Me llamo Pío García del Cid , y nací en una gran ciudad de Andalucía , de la unión de una señora de timbres nobiliarios , con un rico vinicultor . Nada recuerdo de mi niñez , aunque , si he de dar crédito a lo que de mí dicen los que me conocieron , fui sumamente travieso y pícaro ; y es casi seguro que lo que dicen sea verdad , porque mi falta de memoria proviene justamente de una travesura que estuvo a pique de cortar el hilo de mi existencia entre los nueve y diez años . Era yo aficionadísimo a pelear en las guerrillas que sostenían los chicos de mi barrio contra los de los otros barrios de la ciudad , y en una de estas batallas campales , luchando como hondero en las avanzadas de mi bando , recibí tan terrible pedrada en la cabeza , que a poco más me deja en el sitio . De tan funesto accidente me sobrevino la pérdida de la memoria de todos los hechos de mi corta vida pasada , y como feliz compensación un despabilamiento tan notable de todos mis sentidos , que mis padres , que hasta entonces habían tenido grandes disensiones con motivo de la carrera que había de dárseme , llegaron a ponerse de acuerdo . Mi madre había adivinado en mí un gran orador forense , y mi padre quería dedicarme a los negocios de la casa : triunfó mi madre , y seguí la carrera de leyes hasta recibirme de doctor cuando aún no tenía veinte años . Entonces mi padre creyó conveniente enviarme al extranjero a perfeccionar mi educación . El estudio de las lenguas vivas comenzaba a estar muy de moda , y poseer varios idiomas era punto menos que indispensable para hablar en todas partes y sobre todas materias con visos de autoridad . Aparte de esto , mi padre oía decir que nuestra patria estaba en un lamentable atraso , y creía firmemente que el medio más seguro para salir de él eran los viajes y los estudios en el extranjero . Para armonizar mis gustos con los de mi padre , y mis intereses con los de nuestra hacienda , se decidió enviarme a las principales ciudades comerciales de Europa , donde a un mismo tiempo podría hacer estudios científicos y adquirir conocimientos prácticos , y entablar , si llegaba el caso , relaciones comerciales muy necesarias para el porvenir de nuestra nación . A estos estudios y prácticas debía dedicar cinco años , el tiempo preciso para cumplir la edad que se exige para ser diputado , pues mi padre tenía gran prestigio en nuestro distrito natural , y daba por segura mi elección , y con ella y mis excelentes dotes , el comienzo de una rápida carrera política . Residí por breve tiempo en Ruán para inteligenciarme en el negocio de vinos y ver el medio de aumentar la exportación y los precios de los caldos , que mi casa había comenzado a enviar a Francia desde algunos años atrás . De Ruán pasé al Havre , empleado en el escritorio de un naviero representante de una línea directa de vapores entre los puertos del Norte de Francia y los puertos españoles y franceses del Mediterráneo . Por lo mismo que no los solicité , ni los necesitaba , me salieron al paso éste y otros buenos empleos , que me fueron útiles , no sólo para adquirir los apetecidos conocimientos prácticos , sino también para vivir casi independiente del bolsillo paterno , en lo que se complacía mucho mi carácter presumido y orgulloso . Para aprender el inglés me trasladé a Liverpool , donde me ofrecieron su representación algunas casas españolas exportadoras de frutas ; pero este negocio no me dio buen resultado , y me agregué , como encargado de la sección española , a una " Sociedad de exportación de productos químicos para abonos " , establecida en Londres . Aquí ensayé también la venta , en comisión , de cigarros habanos , y aunque la empresa no fracasó , tampoco pudo tomar vuelo . Sea que mi deseo de ir demasiado deprisa me impidiera dar a los negocios el tiempo necesario para madurar , sea que , distraído con otros proyectos fantásticos , que siempre andaba revolviendo en mi magín , no les concediera toda atención que exigían , lo cierto es que la mala fortuna me acompañó constantemente en cuanto emprendí por cuenta propia . A la inversa , mis trabajos por cuenta ajena eran siempre acertados , y en todas las casas en que presté mis servicios merecí la confianza de mis jefes , y se me encomendaban las cuestiones más difíciles . Esto me ocurrió en Marsella , en el Havre , donde residí por segunda vez , y en Hamburgo , donde por fin senté la cabeza , aceptando una excelente colocación en la Compañía intercontinental dedicada al transporte marítimo y propietaria de dos líneas de vapores . En los seis años que transcurrieron en este género de vida , fui adquiriendo un inmenso caudal de experiencia y una dosis mayor aún de patriotismo ; porque es un hecho probado que el amor a la patria , en los individuos que son capaces de sentirlo , se acrecienta viviendo fuera de ella , y más cuando se la abandona imbuido en ciertos rutinarios prejuicios exageradamente favorables a los países extranjeros . A tal punto llegó mi patriotismo , que , reconociéndome incapaz para desempeñar en mi patria ciertos papeles que antes me seducían , desistí de emprender la carrera política , a la que mi padre , como dije , me destinaba , por parecerme censurable desplegar mis esfuerzos para desempeñar una función que otros antes que yo desempeñaban satisfactoriamente . Bien que , vista desde muy lejos la organización interior de mi patria , me parecía tan perfecta que no necesitaba de piezas tan inútiles como mi persona para seguir funcionando con regularidad : una monarquía constitucional con arreglo a los últimos adelantos de la ciencia política ; ministros responsables oportunamente sustituidos en cuanto se nota que se hallan bastante desgastados ; dos Cámaras siempre ocupadas en renovar la legislación , acomodándola a la naturaleza humana y a las exigencias diarias de la opinión , y ocho grandes focos administrativos irradiando sus efluvios luminosos sobre toda la faz del país . Sólo notaba yo algunas deficiencias en el cultivo de la tierra y en las industrias , y de buena gana me dedicara a remediarlas ; mas como también el comercio ofrecía ocasión para desplegar grandes iniciativas , y yo tenía hecho ya mi penoso aprendizaje , me sentí poco a poco inclinado a dedicarme a él y a permanecer fuera de España , continuando el camino emprendido . Mi única tristeza era tener que vivir alejado de la patria ; pero esta tristeza se compensaba con el placer de conservar incólume mi patriotismo , que acaso se debilitase al volver a ella y percibir ciertos lunares borrados por la distancia . Escribí , pues , a mis padres exponiéndoles claramente mis nuevas aspiraciones y solicitando sus consejos ; y aunque éstos fueron desfavorables , no bastaron a convencerme , antes me llevaron más lejos en la nueva vía que trataba de seguir . La Intercontinental tenía importantes relaciones con las colonias europeas del África oriental , y decidió enviar un representante a Zanzíbar para darles mayor impulso , aprovechando las ventajas del protectorado alemán ; la comisión me fue ofrecida , y yo la acepté deseoso de cortar por algún tiempo los lazos que me ligaban a mi familia y a las naciones de Europa . Mi primer acto , pues , de hombre libre fue , como el de muchos hombres de genio ( y no se eche esto a presunción ) , un acto de rebeldía contra la autoridad familiar . En dos años de residencia en la isla de Zanzíbar y en Bagamoyo , un cambio radical se fue operando en mis ideas . El trato con los exploradores que tienen aquí el punto de partida para emprender sus viajes al interior del Continente , y la lectura de libros de viajes , a la que me aficioné poco a poco , me hicieron variar de rumbo ; el comercio me pareció ahora un fin demasiado prosaico , y la levadura científica y artística que me había quedado de mis años de estudiante reapareció con gran fuerza , y me hizo pensar que el hombre no debe seguir ciegamente un derrotero fijo , con rigor mecánico más propio del instinto de los animales que de la inteligencia libre . Así como después de estudiar jurisprudencia me había dedicado al comercio , y no lo había hecho mal , muy bien podría dejar ahora el comercio por las exploraciones , y quizás lo haría mejor . La historia parece demostrarnos que casi siempre los hombres , por lo menos en España , desempeñan mejor aquello para lo que no se han preparado previamente : los que se dedican a las armas suelen distinguirse como legisladores , y los jurisconsultos como guerreros , los literatos como hacendistas , y los hacendistas como poetas ; los comerciantes como políticos , y los políticos como comerciantes . Aparte de estas razones , contaba con algunos elementos de mayor solidez : había aprendido el árabe , el ki-suahili , idioma muy extendido por las comarcas del interior , y algunos rudimentos del bantú , término general , y por cierto bastante impropio , por el que se designa varios dialectos indígenas ; conocía prácticamente todos los detalles de la organización de las caravanas , y poseía apuntes muy minuciosos , con los que pensaba poder aventurarme sin grandes riesgos a recorrer el África central . Mis primeros ensayos los hice agregado a las caravanas árabes en el Usagara y en el Ugogo ; residí algún tiempo en Mpúa-púa , donde los alemanes tienen una estación , y , por último , determiné establecerme en la colonia árabe de Tabora , dejando como corresponsal en Zanzíbar a un rico negociante zanzibarita , de origen portugués , llamado Souza . Nuestro plan consistía en abrir en Tabora un bazar europeo y arrancar de manos de los árabes el monopolio comercial que allí ejercen , puesto que sin gran esfuerzo podíamos ofrecer a los indígenas un mercado más ventajoso que el árabe para la compra de tejidos y de quincalla , y para la venta de sus riquezas naturales , especialmente del preciado marfil . Este proyecto fue realizado con mayor éxito del que esperábamos y del que conviniera a nuestros intereses ; porque los mercaderes árabes , alarmados por la rapidez con que en su propia casa se les despojaba de un filón tan rico y tan hábilmente explotado por ellos , se confabularon con las autoridades indígenas , dispuestas siempre a venderse por unas cuantas botellas de alcohol , y me obligaron a cerrar la tienda , temeroso de que promovieran una algarada , a favor de la cual , según mis noticias , trataban de despojarme y asesinarme . Un comerciante hindi , asociado a nuestra empresa , fue el encargado de transportar las existencias del bazar a Bagamoyo , y yo me quedé en Tabora para el arreglo de la liquidación . Decidido a no perder el tiempo , aproveché esta coyuntura para hacer excursiones por los países comarcanos . Visité toda la parte oriental del Tanganyica , asolada a la sazón por las correrías del feroz sultán Mirambo , el " Napoleón africano " , y al Norte gran parte del distrito de Usocuma , hasta la vecindad de los cuncos , tribus que tienen fama de guerreras y de refractarias al trato con los blancos . Cerca de estos lugares están Anranda , desde donde se ve el Victoria Nyanza , y las misiones del Usambiro , una católica y otra protestante , dedicadas ambas , en competencia , a cristianizar a los indígenas , los cuales , según tuve ocasión de saber , son tan perversos que , después de obtener cuanto pueden de una misión , se hacen feligreses de la otra , y luego que explotan a las dos se quedan con sus viejas supersticiones , y aun en éstas creen a medias . En Anranda me encontré inesperadamente con una caravana árabe , dirigida por un antiguo conocido mío , Uledi-Hamed , hijo de un árabe y de una negra , y hombre muy práctico en el país . Según me dijo , se dirigía al Alberto Nyanza , atravesando el Uzindya , el Yhanguiro , el Caragüé y el Uganda , para regresar de seguida con cargamento de marfil . Yo me incorporé con mucho gusto a la caravana , pues deseaba conocer estos países y me parecía muy arriesgado y costoso viajar solo , con mis cuatro ascaris por toda defensa , y mis seis pagazis o porteadores . Emprendimos , pues , todos juntos la marcha , costeando el lago Victoria , y a las veinte jornadas entramos en el Ancori , país dependiente del Uganda , donde se acordó hacer un alto de varios días , que yo aproveché para hacer una ascensión al monte Ruámpara y una breve excursión al territorio de Ruanda , donde se interrumpió bruscamente mi viaje . Largamente podría escribir con sólo evocar las impresiones de mis viajes , especialmente del último , realizado en compañía de Uledi ; pero mis relatos carecerían de un mérito esencialísimo , la originalidad , estando como están estos territorios trillados por los viajeros europeos y descritos por los numerosos émulos de Livingstone . Más interés tendrían acaso mis conversaciones con Uledi y sus juicios sobre la sociedad europea , fundados algunos de ellos en noticias retrasadas en más de medio siglo . Uledi creía que las sociedades cristianas estaban en su último período y que muy en breve la dominación de Mahoma sería universal . De España tenía ideas muy vagas , recordando sólo con gran precisión los últimos tiempos de la dominación árabe en Granada . A su juicio , no se haría esperar una guerra invasora de Marruecos contra nuestra patria , y el fin de esta guerra sería la reconquista de la ciudad de Boabdil , por la que suspiran todavía todos los buenos creyentes . Esta opinión , bien que aventurada , la hago constar aquí como aviso útil al Gobierno español , para que refuerce convenientemente las guarniciones andaluzas y viva apercibido contra cualquier descabellado intento . De regreso del Ruámpara a nuestro campamento oí hablar a todo el mundo de unas tribus , habitantes del cercano distrito de Ruanda , y entré en deseos de visitar este país . Acampábamos en las márgenes del río Mpororo , que puede ser considerado como frontera natural del Ruanda , y según el testimonio de Uledi , a las doce horas de camino se encontraban las primeras tribus ; de suerte que en los dos últimos días de descanso era posible ir y volver y aun explorar gran parte de la comarca deshabitada que está entre el río y las primeras ciudades ruandas ; pero todos me aconsejaban que no me empeñase en tan peligrosa aventura y que recordase el proverbio árabe que dice : " Es más fácil entrar en el Ruanda que salir de él . " " En diversas ocasiones-decían-han intentado los árabes penetrar en este país , acaso el único que no reconoce su poder , extendido desde hace un siglo por todo el centro de África . Ninguna de las expediciones invasoras ha regresado , ni ha dado la más pequeña señal de vida , creyéndose que todas han perecido a manos de los feroces ruandas . El número de éstos se eleva a una cifra de muchos millares ; son antropófagos , y ordinariamente viven de la caza . Por su carácter y por su oficio , todos son excelentes guerreros y pueden formar ejércitos formidables . Pero lo más peligroso es su táctica militar , la astucia con que acechan al enemigo , con que le dejan internarse en el país y penetrar en los bosques , donde le aprisionan con lazos hábilmente preparados , le torturan , le matan y le devoran . " Acostumbrado a no dar crédito a las palabras de los árabes , mentirosos y exagerados por la fuerza de la costumbre y por la exuberancia de su imaginación , no me dejé convencer por el relato de Uledi , y menos aún por las terroríficas invenciones que corrían por el campamento , y al día siguiente hice una llamada a las gentes de la caravana para ver quiénes querían acompañarme voluntariamente en mi breve exploración y recibir una buena recompensa : cinco días de paga ordinaria los ascaris , y dos los pagazis . Diez de los primeros y cuatro de los segundos aceptaron la propuesta bajo condición de regresar dentro del plazo de dos días al campamento de Mpororo , y sin pérdida de tiempo nos pusimos en camino los quince expedicionarios . Yo iba delante , acompañado por cinco ascaris ; en el centro marchaban los pagazis con los fardos de provisiones , y otros cinco ascaris cerraban la retaguardia . Tomé la dirección Sudoeste , dejando el río a la izquierda y poniendo de trecho en trecho señales que nos facilitaran el regreso . Todo el territorio que recorrimos en la primera jornada era llano y descubierto , de vegetación pobre y sin huellas de ser viviente . Para pernoctar elegimos un paraje sombreado por algunos grupos de árboles y cubierto de hierba agostada , próximo a unas llanuras pantanosas , que en tiempo de lluvias deben formar un gran lago . Conforme descendíamos en la misma dirección , los árboles menudeaban más , hasta convertirse en floresta cerrada , al través de la cual anduvimos cerca de dos horas . En el extremo de ella había un lago cuya superficie estaba casi cubierta por espesas algas . El ruido de nuestros pasos espantó a un antílope que tranquilamente se bañaba y que penetró huyendo en el bosque , no sin que dos de mis ascaris dispararan contra él . Al mismo tiempo de sonar las detonaciones vimos arrojarse al agua varios hipopótamos que dormían a la orilla , ocultos a nuestra vista por el ramaje ; uno de ellos estaba cerca de mí , pero su inmovilidad y su color terroso le daban la apariencia de un montón de tierra y me impidieron distinguirlo . Di orden a los ascaris de no repetir los imprudentes disparos , que podrían comprometernos , y proseguí la marcha siguiendo el curso de un arroyo o riachuelo que fluía al Sur del lago , y que , a mi juicio , debía conducir a algún río , no indicado en las cartas , en cuyos bordes se encontrarían probablemente las moradas de los famosos ruandas , a los que pensaba presentarme en son de paz y amistad , ya que la escasez de nuestras fuerzas y el valor legendario de los indígenas no me permitía acudir a los medios violentos . Para acelerar la marcha dispuse que en la misma embocadura del riachuelo , oculto entre los árboles , permanecieran los cuatro pagazis con sus fardos , y seis ascaris , esperando nuestra vuelta , y yo continué con los cuatro ascaris que me inspiraban más confianza , a paso forzado y en dirección primero de la desembocadura del río , y después de un gran macizo de árboles que un poco más a la derecha corre a lo largo de Norte a Sur . De repente , una banda de salvajes , escondidos en el bosque , apareció a nuestra vista y vino corriendo hacia nosotros ; yo me detuve y volví la cabeza para ordenar a mis fieles ascaris que se detuvieran también ; pero apenas si me dio tiempo para verles huir como gamos , a lo lejos , en busca de sus compañeros . Entre tanto yo me vi rodeado por los salvajes , que , viéndome solo e inerme , me golpearon con sus lanzas , me arrojaron contra el suelo y me aprisionaron sin que yo intentara hacer la más pequeña resistencia . Lo primero que me llamó la atención cuando me repuse del vahído de estupor que el brusco ataque de los salvajes me había producido , fue no verme lanceado en medio del campo y notar que aquellos hombres que delante de mis turbados ojos estaban , no eran salvajes , sino guerreros uniformemente vestidos y armados ; pues se les conocía a primera vista esa rigorosa táctica en los movimientos y esa severa marcialidad en la apostura que caracterizan al soldado de profesión . El aire particular que imprime a los hombres la comunidad de oficio sobrenada por encima del espíritu nacional y aun del espíritu de raza , y es seguro que si en estas latitudes hubiera barberos y diplomáticos , serían tan charlatanes y reservados , respectivamente , como nuestros diplomáticos y nuestros barberos . Esta impresión comenzó a tranquilizarme , porque siempre he temido más al hombre que obra por impulso natural , con los medios que en sí mismo tiene , que al que ejecuta una consigna y se prepara con armas de combate . Nunca son tan crueles las invenciones humanas como las creaciones de la naturaleza ; cayendo en poder de hombres desnudos y sin otro armamento que sus uñas y dientes , me hubiera considerado de hecho muerto entre sus garras y digerido por sus estómagos ; en poder de hombres vestidos y armados había lugar para la esperanza , o cuando menos para confiar en que la muerte vendría un poco más tarde , después de algún respiro y con arreglo a ciertas formalidades , que en los trances supremos producen alguna resignación . Otra sorpresa no menos agradable fue oírles expresar sus primeras palabras en uno de los varios dialectos de la lengua bantú , del cual tenía yo algunos conocimientos , adquiridos en el comercio con las tribus uahumas , que lo hablan . ¿ Serían acaso estos guerreros del grupo huma , esto es , hombres del Norte , dominadores de la raza propiamente indígena , y por lo tanto , como originarios de la India ( según se cree ) , hermanos míos de raza ? Éste era un punto capital , del que acaso estaba pendiente mi existencia ; mas por el momento me congratulaba de que , en caso de muerte , serían mis propios hermanos los autores de ella , y de que podría morir hablando con mis semejantes . Quien no ha estado a dos pasos de la muerte no comprende el valor que tienen estos matices del morir , al parecer pequeños , pero quizás más diferentes entre sí que lo son la muerte y la vida . Varios acompasados toques de cuerno dieron la señal de llamada al jefe , y en tanto que éste acudía , intenté entablar conversación con mis aprehensores , comenzando por declararles que yo era un nyavingui , término por el que las tribus africanas designan a los negros procedentes del Norte , y en sentido especial también a los europeos o uazongos . Mi propósito era evitar que equivocadamente me tomaran por árabe , pues suponía que , después de sus tentativas de invasión en el país de Ruanda , los árabes serían objeto de un odio profundo y justificado . A pesar de la proverbial ligereza de lengua de los africanos , hube de convencerme de que éstos estaban libres , por mi desgracia , de ese defecto , o de que cumplían una consigna rigurosa , al ver que mis palabras , aunque comprendidas , no eran contestadas . Aprovechando este momento de espera , pude examinar a mi sabor aquellos curiosos tipos , tan diferentes de todos los que hasta entonces había observado desde la costa de Zanguebar hasta el lago Victoria . Eran de alta y bien formada talla ; de color negro claro , muy distinto del de los negros de pura raza ; las facciones semejantes a las del indio , de expresión altiva y perezosa ; la cabeza pequeña , muy poblada de cabello fuerte y rizado , y el rostro imberbe . Su atavío consistía en dos pedazos de piel atados a la cintura , dejando ver los muslos ; un casquete de huesos labrados y entrelazados les cubría la parte superior de la cabeza , y varios caprichosos objetos , como dientes , placas de marfil y pedazos de hierro , taladraban sus orejas ; los pies completamente desnudos . Su armamento se componía de una gran lanza de hierro que sostienen con la mano derecha , y de una especie de carcaj de tela muy fuerte , suspendido del hombro izquierdo . Estos guerreros disparan las flechas sin necesidad de arco . Puse muy especial cuidado en verles los dientes , porque hay tribus que acostumbran a limárselos , y estas tribus acostumbran también a comerse a sus víctimas ; pero mi examen fue tranquilizador . En este punto me hallaba cuando apareció , saliendo del bosque , el jefe de aquella tropa , seguido de numerosa comitiva . Su aspecto era imponente : alto y musculoso como un atleta , duro y torpe de mirada , medía la tierra a largos y reposados pasos , como un héroe teatral , llevando por única y suficiente arma un enorme sable de hierro , cuyo peso no bajaría de treinta libras . Su vestimenta era análoga a la de los soldados , diferenciándose en que el casquete era mucho mayor , adornado con plumas ; en que los brazos y piernas llevaban anillos de hierro , y sobre todo en que la piel delantera , muy bien entrelazada con una cuerda de miombo , era más larga y se abría por delante de un modo inconveniente . En ciertas tribus la jefatura se concede atendiendo a los atributos viriles , signo indudable de fortaleza , y en tales casos el jefe ha de introducir en el vestido ciertas modificaciones , que equivalen a la presentación del real nombramiento en los países monárquico-civilizados . Dos hombres se destacaron del grupo en que yo estaba y se adelantaron al encuentro de Quizigué ( que así llamaban a aquel guerrerazo ) , cruzando con él respetuosamente algunas palabras , sin duda para ponerle al corriente de la situación . Quizigué se me encaró con la mayor brusquedad posible , y comenzó por insultarme . Según él , yo no era nyavingui , sino árabe , a juzgar por mi rostro y por mi traje . - Los hombres blancos-dijo-caminan solos , como jefes , nunca al servicio de las caravanas árabes , y tú ibas en la de un feroz enemigo nuestro . Pero de todas suertes , tú has penetrado en el reino de Maya , y este crimen será fatal para ti . - ¡ Cómo-exclamé yo : - éste es el reino de Maya ! Yo creía haber penetrado en el territorio de Ruanda ; jamás fue mi intento faltar a vuestra ley . - Mas a esto repuso Quizigué que los pueblos vecinos llaman Ruanda al país de Maya , pero que el nombre de Ruanda es el propio de los guerreros mayas . - No intentes defenderte-concluyó , volviéndome desdeñosamente las espaldas . Se internó en el bosque , y tras él siguieron los soldados , llevándome por delante y sin dejar de amenazarme con sus lanzas . A poco de penetrar en el bosque pude ver por entre los claros , que detrás de él se levantaban numerosas cabañas . Ya más cerca , vi que todas ellas formaban una sola , unida y prolongada indefinidamente a derecha e izquierda , alta como de diez palmos , con grandes aberturas cuadradas a modo de puertas , y encima de ellas agujeros redondos por todo balconaje . De trecho en trecho pendían , desde el alero del tejado de pizarra hasta el suelo , largas sartas de objetos , que al principio tomé por sartas de frutas , recordando haber visto mil veces en las blancas casitas de mi tierra andaluza las ristras de pimientos y tomates puestos al seque ; pero después vi que eran ristras de cabezas humanas , todas ya perfectamente momificadas . El largo cobertizo empezó a arrojar por sus numerosas puertas soldados , que conforme salían se iban colocando en doble fila a poca distancia de la pared . Quizigué fue cogido en hombros por dos de sus acompañantes , y les dirigió una arenga , de la que yo entendí bien poca cosa . Sus primeras palabras fueron saludadas con un sordo rugido , señal de salutación entusiasta , y sus últimas con un Quinya Quizigué , signo de aprobación . Me pareció que el fondo de su discurso se encaminaba a explicar que quería castigarme , porque yo era un espía enemigo , infractor de la ley sagrada ; pero intrigábame muy particularmente la enumeración que hizo de todas las partes de mi cuerpo , pues no comprendiendo la ilación de su discurso , no sabía si aquel ensayo descriptivo se enderezaba a llenar una simple formalidad de procedimiento , o si a encomiar cada una de las partes de mi querido organismo , con fines siniestramente culinarios . Aquellas palabras retumbantes , que , realzadas por un órgano prosódico de potencia extraordinaria , sonaban a hueco en mi aturdida cabeza , terminaron , y Quizigué descendió de su sitial y dirigiose hacia mí . Le seguían los hombres de su escolta y los caudillos de segundo orden , que se distinguen de los soldados rasos en que llevan en el casquete varias plumas engarzadas , cada una de las cuales representa una cabeza humana a cargo del portador . Entre los mayas , el sistema de ascenso en el ejército se reduce al principio de que si el soldado sirve para destruir al enemigo , el mejor es el que más enemigos mata . De una a cuatro plumas , jefe de escuadra ; de cinco a ocho , centurión ; y pasando de ocho se puede optar al generalato mediante elección real , que se inspira en los motivos ya explicados . Mientras me inspeccionaban los jefes , los soldados penetraron en los cuarteles o se internaron en el bosque para ocupar sus puestos de guardia . Uno de los que habían servido de trono a Quizigué fue encargado de mi custodia , y me condujo a una tienda próxima a otra en que los jefes se reunieron para deliberar . Ardía yo en deseos de saber lo que todo aquello significaba , teniendo por averiguado que estos hombres no eran una tribu independiente , puesto que la organización militar pura exige que detrás de un grupo de valientes desocupados haya una nación trabajadora que los sostenga . En toda el África oriental no había yo observado , en punto a milicia permanente , otro ejemplar que el de los rugas-rugas , bandidos , incendiarios y secuestradores , que como soldados mercenarios suelen servir a los innumerables muanangos o reyezuelos , empeñados continua y recíprocamente en destrozarse . Pero estos mayas no tenían nada que ver con los rugas-rugas ; su severa organización dejaba entrever un pueblo muy distinto de todos los visitados por mí en el continente negro . Motivo más de tristeza , pues en caso de muerte no era sólo mi vida lo que perdía , sino mis esperanzas de penetrar en una región no visitada aún por los exploradores , y conocer un pueblo que por estos primeros indicios parecía reservar a un hombre blanco legítimas sorpresas . No se mostró mi guardián excesivamente reservado , y se dignaba contestar a alguna de mis preguntas , aunque extrañando por sus gestos mi deseo de saber en medio de mi angustiosa situación . ¿ Cómo explicar a un hombre de tan pocos alcances que existe en el mundo un espíritu universal que piensa en nosotros , y que acaso las ideas que se forjaban en mi mente en aquellas tristes horas se reproducirían en alguna cabeza de sabio europeo y no quedarían perdidas para la ciencia ? De las contestaciones de mi custodio pude colegir que en el interior del país , defendido por estos destacamentos militares , habitaba