Silverio Lanza Desde la quilla hasta el tope Madrid , 1891 Hay en este tomo una confusión de fechas que no me ha sido posible corregir . Ustedes perdonen . J . B . A . En estas cuartillas he procurado que las verdades sean claras y las mentiras agradables . Cuando se publiquen - si se publican - habré muerto y no necesitaré nada ni de nadie , y , por tanto , no parecerán adulaciones mis ingenuas alabanzas . Esto me preocupa extraordinariamente , porque no quiero hacer un papel infame y porque sentiría que mis alabados - muy justamente - parecieran autores de bombos que no necesitan . Con gusto habría prescindido de aludir a sujetos que existen , pero no es honroso olvidar a los santos cuando de santidad se trata , ni he querido sustituir sus nombres por otros imaginados : primero , porque son aquellos honradísimos , y , por consiguiente , insustituibles , y segundo , porque tal procedimiento sólo lo empleo con los pillos , y sin éxito , pues a las veces suelen los aludidos delatarse tontamente ; conque se viene a demostrar lo que tengo por cierto , y es que en este mundo el hombre que se dedica a ser malo es sencillamente porque es un imbécil . Hechas las anteriores salvedades , voy a ocuparme con otras que también creo oportunas . Doy a mi narración la forma autobiográfica porque me resulta más fácil , y soy yo el que habla , por no aludir involuntariamente a ningún individuo del Cuerpo General de la Armada , o verme obligado a dar a mi protagonista un nombre vulgar , como Juan García o Pedro Fernández . Por lo demás , ya supondrá el lector que sólo he usado del agua en cantidad necesaria y suficiente para lavarme bien . Última advertencia : Los nombres y los hechos que he quitado de este librito constituyen un drama : búsquenlo los aficionados a resolver fugas de consonantes , y si lo encuentran , quedarán satisfechos , porque el drama es interesantísimo . Adiós , lector . Ya nos volveremos a reunir , porque espero que me recuerdes cuando hayas terminado la lectura de este tomo . Tu afectísimo , SILVERIO LANZA . A los tres años de edad tenía hecha una síntesis de la vida , después he seguido haciendo síntesis por afición y hoy las hago por costumbre , pero desconfío de todas las síntesis . Creía yo , siendo niño , que la vida tenía dos partes : una dedicada a jugar poco y a sufrir regaños y otra que permitía jugar constantemente sin pedir permiso a nadie . Mi dorado sueño era llegar a ser hombre ; ahora soy viejo y no quiero volverme niño porque estoy convencido de que en todas las edades se vive mal , muy mal , pésimamente , porque la humanidad que nos rodea se encarga por ignorancia o perversidad de producirnos todas las molestias posibles . Esto parecerá pesimismo al lector tonto que esté royendo una piltrafa de relativa felicidad , pero dentro de dos horas alguno de sus semejantes le habrá dado un disgusto inmotivado , y convendrá conmigo en que yo discurriré como un pesimista , pero discurro con mucha exactitud . Es cierto que mi infancia no fue muy agradable porque mi padre murió cuando yo tenía cuatro años , y el consiguiente luto mantuvo triste y silencioso aquel amado hogar . Después hube de pasarme sin amiguitos porque mi madre , partidaria de que no se debe entrar en el río hasta conocer la natación perfectamente , pagaba profesores que venían a casa y me enseñaban con la mayor lentitud las cuatro materias importantes y las cuatrocientas inútiles que constituyen la instrucción primaria . Además nuestra posición social , y la importancia que daba mi madre a las diferencias de clases me vedaban todo trato con los criados y con los hijos de los vecinos . Y ya que he citado mi posición social diré a ustedes de dónde he venido . Mi padre , don Juan José de Lanza , era gentilhombre al servicio de Su Majestad la Reina doña Isabel II : y no sé nada más acerca de mi padre . Usaba diariamente muchas camisas ; no consentía en su ropa una hilacha ni una mancha ; hablaba el francés correctamente , y era una especialidad para helar el champagne y para dirigir un cotillón . Mi abuelo , don Silverio Lanza , fue el célebre rebuscador del oro que contenían los galeones idos a pique en la ría de Pontevedra . Yo no sé si mi abuelo encontraría su fortuna en los galeones , pero ello es que hizo fortuna ; que se dedicó a prestársela con intereses a sujetos influyentes , y que de esta manera él fue jefe político de La Coruña y senador del reino , y mi padre , desde sus catorces años , estuvo al servicio de Sus Majestades . Mi madre era hija de un empleado que sirvió muchos años en Filipinas , donde hizo un capital muy decente , que pasó con la mano de su hija , a poder de mi señor padre . Éste murió siendo muy joven , y mi madre continuó visitando a la Reina doña Isabel . Recuerdo perfectamente haber subido muchas veces por la ancha escalera donde , los días de ceremonia , se colocaban escalonados los alabarderos con sus agudas perillas que yo suponía indispensable prenda militar en todos los tiempos . Torcíamos a la derecha , después de pasar un saloncito , subíamos dos o tres escalones , seguíamos un pasillo y llegábamos a una habitación donde solíamos encontrar a la marquesa de no sé cuántos , una señora de alguna edad , alta y delgada ; y a la condesa de no sé qué , que era de la familia de Híjar o de Puñonrostro , una señora muy hermosa , muy distinguida , y compañera de mi madre en el colegio de niñas de Leganés . Algunas veces veíamos a Su Majestad la Reina , o bien sola o acompañada de la que es hoy Infanta doña Isabel , o del niño que fue don Alfonso XII . Nunca he olvidado a aquella señora con su mirada viva e inquieta , los majestuosos movimientos de su cabeza , aquel su andar que definiría a las reinas , si no se pudiesen definir de otro modo , y la exquisita amabilidad con que trataba a todo el mundo . Quince años después volví a ver a doña Isabel de Borbón , que paseaba en las Delicias de Sevilla y tuve intenciones de acercarme a la augusta señora y besar sus manos con cariño , porque me recuerda a mi madre , los pasados tiempos en que los poderosos se medían por su cortesía , los venturosos años de mi infancia y las gloriosas páginas de la historia que escribieron nuestro ejército en África y nuestra armada en el Callao ; la época en que Prim iba a Méjico , en que un general despedía a un embajador y en que la Numancia daba la vuelta al mundo para mostrar a todos los humanos aquella maravilla del arte naval . No me acerqué a la señora que fue reina por esto , porque fue reina . Temí la soberbia de sus lacayos ; temí que mis espontáneos agasajos fuesen interpretados por algún envidioso como humillante adulación ; y desde entonces , como siempre , amo este democrático trato en que vivo , y que me permite recibir y aquilatar las caricias de mi criados . Lo cierto es que mi madre era monárquica sin saber con certidumbre lo que era monarquía , y este es de fijo el monarquismo más ferviente . Llegó la revolución , y mi madre , que no tenía por qué emigrar , transigió con el Duque de la Torre , según decía , si bien estas transacciones se redujeron a colocar faroles y percalinas en los balcones de la casa ; por lo demás seguía murmurando del señor Serrano , nuestro antiguo amigo , llamándole ingrato y general de fortuna . Después vino el Rey Amadeo , y mi madre logró convencer a la doncella y al cochero de que la monarquía era compatible con la democracia , de que en Bélgica y en Inglaterra ocurren cosas maravillosas en política y de que un rey que pasea a pie , se sienta en la mesa de un café público y saluda a los albañiles , es un modelo de reyes , aunque las aceras estén destrozadas , los cafés desiertos y los albañiles sin trabajo . Mi madre se hizo amadeísta , esperando quizá ser azafata de la Reina doña Victoria ; pero cuando vio que los nuevos reyes se marchaban , que venía la República , que nuestros administradores en provincias no enviaban un real de las rentas , y que el papel del Estado iba convirtiéndose en papel de estraza , volvió a ser borbonista y tomó su nueva conversión con tanto entusiasmo que no parecía sino que yo era el mismísimo Príncipe de Asturias . Estas diversas actitudes políticas de mi madre influían en el gobierno de su casa , y aún recuerdo con placer , mezclado de terror , la época de amadeísmo , porque entonces ponía mi madre todos sus empeños en que yo fuese un aristócrata democrático . El presidente del Comité radical del barrio en que vivíamos era un barbero que tocaba la guitarra perfectamente , largo de lengua y dispuesto a referir iniquidades del tendero de la esquina , que era presidente del Comité sagastino o calamar . El tal barbero era un grande adulador de todos los Segismundos y adulaba a mi madre , que era conocida en aquel barrio por su regular fortuna y por su escogidas relaciones . El barbero fue mi mentor , y yo , como joven Telémaco , salí en busca del desconocido Ulises de todos los jóvenes . Conocí todos los garitos y todos los templos del vicio y regresé a Ítaca milagrosamente y sin haber visto al Ulises deseado . Volvimos al borbonismo , y el cochero y la doncella hubieron de aprenderse la « Adarga catalana » de Garna , y les fue preciso conocer los cuarteles de nuestro escudo , saber lo que significaban el Azur , el Sinople , el Armiño , el Sable y los Veros ; descifrar aquellos bichos , las torres , las llaves , la zarza , el brazo de hierro y las lanzas que formaban un jeroglífico bastante agradable a la vista . Yo mismo hube de aprender lo que era tallado , rompido , flanqueado y sobre el todo , y hube de envanecerme considerando que no teníamos brisuras , ni animalitos lisiados , ni dado de gules en el centro del escudo . Entonces obligó mi madre a los criados a que la diesen tratamiento , y éramos unos aristócratas soberbios cuando vino la restauración y con ella la monarquía más democrática que ha existido , la que hizo nobles a algunos tontos y ministros a los hombres de talento . Por consiguiente , nos quedamos en la estacada , y mi madre ni pudo ser ministro ni marquesa . Algunos años después , revolviendo papeles antiguos y dejando a un lado las artísticas ejecutorias mandadas hacer por mi abuelo y por mi madre , puede convencerme de que desciendo de una lanza , de un soldado cuyo apellido valía menos que su oficio , y de éste tomó nombre . De aquel lanza hambriento ha venido este Lanza satisfecho , que saluda a ustedes , y el día en que los Lanzas dejen de trabajar volverán al lanza primitivo . La libertad de enseñanza y la supresión del impuesto de consumos son dos procedimientos tan malos como sus contrarios , porque todos los procedimientos no pueden ser buenos cuando es una clase o individuo el encargado de proceder , porque entonces se llega fácilmente al abuso en beneficio de quien aplica el procedimiento . El impuesto de consumos sirve para justificar el matute , y el ingreso libre de todos los artículos sirve para envenenar las poblaciones . La enseñanza oficial y absoluta crea pocos doctores , pero malos , y la irreflexiva libertad de enseñanza crea malos doctores , pero abundantes . Valiéndome del desbarajuste que produjo la glorificada revolución de septiembre , conseguí el título de Bachiller en Artes sin ningún trabajo . Todos mis compañeros de examen y de colegio serán unos sabios , y no lo dudo , pero yo llegué a bachiller y no sabía las primeras letras ; bien es verdad que éstas sólo son conocidas por algún maestro o algún fraile ; el resto de los españoles no saben leer ni escribir , ni conocen la gramática , la geografía y el catecismo . Nos examinábamos en el Instituto poco menos que por batallones . Recuerdo perfectamente mi examen de Historia Universal . Presidía el tribunal un catedrático joven y buen mozo , que hoy es diputado a Cortes . Se estaban examinando los alumnos del colegio de don Santos de la Hoz . Ya saben ustedes quién es este caballero dignísimo : un señor muy simpático , que fue cura siendo pobre , y ahora , según mis noticias , es rico y republicano . Presenté mi papeleta al tribunal , y por equivocación me llamaron enseguida . El presidente se volvió hacia don Santos , y le dijo : - Pregúntale . Don Santos no tenía derecho a preguntarme porque no era mi profesor , ni era catedrático del Instituto ; conque , usando de su discreción y su indulgencia habituales , me preguntó qué hombres había tenido la moderna Italia , y le contesté que varios . Me preguntó que si recordaba el robo de las Sabinas , y le dije que lo recordaba como cosa propia . - Roma fue fundada por Rómulo y Remo , ¿ no es verdad ? - Por los dos , sí , señor . Remo y Rómulo . El presidente , que estaba distraído , se encaró con el señor La Hoz . - ¿ Ha contestado bien ? - Perfectamente . - Retírese usted . Así se escribe la historia ; es decir , así prueban su competencia en esta asignatura muchos de nuestros bachilleres en Artes . Entonces yo no sabía nada de Historia Universal , y puedo probarlo porque continúo en el mismo estado de ignorancia , pero soy bachiller . Y cuando lo fui quedose mi madre pensando qué carrera dar a un niño tan inteligente , que aprobaba las asignaturas sin consultar con los autores . La abundancia de los bachilleres se extendía a todas las carreras civiles , y esto era mal precedente para asegurarse el porvenir por medio de un título . Las carreras militares eran una amenaza contra el pellejo , porque estábamos en plena guerra civil , y además , la separación de los jefes y oficiales de Artillería quitaba a los cuerpos facultativos su único encanto . De todos modos , urgía colocarme de interno en un colegio , porque así era más fácil evitarme el contacto con las jóvenes libres , los timberos y los oradores de club que entonces poblaban las calles de la villa sin corte . Tomó mi madre antecedentes no sé de quién , porque las personas sentadas no daban entonces nada de lo que tenían , y una tarde fuimos a la Ronda donde termina la Rivera de Curtidores , y mi madre mandó parar el coche delante de una casa que fue en otro tiempo almacén de maderas . Siempre que estos hechos vienen a mi memoria , recuerdo el Jack de Daudet . Ignoro si el gran escritor francés tuvo modelo para escribir su admirable obra , pero de todos modos , su Jack se me parece en muchas ocasiones . Me bajé del coche y llamé a la puerta ; a los pocos instantes noté que se movían las persianas de un balcón del piso principal . Aguardamos un momento , y al fin abrieron el postigo . Hacía de portero un sujeto de aspecto rarísimo , con una cabeza cuya conformación exterior correspondía a las anfractuosidades del cerebro ; sus pobladas cejas parecían los bosques de madréporas que en la baja mar delatan el borde del abismo ; la nariz era un prodigio de arquitectura ciclópea , porque tan grande masa sólo pudo colocarla allí el bárbaro Polifemo ; y yo , que había leído la Odisea a escondidas de mis profesores , díjeme que tal portero , con sus velludas manos y sus descomunales pies , tenía algo de cancerbero , y seguramente era guardián del templo de una diosa o dios convertido en monstruo por mandato de Júpiter . Apeose mi madre del carruaje , y precedidos por aquel fenómeno llegamos a una sala adornada con tres o cuatro mapas murales , una fotografía que representaba un grupo de personas colocadas por el fotógrafo como colocan los comerciantes su s baratijas ; un cromo muy mal hecho con los retratos de Prim , Serrano y Topete ; dos divanes , cuatro sillones y unas cuantas sillas de tapicería , todo muy usado , muy sucio y de muy mal gusto . Mi madre , extraordinariamente limpia y cuidadosa de su hacienda , no pareció