mortales , ese destello del eterno saber que se nombra inteligencia humana , y que de aquel destello podían salir infinitas luces y lumbre bienhechora . Nunca se le dio a entender que en su pequeñez fenomenal llevaba en sí el germen de todos los sentimientos nobles y delicados , y que aquellos menudos brotes podían ser flores hermosísimas y lozanas , sin más cultivo que una simple mirada de vez en cuando . Nunca se le dio a entender que tenía derecho , por el mismo rigor de la Naturaleza al criarla , a ciertas atenciones de que pueden estar exentos los robustos , los sanos , los que tienen padres y casa propia ; pero que corresponden por jurisprudencia cristiana al inválido , al pobre , al huérfano y al desheredado . Por el contrario , todo le demostraba su semejanza con un canto rodado , el cual ni siquiera tiene forma propia , sino aquella que le dan las aguas que lo arrastran y el puntapié del hombre que lo desprecia . Todo le demostraba que su jerarquía dentro de la casa era inferior a la del gato , cuyo lomo recibía las más finas caricias , y a la del mirlo que saltaba en su jaula . Al menos , de estos no se dijo nunca con cruel compasión : « Pobrecita , mejor cuenta le hubiera tenido morirse » . El humo de los hornos que durante toda la noche velaban respirando con bronco resoplido se plateó vagamente en sus espirales más remotas ; apareció risueña claridad por los lejanos términos y detrás de los montes , y poco a poco fueron saliendo sucesivamente de la sombra los cerros que rodean a Socartes , los inmensos taludes de tierra rojiza , los negros edificios . La campana del establecimiento gritó con aguda voz : « Al trabajo » , y cien y cien hombres soñolientos salieron de las casas , cabañas , chozas y agujeros . Rechinaban los goznes de las puertas ; de las cuadras salían pausadamente las mulas , dirigiéndose solas al abrevadero , y el establecimiento , que poco antes semejaba una mansión fúnebre alumbrada por la claridad infernal de los hornos , se animaba moviendo sus miles de brazos . El vapor principió a zumbar en las calderas del gran automóvil , que hacía funcionar a un tiempo los aparatos de los talleres y el aparato de lavado . El agua , que tan principal papel desempeñaba en esta operación , comenzó a correr por las altas cañerías , de donde debía saltar sobre los cilindros . Risotadas de mujeres y ladridos de hombres que venían de tomar la mañana , precedieron a la faena ; y al fin empezaron a girar las cribas cilíndricas con infernal chillido ; el agua corría de una en otra , pulverizándose , y la tierra sucia se atormentaba con vertiginoso voltear , rodando y cayendo de rueda en rueda , hasta convertirse en fino polvo achocolatado . Sonaba aquello como mil mandíbulas de dientes flojos que mascaran arena ; parecía molino por el movimiento mareante ; kaleidoscopio , por los juegos de la luz , del agua y de la tierra ; enorme sonajero , de innúmeros cachivaches compuesto , por el ruido . No se podía fijar la atención , sin sentir vértigo , en aquel voltear incesante de una infinita madeja de hilos de agua , ora claros y transparentes , ora teñidos de rojo por la arcilla ferruginosa ; ni cabeza humana que no estuviera hecha a tal espectáculo , podría presenciar el feroz combate de mil ruedas dentadas que sin cesar se mordían unas a otras , y de ganchos que se cruzaban royéndose , y de tornillos que , al girar , clamaban con lastimero quejido pidiendo aceite . El lavado estaba al aire libre . Las correas de transmisión venían zumbando desde el departamento de la máquina . Otras correas se pusieron en movimiento , y entonces oyose un estampido rítmico , un horrísono compás , a la manera de gigantescos pasos o de un violento latido interior de la madre tierra . Era el gran martillo-pilón del taller , que había empezado a funcionar . Su formidable golpe machacaba el hierro como blanda pasta , y esas formas de ruedas , ejes y raíles , que nos parecen eternas por lo duras , empezaban a desfigurarse , torciéndose y haciendo muecas , como rostros afligidos . El martillo , dando porrazos uniformes , creaba formas nuevas tan duras como las geológicas , que son obra laboriosa de los siglos . Se parecen mucho , sí , las obras de la fuerza a las de la paciencia . Hombres negros , que parecían el carbón humanado , se reunían en torno a los objetos de fuego que salían de las fraguas , y cogiéndolos con aquella prolongación incandescente de los dedos a quien llaman tenazas , los