un enjambre de tribus , cuyo centro político era la gran ciudad de Maya , cerca de la gruta de Bau-Mau ( el padre y la madre , o la pareja primitiva ) , donde tuvo lugar el parto de la tierra . Hay muchos reyes ; pero el rey de todos es Quiganza , cuyas mujeres pasan del quene-icomi ( cuarentena ) . Aunque es el más esforzado de los hombres , no puede vencer a Rubango ( calentura ) , espíritu poderoso , fuente de todos los males . Éstas y otras mil interesantes noticias iba yo recogiendo ávidamente de labios de mi interlocutor , y hubiérase prolongado mucho más la conferencia , a no interrumpirla una palabra inoportuna . Aunque temeroso de mi suerte , una secreta esperanza me hacía aguardar resignado la resolución final , porque Quizigué , bajo su rudo aspecto , me había parecido una naturaleza sentimental poco propensa a las escenas de carnicería . Bien que el hombre desee en el fondo la muerte de casi todos sus semejantes , rara vez su cobardía le permite poner por obra sus propósitos ; ya le asalta el temor de que la víctima se rebele y se convierta en verdugo , ya le horroriza la idea de que el fantasma de la muerte se le fije demasiado en el cerebro y le moleste con representaciones desagradables . Por esto , cuando la sociedad ha tenido necesidad de matar , ha instituido tribunales compuestos con numerosos elementos auxiliares . Reunidos varios hombres la situación es distinta , porque los instintos naturales se refuerzan , la cobardía disminuye con el contacto recíproco , y el fenómeno de la representación fantasmagórica no se presenta o se presenta en fracciones pequeñas e incompletas , por lo mismo que se disgrega entre gran número de partícipes . Júzguese , pues , mi pavor cuando mi vigilante manifestó de una manera incidental que ya estaría próxima la hora de la votación en que me iba la cabeza . Contra lo que yo había creído , no era a Quizigué a quien correspondía resolver de plano en mi causa . En Maya han penetrado muchas ideas de progreso , y no basta ya el juicio de un hombre para entender de las cuestiones que afectan a la salud pública . Sin sospecharlo , estaba , en el centro de África , sometido a un Consejo de guerra que , después de amplia discusión y maduras deliberaciones , decidiría de mi suerte por mayoría de votos . Ante este nuevo aspecto de las cosas , mis esperanzas volaron y me vi perdido sin remedio . Sin saber lo que me hacía , en un ciego arranque cogí una flecha del carcaj del infeliz centinela y le atravesé la garganta , sin darle tiempo siquiera para gritar . Después me lancé por una estrecha claraboya abierta en la pared trasera de mi prisión , y viendo , al caer , delante de mí un espesísimo bosque , penetré en él velozmente y seguí corriendo horas y horas sin dirección fija , hasta que empezaron a entorpecer mi vista las primeras sombras de la noche . Forzado me era buscar un árbol donde acogerme hasta que llegase el nuevo día ; en los árboles sólo corría el riesgo de que me molestaran los innumerables monos que en ellos habitan ; pero en tierra era casi seguro que las bestias salvajes diesen cuenta de mi persona . Después de varios tanteos me decidí por un hermoso baobab , aislado en uno de los claros del bosque . El tronco tenía varias hendeduras que facilitaban el ascenso , y las ramas bajas se cruzaban formando un descansadero seguro , ya que no fuese muy cómodo , en el que pasé aquella larga noche , desvelado por la inquietud y trastornado por un olorcillo desagradable que no sabía a qué atribuir , hasta que la rosada aurora me permitió ver que el tronco hueco del baobab estaba lleno de cadáveres . Esto me tranquilizó un tanto , porque el olor de la carne en putrefacción era indicio seguro de la existencia de una ciudad , y yo estaba resuelto a seguir adelante , ya que tampoco me era permitido retroceder . En los pueblos africanos se emplean varias clases de sepultura , y una de ellas consiste en arrojar en lo hueco de los árboles los despojos humanos que no son dignos de inhumación . Ésta se reserva para los reyezuelos , a los que , no sólo se les sepulta en la tierra , sino que sobre sus sepulturas se suele hacer un sacrificio de mujeres , que se consideran afortunadas acompañando a su rey al reino de las sombras . Fuera de estos dos sistemas , hay otro que consiste en arrojar los cadáveres a las hienas , para aplacar a estos insaciables carnívoros e impedir que destrocen los rebaños ; por último , el más elemental es practicado por las tribus extremadamente pobres , obligadas por la miseria a comerse sus propios muertos . La antropofagia ha sido mal explicada por algunos exploradores , que sólo han visto la exterioridad de las cosas y de los acontecimientos ; se ha llegado a afirmar y a creer que los antropófagos forman las tribus más salvajes y crueles , cuando la observación , libre de miedo y de otras bajas pasiones , descubre todo lo contrario . Las tribus antropófagas son las más débiles y cobardes , ordinariamente agrícolas y poco aficionadas a los alimentos azoados ; son las que menos molestan a las fieras , a las que temen y aun veneran , y son las que más sufren las depredaciones de otras tribus batalladoras , que a veces les arrebatan las mujeres , obligándoles a ofrecer el vergonzoso espectáculo de la distribución por turnos de una hembra que los vencedores les dejaron como limosna , y a veces les arrasan los campos , forzándoles a devorarse unos a otros . Ciertamente que , una vez adquirida la costumbre , a la que el hombre es muy dado , este pobre salvaje sigue comiendo carne humana , aunque le sobre el alimento vegetal , como el soldado , una vez que fue al campo de batalla y se enardeció con sus triunfos , se acostumbra en cierto modo a matar a sus semejantes , y desea continuar matándolos , después que la guerra terminó ; pero de esto no se desprende que sea más retrasado que los otros , ni tampoco más cruel . El rasgo terrorífico que señalan muchos viajeros de limarse los dientes para devorar con más facilidad y prontitud , revela a las claras que su naturaleza es buena , puesto que si fuese mala los tendría afilados ya y no tendría necesidad de afilárselos . Dispuesto a afrontar con audacia los peligros en que me hallaba envuelto , descendí del baobab hospitalario y tomé una senda que me condujo a los bordes de un riachuelo , cuyo curso se dirige al Occidente . Siguiendo la ribera , a los pocos pasos vi un magnífico hipopótamo reposando con la serenidad del justo sobre las cuatro columnas que le sirven de patas , y me causó agradable extrañeza notar que sobre los anchos lomos llevaba unas a manera de alforjas de fibra vegetal , y alrededor del cuello una especie de collera muy holgada , que , sujeta por la parte superior al centro de las alforjas , hacía las veces de brida y pretal . Varias veces se me había ocurrido la idea de que el hipopótamo podría ser domesticado como en otros tiempos lo fue el elefante africano y hoy lo está el indio . Al parecer , mi idea estaba ya realizada por tribus que sólo en este rasgo demostraban , si no bastara la organización de su ejército , una superioridad considerable sobre todas las que viven desde la costa a la región de los lagos . Conocedor de la nobleza de carácter de los hipopótamos , me acerqué sin desconfianza al enjaezado paquidermo , que volvió pesadamente la cabeza , sin intentar desenclavarse de su sitio . Yo monté sobre él , y sin necesidad de espoleo previo , me vi convertido en el más original caballero andante que se haya visto en el mundo . Al poco tiempo la senda se metía en el río , y mi conductor se metió también sin vacilar , y , siguiendo el curso de las aguas , nadaba con tal serenidad que parecía estar en tierra y no moverse del suelo . Después de una hora de feliz navegación , que aproveché para meter honda mano en las bien provistas alforjas , el hipopótamo , dueño absoluto de sus movimientos y de los míos , se desvió del centra de la corriente , arribando a una pequeña ensenada , donde tocamos fondo . Ni entonces , ni durante el viaje , aparecieron rastros de ser humano , y yo me preguntaba si no había sido imprudencia abandonarme al capricho de un animal cuyas intenciones desconocía . Pero hay momentos difíciles en la vida del hombre , en los cuales éste se ve forzado a abdicar su soberanía y a obedecer sumisamente al primer animal que se atraviesa en su camino . Hube , pues , de resignarme , y los hechos posteriores demostraron que el mejor partido fue el de la resignación . Abandonando el fondeadero , ascendimos el hipopótamo y yo por una larga y suave pendiente hasta entrar en un camino llano que la cortaba y que , sin apariencias de obra de mano , me pareció casi tan ancho y cómodo como las carreteras de España . Sin vacilar tomó el hipopótamo la derecha , siguiendo el curso del río , y esta seguridad en la dirección me hizo creer que su instinto , como el de nuestros animales domésticos , le llevaría a la casa de su dueño , ante el que intentaba yo por adelantado justificarme con todos aquellos gestos y razonamientos que fuesen propios para demostrar mi honradez y para granjearme su protección . Apenas entramos en el nuevo camino , y al volver de un recodo que éste forma para dirigirse hacía el Sur , apareció al descubierto un hermoso bosque , cuyo verde intenso , como fondo de un gran cuadro , hacía resaltar una multitud de pajicientas cabañas , colocadas en primer término y semejantes desde lejos a un rebaño paciendo desparramado . Los habitantes de estas chozas salieron a mi encuentro en actitud que yo creí hostil , pues lanzaban fuertes gritos y eran hombres solos . En África , como en Europa , la mujer no toma parte en los combates , y por esto la ausencia de las mujeres me dio mala espina y me pareció indicio de disposiciones belicosas . Bien que mis enemigos no llevasen ningún género de armas , tampoco para habérselas conmigo las necesitaban . Antes que yo intentase , aunque lo pensaba , detenerme y esperar , varios hombres se destacaron de la turba y vinieron hacia mí ; a los pocos pasos uno de ellos , separándose de los demás , que se detuvieron , se acercó hasta tocar la cabeza del hipopótamo e hizo una reverencia , a la que yo me apresuré a contestar . Después se fueron adelantando gradualmente los rezagados y me abrumaron con sus reverencias , cada vez más rastreras y acompañadas siempre de los gritos que me habían asustado . Entre ellos sólo percibí clara la palabra " quizizi ! , fórmula de saludo matinal . Aunque en diversas ocasiones y distintos países había podido observar que los pueblos otorgan sus favores y hacen objeto de sus entusiasmos al último que llega por ser el que menos conocen , no dejó de producirme extrañeza aquel desbordamiento de simpatías súbitas . Alegrándome por el momento , no dejé de ponerme en guardia , temeroso de que las cañas se volviesen lanzas . Es aventurado cimentar algo sobre la voluntad de un hombre ; pero cimentar sobre la voluntad de una multitud es una locura : la voluntad de un hombre es como el sol , que tiene sus días y sus noches ; la de un pueblo es como el relámpago , que dura apenas un segundo . Más todavía se aumentaron mis dudas cuando pude distinguir entre el ruido de las aclamaciones , además de la palabra quizizi , otras dos , igana iguru , que iban a mí dirigidas . ¿ Habría tal vez en la religión de aquel pueblo la creencia en la venida de un " hombre de lo alto " ? O dada la abundancia de símbolos en uso entre los africanos , el nombre Igana Iguru ¿ designaría a un hombre de carne y hueso con el cual me confundían ? Y ¿ cómo era posible esta confusión ? Pero fuese como fuese , yo estaba decidido a ir hasta el fin , tanto más cuanto que el azar se ponía de mi parte . Precedido y acompañado de los indígenas , que no bajarían de mil , entré triunfalmente en la ciudad , que , según supe después , lleva el nombre de Ancu-Myera , por su situación " entre el bosque y el río " , y está habitada por pescadores mayas , que sostienen por la vía fluvial un activo comercio con los pueblos del interior , con los que cambian los productos de la pesca por frutas , granos y artículos industriales . El que hacía de jefe , y luego resultó ser rey y llamarse Ucucu , me condujo al centro de la ciudad , donde se alza , completamente aislado , su palacio , una cabaña o tembé de gran extensión , adornado con innumerables aberturas cuadradas y redondas , y defendido por una verja de toscos barrotes de hierro . El techo , tanto del palacio como de las restantes cabañas , es de caballete , denotando cierta influencia europea , pues las tribus , separadas de toda influencia exterior , construyen sus cabañas circulares y de techos cónicos , sin ninguna empalizada defensiva . Montado siempre sobre el sesudo y tranquilo paquidermo me detuvieron a la puerta misma del tembé , dando frente a un cadalso , alrededor del cual se agrupaban ansiosos los súbditos de Ucucu , de todo sexo y edad . Tanto hombres como mujeres iban vestidos de una amplia túnica flotante , sujeta por debajo de los sobacos y larga hasta las rodillas . Las piernas y brazos completamente desnudos , y la cabeza cubierta por ancho cobertizo en pirámide , formado con cuatro hojas anchas y picudas de cierta especie de palmera . Algunos pequeñuelos estaban completamente desnudos , y en cambio ciertas personas de distinción llevaban , además de las prendas descritas , algunos adornos raros , injertados en la túnica de una manera caprichosa , amén de los brazaletes y collares . El tipo general de los hombres es el huma , o sea el mismo de los guerreros , aunque de talla más mediana y de facciones más adulteradas por las operaciones quirúrgicas a que se someten para embellecerse ; el de las mujeres es bastante agraciado , pero las afea mucho el excesivo desarrollo de los pechos , que se procura estirar hasta que llegan a las ingles . La razón de esta moda es sumamente práctica , pues las mayas amamantan a sus hijos sin abandonar sus faenas ordinarias . Siéntanse en el suelo o en taburete muy bajo , y cruzando las piernas en forma de tijera , colocan en el hueco a sus crías , que sin ningún esfuerzo ni molestia se encuentran en posesión constante de los pechos maternales . Esperaba lleno de ansiedad el desenlace de aquel espectáculo , que no comprendía , cuando un grupo de hombres armados de lanzas cortas y de machetes apareció conduciendo prisioneros a un hombre joven y de buen parecer y a un asno de poca talla y de pelo claro como de cebra , de la que acaso procediera alguno de sus ascendientes . Ambos prisioneros subieron al cadalso , que se levantaba muy poco del suelo , y a seguida Ucucu habló para someter a mi arbitrio aquel juicio , nuevo en los fastos judiciales de Ancu-Myera . Sucesivamente hablaron dos hombres del séquito del rey para defender al hombre y al asno , que impasibles presenciaban aquella ceremonia forense . Según pude colegir , el crimen consistía en la profanación del tembé , donde se hacen las ofrendas al funesto espíritu Rubango , única sombra de divinidad en quien creen todos los mayas . Realizado el crimen , había surgido una duda grave acerca de quién fuese el responsable , si el asno , autor material del hecho , o su dueño , culpable por negligencia . Por esta razón el conflicto había sido reservado al Igana Iguru , el gran juez y gran sacerdote . No es nuevo el caso de que un juez se entere de un proceso merced a lo que oye decir a los contendientes , pero sí era para mí nuevo , original , inaudito , todo aquello que presenciaba . En un pueblo que yo tenía por semisalvaje descubría de improviso la existencia de un poder judicial grande , sabio y ambulante para mayor comodidad de los súbditos ; descubría la existencia de principios jurídicos admirables , que constituyen el anhelo de los más adelantados penalistas de Europa , como son la igualdad de todos los seres creados ante la ley y el jurado popular , conforme a los sanos principios de la más pura democracia . Oídos los discursos , vi que todas las miradas estaban pendientes de mi boca , y me hice cargo de que había llegado el momento de juzgar . La decisión era fácil , porque se veía a las claras que la opinión general estaba con el último de los abogados , con el abogado del asno , y aun no faltó quien gritara : " ¡ Afuiri Muigo ! " , lo que equivalía a pedir la muerte . Así , pues , mis primeras frases en Ancu-Myera , frases que me pesarían como losa de plomo si no hubiera descargado la responsabilidad de ellas sobre los indígenas , fueron para condenar a Muigo , que así se llamaba el desventurado reo humano . - ¡ Afuiri Muigo ! - dije en tono solemne ; y un inmenso clamor salió de todas aquellas bocazas africanas , en el que se mezclaba la satisfacción , el odio , y sobre todo la admiración por mi sabiduría . Sin más preámbulos los sayones cortaron la cabeza a Muigo y se llevaron el asno , que lanzaba rebuznos no sé si de alegría o de dolor . Según costumbre nacional , los acontecimientos extraordinarios , sean tristes o alegres , se celebran con regocijos públicos . El acontecimiento del día era mi presencia en la ciudad , y para festejarla se habían suspendido desde el amanecer todas las faenas de la pesca y dado suelta a los siervos . Previa invitación de Ucucu , descendí del hipopótamo como magistrado que deja su tribunal , y penetré en la morada regia . Estaba ésta construida a la manera de las cortijadas de mi tierra : dentro de la verja de hierro se levanta , hasta una altura de doce palmos , una galería cuadrangular , donde tienen sus habitaciones el rey , sus hijos y sus siervos . En el espacio cerrado por estas galerías , cuya cabida no bajará de dos fanegas de marco real , hay numerosos tembés y templetes rústicos , diseminados sin regularidad , donde se contiene cuanto es necesario para la comodidad , recreo e higiene del señor . En las habitaciones de éste resplandecía un gran aseo , y se respiraba esa atmósfera de sencillez y tosquedad reveladora de una gran pureza de costumbres . Después de refrigerarnos con algunas libaciones de fresco vino de banano , a una indicación mía , Ucucu me llevó al interior del palacio para mostrarme sus riquezas . Entretanto , sus acompañantes , casi todos funcionarios públicos , quedaron conversando sobre asuntos de gobierno . Nuestra primera visita fue a un kiosco , donde pude ver más de un centenar de loros de varias pintas , todos muy vivarachos y charlatanes . Una de las aficiones , acaso la principal , de los mayas , es la cría de loros , a los que maestros muy hábiles que hay para el caso , instruyen en diversas gracias , chistes y aun largos discursos . Ucucu me mostró particularmente algunos de aquellos oradores , que , según él , se expresaban con tanta facilidad que pudieran ser tenidos por personas de juicio y ser escuchados como oráculos . A esto asentí yo , pero indicándole que no siempre la sabiduría acompaña a la fácil elocución ; aun entre los hombres , que son los seres más sabios de la tierra , suele encontrarse alguno que no es tan sabio como los demás , y que se distingue porque habla más que los otros . Pues así como con el estómago ligero se anda con más agilidad , con la cabeza vacía la boca se abre y las palabras escapan velozmente . Desde el kiosco de los loros fuimos al harén , que Ucucu no tuvo reparo en enseñarme . El harén es una copia reducida del palacio , aunque sin ventanas ni claraboyas al exterior . Las diversas habitaciones toman sus luces de un patio anchísimo , plantado de árboles de sombra y separado de las habitaciones por galerías descubiertas , semejantes a los cenadores andaluces . Cada mujer tiene su habitación de día , en la que vive con sus hijos hasta que éstos cumplen los cuatro años y pasan a poder del padre , que los confía a ciertos pedagogos o siervos , que saben relatar de coro la historia del reino , única ciencia que se considera necesaria , porque sirve para entusiasmar a la plebe y para olvidar las miserias del presente con el recuerdo de las grandezas del pasado . El último año , los habitantes de Ancu-Myera fueron apaleados y lanceados por un grupo de guerreros que , no teniendo enemigos exteriores que combatir , debían librar batalla con los habitantes del interior para no perder el ardor bélico . Tal fue la desesperación de los de Ancu-Myera ante su vergonzosa derrota , que muchos querían abandonar la ciudad , y lo hubieran realizado sin una arenga enérgica de Ucucu , gran conocedor de la Historia , en que les recordó la del valiente Usana , el rey Sol , que , de simple pescador , llegó a ser rey de todos los reyes mayas , a reunir grandes riquezas y a dejar un recuerdo imperecedero . Con esto el pueblo recobró su animación habitual , llegando , por último , a olvidar el agravio cuando se comprendió que sus causas habían sido la profanación de la casa de Rubango y el deseo de venganza de éste . Así se explica el furor popular contra Muigo , la patriótica indignación que yo torpemente había juzgado en los primeros momentos como salvaje brutalidad . Después de pasar un largo y tortuoso corredor llegamos al patio del harén , en donde había dos docenas de mujeres que cantaban con voz cadenciosa y dormilona una canción en que se repetía con frecuencia el nombre de Ucucu . Cada día se recita una canción diferente para ensalzar las últimas hazañas del señor , y la de este día era como sigue : El principal deber de una muntu , de la mujer en general , es cantar las alabanzas de un hombre del esposo , del padre o del hijo , según las circunstancias . La honestidad de la mujer exige que ésta , ya sea con sinceridad , ya con hipocresía ( si es que tan bajo sentimiento cabe en el corazón de estas mujeres ) , tenga siempre en sus labios el nombre de aquel que la mantiene . Sin ser psicólogos , los mayas conocen la virtud extraordinaria de la repetición de una palabra , y saben que la mujer ama y respeta por la fuerza de la costumbre . Para ellos , las pruebas de amor que a nosotros nos satisfacen y nos enloquecen serían motivo de irrisión , pues entenderían que la mujer que libremente ama , libremente deja de amar . Como a los animales domésticos se les impone la obligación del trabajo , a la mujer se le impone la del amor , cuyas formas exteriores son el servicio del esposo y la cría de los hijos . La mujer holgazana es vendida como sierva para los trabajos agrícolas ; la estéril es devuelta a su antigua familia , mediante la devolución de la mitad del precio dotal . Pero si la mujer es hermosa ( y para el gusto del país las hay hermosísimas ) se la dispensa la holgazanería y la esterilidad , y entra a formar parte de los harenes ricos , que se honran teniendo algunas mujeres de lujo . Al mismo tiempo que las mujeres de Ucucu entonaban su canción , inventada bien de mañana por uno de los siervos pedagogos , se entretenían en sus quehaceres ; sólo tres dormitaban tendidas sobre pieles de leopardo ; las demás estaban sentadas y tejían con fibras vegetales una pleita , de la que se forma después la tela para las túnicas , o amamantaban a sus pequeñuelos , o lavoteaban en una pocilga varias prendas de vestir . En medio del patio , unos cuantos negrillos se entretenían jugando con la arena , completamente desnudos . Algunas de las mujeres estaban también desnudas , y a nuestra llegada entraron a engalanarse , no por pudor , sino por deferencia a Ucucu . El pudor no existe , quizás porque la piel , sin ser negra , es excesivamente morena y carece de matices para reflejarlo . De esta observación he deducido yo que acaso lo que llamamos pudor sea , más que una cualidad espiritual , una propiedad del cutis , una caprichosa irritabilidad del tejido pigmentario . Una de las mujeres que , tumbadas sobre pieles , holgaban , especie de matrona de carnes abundantísimas , después de obtener la venia de Ucucu , me dirigió la palabra para pedirme noticias de la corte de Maya , donde había nacido y pasado su juventud . Yo procuré salir del paso con respuestas ambiguas que no descubrieran mi superchería y que me proporcionasen alguna luz sobre mi verdadera situación . Esto ofrecía serias dificultades , porque Niezi , o Estrella ( que así se llamaba la matrona ) , se expresaba en un lenguaje rápido y confuso , muy diferente del que hasta entonces había yo oído . A lo que pude entender , el Igana Iguru , cuyo título y preeminencias usurpaba yo en aquellos momentos , era el primer magistrado o sacerdote del rey Quiganza , y su misión , además de presidir los sacrificios era recorrer de tiempo en tiempo todas las ciudades del reino y decidir , como supremo juez , las cuestiones judiciales arduas . Niezi había sido en primeras nupcias esposa de un Igana Iguru llamado Arimi , el hombre " elocuente " , cuya muerte fue misteriosa . Habiendo llegado cerca de Mbúa , se apeó del hipopótamo sagrado y se dirigió a la gruta de Rubango , que hay en el lago Unzu , para hacer una ofrenda e inspirarse antes de entrar en la ciudad y condenar a muerte al culpable reyezuelo Muno . Al cabo de cinco días , el hipopótamo fue encontrado solo en el bosque , y en la gruta la túnica y las sandalias de Arimi , que , bañándose en el lago , había sido devorado por un cocodrilo , según anunció el espíritu de Rubango por boca de Muana , hermano de Arimi , sucesor de su dignidad , y condenado poco después a muerte por el rey . A este hecho debieron la libertad las mujeres del Igana Iguru , entre ellas Niezi , vendida por su padre a Ucucu . El nuevo lgana Iguru fue el hijo del ardiente rey Moru , Viaco , cuya muerte ignoraban los hijos de Ancu-Myera , bien que se alegrasen de ella , como todos los mayas , pues a la crueldad de Viaco había sucedido la piedad , de que yo daba tantas señales . Esta charla me puso al corriente de la situación , y , como hombre que se resuelve a jugar el todo por el todo , adopté mi plan , convencido de que los mayores imposibles se logran con audacia cuando se cuenta con inteligencias pobres y exaltadas , propicias a aceptar más fácilmente lo absurdo que lo razonable . Apenas había acabado Niezi de hablar , cuando yo , con tono solemne y plañidero , le manifesté ser el propio Arimi , su antiguo señor , a quien una serie de desventuras había conducido al destierro y a la cautividad . Grandes clamores acogieron estas palabras mías , y Niezi estuvo un momento vacilante , no queriendo dar crédito a mis palabras y menos aún a sus ojos ; pero al fin se arrodilló delante de mí e hizo signos de reconocerme y de condolerse de mis males . Viéndola hincada de hinojos sentí un movimiento de generoso entusiasmo en pro de nuestra pobre raza humana , tan injustamente vituperada . ¿ Dónde encontrar un ser que diese crédito a mi voz con esta noble confianza , con este agradecido reconocimiento ? Ni entre las especies animales más celebradas por sus virtudes e inteligencia , como el perro , el caballo o el elefante , hubiera encontrado un rasgo semejante de leal sumisión . Contra lo que creen algunos pesimistas , es más difícil gobernar a los animales que al hombre , porque los animales no se someten más que a la fuerza o a la razón , interpretada por su instinto , en tanto que el hombre se contenta con algunas mentiras agradables e inocentes , cuya invención está al alcance de hombres de mediano entendimiento . Júzguese , pues , la torpeza de los que , tomando al hombre por animal perfeccionado , intentan someterle por la violencia y derramamiento de sangre o con auxilio de leyes e imposiciones penales . Estudiando de cerca estos pueblos más primitivos , se ve claro que el gobierno de las naciones no exige hombres de Estado , ni legistas , ni soldados , sino poetas , comediantes , músicos y sacerdotes . Una canción tiene más fuerza que un código , y una letanía alcanza más lejos que un cañón rayado . Entre estas reflexiones no olvidé lo que convenía a mis intereses , y después de levantar del suelo a Niezi , viéndome rodeado de oyentes deseosos de escucharme , comencé un relato , que inventaba al correr de la palabra y pronunciaba con unción y pausa . Cuando el día que ocurrió mi supuesta muerte , penetré en la gruta de Rubango , varios hombres , pagados por mi envidioso hermano Muana , estaban al acecho ; me despojaron de mis ropas y me arrojaron al lago . En el fondo de éste se abre una galería que conduce a un mundo distinto del nuestro ; allí viven los que mueren sobre la tierra , gobiernan los espíritus y se habla un idioma desconocido . En estas mansiones subterráneas , donde no penetra el sol , los hombres se vuelven blancos , sus cuerpos se cubren de pelo y la memoria olvida el pasado porque aprende a conocer el porvenir . Bien que mi deseo hubiera sido permanecer allá , mi deber me había impulsado a volver a la vida terrestre para salvar a Quiganza de una horrible conjuración y al pueblo maya de una completa ruina . Terminado mi discurso , comprendí que todos los ánimos se hallaban embargados por una profunda impresión . De este primer movimiento dependía el éxito futuro , porque las palabras que buscan el apoyo de la fe sólo necesitan , como el amor , un primer destello , que después crece y se propaga y se convierte en amplísimo incendio ; son como el rayo que cae de lo alto , y si encuentra a su paso , materias inflamables , reduce en poco tiempo una ciudad a escombros . A su lado , las palabras que se dirigen al entendimiento son las mortecinas luces que arden por toda la ciudad sin disipar siquiera las sombras . Ucucu deseaba comunicar al pueblo estas nuevas , y me hizo abandonar el gineceo para volver al lado de sus auxiliares . Todos ellos sufrieron el contagio , y aquel mismo día Ancu-Myera estaba convertido en un foco de entusiastas defensores de Arimi . La opinión popular había interpretado libremente mis revelaciones y me consideraba como un reformador religioso y político y