muy satisfecha . El Polifemo abrió la mampara , y dijo con voz de campana rota : - El señor director . Lo primero que se me ocurrió cuando vi al recién llegado fue preguntarme por qué no se lo habría comido el portero ; quizá porque no era aficionado a los postres . Después pensé que había allí poco director para un alumno como este servidor de ustedes , y me puse a examinarle mientras él hablaba respetuosamente con mi madre . Se componía el buen señor de dos partes completamente independientes : cuerpo y cabeza , pero dos partes que no se podían sumar , porque eran heterogéneas y marchaban unidas sin tener más relación que el contacto : como van juntos el hioides y la corbata . De esta manera resultaba que , después de contemplar aquel cuerpecito de niño anémico , parecía horrible como la de un lobo la cabeza que lo coronaba ; y si después de contemplar aquellos labios abultados y llenos de vida como órgano acostumbrado a grandes funciones , aquellos ojos negros y tranquilos , con mirada de habitual humildad , el abundante cabello que caía en crenchas hacia las sienes , el cutis moreno , los quevedos perfectamente limpios y cuantos detalles formaban el carácter de aquella cabeza , se volvía la mirada hacia el cuerpo , parecía éste restos de tentáculos , suma de vértebras o haz de retama destinado al fuego o al olvido . No obedecía el cuerpo a los mandatos de la cabeza ; al marchar , erguíase ésta y aquél se arrastraba . Después comprobé en aquel sujeto , y por desgracia he comprobado en otras ocasiones y en otros individuos , que en la lucha entre el mal y el bien vence siempre el mal . El señor Picker hubiera sido un bellísimo sujeto si se hubiera olvidado de su cuerpo , porque el tal señor tenía en su cabeza energías y virtudes suficientes para haber trocado el convencionalismo del arte y habernos convencido de que el cuerpo más hermoso es el raquítico y mal hecho . Pero el señor Picker aspiraba a ser buen mozo , a moverse con alardes de fuerza y de elegancia , y odiaba al ignorante sano y robusto porque entendía que las excelencias humanas se miden con un dinamómetro . Quizá por eso tenía al Polifemo a su servicio para ultrajarle y para escarnecerle , y quizá por eso se rodeaba de compañeros tan bajitos como él , acaso menos doctos pero siempre menos necios . Llamábase Picker para repetir cuantas veces podía que era de origen norteamericano , de la familia de los Harrisson , que han dado los presidentes , y que , según él decía , también son Picker . Pero Picker era Picker sencillamente e hijo de un industrioso catalán establecido en Asturias , y que había logrado que su hijo fuese doctor en Filosofía y Letras . Don Gustavo , que así se llamaba el director , estuvo respetuoso con mi madre hasta que supo que ésta era viuda ; entonces ya empezó a ser galante . Recuerdo este detalle perfectamente . A todo esto , el buen Cristóbal ( así se llamaba Polifemo ) y no cesaba de entrar y salir trayendo prospectos , programas , reglamentos , dibujos y no sé cuántas cosas más . Varias veces me miró Picker : la primera con indiferencia , la segunda con curiosidad y después con enojo ; y es que Picker se había encontrado con que mi mirada era a la suya como su cabeza a su cuerpo . Y llegó el momento de visitar el colegio : Picker dio el brazo a mi madre , y yo marché acompañado por Cristóbal , que escondió toda mi mano entre las falanges de la suya . Visitamos los dormitorios , formados por tres piezas pequeñas y con cuatro o cinco camas en cada habitación ( había el proyecto de formar un salón corrido que permitiese vigilar más fácilmente a los alumnos ) . Entramos en las aulas , que se hallaban desocupadas . La de Dibujo , con muchos cuadros colocados cerca del techo , unos tableros manchados de tinta y astillados por los cortaplumas , muy fresca , eso sí , porque nunca llegaba la luz a la lumbrera que apenas la iluminaba . La de Geografía , con sus mapas colocados también en las alturas , media docena de bancos , una gran mesa para el profesor , y sobre ésta una esfera armilar y un globo terráqueo , cuidadosamente enfundados para que la tierra y los astros no sufriesen las injurias de polvo y de las observaciones humanas . La clase de Matemáticas era espaciosa , con sus bancos parejos de los anteriormente vistos , un encerado muy grande , de un hule que tuvo brillo , y un armario con cierre de cristales que dejaban ver desde prudente distancia unos cuantos sólidos , cartoncitos recortados , compases , escuadras , un nivel de agua y otro albañil . En cada aula se repetía la misma conversación . - Ésta es la de Física . Cristóbal , abra usted esa ventana , una de las dos , usted sabrá cuál . Polifemo abría las maderas y entraban al mismo tiempo el viento y la luz . Picker lanzaba al portero una mirada contundente-perforante , y el pobre Cristóbal levantaba las zarzas de sus cejas , contemplaba el lugar donde la vidriera no tenía cristales y murmuraba como si produjese la voz en los intestinos : « Creí que los habrían puesto » . - Como usted ve , señora , está en la clase de Física . Aquí están los aparatos correspondientes . Éste es para demostrar que todos los cuerpos caen con igual velocidad en el vacío . Mi madre y yo comprendimos que todos los cuerpos iban al vacío con igual velocidad , y aunque después pude rectificar la mala gramática del señor Picker , aún sigo creyendo que aquella frase puede ser la expresión de una fórmula filosófica . - Ésta es una botella de Leyden . - ¿ Para qué sirve ? - Para que hagan como los muchachos y saquen chispas . Efectivamente para esto servía la botella de Leyden en aquella academia , y con objeto análogo había en la clase de Física una máquina eléctrica , un par de pilas y otros artefactos . Volvimos a la sala de visitas , y allí el señor Picker guardó bajo un sobre , que entregó a mi madre , todos los impresos que hacían referencia a la organización del establecimiento y se volvió a recordar las excelencias del método Picker que su autor llamaba inducti intuitivo harmoni psicofisico . Enterose mi madre de los efectos indispensables para un alumno interno , y se despidió del señor Picker , que nos acompañó hasta la puerta , mandó a Cristóbal que abriese la portezuela del coche y me dio un golpecito en el hombro , porque el gran maestro no daba la mano a sus discípulos ( método harmoni psicofisico ) . Pasamos ocho días en casa sin más preocupación que mi cuerpo de colegial . Se siguieron rigurosamente las prescripciones del reglamento , y compramos cada cosa donde Picker lo había indicado . Por fin , una mañana se enganchó la jardinera , y en ella fueron mi baúl , mis libros , la cama y el aguamanil . Por la tarde hice mi entrada en la Institución Politécnica . Cristóbal nos recibió con una sonrisa que parecía feroz gesto ; llegamos a la sala de visita , y allí había unos caballeros que nos saludaron cortésmente , interrumpiendo su conversación y su lectura . Pocos momentos después apareció Picker , que presentó a mi madre aquellos profesores de la Politécnica Institución . Llegó el momento de inscribir mi nombre en el registro de alumnos y pasé a manos de don Fermín , que abrió un libro voluminoso , limpió la pluma con mucho cuidado y empezó a escribir interrogando a Picker , que transmitía a mi madre las preguntas del pasante . - Silverio Lanza , ¿ no es verdad , señora ? - De Lanza . - De la Lanza ; escriba usted , don Fermín . - ( Prótesis , dije yo , que había estudiado Retórica creyendo que me serviría para algo . ) A mi madre debió parecerle sonora la adición del artículo , y yo seguí impasible , porque ya entonces encontraba igualmente insustanciales el de y el de la cuando expresan excelencias que no son propias , singularmente cuando no recuerdan ninguna excelencia . Pasamos al dormitorio para que mi madre viese mi cama , instalada en un cuartito donde tenía por compañero , según dijo Picker , al hijo del señor Marqués de la Almohaza , y después de un desfile de los profesores , que con fugas y contrapuntos cantaron delante de mi madre un concertante asegurando la bondad del método inducti , etc . , subió mi madre al coche después de abrazarme con alguna emoción , y yo quedé convertido en colegial interno de aquella Academia Politécnica de la Rivera de Curtidores . Apenas se fue mi madre me llevó Cristóbal a un patio donde jugaban catorce o quince muchachos , casi todos de más edad que yo . Su juego consistía en fumar escondidos en un rincón , leer , también escondidos , alguna novela , o tirar la barra , ejercicio favorito de mi compañero don Félix Andía , que es hoy distinguido oficial del Cuerpo de Ingenieros Militares . En aquel patio que , por sus altas paredes y su escasez de vegetación , parecía el de una cárcel , estuvimos dos horas , hasta que una campana rota , que producía sonidos análogos a la voz del portero , nos indicó que empezaban las horas de estudio , y fuimos a una salita , donde sentados sobre bancos estrechísimos y apoyando el pecho al borde de unos altos pupitres , comenzamos a descifrar el francés y la ciencia de Mr . Cirode . Tenía a mi izquierda al señor Andía y a mi derecha aparentaba estudiar Curro Molina , hijo del Marqués de la Amohaza ; enfrente estaban Arnao , actual capitán de Caballería y hermano del insigne poeta ; Ventura Fontán , que es hoy capitán de Estado Mayor , y su hermano Juan , que después fue compañero mío en la Armada . En el túmulo inmediato ( porque cada mesa parecía un sarcófago ) estaban Juan Antonio Fe , hermano del librero don Fernando , Juan Castellanos , que es hoy empleado de Hacienda , Maceres que es capitán de Ingenieros , y a quien llamábamos milord porque se había educado en Inglaterra y estaba suscrito a The Graphic , un tal Sousa y otros compañeros a quienes citaré a medida que los hechos me los recuerden . Llevábamos un cuarto de hora en la sala de estudio cuando apareció un sujeto muy atildado , con las patillas recortadas , presumiendo de fino y elegante , que más parecía tendero de modas que profesor de Matemáticas . Don Fermín , que era el pasante y estaba sentado al lado de la puerta , se puso en pie , y noté que Molina , Arnao y Juan Fontán ocultaban el libro que estaban leyendo y fijaban la vista en el que quedaba al descubierto . - Ahí está Asisas - dijo Andía en voz baja . - ¡ Valiente danzante ! - añadió Fontán . Arnao pugnaba por ocultar el libro clandestino , y Curro leía en voz alta el francés de la aritmética . Don Fermín siguió en pie , y Asisas dio una vuelta por la sala observando lo que estudiaba cada alumno . Cuando llegó detrás de mí me dijo : - Señor de la Lanza . Yo me puse en pie . - ¿ Sabe usted qué lección ha designado el señor Corso para mañana ? - Sí , señor ; los números primos , o sea , divisibilidad . - Sin o , porque una cosa es el primo y otra el divisible . Aunque algunas veces es lo mismo . Mis compañeros se rieron y yo quedé callado . - Sí , señor ; hay números que nacen para primos y no los parte un rayo . Carcajada general en toda la sala . Asisas se dirigió majestuosamente hacia la puerta , y los revoltosos se aprovecharon de la hilaridad para producir ruido con los bancos y con las tapas de los pupitres . - Señores , señores , no es para tanto . Se estableció el silencio , y el jacarandoso matemático se marchó respondiendo ligeramente al respetuoso saludo de don Fermín ; éste quedose al otro lado de la puerta , y cuando volvió a entrar se largó Molina un cigarro puro , y le dijo : - Don Fermín , usted al fin será un notable Pirrimplín . El pasante se puso el cigarro entre los dientes , y desde aquel momento la sala de estudio fue una olla de grillos . Andía , Ventura Fontán , Maceres , y algún otro se reunieron en un rincón y siguieron estudiando . Sousa se me acercó y me pidió un cigarro ; yo se lo di , y después me pidió una cerilla . - Eso de los primos lo ha dicho Asisas por ti . - Pues ha hecho mal . - Pero tú no se lo dirías . - Lo mismo que se lo digo a usted . - A mí no me llames de usted . - Yo sólo llamo de tú a mis amigos . - ¿ Es que no quieres ser amigo mío ? - Quizá lo seamos . - ¡ Ay , qué cursi ! Y se marchó riéndose y fumándose mi cigarro . Me quedé perplejo , porque no esperaba semejante escena ; pero Arnao vino en mi ayuda ofreciéndome a su vez un pitillo y diciéndome : - No le haga usted caso ; dele usted pronto dos bofetadas , y en paz . ¿ Usted se llama Lanza ? - Sí , señor , ¿ y usted ? - Yo , Arnao . - ¿ Es usted el autor de esos versos tan bonitos ? - No , señor ; mi hermano . - Pues le agradeceré a usted que me lo haga conocer . - En cuanto salgamos de vacaciones . Vivimos en el número 8 de la calle de las Urosas . - Yo vivo en la calle del Turco , número 106 . - ¿ A usted le gustan los versos ? - Todo lo que sea literatura . - Pues don Fermín tiene novelas y las deja leer por un real cada una . - Don Fermín , ¿ es el pasante ? - Sí ; el que está fumando el cigarro de Curro Molina . - ¿ Se llama Curro Molina aquel joven ? - Currillo ; es hijo del Marqués de la Almohaza . - Creo que dormimos en la misma habitación . - Sí ; a todos los novatos los ponen con él , porque duerme mucho y no molesta ; además es título , y Pelotillas se da tono con eso . - ¿ Quién es Pelotillas ? - El director . - ¿ Y por qué le llaman así ? - Porque siempre está urgándose las narices . - Y ese Asisas , ¿ quién es ? - No es Asisas , pero así le llamamos , porque es profesor de Descriptiva , y como es andaluz no puede pronunciar abscisa . - Pues , ¿ cómo se llama ? - Blas Derqui . Es muy fachendón ; miente como un descosido ; le gusta que le adulen , y a todo contesta : « lo digo yo , y punto redondo » . - Y Pelotillas , ¿ es malo ? - No se ocupa de nada ; él es quien hace las visitas a los padres y redacta las cartas y preside la mesa . - Y , ¿ a qué hora se cena ? - A ninguna ; ya hemos comido . - Yo , no . - Porque no estaba usted . - ¿ Quiere usted que nos llamemos de tú ? - Con mucho gusto . - ¿ De modo que ya no se cena ? - Comemos antes de bajar al patio , y después se ayuna hasta el día siguiente . - Pues voy a pasar hambre . - Pídale usted , digo , pídele tú a Pepe que te dé un chorizo , pan y vino , y te costará una peseta . - Y , ¿ quién es Pepe ? - El criado . - ¿ El portero ? - Ése es Cristóbal ; ese barre , friega y cuida de que no nos manchemos ; pero si le das medio duro te deja salir con tal de que vuelvas a las cuatro . En Carnaval nos vamos al baile casi todas las noches . - Y , ¿ hasta qué hora se está estudiando ? - Hasta las diez ; hasta que suene la campana . - Y , ¿ se estudia mucho ? - Según ; ahí tienes a los empollones . - Pues veo que hay dos de nuestra mesa . - Como que es la que tiene la fama . Tú debes ser muy aplicado . - Yo hago las cosas cuando quiero . - Pues , júntate conmigo . - Y con mucho gusto . - Ya verás como somos buenos amigos . - Lo seremos . Oye , ¿ quién es ese que me pidió el cigarro ? - Un tal Sousa ; no le hagas caso . - Yo , no . - Cuando te estorbe le das dos cachetes . - ¿ Por qué ? - Porque es el payaso ; aquí todos le llamamos Bartolo . Con quienes debes estar bien es con Cristóbal , con Pepe y con don Fermín . - ¿ Y de los profesores ? - Con Asisas , porque Corso es muy sabio , muy serio y no se mete con el que no estudia . - Y , ¿ qué explica ? - Aritmética y Álgebra . El de Geometría es un señor Cuadrado , que sólo se ocupa en inventar demostraciones nuevas ; nosotros le llamamos a + 2 a b + b . - ¡ Atiza ! - No ves que un día nos dijo que él tenía dos naturalezas , con que Molina dedujo que Cuadrado era el cuadrado de un binomio . - Pero , ¿ castiga ? - No lo creas . Aquí sólo se castiga al que come mucho o responde mal . - Y , ¿ cuál es el castigo ? - Ir a reclusión . - Y , ¿ qué es reclusión ? Y sonó la campana . Arnao me dejó con la palabra en la boca , y todos encerraron sus libros dentro de los pupitres ; don Fermín fue apagando las luces , y salimos a una habitación que servía de antesala a los dormitorios ; allí Pepe empezó a repartir pan y chorizos y a cobrar lo estipulado , anotando la deuda del que no pagaba . Sousa se acercó al criado y le pidió un poco de pan . - Cuando me pague los dos duros que me debe . - Ya te he dicho ... - Hame dicho , pero no me ha pagado . - Ni te pagaré . - Lo veremos . - Si te quejas a Pelotillas te despide . - Cállese , que no quiero conversación . Sousa miró a todas partes , me vio y vino hacia mí . - ¿ Me das o no me das ? - ¿ El qué ? - De lo que comes . - Tenga usted la mitad . - ¡ De modo que no quieres ser mi amigo ! - ¿ Por qué no ? - Porque no me llamas de tú . - Es que no tengo costumbre de tutear a nadie . - Lo que te pasa es que no quieres ser mi amigo porque no tengo dinero . - Está usted equivocado , tengo yo para los dos . - ¡ Olé con el lancero ! Y Sousa me dio en el vientre con la punta de un dedo . Me fui hacia aquel botarate , le puse mi puño delante de las narices , y sujetándole el brazo derecho le dije : - Si vuelve usted a tocarme o a ponerme motes le parto a usted la cabeza . El pobre Sousa reculó , y se fue hacia su cama , donde concluyó de comerse el pan y el chorizo . Curro Molina se reía , se apretaba los costados , y desde la puerta del dormitorio gritaba : ¡ Ah , Bartolo , en buena te has metido ! Anda , que con mi vecino no te han de faltar chorizos y bofetadas . Arnao se sonreía , Fontán seguía impasible , Maceres preparaba su toilette y todos nos despedimos dándonos las buenas noches . Molina y yo nos encerramos en nuestro cuarto , y mientras me desnudaba y me metía en la cama iba el Marqués de la Almohaza colocando papeles sobre las junturas de la puerta , tapando el agujero de la cerradura y poniendo una alfombra para cubrir el vano inferior del postigo . - ¿ Sabe usted por qué hago esto ? - No , señor . - Para leer a gusto , porque Pelotillas hace una requisa todas las noches y no consiente que haya luz . - Pues es una barbaridad . - Que no cuesta petróleo . - ¿ Y el de ese quinqué ? - Se lo pago a Pepe , y éste lo sisa de las otras lámparas . - Pues si quiere usted lo pagaremos entre los dos y leeremos juntos . - No hay inconveniente ; empezaremos desde esta noche . - Pero no tengo qué leer . - Le presentaré a usted Gustavo el Calavera , pero mañana le dará usted un real a don Fermín . - Ya conozco el negocio : me lo ha explicado Arnao . - Ahora estoy leyendo una novela preciosa . Hay una mujer que se llama Federico y que es una maravilla . ¿ De quién es la obra ? , ¿ es de Homero ? - No , señor ; es de Paul de Kock . - No le conozco . Se me figura que Plutarco no habla de él . - Pero toda esa gente es antigua . - Ya lo creo ; deben ser escritores del tiempo de mi abuelo . Yo los cogía de la biblioteca de casa y los leía de noche sin que mi madre me viese . - Pues serían buenos . - Ya lo creo ; decía mi profesor de latín que esa lectura era para los hombres , y por eso no me los dejaban . - ¿ Y qué te permitían leer ? - El Imparcial . - Eso es muy soso ; ya verás como te gusta Gustavo el Calavera . - Pues vamos leyendo . Al día siguiente teníamos excursión y , por consiguiente , no hubo clase de Francés ni de Dibujo . Almorzamos más temprano que de costumbre , y por cierto , que ocurrió en el almuerzo un incidente que recordarán mis amigos Carpio y Hualde . Se sirvieron los huevos fritos ( plato extraordinario ) , y después de ponerme dos vi que quedaba otro en la fuente ; conque también me lo serví y me lo comí con buen apetito . Noté que todos me miraban , y Curro Molina me dijo en voz baja : - Buena te espera . - ¿ Por qué ? - Porque te has comido un huevo de Pelotillas . Efectivamente . Picker me miraba furioso , y comprendí que tenía razón , porque los huevos eran muy pequeños y con uno solo no se podía calmar el hambre . Pero Picker no me reprendió ni yo volví a reincidir . Terminado el almuerzo nos dispusimos para la excursión científica mi-semanal que formaba parte , como la dominical , del sistema inducti del señor Picker . Salimos a la calle acompañados de Asisas , que nos dijo en el portal : - Ustedes tienen que ir rodeándome . Y rodeándole fuimos hasta llegar a la Caja de Depósitos . Al pasar delante de mi casa estaba mi madre en el balcón , y la doncella vino a preguntarme si necesitaba alguna cosa . Dije que no , y envié a mi madre muchos besos , lanzándolos con las puntas de mis dedos . El señor Asisas saludó respetuosamente , y mis compañeros le imitaron . - Tienes buena casa - me dijo Fontán . - Era de mi abuelo . - De modo que vivís en casa propia - añadió Molina . - Sí . - ¿ Qué dice ? - preguntó Asisas . Y Andía le respondió : - Que la casa es de su madre . - Para mí la quisiera - respondió el pedante . Esta frase dudosa me irritó , porque yo estaba dispuesto a que todo fuese de todos , menos la madre mía , que quería conservar para mí eternamente . Llegamos a la Caja de Depósitos , y en el zaguán nos dijo Asisas , haciendo que le rodeásemos . - Señores : este establecimiento es un establecimiento del Estado , hecho por el Estado para los que tienen que dejar fondos en este establecimiento . Acércose el portero , saludó a Asisas , y le dijo : - Díjome ya don Fermín que había de venir esta tarde . - Supongo que no habrá oficina . - No , señor ; a las once se marcharon porque hay marejada en el Congreso , y ahora como no hay subastas apenas hay depósitos . - Pues vamos adentro . Emprendimos la marcha por pasillos y escaleras , delante el conserje , detrás Asisas y después nosotros . Alguna vez llegaba a oídos de los últimos que tal ventanilla se destinaba para el pago de cupones o que en el mostrador de más allá se recibían los Bonos , que debían ser cosa muy picaresca , porque Asisas y el conserje se guiñaban los ojos cuando hablaban de ellos . Al salir de la Caja de Depósitos nos dijo en el zaguán nuestro acompañante : - Señores , ya saben ustedes lo que es esto , y no olviden por si alguna vez les hace falta recordarlo . Estos mecanismos de la Hacienda son complicadillos , pero los irán ustedes aprendiendo . Los guardias civiles que custodiaban el edifico se acercaron al grupo , y algunos transeúntes se asomaron a la puerta creyendo que existía un nuevo club en la Caja de Depósitos . Cuando se enteraron de que formábamos parte de la Politécnica Institución nos saludaron con respeto , no porque supiesen lo que era el colegio sino porque las cátedras habían dado los oradores más fogosos de las Constituyentes republicanas , y además porque el pueblo no puede vivir sin instituciones , aunque ignore lo que son . Seguimos por la calle de Alcalá , llegamos a la plaza de la Independencia , que aun siendo pequeña es suficiente para una independencia tan escasa , y entramos en el Retiro , que es precisamente el único punto de expansión que tiene Madrid . Durante el paseo fue Asisas saludando a todos los hombres públicos y presidentes de Comité que nos encontrábamos , y a las señoras que ocupaban carruajes lujosos . Salimos por la puerta que hubo en lo que fue cerrillo de San Blas , seguimos por la Ronda y llegamos a la Politécnica Institución rendidos , malhumorados y cubiertos de sudor y de polvo . Entonces nos dieron la triste noticia de que habiendo p asado la hora de la comida tomaríamos una ligera cena , y , efectivamente , tomamos gratis el chorizo y el pan que José vendía diariamente , con que hube de sospechar si Picker tendría parte en la cantina del mozo y acaso en la librería de don Fermín . Jamás he podido explicarme la miseria con que en pasados tiempos se trataba a los alumnos de todas las academias . Decíase que era para habituarlos a trabajos futuros , pero cobraban a los padres como si diesen faisán a los hijos , y esta anomalía administrativa tendría por objeto acostumbrar a los padres a ciertos trabajos . En la Politécnica Institución era imposible la existencia . Todos los días por la mañana o por la tarde teníamos que comer un batallón asqueroso , donde nunca pude encontrar carne sin nervio ni patata que no estuviese helada o podrida . Un día resolvieron los mayores que no volviésemos a comer de aquella bazofia , y esta huelga del estómago fue aceptada por unanimidad . ¡ Oh , Picker ! Aún recuerdo las miradas de Júpiter que lanzaban tus ojos y los movimientos atáxicos de tu cuerpo . Recuerdo la majestuosa entrada de tus patitas en aquel sucio comedor y la entonación de tribuno con que nos dijiste : - No volverán ustedes a comer nada hasta que no prueben el ragout a la marsellesa . ¡ Infame ! Llamar ragout a semejante rancho , y darle origen marsellés olvidando que en la Perla del Mediterráneo se han inventado los platos favoritos del pueblo que mejor come . Y efectivamente , en cuanto llegábamos al comedor aparecía el batallón susodicho ; nadie lo probaba , no sacaban otro plato y nos retirábamos tranquilamente . Así estuvimos cuatro días , durante los cuales hizo el mozo Pepe una extraordinaria venta de pan , chorizos y latas de sardinas . Fueron llamados nuestros padres y encargados , vinieron a vernos y no consiguieron nada porque el asunto no era un acto de indisciplina como quería suponer el irritado Picker ; era sencillamente que pagábamos mucho para que nos dieran bien de comer , que Pelotillas no cumplía su deber en este contrato y que nosotros se lo advertíamos de la manera más tímida y respetuosa con que un huésped puede advertir a su patrón que la comida está mal hecha . Se castigaban con crueldad las menores faltas , y Picker pretendía , como los gobiernos desprestigiados , gobernar hasta la fecha de los exámenes , o de las elecciones , por medio del terror . Yo , que tenía la cabeza llena del romanticismo canallesco que me producían las lecturas facilitadas por don Fermín , me propuse ser un héroe en aquella cruzada contra el guisado . Pedí una audiencia al señor Pelotillas y le propuse que terminase el conflicto si una mayoría de los alumnos comía del ragout a la marsellesa . Eran las doce de la noche , y el señor Picker estaba en su despacho dispuesto a engullirse un vaso colosal de leche merengada , sustancia que , según parece , inspiraba a Picker aquellos artículos de filosofía que se publicaban en El Eco de Cangas de Onís , y que no producían eco en ninguna parte . Mirome el hombrecillo con aire de desprecio , comprendió que mi proposición le era conveniente , y me ofreció un poquito de merengue colocado en la punta de la cuchara . - Por mi parte aceptaremos si usted se nos ha dirigido en representación de sus compañeros . - No , señor ; vengo por cuenta propia ; si usted acepta yo le aseguro que mañana queda terminado el conflicto . Y aceptó . Efectivamente ; a la hora de almorzar casi todos los alumnos probamos el guisote , más asqueroso que de ordinario , y Picker cumplió su palabra metiendo en reclusión a los cuatro que no lo habían probado . Ellos y yo salimos expulsados de la Institución Politécnica , y supongo que ellos como yo habrán deducido las siguientes enseñanzas : Que a los Picker se les aplasta , pero no se les conceden los honores del parlamento . Que teniendo razón no se debe transigir . Que los pillos han nacido para serlo , y las personas decentes para no tratarse con ellos . Que la educación está en quien la tiene . Mi madre quedó disgustada del mal resultado producido por la Politécnica Institución , y singularmente cuando supo lo mucho que leíamos , lo poco que estudiábamos y que el marquesito de la Almohaza era sencillamente hijo de una mujer de malos antecedentes , llamada Dolores la Mil-Onzas , que estaba amancebada con Paco el Bullanga , mozo de caballos que llegó a ser un personaje de la revolución y que se titulaba Marqués de la Almohaza , asegurando que el Rey don Amadeo le había concedido este título . Empezaba el verano , y no era época conveniente para tomar una determinación . Quedé , por tanto , en libertad de pasearme por las calles , y empecé a poner en práctica las aficiones adquiridas con la lectura de Paul de Kock y de la literatura pornográfica que entró por los Pirineos con la revolución , y que es lo único que nos queda de aquel movimiento , que sirvió exclusivamente para producir algunas víctimas y algunos trastornos y hacer más necesaria y estable la monarquía de los Borbones . Pero no es posible ser calavera sin dinero , y , como no me sobraba , comprendí con mi lógica habitual que para ser bueno o para ser malo es preciso ante todo ser algo . La casualidad facilitó mis propósitos , y supe que mi compañero don Juan Fontán había ingresado en la Armada , con que me decidí a seguir sus pasos , esperando que mis esfuerzos compensasen la deficiencia de mis facultades . Fui al Ministerio de Marina , averigüé que había convocatoria en el mes de octubre , adquirí un programa , compré los libros que me eran precisos , y pasé el verano encerrado en mi gabinete y estudiando con las energías del niño que aún gusta de ilusiones y cree en las esperanzas . Cuando llegó el mes de octubre comprendí que mi trabajo no había sido suficiente , que sabía muy poco y que me era preciso encomendarme a la bondad divina y a la indulgencia del tribunal . Y desde luego me encomendé a la Santísima Virgen del Carmen , mi abogada desde niño , y patrona del Cuerpo en que deseaba ingresar . En aquella ocasión yo hice cuanto pude y la Virgen hizo lo restante . Llegaron las oposiciones , y allí fue Troya . Había veintiséis solicitudes para veinticinco plazas , y no se presentó a reconocimiento uno de los solicitantes ; conque nos correspondía a plaza por cabeza , y hubiera sido preferible que nos las repartiesen sin exponernos a los disgustos naturales de todo examinando . El compañero a quien correspondió el número uno para examinarse fue reprobado en su primer examen , y de esta manera tristísima empezó aquella tragedia . Desde los primeros días hicimos común amistad los opositores . Unos procedían de la Isla de San Fernando y venían acompañados de su director don Manuel de la Pascua . Algunos procedían de La Coruña y los demás habíamos estudiado en academias establecidas en Madrid . La promoción anterior a la nuestra había sido reprobada casi por completo en el primer semestre , y en representación del profesorado de la escuela vino don Siro Fernández , que formó parte de nuestro tribunal con objeto de aquilatar los méritos de los futuros aspirantes . Cuando concluyeron los exámenes de Geometría quedábamos los opositores reducidos casi a la mitad , y cuando terminaron las oposiciones sólo fuimos trece los aprobados , número funesto , según se dice y según se comprobó en aquella ocasión . De lo dicho deducirán ustedes que no obtuvimos por favor nuestros nombramientos , y buena prueba de ello es que en aquella promoción figuraron los actuales ingenieros don Eduardo Vila y don Pedro Suárez , los eruditos oficiales don José Saralegui y don Joaquín Escoriaza y el matelote de carácter sombrío y bondadoso corazón que se llama don José Gutiérrez y Sobral . Era el primero en esta promoción un muchacho de clara inteligencia , fácil palabra y ademanes de tribuno con que le era posible ocultar su ignorancia siéndole preciso . No se deduzca de esto que yo le tuviera por ignorante , pero declaro que nunca me fue simpático aquel muchacho aficionado a la filosofía , a la política y a la literatura , que tenía