trabajaban . ¡ Extraña escultura la que tiene por genio al fuego y por cincel al martillo ! Las ruedas y ejes de los millares de vagonetes , las piezas estropeadas del aparato de lavado , recibían allí compostura y eran construidos los picos , azadas y carretillas . En el fondo del taller las sierras hacían chillar la madera , y aquel mismo hierro , educado en el trabajo por el fuego , destrozaba las generosas fibras del árbol arrancado a la tierra . También afuera las mulas habían sido enganchadas a los largos trenes de vagonetes . Veíaselas pasar arrastrando tierra inútil para verterla en los taludes , o mineral para conducirlo al lavadero . Cruzábanse unos con otros aquellos largos reptiles , sin chocar nunca . Entraban por la boca de las galerías , siendo entonces perfecta su semejanza con los resbaladizos habitantes de las húmedas grietas , y cuando en las oscuridades del túnel relinchaba la indócil mula , creeríase que los saurios disputaban chillando . Allá en lo último , en las más remotas cañadas , centenares de hombres golpeaban con picos la tierra para arrancarle , pedazo a pedazo , su tesoro . Eran los escultores de aquellas caprichosas e ingentes figuras que permanecían en pie , atentas , con gravedad silenciosa , a la invasión del hombre en las misteriosas esferas geológicas . Los mineros derrumbaban aquí , horadaban allá , cavaban más lejos , rasguñaban en otra parte , rompían la roca cretácea , desbarataban las graciosas láminas de pizarra samnita y esquistosa , despreciaban la caliza arcillosa , apartaban la limonita y el oligisto , destrozaban la preciosa dolomía , revolviendo incesantemente hasta dar con el silicato de zinc , esa plata de Europa , que , no por ser la materia de que se hacen las cacerolas , deja de ser grandiosa fuente de bienestar y civilización . Sobre ella ha alzado Bergia el estandarte de su grandeza moral y política . ¡ Oh ! La hojalata tiene también su epopeya . El cielo estaba despejado ; el sol derramaba libremente sus rayos , y la vasta pertenencia de Socartes resplandecía con súbito tono rojo . Rojas eran las peñas esculturales , rojo el mineral precioso , roja la tierra inútil acumulada en los largos taludes , semejantes a babilónicas murallas ; rojo el suelo , rojos los carriles y los vagones , roja toda la maquinaria , roja el agua , rojos los hombres y las mujeres que trabajaban en toda la extensión de Socartes . El color subido de ladrillo era uniforme , con ligeros cambiantes , y general en todo ; en la tierra y las casas , en el hierro y en los vestidos . Las mujeres ocupadas en lavar parecían una pléyade de equívocas ninfas de barro ferruginoso crudo . Por la cañada abajo , en dirección al río , corría un arroyo de agua encarnada . Creeríase que era el sudor de aquel gran trabajo de hombres y máquinas , del hierro y de los músculos . La Nela salió de su casa . También ella , a pesar de no trabajar en las minas , estaba teñida ligeramente de rojo , porque el polvo de la tierra calaminífera no perdona a nadie . Llevaba en la mano un mendrugo de pan que le había dado la Señana para desayunarse , y , comiéndoselo , marchaba aprisa , sin distraerse con nada , formal y meditabunda . No tardó en pasar más allá de los edificios , y después de subir el plano inclinado , subió la escalera labrada en la tierra , hasta llegar a las casas de la barriada de Aldeacorba . La primera que se encontraba era una primorosa vivienda infanzona , grande , sólida , alegre , restaurada y pintada recientemente , con cortafuegos de piedra , aleros labrados y ancho escudo circundado de follaje granítico . Antes faltara en ella el escudo que la parra , cuyos sarmientos cargados de hoja parecían un bigote que aquella tenía en el lugar correspondiente de su cara , siendo las dos ventanas los ojos , el escudo la nariz y el largo balcón la boca , siempre riendo . Para que la personificación fuera completa , salía del balcón una viga destinada a sujetar la cuerda de tender ropa , y con tal accesorio la casa con rostro estaba fumándose un cigarro puro . Su tejado era en figura de gorra de cuartel y tenía una ventana de bohardilla que parecía una borla . La chimenea no podía ser más que una oreja . No era preciso ser fisonomista para comprender que aquella casa respiraba paz , bienestar y una conciencia tranquila . Dábale acceso un patiecillo circundado de tapias y al costado derecho tenía una hermosa huerta . Cuando la Nela entró , salían las vacas que iban a la pradera . Después de cambiar algunas palabras con el gañán , que era un mocetón formidable ... así como de tres cuartas de alto y de diez años de edad ... dirigiose a un señor obeso , bigotudo , entrecano , encarnado , de simpático rostro y afable mirar , de aspecto entre soldadesco y campesino , el cual apareció en mangas de camisa , con tirantes , y mostrando hasta el codo los velludos fornidos brazos . Antes que la muchacha hablara , el señor de los tirantes volviose adentro y dijo : - Hijo mío , aquí tienes a la Nela . Salió de la casa un joven , estatua del más excelso barro humano , grave , derecho , con la cabeza inmóvil y los ojos clavados y fijos en sus órbitas , como lentes expuestos en un muestrario . Su cara parecía de marfil , contorneada con exquisita finura ; mas teniendo su tez la suavidad de la de una doncella , era varonil en gran manera , y no había en sus facciones parte alguna ni rasgo que no tuviese aquella perfección soberana con que fue expresado hace miles de años el pensamiento helénico . Aun sus ojos , puramente escultóricos porque carecían de vista , eran hermosísimos , grandes y rasgados . Desvirtuábalos su fijeza y la idea de que tras aquella fijeza estaba la noche . Falto del don que constituye el núcleo de la expresión humana , aquel rostro de Antinoo ciego poseía la fría serenidad del mármol , convertido por el genio y el cincel en estatua y por la fuerza vital en persona . Un soplo , un rayo de luz , una sensación bastarían para animar la hermosa piedra , que teniendo ya todas las galas de la forma , carecía tan sólo de la conciencia de su propia belleza , la cual emana de la facultad de conocer la belleza exterior . Parecía tener veinte años , y su cuerpo sólido y airoso , con admirables proporciones construido , era digno en todo de la sin igual cabeza que sustentaba . Jamás se vio incorrección más lastimosa de la Naturaleza , que la que tan acabado tipo de la humana forma representaba , recibiendo por una parte admirables dones y siendo privado por otra de la facultad que más comunica al hombre con sus semejantes y con el maravilloso conjunto de todo lo creado . Era tal la incorrección , que aquellos prodigiosos dones quedaban como inútiles , del mismo modo que si al ser creadas todas las cosas hubiéralas dejado el Hacedor a oscuras , para que no pudieran recrearse en sus propios encantos . Para que la imperfección ¡ ira de Dios ! Fuese más manifiesta , había recibido el joven portentosa luz interior , un entendimiento de primer orden . Esto y carecer de la facultad de percibir la idea visible , que es la forma , siendo al mismo tiempo divino como un ángel , hermoso como un hombre y ciego como un vegetal , era fuerte cosa ciertamente . No comprendemos ¡ ay ! , el secreto de estas horrendas incorrecciones . Si lo comprendiéramos , se abrirían para nosotros las puertas que ocultan primordiales misterios del orden moral y del orden físico ; comprenderíamos el inmenso misterio de la desgracia , del mal , de la muerte , y podríamos medir la perpetua sombra que sin cesar sigue al bien y a la vida . Don Francisco Penáguilas , padre del joven , era un hombre más que bueno , era inmejorable , superiormente discreto , bondadoso , afable , honrado y magnánimo , no falto de instrucción . Nadie le aborreció jamás ; era el más respetado de todos los labradores ricos del país , y más de una cuestión se arregló por la mediación , siempre inteligente , del señor de Aldeacorba de Suso . La casa en que le hemos visto fue su cuna . Había estado de joven en América , y al regresar a España sin fortuna , había entrado a servir en la Guardia civil . Retirado a su pueblo natal , donde se dedicaba a la labranza y a la ganadería , heredó regular hacienda , y en la época de nuestra historia acababa de heredar otra muy grande . Su esposa , que era andaluza , había muerto en edad muy temprana , dejándole un solo hijo , que desde el nacer demostró hallarse privado en absoluto del más precioso de los sentidos . Esto fue la pena más aguda que amargó los días del buen padre . ¿ Qué le importaba allegar riqueza y ver que la fortuna favorecía sus intereses y sonreía en su casa ? ¿ Para quién era esto ? Para quien no podía ver ni las gordas vacas , ni las praderas risueñas , ni las repletas trojes , ni la huerta cargada de frutas . D . Francisco hubiera dado sus ojos a su hijo , quedándose él ciego el resto de sus días , si esta especie de generosidades fuesen practicables en el mundo que