como un defensor de sus intereses particulares . Por la tarde hubo yaurí , o consejo , en el palacio de Ucucu , con asistencia de todas las autoridades locales : el consejo es realmente el que forman los uagangas , " adivinos " , asesores del rey , pero en circunstancias extraordinarias concurren también los más respetables cabezas de familia a quienes de antemano se haya otorgado esta preeminencia . En el consejo , al que yo asistí , se acordó expedir correos a varias ciudades próximas y a la capital . Con gran sorpresa mía vi que uno de los uagangas sabía escribir en caracteres semejantes a los latinos , trazados sin ligamen , y redactaba , sobre pedazos de piel , los despachos que habían de enviarse , así como el acta del yaurí , que se junta con las precedentes , formando el archivo histórico de la localidad . Cuando me quedé a solas con Ucucu le hablé del rescate de Niezi , ofreciéndole la restitución del precio dotal . No se crea que esta proposición era una imprudencia política , inspirada por censurables apetitos . Niezi no me inspiraba ningún deseo impuro , y en cuanto a Ucucu , nada había que temer dada mi nueva situación . En Europa no se ve que los hombres tengan a honra entregar sus mujeres a los que tienen un rango superior , bien para sacar provecho , bien para recibir de rechazo el honor que la mujer recoge en el trato con hombres superiores ; pero en estos pobres países africanos , donde la vida es muy candorosa , nada tiene de extraño que las gentes de sangre inferior deseen elevarse mediante cierta comunidad con los superiores . De aquí que no sólo sea un honor regalar o vender una esposa al que tiene superior categoría , sino que el adulterio existe exclusivamente cuando el adúltero es de clase igual o inferior al marido . En Maya no sufre excepción la regla , y aun está admitido que , si el adúltero es superior , el agravio se convierta en beneficio y el adulterio se llame yosimiré , gracia señalada . Como vemos , en el fondo de cada maya se oculta un pequeño general Anfitrión , bien que conformándose con algo menos que con un Júpiter . El móvil que me impulsaba a solicitar a Niezi no era de carácter pasional . Me convenía adquirir esta mujer , educada en la corte y conocedora de detalles interesantísimos para mí , que siendo el alma de toda la intriga , marchaba completamente a ciegas . Me era preciso soltarme en el manejo del idioma , que Niezi hablaba con gran perfección y finura ; y juntábase a todo esto ¿ por qué no decirlo ? un agradecimiento que hubiera degenerado rápidamente en simpatía , y quizás en amor , si ciertas particularidades de raza no fueran por lo pronto bastantes para impedirlo . Gran parte de aquella noche la pasé al lado de Niezi , arreglándome una vestimenta al uso del país y dirigiéndole innumerables preguntas e instruyéndome con sus respuestas . Pude hacer valiosos descubrimientos psicológicos sobre la mujer maya y sobre la mujer en general , los cuales , completados en el tiempo que se sucedió , merecerían un tratado especial , aunque no dejaré de apuntar más adelante algunas ideas . Cuando me separé de Niezi , de mi esposa , puesto que lo era con arreglo a la ley del país , pensaba con tristeza que aquella noche otros hombres celebrarían sus bodas más alegremente que yo ; pero me consolaba pensando también que la noche de bodas de un enamorado no sería tan pura como mi noche de bodas , consagrada toda ella a los trabajos de sastrería y a la observación psicológica . Muy de mañana me despertaron los rumores populares que llenaban la plaza pública . Abandoné las duras piedras que me habían servido de lecho , y eché una ojeada por la claraboya de mi alcoba sobre los grupos de pescadores que aguardaban mi aparición . Me dirigí hacia la puerta de entrada del palacio , encontrando en el zaguán al rey con sus hijos y con algunos de su servidumbre . Un siervo abrió la puerta y me mostré a la multitud , que me aclamó y que , satisfecho ya el deseo que la retenía , se fue dispersando en dirección del río para preparar sus canoas y emprender las faenas diarias de la pesca . Los personajes que en la tarde anterior habían asistido al yaurí nos hicieron el saludo matinal , y después dedicamos la mañana a visitar todas las piezas del palacio : los graneros , bien repletos de maíz rojo , de trigo obscuro , muy semejante al centeno , de cierta clase de habas , a las que llaman macuemé , y de otras varias legumbres secas ; la armería , donde había muestras de un notable adelanto industrial ; los establos de mcazis o vacas de leche , de mbusis o cabras , de cebúes y de cebras ; la pescadería , donde son secados al fuego los peces del río ( pues los mayas no practican la salazón , y conservados en sartas para las épocas de escasez ; por último , las cocinas , en las que hicimos alto para tomar el almuerzo , que consistió en leche , diversas legumbres , pasta de trigo y abundantes tragos de vinos diversos , hechos con jugos de frutas pasadas . Mientras comíamos , uno de los hijos de Ucucu me refirió el origen del nombre de su padre . Ucucu significa " gallo " , y este animal , en el país maya , es muy parecido a los gallos ingleses que se crían para las riñas . Su valor supera al de los demás animales , pues aunque le rompan las espuelas , le rajen la cabeza , le salten los ojos y le despedacen el cuerpo , lucha hasta triunfar o perder la vida . Así es Ucucu . Un día , luchando con una pantera , recibió cinco veces en su cuerpo la garra del irritado animal , y no obstante , siguió luchando cuerpo a cuerpo hasta vencerla . Después de esta hazaña le cambiaron sus súbditos el nombre , que antes fue Nindú , " Narizotas " , como nuestro buen rey Fernando VII . Así como el nombre de Ucucu tiene su historia , el de Nindú tiene su filosofía . Uno de los rasgos que caracterizan al africano es su entusiasmo por lo monstruoso , que para su gusto vale tanto como para el nuestro lo bello . La regularidad es la vulgaridad , y si para distinguirse moralmente hay que acometer algún hecho extraordinario , para valer corporalmente hay que ostentar alguna particularidad chocante , que deje una impresión durable del individuo : la nariz muy desarrollada , la boca muy grande , los pechos muy largos en la mujer , son las cualidades preferidas , y siguen después las manos , el cuello , los dientes y las orejas . Si naturalmente no se posee ninguno de estos rasgos , se suele acudir al artificio , a los injertos , taladros y demás extravagancias que pueden verse en los relatos de los exploradores . Es , sin embargo , indudable , dicho sea en descargo de los africanos , que estos gustos y estas costumbres existen también entre los europeos , bien que suavizados , porque nosotros somos más tímidos y respetamos más nuestro organismo . Fuera de algunos usos crueles , que aún conservamos como el del corsé , el de los zapatos estrechos , el del cuello engomado , el del sombrero de copa alta y el de los quevedos ornamentales , en general , puede decirse que logramos distinguirnos sin grandes martirios merced a los progresos de la fabricación de tejidos y de las artes indumentarias . Terminado el almuerzo me retiré a mis habitaciones , donde me entretuve hablando con Niezi , que a falta de aviso mío se había levantado muy tarde , hasta que llegaron emisarios de Ruzozi y de Mbúa , y poco después de Maya , anunciando que en todas partes había tenido eco la voz de Ucucu y su consejo , y que el rey Quiganza me ordenaba emprender sin demora el viaje a Maya . No esperé segundas órdenes , e inmediatamente hice traer el hipopótamo y enjaezar una vaca para el servicio de Niezi , y me despedí de Ucucu , de sus hijos y de sus mujeres en medio de recíprocas muestras de amistad . Después emprendimos la marcha , siguiéndonos a pie los emisarios y un hijo y dos siervos de Ucucu como escolta de honor . Desde Ancu-Myera a Maya hay seis horas de camino por el que yo traje a mi venida , y ocho siguiendo el curso del Myera ; yo elegí el más largo para pasar por las dos ciudades amigas que hay en el trayecto : Ruzozi , la ciudad de la " colina " , y Mbúa , llamada así por la fidelidad " canina " con que sus habitantes han seguido siempre la buena y la mala fortuna de los reyes mayas . Ruzozi está distante del Myera , y es una ciudad de agricultores y ganaderos ; Mbúa se dedica a la pesca y a los trabajos metalúrgicos , y es muy rica y populosa . Sus habitantes pasan de ocho mil , mientras que Ruzozi tendrá unos tres mil , y Ancu-Myera quizás no llegue a esta cifra . En ambas ciudades fui recibido con entusiasmo y se agregaron a la comitiva algunos personajes de la intimidad de Nionyi y Lisu , que son los reyezuelos respectivos . Nionyi se llama así porque su marcha es tan rápida como el vuelo de un " pájaro " , y Lisu u Ojazos ( porque , en efecto , los tenía desmesuradamente grandes y abiertos ) era el jefe leal que depuso a su predecesor Muno , con motivo de cuya condena había ocurrido mi muerte , esto es , la supuesta muerte de Arimi . Sus intereses estaban ligados con los míos , y sus muestras de adhesión fueron , por tanto , muy vehementes . A la salida de Mbúa el río se ensancha y permite el paso de los hombres y de las bestias , que es necesario porque Maya se encuentra en la margen opuesta . Algunos de los hombres de a pie cruzaron por un puente de madera que está mucho más abajo , sobre dos tajos , entre los cuales el río se estrecha para precipitarse en altísima catarata . Desde los tajos se contempla ya el panorama de la ciudad de Maya , situada en el término de un suave declive y extendida en un espacio tal , que la mirada no puede abarcarla en conjunto . Como los edificios son de planta baja y separados los unos de los otros , una población de veinte mil habitantes exige un área tan extensa como la de Madrid . El plano de la ciudad está formado por más de cien núcleos diferentes , pues cuando ha sido preciso ensanchar el núcleo primero , que constituyó en lo antiguo un pueblo insignificante , se han ido levantando a distancia como de mil pies , edificios centrales para residencia de la autoridad , y alrededor de ellos casas irregularmente diseminadas , hasta tocar en las pertenecientes a otro grupo . Tal sistema parece desde cerca muy irregular , pero desde lejos produce el efecto agradable de una gigantesca colmena , y permite conocer la marcha que ha seguido en su evolución la ciudad primitiva . Entre cuatro y cinco de la tarde hice mi entrada en Maya , y difícilmente olvidaré las circunstancias que la acompañaron . A las puertas de la ciudad estaba el rey Quiganza rodeado de un centenar de próceres . Todos vestían túnicas de colores verde y blanco , excepto la del rey , que era verde y roja . El rey llevaba además , como signos de distinción , un collar de piedras brillantes , y sobre su cabeza colosal , a la que debía su nombre de Quiganza , una diadema de plumas irisadas . Sus acompañantes levaban sólo penacho de plumas blancas y rojas , areles y cinturón de piel . Detrás de este grupo había otro de gentes de inferior calidad y presencia , y , por último , dos largas filas de soldados vestidos como los del ejército de Quizigué . Después de la pesada ceremonia de las salutaciones , descendí del hipopótamo ( del cual , así como de conducir a Niezi a mi antigua morada , se encargaron cuatro de los circunstantes de segunda fila ) y presenté al monarca a los hombres de mi séquito , que , cumplida su misión , emprendieron el regreso a sus hogares . Rompíase la marcha por entre la doble fila de tropas , y llegamos a una gran plaza en cuyo centro se eleva un espacioso tembé que yo creí ser el palacio real , y era el sitio donde se reunían los representantes del país . Esto no me extrañó , pues por las indicaciones de Niezi sabía ya que el gobierno maya tenía mucho de parlamentario , y sin necesidad de tales indicaciones , bastaba conocer la organización del gobierno local para inferir la existencia de un yaurí colectivo que asumiera la representación de los diferentes yauríes locales . El edificio era una nave cuadrilonga , como , según la tradición , era el arca de Noé , y por sus cuatro costados guarnecida de pórticos de estilo griego . Las columnatas eran hileras de árboles desmochados a diversas alturas , y los arquitrabes y cornisas zarzos de cañizo cubiertos de una especie de pizarra que sirve también para reforzar el pajote de los tejados y para enlosar los pavimentos . En el interior , las paredes , revestidas de barro gris , no ostentaban ningún adorno , y en el testero principal , a la derecha de la puerta de entrada , había un dosel , debajo del cual nos sentamos el cabezudo Quiganza , su sobrino , que es el príncipe heredero , y yo ; los representantes , cuyo número era de ciento uno , se fueron sentando por orden en un banco de madera adosado a la pared . Un grupo de cincuenta a la derecha , otro de veinticinco enfrente , y el resto en el banco de la izquierda . De esta suerte , el centro del salón quedaba libre , y los muros parecían adornados por numerosas estatuas , en las que se combinaban de un modo extraño los colores verde y blanco de las túnicas , con el negro de la cara y los brazos , y el blanco y rojo de los penachos . A un silbido lanzado por el cabezudo Quiganza , el ala derecha de los uagangas , que así se llaman por extensión los representantes , aunque este nombre es más propio de los consejeros , se levantó , y , avanzando hasta la mitad de la sala , se dispuso a ejecutar una danza originalísima , de la que difícilmente podré aquí dar idea . El que figuraba a la cabeza de la fila , hombre viejo y de fisonomía expresiva , llamado Mato por ser muy " orejudo " , hizo unas muecas muy raras : abría la boca hasta formar con ella una O ; elevaba los ojos al ciclo y cruzaba las manos sobre el pecho ; después cerraba los ojos , descruzaba las manos y juntaba la boca , bostezando con gran ruido . Y lo curioso del espectáculo era que , como si todos los hombres de su fila estuvieran unidos por una corriente eléctrica , según se iban mirando unos a otros , abrían todos la boca como el orejudo Mato la abría ; alzaban los ojos como él los alzaba ; juntaban las manos como él las juntaba , y deshacían todas estas gesticulaciones como él las deshacía , hasta venir a parar en el bostezo , que resonaba como un fuerte huracán . Esta primera figura de la danza es la salutación . Después siguió un cuadro muy bello , en que además de mover la boca y guiñar los ojos de muy extraños modos , se meneaban las piernas y los brazos como en el clásico fandango andaluz , y no se sabía qué admirar más , si la perfección artística con que el director representaba la figura , o si la rapidez y exactitud con que todos , cual si fuesen monos amaestrados , la copiaban . Sin embargo , con sus habituados ojos , el cabezudo Quiganza debió ver algo que yo no veía , pues antes que terminase el cuadro silbó de una manera particular , e inmediatamente el jefe separó de la fila a uno de los danzantes , que fue a sentarse en los bancos de la izquierda . Al fandango ( si así es permitido llamarle ) siguió otra figura que , si bien muy difícil de ejecutar , me pareció menos artística . Consistía en sacar la lengua todo lo más posible , sujetarla con los dientes y hacerla girar en redondo con gran velocidad . Esta es la gimnasia que emplean como preparación para el arte oratorio , en el que llegan a una considerable altura . El final de este cuadro no me atreveré a reproducirle , porque , sin contener nada que amengüe el prestigio de la respetable clase de uagangas , pudiera chocar un tanto con nuestras costumbres , más exigentes en materia de aseo que las de los pueblos africanos . Basta saber que no cayó en falta ninguno de los ejecutantes . Para terminar , el director dejó caer los brazos , y sin gran esfuerzo se puso a cuatro patas , si bien las traseras ( o sea los verdaderos pies ) quedaron un poco encogidas . Todos le imitaron casi instantáneamente , y a seguida emprendieron unos tras otros una rápida carrera alrededor de la sala , a la que dieron seis vueltas , hasta que jadeantes se sentaron en sus bancos en medio de un rumor de aprobación . Diez hombres habían caído en la carrera , y se sentaron en los bancos de la izquierda . Este último ejercicio , que a los lectores europeos parecerá un poco brutal , tiene su razón de ser en que los valientes mayas recurren para cazar las fieras al artificio de cubrirse con pieles semejantes a las de éstas , y acometerlas corriendo a cuatro pies y llevando un cuchillo en la boca . Antes que el desgraciado animal conozca el engaño , su acometedor le sepulta impunemente el cuchillo en lugar donde la muerte sea segura e inmediata . Tras un breve reposo sonó un nuevo silbido del cabezudo Quiganza , y el ala izquierda , reforzada por los excluidos de la derecha , en conjunto treinta y siete uagangas , entró en juego , comenzando , según costumbre , por donde la anterior había terminado . Dieron una carrera completa , con mayor velocidad , si cabe , que las precedentes , y el director , viejo muy flaco y ágil , llamado Menu por el descomunal tamaño de su " dentadura " , para terminar , se plantó en el centro de la sala , se puso en cuclillas y comenzó a moverse con tal habilidad , que parecía una campana . Aunque todos pretendían imitarle , no llegó a dos docenas el número de los que lo consiguieron , pues la figura exigía que las piernas se sostuvieran firmes como caballetes , y que sobre ellas el cuerpo y la cabeza , en perfecto equilibrio , se balancearan sin caer para atrás ni dar de hocicos en el suelo . En esta forma reman los mayas , que siendo un pueblo muy dado a la navegación , pone sus cinco sentidos en educar la juventud para la marinería , y tiene el gran sentido práctico de convertir los ejercicios de instrucción en juegos populares , mezclando , con el supremo arte de los clásicos , lo agradable con lo útil . Otra figura de la danza consistió en imitar gritos de animales , y lo hacían con tan maravillosa perfección que llegué a sentir miedo . Estos son los gritos que emplean en la caza y en la guerra . Por último , ejecutaron una marcha muy extraña , valiéndose también de pies y manos , pero en forma distinta de la primera , pues ahora saltaban como saltan los conejos , dando al mismo tiempo agudos chillidos como las ratas . Así recorrieron varias veces la sala en distintas direcciones , hasta que el rey dio la señal de alto . De todos estos juegos sólo habían salido diez y ocho airosamente , y los demás se fueron acogiendo al banco que estaba frente a nosotros . Los que en él se sentaban siguieron la danza , y aun a riesgo de ser pesado , no omitiré la indicación de las que ejecutaron . El comienzo fue la marcha a saltos , que terminó con una pantomima muy graciosa , en que todos los saltarines hacían con la cara gestos muy semejantes a los del conejo cuando come . En este extremo ninguno igualaba al jefe , que es el inventor del juego , y por esta razón se llama Sungo , que quiere decir " conejo " . Noté que de todas las figuras ésta era la que más agradaba al rey , quien retrasó el silbido reglamentario y tuvo a los ejecutantes cerca de media hora moviendo la boca , la nariz y las orejas . En todos los pueblos hay un animal que simboliza la astucia : en Asia , el chacal ; en Europa , la zorra . En Maya no hay zorras ni chacales , y el instinto popular cifra todos los rasgos de la astucia en el conejo , cuyo fruncimiento constante de hocico , contrastando con la impasibilidad de su mirada y la posición expectante de sus orejas , ofrece cierto aire de picardía , que nosotros los psicólogos europeos no hemos advertido . Un artista como Sungo , haciendo la figura del conejo revela más graciosa malicia y zahiere con más refinada intención , que la cantante parisiense más procaz o el orador parlamentario más maestro en el arte de las reticencias . Cuando el cabezudo Quiganza tuvo a bien darse por satisfecho , el malicioso Sungo inició un baile del corte de nuestros tangos cubanos , con el que se mezclaban gritos feroces en los que creí notar la alegría salvaje de los cantos de triunfo . Después siguió un cuadro de natación en el que muchos cayeron en falta , pues había que poner el cuerpo horizontal , sostenerse sobre una sola pierna , como las grullas , y mover la otra pierna y los brazos como cuando se nada . Veintiséis uagangas quedaron excluidos en esta suerte y tuvieron que abandonar el local ; de donde yo deduje que acaso estas ceremonias equivaldrían a nuestros complicados procedimientos electorales y servirían para aquilatar el mérito de los candidatos y excluir a los que no fuesen dignos de tomar parte en las deliberaciones . Ello fue que , cuando sólo quedaron los que habían imitado con exactitud los ejercicios , danzas , gestos y gritos de alguno de los tres directores , todos se levantaron , y confundidos en un solo grupo se dirigieron hacia la puerta principal , dando saltos y con los brazos extendidos y las manos colgantes a la manera de los osos . Así fueron hasta la plaza , mientras Quiganza , el príncipe y yo , nos , quedábamos en el dintel presenciando el nuevo espectáculo . Todos los ciudadanos en masa habían acudido frente al palacio , y cuando salieron de él los uagangas , la danza se generalizó . Era maravilla ver cómo un gesto , un salto , una zapateta , un chillido , corrían de cara en cara , de cuerpo en cuerpo , de boca en boca , de tal suerte que , siendo miles los danzantes que allí estaban , parecían sólo tres , Mato , Menu y Sungo , cuyas figuras se reflejaran en mágica combinación de impalpables espejos y se multiplicaran de una manera prodigiosa . Jamás en mis viajes por Europa , en los que siempre procuré profundizar cuanto mis alcances me permitían sobre el carácter y las costumbres , las virtudes y los vicios de la sociedad , había yo presenciado nada comparable a esta diversión . Y no estaría de más que la presenciaran muchos censores de mala voluntad , que todo lo que no es europeo lo encuentran detestable y que afirman con error patente que en Europa están los únicos centros de producción del " servum pecus " , tan útil para la vida ordenada y próspera de las naciones . La fiesta se prolongó hasta la puesta del sol ; pero antes el cabezudo Quiganza , al que seguimos el príncipe y yo y una pequeña escolta , se dirigió a su palacio , en cuyos umbrales obtuve permiso para retirarme a descansar . El príncipe , que se me había mostrado muy solícito , me acompañó hasta mi morada , que estaba muy cerca de la del rey . En Maya la vida social duraba hasta la puesta del sol . No se tenía idea del alumbrado público , ni de los espectáculos nocturnos ; no existían cafés ni otros lugares de reunión . Al anochecer , cerradas las puertas de la ciudad , que están unidas entre sí por altas y espesas empalizadas , ningún ser viviente podía entrar ni salir hasta el nuevo día . Junto a cada una de las puertas había un pequeño cuartel , donde vivían los soldados con sus familias ; pero las guardias no las hacían hombres ni mujeres , sino gallos , de sueño más ligero , que daban el grito de alarma al menor ruido de hombres o de fieras que escuchaban media legua a la redonda . Dentro de la ciudad , cada hombre se refugiaba en su guarida ; las calles quedaban silenciosas , y en cada habitación comenzaba una nueva vida , la vida íntima del hogar , llena de pequeños placeres y de menudos cuidados , de expansiones y de misterios . He de confesar que si la vida exterior de estas ciudades no llegaba a satisfacerme por completo , la vida doméstica me seducía hasta el punto de hacerme olvidar , durante meses enteros , mi querida patria . Los mayas son sobrios en el dormir , más aún que en el comer , y con seis horas de reposo tienen más que suficiente ; las otras seis horas de la noche ( pues la duración de días y noches es constantemente de doce horas ) las consagraban a la vida de familia . Ya trabaje el hombre en su propia casa , ya fuera de ella , durante el día vive en trato exclusivo con otros hombres . De día sólo eran visibles las mujeres que en virtud de condena tenían que trabajar en los campos ; las demás vivían incomunicadas , muy a su placer , dentro de los gineceos , entretenidas en sus quehaceres , según vimos en casa de Ucucu . Esta existencia , que parecerá insoportable , es en realidad , justo es decirlo , la más propia del sexo débil , siempre que tenga el natural complemento de la poligamia , institución creada en su beneficio , pues gracias a ella se hace imposible la miseria y la prostitución de la mujer , y se resuelve un problema doméstico que en las naciones civilizadas es insoluble . Me refiero a la necesidad que tiene la mujer de vivir dentro de casa para llenar cumplidamente su misión , y a la necesidad que también tiene de tratarse con otras personas de su sexo y de su clase . Entre nosotros , la cuestión se resuelve rara vez armónicamente : hay mujeres que llevan la vida de pobres prisioneras , y hay otras que trasplantan su hogar a la casa de sus amigas , a los paseos y a los teatros . Entre los mayas la solución es perfecta . Si el hombre cuenta con riquezas , crea dentro de su casa una sociedad femenina , en la que cada mujer ocupa el rango que corresponde a sus méritos , y todas satisfacen dos aspiraciones inherentes a su naturaleza : la de hallar un protector que atienda a sus necesidades y a las de sus hijos , y la de tener compañeras con quienes departir , murmurar , enfadarse y desenfadarse , reñir y hacer las paces , distraer , en suma , el espíritu por medio de juegos inofensivos , que por falta de libertad no pueden degenerar en faltas vituperables . Los hombres pobres que no pueden sostener varias mujeres ni servidumbre , se asocian ( generalmente los individuos de una misma familia ) para vivir en una sola casa , que se divide con equidad y procurando que las habitaciones de las mujeres comuniquen entre sí . De este modo , las mujeres viven en comunidad durante el día , sin los peligros que serían de temer entre nosotros , habituados a entremeternos a todas horas en los asuntos caseros . Esto entre los hombres libres ; los que voluntariamente o por herencia o por delito vivían en la servidumbre , tenían por casa la de su señor , quien se obligaba , en cambio de los servicios recibidos , a sostener al siervo y a su familia : a su mujer o a sus mujeres , que de día acompañaban como siervas a las mujeres del señor , y a sus hijos , que vivían también hasta cierta edad con los hijos del señor . Dentro de cada mansión , que representa un organismo social más perfecto que nuestros municipios , cada grupo tiene su hogar propio : el señor , los siervos , las mujeres y los hijos . Estos pertenecen a la madre hasta los cuatro años , y después pasan a manos del padre , quien los confía al cuidado , bien de pedagogos domésticos , bien de pedagogos libres , que representan a nuestros maestros de escuela . A los doce años la vida común de la infancia se disuelve , y cada cual adquiere la consideración que corresponde a su sexo y a su clase , pero sin romperse por completo los vínculos familiares creados ; las jóvenes entran en gineceo con sus madres en espera de matrimonio ; los jovenzuelos viven cerca de sus padres , ayudándoles o aprendiendo una profesión hasta que son capaces de crear familia . Los siervos tenían derecho , desde los veinte años , a que el señor les sostuviera una mujer ; y sus hijas , si llegaban a tenerlas , pasaban de ordinario a ser esposas del amo de la casa . Lo hermoso de esta organización familiar , sin embargo , más que en lo dicho , estaba en la vida nocturna . En cuanto el sol se ponía y las puertas de la ciudad se cerraban , todos estos organismos descritos se deshacían hasta el día siguiente , y en cada uno de los hogares , ya aislados , ya unidos bajo un mismo techo , quedaba constituida una verdadera familia natural ; el hombre libre dejaba el trabajo , el siervo sus servicios , la mujer el gineceo y sus faenas , los hijos la escuela pública o privada , y todos se reunían para gozar de las dulzuras del amor familiar , mucho más vivo que entre nosotros por no ser posible saborearlo a todas horas . Había en estas reuniones , cuyo interés se renovaba cada día , cierto candor bíblico , difícilmente comprensible para nosotros , acostumbrados ya a las casas de muchos pisos y a las familias de pocos miembros ; a trabajar incansables para tener familia y casa propias , para pasar el día y la noche lejos de ellas . La reunión terminaba siempre cuando se iban a apagar las teas , cuya duración era de cuatro o cinco horas . Las mujeres se retiraban a descansar solas o con sus hijos menores si los tenían ; las hijas mayores a sus alcobas , junto a las de las mujeres , y los hijos cerca de sus padres . En Maya no era tampoco conocida la costumbre de permanecer en el lecho los señores y hacer madrugar a los siervos y a las mujeres ; los usos obligaban al señor a ser el primero en levantarse y tocar a diana en un cuerno de búfalo . Al primer toque se levantaban sus mujeres e hijas , que , pasando por la sala de reuniones nocturnas , saludaban al señor y después entraban en el gineceo ; al segundo , sus hijos , que se presentaban a recibir órdenes . Estos dos toques servían también para la servidumbre , y cada siervo recibía de los suyos iguales saludos y reverencias . A un tercer toque toda la casa entraba en movimiento con la regularidad de una máquina convenientemente reparada y engrasada . La mansión del Igana Iguru está cerca del palacio real , y si el verdadero Arimi se hubiera encontrado en mi puesto , la habría hallado casi como el día que la abandonó . Después de la condena de Muana , el cabezudo Quiganza había confiscado y vendido todos sus bienes particulares , mujeres , hijos , siervos , ganados y provisiones , respetando exclusivamente las pertenencias anejas al cargo , las cuales pasaron a poder de Viaco , miembro de una familia nueva en la dignidad . Pero a la noticia de mi reaparición , el rey hizo depositar en su palacio todos los bienes de Viaco , y ordenó por edicto que se me restituyesen los míos , siempre que fuera posible , bajo promesa de indemnización , y todos los antiguos adquirentes se apresuraron a obedecer . De mis quince mujeres , que en mis veinte años de ausencia habían naturalmente envejecido , no faltó ninguna , pues Niezi era la única que había salido de Maya . De mis veintidós hijos habían muerto siete ; pero en cambio adquiría , por accesión a sus madres , cinco menores de cuatro años . Mis tres siervos y sus familias fueron entregados por el mismo Quiganza . En suma , las únicas pérdidas sensibles recaían sobre los establos y graneros . Por el momento no pude observar qué impresión produjo mi persona sobre la servidumbre , pues a poco de llegar sonó la hora de retirada . Se me acercaron mis hijos varones , algunos de los cuales eran más viejos que yo ; todos cinco estaban casados y solicitaron de mí que aprobase los actos que habían realizado creyéndose libres . Yo concedí mi aprobación y noté con gusto que eran de los uagangas que habían formado en el ala del centro , y que el mayor de ellos no era otro que el listísimo Sungo . Aunque sea adelantar noticias , debo decir que la representación nacional en Maya no se basaba en la elección , ni tampoco , como yo había creído , en la selección mediante ejercicios difíciles , sino en el parentesco . Todos los parientes del rey , del Igana Iguru , de los uagangas consejeros , que eran tres , de los reyezuelos locales , que eran veintitrés , y de los jefes del ejército , que eran y continúan siendo doce , figuraban en aquélla por derecho propio , que sólo se perdía cuando en tres danzas seguidas se caía en falta . En la celebrada con motivo de mi resurrección habían quedado excluidos definitivamente siete , que eran otros tantos enemigos míos , puesto que yo había sido causa , bien que inocente , de su inhabilitación . Muy satisfechos se retiraron mis hijos a sus respectivas moradas , a tiempo que entraban en mis habitaciones todas mis mujeres , llevando cinco de ellas a sus pequeñuelos desnudos , tres niños y dos niñas ; detrás venían mis diez hijas , ocho de las cuales , habiéndose casado , traían sus hijuelos , en número de veinte . De las ocho hice entrega a sus maridos , que , de acuerdo con ellas , esperaban a la puerta , confiando en que yo accedería a convalidar el contrato hecho por el cabezudo Quiganza . Esta conducta mía , que después supe fue muy celebrada por todo el mundo , no tenía mérito alguno , porque , aparte de no haberme hecho cargo aún de la utilidad que podía sacar de una numerosa familia , encontraba un alivio a mi turbación disminuyendo el número de los que me rodeaban . No puedo menos de admirar la soltura con que estos hombres , que nos parecen inferiores , se mueven en medio de una familia de cincuenta o cien personas , y atienden a mil cuidados , preguntas y peticiones , sin aturdirse y sin fatigarse . Creo sinceramente que cualquier negro maya haría en nuestros salones figura más suelta y airosa que muchos encumbrados aristócratas y espirituales literatos . Cuando me quedé solo con mis quince mujeres , mis dos hijas mayores y mis cinco hijos accesivos , pude respirar con algún desahogo y adquirir el aplomo necesario para dominar la situación . Por lo que pude ver al turbio resplandor de las teas que desde los rincones de la habitación alumbraban , sólo tres de mis mujeres conservaban restos del brillo juvenil , aunque ya pasarían de los treinta y cinco años ; las demás estaban en pleno período de descenso , y algunas tocaban en la edad sexagenaria . Mis hijas eran dos robustas doncellas , de diez y nueve y veinte años , y ambas habían nacido de Memé , la más joven de mis mujeres y la favorita de Arimi después que Niezi , que lo había sido , avanzó en años . Memé y sus hijas eran las únicas que no habían salido de la casa , pues de Arimi pasaron a Muana , y luego las adquirió el fogoso Viaco . Según me dijeron , una de las jóvenes debía casarse en breve con el príncipe Mujanda , el que tan solícito se me había mostrado . La primera que rompió el silencio fue Niezi , para decirme que todas sus hermanas , esto es , mis mujeres , estaban ya enteradas de mi maravillosa historia y se habían alegrado de volver a su antigua casa , y que ella estaba muy triste por la ausencia de Nera , una de las mujeres del bravo Ucucu , a la que amaba entrañablemente . Así , pues , me rogó que tomase a Nera por mi mujer , en lo cual Ucucu recibiría un nuevo honor . Después de ofrecer a Niezi lo que me pedía , usé brevemente de la palabra para repetir el relato de mi inmersión en el Unzu , y de las maravillas que se encierran en los palacios de Rubango . Entonces pude observar que la razón de la rápida creencia en mis invenciones , estaba en que los mayas , tanto hombres como mujeres , no habían llegado , como nosotros , a sentir la necesidad de la noble mentira ( sin la cual muchos adelantos religiosos , políticos y sociales serían imposibles ) , y creían a ciegas en la veracidad de la palabra humana . Como es natural en el árbol echar hojas y en el río llevar agua , lo es en la palabra anunciar la verdad . Ni en el procedimiento civil ni en el penal se admite otra prueba que la declaración de los litigantes o de los reos , y los abogados ( esto pudo verlo el lector en el juicio de Ancu-Myera ) se limitan a conmover al juez , que a veces falsea la ley , no por error , sino por exceso de sensibilidad . Cada una de mis mujeres fue exponiendo sus impresiones , y por último mis hijas me manifestaron , llenas de candor , que el fogoso Viaco se había negado a entregarlas a los diversos pretendientes que habían tenido , y que ellas deseaban que yo las casara a la mayor brevedad . Ante declaraciones tan ingenuas me apresuré a ofrecerlas , a la una , que al día siguiente concertaría el enlace proyectado con Mujanda , y a la otra , que la enviaría al valiente Ucucu a cambio de Nera ; todo lo cual fue muy del agrado de la reunión , y de las jóvenes en particular , y se realizó , en efecto , al día siguiente . Tras estas explicaciones vinieron los deseos de cerciorarse de los cambios que me habían ocurrido en mi vida subacuática ; me tocaron la barba y me palparon los brazos , que yo mostré para que vieran su blancura ; me encontraban más joven que antes de mi desaparición , y se extrañaban de las mudanzas de mi fisonomía , de la que tampoco tenían recuerdo exacto , pues cada cual la reconstruía de un modo distinto . La esbelta Memé , que ejercía sobre las demás mujeres cierta supremacía , cogió un laúd , cuyas cuerdas , untadas de resina , lanzaban roncos sonidos , como los bordones de una guitarra , y tocó en él una triste melodía , que acompañaba con su canto y coreaban todas las mujeres con gran afinación . La música era muy antigua y popular , y la saben desde pequeños todos los mayas ; pero la letra había sido compuesta aquella mañana por el siervo Enchúa . Este nombre significa lo mismo que nuestra palabra " anchoa " , y dada la estrecha relación fonética y morfológica que existe entre uno y otra , no es inútil hacer aquí esta indicación y recomendarla al estudio de nuestros modernos y sagaces filólogos . La canción decía así : Como los predicadores de aldea conmueven casi siempre a sus oyentes con sólo repetir sin tregua ni reposo el nombre del santo Patrón del lugar , así los poetas mayas utilizan el recurso de repetir en cada verso el nombre del héroe en cuyo loor cantan . Sin embargo , bajo la tosca estructura de esta canción , compuesta en mi obsequio , se encubre todo el pensamiento religioso nacional , pesimista y candoroso ; y todo un programa político , puesto que en ella se contienen los dos elementos integrantes de un programa : la enumeración de los males que acostumbran los pueblos a padecer y la promesa de remediarlos . Después de la música y del canto vino un baile ejecutado graciosamente por las hijas de Memé , que al final , despojándose una de ellas de su túnica , quedaron enlazadas en un grupo muy artístico . Este baile es con rigorosa propiedad un episodio dramático de la historia de Usana , y el fin representa un momento culminante de la vida del gran rey : cuéntase que después de vencer al rey de Banga y de tenerle tendido bajo sus rodillas , éste le declaró que era una mujer , se arrancó la túnica y con sus maravillosos encantos prendió el corazón de Usana en las redes del amor . Tocó el turno a los niños , que recitaron varias canciones y algunas tiradas de historia , aprendidas de labios de sus hermanos mayores ; el más pequeño , que tendría poco más de dos años , les superaba a todos por su despejo y por su gracia . Así agradablemente fueron pasando las horas , y llegó la de dormir , marcada por las teas , a punto ya de consumirse . Cada mujer se retiró a su alcoba , y los pequeños con sus madres , y yo quedé solo embebecido en la interior contemplación de tantos y tan extraños acontecimientos como en aquel día habían ido sucediéndose . Toda la noche la habría pasado sobre mi estrecho taburete , medio dormido , medio despierto , de no volverme a la realidad la presencia de Memé , que , llena de azoramiento y completamente desnuda , penetró en la estancia , se acercó a mí rápidamente y me dijo al oído con voz agitada : - ¿ Arijo ? Arijo Viaco . ¿ Estás aquí , señor ? Viaco está aquí . De un salto me incorporé , e instintivamente miré en torno mío buscando un arma . La esbelta Memé se dirigió a un rincón , arrancó de la pared un cuchillo que servía de palmatoria , y separando de la hoja la tea , aún encendida , me le ofreció con valiente ademán . Era una figura hermosa que me hizo reconocer por primera vez la belleza de una mujer negra . Su cuerpo tenía esa plenitud y perfección de formas que sólo se encuentran en las mujeres que han pasado ya los años de la juventud ; el pecho , que las afea tanto por su excesivo y monstruoso desarrollo , era en ella pequeño y muy recogido ( de donde sin duda la venía el nombre de Memé , que quiere decir " cabrilla " ); la cabeza airosa y de expresión enérgica y arrogante , y como coronamiento de la obra unos ojos grandes , tristes y hechiceros como los de una gitana . La alarma fue inútil , porque Viaco no pareció . Quizás , descubierta a tiempo su tentativa , tomaría el partido de escapar , pues oímos un vivo cacareo de gallos , que , según Memé , indicaba el paso del fugitivo . Quizás todo fuera una alucinación muy común en la exaltada naturaleza de las mujeres africanas . Quizás una treta de la hermosa Memé para atraerme y reconquistar sobre mí el ascendiente que había ejercido veinte años atrás . Aunque las mujeres mayas vivían en absoluto aislamiento , tenían cada mes lunar un día libre , el día muntu o de la mujer , en que se presentaban en público para concurrir al ucuezi y al afuiri , ceremonias religiosas instituidas por la ley . A estos dos ritos estuvo reducida la religión maya , la antigua y la nueva , hasta mi pontificado , y en ambos el sacerdote único era el Igana Iguru , después del rey , la primera figura de la nación . Examinando los manuscritos del archivo de Arimi ( acrecentado con los posteriores a su muerte ) , encontré en diversas piezas numeradas todas las noticias necesarias para reconstituir la historia religiosa del país . Cada manuscrito o ruju es una piel de buey un poco recortada y redondeada , y su conservación es perfecta ; pero su manejo es tan penoso y su interpretación tan difícil , que tuve que auxiliarme de mis dos siervos pedagogos . Todos los rujus , en número de ochenta , pertenecen a una época reciente , pues de su contexto se deduce que la escritura fue introducida en Maya por un indígena llamado Lopo , que había vivido largos años fuera del país en otras tierras donde habitan hombres caídos del cielo . A este Lopo se le llamó Igana Iguru , fue el iniciador de un nuevo período histórico de carácter revolucionario , y , según mis cómputos , debió vivir hace unos tres siglos , allá por los reinados de nuestros Felipes II y III . Sin embargo , los manuscritos abarcan mayor extensión de tiempo y transmiten muchas tradiciones antiguas que sobrevivieron a la época revolucionaria , y que representan en la actual uno de los elementos de la religión vigente . Los antiguos mayas creían exclusivamente en un espíritu malo . Recordando las noticias transmitidas de boca en boca de unas a otras generaciones , aprendían que jamás los campos dieron en un año doble cosecha , ni los árboles echaron dos veces hojas y frutos , ni las fieras dejaron de devorar al hombre , ni éste dejó de trabajar bajo la inclemencia del sol y de la lluvia . La naturaleza , que para el maya no es buena ni mala , sigue su curso sin mostrarse una sola vez generosa con el hombre , dándole siempre lo ordinario . En cambio , ! cuántas tradiciones no refieren que tal año se desbordó el río y anegó los campos , que tal otro huracán arrasó los sembrados y abatió los árboles ! ! Cuántas hambres , guerras , incendios y enfermedades ! Los mayas creían , pues , que toda alteración en la marcha de la impasible naturaleza era para daño del hombre , y personificaban todos los males en un solo ser incognoscible , llamado Rubango , por ser el más funesto de los males la enfermedad , la " fiebre " . En la patología maya toda la nomenclatura de los padecimientos se reduce a la palabra rubango , y por una sencilla traslación metafórica , todo el arte médico se reduce también al acto de aplacar el espíritu irritado de Rubango . Este acto era el afuiri , sacrificio jurídico , y se conservó en la religión reformada . La explicación de esta doctrina y de su ritual religiosa llena veintitrés pieles ; los restantes rujus se refieren a la época moderna y pueden dividirse en dos grupos : uno de catorce , que contienen la parte fija o dogmática , y otro de cuarenta y tres , con la parte movible o histórica , después del edicto de Usana . Sobre este último grupo mi examen fue muy somero , porque los relatos se repiten constantemente , variando sólo los nombres del rey , del Igana Iguru , de los individuos sometidos al afuiri y de los concurrentes al ucuezi . Son , más que otra cosa , censos de población . Los Kim o dogmas sí merecen examen , porque , bien que bajo formas rudimentarias , encierran los fundamentos de un curioso monoteísmo . En un principio la tierra era lisa y hueca , como una calabaza de agua , y dentro de ella vivían los animales ; pero tanto crecieron éstos que faltó espacio para contenerlos , y la corteza terrestre tuvo que irse estirando . Así se formaron las montañas , y los valles . Las lluvias , que antes resbalaban por la superficie de la tierra , ahora descendían de las montañas y se reunían en los lagos , que son los depósitos de los ríos . Con la humedad aparecieron las plantas . Por último , la tierra se abrió por diversos lugares y dio a luz un par de animales de cada una de las especies que contenía en su interior . Entre ellos figuraba un par de soccos o monos antropomorfos , primera forma del hombre terrenal , aparecida en el mismo lugar donde hoy se alza Maya , en una gruta llamada Bau-Mau , gruta de los primeros padres . Este primer Kim no se opone a la aparición de otras parejas fuera del reino de Maya ; al contrario , se cree que cada reino se formó de una pareja distinta , y por esto no es lícita la conquista territorial . Aunque los pueblos guerreen unos contra otros y se despojen de sus riquezas , especialmente de sus mujeres y ganados , jamás se deben modificar las fronteras , ni una ciudad de un reino debe pasar a otro reino distinto . Lo que la tierra hace , el hombre no debe deshacerlo , dice una sentencia maya . El segundo Kim comprende la construcción del gran enyu y la ascensión del Igana Nionyi . Estos dogmas no son más que una deforme mezcolanza de la leyenda de la torre de Babel y de la fábula de Ícaro . Cuando estos hechos ocurrieron , los mayas no tenían ya cola , y sabían hablar correctamente ; su deseo de conocer lo que hubiera en las alturas les impulsó a construir una cabaña en forma de pirámide ; pero como no percibieran desde tal observatorio más de lo que habían percibido desde la tierra llana , eligieron de entre ellos a un hombre valiente y audaz , le hicieron subir a la cúspide de la pirámide , y después de adaptarle dos alas , hechas con plumas de pájaro , soplándole por ambos conductos le hincharon de tal suerte , que adquirió el volumen de un hipopótamo ; inmediatamente el Igana Nionyi se elevó como un globo y fue subiendo , subiendo , hasta perderse de vista , sin que hasta el día haya vuelto a parecer . El tercero y último Kim refiere cómo el Igana Nionyi llegó a una tierra que está en el firmamento y que ocupa sobre nuestra tierra la misma posición que ésta ocupa sobre la inferior , de donde nacieron los mayas ; porque el mundo es como un inmenso edificio compuesto de muchos pisos de gran altura , y cada capa terrestre es a un tiempo el tejado del mundo que está debajo y el suelo del que está encima . En esta nueva tierra , cuyo suelo es muy pobre , no existen hombres ni mujeres ; pero hay muchas ciudades habitadas por monos , blancos como el armiño , y hábiles en toda suerte de industrias , los cuales , aunque no saben hablar , reconocieron a Igana Nionyi por su rey y le juraron ser sus esclavos . Pasando el tiempo , el rey , forzado por la necesidad , se unió con numerosas esclavas , y de sus enlaces nacieron seres mixtos , morenos , habladores e irracionales , que por su doble naturaleza recibieron el nombre de cabilis . Tenían de las madres la voracidad y el amor a la esclavitud , y del padre el don de la palabra y cierta tendencia a rebelarse cuando no sentían el látigo sobre las espaldas ; por lo cual , entristecido el rey , bien que amara su obra con el amor de padre , y temeroso de que la nueva raza , cuya propagación era muy rápida , agotase todas las subsistencias , determinó hacer envíos de ella a la tierra baja para que trabajase en provecho de sus antiguos hermanos , los hombres . Son muchas las comarcas afortunadas donde se verificó ya la irrupción de los cabilis , y en todas las demás se verificará si los hombres saben congraciarse con Igana Nionyi . El día que Maya reciba su lote se acabarán para siempre las penalidades y los trabajos , cada hombre tendrá un grupo de cabilis a su servicio y se dedicará a holgar y a bendecir el nombre de Igana Nionyi . Ese día está próximo ; será forzosamente en el ucuezi , esto es , en el segundo día de un plenilunio , que por esta razón se celebra con fiestas en honor del gran padre de los cabilis . Sin entrar en una crítica detallada y comparativa de estas creencias , cabe hacer una ligera exégesis que nos aclare su sentido y nos oriente en cuanto a su verdadero valor . A mi juicio , el primer Kim , o sea todo lo relativo a la creación de la tierra , de las plantas , de los animales y del hombre , es de puro origen africano , puesto que , más o menos adulterada , esta creencia se extiende por casi toda África , y antes de llegar a Maya la había yo recogido en dos distintas localidades : en Sinyanga , pequeño Estado regular cerca del Seque , en el Usocuma , y en Mavona , en la frontera del Caragüé . El reformador Lopo , ya por habilidad , ya por instinto , había sin duda aprovechado una creencia arraigada y popular para establecer sobre ella el castillo de naipes de sus fábulas . Porque esto son , y no otra cosa , la erección del gran enyu , la ascensión del hombre pájaro , la formación de la raza de los cabilis y la venida de éstos a la tierra . No es posible que un pueblo tan atrasado en Arquitectura y en Física haya siquiera concebido la idea de construir una pirámide y de lanzar al espacio un hombre globo ; y en cuanto a la invención de una nueva tierra en el firmamento , la contradicción es patente con el primer Kim ; porque con éste el mundo es semejante a una calabaza hueca , y en aquélla se le compara a un edificio que , como un teatro o una plaza de toros , tuviese varias galerías superpuestas , dejando un gran hueco central para que alumbraran el sol y la luna . Lopo tuvo relaciones con los navegantes portugueses que por aquel tiempo arribaron a diversos puntos de la costa occidental de África , y no es aventurado suponer que les acompañase hasta Europa , y que de las impresiones de su viaje compusiera una religión acomodada a las necesidades de su patria , introduciendo el principio fecundo de un dios bienhechor , Igana Nionyi , contrapeso muy conveniente del dios malo Rubango . Esta suposición explica el origen de las reformas religiosas de Lopo , y nos ofrece el medio de conocer , en su curiosa invención de los cabilis , las impresiones y juicios de un hombre de África sobre la sociedad europea de fines del siglo XVI . Pero la principal reforma de Lopo consistió en instituir el culto público . La religión antigua de Rubango tenía carácter individual o familiar , y si algún acto público se realizaba , era con el concurso de hombres solos ; la religión de Igana Nionyi fue pública y nacional , y no admitía distinción de sexos en cuanto al cumplimiento del deber religioso . Nació de aquí un inevitable dualismo ; sin flaquear en la fe , los hombres se inclinaban a la creencia antigua , que estaba más en su naturaleza ; y las mujeres a la reformada , que comprendían con más dificultad ; entre los hombres , visto que el tiempo pasaba en balde , se generalizó la opinión de que la venida de los cabilis tendría lugar un poco más tarde , cuando quizás toda la generación viviente hubiera perecido ; entre las mujeres se hizo de día en día más popular el ucuezi , y bien pronto el día libre se llamó muntu , y fue el pensamiento constante del bello sexo . Este dualismo cesó con el edicto de Usana , quien dispuso muy cuerdamente que el ucuezi y el afuiri se celebrasen en un mismo día y con el mismo carácter público : la oposición no tuvo ya razón de ser , y bien pronto el espíritu nacional , sobreponiéndose a los convencionalismos , exaltó la ceremonia clásica y deprimió la ceremonia nueva , que hoy ha perdido toda su significación . En los primeros tiempos de la reforma , el afuiri se celebraba sin día fijo , siempre que , con motivo de un crimen , se imponía al autor la última pena ; el ucuezi tenía lugar el día segundo de los plenilunios , y se festejaba con gran pompa . Toda la ciudad entraba en júbilo y concurría al templo del nuevo dios , donde el Igana Iguru entonaba bellos cánticos caminando alrededor de un altar que servía de peana al hipopótamo sagrado , provisto para esta solemnidad de dos grandes alas extendidas , como si fuera a volar . Todos los asistentes cantaban en coro y gritaban llenos de entusiasmo ; había discursos , banquetes y danzas ; se repartía trigo a los enfermos pobres , y para terminar se leía el tercer Kim , que contiene la promesa de la venida de los cabilis . Después del edicto de Usana el afuiri se celebró en el plenilunio ; se separaron las jurisdicciones , quedando a cargo de jueces ordinarios los delitos menores , y a cargo del Igana Iguru los de muerte , y la pena capital no pudo aplicarse más que un día de cada mes , lo cual representaba un gran progreso jurídico . En cambio , el ucuezi fue decayendo : dejó de darse trigo a los enfermos pobres ; se suprimieron los banquetes y los cánticos ; después se suprimieron las alas del hipopótamo , las cuales se habían roto con el uso , y , por último , para facilitar la ceremonia se suprimió también el hipopótamo , poniendo en su lugar un gallo , al que por medio de una cuerda se le hacía bailar . A los diez días de mi llegada a la corte presencié , siendo yo el actor principal , estos ejercicios religiosos y demás divertimientos que caracterizaban el día muntu . Muy de mañana , contra la costumbre ordinaria , me despertaron mis mujeres , cuyo número ascendía ya a diez y siete con la llegada de Nera , la amiga de Niezi , y de Canúa , otra bella joven , regalo de Lisu , rey de Mbúa , y notable por su boca grande y sensual , a la que es deudora de su nombre . Me levanté y me vestí al instante , porque me aguardaba a la puerta el hipopótamo , ricamente engalanado por mis siervos ; y montando sobre él , me encaminé al lugar de la fiesta , fuera de la ciudad . Toda mi familia , sin exclusión de persona , me acompañaba , y en el camino íbamos encontrando nuevas familias , dirigidas siempre por sus jefes , con los cuales nos reuníamos sin confundirnos . A la salida del sol todo el mundo está en los alrededores del templo , en la hermosa colina del Myera , y la animación es tan viva como en las ferias , verbenas y romerías españolas . Cada familia elige un lugar para hacer alto y para depositar los pequeñuelos y las provisiones ; y una vez el sitio elegido , todo el mundo se desparrama y se mezcla , grita , danza y corre y hace cuantas diabluras le sugieren sus malos instintos . Aquí un grupo de hombres graves se dedica a apurar panzudos cazolones de vino dulce , ligero e inofensivo ; allá un coro de mujeres , cogidas de la mano , danza al compás de una canción , mientras los jóvenes las rodean y las dirigen frases más o menos galantes ; ya es un montón de negrillos desnudos que se revuelcan por el suelo , ya una banda de galancetes que , laúd en mano , rondan de un lado para otro festejando a las mujeres que son de su agrado , ya una pareja de negros tórtolos que desaparece en el bosque vecino . Un hecho que se compadecía mal con la sujeción de la vida diaria , era la libertad en que los padres dejaban a sus hijas para retozar con quien bien las pareciera . Esa libertad , sin embargo , no producía malos resultados , porque , aparte de la poca importancia concedida a la castidad de las doncellas , era muy raro el caso de que una joven con hijos - y algunas solían llevar varios como dote-no se casara con el padre de éstos , quien se apresuraba a concertar la boda o por amor o por interés . Como un hijo representaba un valor constante , pues varón se le podía vender como siervo , y hembra como esposa , no ocurría , como entre nosotros , que un padre se negara a reconocer a su hijo . En Maya todos los hijos tenían padre , y el infanticidio , según pude ver , era cosa inaudita . En los casos de adulterio en que por la calidad superior del amante no había ofensa personal , el marido consideraba como honroso y lucrativo aceptar los hijos ajenos , sin que jamás mediara ignorancia , pues estas mujeres no supieron jamás mentir ni tenían interés en engañar a sus esposos . Por una extraña anomalía , los hijos nacidos de una manera irregular , los que nosotros llamamos naturales y adulterinos , eran allí mirados con predilección , por suponérseles engendrados en día muntu y porque , como hijos de la pasión , solían aventajar en méritos y defectos a los hijos del deber . Vese , pues , que en Maya existían , iguales vicios que en otras sociedades , pero con la ventaja de tener día fijo ; el padre y el esposo podían ser ofendidos en su autoridad o en su decoro , pero solamente un día de cada mes . Las ceremonias del día muntu se regían por la marcha del sol . El ucuezi tenía lugar cuando el sol había recorrido la cuarta parte de su arco , hora de almorzar ; el afuiri , cuando estaba en el cenit , hora de las libaciones . El regreso se emprendía después de comer , antes que el sol se pusiera . Ya he dicho que la puesta del sol suspendía la vida pública , abriendo la vida de familia . Llegada la hora del ucuezi , todos los concurrentes se colocaron de pie alrededor del templo , cuya cortina descorrida dejó a la vista cuatro altos pilarotes sobre los cuales descansa una montera piramidal de fajina y pizarra , y en el centro un túmulo de piedras toscas , que apenas levantaría una vara del suelo . Me acerqué a uno de los pilarotes , y desatando la cuerda que a él estaba amarrada , la dejé correr por un travesaño enclavado en lo alto del techo . De la extremidad de esta cuerda pendía un gallo joven o pollo muy zancón , degollado aquella mañana por mi bella esposa Memé , al que hice bailar en el aire un buen rato ante el silencioso concurso . Después volví a amarrar la cuerda al poste , hice correr la cortina y di por terminada la ceremonia , que en realidad era poco divertida . Comenzó de nuevo la algazara , y una vez terminado el almuerzo o primera merienda del día , aproveché el tiempo para recorrer la colina y conocer a las mujeres más notables de la ciudad . Me acompañaba la esbelta Memé , cuyas relaciones eran muy numerosas . Vi en primer término unas ochenta mujeres que formaban la familia real , entre las cuales estaban interinamente las mujeres del desaparecido Viaco ; las cincuenta esposas del cabezudo Quiganza eran notables por su obesidad , pues éste las elegía con un criterio exclusivamente cuantitativo , y en particular la favorita , a la que llamaba el pueblo la reina Mcazi , la " vaca " , dejaba entrever bajo su túnica verde , adornada con plumas de colores , dos pechos gigantescos , según fama , los más grandes de todo el país . La hermana mayor del rey , madre de mi yerno Mujanda , era una gallarda negra con los bríos de una sultana mora ; entre las esposas del orejudo Mato había una mujer de bello y puro tipo etiópico , que me hizo descubrir la existencia de un dualismo de razas , cuya fusión no se ha realizado aún en absoluto , pues al lado de aquella mujer y de otras que , como la esbelta Memé , conservan indudables rasgos de la raza superior , se encuentran entre la gente baja muchas de talla más pequeña y de color más claro , de tinte moreno verdoso , que