ideas muy extravagantes y que por su andar reposado y su carácter pacífico mereció de nosotros el nombre de padre Bocio , apodo honrosísimo que recordaba a un virtuoso sacerdote de la Isla de San Fernando . Aquel muchacho pidió , algunos años después , su licencia absoluta , y hoy estará , seguramente , en un manicomio . A pesar de lo dicho , citaré un rasgo que le honra , y que refiero porque es lo único bueno que de él puedo contar . Habíamos convenido durante las oposiciones en que aquel de nosotros que obtuviese el número uno convidaría a sus compañeros . Llegó el último día de exámenes y el padre Bocio dijo que nos esperaba aquella noche en el café de Granada . Concurrimos media docena , tomamos café y nos separamos porque todos se disponían a pasar la velada en el teatro . Llovía mucho . Bocio no tenía paraguas , yo le ofrecí el mío y él aceptó a condición de que fuésemos juntos . En cuanto salimos a la calle me dijo : - Amigo Lanza , me retiro ya , pero quisiera que pasásemos por la calle de Sevilla , donde he dejado empeñado mi paraguas . - ¡ En una noche como ésta ! - En mi casa sólo me dieron veinte reales para obsequiar a ustedes , y creí que no sería suficiente . - Pues lo ha sido . - Son ustedes muy buenos . Llegamos a la casa de préstamos , y de allí bajó con un paraguas bastante usado . En la esquina de la calle de Peligros se nos acercó una mendiga con dos pequeñuelos , y Bocio le dio los cuatros que le quedaban en el bolsillo . Me repugnaron aquellas hipocresías , y cuando comprendí que no lo eran , huí con mayor motivo del pobre Bocio , que positivamente estaba chiflado , se creía perseguido por todo el mundo y sólo hallaba consuelo pensando en Dios y filosofando descabelladamente . Dentro de la escuela contraje amistad , que no se ha interrumpido , con el señor Elduayen , actualmente diputado a Cortes , y don Enrique Cróquer ; ambos han sido modelos de virtud en que he procurado inspirarme muchas veces . Elduayen , que era rico e hijo de un ministro , se distinguía por su llaneza y buscaba en el estudio de su carrera los méritos que hoy le adornan . Cróquer era hijo de una virtuosa señora , viuda y pobre , y Cróquer ahorraba dinero cuando era guardia marina sin hacer el triste papel de tacaño . Ignoro si estos señores agradecerán que se publiquen estos elogios , si se publican , pero estoy en el deber de mostrar la virtud donde la encuentre , e igualmente delataría el vicio con pelos y señales si los viciosos no fuesen cobardes , traidores y caciques . Dos años en la Escuela Naval de aquellos tiempos era una condena cruel e injusta . Durante esos dos años era preciso que estudiásemos geometría descriptiva , cálculo diferencial e integral , mecánica racional y aplicada , astronomía , navegación , física , química , máquinas de vapor , artillería , construcción naval , inglés , gimnasia , esgrima , maniobras y ejercicios militares . Para conseguir esto era preciso que nos levantásemos a las cuatro y media de la mañana , que sólo paseásemos dos horas cada domingo y que tuviésemos doce días de vacaciones durante un año . No discuto este plan de estudios porque no tengo competencia legal , y estas competencias son indispensables en nuestro país ; pero aseguro que he visto aspirantes que han muerto tísicos , otros que han huido a sus casas para conservar su salud , algunos que han abandonado la carrera de la Armada para dedicarse a otras profesiones , y muchos que al salir de la Escuela llevaban el corazón lleno de amargura y la cabeza llena de grifos . A todo esto , los militares que estudian su carrera en cuatro años , aseguran que los aspirantes pueden aprender muy poco durante los dos que estudian en la Escuela Naval , sin considerar que los dos años de Escuela tienen muchos días laborales . Yo salí sin ningún recuerdo alegre ; después he pasado grandes penas y grandes placeres ; he luchado contra los tiempos , las adversidades y los infortunios ; he estudiado con ahínco , paseándome y haciendo gestos ; he consultado con sabios afables ; en una palabra , he luchado , he vencido , y me es grata la vida ; pero dudo que se viva cumpliendo aquella pena cruel e injusta que nos obligaba a pagar muy cara una estancia que nos demacraba y nos aburría . Hoy , según mis noticias , es la Escuela Naval una escuela modelo , y si algún aspirante de los actuales lee estas líneas , recuerde que en aquella batería de la fragata Asturias pasaron días de frío y de aburrimiento , con sueño y sin calor en los músculos , con mucho Dubois y poco recreo , los seres privilegiados que son honra y esperanza de la patria , y que han dado al escalafón nombres ilustres como los de Rafael Sociats , Francisco Enseñat y José Saralegui . Inspírense los alumnos de la Escuela Naval en estos notables ejemplos , y no desmayen nunca , y piensen siempre en que el saldo del trabajo es mayor cuanto más se tarda en saldar . Yo no sé si los aspirantes recordarán las canciones de mi infortunado amigo el señor Castella , pero yo las recuerdo aún , y termino este capítulo diciendo : Seguramente no conocerán los geógrafos los términos de este viaje , y , sin embargo , es el más agradable de la carrera que se empieza de opositor en el Ministerio de Marina y se acaba de general en el mismo Ministerio . De la dársena a bahía iba la Escuela Naval todos los veranos , y volvía a la dársena todos los inviernos . Aquellos viajes aumentaban en unas cuantas horas las de asueto que se nos concedían durante el año , y nos daban idea de cómo se hala por un calabrote , cómo se fondea y cómo se amarra una estacha . Declaro sinceramente que aquellos días de mudanza constituyen el único recuerdo agradable que conservo de la Escuela , dejando aparte la indulgencia que merecí de mis profesores , singularmente de don José Ferrándiz y de don Gustavo Fernández , y las atenciones cariñosas que nos prodigaba nuestro director don Juan Romero . Y no eran igualmente agradables la ida y la vuelta , porque la ida suponía la primavera , el estío y el otoño , que son maravillas de la naturaleza en la hermosa tierra de Benito Viceto , Vesteiro Torres , Pardo Bazán y Enríquez ; y la vuelta suponía el invierno , el triste invierno de Galicia , sin sol y con lluvia constante , que ha hecho solidarios el paraguas y el gallego . La dársena era un estanque que servía de entrada al Arsenal , que estaba muerto , con ese silencio que es anuncio del hambre . La Sagunto , abandonada al lado de un muelle , desfigurada por las continuas transformaciones que había sufrido , con un costado abrasado por el sol y el otro podrido en la sombra , recordaba que aquello era un Arsenal español en los desdichados tiempos en que Andrés Avelino Comerma empleaba todas sus actividades en la construcción del dique de la Campana , bien ajeno de que algunos años después ignorasen todos el nombre y las hazañas de aquel Hércules del cálculo que construyó en nuestro país el primer barco de hierro para cerrar la entrada del dique monumental . Todo lo que rodeaba a la Escuela era triste y producía desaliento en los muchachos de quince años que pasábamos el día estudiando sin más distracción que guarecernos de la lluvia bajo el castillo de proa o en el mezquino gimnasio que fue cuerpo de guardia y estaba situado a nuestro estribor y en la punta de tierra que cerraba la entrada del Arsenal . La bahía era el fondeadero de la Graña , y desde las portas de lo que fue batería veíamos Murgados , el Seijo , la Cabana y todos los pueblecitos que se asoman por las crestas de los montes para contemplar aquel inmenso lago , que es el mejor puerto natural que tiene España , y sería una maravilla de los humanos si mi patria cuidase sus grandezas como se cuida de sus pequeñeces . La Graña suponía muchos consuelos para los desterrados hijos de Eva que estudiaban en la fragata Asturias . Allí eran posibles los voltejeos realizados en las primeras horas de la mañana del domingo , y que anunciábamos así al despertarnos : - Acoto la buceta . - Ya la tenía acotada . - Pues no vale . - Haberlo oído . - Acoto el quinto bote . - Y yo el chinchorro . - Si lo dejan . Allí era posible satisfacer la afición a los ejercicios corporales , porque el gimnasio , aunque pobre y escaso de aparatos , tenía buen local , y hoy tiene el mérito de recordarnos que allí se ensayó Cañadas , el célebre equilibrista , y allí fue profesor de esgrima don Pedro Novo y Colson , reproductor , según creo , del viaje a la bahía de Hudson , cuyo relato , publicado en Leiden en 1750 , no debe circular con escasez por cuanto yo lo poseo , y con otros libros más curiosos tengo a disposición del insigne autor de La Manta del Caballo y de otras obras dramáticas y periodísticas . A la Graña iban los domingos primeros de mes los aspirantes , cuyos encargados veraneaban en aquel lindísimo pueblecito . Entonces solíamos ver la hermosa huerta llamada de los aspirantes , nos paseábamos bajo los frondosos árboles que forman la alameda , aspirábamos con ansias de recluso joven el oxígeno de aquella pura atmósfera , y parecía que la inteligencia y todos los organismos del cuerpo olvidaban el invierno ya pasado y se preparaban a resistir la oscuridad y la tristeza con que pasaríamos el próximo en la solitaria dársena . Allí oíamos por la mañana los cantos monótonos de las carboneras , y por las noches los dulcísimos cantos que son el esparcimiento consuetudinario de todos los pueblos del Norte , y que en la hermosa Galicia , y en Ferrol singularmente , parecen salir de entre las aguas durante las apacibles noches del estío ; porque en aquellas propicias ocasiones creadas por el Dios de los consuelos para rendir culto al amor y a la poesía , van las ferrolanas remando en sus botes y cantando esas conmovedoras armonías que parecen siempre quejas de Yo aprovecho este instante para enviar mi respetuoso saludo a mis amiguitas de aquellos tiempos , las que hicieron célebres la hermosura de la señorita Bermúdez y la de familias enteras , las santas mujeres que habrán sido consuelo de sus esposos , y serán madres de niños valientes , honrados y laboriosos y de niñas hermosísimas que admirarán mis nietos para que nunca cese la admiración de los Lanzas hacia las esculturales hijas del litoral español . En la Graña teníamos baile el día de San Roque , y , en suma , era la bahía la tierra prometida a los desgraciados que yacían en la dársena estudiando y aburriéndose , y a las veces haciendo ambas cosas a un mismo tiempo . Yo salí de la escuela en el mes de diciembre y en un día lluvioso , aunque esto parezca redundancia ; hube de guarecerme en la diminuta cámara de El Pájaro , y no pude enviar con las puntas de mis dedos los dulces besos que para la Graña guardo siempre en mi corazón . Si aún visita las romerías de Mugardos y de la Cabaña alguna de aquellas hechiceras criaturas que tuvieron la delicada atención y la sublime caridad de engañarme diciéndome que me querían , le ruego asegure a la bendita tierra de la Graña que creo hallarme en ella cuando me juzgo feliz . Yo la bendigo por las ilusiones que me proporcionó , y porque a su oxígeno debo mis cordoncillos de guardia marina . Yo la bendigo porque allí me recreé imaginando esperanzas que después he visto realizadas , ambiciones que he logrado cumplir y promesas de amor que la realidad me ha facilitado aumentadas con nuevos encantos y desconocidas venturas . Bendita sea la bahía . Aún sueño que estamos en la dársena y que no me sé la lección . Me despierto sobresaltado , y mi niña , que está silenciosa aguardando el primer beso de su padre , me pregunta con mimo : - ¿ Estás malo , papá ? - No , gloria mía ; es que tenía una pesadilla espantosa . - ¿ Soñabas que te morías ? - Efectivamente ; soñaba que me moría sin haber vivido . - Eso no es posible . Yo entonces la beso , acaricio sus rizos , sonrío tristemente , y la digo : - ¡ Incrédula ! Había saltado el viento al Noreste y nos dio la noche , porque hasta las nueve no se acabó la maniobra . Si aquel contratiempo nos ocurre una hora después , nos hubiera cogido con los juanetes aferrados y las gavias con una faja de rizos ; pero , en fin , que ocurrió de otra manera . Aquello fue aferrar trapo en un abrir y cerrar de ojos . El comandante se paseaba en el puente con la misma tranquilidad con que lo estoy contando . Yo estaba en batería y a menudo asomaba la cabeza por la escotilla de popa . Dábamos tales bandazos , que fue preciso tomar precauciones con la artillería . Empecé a oír las voces enérgicas del comandante , asomé la gaita sobre cubierta y pregunté a nostramo Gil , que tenía la maniobra del mesana . - ¿ Qué hay ? - O lo rifan o se rifa . - ¿ El qué ? - El juanete . - ¿ De proa ? - El mayor . - Será un exceso de celo . - Es verdad . Bajé riéndome porque nostramo Gil era un perro de mar con unas orejas muy grandes que daban a su cara aspecto de cornamusa , ordinario como él solo y hablaba continuamente de exceso de celo , cuya frase era un exceso de pulcritud en aquellos sus labios curtidos por el tabaco y por el viento . Sentía no estar en cubierta para ver la maniobra subsiguiente si se rifaba el juanete ; sobre todo para ver izar por barlovento el sano y arriar el rifado por sotavento , sin fijarme en que el juanete estaba estorbando , que no era posible aferrarle y que amenazaba hacer pedazos el mastelero . Me asomé por la escotilla y allí seguía Gil . - ¿ Qué hay ? - Ese ladrón , que se nos ha echado encima como un cobarde . - Exceso de celo . - Exceso de codaste . - Pero , ¿ se rifa ? - Acabarán por ahí . - Siento no verlo . - Retírese usted , que viene el segundo . - Otro exceso de celo . Aumentáronse el vocerío y los juramentos del comandante . Tan pronto mandaba orzar como arribar , y no pude contenerme y subí a cubierta . Sobre el tamborete estaba un juanetero llamado Manuel Expósito ; empuñaba la faca con la mano derecha y procuraba clavarla en la tersa lona de juanete . Si se orzaba , flameaba la vela y se arriesgaba la vida del juanetero ; y arribando , no alcanzaba éste a desgarrar la vela . Por fin logró romperla junto a la relinga , y el destrozado juanete voló por el espacio como una tenue pavesa . Me volví a nostramo y le dije : - Ése es un hombre . - De la tercera , que es la mía . Después el héroe se dispuso a bajar por la jarcia , pero tropezó en la cruceta y quedó colgando sujeto por una mano a un estay y con la faca clavada en el vientre . Casi enseguida cayó junto al calces , y nostramo Gil le contemplaba llorando y decía : - Ni guarda abajo . Ahí tiene usted un exceso de celo , codaste . En Cartagena hicimos el correspondiente zafarrancho , y supimos el sitio que nos correspondía cuando hubiese fuego a bordo . Todas las mañanas , después de terminado el almuerzo , sonaba el repique de la campana e íbamos a ocupar nuestros puestos . Se armaba un gran lío de baldes , mangas , arena y cabos , el comandante pasaba revista , y terminaba el zafarrancho . A los ocho días de hacer esta faena debió quedar el comandante satisfecho de nuestra instrucción , porque no volvió a repetirse el ejercicio . Un mes después , y navegando una noche cerca de las islas Cíes , salió el comandante de su cámara a las dos de la madrugada y se acercó al vigilante que se hallaba en batería al lado del reloj . - Vigilante , fuego a bordo . - Mande V . S . , mi comandante . - Que hay fuego a bordo . El hombre seguía parado . - Que hay fuego a bordo , so bruto . - ¿ Dónde , mi comandante ? - En Belén . Va usted a pudrirse en la barra . Repique usted esa campana , animal . ¿ No oye usted que hay fuego a bordo ? En vigilante empezó a repicar