conocemos ; pero como no lo son , no podía D . Francisco dar realidad al noble sentimiento de su corazón , sino proporcionando al desgraciado joven todo cuanto pudiera hacerle agradable la oscuridad en que vivía . Para él eran todos los cuidados y los infinitos mimos y delicadezas cuyo secreto pertenece a las madres , y algunas veces a los padres , cuando faltan aquellas . Jamás contrariaba a su hijo en nada que fuera para su consuelo y entretenimiento en los límites de lo honesto y moral . Divertíale con cuentos y lecturas ; tratábale con solícito esmero , atendiendo a su salud , a sus goces legítimos , a su instrucción y a su educación cristiana , porque el señor de Penáguilas , que era un si es no es severo de principios , decía : « No quiero que mi hijo sea ciego dos veces » . Viéndole salir , y que la Nela le acompañaba fuera , díjoles cariñosamente : - No os alejéis hoy mucho . No corráis ... Adiós . Miroles desde la portalada hasta que dieron vuelta a la tapia de la huerta . Después entró , porque tenía que hacer varias cosas ; escribir una esquela a su hermano Manuel , ordeñar una vaca , podar un árbol y ver si había puesto la gallina pintada . Pablo y Marianela salieron al campo , precedidos de Choto , que iba y volvía gozoso y saltón , moviendo la cola y repartiendo por igual sus caricias entre su amo y el lazarillo de su amo . - Nela - dijo Pablo - , hoy está el día muy hermoso . El aire que corre es suave y fresco , y el sol calienta sin quemar . ¿ A dónde vamos ? - Echaremos por estos prados adelante - replicó la Nela , metiendo su mano en una de las faltriqueras de la americana del mancebo - . ¿ A ver qué me has traído hoy ? - Busca bien y encontrarás algo - dijo Pablo riendo . - ¡ Ah , Madre de Dios ! Chocolate crudo ... ¡ y poco que me gusta el chocolate crudo ! ... nueces ... una cosa envuelta en un papel ... ¿ qué es ? ¡ Ah ! ¡ Madre de Dios ! , un dulce ... ¡ Dios Divino ! , ¡ pues a fe que me gusta poco el dulce ! ¡ Qué rico está ! En mi casa no se ven nunca estas comidas ricas , Pablo . Nosotros no gastamos lujo en el comer . Verdad que no lo gastamos tampoco en el vestir . Total , no lo gastamos en nada . - ¿ A dónde vamos hoy ? - repitió el ciego . - A donde quieras , niño de mi corazón - repuso la Nela , comiéndose el dulce y arrojando el papel que lo envolvía - . Pide por esa boca , rey del mundo . Los negros ojuelos de la Nela brillaban de contento , y su cara de avecilla graciosa y vivaracha multiplicaba sus medios de expresión , moviéndose sin cesar . Mirándola se creía ver un relampagueo de reflejos temblorosos , como los que produce la luz sobre la superficie del agua agitada . Aquella débil criatura , en la cual parecía que el alma estaba como prensada y constreñida dentro de un cuerpo miserable , se ensanchaba y crecía maravillosamente al hallarse sola con su amo y amigo . Junto a él tenía espontaneidad , agudeza , sensibilidad , gracia , donosura , fantasía . Al separarse , parece que se cerraban sobre ella las negras puertas de una prisión . - Pues yo digo que iremos a donde tú quieras - observó el ciego - . Me gusta obedecerte . Si te parece bien , iremos al bosque que está más allá de Saldeoro . Esto , si te parece bien . - Bueno , bueno , iremos al bosque - exclamó la Nela , batiendo palmas - . Pero como no hay prisa , nos sentaremos cuando estemos cansados . - Y que no es poco agradable aquel sitio donde está la fuente ¿ sabes , Nela ? , y donde hay unos troncos muy grandes , que parecen puestos allí para que nos sentemos nosotros , y donde se oyen cantar tantos , tantísimos pájaros , que es aquello la gloria . - Pasaremos por donde está el molino de quien tú dices que habla , mascullando las palabras como un borracho . ¡ Ay , qué hermoso día y qué contenta estoy ! - ¿ Brilla mucho el sol , Nela ? Aunque me digas que sí , no lo entenderé , porque no sé lo que es brillar . - Brilla mucho , sí , señorito mío . Y a ti ¿ qué te importa eso ? El sol es muy feo . No se le puede mirar a la cara . - ¿ Por qué ? - Por que duele . - ¿ Qué duele ? - La vista . ¿ Qué sientes tú cuando estás alegre ? - ¿ Cuándo estoy libre , contigo , solos los dos en el campo ? - Sí . - Pues siento que me nace dentro del pecho una frescura , una suavidad dulce ... - ¡ Ahí te quiero ver ! ¡ Madre de Dios ! Pues ya sabes cómo brilla el sol . - Con frescura . - No , tonto . - ¿ Pues con qué ? - Con eso . - Con eso ; ¿ y qué es eso ? - Eso - afirmó nuevamente la Nela , con acento