deben proceder de la raza indígena . Mis impresiones , sin embargo , en esta primera ojeada fueron muy confusas , porque la falta de costumbre no me permitía distinguir las particularidades de cada tipo , y fuera de algún caso excepcional , todos me parecían iguales , con pequeñas diferencias . Lo que sí comprendí a primera vista fue que las mujeres más bellas , las de facciones más regulares , como Memé , eran las menos apreciadas por el público , de lo cual me alegré no poco , pues así me sería fácil completar mi harén a poco costo y sin excitar rivalidades . Nada hay tan fatal para el hombre como el medio que le rodea , y yo , que al principio me ahogaba entre mi nueva familia , la encontraba ahora insuficiente viendo las de los demás . Cuando nos habituamos a vivir con una sola mujer , no sólo no queremos otras , sino que ésta única acaba por cansarnos y hacernos amar la soledad ; pero si nos acostumbramos a vivir con varias , desearemos ir aumentando el número y no nos encontraremos bien sin ellas ; porque si una familia pequeña sirve de martirio , una familia numerosa sirve de diversión . En Maya , de ordinario , el hombre sólo busca la primera mujer , que es la favorita , y ésta , por no vivir sola , se encarga después de traer nuevas compañeras , procurando siempre que sean de su confianza o que no tengan méritos suficientes para desbancarla . Y como las mujeres se conocen entre sí mejor que los hombres pueden conocerlas , se ven elecciones muy acertadas , y no ocurre que jóvenes de bellas cualidades queden postergadas por su aparente fealdad . El día de que voy hablando me presentó Memé una joven muy flaca ( y fea , según los gustos mayas ) , habilísima en el manejo del laúd y en el canto , y a sus instancias la acepté por esposa mediante la oferta de tres onuatos de trigo . El onuato , medida en forma de " canoa " , equivale próximamente a dos fanegas de Ávila . Mis demás mujeres entraron en deseos , y visto que yo no ofrecía resistencia , me concertaron hasta una docena de mujeres , naturalmente de entre sus amigas , por precios variables desde tres a cinco onuatos . Estas chalanerías eran frecuentes en toda la feria , pues entre el ucuezi y el afuiri se celebran , siempre gran número de transacciones matrimoniales , sin que haya temor de que las mujeres escaseen , porque vienen muchas de otros puntos del reino . La desproporción entre los sexos es tan grande , que , según mis cálculos , de las veinte mil personas allí reunidas , no llegarían los hombres a cuatro mil . Cuando llegó el sol al cenit tuvo lugar la segunda ceremonia , el afuiri . Cinco hombres y dos mujeres eran acusados : uno de ellos de profanación , dos de hurto de ganados reales , y los otros dos y las mujeres , de adulterio cometido en el día muntu precedente , con la circunstancia agravante de ser ellos servidores de los esposos ofendidos ; a estos delitos se atribuyó una herida que el cabezudo Quiganza se había hecho en un pie mientras afilaba una flecha , y que , según la creencia general , era un aviso de Rubango . Por los mismos procedimientos usados en Ancu-Myera , todos fueron condenados a muerte , bien a mi pesar y sólo por dar gusto a la concurrencia , que lo deseaba unánimemente , y decapitados sobre una plataforma que para el efecto está construida junto al templo de Igana Nionyi . Después de terminado el fúnebre acto hice redactar el acta del día , con la que terminaron las fiestas religiosas . Desde este momento hasta la retirada , el espectáculo se convirtió en una espantosa bacanal , en cuya comparación las saturnales romanas serían autos de moralidad y cuadros de edificación . La pluma no se atreve a describir lo que estos hombres en un rato de expansión se complacen en hacer . El día que siguió a las fiestas religiosas fue de calma y de recogimiento , porque todo está tan sabiamente previsto en la naturaleza humana , que el dolor , impotente para destruirla , se prolonga sin medida , en tanto que el placer , que la aniquilaría en breve término , es fugaz y se desvanece por sí mismo , transformándose en un nuevo dolor más lento , en el dolor de la pasividad , a que vivimos sometidos . Así , aquellos hombres vigorosos , que , con afán ciego de morir entre las brutalidades de la orgía al aire libre , caían fatigados , se levantaban después y se rehacían para emprender , como una manada de ovejas , la vuelta a los hogares y continuar a otro día sus faenas con mayor regularidad que la acostumbrada . Unas cuantas horas consagradas a la religión y a la crápula aseguran un mes de trabajo y honestas costumbres , y era tal la pureza regeneradora del día muntu , que al siguiente se resolvían los negocios graves del país con más calma y más justicia que en una sociedad constantemente trabajadora y honesta . Por la tarde debían reunirse los uagangas , y estaba acordado que yo hablaría para ampliar la relación de mi vida subterránea y para proponer algunas reformas de utilidad pública . Este programa no pudo realizarse ; pero antes de referir los acontecimientos que lo impidieron , y que inopinadamente cambiaron la faz del país , presentaré algunos antecedentes indispensables para conocer el teatro de los sucesos y los actores que en ellos tomaron parte . Los documentos que pude consultar relativos a la historia de Maya son demasiado modernos y no traslucen nada de la antigüedad . Se ha supuesto que en época muy remota , que algunos fijan en la de los Faraones , se verificó una irrupción de gente asiática en el África central , y que desde entonces se entabló una lucha a muerte , cuyo término , con el transcurso de los siglos , fue la fusión de razas , bien que conservando el predominio los invasores o sus más puros descendientes . En medio de la lucha constante de unas tribus con otras , aparecieron varios núcleos de poder y centralización , y antes que llegaran los primeros navegantes europeos a las costas africanas , puede afirmarse que las tribus del litoral , más ricas y más adelantadas , ejercían sobre las del interior ciertos derechos soberanos . Este lento trabajo de formación fue interrumpido por la presencia de los europeos , que , con su absurda política de conquista , se apresuraron a someter a los jefes de las tribus costeñas , debilitándolos y disolviendo en una hora los imperios embrionarios que , después de guerras sin cuento , comenzaban a dibujarse sobre el suelo africano . Las relaciones de las tribus del interior con las marítimas fueron extinguiéndose , porque el temor a los invasores hizo que se adoptase una política de retraimiento , acentuada más aún al aparecer un nuevo enemigo : el árabe . El plan de los árabes , bien que con menos aparato militar , era también de conquista : introducirse en el corazón de las tribus , comerciar con ellas , atizar la discordia por todas partes , adquirir como esclavos los vencidos en las guerras intestinas , y , por fin , sustituir poco a poco la autoridad hereditaria de los reyes indígenas por su propia autoridad . Ante estos elementos extraños , que pretendían meter por fuerza la felicidad en los países de África , sólo el reino de Maya supo defenderse y resistir , porque sólo él tuvo a su cabeza un verdadero hombre de Estado , Usana , el legendario rey Sol . Mas no se crea que me coloco parcialmente del lado de la raza indígena , como pudiera desprenderse de mis palabras ; entre los más altos fines del esfuerzo del hombre he colocado siempre los descubrimientos geográficos . Amante de la humanidad , me ha regocijado siempre la idea de que esos descubrimientos de nuevas tierras y de nuevos hombres no son inútiles , puesto que llevan consigo , por el carácter humanitario de nuestra especie , el deseo de mejorar a nuestros hermanos , de colonizar los países que ellos ocupan , civilizándolos con mayor o menor suavidad , según el temperamento de la nación colonizadora . Grande es en sí esta idea ; pero más grande es aún cuando se nota que nosotros sufrimos también las tristezas y dolores de esta vida , y que , a pesar de estas tristezas y de estos dolores , sacamos fuerzas de flaqueza y acudimos en auxilio de otros hombres que juzgamos más desventurados que nosotros . Este es un rasgo característico y consolador de la humanidad en todos los tiempos y en todas las razas ; yo tengo por seguro que si esos mismos pueblos retrasados y aun salvajes de África tuvieran un claro concepto de la ley de solidaridad de los intereses humanos y una navegación más perfeccionada , vendrían a su vez a llenar en nuestra propia casa la misma humanitaria misión que nosotros cumplimos en la suya . Cuando Usana ocupó el trono , el reino se hallaba dividido en banderías de toda especie ; y como era necesario realizar la unión de los súbditos antes de intentar alguna acción provechosa en el exterior , dio varios edictos notables que restablecieron la paz . Ya hablé del edicto que dio fin a las divergencias religiosas originadas por la reforma de Lopo . Otro edicto célebre fue el que instituyó la asamblea de los uagangas , encaminada a aplacar las ansias de mando de algunos ambiciosos y a dar más estabilidad a los tres uagangas consejeros , que antes estaban sometidos a cambios frecuentes . Creó el cuerpo de pedagogos y estableció que el rey y los reyezuelos hicieran concesiones temporales de parcelas de tierra a los hombres libres y a los siervos , ( a quienes su señor debería dejar tiempo libre para cultivarlas ) , con la condición de labrarlas diez años seguidos y devolverlas con las mejoras introducidas . En suma , Usana fundó la paz de los corazones y la justicia en la distribución de la riqueza . Mas no por eso-dice el documento de donde saqué estas noticias-los hombres dejaron de sufrir ; sufrían , aunque con más contento y resignación . El coronamiento de la obra de Usana fue una serie de victoriosas campañas contra los pueblos vecinos , la fijación de los límites del reino y el establecimiento de las tropas fronterizas para aislarlo completamente del exterior . El reino de Maya tiene próximamente la misma extensión que el de Portugal , y su figura es la de un bacalao preparado para el comercio . La raspa central es el río Myera , que lo divide en dos porciones casi iguales de Oriente a Occidente , hacia donde cae la cola . La región Norte , la más abundante en bosques , tenía , cuando yo llegué al país , trece ciudades : Maya , la capital , y Misúa , en el interior , en tierra abierta ; más al Norte , en el bosque , Viti , Uquindu , Mpizi , Cari , Urimi y Calu ; y en la margen derecha del Myera , Unya , Quitu , Zaco , Talay y Rozica . La región Sur tenía once ciudades ; sólo dos en el bosque , cerca de la frontera , Viloqué y Tondo ; cuatro en tierra abierta , Ruzozi , Boro , Quetiba y Viyata , y cinco en la margen izquierda o inferior del río , Ancu-Myera , Mbúa , cerca del Unzu , Upala , Arimu y Nera , casi enfrente de Rozica , en el extremo occidental de la nación . En resumen : diez ciudades fluviales , cuyas riquezas consistían en la pesca y algunas pequeñas industrias ; seis en tierra llana , que se dedicaban principalmente a la agricultura y a la cría de ganados , y ocho en los bosques , las más pobres y retrasadas , cuya ocupación era cazar , recoger las frutas alimenticias y construir canoas y otros objetos de madera y de hierro , que cambiaban por artículos de primera necesidad . Todas estas ciudades estaban unidas por sendas que permitían el paso de los hombres y de las caballerías , excepto Urimi , cuyas sendas fueron interceptadas por orden del antecesor del cabezudo Quiganza , en castigo de varios hurtos cometidos por sus naturales . Urimi es nombre moderno y quiere decir " ciudad sin caminos " ; antes se llamaba Mtari . Siglo y medio hacía de la muerte de Usana , y en todo este tiempo parece como que su espíritu había seguido dirigiendo la vida de los mayas . Ninguna reforma importante se había hecho después de él , y la dinastía plebeya de Usana se había sostenido en el trono y reinado sin dificultad . Después de Usana , que fue rey durante veintiocho años , su sobrino Ndjiru , del que se decía que era dueño de la " lluvia " , gobernó medio siglo ; su hijo Usana , que fue proclamado en edad muy avanzada , diez años ; su nieto Viti , corpulento como un " árbol " , cuarenta y cinco , Moru , el rey de " fuego " , sobrino de Viti , cuarenta , y el cabezudo Quiganza , sobrino de Moru , hasta la actualidad . La transmisión de la corona sigue la línea femenina , porque los mayas temen mucho la adulteración de la sangre de sus reyes , y , en caso de duda , confían más en la honestidad de las madres que en la de las esposas ; así el heredero es siempre el hijo de la hermana mayor , y sólo a falta de sobrinos entra a heredar el hijo de la primera mujer del rey , como ocurrió en tiempo del segundo Usana . La causa de esta sorprendente estabilidad de los gobiernos , que envidiarán muchos monarcas de Europa , era , de un lado , la sabia organización política , y del otro , la prudencia de los partidos gobernantes . La monarquía absoluta , concentrando el poder en unas solas manos , era la única forma de gobierno posible en estos pueblos , en que se carecía de soltura para sacrificar las ideas propias cuando convenía aceptar las ajenas ; pero ofrecía el peligro de negar toda participación en los negocios públicos a algunos hombres distinguidos que se sentían con aptitudes políticas y gubernativas , y que , si no encontraban medios de expansión , conspiraban contra el poder constituido . Este peligro lo desvaneció Usana creando la asamblea de los uagangas y el cuerpo de pedagogos . Los primitivos uagangas eran tres , y tenían , como hoy tienen , funciones de secretarios de despacho o ministro con cartera ; eran asesores del rey y ejecutores de sus órdenes . Esta organización era general en todo el reino , con la particularidad de que los uagangas locales , asesores del reyezuelo , son ordinariamente herreros y albéitares de profesión y ofrecen ciertas extrañas conexiones con nuestro tipo clásico del fiel de fechos . Además de los uagangas , existía el auxiliar del Igana Iguru para la parte religiosa y judicial . Instituyendo la asamblea de los uagangas , Usana dio participación en el gobierno a gran número de personas de arraigo en las ciudades , sin entorpecer la marcha del Estado , pues sólo les concedió facultades deliberativas . Todos los meses se reunía la asamblea para deliberar , y en casos extraordinarios para danzar ; pero el rey solía no hacer caso de sus deliberaciones y atenerse a la opinión de los tres consejeros . En cuanto al cuerpo de pedagogos , su misión era doble : eran como jueces de menor cuantía , pues los juicios de muerte estaban sometidos a la jurisdicción del Igana Iguru y sus auxiliares , en todo el reino , o sólo del primero si la resolución era muy difícil , y al mismo tiempo profesores públicos , que enseñaban lectura , escritura e historia natural . El ingreso en este cuerpo me pareció muy curioso : se exigía como prueba la presentación de seis loros adiestrados en todas las artes de la palabra merced al esfuerzo del futuro profesor , que de esta manera práctica , quizás superior a nuestras oposiciones y concursos , certificaba sus grados de habilidad y de paciencia . Un edificio político tan firme y tan bien trabado como el concebido por Usana , no se conmueve con facilidad ; pero en caso necesario tenía aún otro inquebrantable sostén , el ejército , signo seguro de la existencia de una nación regular y soberana . El ejército maya , salvo pequeños destacamentos que guarnecían las ciudades para defenderlas de los ataques nocturnos de las fieras , ocupaba constantemente sus cuarteles fronterizos , y su misión era impedir que fuesen violadas las fronteras del reino ; pero si algún año ( y entiéndase siempre por año doce meses lunares ) no tenía enemigos con quien combatir , debería volver sus armas contra el interior . Mediante esta sencilla estratagema se evitaba la confabulación del pueblo y la milicia , cuyos resentimientos recíprocos se refrescaban de tiempo en tiempo ; lejos de temer una confabulación , existe siempre la seguridad de que un movimiento civil contra las autoridades sería ahogado por el ejército , más que por cumplir un deber , por tomar una sabrosa venganza , y que un movimiento militar levantaría en armas a todo el pueblo , antes dispuesto a sufrir al peor de los tiranos que a dejarse gobernar por los odiosos ruandas . Pero estos resortes supremos no habían funcionado desde el tiempo de Usana , y gloria no pequeña del gobierno maya era mantener las fuerzas opuestas en equilibrio y en paz . Esto se conseguía por la prudencia del rey y por la unión de los partidos . Aunque el día de mi recepción los uagangas se dividieron en tres grupos , la separación era puramente caprichosa y obedecía a simpatías de familia , a la disposición especial de la sala y a la imposibilidad de que todos danzasen al mismo tiempo . Pero entre los jefes Mato , Menu y Sungo , existía completa unidad de miras , y los tres aconsejando al rey , imprimían al gobierno un movimiento uniforme , inspirado en el carácter nacional y en las grandes tradiciones patrias . Su política no era retrógrada , pero tampoco progresiva ; era una política sabia , fundada en el más saludable pesimismo , que acaso pudiera condensarse en aquel gran pensamiento tomado de la crónica de Usana , cuyo autor , después de enumerar las gloriosas empresas del rey , grande entre los grandes , anunciaba con profunda filosofía : Mas no por esto los hombres dejaron de sufrir ; sufrían , aunque con más contento y resignación . Lo cual valía tanto como afirmar que los gobiernos no pueden refundir la naturaleza del hombre , ni pueden establecer por medio de leyes la felicidad de sus súbditos : o la felicidad humana no existe , o si existe hay que buscarla por otro camino que por el de los cambios de ley . Tal estado de cosas sería perfecto si no existiera , como existe en todos los Estados , una minoría de hombres descontentadizos que encuentran motivo de censura en toda obra en que ellos no son partícipes . Sea cual fuere la regla que se adopte para proveer los cargos públicos , quedan siempre excluidas algunas personas de valer ; y esto sucedía , con mayor razón en Maya , donde el criterio adoptado era el del parentesco , que no es signo constante de inteligencia . Había , pues , un grupo de políticos sin ejercicio , descontentos del gobierno y aspirantes a reformarlo , que siguiendo un principio elemental de la lógica política , habían elegido como bandera el sistema diametralmente opuesto al de sus contrarios , y ofrecían realizar la felicidad de todos los hombres mediante una nueva organización . Se consideraban a sí mismos como continuadores de Lopo , y hablaban con desprecio de la mayoría creyente en la antigua religión de Rubango ; deseaban la supresión del afuiri y de los sacrificios cruentos , y aspiraban a la disolución de las actuales ciudades y a la dispersión de sus habitantes por el territorio , donde cada familia ocuparía un espacio determinado , un ensi , en el que viviría absolutamente autónoma , trabajando para sustentarse en tanto que tuviera lugar la venida de los cabilis , y con ellos la supresión del trabajo humano . En esta original organización sólo se conservaría una autoridad : la del rey ; todas las demás se concentrarían en el jefe de familia . El rey debía recibir una participación en los productos de cada ensi para sostener las tropas fronterizas ; distribuir el territorio ; legislar y resolver , con el auxilio de sus consejeros , las cuestiones que pudieran surgir por el contacto de unas familias con otras . Dentro de cada ensi el jefe sería dueño absoluto y con derecho a castigar aun con pena de muerte a los transgresores de la ley , fuesen de su familia o extraños ; fuera de él , estaría sometido a la ley y al jefe del territorio que pisara ; pero el interés general sería mantenerse cada uno en su respectiva demarcación , sin abandonarla más que para los actos precisos del comercio o de la política en caso de pertenecer al consejo real . Los instigadores de estas ideas de reforma eran en su mayoría siervos pedagogos , que no habían podido conseguir plaza de pedagogos públicos , y la masa del partido estaba reclutada entre los siervos y los agricultores . Los siervos deseaban , naturalmente , constituir familia libre y trabajar sólo en provecho propio ; los agricultores estaban interesados en que las concesiones de tierra se perpetuaran , pues con el sistema actual cada diez años quedaban sin efecto , y si se obtenía una nueva concesión , había que recomenzar los trabajos de cultivo . Mi siervo y poeta familiar , Enchúa , era uno de los jefes de la facción ensi o territorial , llamada por otro nombre facción de los hijos de Lopo . Parecerá extraño que un siervo del Igana Iguru estuviese afiliado a una banda que se proponía suprimir esta dignidad ; pero más extraño es que uno de los siervos del rey figurase como cabeza del partido . No por prescripción legal , ni por amplitud de criterio de gobierno , sino por costumbre , en Maya se toleraban los abusos de la palabra , considerados como un desahogo benéfico ; en cambio se castigaba severamente la falsedad , delito rarísimo en este país . Afirmar que Quiganza tenía la cabeza pequeña , teniéndola tan grande como la tenía , llevaba aparejada la pena de muerte ; creer que Rubango no existe y decirlo en público era un acto lícito , porque Rubango no podía presentarse a desmentirlo de una manera contundente . Aparte de esto , así como el rey acostumbraba a hacer caso omiso de las deliberaciones de los uagangas , éstos hacían oídos de mercader a lo que decían los reformadores , y así el resto de los súbditos ; en lo cual influía mucho también el hábito de oír a los loros charlar continuamente de asuntos que ni entendían ni les interesaban . No tuve dificultad para asistir , acompañado del vate Enchúa , a una reunión de los ensis , que se celebró en la mañana siguiente al día muntu , en las horas libres , después del almuerzo . La asamblea se reunió a campo raso , cerca de la catarata del Myera , y yo fui de los primeros concurrentes , cuyo número subiría a doscientos . Un siervo del rey , llamado Viami , el dormilón , se colocó de pie en el centro , mientras los demás nos sentábamos alrededor sobre la hierba . Era un hombre muy viejo , alto y enjuto , de ojos grandes y soñolientos , de voz cavernosa , flaquísimo de cuello y muy cargado de espaldas ; había sido el fundador de la facción cuarenta años antes , en el reinado del ardiente Moru , y gozaba de gran autoridad . Todos deseaban oír su parecer sobre los últimos acontecimientos , y él no defraudó las esperanzas de los oyentes , según deduje de lo que vino a afirmar en sustancia . El día esperado largos años por los hijos de Lopo está próximo , y Viaco , hijo del Moru , será el ejecutor de la justicia . Viaco , hijo del Moru , despojado de su dignidad y de sus riquezas por Quiganza , está cerca de la ciudad , seguida de numerosos ruandas , y anuncia a los ensis que si le conceden auxilio disolverá las ciudades , focos de servidumbre , y dispersará las gentes por todo el país . El verdadero Arimi se conserva , sepultado en la gruta del lago Unzu ; el nuevo Arimi es un hijo de Igana Nionyi , que se oculta bajo ese nombre para conocernos y saber si somos merecedores de la venida de los cabilis . Con asombro mío , pues sabía que figuraban en la asamblea los primeros pensadores del país , entre otros mi siervo y poeta familiar Enchúa , vi que cuando el dormilón Viami acabó de hablar , todos aceptaron sin réplica sus opiniones y comenzaron a disolverse cada cual en distinta dirección , como conejos que , habiendo acudido al centro del corral para roer el forraje diario , después que se acaba se van retirando a sus madrigueras . El dormilón Viami se quedó solo , se sentó , sacó un pequeño ruju , y con un estilete de pedernal untado de un jugo verdoso que se extrae de ciertas plantas , escribió el extracto de su discurso tal como yo lo he transcrito . Luego se marchó , y al entrar en la ciudad clavó en una de las puertas el pergamino ; así se hacía siempre para que el pueblo bajo , que leía u oía leer en tono declamatorio estos cartelitos , se los asimilara y poco a poco fortaleciera su pensamiento . Esta es la única forma , muy rudimentaria en verdad , que existía en Maya de la creación más admirable de nuestro tiempo , la prensa periódica . Cuando el fogoso Viaco , quizás distraído por un deber urgente , volvió al sitio donde había dejado el hipopótamo , y lo echó de menos , sin que , recorriendo por diversos puntos el bosque , pudiera encontrarlo , determinó , según supe por la bella Memé , regresar a Maya , adonde llegó a la caída de la tarde , poco antes de que cerraran las puertas de la ciudad . Al día siguiente , muy de mañana , acompañado de dos siervos , salió para dar una nueva batida en el bosque , y en esta faena le cogió la noticia de la reaparición de Arimi y del edicto del cabezudo Quiganza restituyendo a éste en su antiguo cargo . Entre Viaco y el rey mediaban graves disentimientos , porque , como hijo del ardiente Moru , el fogoso Viaco pretendía obtener del cabezudo Quiganza excesivas concesiones en riquezas y en dignidades . De aquí se originó la muerte del elocuente Arimi y la condena de su hermano Muana ; pero bien que , a pesar de los deseos del rey , el fogoso Viaco consiguiera ser Igana Iguru , cargo reservado siempre a los hijos o nietos de rey , la enemistad entre ambos subsistió , pues sus caracteres no congeniaban . El cabezudo Quiganza era hombre templado , pacífico y transigente , familiar y sencillo en sus hábitos y palabras ; el fogoso Viaco era , por el contrario , hombre de pasiones vehementes , altivo y emprendedor , liberal y ambicioso ; el vicio dominante en el uno era la gula , en el otro la lujuria . Sus retratos podían hacerse por medio de sus esposas favoritas : la del rey , Mcazi , mujer obesa , engrosada , cebada ; la de Viaco , Memé , sensible como un laúd y ágil como una pantera . Convencido o sin convencer , que esto jamás llegué a averiguarlo , el cabezudo Quiganza aceptó el hecho de mi resurrección como un medio para aniquilar a su pariente sin cometer injusticia , estando como estaba consignado en la ley el precepto de la restitución . El fogoso Viaco , persuadido de la impostura del nuevo Arimi , pues el cadáver del verdadero permanecía donde él lo sepultó , pudo creer que todo aquello era una farsa consentida por el rey e inspirada por el listísimo Sungo , hombre de invención fértil y deseoso de vengar a su padre . La muerte de éste había tenido lugar del siguiente modo : una hermana del ardiente Moru , muy hermosa , la celestial Cubé , había sido la primera favorita de Arimi y madre del primogénito Sungo ; a Cubé siguió Niezi , y a Niezi Memé . Para congraciarse con el díscolo Viaco , Arimi le entregó a Cubé , pues aunque eran tía y sobrino , la ley no prohibía este género de enlace ; las prohibiciones son entre los ascendientes y descendientes y los hermanos de doble vínculo . Cubé fue devuelta bajo pretexto de esterilidad , y la misma noche de su reingreso en la casa de Arimi , facilitó la entrada a Viaco para que asesinara al elocuente sacerdote . El cadáver fue sepultado muy hondo en el patio , junto al harén ; después se simuló la excursión a Mbúa y la muerte misteriosa en la ruta del Unzu ; se acusó a Muana , y Viaco quedó triunfante . Pero disuelta la casa de Arimi , Sungo continuó siendo el jefe de la familia en la nueva casa , y se llevó consigo a su madre , que antes de morir , siguiendo la costumbre nacional , le confesó el crimen para que lo vengara . En Maya , el afuiri prescribe al año , porque se supone que si el crimen ha permanecido oculto , es por disposición de Rubango ; pero los odios son inextinguibles , y el fogoso Viaco vivía apercibido contra la venganza , pronta o tardía , del listísimo Sungo . Así , pues , no soñó en parar de frente el golpe que se le asestaba , y a lo sumo intentaría asesinarme , si es que la alarma de la bella Memé la noche de mi llegada tuvo fundamento ; ni menos pensó en someterse a sus enemigos . Su primera determinación fue refugiarse en Urimi , ciudad propicia a una rebelión , por haber sido privada de sus caminos . En Urimi comienzan los grandes bosques del Norte , y cerca se encuentra uno de los doce destacamentos de la frontera , mandado a la sazón por Quetabé , hermano de Viaco . El lugar elegido por éste no podía ser más a propósito para una tentativa sediciosa ; los habitantes de Urimi acogieron al fugitivo y se mostraron deseosos de defenderle ; Quetabé apoyó los planes de su hermano , y el grupo rebelde , compuesto de dos mil urimis y de doscientos ruandas , se preparó para atacar a Maya sin pérdida de tiempo , con esa rapidez asombrosa con que acometen los africanos las empresas más arduas . Entre Urimi y Maya están Cari , en el bosque , y Misúa , bella ciudad habitada por pastores ; los de Cari tomaron las armas por Viaco , y los de Misúa , donde establecieron el cuartel los insurrectos , fueron obligados a tomarlas también por la fuerza . Desde aquí enviaron emisarios a Maya , que está a dos horas de camino , para hacer prosélitos entre los ensis , seduciéndoles con promesas , y sin más tardanza vinieron sobre la ciudad , según lo había anunciado el dormilón Viami , cuando apenas el cabezudo Quiganza y sus fieles habían tenido tiempo para apercibirse a la resistencia . Sin embargo , se adoptaron prontas medidas : cerráronse las puertas de la ciudad ; pusiéronse en pie de guerra los cincuenta hombres de la guarnición ; armáronse todos los hombres útiles , libres y siervos , en número de tres mil , y Quiganza confió la dirección