con velocidad y con fuerza , esperando de este modo librarse del presunto castigo . Todos salimos nadando de nuestros camarotes , y el barco parecía un Babel . Los marineros se tiraban de los cois ; la gente del sollado subía en compacto pelotón por las escotillas . Todo el mundo preguntaba al vigilante dónde era el fuego , y el soldado respondía balbuceando : - Se ... se ... señor comandante . Unos creían que el comandante se abrasaba , y otros que era en la cámara el fuego . Corríamos en calzoncillos y desatinados por todas las dependencias del barco dilatando las narices para que nos fuese fácil percibir el humo , y sin encontrar el fuego en ninguna parte . Por fin el corneta tocó en cubierta llamada y tropa con paso ligero , y todos subimos a formar conforme estábamos . El cuadro resultaba cómico , y el comandante lo convirtió en drama gritando desde el puente : - Todo el mundo , menos yo , queda arrestado . El corneta tocó a derecha e izquierda , y se restableció la calma . En vista de estos hechos me será permitido que una mi sonrisa a la de algunos modernos críticos que no son partidarios de esas instrucciones fantásticas y ejercicios coreográficos que dependen exclusivamente del medio , y dan el resultado P en día de gala , y el resultado Q en día de combate . Hoy el problema militar es hacer soldados , y este problema será cada día el más importante en los ejércitos . El movimiento se demuestra andando y la resistencia sufriendo , y allá va una demostración . El 14 de octubre nos hallábamos a bordo de una blindada y fondeados en puerto . Hacía dos días que a las once de la mañana se tocaba a apagar fuegos , porque se estaba pintando el pañol de pólvora . Pues el día 14 , y al ser las dos de la tarde , ascendió súbitamente una columna de humo por el palo trinquete ; enseguida se oyó una voz que gritaba : - ¡ Fuego en el pañol de pólvora ! Nadie se tiró al agua , nadie huyó , no hubo síncopes ni desmayos ; el cabo Ortuño y yo nos encontramos en la escotilla de proa y bajamos a escape ; en el sollado no podíamos respirar . Ortuño cogió un bombillo que apenas producía luz y nos acercamos al pañol . Enseguida comprendimos lo que pasaba ; se habían dejado los embalajes de las jarras de pólvora en el antepañol y estaban ardiendo . El peligro no era inminente , pero sí inmediato , y con los pies fuimos sacando lo que ardía hasta la cubierta y al lado de la escotilla . Estando en esta operación , cayó sobre nosotros un caldero de agua a 99 grados y medio . En batería estaban dos individuos de las cocinas dispuestos a seguir echando agua ; la campana repicaba ; los oficiales de mar sacudían el polvo a los que no andaban listos , y yo me fui al reducto donde estaba mi puesto , y Ortuño se fue a las mordazas . Teníamos el cuerpo escaldado , pero lo sufrimos con resignación , porque nos exponíamos a un castigo declarando que no estábamos en el lugar que nos designaba el zafarrancho . Terminó el incidente con felicidad , y el cocinero del comandante fue propuesto para una recompensa . Ortuño se desesperaba y yo le decía : - Vale más que no nos pongan en lista con el cocinero . - Maldita sea mi suerte , no se me olvidará nunca que el héroe en los fuegos es siempre quien echa el agua . Todas las razones que se me puedan dar las tengo sabidas , y , a pesar de ellas , sigo sin explicarme por qué razón el hombre hace justicia entre los hombres . Quizá no pueda explicar por qué no me lo explico , pero intentaré una explicación . Si todos los hombres fuesen buenos sería inútil hacer justicia . Si la sociedad trabajase para que los hombres fuesen buenos lo conseguiría instruyéndoles , educándoles y poniéndoles en posición de que siguiesen fácilmente la senda del bien . Y de esto deduzco que se procura que haya malos para que haya justicia . Al que es malo se le puede corregir o no . Para corregirle será preciso hacerle distinguir el bien del mal , o sea instruirle y educarle . Si no se le puede corregir se le debe declarar bestia , borrarle de la lista de los humanos y dejarle en medio del arroyo como un perro hasta que encuentre dueño o un tiro si rabia . Y se acabó . Y todo lo demás es música a grande orquesta ; tiquis-miquis , equilibrios arriesgados de la razón humana y otras maravillas que serían admirables si no produjesen muchas lágrimas . Los humanos pasan su tiempo , los unos haciendo leyes y los otros eludiéndolas . Y recuerdo ahora un detalle que nunca olvidaré y que aprendí de niño estudiando el Derecho Romano . Las leyes Fusia , Caninia - si no recuerdo mal - restringían la facultad de manumitir esclavos , y como algunos señores libertasen mayor número del que les era permitido , se ordenó que sólo obtuviesen gracia los primeros de la lista hasta completar el cupo que la ley marcaba : conque los amos escribieron en círculo los nombres de sus esclavos y así no hubo primeros y últimos . De lo que se deduce , sin gran esfuerzo , que la ley no se compadecía con los respetables deseos de los testadores ; que los ciudadanos tenían poco respeto a las leyes y que los legisladores no sabían geometría . Estas mis preocupaciones , que no oculto , me traen obseso , y siempre que veo un barco de guerra pienso en las ordenanzas y me quedo triste . Cada barco es una maravilla , porque no hay invención que no pueda aplicársele . Allí están todos los prodigios que hace el hombre con la madera y con el hierro . Allí telégrafos , teléfonos y luz eléctrica . Todo es sabia aplicación de la mecánica , que es La Meca adonde van en peregrinación todas las ciencias que son tales ciencias . Ya sé que aquello es un artefacto de guerra que sirve para matar , pero también sirve para fomentar el comercio , para llevar la civilización a costas inexploradas y para proteger al débil . Ya sé que aquellos cañones sirven para lanzar proyectiles , pero también sirven para alegrar con sus salvas . En la serviola se fusila y se cuelga el ancla . Todo , lo mismo que yo , puede ser bueno y malo ; pero las ordenanzas son el castigo en todas sus páginas : no hay en ellas una palabra de consuelo ni una promesa de redención ; la pena , siempre mucha pena . Y cuando esto me horroriza se me dice que es necesario y que no debo rebelarme . Sí , ya sé que es necesario y que no me debo rebelar , pero sería bárbaro que se me procesase porque me duela que existan esas necesidades , como sería incomprensible que me castigase Dios porque lloro la muerte de la madre mía . ¡ Dios ! ... Yo creo que puede estar en todas parte , pero dudo que esté da este planeta . Conste , pues , que no provoco a la sedición , porque entiendo que lo lógica es cumplir con su deber y evitarse el castigo . Y voy a dar a ustedes idea de cómo se practica el culto a Themis en sus barcos de guerra . Y para ello citaré dos casos , de cuya autenticidad respondo , si bien en estos momentos es más importante el interés que la autenticidad . Salí de Cartagena para hacer mi primer viaje e ir llenando las hojas de mi diario de navegación . En los acaecimientos de la segunda singladura se dice : « A las diez y media se tocó llamada y se castigó a dos marineros con cincuenta palos » . La hoja lleva el V . º B . º y la firma del alférez de navío don Isaac del Peral . Como ustedes comprenderán , esto fue un acaecimiento y no llegó a la categoría de acontecimiento . Los más interesados en el suceso fueron los infelices que recibieron los cincuenta palos , y ya los habrán olvidado ; pues bien , yo me acuerdo de la fecha y de la paliza , y pueden ustedes creer que aún me duelen los palos que vi dar , lo que probará a ustedes que si llego a recibir alguno no quedo para contarlo . Cuestión de temperamento : hay individuos en quienes el dolor va siempre al cerebro , y en otros no sale de las nalgas . Los marineros castigados eran dos grumetes de dieciséis años . No sé quiénes , ni lo averigüé entonces , porque siempre he tenido horror a los castigos y a los delincuentes . Lo que recuerdo muy bien es que formamos en cubierta , la marinería armada y nosotros con nuestros sables desenvainados : subió el comandante sobre el puente , quedose el médico en la escala , y empezó el acto , que no fue ceremonia . Colocose a los muchachos de pie , y apoyado el pecho sobre el cabestrante , se les amarraron los brazos a dos barras , y detrás de ellos se pusieron otros dos grumetes de mala conducta , encargados de dar los cincuenta rebencazos con dos chicotes de cabo . Detrás de los ejecutores un oficial de mar pegaba a éstos si no daban fuerte sobre los reos . De modo que al uno le daba el otro ; a éste el contramaestre ; el contramaestre obedecía al comandante ; el comandante cumplía la ordenanza ; ésta , como toda ley , es la razón escrita ; ahora bien , la razón es hija de Dios ; luego Dios ... pues , nada de eso ; Dios es infinitamente misericordioso ; luego algún error debe existir en la argumentación que antecede . Quejábanse los muchachos con agudos chillidos y con gruñidos sordos ; rechinaban sus dientes ; bajaban las lágrimas desde los ojos a los labios y subía la espumosa saliva desde la boca hasta los ojos ; escondían las pupilas en las órbitas ; forcejeaban para desasirse de las barras del cabestrante y llamaban a su madre . Porque también tienen madre los malos , y yo creo que el tenerla debía ser circunstancia atenuante , porque del castigo del hijo participa la mujer que llevó al reo en sus entrañas y que es inocente del delito que se castiga . Como creo también que el no tener madre conocida debe ser circunstancia eximente , porque la sociedad debe ser la madre de los expósitos , y las madres perdonan siempre . Ustedes no tomen en serio mis teorías , porque les advierto que yo no pienso legislar con ellas , y sólo me permito un acto de conversación con mis lectores , pero con la condición de que no se ha de publicar lo que digo ni ha de decirse que lo dije yo . Concluyeron los azotes , y lo abstracto y lo concreto quedaron satisfechos . Y ahora les resta a ustedes saber que los azotes se dieron por hurto de una camiseta . Desde luego declaro que el robo me repugna ; pero creo que , en vista del hecho , se debía facilitar a todos los marineros las camisetas que necesitasen , o prohibir en absoluto el uso de camiseta . Y pasemos a otro asunto . Estábamos en la Vitoria ; una noche el cabo advirtió al oficial de guardia que el vigilante del portalón de estribor distinguía entre el agua un pez muy grande , y el oficial mandó embarcar un bote y que saliese en busca del presunto cetáceo . Comprendió el pez el peligro que corría de ser pescado a tiros , y gritó al patrón del bote , conque éste comprendió que se trataba de un intento de deserción realizado por un marinero preso en la barra por haber hurtado una camiseta . ¡ Siempre lo mismo ! Como es natural , y a consecuencia del parte dado por el oficial de guardia , se encerró al fugado en un pañol y se comenzó la sumaria . Nombrose fiscal a un alférez de navío , cuyo nombre no cito por si la publicidad del hecho que voy a referir pudiera perjudicarle en su carrera , que en la general estimación no le perjudica , y la estimación mía la tiene ganada por completo hace muchos años . Era valiente , instruido y pundonoroso , pero era novato . A esta circunstancia se agregó el que yo fuese nombrado escribano , cargo que solicité para que la práctica me aclarase el texto del Nuevo Colón , que me resultaba más complicado que el aparejo de una fragata . Como ustedes verán después , nunca me he distinguido en trabajos de hermenéutica . Todos los testigos dijeron lo mismo que había confesado el reo , o sea que éste logró libertar su pie del grillete de la barra y después se tiró por una porta . Terminó el sumario , y llegó el momento de formular el dictamen fiscal . - ¿ Y qué ? - Eso digo yo . - Hay que pedir pena . Y la pidió el fiscal . Y no pidió nada , porque entendió que el reo estaba castigado con la prisión que había sufrido en el pañol . Ignoro si el señor D . quedaría tan satisfecho como yo , pero lo dudo , porque llegué a convencerme de que aquella sumaria era un modelo de sentido jurídico y encontré entretenida - que no agradable - la delicada misión de hacer justicia . Pero ... Pocos meses después regresamos a Ferrol , y supe que el señor Auditor disponía que la sumaria se volviese a empezar , porque aquello no lo era , ni tal que lo parezca ; y que se procesase al sargento y al cabo y a no sé cuántos más . Y se les procesó , y es posible que hayan muerto en Ceuta . Desde entonces vivo convencido de que no sirvo para juez , y como supongo que a mis compañeros les ocurrirá lo mismo , he imaginado un proyecto , que no será bueno porque yo no me he dedicado a hacerlos buenos , sino a crear muchos . En los barcos existen oficiales de artillería e infantería , contadores , sacerdotes y médicos . Ahora bien , propongo que se cree un cuerpo jurídico flotante . El marinero que enferma queda bajo la vigilancia del médico ; el muerto al cuidado del capellán , y el delincuente debe quedar a disposición del juez de a bordo . Un marino firmando diligencias y tomando declaraciones me produce el efecto que me produciría un magistrado con la severa toga y gritando en el puente : ¡ Braza a estribor ! Éste es el proyecto de un nuevo culto a Themis . Recuerdo que durante la época revolucionaria oía frecuentemente a un orador , tan ayuno de ciencia como ahíto de vanidad , que terminaba sus discursos hablando de la mano villana del Estado . Desde entonces , siempre que el Estado me molesta , me acuerdo de la mano villana de aquel sujeto . ¡ Y molesta el Estado tantas veces ! Pero se lo perdono en atención a que es el gran cabo cartero , y aunque no lleva todas las cartas a su destino , hay que agradecerle que nos traiga alguna sin fractura y sin retraso . De igual modo serían disculpables los extravíos que sufre la correspondencia si todos los anónimos se extraviasen , porque cualquier anónimo es un asesinato cometido en dos conciencias : la del destinatario suele quedar perturbada , y la del autor siempre queda muerta ; vergonzosamente muerta . Hasta hoy los únicos progresos efectivos del servicio de correos son los tubos neumáticos y el cabo cartero de a bordo . Porque el cabo cartero es cajón de sastre , y lo mismo compra tabaco que certifica un pliego ; de igual modo desempeña el servicio interior , y trae la pena dentro de un sobre orlado de negro como trae una cita en un billetito o una letra del Giro mutuo defendida por cinco sellos rojos y con barbas como los camarones cocidos . Y así no hay incidente de la vida íntima del marino que no tenga relación con el cabo cartero , y de aquí proviene que el nombramiento de tal cabo sea asunto de extraordinaria importancia . Porque ha de saber leer , entender por señas , conocer las monedas y ser honrado y guapo ; a ser posible , el mejor mozo de a bordo . Y es lógico que así haya de buscarse , porque siendo el primer individuo que salta a tierra , debe quitar con su hermosa presencia la mala impresión que a los curiosos del muelle producen nuestros viejos buques que no tienen el único adorno de los viejos : estar bien conservados . Desde las primeras horas de la mañana comienza sus faenas el cabo cartero ; quien le llama para encargarle cigarros ; quien le compra sellos , y quien le entrega una cartita y le dice : - Si está Fulana en el balcón tráeme la respuesta . Mientras dura la ausencia del cabo no cesa el comandante de preguntar si se ha enviado el bote para el cartero . El oficial contesta afirmativamente , pero repite la pregunta al guardia marina , éste la transmite al cabo de