de la más firme convicción . - Ya veo que esas cosas no se pueden explicar . Antes me formaba yo idea del día y de la noche . ¿ Cómo ? Verás : era de día , cuando hablaba la gente ; era de noche , cuando la gente callaba y cantaban los gallos . Ahora no hago las mismas comparaciones . Es de día , cuando estamos juntos tú y yo ; es de noche , cuando nos separamos . - ¡ Ay , divina Madre de Dios ! - exclamó la Nela , echándose atrás las guedejas que le caían sobre la frente - . A mí , que tengo ojos , me parece lo mismo . - Voy a pedirle a mi padre que te deje vivir en mi casa , para que no te separes de mí . - Bien , bien - dijo María batiendo palmas otra vez . Y diciéndolo , se adelantó saltando algunos pasos y recogiendo con extrema gracia sus faldas , empezó a bailar . - ¿ Qué haces , Nela ? - ¡ Ah ! , niño mío , estoy bailando . Mi contento es tan grande , que me han entrado ganas de bailar . Pero fue preciso saltar una pequeña cerca , y la Nela ofreció su mano al ciego . Después de pasar aquel obstáculo , siguieron por una calleja tapizada en sus dos rústicas paredes de lozanas hiedras y espinos . La Nela apartaba las ramas para que no picaran el rostro de su amigo , y al fin , después de bajar gran trecho , subieron una cuesta por entre frondosos castaños y nogales . Al llegar arriba , Pablo dijo a su compañera : - Si no te parece mal , sentémonos aquí . Siento pasos de gente . - Son los aldeanos que vuelven del mercado de Homedes . Hoy es miércoles . El camino real está delante de nosotros . Sentémonos aquí antes de entrar en el camino real . - Es lo mejor que podemos hacer . Choto , ven aquí . Los tres se sentaron . - Si está esto lleno de flores ... - dijo la Nela - . ¡ Madre ! , ¡ qué guapas ! - Cógeme un ramo . Aunque no las veo , me gusta tenerlas en mi mano . Se me figura que las oigo . - Eso sí que es gracioso . - Paréceme que teniéndolas en mi mano me dan a entender ... no puedo decirte cómo ... que son bonitas . Dentro de mí hay una cosa , no puedo decirte qué , una cosa que responde a ellas . ¡ Ay ! Nela , se me figura que por dentro yo veo algo . - ¡ Oh ! , sí , lo entiendo ... como que todo los tenemos dentro . El sol , las yerbas , la luna y el cielo grande y azul , lleno siempre de estrellas ; todo , todo lo tenemos dentro ; quiero decir que además de las cosas divinas que hay fuera , nosotros llevamos otras dentro . Y nada más ... Aquí tienes una flor , otra , otra , seis : todas son distintas . ¿ A que no sabes tú lo que son las flores ? - Pues las flores - dijo el ciego , algo confuso , acercándolas a su rostro - son ... unas como sonrisillas que echa la tierra ... La verdad , no sé mucho del reino vegetal . - Madre Divinísima , ¡ qué poca ciencia ! - exclamó María , acariciando las manos de su amigo - . Las flores son las estrellas de la tierra . - Vaya un disparate . ¿ Y las estrellas , qué son ? - Las estrellas son las miradas de los que se han ido al cielo . - Entonces las flores ... - Son las miradas de los que se han muerto y no han ido todavía al cielo - afirmó la Nela , con la convicción y el aplomo de un doctor - . Los muertos son enterrados en la tierra . Como allá abajo no pueden estar sin echar una miradilla a la tierra , echan de sí una cosa que sube en forma y manera de flor . Cuando en un prado hay muchas flores es porque allá ... en tiempos de atrás , enterraron en él muchos difuntos . - No , no - replicó Pablo con seriedad - . No creas desatinos . Nuestra religión nos enseña que el espíritu se separa de la carne y que la vida mortal se acaba . Lo que se entierra , Nela , no es más que un despojo , un barro inservible que no puede pensar , ni sentir , ni tampoco ver . - Eso lo dirán los libros , que según dice la Señana , están llenos de mentiras . - Eso lo dicen la fe y la razón , querida Nela . Tu imaginación te hace creer mil errores . Poco a poco yo los iré destruyendo , y tendrás ideas buenas sobre todas las cosas de este mundo y del otro . - ¡ Ay , ay , con el doctorcillo de tres por un cuarto ! ... Ya ... cuando has querido hacerme creer que el sol está quieto y que la tierra da vueltas a la redonda ! ... ¡ Cómo se conoce que no lo ves ! ¡ Madre del Señor ! Que me muera en este momento , si la tierra no se está más quieta que un peñón , y el sol va corre que corre . Señorito mío , no se la eche de tan sabio , que yo he pasado muchas horas de noche y de día mirando al cielo , y sé cómo está gobernada toda esa máquina ... La tierra está abajo , toda llena de islitas grandes y chicas . El sol sale por allá y se esconde por allí . Es el palacio de Dios . - ¡ Qué tonta ! - ¿ Y por qué no ha de ser así ? ¡ Ay ! Tú no has visto el cielo en un día claro : hijito , parece que llueven bendiciones ... Yo no creo que pueda haber malos , no , no los puede haber , si vuelven la cara hacia arriba y ven aquel ojazo que nos está mirando . - Tu religiosidad , querida Nelilla , está llena de supersticiones . Yo te enseñaré ideas mejores . - No me han enseñado nada - dijo María con inocencia - pero yo , cavila que cavilarás , he ido sacando de mi cabeza muchas cosas que me consuelan , y así cuando me ocurre una buena idea , digo : « esto debe de ser así , y no de otra manera » . Por las noches , cuando me voy sola a mi casa , voy pensando en lo que será de nosotros cuando nos muramos , y en lo mucho que nos quiere a todos la Virgen Santísima . - Nuestra madre amorosa . - ¡ Nuestra madre querida ! Yo miro al cielo y la siento encima de mí como cuando nos acercamos a una persona y sentimos el calorcillo de su respiración . Ella nos mira de noche y de día por medio de ... no te rías ... por medio de todas las cosas hermosas que hay en el mundo . - ¿ Y esas cosas hermosas ... ? - Son sus ojos , tonto . Bien lo comprenderías si tuvieras los tuyos . Quien no ha visto una nube blanca , un árbol , una flor , el agua corriendo , un niño , el rocío , un corderito , la luna paseándose tan maja por los cielos , y las estrellas , que son las miradas de los buenos que se han muerto ... - Mal podrán ir allá arriba si se quedan debajo de tierra echando flores . - ¡ Miren el sabihondo ! Abajo se están mientras se van limpiando de pecados ; que después suben volando arriba . La Virgen les espera . Sí , créelo , tonto . Las estrellas , ¿ qué pueden ser sino las almas de los que ya están salvos ? ¿ Y no sabes tú que las estrellas bajan ? Pues yo , yo misma las he visto caer así , así , haciendo una raya . Sí , señor , las estrellas bajan cuando tienen que decirnos alguna cosa . - ¡ Ay , Nela ! - exclamó Pablo vivamente - . Tus disparates , con serlo tan grandes , me cautivan y embelesan , porque revelan el candor de tu alma y la fuerza de tu fantasía . Todos esos errores responden a una disposición muy grande para conocer la verdad , a una poderosa facultad tuya , que sería primorosa si estuvieras auxiliada por la razón y la educación ... Es preciso que tú adquieras un don precioso de que yo estoy privado ; es preciso que aprendas a leer . - ¡ A leer ! ... ¿ Y quién me ha de enseñar ? - Mi padre . Yo le rogaré a mi padre que te enseñe . Ya sabes que él no me niega nada . ¡ Qué lástima tan grande que vivas así ! Tu alma está llena de preciosos tesoros . Tienes bondad sin igual y fantasía seductora . De todo lo que Dios tiene en su esencia absoluta te dio a ti parte muy grande . Bien lo conozco ; no veo lo de fuera , pero veo lo de dentro , y todas las maravillas de tu alma se me han revelado desde que eres mi lazarillo ... ¡ Hace año y medio ! Parece que fue ayer cuando empezaron nuestros paseos ... No , hace miles de años que te conozco . ¡ Porque hay una relación tan grande entre lo que tú sientes y lo que yo siento ! ... Has dicho ahora mil disparates , y yo , que conozco algo de la verdad acerca del mundo y de la religión , me he sentido conmovido y entusiasmado al oírte . Se me antoja que hablas dentro de mí . - ¡ Madre de Dios ! - exclamó la Nela , cruzando las manos - . ¿ Tendrá eso algo que ver con lo que yo siento ? - ¿ Qué ? - Que estoy en el mundo para ser tu lazarillo , y que mis ojos no servirían para nada si no sirvieran para guiarte y decirte cómo son todas las hermosuras de la tierra . El ciego irguió su cuello repentina y vivísimamente , y extendiendo sus manos hasta tocar el cuerpecillo de su amiga , exclamó con afán : - Dime , Nela , ¿ y cómo eres tú ? La Nela no dijo nada . Había recibido una puñalada . Habían descansado . Siguieron adelante , hasta llegar a la entrada del bosque que hay más allá de Saldeoro . Detuviéronse entre un grupo de viejos nogales , cuyos troncos y raíces formaban en el suelo una serie de escalones , con musgosos huecos y recortes tan apropiados para sentarse , que el arte no los hiciera mejor . Desde lo alto del bosque corría un hilo de agua , saltando de piedra en piedra , hasta dar con su fatigado cuerpo en un estanquillo que servía de depósito para alimentar el chorro de que se abastecían los vecinos . Enfrente