de la guerra al consejero y hábil estratégico , Menu , el de los grandes dientes , asesorado por ocho uagangas de los más peritos en el arte militar . Hechos los preparativos , abandonando la ciudad a las mujeres , salimos a campo abierto y marchamos contra el enemigo , que retrocedía en busca de un lugar ventajoso para hacer frente , y se detuvo , por fin , junto a una arboleda que está a la vista de Misúa . Entonces nosotros nos detuvimos también , y el dentudo Menu reunió su consejo para resolver el plan de ataque . Acordaron dividir las fuerzas en tres alas , que atacarían por distintos lados y se reunirían después por sus extremos , formando un circuito ( un triángulo era su idea ) donde quedaría encerrado el enemigo . En consonancia se hizo la distribución de las tropas , y compuestas las tres alas , comenzó el combate ; pero bien pronto notamos que nuestros cincuenta ruandas se pasaban al grupo de Quetabé y que casi toda el ala del centro , que debía llevar el peso de la batalla y estaba formada por siervos , se unía al grupo dirigido por el fogoso Viaco . De suerte que el ejército contrario , entrando por nuestro centro , separó las alas derecha e izquierda , las cuales , vista la imposibilidad de luchar con ventaja , se desbandaron y huyeron . Faltando tan lastimosamente los tres lados de nuestro ejército , el triángulo soñado por el dentudo Menu no pudo formarse , y los que presenciábamos la lucha desde lejos , huimos despavoridos hacia Maya ; los que pudimos escapar entramos en la ciudad , recogimos nuestras familias y nos refugiamos en la fiel Mbúa . Entre los refugiados estaban el príncipe Mujanda , tres hijos del rey , dos consejeros , Menu y Sungo , veinte uagangas y todas nuestras mujeres y nuestros hijos , así como la familia real . Antes que cerrara la noche llegaron más fugitivos , trayéndonos terribles nuevas : Viaco , había entrado en Maya y había sido proclamado rey ; Quiganza , hecho prisionero , después de presenciar la proclamación de Viaco , había sido decapitado , y su gran cabeza paseada por la ciudad como trofeo de la victoria . Al día siguiente partieron de la corte , para todas las ciudades del reino , correos , portadores de un edicto real en que se exigía la sumisión y se anunciaba el perdón de los partidarios de Quiganza que se presentaran en el plazo de diez días . Todos los habitantes de Maya volvieron a sus hogares , salvo quince que habían muerto en el campo de batalla , entre ellos el orejudo consejero Mato ; las ciudades del Norte se apresuraron a proclamar a Viaco , y sólo las del Sur se mostraban propicias por el rey legítimo , Mujanda . Pero la intervención mía evitó la guerra civil . Era fácil comprender que , por muy grandes que fueran los esfuerzos de las ciudades leales , sería imposible resistir el primer empuje de un ejército triunfante ; los destacamentos del Norte estaban de parte de Viaco , mientras nosotros no contábamos con los del Sur porque las poblaciones se negaban a llamarlos en nuestro auxilio temiendo ser víctimas de su rapacidad ; valía más ceder en los primeros momentos y esperar un cambio favorable . El peligro principal para Viaco era el mismo ejército que ahora le apoyaba , y que le impediría afirmar su poder . Gracias al influjo que yo ejercía sobre Mujanda , príncipe joven e inexperto , y yerno mío por añadidura , pude hacer imperar mis ideas , que todos aceptaron como buenas , no sé si porque comprendieran que la razón estaba de mi parte , o si a causa del temor que les inspiraba afrontar una lucha a muerte . La esposa favorita del cabezudo y desventurado Quiganza , la gorda Mcazi , era hija del reyezuelo de Viloqué , ciudad situada en el extremo Sudeste del país , en el interior de los bosques , y solicitó de su padre el favor de establecer allí nuestro oculto refugio mientras pasaban las horas de desgracia . El viejo Mcomu , llamado así por tener el dedo pulgar de la mano derecha extraordinariamente grande , nos concedió su apoyo , y entonces se hizo saber que Mujanda y sus fieles abandonaban el reino . Las ciudades del Sur reconocieron al usurpador Viaco , y el dentudo Menu y los uagangas que nos habían seguido se presentaron también a él . Sólo Mujanda y la familia real , y Sungo , enemigo de Viaco , y yo , con nuestras familias , partimos para el destierro confiados en la lealtad de Lisu , el de los espantados ojos , del veloz Nionyi , del valiente Ucucu y del viejo Mcomu , únicos reyezuelos que estaban en el secreto de nuestra resolución . De Mbúa pasamos a Ruzozi ; de Ruzozi a Boro , la ciudad de la " montaña " ; de Boro a Tondo , en medio de un bosque de árboles de este nombre , y de Tondo a Viloqué , la pequeña ciudad de los " bananos " , donde entramos de noche para no ser vistos de nadie . El camino de Ruzozi a Viloqué es muy penoso , y exige a hombres muy andadores cinco jornadas : dos a Boro , dos de Boro a Tondo , y una desde aquí a Viloqué , marchando a diez leguas por día ; pero nosotros tardamos veinte días y sufrimos grandes penalidades por la falta de provisiones y la torpeza de las mujeres , poco habituadas a caminar . El viejo Mcomu nos acogió con buena voluntad en su palacio , en cuyo interior había construido varios tembés para acomodarnos . No obstante , nuestra permanencia allí fue muy breve , porque el temor de que una denuncia nos perdiera , y el anuncio de la próxima venida de Viaco , nos obligó a buscar otro sitio más seguro en el centro del bosque , en un lugar que inspira gran terror a los naturales y adonde mis compañeros de destierro sólo se atrevieron a ir cuando les aseguré de la benevolencia de Rubango . Construimos una gran cabaña , cercándola con un vallado para defenderla de las fieras , y la dividimos en tres partes : la mitad para Mujanda y para su familia , compuesta de su madre , de su única mujer , Midyezi , la hija de Memé , y de la familia real , de la que él vino a ser jefe , y que se componía de cincuenta mujeres y veintidós hijos , tres de éstos varones mayores de edad . Una cuarta parte fue para Sungo , cuyas esposas eran ocho , y diez sus hijos . La otra cuarta parte para mí y para mis veintinueve mujeres y cinco hijos menores . Así vivimos diez meses de los frutos del bosque y de la caza , sufriendo las tristezas de la falta de sol y de la abundancia de lluvias y los males de una ruda aclimatación , en la que estuvimos todos a punto de perder la vida . El espanto que estos parajes producen a los de Viloqué se funda en mil leyendas fantásticas , de las que Rubango es el héroe ; pero lo que hay en ellas de positivo , es que toda esta parte del país está rodeada de lagunas , cuyas emanaciones producen fiebres pertinaces y disenterías de desenlace tan rápido como una invasión colérica . Merced a un sistema de sudoríficos y antiflogísticos inventado por mí los estragos no fueron muy sensibles , y sólo perecieron sesenta y ocho individuos de la colonia entre ciento treinta y siete ; las pérdidas más sensibles fueron la de la obesa Meazi , la de los hijos varones de Quiganza , de los que sólo se salvó el tercero , llamado por esta razón Asato , y la de las dos entrañables amigas Niezi y Nera , muertas en un mismo día . El fogoso Viaco , entretanto , visitaba el país en son de paz , y establecía por todas partes la organización ensi . Contra lo que yo esperaba , había sabido evitar los peligros del militarismo , enviando las tropas a sus cuarteles con buenas recompensas , y pretendía cimentar su poder con el apoyo de los hijos de Lopo . Esta fidelidad a un compromiso adquirido en horas de apuro , me pareció un error grave ; porque si una minoría descontenta puede en circunstancias críticas decidir de la suerte de una nación , no por esto será bastante fuerte para continuar imponiéndose en condiciones normales . Viaco había visto que en la batalla de Misúa la defección de los ensis había decidido en su favor la victoria , y creía que el apoyo de éstos le bastaba en tiempo de paz . El triunfo , sin embargo , era de los descontentos de Urimi , de los mismos que , satisfecho su rencor , se volverían contra él y contra el nuevo sistema . ¿ No era lógico que una ciudad ofendida porque se había visto privada de sus caminos , de sus medios de comunicación , se ofendiera más cuando se viese disgregada , cuando la incomunicación fuese , no ya de ciudad a ciudad , sino de familia a familia ? Pero el errar es propio de los hombres de Estado más conspicuos , y en estos errores se funda siempre la esperanza de los caídos . El error del cabezudo Quiganza consistió en no hacer caso de los hijos de Lopo , y el error del fogoso Viaco , consistirá en hacer caso de ellos . Se puso , pues , por obra la reforma territorial , con sólo dos limitaciones : la primera , no destruir de una vez las ciudades , por si en un caso de necesidad imprevista tenían alguna aplicación : la segunda , conservar la autoridad de los reyezuelos , para evitar los retrasos que acarrearía la acción de un solo rey sobre territorio tan dilatado . El rey , los reyezuelos y sus consejeros quedaban residiendo en las ciudades , y el resto de los súbditos , sin distinción ya entre libres y siervos , fue distribuido por el país , que Viaco tuvo el acierto , justo es decirlo , de repartir con suma equidad . Cada jefe de familia recibió un lote de tierra , proporcionado a sus necesidades y a su profesión . La cantidad fue igual para todos , pero variaban las circunstancias : los labradores y pastores recibían sus parcelas en tierras de labor o de pastos ; los pescadores , a las orillas del río para que pudieran pescar , y los cazadores , en los bosques para que pudieran cazar . A los industriales se les asignó toda la cuenca del Unzu y gran parte de los bosques , según que trabajaban en piedras y metales , y necesitaban estar en un punto céntrico , y en comunicación con el río , o en maderas , y necesitaban tener a mano la primera materia de su industria . Nosotros , en nuestro retiro , no dejábamos de estar al corriente de los sucesos , porque tres hijos de Sungo , tan diestros y astutos como su padre , recorrían el país como vendedores de pieles , y volvían de vez en cuando con noticias cada vez más desconsoladoras : por ninguna parte asomaba la revolución ; el reparto territorial se realizaba sin resistencias en el Norte y en el Sur , dirigido por Viaco y por las autoridades de cada localidad , y en tres meses la obra tocaba a su fin . Las antiguas ciudades habían sufrido algo , porque al construir las nuevas viviendas se aprovechaba bastante material de las antiguas : maderas , cañas , lienzos y pizarras . Yo me imaginaba el reino de Maya como una ciudad colosal : la arteria más importante era el río , donde pululaban los pescadores ; el corazón , el lago Unzu , donde hormigueaban los herreros y pizarreros ; los barrios , los ensis , en cada uno de los cuales se levantaba solitaria una quinta rústica ; las calles , los senderos que separaban los ensis ; las murallas , las grandes forestas que por el Norte y por el Sur la rodean , pobladas por hábiles carpinteros y por valientes cazadores ; las fortalezas , los cuarteles donde los ruandas vigilantes acampaban . Una de las últimas ciudades visitadas fue Viloqué , y cuando Viaco llegó ya estaba formado el plan de reparto . El viejo y honrado Mcomu permanecía en la ciudad con los tres uagangas consejeros , reservándose en las cercanías cuatro grandes lotes , cada uno con más de cinco mil árboles ; los jefes de familia , que eran cerca de doscientos , recibían por sorteo los suyos , que comprendían todo el distrito , exceptuado el paraje donde nosotros vivíamos , que fue abandonado a las furias de Rubango . Todo parecía augurar bien del nuevo sistema , y los primeros días el país vivió atareado en arreglar sus nuevas viviendas , antes que llegase la estación de las lluvias , la mazica ; los siervos , alegres de ver realizado su afán de libertad y de independencia , y deseosos de acrecentar sus bienes para aumentar el número de sus esposas , que son bienes mayores ; los hombres libres resignados con el cambio , porque candorosamente creían que así como se había cumplido , cuando parecía imposible , el ideal de los hijos de Lopo , se cumpliría también la última parte de su programa , la pronta venida de los cabilis . La única dificultad que surgió en los primeros momentos fue la de aplicar el reparto entre los pueblos de los bosques del Norte , donde era muy frecuente la poliandria , pues en caso de apuro los hombres acostumbraban a vender sus mujeres en Maya , mercado muy favorable , y se concertaban para vivir con una mujer sola , usufructuada por turnos regulares . Los mayas no se detienen nunca en el término medio , esto es , en la monogamia , y sólo son monógamos el tiempo necesario para adquirir más mujeres . Cuando comprenden que por su pobreza o por su invencible holgazanería no llegarán nunca a tener un harén , no se resignan a vivir siempre con una mujer , que les obliga a poner casa sin promesa de grandes beneficios ; así , pues , la venden y viven en los árboles o en una simple choza suficiente para meter el cuerpo por la noche , y se ponen de acuerdo con otros hombres que viven en condiciones parecidas para sostener una esposa , a la que cada cual mantiene el día de turno . Aparte de la manutención , la mujer tiene derecho a una cabaña y a un vestido cada año , y conserva la propiedad de los hijos comunes . Hay una ciudad , Rozica , donde la poliandria está muy generalizada , y en ella las mujeres y los hijos comunes son los más considerados , siendo una grave tacha pertenecer a un solo hombre o tener padre conocido . Viaco resolvió este problema disponiendo que en los casos de poliandria la mujer fuese considerada como núcleo de familia , y que se diese un ensi a cada mujer , juntamente con sus agregados . Esta solución no satisfizo a los varones , quienes se creyeron ofendidos en su dignidad ; porque debe notarse que la poliandria , que en Europa desprestigia a los hombres que la practican , en Maya los enaltece ; se considera como rasgo de noble desinterés contribuir al sostenimiento de una mujer libre , de la cual no se obtienen los beneficios que de la poligamia solían obtener muchos hombres industriosos . Un pequeño capital empleado con fortuna en mujeres laboriosas y prolíficas es una mina inagotable de bienes , explotada por hombres de manga ancha , que así resuelven el problema de enriquecerse sin trabajar . En vista del descontento , Viaco modificó su primer plan y dispuso que en los ensis ya asignados se hiciera una nueva división , señalando a cada hombre una parte , y otra en el centro , más pequeña , para la mujer . Esto fue del agrado de todos . Diez meses habían transcurrido desde la muerte del cabezudo Quiganza , y una paz octaviana parecía reinar en todo el país ; las noticias de los hijos de Sungo no nos daban ninguna esperanza , porque las que yo tenía , fundadas en el mal éxito seguro del sistema , se me volaron cuando supe que éste no existía ya . Al principio , el entusiasmo o el temor habían movido los ánimos a la obediencia ; pero bien pronto la razón recuperó su lugar . En Viloqué , por ejemplo , a los quince días de marcharse Viaco , cada familia estaba en su antigua casa de la ciudad , con aquiescencia del viejo Mcomu . Aunque el reparto había sido justo , ocurrió que algunos cazadores no pudieron tirar en dos semanas una sola pieza por no encontrarla en su distrito , mientras otros hacían su agosto sin moverse de sus cabañas . Y los más favorecidos fueron los ruandas de toda aquella parte , porque la caza empezó a correrse hacia la frontera para buscar refugio en el país vecino . Hubo algunos ensis donde las enfermedades se desataron con furia por estar próximos a las charcas corrompidas que a nosotros nos rodeaban . Sin previo acuerdo , impulsadas por el hambre y por la enfermedad , las familias perjudicadas regresaban a Viloqué dispuestas a morir antes que a abandonarlo ; luego las familias favorecidas siguieron el ejemplo , porque se les hacía dura la vida aislada en los bosques ; aun los siervos libertados encontraban preferible la tranquila servidumbre a la penosa libertad que les proporcionó el esfuerzo de sus más adelantados colegas , los de Maya . Lo mismo que en Viloqué ocurría en Tondo , en Boro , en Viyata , en Quetiba , en Upala , en todo el Sur , y era de suponer que ocurriese en el Norte . Y esta situación anómala , esta ficción legal , sostenida por los prudentes reyezuelos , y más que por los reyezuelos por la necesidad , venía a echar por tierra mis cálculos . Yo confiaba en los graves conflictos que inevitablemente habían de sobrevenir , y el régimen se disolvió con los pequeños ; yo esperaba como santo advenimiento el día de la cobranza del impuesto , porque era seguro que los mayas , no habituados a pagarlo y poco previsores para reservar una parte de sus productos durante tres meses , se rebelarían contra los reyezuelos y contra Viaco ; pero el día de la exacción llegó , y cada reyezuelo envió al rey o al cuartel militar de su región ( pues doce ciudades sostenían las cargas militares , y otras doce las cargas reales ) sus acostumbrados cargamentos de cereales , de frutas , de pescado seco o de pieles , reunidos en sus depósitos por las entregas diarias o temporales de sus súbditos , según el sistema antiguo de contribuciones . Esto evitaba males al país , pero perpetuaba nuestras miserias ; y sólo mis éxitos de curandero me salvaron en estos días terribles , en que mis profecías políticas se confirmaban al revés , y en que la colonia desterrada maldecía la hora en que yo impedí el levantamiento del Sur y los azares de una guerra , que la imaginación , favorable siempre a lo pasado , pintaba con bellos colores , sembraba de numerosas victorias y coronaba con un triunfo final . De este profundo abatimiento pasamos a la alegría súbita . Un hijo de Sungo nos trajo la nueva , recogida en Mbúa , de la muerte violenta de Viaco . Una revolución había estallado en Maya contra el usurpador , y la ciudad era presa del incendio . Poco después , un correo de Ruzozi se presentaba al viejo Mcomu y le entregaba un aviso del veloz Nionyi , llamándonos a toda prisa . Mujanda había sido proclamado en Maya , en Mbúa , en Ancu-Myera y en Ruzozi . Inmediatamente lo fue en Viloqué y partió llevándome en su compañía y quedando Sungo encargado de dirigir el resto de la caravana hasta que nos reuniéramos en Mbúa . El viaje de regreso fue más rápido y más cómodo que el de venida , porque las ciudades del paso se apresuraron a entregarnos las caballerías y provisiones que fueron menester . Mujanda quería marchar directamente a la corte , temeroso de que la presa se le escapara ; pero mis consejos , ahora en auge , le convencieron de que era conveniente retrasarnos para que las primeras determinaciones que habría que tomar , y que no serían nada suaves , las tomasen nuestros partidarios , y sobre ellos recayera toda la odiosidad . El arte de un príncipe consiste en hacer el bien personalmente , y el mal por segunda mano , con lo cual los aplausos recaen sobre él , y las maldiciones sobre sus agentes ; así se consolidan las instituciones , pues el hombre no es como el perro , que lame la mano que le castiga y la que le halaga , y reconoce la razón de los golpes y de las caricias ; el hombre odia más al que le hace mal que al que le hace bien , y de aquí la necesidad de un hábil juego de manos . Enviamos , pues , a la corte , desde Ruzozi , una orden para que el dentudo Menu , que se anunciaba como jefe de nuestro bando , tomase medidas a su arbitrio para restablecer el orden , y entretanto hicimos varias visitas a las ciudades del Sur . Al pasar habíamos visitado Tondo , cuyo reyezuelo , Ndjúdju , forzudo como un " elefante " , nos ofreció cuatro de sus hijas , y Boro , situada en lo alto de una montaña , la única del país donde , según la tradición , había sido edificado el gran enju Monyo , el reyezuelo de nariz larga y afilada como un " cuchillo " , nos acogió como mejor pudo , nos cambió nuestras cebras por búfalos domesticados , y nos hizo donativo de dos siervos . Desde Ruzozi fuimos a Ancu-Myera , donde el recibimiento fue delirante , y aquí aparejamos varias canoas para seguir por la vía fluvial . Tocamos brevemente en Mbúa y pernoctamos en Upala , después de hacer un difícil transbordo en la catarata del Myera para ir al día siguiente , por tierra , a Quetiba y Viyata . Este viaje nos llevó tres días , pero los reyezuelos Niama y Viaculia nos resarcieron ampliamente del sacrificio de tiempo con regalos de gran estima : Niama , el gordo , el " carnoso " , nos dio cuatro mujeres de su harén y dos siervos , y Viaculia , el " glotón " , una punta de cincuenta cabezas de ganado cabrío . Tanto en una como en otra ciudad me llamó la atención el extraordinario cultivo de la patata ; Viyata debe su nombre a este producto , y Quetiba , nombrada así porque está construida sobre dos bancales cortados por una albarrada en forma de escalón , y desde lejos parece una " silla " , no le va en zaga en cuanto a la producción del tubérculo . Desde Viyata , última ciudad del interior , regresamos por otro camino a Upala , para continuar río abajo hasta Arimu y Nera ; pero el aviso de la llegada de Sungo a Ruzozi más pronto de lo que nosotros creíamos , nos hizo dejarlo para más tarde , y nos despedimos del reyezuelo Churuqui , encargándole del reenvío de las canoas ; formamos una caravana con las mujeres , siervos y ganados recibidos y los que añadió el reyezuelo de Upala , y emprendimos la vuelta por el Unzu . Por el inteligente Churuqui tuve la primera noticia de que en el país maya se celebraban , en ciertas épocas del año , carreras de hombres , especie de juegos olímpicos rudimentarios ; Churuqui , el gran " corredor " , había triunfado en diez carreras seguidas , y tenía en su palacio un pequeño museo de armas ganadas como premio y de sandalias que le habían servido el día de una victoria . El lago Unzu , que acaso sea el Onzo u Ozo de los árabes , es una dilatación del Myera . En los tiempos prehistóricos no debió existir ni la catarata ni el lago , y el lecho del río sería más hondo y más inclinado ; pero sea que la vigorosa vegetación de las márgenes del río levantara el suelo de éste , sea que los árboles derribados por los huracanes formaran , con el detritus acarreado por la corriente , una presa natural o muro de contención , las aguas se fueron embalsando , y se produjo , al mismo tiempo que la catarata , el desbordamiento por la margen izquierda y el estancamiento de las aguas en la región baja del Sur , que es hoy la cuenca del Unzu . En toda ella la vegetación es tan intensa que no permite el paso , y para penetrar hay que seguir la vía abierta cerca de Mbúa , que los pescadores y cazadores cuidan de conservar expedita . Nosotros bordeamos el bosque , dejando el lago a la izquierda , y llegamos a Mbúa a la hora del afuiri . Aquí nos esperaban ya nuestras familias , deseosas de vernos , y se organizó la última expedición hacia la corte , donde la presencia del rey se hacía necesaria . El dentudo Menu , para congraciarse con Mujanda , había ordenado decapitar cincuenta personas cada día de su mando , y no habiendo ya más siervos , se temía que comenzase con los hombres libres . Desde la catarata del Myera hasta la ciudad , todos los árboles del camino estaban cuajados de cadáveres , expuestos para festejar nuestra llegada ; hubo danza de uagangas y entusiasmos sin límites cuando , antes de darla por terminada el rey , por consejo mío anunció que suspendía las ejecuciones ; y por fin nos pudimos retirar a nuestras moradas , en las que Menu había cuidado de reparar los grandes estragos del tiempo y del incendio . Nuestra primera reunión familiar fue mezclada de tristezas y alegrías ; ocho de mis mujeres , entre ellas Niezi y Nera , y mis cinco hijos accesivos , habían muerto en el destierro de Viloqué ; mis tres siervos habían sido decapitados , y de sus mujeres , sólo una , la de Enchúa , se me presentó con sus seis pequeñuelos . A esta pobre viuda la desposé aquella misma noche con un siervo del corredor Churuqui , único presente que acepté de Mujanda , a quien , para halagarle , permití que se quedara con todos los regalos que nos habían hecho . En cambio , tenía la satisfacción de ver tres verdaderos hijos míos , habidos de la esbelta Memé , de la sensual Canúa y de la flaca Quimé , la hábil tocadora de laúd , que , a pesar de su extremada delgadez , había llegado a ser una , quizás la primera , de mis esposas favoritas . Grande era mi deseo de conocer el origen y el desarrollo de esta revolución , que cada persona relataba a su manera , quedando sólo como testigos irrecusables los cadáveres y las ruinas . Yo recogí diferentes versiones , y con todas ellas pude reconstruir de una manera bastante aproximada el cuadro de los acontecimientos . Mientras las localidades del Norte , como las del Sur , burlando la autoridad de Viaco , volvían a su antiguo régimen , en Maya se llevó la reforma a punta de lanza . El fogoso Viaco no quiso ceder , ni aunque quisiera podría hacerlo , porque el partido ensi , que en las regiones era sólo nominal e imitativo , en la corte era vigoroso y se había exaltado con su triunfo . Al mismo tiempo las dificultades del sistema eran menores , porque el distrito de Maya es el más rico del país , y todos los colonos tuvieron tierra sobrada para sus necesidades ; sólo hubo quejas de parte de los que recibieron sus lotes alejados de la capital , o de los que no teniendo riqueza adquirida para esperar la nueva cosecha , tenían que solicitar anticipos a interés usurario . De otra parte soplaron los vientos de tempestad . La nueva organización se oponía al día muntu , pues si legalmente no había sido éste suprimido , y las ceremonias podían celebrarse en los nuevos ensis , lo característico de la fiesta , la congregación de hombres y mujeres , desaparecía . Aparte de esto , surgió otro peligro gravísimo : los siervos eran enemigos del afuiri porque casi siempre los sacrificios recaían sobre los de su clase ; los hombres libres creían que un día muntu era incompleto si no había sacrificio jurídico , y afirmaban con la historia en la mano que jamás se había celebrado sin él una fiesta religiosa en el país . Por grande que sea la moralidad de una población , nunca transcurre un mes lunar sin que se cometan varios crímenes , y así se comprende que sin visos de crueldad se sostuviera el cruento afuiri ; pero el sistema ensi , a la vez que dificultaba la comisión de delitos , supuesto que cada cual se mantuviera en su propia casa , exigía por lo menos un reo mensual para cada demarcación , so pena de quebrantar las tradiciones . Con temor debió saber el fogoso Viaco que en el primer día muntu de su gobierno cuatrocientas víctimas habían sido sacrificadas , y que se continuaría haciendo esto mismo en lo sucesivo en virtud de las facultades omnímodas de los jefes territoriales . A este paso , bien pronto se le acababan los súbditos , y con ellos las ventajas que le proporcionaban . Diose , pues , un edicto restableciendo el día muntu en su forma antigua , y nombrando Igana Iguru al dormilón Viami ; y la solemnidad próxima tuvo lugar en la colina del Myera , en el templo de Igana Nionyi . Las dificultades , sin embargo , aumentaron : mientras unos residían cerca de Maya , otros necesitaban cuatro horas de camino para llegar a la colina , y cuando llegaban se sentían fatigados y poco dispuestos a divertirse ; cuando se vivía en Maya , se cerraban las puertas de la ciudad y todo quedaba seguro ; pero viviendo en el campo , unos venían a la colina , y otros , los incrédulos , se quedaban en sus casas , y aprovechaban el tiempo para saquear las del vecino . Un nuevo edicto declaró obligatoria la asistencia a las ceremonias religiosas , sin adelantar más , porque el recuento era imposible , y los autores de los robos descargaban la culpa sobre los habitantes de los distritos próximos . De esta suerte , los jefes tuvieron que resolver que cada día muntu quedara en los ensis una parte de la familia encargada de la vigilancia ; y sin quererlo , pusieron la chispa que produjo la explosión . Si los hombres se habían resignado a sufrir , esperando , bien que con progresiva desconfianza , la venida de los cabilis , de la cual yo era el anuncio , las mujeres estaban preparando sordamente la obra de liberación . No podían consentir que del único día libre de cada mes se les robase , primero las horas del viaje de ida y vuelta , y luego el día de vigilancia , siquiera fuese uno de cada seis ; excitaron las pasiones de sus esposos y de sus padres , tomando como blanco al dormilón Viami , al que consideraban indigno de ser Igana Iguru y al que atribuían todos los males : los robos , los adulterios , las muertes , obra de Rubango , irritado por la condición servil de su ministro . Llegó el décimo muntu del cómputo revolucionario y la hora del ucuezi . Viami se adelantó , descorrió las cortinas del templete , desató la cuerda y la dejó correr ; a los primeros tirones , el gallo ¡ cosa nunca vista ! agitó las alas ( sin duda porque no estaba bien muerto ) . Toda la concurrencia profirió en maldiciones contra el pobre ex-siervo , y mientras los hombres se esforzaban por descubrir el misterio que haber pudiera en el estremecimiento del gallo , y veían en él una señal de la indignación de Igana Nionyi , las mujeres , con instinto más certero , se arrojaron sobre Viaco , y una de ellas , llamada Rubuca , le cortó la cabeza con un cuchillo . Esta Rubuca " la tejedora " , era la etíope , la esposa del desgraciado y orejudo Mato , muerto en Misúa , confiscada por el rey usurpador y agregada después a su harén . Todos presintieron la matanza