escuadra , y todos creen que el cartero volverá tanto más pronto cuanto más pronto llegue el chinchorro al muelle . Y vuelve el cabo y empieza a repartir la correspondencia desde la cámara del comandante hasta el castillo de proa . El comandante , para que nadie se aperciba de sus debilidades , se encierra en la chupeta y allí recoge los besos que su esposa y sus hijos dejaron estampados en el pedazo de papel . Los oficiales casados hacen lo mismo en sus camarotes , y los solteros leen sus cartas sentados alrededor de la mesa de la cámara y comentan las noticias que envía Fulano desde Filipinas , el pisto que se da Zutano en el Ministerio , la boda de Menganita , y la memoria de un sastre que se acuerda de unos pantalones que pasaron a otra vida . Los guardia marinas tuercen el gesto mientras leen , porque las cartas que reciben sólo traen consejos , y si alguna llega con acompañamiento reductible a metálico , reúne el agraciado a sus amigos , paga sus deudas y se proyecta la inversión del resto en una juerguecita donde no falten la comida de fonda y la butaca del teatro . En el sollado lee la maestranza renegando de su suerte porque la paga es corta y la familia aumenta ; y , a proa , algún cabo de mar , de anchas barbas , brazos de hierro y corazón de niño , va leyendo las cartas de la gente y haciendo , de paso , las contestaciones con el aderezo de comentarios que añade a cada párrafo . Algún marinero se sale a una mesa de guarnición , y escondido entre las bigotas besa con ternura la carta de su novia , y después saca del sobre una flor , una cinta , o un retrato , y siguen los besos y las lagrimitas limpiadas con un dedo gordo y duro de la callosa mano . Suena el pito del oficial de mar que manda embarcar el quinto bote , y carta , recuerdo y sobre quedan guardados debajo de la camiseta ; y el marinero va a su faena como cada cual a la suya , esperando a que llegue la noche con su soledad silenciosa para reanudar los interrumpidos coloquios con las recibidas cartas ; y desde los cois a la lujosa cama del comandante , parecen niños dormidos entre sus juguetes aquellos bizarros hombres que sujetan un papel debajo de la almohada y duermen soñando glorias para la patria y caricias para los suyos . Y continúa la humanidad aumentando las páginas de su historia , y todas son iguales , porque el hombre sigue su labor de conquistar y la mujer continúa ocupada en conquistar al hombre . Y vengo a recordar hablando de estas cosas una escena que presencié en la fragata Blanca cuando volvimos de un crucero de sesenta y cinco días a las islas Azores . En cuanto agarró una uña del ancla se fue a tierra el cabo cartero , y poco después le traía un bote cargado con sacas llenas de correspondencia . Vaciáronse las sacas en el alcázar , y todos emprendimos la tarea de clasificar las cartas de aquel montón . Se voceaban los nombres y las clases ; no había palabra cuyo timbre no aumentase el alegre tono de aquel cuadro ; y mientras unos alumbraban con bombillos , otros , sentados en cubierta , pregonaban los sobres ; quien ordenaba su correspondencia , y quien corría para llevar una carta a algún compañero que no podía abandonar su puesto . Nuestro comandante se paseaba por la toldilla riendo con todo su corazón , con el hermoso corazón de don Manuel Delgado Parejo . De pie en la mitad de la escala , y apoyado en el pasamanos , estaba un compañero mío que murió en Salamanca . Cada vez que alguno de los que hurgaban en el montón decía : « ¡ señor comandante ! » contestaba don Manuel : « ¡ Venga , venga ! » , y un cabo de mar entregaba la carta al guardia marina de la escala , y éste pasaba el papel a las manos del señor Delgado Parejo . El buen señor celebraba la llegada de la esquela regañando al guarda banderas o al contramaestre encargado de echar los botes al agua , porque don Manuel siempre estaba dispuesto a hacer el bien y a regañar . Pero fueron tantas las veces que se repitió esta operación y tantas las cartas que el guardia marina dio a su comandante , que éste , con airecillo de genio fuerte , le dijo : - ¿ Y usted no recibe carta ? - No , señor ; no tengo quien me escriba . Quedose el valiente marino mirando a los ojos de aquel muchacho , y debió comprender que hay mayores tiempos que los que se corren y capean : que hay seres para quienes la vida es un constante naufragio y quedan como boyas , sin morir de hambre ni de sed , y sin llegar jamás a tierra . Seres a quienes nunca se les devuelve la caricia que hicieron : tan desgraciados y tan dignos de compasión como el cabo cartero que nunca recibiese carta . Lo primero que debe hacer todo guardia marina al levantarse es bendecir a Dios porque le da un día más , y a don Juan Romero que le dio un año de menos . Después pedirá al Todopoderoso que envíe a la tierra un ministro que acabe para siempre con esa etapa de la carrera que convierte al hombre en Midshipman . Lo cierto es que si los cuatro años de guardia marina están dedicados a prácticas de lo aprendido durante dos en la Escuela Naval , o se practica malamente o se estudia muy deprisa , porque en la mayoría de las carreras militares se estudia durante cuatro años y se practica uno , aunque bien puede ocurrir que esté equivocada la mayoría . Si de los cuatro años sirven tres , dos o uno para aprender teorías , podían hacerse estos estudios en una academia , donde , seguramente , se estudia con más sosiego y con más aprovechamiento . Y finalmente , para no ser molesto , siempre que me ocupo con estas cosas pienso como los respetables ancianos anteriores al señor Beránger , y que eran partidarios de que se entrase en el Colegio Naval a los diez años y sabiendo poco , y se llegase a ser alférez de navío a los dieciocho años y sabiendo mucho , y sigo deplorando que a los veintidós años haya un joven empleado seis en su carrera y por haber usado cinco meses para reponerse de la enfermedades que produce la vida en la camareta , tenga que esperar otros seis meses para terminar su carrera , si tiene desparpajo suficiente para examinarse con lucimiento , porque de lo contrario tiene que esperar otro semestre , y entonces si le ocurre igual desgracia se queda en la calle tan paisano como su portero , si no es éste guardia de orden público . Conste que yo respeto las leyes y que excito a que se cumplan , singularmente aquéllas que forman base de la disciplina militar , y son , por tanto , garantía del bien de todos ; pero deploro que a un guardia marina enfermo se le niegue un mes de licencia que necesita para concluir de restablecerse , obligándole de este modo a abandonar para siempre una carrera tan honrosa y tan de su gusto . Hay oficiales que piden cosas grandes , que serán o no posibles , pero que positivamente son grandes . Hay quien pide privilegios , que podrán o no justificarse , y si a estos pedigüeños se les niega lo que piden y reclaman su licencia absoluta y se les concede , no entrañará este acto la extremada severidad ( me quedo corto ) que supone el negar un mes de licencia a un niño enfermo que lleva cinco años dedicando sus energías al estudio de su honrosísima profesión . Todos saben que no hay marinos para los barcos que se construyen , y que es preciso construir , y quisiera conocer el número de guardia marinas que durante los últimos veinte años han pedido su licencia absoluta . Después , creo que me sería fácil deducir que esta desgraciada clase no recibe halagos de ninguna especie , y es raro tamiz por donde sólo pasan el cuerpo atlético y el espíritu heroico . Continuamente aparecen hombres insignes ( y hace poco le correspondió el turno a un jesuita escritor ) que han sido marinos . ¿ Tan pletórica de genios está la armada que pueda desprenderse sin pena de hombres que la conservarían las glorias que tiene adquiridas ? Yo no lo sé , pero sé otra cosa ; sé que de los labios de los despedidos y de los retirados , de los que huyeron aburridos o enfermos , nunca ha salido una frase de rencor para el cuerpo que no quiso conservarlos a su lado . Sé algo más ; sé que en nuestras guerras civiles con cantonales y carlistas , nunca ha preparado armas contra la marina española ninguno de esos licenciados , por regateo de un ligerísimo consuelo . Yo no pensaba en estas cosas cuando era guardia marina , ni tenía más pensamientos que ir a tierra si estaba franco , hacer mi guardia de la mejor manera posible , calcular la longitud por las alturas tomadas a las ocho y la latitud por la meridiana y contar los nudos de la corredera para determinar la navegación por estima . Sufría pacientemente los arrestos y los plantones en la cofa , que siempre tenía merecidos , los cálculos de distancia lunisolares , el hambre cuando se acababa el rancho por inexperiencia del ranchero o cortedad de los diez duros mensuales , y la sed cuando nos ponían a ración de agua , que solía ser más escasa que el apetito , y nos obligaba a desear la noche para beber en los aljibes de la marinería . Todo mi afán era llegar a alférez de navío para cobrar mis sesenta y tres pesos todos los meses , hacerme un traje de gala y otro de media gala , enamorar a las muchachas que no descendían hasta los guardia marinas , y pasearme por Madrid vestido de uniforme y arrellanado en el coche de mi madre recibiendo los finos obsequios de los aristócratas amigos de mi casa y las insinuaciones cursis de las burguesas que aspiraban a cortesanas de la nueva monarquía de don Alfonso XII . Y como no tiene nada de interesante la monótona vida hecha con dos cordoncillos , o me parece que no tienen interés las cotidianas faenas de a bordo y las reuniones en el Louvre de la Habana , la casa de Aneiros en el Ferrol , el café de Zamora en Cartagena , la Alameda en la Isla y la Primera en Cádiz , voy a recordar un hecho que tiene algo de notable , porque se refiere a Su Majestad el Rey don Alfonso XII , y nuestros reyes de todos los tiempos no se han distinguido por sus aficiones marineras . No tuve el honor de hacer con Su Majestad el viaje por la costa Levante de España , pero hice el del Noroeste , y relataré dos escenas que satisfacen extraordinariamente mi amor propio . El segundo día que almorzó Su Majestad a bordo de la fragata Vitoria , que era la capitana , notó que yo me quedaba sin comer , porque siendo el último mono llegaba el momento de servirme cuando el Rey concluía , y desde entonces Su Majestad tenía la bondad de hacerme plato . Además prevenía el reglamento ( me lo sabía de memoria ) que a los guardia marinas les estaba prohibido fumar , y por consiguiente al servirse los cigarros me abstuve de coger ninguno , conque Su Majestad , que todo lo observaba , me envió por el Conde de Sepúlveda un buen habano . Pues bien , aquella noche navegábamos , y yo hacía la guardia de doce a cuatro . Estaba apoyado en la caña del timón mirando una bitácora sin verla , y oyendo las contestaciones que el timonel y sus ayudantes daban a los terrestres de la servidumbre del Rey , que pasaban la noche en vela preguntando el rumbo sin saber lo que era y haciendo pueriles alardes de matelotes . Oí a mi espalda que me decían : - Caballero guardia , ¿ qué rumbo llevamos ? - Oeste - contesté sin moverme . - No es posible . En la sombra , de pie y erguido con la gentileza que le era característica , estaba Su Majestad el Rey don Alfonso XII . Me cuadré . - No es posible , caballero guardia , que vayamos a ese rumbo . - Perdone Vuestra Majestad , señor ; pero estamos empeñados en un cabo y para remontarlo nos es preciso ir casi al Oeste . - ¿ Tendrá faro ? - Sí , señor . - ¿ De luz continua ? - No , señor ; de luz intermitente . Siguió nuestra charla , empezó a pasear el Rey por la banda de estribor del alcázar y yo fui acompañándole . Salió el sol por la poética tierra gallega , y pedí permiso a Su Majestad para entregar mi guardia . Aquella noche sentí que don Alfonso fuese Rey de España , porque hubiera sido mi mejor amigo ; quizá mis cuidados le hubieran salvado de la muerte , y se me debe permitir esta presunción que no es ofensiva y halaga extraordinariamente a mi cariño . Hablamos de la Escuela Naval y de la vida de a bordo , y le expresé todas mis ideas con ingenuidad completísima , quedando de paso absorto de la extraordinaria ilustración de Su Majestad , porque se han hecho proverbiales , acaso con razón , la ignorancia de los reyes y las mentiras de la Gaceta . ¡ Qué pasajera excepción ! Algún tiempo después , yendo yo vestido de paisano , vi a Su Majestad el Rey que iba en coche por la calle del Arenal ; volvió la cabeza don Alfonso repetidas veces mirándome con tal insistencia que llamó hacia mí la atención de los transeúntes , exponiéndome a que me detuviese algún celoso polizonte decidido a ascender . Quizá tuviera don Alfonso el presentimiento de que en aquella acera quedaba su más entusiasta amigo y admirador . De todos modos , el más desinteresado y constante . Fui a vitorearle cuando volvió de Francia , y le vi por última vez en Moncloa , donde paseaba en un coche cerrado , con el rostro lívido y las manos descarnadas , triste como campo que empieza a marchitar el primer soplo que envían las nevadas cumbres de la sierra , interesante con el interés que produce en el alma honrada la desgracia , que es fatal e injusta , respetable como el vencido que siempre es más digno de respeto que el poderoso . Jamás hubiera aceptado aquella monarquía uno de esos favores que obligan a agradecer , porque cuando se ama no se cobra , y estos mis amores monárquicos me dan algún derecho para repetir , refiriéndome a la monarquía , lo que antes dije refiriéndome a la armada . No creo que las monarquías estén muy sobradas de entusiastas incondicionales que por sus medios sirvan al menos para conservar el tradicional respeto obtenido por las monarquías . Y creo en lo dicho porque las monarquías se liberalizan y se democratizan logrando así el apoyo de todas las clases sociales . Pues bien ; sólo me explico como consecuencia de una irreflexiva ingratitud que se perdone a los sublevados realizando un acto hermoso , que yo aplaudo , y se consienta que una autoridad de orden inferior coja a un monárquico probado , le llame demagogo , le moleste , le insulte , le embargue sus bienes y disfrute tranquilamente el premio de tales hazañas . Pues bien ; el monárquico a que me refiero murió pobre y abandonado en Ferrol cuando yo estaba preparándome para sufrir el examen de ascenso a alférez de navío , y la tarde del día en que murió me decía cogiéndome las manos : - Tú empiezas y yo acabo . No desmayes por lo que ves en mí , porque ni el sacristán es Dios ni el polizonte es César . Los espíritus mezquinos sólo ven leño en las imágenes de los santos y reniegan de Dios porque le creen tan defectuoso como el sacristán y reniegan del César porque le juzgan tan defectuoso como el polizonte . Hay que tener conciencia de los propios actos y de los propios pensamientos , y si Dios se queda sin fieles y el César sin servidores , sea la culpa de quien la hubiere , pero no demos motivo para que se entienda que nuestras opiniones son versátiles y tornadizas como el criterio de un mal sacristán o el de un esbirro soberbio y bilioso . Aquella lección me ha sido provechosa , y desde que puse estrellas en mis mangas he creído siempre que las diminutas infamias que nos molestan de continuo en nada menoscaban el principio de autoridad , la satisfacción del deber cumplido y las relaciones que deben unir a los hombre cultos y cristianos , para despecho de los miserables que quisieran hundir en su miseria a toda la humanidad . Cuando iba de Ferrol hacia Madrid contemplando