el suelo se deprimía poco a poco , ofreciendo grandioso panorama de verdes colinas pobladas de bosques y caseríos , de praderas llanas donde pastaban con tranquilidad vagabunda centenares de reses . En el último término dos lejanos y orgullosos cerros que eran límite de la tierra , dejaban ver en un largo segmento azul purísimo del mar . Era un paisaje cuya contemplación revelaba al alma sus excelsas relaciones con lo infinito . Sentose Pablo en el tronco de un nogal , apoyando su brazo izquierdo en el borde del estanque . Alzaba la derecha mano para coger las ramas que descendían hasta tocar su frente , por la cual pasaba a ratos , con el mover de las hojas , un rayo de sol . - ¿ Qué haces , Nela ? - dijo el muchacho después de una pausa , no sintiendo ni los pasos , ni la voz , ni la respiración de su compañera - . ¿ Qué haces ? ¿ Dónde estás ? - Aquí - replicó la Nela , tocándole el hombro - . Estaba mirando el mar . - ¡ Ah ! ¿ Está muy lejos ? - Allá se ve por los cerros de Ficóbriga . - Grande , grandísimo , tan grande , que se estará mirando todo un día sin acabarlo de ver , ¿ no es eso ? - No se ve sino un pedazo como el que coges dentro de la boca cuando le pegas una mordida a un pan . - Ya , ya comprendo . Todos dicen que ninguna hermosura iguala a la del mar , por causa de la sencillez que hay en él ... Oye , Nela , lo que voy a decirte ... ¿ Pero qué haces ? La Nela , agarrando con ambas manos la rama del nogal , se suspendía y balanceaba graciosamente . - Aquí estoy , señorito mío . Estaba pensando que por qué no nos daría Dios a nosotras las personas alas para volar como los pájaros . ¡ Qué cosa más bonita que hacer zas , y remontarnos y ponernos de un vuelo en aquel pico que está allá entre Ficóbriga y el mar ! ... - Si Dios no nos ha dado alas ; en cambio nos ha dado el pensamiento , que vuela más que todos los pájaros , porque llega hasta el mismo Dios ... Dime tú , ¿ para qué querría yo alas de pájaro , si Dios me hubiera negado el pensamiento ? - Pues a mí me gustaría tener las dos cosas . Y si tuviera alas , te cogería en mi piquito para llevarte por esos mundos y subirte a lo más alto de las nubes . El ciego alargó su mano hasta tocar la cabeza de la Nela . - Siéntate junto a mí . ¿ No estás cansada ? - Un poquitín - replicó ella , sentándose y apoyando su cabeza con infantil confianza en el hombro de su amo . - Respiras fuerte , Nelilla ; tú estás muy cansada . Es de tanto volar ... Pues lo que te iba a decir , es esto : Hablando del mar me hiciste recordar una cosa que mi padre me leyó anoche . Ya sabes que desde la edad en que tuve uso de razón , acostumbra mi padre leerme todas las noches distintos libros de ciencia y de historia , de artes y de entretenimiento . Esas lecturas y estos paseos se puede decir que son mi vida toda . Diome el Señor , para compensarme de la ceguera , una memoria feliz , y gracias a ella he sacado algún provecho de las lecturas ; pues aunque éstas han sido sin método , yo al fin y al cabo he logrado poner algún orden en las ideas que iban entrando en mi entendimiento . ¡ Qué delicias tan grandes las mías al entender el orden admirable del Universo , el concertado rodar de los astros , el giro de los átomos pequeñitos , y después las leyes , más admirable aún , que gobiernan nuestra alma ! También me ha recreado mucho la historia , que es un cuento verdadero de todo lo que los hombres han hecho antes de ahora ; resultando , hija mía , que siempre han hecho las mismas maldades y las mismas tonterías , aunque no han cesado de mejorarse , acercándose todo lo posible , mas sin llegar nunca , a las perfecciones que sólo posee Dios . Por último , me ha leído mi padre cosas sutiles y un poco hondas para ser penetradas de pronto ; pero que suspenden y enamoran cuando se medita en ellas . Es lectura que a él no le agrada , por no comprenderla , y que a mí me ha cansado también unas veces , deleitándome otras . Pero no hay duda que cuando se da con un autor que sepa hablar con claridad , esas materias son preciosas . Contienen ideas sobre las causas y los efectos , sobre la razón de todo lo que pensamos y el modo como lo pensamos , y enseñan la esencia de todas las cosas . La Nela parecía no comprender ni una sola palabra de lo que su amigo decía ; pero atendía profundamente abriendo la boca . Para apoderarse de aquellas esencias y causas de que su amo le hablaba , abría el pico como el pájaro que acecha el vuelo de la mosca que quiere cazar . - Pues bien - añadió él - anoche leyó mi padre unas páginas sobre la belleza . Hablaba el autor de la belleza , y decía que era el resplandor de la bondad y de la verdad , con otros muchos conceptos ingeniosos y tan bien traídos y pensados , que daba gusto oírlos . - Ese libro - dijo la Nela queriendo demostrar suficiencia - no será como uno que tiene padre Centeno , que llaman ... Las mil y no sé cuántas noches . - No es eso , tontuela ; habla de la belleza en absoluto ... ¿ no entenderás esto de la belleza ideal ? ... tampoco lo entiendes ... porque has de saber que hay una belleza que no se ve ni se toca , ni se percibe con ningún sentido . - Como , por ejemplo , la Virgen María - interrumpió la Nela - a quien no vemos ni tocamos , porque las imágenes no son ella misma , sino su retrato . - Estás en lo cierto : así es . Pensando en esto , mi padre cerró el libro , y él decía una cosa y yo otra . Hablamos de la forma y mi padre me dijo : « Desgraciadamente tú no puedes comprenderla » . Yo sostuve que sí ; dije que no había más que una sola belleza y que esa había de servir para todo . La Nela , poco atenta a cosas tan sutiles , había cogido de las manos de su amigo las flores , y combinaba sus risueños colores . - Yo tenía una idea sobre esto - añadió el ciego con mucha energía - una idea con la cual estoy encariñado desde hace algunos meses . Sí , lo sostengo , lo sostengo ... No , no me hacen falta los ojos para esto . Yo le dije a mi padre : « Concibo un tipo de belleza encantadora , un tipo que contiene todas las bellezas posibles ; ese tipo es la Nela » . Mi padre se echó a reír y me dijo que sí . La Nela se puso como amapola y no supo responder nada . Durante un breve instante de terror y ansiedad , creyó que el ciego la estaba mirando . - Sí , tú eres la belleza más acabada que puede imaginarse - añadió Pablo con calor - . ¿ Cómo podría suceder que tu bondad , tu inocencia , tu candor , tu gracia , tu imaginación , tu alma celestial y cariñosa que ha sido capaz de alegrar mis tristes días ; cómo podría suceder , cómo , que no estuviese representada en la misma hermosura ? ... Nela , Nela - añadió balbuciente y con afán - . ¿ No es verdad que eres muy bonita ? La Nela calló . Instintivamente se había llevado las manos a la cabeza , enredando entre sus cabellos las florecitas medio ajadas que había cogido antes en la pradera . - ¿ No respondes ? ... Es verdad que eres modesta . Si no lo fueras , no serías tan repreciosa como eres . Faltaría la lógica de las bellezas , y eso no puede ser . ¿ No respondes ? ... - Yo ... - murmuró la Nela con timidez , sin dejar de la mano su tocado - no sé ... dicen que cuando niña era muy bonita ... Ahora ... - Y ahora también . María , en su extraordinaria confusión , pudo hablar así : - Ahora ... ya sabes tú que las personas dicen muchas tonterías ... se equivocan también ... a veces el que tiene más ojos ve menos . - ¡ Oh ! ¡ Qué bien dicho ! Ven acá : dame un abrazo . La Nela no pudo acudir pronto , porque habiendo conseguido sostener entre sus cabellos una como guirnalda de florecillas , sintió vivos deseos de observar el efecto de aquel atavío en el claro cristal del agua . Por primera vez desde que vivía se sintió presumida . Apoyándose en sus manos , asomose al estanque . - ¿ Qué haces , Mariquilla ? - Me estoy mirando en el agua , que es como un espejo - replicó con la mayor inocencia , delatando su presunción . - Tú no necesitas mirarte . Eres hermosa como los ángeles que rodean el trono de Dios . El alma del ciego llenábase de entusiasmo y fervor . - El agua se ha puesto a temblar - dijo la Nela - y no me veo bien , señorito . Ella tiembla como yo . Ya está más tranquila , ya no se mueve ... Me estoy mirando ... ahora . - ¡ Qué linda eres ! Ven acá , niña mía - añadió el ciego , extendiendo sus brazos . - ¡ Linda yo ! - dijo ella llena de confusión y ansiedad - . Pues esa que veo en el estanque no es tan fea como dicen . Es que hay también muchos que no saben ver . - Sí , muchos . - ¡ Si yo me vistiese como se visten otras ! ... - exclamó la Nela con orgullo . - Te vestirás . - ¿ Y ese libro dice que yo soy bonita ? - preguntó la Nela apelando a todos los recursos de convicción . - Lo digo yo , que poseo una verdad inmutable - exclamó el ciego , llevado de su ardiente fantasía . - Puede ser - observó la Nela , apartándose de su espejo pensativa y no muy satisfecha - que los hombres sean muy brutos y no comprendan las cosas como son .