y se agruparon para defenderse ; los antiguos siervos a un lado , dirigidos por el dormilón Viami , se apercibían para sostener la lucha , y junto al cadáver , el dentudo Menu proclamaba al príncipe Mujanda , mientras la familia real lloraba y gesticulaba según las costumbres del país , al mismo tiempo que reconocía como señor al nuevo rey para asegurar la vida y la manutención . Menu , en nombre del rey legítimo , acordó suprimir aquel día las ceremonias religiosas , y dedicar el tiempo al traslado de los hogares a la ciudad , por turnos designados a la suerte . La falta de armas impidió por el momento la lucha ; pero los siervos tuvieron una idea que creyeron salvadora . Trataron de deshacer el error cometido al conservar la ciudad , de la que ahora se aprovechaban los enemigos , y se dirigieron a Maya , sembrando por todas partes la destrucción y el incendio ; el dentudo Menu , con buen golpe de hombres y de mujeres , los persiguió y los obligó a huir ; mas , por desgracia , no había otra agua que la del río , que está lejos , y no fue posible atajar el incendio , que destruyó media población . Sin embargo , destruida hasta los cimientos , hubiera reaparecido nuevamente ; porque no era la ciudad material lo que atraía , sino la ciudad espiritual , la vida antigua en mal hora interrumpida por los quiméricos reformadores . En los diez días del gobierno provisional del dentudo Menu , la traslación se fue realizando ; las sendas de todo el distrito de Maya eran largos hormigueros de mujeres afanosas , que ya iban ligeras a los ensis , ya volvían cargadas con vestidos , pieles , telas , jaulas de pájaros , taburetes y demás menudencias de su uso ; los muchachos guiaban el ganado a los nuevos establos ; cebúes y cebras acarreaban las provisiones y materiales de construcción ; y dentro de la ciudad , los hombres , convertidos en albañiles y carpinteros , construían casas nuevas y restauraban las deterioradas . Mientras tanto , Menu perseguía a los incendiarios , ordenaba a los reyezuelos vecinos la entrega de los que cogiesen , y todas las tardes , después de concluidos los trabajos , hacía enfrente del palacio del rey una ejemplar hecatombe . Al amanecer del día siguiente al de nuestra llegada me dirigí al palacio real y me encerré a solas con Mujanda , para acordar con él lo que debía hacerse en tan críticos momentos ; algunos incendiarios se habían refugiado en las fronteras del Norte , y los jefes militares se negaban a entregarlos ; Menu sabía que en tiempo de Viaco muchas ciudades occidentales se habían resistido a enviar los impuestos ; por todas partes la indisciplina asomaba la cabeza , porque , viendo que el rey toleraba el abandono de un régimen que él mismo había personalmente implantado , le creyeron impotente para reprimir otros abusos ; muchos reyezuelos soñaban con declararse independientes , y cada general aspiraba a ser el amo del país . Esto no nacía sólo del reparto territorial , que apenas había dado sus frutos , sino de la debilidad del fogoso Viaco ; toda la energía del organizador se convirtió en flojedad en el gobernante ; el que había resistido un año de fatigas en la guerra , no soportó una semana de deleites en la paz ; los artículos asignados al pago de los funcionarios fueron invertidos en la compra de mujeres , y las horas que debía consagrar al gobierno las dedicaba a satisfacer sin medida sus sensuales pasiones . Urgía , pues , remediar pronto estos males , y así se lo hice presente a mi yerno ; pero éste , que por una extraña coincidencia aprovechada por los vates caseros , se llamaba " Buen Camino " ( que esto significa la palabra mujanda ) , no quería comprenderme . Era un hombre de la misma madera que Viaco , y con gran sentimiento mío supe que hasta entonces no se había preocupado lo más mínimo por la suerte del reino , cuando yo , sin otro interés que él puramente humanitario , me había pasado las horas en vela cavilando sobre la situación y revolviendo en mi mente toda la historia de la humanidad en busca de las triquiñuelas más sencillas y más seguras para restaurar la monarquía legítima , las fuentes de la riqueza y las sabias tradiciones nacionales . La falta capital de los gobernantes mayas es la pobreza de memoria . Viven al día porque , careciendo del hábito de la abstracción , no ven más que lo visible , y no pueden abarcar las series de hechos históricos para comprender en qué punto se hallan y qué dirección es la más segura . Sus recuerdos son exclusivamente pasionales : una ofensa se les graba con tenacidad , y subsiste durante veinte generaciones ; una enseñanza les hace tan poca mella como el son de los roncos bordones del laúd , que apenas llegan al oído . Después de diez meses de privaciones , Mujanda despertaba en su gran palacio , se veía rodeado de doscientas mujeres y cincuenta siervos , y halagado por las adulaciones de las personas distinguidas y por las aclamaciones de la plebe ; nada tan difícil como hacerle comprender que el camino del destierro seguía donde antes estaba ; que aquellas mujeres podían pasar legalmente , en veinticuatro horas , de sus manos a las de un usurpador ; que aquellos siervos podían imitar , en caso de apuro , la bochornosa conducta del ala central de nuestro ejército en la batalla de Misúa ; que aquellos aduladores habían adulado antes que a él al cabezudo Quiganza y al fogoso Viaco ; que aquellos aclamadores habían aclamado cuando proclamaron a Quiganza y cuando le cortaron la cabeza ; cuando Viaco triunfó y cuando fue asesinado ; cuando Menu degollaba y cuando se suspendió la degollación . Yo , que sabía por la historia que los príncipes amamantados en las enseñanzas de la adversidad , cuando llegan a restaurar el trono de sus ascendientes suelen ser los más ciegos , los más sordos y los más disolutos , no intenté variar el orden de la sabía naturaleza y me abstuve de dar consejos . Únicamente solicité algunas facultades para trabajar por mi cuenta , y en este punto hay que honrar a Mujanda con el título de modelo sin par de reyes constitucionales . No sólo me concedió lo que yo deseaba , sino que me dio amplísimos poderes para hacer y deshacer a mi antojo , y hasta me hizo entrega de los rujus amarillos , donde se escriben los edictos reales . Estos rujus no los poseía nadie más que el rey , porque eran de preparación antigua , y ya no se sabía hacer en Maya la tintura con que se les daba su extraño color ; pero yo descubrí el procedimiento , que se reduce a extraer el jugo de las flores grandes y pajizas de la gayomba o de una planta muy parecida , que abunda en las orillas del Niyera , y a mezclarlo con sangre de conejo y aceite de palma . Este hallazgo fue trascendental , porque a la abundancia de rujus , y no a otra cosa , se debió la salvación del país . Varios peligros inmediatos amenazaban , y había que atacar de frente : la indisciplina de las tropas , la desobediencia de los reyezuelos y la inmoralidad pública . Una de las consecuencias inseparables de los períodos de agitación y de cambios políticos , lo mismo entre los negros que entre los blancos , es la desmoralización . Los que han visto a una autoridad caer hoy para levantarse mañana , pasar del destierro a los honores y de la pobreza a la abundancia ; los que han tenido que adular en poco tiempo a los desposeídos , a los usurpadores y a los restauradores , y acaso han obtenido triples beneficios , se acostumbran a considerar la vida como una danza continua de hombres y de cosas , pierden gran parte del temor a la ley , que confían no ha de cumplir el que gobierna por falta de tiempo , ni el que gobernará después por espíritu de oposición , y sienten un deseo violento de medrar , de aprovechar el momento oportuno para meter los brazos hasta los codos ( y los brazos de los mayas son extremadamente largos ) en la hacienda de la comunidad y aun de los particulares ; las tropas aspiran a despojar al país para cobrar de una vez la soldada que el gobierno les da en pequeñas raciones ; los reyezuelos quieren fundar cada uno su dinastía independiente y descargarla del vasallaje ; los consejeros , los uagangas , los pedagogos , husmean de dónde sopla el viento , para volver las espaldas al que manda hoy y ponerse del lado del que mandará mañana ; los ciudadanos se dedican a expoliarse mutuamente , confiados en hallar amparo presente o futuro para la conservación de los bienes de procedencia turbia . El estratégico de Misúa , el dentudo Menu , es un tipo característico de la época : con el cabezudo Quiganza fue consejero y se enriqueció ; con el fogoso Viaco fue consejero y dobló su fortuna ; muerto Viaco , fue jefe del partido de Mujanda , y se redondeó con los despojos de los siervos que hizo decapitar ; con el débil Mujanda continuó de consejero , y se dispuso a seguir acumulando , insaciable , cuanto cayera entre sus garras . En situación semejante no había más recurso eficaz que calmar los apetitos , y para esto faltaban los medios materiales . Entonces tuve yo una idea , que llamaré genial . Me encerré solo en mi habitación con el paquete de rujus amarillos , con varios pedazos de plomo , con un cuchillo y con un tarro de tinta verde , de la que se usa para escribir . En aquellos cuatro elementos estaba la regeneración nacional . Corté cuatro pedazos de plomo en placas redondas , que alisé por una de las caras , y grabé con la punta del cuchillo diversas figuras : una hermosa vaca , cuyas ubres llegaban al suelo ; una cabrita con cuernos muy retorcidos ; un cebú mocho , con su enorme giba en la cruz ; una cebra primorosamente listada . Luego unté los grabados con la tinta verde , y los estampé sobre las pieles , cuidando de aprovechar el espacio ; y cuando se secó la estampación , los recorté en redondo con el cuchillo y los fui colocando unos sobre otros en cuatro montones , para prensarlos y desarrugarlos . En el primer día hice cien estampitas , veinticinco de cada serie , y quedé satisfecho de mi obra , que , sin ser un prodigio de arte , debía parecerlo a quienes yo las destinaba . Faltábame ahora un detalle importante : lanzar este papel moneda a la circulación . Para ello redacté un edicto breve y claro , del que , por su importancia , doy aquí la copia : " A los hijos de Maya . - Un motivo de la furia de Rubango es la marcha de los animales por las sendas ; así veis que los destruye con los rayos del sol , con las aguas de los ríos , con los ataques de las fieras . En el reino de Rubango los ganados se conservan en las cuadras y en las colinas . Cuando Rubango quiere enviar vacas , envía pequeños rujus amarillos en los que su mirada crea vacas . Un ruju es una vaca , una cabra o lo que Rubango desea . Sus reyezuelos dan una vaca al que tiene un ruju con una vaca de Rubango . Arimi ha venido de las mansiones de Rubango y tiene la mirada de Rubango ; Arimi crea vacas y cabras y toda clase de ganados . Los reyezuelos de Maya harán como los de Rubango . - MUJANDA . " Después de leer este edicto , que hice circular por todo el país , los mayas debieron quedar sumidos en la mayor confusión ; la idea sin el hecho visible , es para ellos un arcano . Pero bien pronto llegó el hecho . Un pastor de la corte iba a Misúa a vender cinco cabras , y se presentó en el palacio real . Yo estaba allí ; le hice dejar las cinco cabras y le di en cambio cinco rujus , que él miraba con ojos de asombro . Marchose a Misúa , y el pacífico reyezuelo Mtata , muy adicto a Mujanda , de quien temía un fuerte castigo , a la vista de los rujus entregó al pastor cinco cabras , al parecer más gordas que las que en Maya quedaron . Este pastor fue el primer agente de propaganda . Bien pronto se comentó el hecho en la corte y en Misúa , y todo el mundo deseaba ver los milagrosos rujus , cuya fabricación proseguía yo sin descanso previendo los acontecimientos . En un mes se hicieron diez transacciones como la primera con distintas localidades , y ni uno de los rujus que salían fue devuelto al cambio , porque los reyezuelos , por regla general bien acomodados , encontraban preferible conservar aquellas figuras que parecían vivas , creadas en pergamino regio por la mirada de Rubango o de su ministro . No tardaron en llegar peticiones de rujus , mediante la entrega de ganados , que los establos de Mujanda eran pequeños para contener . La confianza se engendró en poco tiempo , y otro hecho palpable acabó de cimentarla . Lisu , el de los espantados ojos , reyezuelo de Mbúa , vino el día de costumbre a entregar el impuesto , y mientras los demás reyezuelos mandaban trigo o cabezas de ganado , él , por indicación mía , se limitó a contar cierto número de rujus . El pago fue válido , y además Mujanda , a la vista del pueblo , le obsequió con un bonito puñal . Esto puso el sello a la reputación de los rujus , y no hubo maya que no trabajase por alcanzar siquiera uno de cada clase , convencido de que en un ruju se poseía un amuleto de Rubango , y además , en caso preciso , un animal como el que se había entregado , en caso de que no fuera más gordo . Lejos de tropezar en el peligro que yo creí , tropezaba en el opuesto , en la exageración de la confianza , en el deseo de convertir todas las riquezas en papel . Esta exageración me proporcionó un conflicto con el imprevisor Mujanda , que , a gobernar a su gusto , hubiera liquidado en pocos días el reino . Él quería que jamás faltasen rujus dispuestos para el cambio , y se irritaba cuando alguien exigía la devolución del ganado . Así es que el día del pago de Lisu , habiéndole yo dado instrucciones para que recibiera los rujus e hiciera el regalo del puñalito , que era mío , se resistió a obedecerme . Él comprendía la primera parte de la operación , la de recoger el ganado ; pero no la segunda , la de entregarlo . ¿ Qué ventaja había en recibir , si después existía la obligación de devolver , si era necesario conservar tantas cabezas de ganado como rujus , expedidos , para darlas a sus dueños cuando éstos lo desearan ? Esto era un trabajo inútil . Pero entonces le expliqué yo cómo , si existía la seguridad de que en cualquier momento los establos reales poseían ganados para cambiar los rujus , la mayoría , sea por confianza , sea por el gusto de poseer las estampitas , sea por la comodidad para transportar sus bienes de un punto a otro sin molestar a Rubango , dejarían en paz los establos mientras no les precisara , y siempre tendríamos una gran cantidad de animales que no nos pertenecían . " Los rujus no multiplican el ganado , pero permiten que éste tenga dos dueños : uno , el que posee el ruju ; otro , el que posee el animal ; el que tiene un ruju con figura de vaca , es el dueño de una vaca ; pero la vaca la tenemos nosotros , disponemos de ella , nos bebemos la leche y nos quedamos con las crías . " Este último ejemplo fue el que iluminó al imbécil Mujanda ; su inteligencia era obscura , pero , una vez que atrapaba una idea , la percibía con gran penetración . Su aire de torpeza se desvaneció de improviso , y cuando el caso de la vaca le hizo comprender la parte jugosa del cambio de los rujus , estiró la boca hasta las orejas para reírse de una manera que , si en Maya hubiese diablos , podría llamarse diabólica . Gracias a mi ingenio y al candor de los súbditos de Mujanda bien pronto me hallé en disposición de resolver la crisis por que atravesaba el país , y de trabajar por la felicidad de aquellos hombres que , no obstante la diferencia de color , yo consideraba como mis hermanos . No eran tampoco mis móviles exclusivamente humanitarios , pues sentía una noble curiosidad científica , un vivo deseo de hacer ensayos y experimentos sobre esta nación , para deducir principios generales de arte político . En estas sociedades primitivas , los órganos están más desligados y las funciones se presentan de una manera más descarnada , permitiendo a un mediano observador descubrir ciertas leyes de carácter elemental , base de toda la estática y la dinámica políticas . Mis primeros esfuerzos se encaminaron a restablecer la disciplina militar de los destacamentos del Nordeste , que se habían negado a proclamar a Mujanda . Esta proclamación no tenía para ellos ningún interés , porque las raciones las recibían directamente de las ciudades próximas , y éstas no dejaban de entregarlas con puntualidad . Yo dispuse que todas las ciudades , sin distinción , pagaran el impuesto al rey , y que éste entregara de sus fondos las soldadas . Tal sistema hubiera sido muy penoso cuando los pagos se hacían en especies , y parecería además inútil enviar los cargamentos a la corte para reenviarlos desde la corte a la frontera ; pero con auxilio de los rujus era sencillísimo , y ofrecía la ventaja de permitir a los ruandas la compra diaria de sus provisiones . Sin embargo , la medida produjo gran descontento en las ciudades y en los cuarteles ; en las ciudades se temía que , si el rey se olvidaba de pagar a tiempo oportuno , se amotinaran las tropas y saquearan las haciendas particulares ; en los cuarteles se rechazaba esta intervención desusada de la autoridad real , y se manifestaba un desconocimiento absoluto del mecanismo de la compraventa . Hubo varias asonadas militares , y cinco destacamentos , el de Unya , el de Uquindu , el de Mpizi , el de Urimi y el de Viti , puestos de acuerdo y dirigidos por el jefe de este último , el guerrerazo Quizigué , de quien no había yo encontrado aún el medio de deshacerme , se declararon en abierta rebeldía e intentaron apoderarse de Maya . Las ciudades de la orilla izquierda del río nos enviaron refuerzos e iba a comenzar la guerra ; pero antes acudí a un hábil recurso , que hizo inútiles los procedimientos de fuerza y evitó la siempre dolorosa efusión de sangre . Publiqué , firmado por Mujanda , un edicto anunciando que si las tropas sublevadas volvían a sus cuarteles no sufrirían ningún castigo , y que en adelante se doblaría la ración a todo el ejército , pues ésta , y no otra , era la idea del rey al tomar a su cargo el abono de los salarios . La obediencia fue inmediata , y para mayor garantía y demostración de nuestras promesas se hizo una entrega anticipada . Este ejemplo decidió a los reyezuelos remisos en el cumplimiento de sus deberes a acatar al nuevo rey , quien para ganarles más la voluntad les perdonó los atrasos , y como término feliz de la pacificación acordó la condonación de un mes de impuesto a todas las ciudades . Siempre alabaré el patriotismo de todas las clases de este país , y el espíritu de sumisión de que dieron repetidos ejemplos en época tan azarosa . Bien es verdad que si de un modo rudo y grosero se hubiese exigido a cada uno de los ciudadanos la entrega de una parte de sus bienes , acaso la solución de la crisis se realizara más lenta y difícilmente ; pero en tal caso la responsabilidad sería del gobernante inhábil , que no había sabido revestir sus medidas de esa forma suave y poética que tanto agrada a la imaginación popular . Aun la conducta de las tropas , que parecerá un tanto interesada , la encontré digna de aplauso , porque revelaba un gran amor al orden y a la estabilidad . Hay organismos que aspiran a cambiar de postura con demasiada frecuencia , y que son un germen de continuos trastornos ; hay otros más sensatos , que sólo cambian para mejorar , y a ellos pertenece el ejército ruanda ; por esto no aceptaron la innovación en el sistema de pagos hasta que vieron que les producía algún beneficio . Este levantamiento militar , tan noblemente ahogado por sus mismos iniciadores , fue motivo de un suceso feliz , de un hecho que formará época en la historia nacional . Apenas quedaron libres las fronteras de los distritos de Urimi y Mpizi , comenzaron a invadir el país numerosas tribus de aspecto misérrimo , hambrientas , desnudas y fatigadas por largas marchas al través de los bosques . Los reyezuelos reclamaron auxilio para expulsarlas , y los sublevados se disponían a enviar fuerzas para destruirlas . Pero , realizada la sumisión de los rebeldes , yo me dirigí a los parajes invadidos so pretexto de combatir personalmente a los intrusos y con ánimo de entablar negociaciones . Procedían estas tribus de los bosques del Norte de Maya , y quizás algunas venían desde las forestas del alto Congo , y desde los bordes del Aruvimi , hostigadas por los tratantes árabes que dominan toda esa vasta región ; sus tipos eran muy diversos , pero la diferencia principal estaba entre dos , que representaban , sin ningún género de duda , dos razas muy distintas : una muy semejante a los puros indígenas mayas , habitantes del bosque , y otra de estatura más pequeña y de rasgos muy análogos a los de la raza acca , al Norte del Aruvimi . Sin embargo , los exploradores han exagerado estos rasgos , puesto que los accas no son ni con mucho , liliputienses ; su talla es como dos tercios de la de un hombre ordinario ; su color es moreno verdoso , como el de todas las tribus que viven a la sombra ; su inteligencia es viva , y su agilidad extraordinaria . Según me dio a entender uno de los jefes ( pues su idioma me era desconocido ) , venían en son de paz buscando refugio contra las persecuciones de unos hombres de tipo extraño que habían llegado por Oriente . Yo persuadí a Mujanda para que les permitiera establecerse y ya que nuestro reino era muy extenso , y el número de los invasores no tan grande que los hiciera temibles ; cuanto mayor fuera el número de sus súbditos , mayores serían sus ganancias , y en las ciudades nada tendrían que padecer por la vecindad de estas gentes pacíficas . Así , pues , fue acordado admitirlos , y yo , por mi parte , les anuncié que avisaran a sus congéneres que aún quedaban en el exterior antes que se cerrara la frontera . En menos de dos meses penetraron en el país más de sesenta mil personas , esto es , una cuarta parte de la población que yo calculaba en todo el reino . Esta gran masa humana fue distribuida en cinco grupos : uno formado por los accas , en número de diez mil , quedó cerca de Maya , sostenido a nuestras expensas ; de los cuatro restantes , de raza común , a los que el pueblo llamó uamyeras , " hombres del río " , uno se estableció al Norte , entre Viti y Mpizi , y los otros tres al Sur , entre Tondo y Nera , todos en el bosque . Según el convenio hecho , recibieron algunas provisiones y reyezuelos de nuestra nación ; los tres hijos mayores del listísimo Sungo , y el único hijo sobreviviente del cabezudo Quiganza , fueron favorecidos con estos cargos . Respecto de los accas , un plan más vasto había surgido en mi mente . Era para mí incuestionable que una restauración no podía ser perfecta mientras no se aceptase algo de lo que se había hecho durante el período de gobierno ilegítimo . Gobernar es transigir , y yo buscaba con afán las personas o el partido con quien pudiera acordarse una honrosa transacción . En la cuestión del reparto territorial no era posible transigir , porque los mismos reformadores habían tolerado que quedara sin efecto , y ahora , con la presencia de los nuevos colonos , la división sería más difícil , por no decir de todo punto irrealizable ; la cuestión religiosa era muy dada a conflictos , y además Viaco la había retrotraído a su antigua pureza , con aplauso general . Realmente , este extremo lo consideraba yo perfecto , y nada necesitado de mejoras ni de componendas ; una religión que afirma la existencia de un ser superior o supra terreno , fuente de bienes y de esperanzas , y de un ser inferior o subterráneo , fuente de males y de terrores , es una religión completa , especialmente si cuenta , como la de los mayas , con ritos externos , que proporcionan de vez en cuando alguna expansión a los espíritus y algún reposo a los cuerpos . Por tanto , no quedaban más que dos puntos de transacción . El primero , reconocer que Urimi , la ciudad sin caminos , había tenido algún fundamento para asociarse a Viaco y permitir , como así se hizo , que continuara usando las sendas abiertas sin autorización , cuando el régimen ensi fue abandonado . El segundo , y más importante , conceder la libertad a los siervos . La mayoría de éstos había entrado de nuevo en la servidumbre con aparente satisfacción ; mas era de temer que bajo esta falsa apariencia se ocultase un juego peligroso . Los destacamentos sublevados entregaron al hacer la paz cinco siervos incendiarios , entre los cuales se contaba el dormilón Viami , únicos que habían podido escapar a la furia del dentudo Menu . Estos cinco siervos representaban , a mi juicio , una minoría vencida , siempre digna de respeto , y con ella me entendí para hacer la tan deseada transacción . Se acordó que los cinco siervos , con sus familias , fundasen una nueva ciudad , que llevaría el nombre de Lopo , entre Unya y Maya , en la orilla derecha del Myera . Estos siervos , y los que se fueren agregando , recibirían como presente una familia acca , y los dueños de los siervos que reclamaran su libertad recibirían igualmente dos familias enanas . De esta manera se abría una puerta para que la liberación se fuese poco a poco realizando , sin perjuicio de nadie , hasta llegar a la completa abolición de una costumbre ofensiva para el decoro del hombre . En cuanto a los enanos , su interés manifiesto estaba en no morir de hambre , y se conformarían con la servidumbre hallándose en un país de hombres más altos , más fuertes y mayores en número , y desconociendo la lengua que se les hablaba . Un año tardé en invertirlos a todos : a cada reyezuelo le fueron enviadas cincuenta parejas , y a los que gobernaban ciudades a cielo descubierto , cincuenta más para los trabajos agrícolas ; y era tal la fecundidad de las mujercillas accas , que en cinco años se había duplicado el número de los nuevos siervos . Yo tomé a mi servicio cuatro reyes y cuatro reinas , y en ese período de tiempo aumentaron su familia con veinticuatro príncipes . Entretanto , los uamyeras se propagaban también muy rápidamente y fundaban cuatro grandes ciudades , que se llamaron : la del Norte , Bangola , y las del Sur , Bacuru , Matusi y Muvu . La ciudad libre de Lopo se desarrolló con más lentitud , porque los antiguos siervos no llevaban de ordinario más que una esposa ; casi todos se proveyeron de mujeres enanas para acrecentar su familia , pero el cruce de razas no fue muy feliz . La fundación de esta ciudad proporcionó a Mujanda una inesperada ventaja , pues , aparte de la no pequeña de separar de Maya y de otras ciudades elementos perturbadores , los libertos nos descargaron del peso del dentudo Menu . Éste , creyendo que en Lopo podría continuar explotando a los siervos , que afluían en gran número , más que por su voluntad porque sus dueños los despedían para recibir en cambio las dos familias enanas ofrecidas , solicitó ser nombrado reyezuelo , y a los pocos días de su llegada fue asesinado , no se supo por quién , a la puerta de su palacio . El listísimo Sungo fue a sustituirle y a restablecer el orden ; y Mujanda , nada torpe en esta ocasión , confiscó en provecho propio las grandes riquezas de Menu , sin exclusión de su familia . Aún no había cumplido el nuevo rey un precepto tradicional en este país , la visita a todas las ciudades y cuarteles del reino , después que ha tenido lugar la proclamación y el recibimiento en la corte . Mujanda estaba deseoso de cumplir este grato deber ; porque , insaciable de riquezas , soñaba con los regalos que recogería en su excursión ; el pueblo pedía con insistencia que la visita se realizara , porque existe la superstición de que el súbdito que muere sin ver a su rey es muy mal recibido en las mansiones de Rubango . A esto se agregaba el miedo de que el mal recibimiento fuese todavía peor por haber aceptado un rey ilegítimo . Muchos se vanagloriaban de no haber visto a Viaco , y algunos decían verdad : los que conservan la pureza de las tradiciones son en este país tan exagerados en materia de legitimidad real , que la presencia sola de un rey usurpador les turba y les hace llorar ; mientras que la contemplación de un rey legítimo les inunda de placer y les hace llorar asimismo , pero de alegría . Después de muchas prórrogas , fundadas en mis planes secretos , aconsejé por fin a Mujanda que hiciera la visita , quedándome yo en la corte al frente del gobierno y dándole instrucciones precisas sobre lo que debía hacer . A cada reyezuelo que le hiciera algún regalo , debería entregarle cinco rujus ; a cada destacamento militar , una soldada extraordinaria , a cada consejero , un ruju ; a los pueblos les perdonaría seis entregas en especie , de las que hacen a diario a las autoridades . Era preciso hacer ver que con ningún rey se obtendrían tantos beneficios como con Mujanda , y el medio demostrativo , afortunadamente no nos costaba gran cosa . Pero el punto culminante de este viaje no era tanto la entrega de los donativos , como la particularidad de éstos , nueva invención mía . Dos inconvenientes me había descubierto la experiencia en los rujus anteriores : uno , el valor excesivo de cada pedazo de piel , y otro , el más grave , la aglomeración del ganado en nuestra provincia , cuyos prados no bastaban ya para contenerlo , y menos para alimentarlo . No todos los distritos poseían ganados , y en éstos las transacciones eran imposibles , porque los mayas no habían caído en la cuenta de separar el valor figurado de los rujus de su valor equivalente en otras especies ; aunque una cabra valiese un onuato de trigo , no se había ideado el recurso de cambiar un ruju de cabra por un onuato . En los destacamentos militares cambiaban los rujus por ganado , y después , cuando era preciso , éste por otros artículos . De aquí mi idea de estampar nuevos rujus y de aprovechar el viaje del rey para lanzarlos , con éxito seguro , a la circulación . Pero tampoco pude pensar , ni por un momento , que los