con legítimo orgullos mis insignias de alférez de navío , recordaba sin cesar el encargo de mi infeliz amigo , y me disponía a cumplirlo en cuanto me fuese posible . Me aguardaba mi madre en la estación ; la viejecilla se abrazó a mí preguntándome cuántos meses de licencia me permitían disfrutar en aquel cariñoso nido que apenas había visitado durante mis cuatro años de guardia marina . Empecé a gozar de las caricias de mi madre , orgullosa de tener un hijo tan guapo , según ella decía , y después me ha repetido mi mujer , y tan estudioso y obediente que merecía llevar aquel uniforme de gala con que mi madre hubiese querido que me pusiese a comer y me echase a dormir . A los pocos días recordé la promesa que hice al muerto , y me decidí a cumplirla . Madrugué y me fui al Escorial ; el panteón de los reyes estaba cerrado , y a pesar de todas mis gestiones me fue imposible realizar mi propósito , que se reducía sencillamente a hincarme de rodillas ante la tumba de don Alfonso XII , rezar un Padrenuestro por encargo de mi difunto amigo y recordar en lugar tan solemne el sincero cariño que me unió con aquel monarca inolvidable , y que no pudieron esterilizar la Revolución de septiembre , las etiquetas palaciegas , los ridículos celos de algunos cortesanos y aquella puerta inmóvil y despiadada que cierra el sepulcro de los reyes en el monasterio de San Lorenzo , símbolo de algo peligroso o inútil que separa a los monarcas de su pueblo , que veda a éste el cumplimiento del grato deber cristiano que lleva al vivo a la tumba del muerto para agradecerle , orando a Dios por él , las virtudes que le hicieron amable durante su vida , y digno de constante alabanza después de su muerte . Algo que ha matado reyes en el patíbulo y ha fusilado viejos , mujeres y niños en los campos yermos o en las tapias de alguna iglesia escarnecida o abandonada . Algo que hace constantemente en la humanidad su labor infame , que llena la historia de crímenes y entristece los hogares y produce el desaliento en los espíritus honrados . Algo que debió nacer de la envidia ayuntada con el orgullo por la soberbia . Algo que no está en el trono , ni está en las calles , ni en el sagrario , ni entre los feligreses , ni es Dios , ni creyente , ni rey , ni pueblo . Algo tan inexplicable en lo grande como lo es en lo chiquito el ser guardia marina , que no es cadete , ni oficial , ni estudiante , ni matelote , ni fu , ni fa . Un error muy bien calculado para que produzca los mayores errores posibles , dicho sea con permiso de los infalibles que no son dioses , ni reyes , ni creyentes , ni pueblo . - Allá va . - ¡ Chinchorro ! - ¡ Qué ! - A bordo . Y mientras dura el día está el chinchorro en constante movimiento . Se suprime el bote de los guardia marinas , el de la maestranza y el de rancheros , y quien está franco va a tierra en el chinchorro . El hombre que hace este servicio es objeto de continuas chanzas . - ¡ Adiós , patrón ! - Patrón y proel . - Así se aprende a bogar de punta . - Cuando estás franco no vas tantas veces a tierra . - Busca dos lampazos para empavesadas . Pero el individuo oye con tranquilidad , recordando estas palabras de Virgilio : Porque esto lo han oído antes y después que lo dijese el Dante , con frase tan bella , todos los hombres obligados a obedecer . A las veces suele ser el chinchorro una cáscara de avellana , sin timón y con dos toletes mermados por su continuo roce con los remos , cuyos estrobos fueron improvisados con unas pocas filásticas . Pero en otras ocasiones es una desgraciada buseta venida a menos , y entonces resulta un chinchorro con chumaceras y aun con guardines en la caña del timón . Este lujo es triste como el sol poniente y el recuerdo del placer perdido , y parece una condenación de nuestro orgullo aquel bote que fue lindo y que ya solamente atraca a la escala de babor . No siempre , porque ahora recuerdo que un chinchorro estuvo mejor tripulado que la primera canoa . Había fondeado la goleta Concordia en el puerto de Ferrol . La mandaba Fulano de Tal ( no cito su nombre porque ... ya sabrán ustedes por qué ) , teniente de navío de primera clase , guapo mozo y buenísimo , mejorando lo presente . ( Lo presente es el lector ) . Yo estaba embarcado en la goleta con mucha satisfacción mía , porque Fulano me dedicó su amistad , y entiendo que con un poquito de cariño se vive bien en cualquier parte . Y no era Fulano aficionado a prodigar su afecto , porque tenía genio fuerte y modales bruscos , que forman el artificioso carácter con que los buenos ocultan su bondad para que nadie abuse de ella , y prueba de esto es la escena ocurrida en aquel excepcional chinchorro . Volvíamos a bordo Fulano y yo , y la canoa no nos aguardaba ; teníamos interés en llegar pronto a la goleta , y mi comandante me dijo : - Vámonos en el chinchorro . - Vamos . El marinero se cuadró y saludó militarmente , pero al ponerse Fulano con un pie en la regala vio que aquel hombre estaba llorando . - ¿ Qué te pasa ? - Nada , mi comandante . Y el hombre procuraba contener sus sollozos . - No seas mameluco . ¿ Qué hay ? - A madreciña mía que está muriendo . - Resignación , muchacho , resignación . - Y en aquel bote va mi hermano . - ¿ Eres de aquí ? - Soy de Mugardos . - Vete . - ¿ Mande usted ? - Que te vayas . - Pero , ¿ adónde ? - A tu casa . - ¡ A mi ... ! ¡ Dios se lo pague ! ¡ Mi madre bendecirá a usted si llego a tiempo ! Y el infeliz iba corriendo , y se volvía a mirarnos temeroso de que le llamásemos . - Me cargan estas sensiblerías . Y el comandante se ponía serio como si dijese la verdad . - Esperaremos a que nos vea el guarda banderas y venga la canoa . - Oiga usted . - ¿ Qué hay , Lanza ? - Yo remaré , y listos . - ¡ Estaría chistoso ! - Y me quedaría muy honrado . - Yo lo sería . - Pues , avante . - No haga usted locuras . Pero las hice . Me ayudó ... ( ya iba a decir su nombre ) bogando con un remo , y aquel feo chinchorro atracó a la escala de estribor , y fue saludado por el pito del oficial de mar . Cundo llegamos a la cámara volvió a repetir Fulano . - Bonito zafarrancho ha producido esa sensiblería . Yo coloqué mis manos sobre los hombros de mi jefe , y mirándole con cariño le dije : - Dentro de unos minutos estará la viejecilla dando a usted la santa bendición de una madre . - Es verdad . - También nosotros necesitaremos ayuda cuando nuestras madres mueran . - Yo juro que ayudaré a usted . - Pues cuente usted con otra bendición . Y es cierto que los ojos se nos llenaron de lágrimas . Yo confieso mis flaquezas , pero oculto el nombre de aquel comandante , porque , desgraciadamente , hemos dispuesto que las autoridades pueden ser soberbias pero no deben ser humanas . Tenemos unas posesiones que administrábamos , en otro tiempo , de la manera siguiente : Quedaba una isla abandonada durante seis o siete años , sin un soldado , sin la visita de un barco de guerra y sin más símbolo de autoridad y del dominio de la metrópoli que un indígena hecho gobernador sin que él supiese quién le había nombrado , y a las veces por usurpación o por herencia . El tal gobernador sólo ayuda a sus amigos y parientes , y se limita a manifestar su autoridad llevando al aire los faldones de la camisa . Siempre que viene un nuevo jefe se dispone la cobranza de los impuestos en la isla que me sirve de tipo para estas consideraciones , y como es natural , se ven obligados aquellos indígenas a pagar de pronto la contribución correspondiente a siete años , con recargos y otros gravámenes . Es lógico que los contribuyentes no paguen , y no pagan . Entonces se envían a la isla una columnita de ejército y dos barquitos , y al cabo de tres meses nos hemos gastado en pólvora y proyectiles más de lo que importaban las atrasadas contribuciones ; hemos sufrido algunas bajas ; no hemos cobrado un cuarto ; hacemos la paz , prometiendo no percibir las contribuciones en algún tiempo ; los periódicos ministeriales desenfundan la trompa épica para celebrar nuestros triunfos , y España sigue viviendo con honra y expuesta a morirse de hambre . Claro es que esto sucedía en tiempos pasados , y a ellos me refiero al relatar a ustedes lo que nos ocurrió una noche en aquellas tierras al tío Carando y a mí . El tío Carando era sencillamente nostramo Marchena , a quien la gente había dado aquel apodo porque siempre aludía al tío Carando en todas sus historias . Estábamos en tierra unos cuantos individuos bajo mis órdenes , Marchena y yo custodiando la costa para evitar que los enemigos hiciesen alguna avería en el cañonero . Distribuí la gente y me senté con Marchena en lo alto de un bardal . El contramaestre , que era fumador incansable , encendió la mecha y después el cigarro , procurando que la lumbre no fuese vista entre las negras sombras de aquella oscura noche , y yo , que era un muchacho , imité su conducta y me tumbé sobre el musgo diminuto disponiéndome a pasar la guardia de la mejor manera posible . - Marchena , bien podía usted contar algo . - Si hubiera otro cariz contaríamos las estrellas . - Ya las veremos de día . - ¡ Bah ! , estos cucús ni saben tirar ni tienen buen armamento . - Por mí que los ahorquen . - Amén . - Lo que yo quiero es volver a España . - Pues está lejos . - Si hubiese ferrocarril hasta Cádiz . - También se tardarían algunos días . - Pues iremos en globo . - P en la goleta del tío Carando . - ¿ Y cómo era esa goleta ? - Pues el tío Carando pensó una vez en dar la vuelta al mundo , y le dijo su compadre , que tenía una freiduría en la isla , que yendo para Levante se llegaba con un día menos , a lo cual respondió el tío Carando que llegaría con tanta ventaja que volvería a Rota el día antes de haber salido . Y era porque el hombre se hacía esta cuenta : si yo me subo a los aires veré cómo da vuelta la tierra y a las veinticuatro horas pasará Rota por debajo , y en un día habré dado la vuelta al mundo . Pues bien ; si yo en lugar de estarme quieto voy adelantando camino , tanto podré correr que llegue a Rota el día antes de haberme marchado ; luego aquí lo que hace falta es un barco de mucho andar . - Me parece , Marchena , que esos perros han debido ver la lumbre de los cigarros porque tiran hacia aquí . - Ésos están disparando toda la noche para ahuyentar al miedo . - Pero se oyen las balas . - Y tiran sin saber adónde . - En fin , siga el cuento . - Pues nada , que el tío Carando encargó que le hiciesen una goleta que navegase mucho , y siempre para el Este con cualquier viento que hubiera . ¿ Sabe usted que esos niños atizan de verdad ? - Y acabará la noche en zafarrancho . - ¡ Que los pasen por ojo ! - Visto y hágase . - Pues bien ; la goleta debía tener otro mérito , porque había de mantenerse en los aires con objeto de que al acabar el Mediterráneo no hubiera más que subirse hacia el cielo , dejar que pasase toda el Asia por debajo , volver a navegar por el Pacífico , elevarse otra vez para que pasase América , descender en el Atlántico y ... ¿ sabe usted que me voy a tumbar porque presentaré menos blanco , y esos perros atizan candela ? Pues bien ; ahora verá usted el viaje . Marchena se tumbó y estuvo callado un momento . - Me parece que no concluye usted la historia , porque esto se va poniendo grave y habrá que reunir la gente y tomar una determinación . Marchena seguía callado . - ¿ Se ha vuelto usted mudo ? Seguía el silencio , y entonces adelanté mi mano derecha y tropecé con una del contramaestre . Empezaba a quedarse frío y comprendí lo que había pasado . No tuve prudencia , me levanté , dije al cabo de mar que trajese el ojo de buey , descorrimos la pantalla y vimos a nostramo muerto con un balazo que le había entrado por el ojo izquierdo . Reuní la gente , mandé hacer fuego sobre el enemigo y no nos contestaron . A la mañana siguiente volví a ver , lívido y helado , el cadáver de Marchena . El infeliz Carando había dado la vuelta al mundo . Cuando teman ustedes que les ocurra alguna desgracia estén tranquilos , porque todas las desgracias son traidoras y llegan cuando no se las espera . Me hallaba embarcado en la Vitoria , que estaba fondeada en el puerto de Lisboa , cuando murió mi madre , y el telegrama anunciando a mi comandante tan triste suceso llegó a la capital portuguesa cuando ya nos hallábamos en alta mar . Quince días después fondeamos en Cartagena ; salté a tierra , llegué al casino , mandé preparar el almuerzo y escribí a mi madre una carta cariñosa dándole cuenta de lo mucho que me había divertido en Lisboa , donde Su Majestad el monarca portugués ( q . e . p . d . ) había obsequiado galantemente a nuestra escuadra . Cuando volví a bordo aquella noche me dijo mi compañero y amigo , el perfectísimo caballero don Lorenzo Viniegra , que nuestro comandante don Luis Bula deseaba darme un recado . Pero el señor comandante estaba durmiendo , y aguardé impasible a que llegase la mañana siguiente . Díjome el señor don Luis , a quien he citado en otra ocasión alabando su exquisita cortesía y sus bellísimos sentimientos , que mi madre estaba enferma . Sospeché mi desgracia , porque no era lógico que se me diese noticia de una enfermedad empleando un medio tan extraordinario . Insistí , negaba caritativamente el bondadoso comandante , y , finalmente , me facilitó pasaporte para ir a Madrid y acompañar a mi madre en su enfermedad . Pero antes de irme a tierra me dijo Pera te , ese nostálgico de todo lo perdido , que mi madre había muerto . Federico Velarde me colocó en la gorra un trozo de gasa , y salí hacia Madrid en el primer tren . Aquella tarde la hizo el demonio para mi tormento , y yo se la perdono , porque sería indigno vengarse de una entidad tan despreciable . Iba a mi casa , que hallaría desierta , porque mi madre era el encanto de aquel hogar ; y pensé , mientras el tren corría , en todos los dolores que me aguardaban . Después vi que mi sufrimiento era mayor que el imaginado cuando buscaba por todas las habitaciones aquella viejecita que se miraba en mí y que me trataba como a un chiquillo tirándome de las barbas como en otro tiempo me tiraba de las orejas . Cada mueble , cada cuadro , el objeto más insignificante abría la herida de mi dolor , que brotaba lágrimas por mis ojos . Y para mayor tormento , no me faltaban esos consuelos oficiosos que sólo sirven para reconcentrar la pena en lo profundo del corazón , cuando no llegan hasta el extremo de olvidar el respeto que merece tan irreparable desgracia . Aumentaba mi duelo la consideración de que aquellas lujosas misas , aquellas invitaciones , la negra ropa y el expediente de testamentaría hecho con arreglo a la ley , que cohíbe la voluntad del testador eran , en suma , sacrificios que yo hacía ante el altar de la diosa sociedad , y para mi madre nada , nada más que mi pena , que era mi oración , y mis lágrimas , que eran mi culto . Dormía , sin hacer caso de ajenos consejos , en la cama donde había muerto mi viejecita , y pasábame las noches contemplando el bondadoso rostro de aquella imagen de Nuestra Señora del Carmen , que tenía mi madre colocada en un altarito , servido piadosamente por su temblorosa mano en los últimos días de su existencia . Hubo noche en que creí que la Santísima Virgen me concedería la dicha de amanecer muerto , librándome así de la estúpida contemplación con que autorizaba los desprecios al alma que se manifiestan en los obsequios al cadáver y los desprecios al cuerpo amado , que se manifiestan hipócritamente encerrándolo pomposamente donde no estén nuestros brazos para cumplir lo que era deber mío , el santo deber de cuidar del cuerpo de mi madre hasta que desapareciese , como mi madre cuidó del cuerpo mío , sin abandonarlo desde el instante en que aquella bendita mujer me sintió en sus entrañas . Después he dado gracias a la Virgen , que me conservó la vida , permitiéndome cumplir la misión del hombre en la tierra y poder hoy esperar la muerte , sin desearla , satisfecho porque he procurado ser bueno , y porque dejo hijos más perfectos que su padre y que llorarán mi muerte como yo lloré la de mi madrecita idolatrada . Por fin , llegó el día en que el Estado me puso en posesión de los bienes , que siempre fueron míos , sin dejar por eso de pertenecer a mi madre , idea de la propiedad que predicó Jesucristo , y que sólo practican santamente algunas comunidades religiosas . El Estado , por avenirse a reconocerme mi nueva propiedad , se quedó con una parte de ella , y yo me quedé con el derecho de pleitear y de pagar las costas si algún litigante no estaba dispuesto a reconocerme los derechos que me reconocía el Estado . Dejé mi casa conforme estaba , nombré un administrador y me presenté en el Ministerio y allí me dieron la triste noticia de que había sido desembarcado de la fragata Vitoria . Esto era quedar dos veces huérfano . Y así lo era , porque la fragata Vitoria constituía en aquellos tiempos una maravillosa muestra de la bondad de Dios , que había reunido en un solo barco más de mil hombres dispuestos a cumplir con su deber , de tal modo , que desde el último marinero hasta el general Durán , que era el almirante , sólo se hallaban tipos de caballerosidad como el sargento Mena , Moimeme , el guardia marina , oficiales como Castilla , Lara y Estremera , jefes como Santaló , Armero y don Vicente Montojo , brigadieres como don Luis Bula y generales como don Santiago Durán y Lira , y por cierto que , respecto a este señor y a nuestro mayor general , que lo era don Vicente , me ocurrió este lance con un ilustre extranjero que acompañaba a la corte cuando ésta se hallaba en la Coruña . - Es extraordinaria la estatura del General . - Sí que es buen mozo . - Y esto es extraño en un español , y singularmente en un marino . - Amigo mío , no sea usted rutinario como todos los extranjeros que visitan a España . - No quisiera serlo . - Pues bien ; aquí se crían hombres tan altos como en cualquier otro país , y si ustedes no los conocen es porque el itinerario de todo extranjero es siempre el mismo : El Escorial , Madrid , Toledo , Sevilla , Málaga , y vuelta a Marsella . - Un poquito cierto y un poquito exagerado . - Además , no creo que a los marinos les convenga tener la estatura de don Ramón Auñón , sino en el caso que así lograsen la ilustración y las bellísimas cualidades de tan excelente sujeto . - De todos modos , es conveniente ser bajo para andar por batería . - De igual modo debieran los jinetes tener las piernas más largas que la marca . - No nos entendemos . - Ni será posible que nos entendamos . - Insisto en que el General es muy alto . - Pues no se le puede quitar nada , porque es bueno desde los pies hasta la cabeza . - Quien tiene aire de marino es don Vicente Montojo . - Conforme , pero procure usted que ningún Montojo lleve F . , porque esos Montojos resultan imposibles . - La F . se me hace más suave . - Pero da una suavidad que no se aviene con nuestro lenguaje , que es , como nuestro carácter , duro y claro . - Usted perdone , y suprimiré las efes . - Hará usted bien . Aquel extranjero , que admiraba , como yo , la finura y las condiciones marineras de don Vicente , se acostumbró a pronunciar la jota para no incurrir en grave descortesía con el cuerpo general de la Armada . Y ya que he hablado de Moimeme , recordaré una de sus hazañas , porque el tal muchacho las realizaba a menudo . Era un entusiasta de su carrera y de su uniforme . Consentía que los marineros saliesen con faca , con tal de que no saliesen desarmados ; acompañaba a cualquier borracho que llevase botón de ancla , y , finalmente , cierta noche realizó un acto que yo le agradezco y le agradecerán seguramente todos mis compañeros . Serían las dos de la madrugada cuando paseábamos por el Cantón de Ferrol unos cuantos oficiales cantando , riendo y alterando el silencio sepulcral que arrulla el sueño de todos los serenos del mundo . Se nos vinieron encima los nocturnos guardianes y nos amonestaron con los regatones de los chuzos , por carecer seguramente de otro lenguaje más atento , o por entender que aquella mímica era más persuasiva . Excuso decir que si hubiéramos llevado armas hubiéramos cometido la atrocidad de enviar a algún sereno a cantar la hora en el otro mundo . Nos defendimos como nos fue posible , e ingresamos en la prevención , de donde pasamos al cuartel de infantería de marina por orden del señor gobernador militar . Moimeme , que no estaba a bordo , se enteró de lo ocurrido , y sin fijarse en que un guardia marina no tiene jerarquía militar , se fue a la casa del señor brigadier gobernador de la plaza , y allí insistió , habló elocuentemente de la s anclas arrolladas por los chuzos , no se dio por entendido de las advertencias que le hizo su jefe , unió lo patético a lo lógico , y consiguió que el señor brigadier le diese la orden para que nos pusiese en libertad . Y con ella llegó al cuartel el muchacho jadeante por la carrera y orgulloso por su victoria . Ignoro cómo se llamaba aquel señor gobernador , y si vive , que lo deseo , alguna vez habrá recordado esta escena , y convendrá conmigo en que los guardia marina que así defienden a sus oficiales son aptos para defender mañana la patria , que está donde ondea nuestra inmaculada bandera gualda y roja . Ignoro también lo que habrá sido de Moimeme , a quien estas hazañas daban , no sé por qué , fama de levantisco . Sólo sé que pidió y obtuvo su licencia absoluta por conducto de su jefe del señor D . F . Montojo . Ello es que me quedé huérfano dos veces , y fui a otro barco , donde vivíamos apedreándonos con los artículos de las ordenanzas . Lord Byron decía que el matrimonio viene del amor , como el vinagre del vino , y el pensamiento es tan completo , que todo vino bueno acaba en agrio vinagre si no se le tiene guardado convenientemente , y este trasiego de mi persona desde la Vitoria a otro barco me agrió el carácter y resolví endulzarlo con la caña americana . Pedí ser trasladado a la isla de Cuba y me enviaron a Filipinas , quizá para darme enojo , o quizá por un error geográfico muy disculpable . Cuando salí de Barcelona envié a la tierra una oración que espero llegase hasta la tumba de mi madre , y al pasar por el paralelo de Cartagena di a las olas encargo de que llevasen mi saludo ante el espolón de la fragata Vitoria , donde aprendí a ser humano , afable y esclavo de mis deberes . Estábamos embarcados en la fragata Blanca , es decir , acababa de embarcarme , porque yo llegué a bordo a las nueve de la mañana , y el hecho que voy a referir ocurrió a las once y media . No sé si estaban cargando granadas a proa o si habían subido granadas cargadas a cubierta con un fin que desconozco . Ello es que , de súbito , vi que toda la gente corría hacia popa . - ¿ Qué ocurre ? - preguntábamos los demás . - Una espoleta que se ha inflamado . - ¿ Cuál ? ¿ Cuál ? - Aquélla . Y todos señalaban a una granada que permanecía impasible , negra y muda , a estribor y delante de la chaza correspondiente a la mesa de guarnición del palo mayor . Causaba terror ver el terror ajeno , y nos agrupábamos detrás de la caña , del mesana y del tambucho de la escotilla de popa . De repente , un alférez de navío , el señor Paredes , muy querido por todos , a pesar de sus rarezas de carácter inglés , salió de las oficinas del detall , cruzó por la desierta cubierta , cogió la granada , y comprendiendo que la mesa de guarnición era un impedimento , corrió hacia el portalón y allí viose con el quinto bote que aguardaba a los oficiales , bajó algunos pasos de la escala , entregó la granada al patrón , y éste la tiró al agua . En verificarse esto se tardó menos tiempo que ha tardado el lector en leer el relato . Cuando ya la granada caminaba hacia el fondo todos éramos unos héroes y contemplábamos el sitio donde estuvo el proyectil , las manos de Paredes y la nuevamente tranquila superficie de las aguas . Enseguida se despertó el entusiasmo hacia el distinguido oficial que había evitado una catástrofe y nos había salvado la vida . Hubo abrazos , apretones de manos , programas de banquetes y de fiestas , y por fin se hizo algo serio : hubo juicio contradictorio , y el señor Paredes obtuvo la cruz de San Fernando . Pocas se habrán dado mejor merecidas . Aquella fue la recompensa justísima que otorga el Estado : a ella debe agregar el señor Paredes nuestras sinceras gratitud y admiración . Ignoro el nombre del marinero que tiró la granada al agua . Era el patrón del quinto bote , pero no se sabe más . Recuerdo que hallándome en Cádiz - era yo teniente de navío , y antiguo - me disgusté con una moza , con quien gastaba mis ahorros y algo más . Inútil es decir que me disgusté porque aquella individua me hizo una charranada muy natural en ella . No pensé en suicidarme , pero pasé tres días decidido a tomar venganza . Al cabo de los tres días salimos a cruzar por el Mediterráneo , y durante el tiempo que duró el crucero me convencí de que ya no era un chiquillo y de que debía tomar estado . Confieso que esta idea me seducía , porque suponía un cambio radical en mi vida , pero al propio tiempo me asustaba , porque entrañaba un contrato hecho para siempre , y no me sentía con fuerzas para conservarme casado . Además , el escepticismo que produce la atención constante hacia lo perverso me llevaba a creer que las mejores mujeres eran las menos malas . Y así andaba haciendo y deshaciendo proyectos , hasta que una noche , que navegábamos a máquina en demanda del puerto de Cartagena , me decidí a casarme después de haber andado dos leguas sin salir del puente . Pasé revista a mis antiguas amadas por si entre ellas encontraba mi futura , y recordé a Juanita , aquella hija de aquel capitán que se dejaba abrazar - la niña - en el portal de su casa , y me escribía cartas llamándome « Cerido mío » , y Lolita , la romántica , que me escribió una carta en verso que terminaba así : Decididamente no estaba entre ellas la futura madre de mis hijos , y resolví buscarla entre familias más cultas . Tenía en Cartagena una chiquilla que valía un Perú , la hija del general Santisteban , pero aquella muchacha era imposible porque estaba decidido a amputarme la mano derecha antes que pedirle la suya a la tal María Nieves , y no porque la muchacha fuese mala , sino porque tenía la costumbre de no tomar en serio nada de lo que yo decía . Era hija de Cádiz , y allí la había conocido siendo yo guardia marina . Aún se acuerdan los gaditanos viejos de aquella chiquilla de Santisteban que paseaba con su madre y su hermano , llevando sobre sus espaldas una mata de pelo castaño que causaba la envidia de las mozas . Conforme yo fui ascendiendo fue haciéndose mujer , y cada vez más guapa y con la cara más alegre . Me había declarado a ella cuantas veces la había visto , pero Nieves se reía , me hablaba de mis amoríos , que conocía perfectamente por las habladurías de las cámaras y de las camaretas , se volvía a reír y me dejaba imposibilitado para seguir adelante en mi declaración . Había pensado si Nieves tendría algún amor oculto o mal correspondido , porque lo cierto es que despedía a todos sus pretendientes como a mí . Había tratado de averiguar algo cierto por su hermano Gregorio , ingeniero agrónomo , pero me contestaba siempre : - Se quedará sin casarse porque a todos les encuentra defectos . Y como yo me reconocía muchos y no quería un matrimonio hecho por el interés , o por la resignación , estaba resuelto a no pretender más a la señorita Santisteban y desear para ella un hombre llovido del cielo . Conocía en Cartagena a otra muchacha muy simpática , Carmen Suñol , huérfana del que fue jefe de las obras del puerto . Carmencita no era hermosa , pero tenía una característica elegancia ; siempre se había mostrado muy afable conmigo , y aunque la creía capaz de casarse con un viejo que fuese brigadier , me pareció que aceptaría también a un Lanza con buena renta , aunque sólo fuese teniente de navío . Pero yo no quería matrimonio hecho de esta manera , y me decidí a que la casualidad me trajese a mi esposa si era fatal que yo me casase . Por de pronto empecé a llevar buena vida , porque el trato de las personas decentes me ocupaba el tiempo que podía dedicar a otros tratos que ya me resultaban enojosos . Y como esto que hacía lo habían hecho antes otros muchos tenientes de navío , se convino en que yo estaba decidido a casarme . No me hizo gracia que me viesen las cartas y publicasen mi juego , pero seguí adelante con mis propósitos y mis costumbres , sin hacer más protesta que no hablar de amores a ninguna señorita . Precisamente estábamos en Carnaval , y los bailes del Casino , que son famosos por su cultura , me facilitaban la ocasión de parecer frío con las muchachas casaderas , y como aquella buena sociedad no pierde ocasión de divertirse honestamente y de aquilatar la finura de las personas con quienes trata , resolvieron darme un bromazo , y me lo dieron así : Anunciose un rigodón que serviría de concurso para adjudicar un premio a la joven más bonita , y un artístico cartucho de paciencias al hombre menos afortunado . Empecé a buscar pareja , y después de varias peticiones sospeché el complot y comprendí que ninguna muchacha querría bailar conmigo . Teníamos preciosas contraseñas , como en un cotillón , para distinguir las parejas , y yo no encontraba a nadie a quien entregar mis palomitas bordadas en un plegado trozo de muselina , y por fin me decidí , si no hallaba otra solución , a enviárselas al capitán general y suplicarle me tuviese a sus órdenes en la mesa del tresillo mientras se bailase el rigodón . Pero Santisteban hijo cayó en la red y me salvó del peligro , porque se sentó a mi lado en un diván de la sala de descanso , y me dijo : - ¿ Qué haces tan solo ? - Contratando un armisticio con el sueño . - Podías hacerme un favor . - Desde luego . - Te cojo la palabra . - Quédate con ella , y di . - Que me explique el mecanismo de las tablas de Mendoza . - Pues si quieres , empiezo ahora mismo , y así no me dormiré . - Ahora es preciso bailar . - Dichoso baile . - Aquí deben tramar algo , porque Nieves ha resultado mi pareja y todos andan con cuchicheos . - Pues yo aún no la he buscado . - Tienes la ventaja de poder elegir . - Te la cedo con gusto ; dame tu contraseña y bailaré con tu hermana , llévate estas cándidas palomas , que deben ser de buen agüero . - ¿ Lo dices de veras ? - Trato hecho . - Te lo agradezco , porque quisiera bailar con Margarita Campos . - Oye , ¿ es en esos campos donde piensas desarrollar tus conocimientos agronómicos ? - Quizá sí . - Mira que una margarita amarra bien . - ¿ De veras ? - Como que sirve para amarrar el virador al cabestrante . - ¿ Me explicarás eso ? - Ahora no . - Ahora voy por mi pareja . - Pues date prisa , porque ya tocan las palmas . - Hasta luego . - ¿ Y las tablas de Mendoza ? - En concluyendo el baile . - Bueno estarás para logaritmos . - De todos modos , mañana . - ¿ En tu casa o a bordo ? - En casa . - Supongo que las tendrá tu padre . - Sí . - Pues entonces no las envío . Crucé el salón cuando ya se estaban colocando las parejas ; me acerqué a Nieves , la enseñé la dorada flecha que me servía de contraseña , y Nieves se levantó sin decir una palabra , aceptó mi brazo y fuimos a ocupar un sitio en la cabecera .