nuevos grabados representaran directamente las especies , porque , ni era posible figurar el trigo , el maíz o las habas , ni sustituir las figuras por inscripciones que no todos sabrían leer y que no tenían la fuerza artística sugestiva de la representación pictórica . Acudí , pues , a otro medio e hice tres troqueles en los que representé una mujer desnuda y obesa , cuyos pechos caían hasta las rodillas ; un hombre , portador de un carcaj , a la usanza de los guerreros , y un niño desnudo , sentado en el suelo , jugando con la tierra . El secreto de mi invención estaba en que , abolida la servidumbre de los indígenas , no había medio de utilizar estos rujus , sino cambiándolos por sus antiguos valores representativos ; una mujer valía por su precio dotal ( pues la mujer no se compró nunca como sierva ) , de tres a seis onuatos de trigo , que es la semilla más abundante y la que sirve de regulador ; un siervo , de dos a cuatro onuatos , y un niño , medio onuato , o sea una fanega de Avila . El éxito de mis nuevos rujus fue completo , y en adelante todas las especies , reguladas por el trigo , fueron objeto de compraventa , y la circulación fiduciaria llegó a representar la mitad de la riqueza del país , pues , aparte de la que estaba en continuo movimiento , había una gran cantidad destinada a usos fijos . No había casa regularmente acomodada que no tuviese como principal adorno en las habitaciones de reunión nocturna , a modo de galería de cuadros , una serie completa de rujus , de las siete clases de emisión , con preferencia los de mujer . Estas incipientes aficiones artísticas las exploté yo , variando los tipos femeninos hasta el número de ocho , pues sabía que cada nuevo tipo representaba una cantidad enorme de onuatos de trigo en los graneros reales . Los ricos , que antes enseñaban con orgullo sus montones de semillas , y sus manadas de vacas y de cabras , ahora introducían al visitante en su cámara familiar , y le enseñaban la colección de rujus colgados de las paredes . Así inmovilizaban gran parte de sus bienes , que pasaban a manos de Mujanda . Los rujus de mayor circulación eran los de figura de niño , utilizados para la mayor parte de los cambios . La prosperidad de la hacienda del rey y de la general , puesto que un rey rico distribuye entre sus súbditos , aun siendo tacaño , como Mujanda , más que pueda distribuir un rey pobre , no bastó , sin embargo , a aquietar los ánimos de una manera permanente , de donde saqué yo en claro una vez más , que la felicidad de un pueblo es cosa imposible de conseguir . Bien es cierto que las medidas adoptadas eran las primeras , las perentorias , y que aún conservaba yo preparadas para después otras de mayor transcendencia , que quizás alcanzarían lo que las primeras no habían alcanzado ; pero no era indicio tranquilizador que la recompensa inmediata de mis esfuerzos fuera la ingratitud y la enemistad de los que recibían de mí tantos beneficios . Todo el pueblo murmuraba en voz baja , acusándome de abusos y de robos , porque suponían , demostrando con ello ser capaces y aun estar deseosos de hacer lo que me imputaban , que , siendo yo el autor de los rujus , mi riqueza podía aumentarse a mi arbitrio ; los uagangas y pedagogos me acusaban de dilatar la provisión de los cargos de consejero , para ser solo en el torpe ánimo y en la floja voluntad de Mujanda , y este mismo llegó a sospechar que yo cambiaba rujus por mi cuenta y me enriquecía a expensas reales . No le bastaban los inmensos bienes acumulados por mi buen ingenio , sino que su ansia envidiosa se extendía , hasta los míos , que si , a decir verdad , algo y mucho habían crecido con mis trabajos de grabador , no eran suficientes para recompensar mi inteligencia y mis esfuerzos . Yo percibía , oído avizor , estos primeros leves rumores , y me apresuré a acallarlos con abundantes dádivas a los pobres , en la seguridad de que éstos , al menos , cederían mientras estuvieran ocupados en digerir mis donativos ; pero comprendí que allí hacía gran falta una reforma orgánica . El equilibrio político , indispensable para la buena marcha del gobierno , se había roto en beneficio del rey y de los siervos , y en daño de la clase media , y había que restablecerlo por cualquiera de los medios que se emplean para restablecer el equilibrio de una balanza : o quitando del platillo que tiene de más , o añadiendo al que tiene de menos , o partiendo la diferencia . Esto último , que era lo más justo , me pareció desde luego lo más impracticable y lo más expuesto a desatar las envidias y los odios . El sistema de aligerar el platillo más pesado , ofrecía , además de las resistencias naturales en quienes viesen disminuidos sus privilegios , otro peligro más grave : si los desequilibrios eran muy frecuentes , y hoy se quitaba de un lado y mañana del otro , siguiendo con constancia el mismo procedimiento sustractivo , no tardarían en quedar los dos platillos vacíos . No había , pues , otro recurso que el de nivelar , añadiendo donde fuera menester . Este último sistema no ofrecía más inconveniente que uno : aumentando sin cesar los privilegios , hoy a unos , mañana a otros , siempre para conservar el ansiado equilibrio , no tardaría en ser tan enorme el peso total que se tronchara el eje de la balanza gubernamental y todo viniera abajo . Pero como esta catástrofe , aunque posible , no sería inmediata , y acaso ocurriría cuando yo hubiese muerto , me decidí desde luego por el criterio aumentativo , y con arreglo a él me dispuse a redactar una Constitución . Seis meses duró la ausencia de Mujanda ; pues aunque el viaje hubiera podido terminarse en menos de la mitad de tiempo , el rey se complacía en prolongar sus visitas más de lo que conviniera a su alta dignidad . Los súbditos no se hartaban de ver a su legítimo soberano , y el soberano no se hartaba de vivir a costa de sus súbditos ; y el único atractivo que podía apresurar el regreso del rey a Maya , el amor de sus esposas , estaba neutralizado por otro de igual fuerza , porque los reyezuelos y próceres , conocedores de la afición de Mujanda al sexo femenino , le ofrecían la flor de sus harenes , deseando recoger en cambio algún vástago regio . En este punto , sin embargo , les defraudó su soberano , que en la corte y fuera de ella dio señales de que nunca tendría sucesión . Mientras tanto yo continuaba en Maya encargado del gobierno y dedicado a implantar algunas reformas menudas , preliminares de otras más importantes , cuya ejecución requería ciertos datos que el rey , por encargo mío , había de recoger en todas las localidades , y reunir en un acta confiada a la pericia de un pedagogo , que juntamente con cuatro uagangas formaba parte de la real comitiva . Sólo tuve que abandonar mi puesto dos veces para asistir a dos ceremonias jurídicas , una en Upala , con cuyo motivo volví a ver al corredor reyezuelo Churuqui , y otra en Lopo , la naciente ciudad creada por mi famosa transacción , donde el listísimo Sungo se veía y se deseaba para conservar el orden entre sus díscolos conciudadanos . Sólo la pesca en el río había podido librarles de morir de hambre , porque estos antiguos siervos manifestaban una invencible aversión al cultivo de la tierra , del que habían hecho cargo a sus siervos enanos ; pero los hombrecillos accas , unos solos , otros con sus familias , se habían fugado de Lopo y refugiado en la vecina ciudad de Bangola ; el reyezuelo Asato , el hijo del cabezudo Quiganza , les había concedido amparo y los había distribuido entre los uamyeras , sus súbditos , en calidad de siervos , sin que hasta el día uno solo hubiera vuelto a aparecer por su antigua morada . La causa de esta fuga eran , como ocurre de ordinario , las mujeres : los amos querían apropiarse las esposas de sus siervos ( que , aunque enanas , no dejaban de apetecérseles ) , y éstos , conformes en prestarlas a su señor , se negaban a cederlas por completo . Muchos amos , irritados por la resistencia , habían impuesto duros castigos , y en algún caso habían dado la muerte a los pobres accas , que , aterrorizados , escaparon como pudieron , mientras los criminales quedaban impunes , porque la ley no decía nada sobre estos hechos . La población estaba excitadísima contra los de Bangola , a quienes se consideraba como extranjeros y enemigos , y deseaba la muerte de una mujercita acca , muy joven y graciosa , acusada de haber asesinado , durante el sueño , a su señor para vengar la muerte de su marido . En la ley antigua se reconocía la legitimidad de la venganza personal entre gentes de igual condición ; por venganza , un hombre libre podía matar a un hombre libre , y un siervo a otro siervo . Si la condición era distinta el crimen no era legítimo , y el autor debía en castigo , si era hombre libre , libertar a toda la familia del muerto y pagar una multa al rey , y si era siervo , sufrir la última pena . El problema planteado era difícil , porque la opinión común negaba a los accas la dignidad personal ; y aunque para este caso se les consideró como personas , quedaba aún otro punto obscuro . Un siervo establecido en Lopo , libertado por su dueño sin cumplir las formalidades antiguas , ¿ era siervo como antes para los efectos de la ley penal , o gozaba de los privilegios del hombre libre ? Era clarísimo en el caso presente que la condición civil había variado , porque la transacción borró de hecho los antiguos procedimientos para manumitir , y que la enana debía sufrir la pena de los siervos , en cuyo lugar se encontraban los individuos de su especie . Yo condené a muerte a la intrépida heroína , mas para librarla hice saber que en la corte no había reos para el próximo afuiri y que deseaba llevármela . Estas transferencias de víctimas de unas ciudades a otras eran muy frecuentes , porque en ninguna se quería celebrar el día muntu sin derramamiento de sangre ; pero en el momento actual mi decisión produjo malísimo efecto , y la plebe se encargó de revocarla , amotinándose , apoderándose de la reo , y sacrificándola acto continuo . Yo regresé a Maya disgustado por estos procederes , y para castigarlos , de acuerdo con el listísimo Sungo , envié a los jefes de los destacamentos de Viti y de Unya orden de atacar a Lopo . Al mismo tiempo , para mi tranquilidad , encargué a Sungo que aprovechase la ocasión de matar a Quizigué , del que le dije temer un acto de rebeldía ; al frente del destacamento de Viti colocaríamos a Asato , el hijo de Quiganza , más aficionado a las armas que al gobierno ; Sungo pasaría a gobernar la gran ciudad de Bangola , populosa y fructífera , como Maya , y su hijo cuarto , deseoso de obtener algún cargo , quedaría de reyezuelo en Lopo . Tan extensa combinación se realizó en seis días ; Lopo quedó medio en ruinas , y Cané , el hijo de Sungo , encontró disminuidos sus súbditos en una mitad , pero más dóciles para someterse a sus mandatos . El gobierno interior de la casa real , a falta de hijos , corría a cargo de la madre de Mujanda , la sultana Mpizi , " la hiena " , llamada así porque su amor de madre era tan intenso que , habiéndosele muerto un hijo , le dio piadosa sepultura en su propio estómago . Como en Maya las atribuciones domésticas de un rey no están perfectamente deslindadas de las facultades públicas , tuve que entenderme , para evitar conflictos de jurisdicción , con el ama del palacio , y de aquí nacieron ciertas relaciones íntimas y censurables , no deseadas por mí , en verdad , que si fueron benéficas para la marcha de los negocios públicos , no dejaron de producir murmuraciones y críticas en todas las clases sociales . Desentendiéndome de ellas yo , continué mis trabajos de restauración , deseoso de contribuir , con cristiano desinterés , a la felicidad de los que tanta malquerencia me mostraban , y comencé por algunas reformas de carácter doméstico . Mi primera innovación fue en el lecho , que era muy incómodo ; se reducía a una tarima estrecha y alargada , puesta al ras del suelo de pizarra , más propia para quebrantar los huesos que para reposarlos . Construí para mi uso un catre de tijera , e hice rellenar de plumas dos colchones anchos y una almohada , y con estos elementos compuse un lecho blando y aseado sobre el cual se podía dormir beatíficamente . Mis esposas , ya por curiosidad , ya por deseo de agradarme , solicitaron tener camas como la mía , y yo , instruyendo a los veinte accas que tenía a mi servicio , cuyas facultades imitativas estaban muy desarrolladas , les hice construir catres para todas , en tanto que ellas mismas se cuidaban de hacer los colchones y las almohadas . En el primer día muntu que subsiguió la novedad se hizo pública , y en todas las familias entró el deseo de gozar del precioso invento . Yo no hice de él ningún misterio ; al contrario , deseaba que se generalizara y que conocieran las comodidades que producía , para que se mostraran mejor dispuestos a recibir las reformas que vendrían después . Mis esperanzas , sin embargo , no se realizaron por el momento , y conforme se extendía el uso del catre de tijera , se iba aumentando la malquerencia de mis conciudadanos ; porque , acostumbrados a dormir casi en el suelo , solían , cuando les molestaba el calor , rodarse instintivamente fuera del lecho y dormir sobre la fresca pizarra ; y cuando comenzaron a hacer uso del catre , todas las noches se caían de él , y muchos se hacían contusiones , de las que yo , sin culpa real , era el único responsable . Este mismo inconveniente lo habían sufrido mis mujeres , pero no se habían atrevido a quejarse , y yo lo remedié aconsejando el uso de ligaduras al pecho y a las piernas . Otra de las contras de mi innovación era su costo excesivo , que para las familias numerosas se elevaba a una fortuna , pues el precio de cada juego completo no bajaba de cinco rujus pequeños , o sea dos onuatos y medio de trigo . Por último , en las noches de calor , el lecho de plumas se les hacía insoportable , y más insoportable aún cuando los insectos , abundantes en estas latitudes , se conjuraron también contra mi reforma . El tiempo se encargó de desvanecer estos males ; las plumas fueron sustituidas por granzones majados , que antes se perdían en los rastrojos y que no costaban más que la molestia de recogerlos ; se empleó otra madera más dura , que resistía los ataques de los insectos ; en suma , el catre de tijera , con sus accesorios , se aclimató en el país , y los rudos cuerpos de sus habitantes creo que me lo agradecerán eternamente ; pero mi recompensa fue un largo período de impopularidad , de la que participó el dios Rubango , de cuyas mansiones decía yo , así a propósito de éste como de todos mis inventos , haber traído las nuevas ideas . Resuelto a seguir con tenacidad la obra emprendida , dedicaba todo el tiempo a preparar sorpresas , y no pasaba día muntu sin que mis mujeres , vehículo inconsciente de la regeneración de su patria , llevasen a la colina alguna nueva relación , que los indígenas , sin dejar de hablar contra mí , escuchaban con interés ; no había fiesta completa si faltaba la comidilla habitual , la última cosa que el Igana Iguru había pensado por inspiración de Rubango . Y no era lo menos interesante de estas escenas la forma de que se valían mis mujeres para explicarse , y el público para comprenderlas , siendo casi todas las novedades tan fuera de los usos y del vocabulario del país . Después del lecho siguieron la mesa y la silla . En el país sólo era conocido el taburete para sentarse , y para comer , el suelo ; de ordinario , los hombres comían de pie , y las mujeres sentadas , y en cuanto al uso de la vajilla , era muy limitado , porque los alimentos son por lo general secos y se sirven a la mano : pastas de trigo de maíz o de manioc , frutas , legumbres , huevos , pescado seco , y alguna vez tasajos de carne asada , son los platos ordinarios . El uso de las sillas y las mesas producía una verdadera revolución en las costumbres , y tuvo encarnizados partidarios y detractores ; en cuanto a la silla , la variación principal estaba en el respaldo , absolutamente desconocido en Maya , y la ventaja sobre el simple taburete era innegable . Las mujeres , que pasan el día sentadas , se declararon en mi favor ; pero los hombres estaban en contra porque su costumbre era sentarse en el bajo taburete o en el suelo , cruzar los brazos alrededor de las rodillas , y echar la cabeza sobre éstas para descansar o dormir . Tal postura les parecía más cómoda que permanecer tiesos sobre las nuevas sillas ; y en cuanto a retreparse no había que pensar en ello , porque se mareaban y aun se desvanecían mirando un poco tiempo hacía arriba . El principal motivo de la oposición estaba , sin embargo , en que , juntamente con la silla y la mesa , apareció la idea de aplicarlas a las comidas familiares . Yo había dispuesto , para no aburrirme a solas , que en el patio del harén se colocara una larga mesa , capaz para mis cincuenta mujeres , y que en torno de ella , todos sentados , hiciéramos las comidas en común . Los siervos se encargaban de entretener a los niños y del servicio de la mesa , y después quedaban libres para comer , a su vez , en el patio o en las galerías exteriores de la casa . Esto exigía dos interrupciones de la vida aislada , sostenida por la tradición ; pero no me pareció imprudente la reforma , porque , si antes se temía el contacto de las mujeres y los siervos , ahora que éstos eran , con ligeras excepciones , de la raza enana , no había peligro , dado el desprecio con que las mujeres los consideraban . Sin embargo , los indígenas habían conservado rutinariamente la idea de que entre hombres y mujeres no debe haber relación fuera del día muntu , y , aparte de esto , rechazaban el pensamiento de familiarizarse con sus esposas e hijos , de igualarse con ellos , comiendo todos los mismos alimentos , en la misma mesa y a la misma altura . La costumbre autorizaba al padre a comer mejor que los demás , y sólo los hijos mayores eran admitidos en su compañía ; las mujeres comían todas juntas , señoras y siervas , madres e hijas , por turnos rigurosos de elección , y los siervos después de su señor , con los jóvenes aún sometidos al cuidado de los pedagogos . Había , por tanto , tres comidas diferentes , según sexo , edad y categoría , y en sustitución de ellas implantaba yo dos , haciendo caso omiso del sexo y la edad . Las ventajas del nuevo sistema eran grandes : las comidas hechas en familia adquirían ciertos atractivos que no podían tener haciéndolas cada cual por separado ; se igualaba la condición de las mujeres y de los hijos a la del padre , y se instituían dos horas de reposo de las doce dedicadas al trabajo o a los pasatiempos . En el sistema antiguo la comida era un mero accidente , que no suspendía por completo las faenas ni proporcionaba ningún solaz . A pesar de todo esto , después de algunos días de boga , mi proyecto fracasó , arrastrando en su caída las mesas , sillas y demás accesorios del servicio que yo había ido agregando ; sólo contadas familias , entre ellas la mía y la del rey , conservaron en parte el nuevo uso , y muchos vendieron los muebles , que se convirtieron en objetos de adorno y de distinción , siendo así que yo los introduje con propósitos igualitarios . Todos mis buenos deseos se estrellaron contra la incapacidad de los mayas para educarse en el arte de comer , contra el orgullo de los jefes de familia y su errónea creencia de que sus mujeres y sus hijos no eran dignos de equiparárseles , contra la prevención que inspiraba el contacto con los siervos , fuesen o no fuesen enanos . Para ser completamente veraz , no omitiré que las mismas mujeres , que al principio se mostraron partidarias de la silla con respaldo , la rechazaron después y se negaron a comer en familia por conservar viejas preeminencias . Las favoritas , que eran las más influyentes , encontraban preferible comer a solas , tumbadas sobre una piel y eligiendo los alimentos , con tal que sus compañeras de menos prestigio comieran de las sobras y sentadas en sus taburetes o en el suelo . Para reconquistar las simpatías del sexo débil acudí a un invento que me desquitó con creces de la caída anterior y que adquirió en todo el país una rápida popularidad : las telas de colores . En Maya sólo eran conocidos , y muy imperfectamente , los colores rojo ( o más bien encarnado ) y verde ; el rojo se obtenía mojando las telas en sangre de búfalo , y el verde , restregando sobre ellas tallos y hojas de plantas jugosas que crecen en los bordes del río . No obstante lo sencillo de la manufactura , era difícil hallar bellas túnicas de color ; éste se daba antes de formar la prenda , cuando la tela está en tiras estrechas , como de media cuarta , a modo de pleitas formadas con fibras textiles del miombo y de algunos otros árboles , muy groseramente entretejidas ; de suerte que al unir estas tiras con un cabo entrecruzado , dándoles vueltas para formar un largo miriñaque ( forma primera de las túnicas , antes que el uso las arrugue y las aje ) , el color no quedaba compacto , sino muy mal distribuido , y más en las túnicas verdes que en las encarnadas . Yo recurrí al auxilio de punzones de caña , por el estilo de las almaradas que usan los talabarteros , y pude formar telas de gran ancho , de costuras poco perceptibles , y componer túnicas de hechura más fácil y airosa . Estas telas anchas eran sometidas a la estampación en una prensa de madera , compuesta de dos cilindros giratorios , uno de ellos seco , y el otro untado de diversas tinturas minerales y vegetales , en las que representé todos los colores del iris en sus matices más vivos y chillones . Primeramente hice telas de colores lisos y listados , y después , por medio de toscos grabados en la madera , saqué dibujos caprichosos a cuadros y a lunares , y algunos con cabezas representativas de toda la fauna del país . Mi flaca esposa Quimé tuvo una idea que a mí no se me había ocurrido : emplear estas telas en el adorno de los sombreros , los cuales , creo haber dicho ya , se componían sólo de cuatro hojas anchas y picudas , unidas en forma de pirámide . Como los hombres los usaban de igual forma que las mujeres , fuera de los que por su dignidad llevan en día de gala la diadema de plumas , estos adornos servirían para embellecer a la mujer , y al mismo tiempo para distinguirla del hombre . Hay que tener en cuenta que los mayas de ambos sexos visten del mismo modo , y que los hombres no tienen barba ni otras señales muy claras y visibles de su sexo , para comprender el afán con que los varones procuraban distinguirse de las hembras , ya por el tamaño del sombrero , que algunos agrandaban hasta convertirlo en quitasol o paraguas , ya por la forma de las sandalias , ya por la longitud de las túnicas . El signo más seguro del sexo fue hasta entonces el cinturón , usado sólo por las mujeres el día muntu ; pero como este adherente impedía la circulación del aire , era justamente odiado , y muchas lo descuidaban . El pensamiento de la flaca Quimé tenía , pues , extraordinaria transcendencia , y con aplauso de todo el mundo los sombreros de la mujer fueron en adelante cubiertos con retazos de colores y adornados con escarapelas y lacitos en combinaciones muy variadas . El primer día que mis mujeres se presentaron en la colina del Myera luciendo sus vistosas túnicas , todas distintas y a cuál más llamativas y caprichosas , y sus sombreros de última novedad , fue tal la impresión del público , que no hubo atención para las ceremonias sagradas , ni sosiego para los esparcimientos , ni ojos para otra cosa que para contemplar con misteriosa delectación el brillante espectáculo . Veíase a las claras que no había mujer que no quisiera en aquel momento pertenecerme a trueque de obtener una túnica de colores , y que no había varón que no me envidiara mis esposas , con el nuevo atavío resplandecientes de hermosura . La murmuración encontró un tema inagotable , dentro del tema favorito por este tiempo : mis relaciones con la sultana Mpizi , que eran públicas y notorias , porque ésta , con su franqueza nacional , declaraba el secreto a todo el mundo . La arrogante sultana lució aquel día una túnica pintarrajeada con rojas cabezas de león , regalo que yo le había hecho despreciando las habladurías de la plebe ; las mujeres de Mujanda , disgustadas ya por el abandono en que las tenía su señor , me dirigían dardos enconados y ardían en celos contra su suegra colectiva . Otro en mi lugar hubiera explotado el entusiasmo del público , y hubiera convertido la fabricación de telas en una industria muy lucrativa ; pero yo no tenía gran apego a las riquezas , y contaba con suficientes y aun sobradas para el sostenimiento de mi casa y mi dignidad ; concedía más importancia a mi intento de granjearme el amor de los mayas , y , aunque recientes ejemplos me hubieran demostrado la inutilidad de mis desvelos y de mis sacrificios , persistía en él , confiado en que la innegable bondad que , según se cree , hay en el fondo de la naturaleza humana , se dignaría al cabo asomar la cabeza . Me apresuré , pues , a vulgarizar mi invención , reservando dos puntos : la tintura amarilla y los grabados , que podrían servir de indicio para falsificar los rujus o para hacerles perder gran parte de su mérito . Esta contingencia me pareció muy poco probable ; pero nunca está de más que un gobernante peque por exceso de precaución . Fuera de estas especialidades , que , según les dije , eran obra de mi vista , que no podía transmitirles , el resto fue del dominio público desde el día siguiente , en que mi casa estuvo convertida en jubileo . Todos los carpinteros de la ciudad y del reino aprendieron a hacer prensas estampadoras , y todas las mujeres aprendieron a manejar los punzones de caña , a hacer telas anchas y a confeccionar túnicas a la moda ; en cuanto a las tinturas , muy pocos supieron prepararlas , tanto por la dificultad que en ello había y por la torpeza natural de estas gentes para las manipulaciones químicas , cuanto por la corruptela que yo introduje de regalarlas a todo el que las deseaba . La molestia que recayó sobre mí por este motivo la di , sin embargo , por bien empleada , puesto que me creó una clientela obligatoria , sobre la que pude ejercer más tarde cierta autoridad . Por un contraste muy frecuente en la vida gubernamental , esta reforma , que di a luz sin pretensiones , como un ligero entretenimiento impropio de un hombre de Estado , fue muy fecunda en bienes , y quizás la más humanitaria de las que fueron debidas a mi gestión . Hubo un período de paz y de trabajo incesante mientras se renovó por completo la indumentaria nacional ; las túnicas sin teñir cayeron en desuso , y muchos siervos accas , que continuaban desnudos como el día de su llegada al país , las utilizaron con gran contentamiento para cubrir sus carnes , y aun no faltó alguno que se ingeniara y consiguiera teñirlas para aproximarse más a sus amos en el parecer . Por último , la educación estética de los ciudadanos dio un gran paso , y el prestigio de la mujer se elevó hasta un punto desconocido , merced a las seducciones que las airosas y elegantes túnicas y los lindos y caprichosos sombreros agregaron a las que ya ellas naturalmente poseían . Otro invento que corresponde a esta fecunda época , pero que guardé oculto para más adelante como un gran elemento de poder , fue el de la pólvora , que al principio fabriqué en pequeñas cantidades por vía de ensayo . Pude hacer mucha ( aunque de calidad bastante inferior ) con pocos dispendios , por abundar en el país los elementos indispensables ; cerca de Boro existen grandes yacimientos de azufre , con el que se suele untar la punta de las teas para encenderlas mejor ; en el Unzu se recoge un excelente salitre , y las márgenes del Myera están pobladas de sauces de diversas especies , sobre todo de mimbreras comunes ; pero como me atreví a almacenar grandes reservas temiendo los peligros de una explosión . Con la primera que fabriqué hice cohetes largos , que reuní en haces y escondí en los graneros , en espera de ocasión oportuna para emplearlos con el debido aparato y con fines útiles para la comunidad . Nunca me hubiera atrevido a descubrir imprudentemente las aplicaciones de aquel inocente polvillo negro , que en manos de los mayas hubiera dado al traste en pocos meses con la nación . Aunque éstas y otras reformas de poco fuste me consumían casi todo el tiempo , no dejaba de aprovechar los ratos perdidos para mi trabajo capital , el proyecto de Constitución , en el que llegué al artículo 117 , punto donde ciertas dudas graves me asaltaron el espíritu , me desalentaron y detuvieron mi pluma . Mi primer propósito había sido seguir las huellas de los más ilustres restauradores , comenzando por promulgar una Constitución , continuando por las leyes orgánicas complementarias , y concluyendo por las medidas de carácter práctico y por los utilísimos reglamentos . Pero ocurrióseme pensar que si esta Constitución había de ser , como recomiendan los tratadistas , un reflejo exacto de la vida nacional , no era yo el llamado a redactarla . ¿ Cómo podría yo reflejar por medio de mi pluma el carácter y el temperamento de un país que me era casi desconocido ? Y aunque esto llegara a conseguirlo por un fenómeno de adivinación y con auxilio de los datos que me traería Mujanda , ¿ no era expuesto lanzar precipitadamente en este período transitorio una Carta constitucional que , publicada en la mañana , quizás necesitaría reformas por la tarde ? ¿ Qué hubiera sido de una Constitución escrita en los primeros días del nuevo reinado , cuando a poco el establecimiento de los uamyeras modificó la división territorial , y la liberación de los siervos cambió el estado civil de las personas ?