Las esmeraldas Joaquín Dicenta Tres salones del palacio ducal apenas bastaban al acomodo de la « canastilla » y de los regalos con que obsequiaron a la novia sus parientes y amigos . Entre los regalos sobresalía un aderezo de esmeraldas , ofrenda del duque de Neblijar , futuro esposo de Leonor Pérez de Carmona . Engarzaban las piedras en la más pura filigrana que pulieron árabes y judíos . Uníanse unos engarces a otros por cadenillas microscópicas , y era cada engarce un prodigio de calados y geométricas figuras . Las esmeraldas , limpias , carnosas , relucían como ojos de mujer . Rodeando la almohadilla del estuchón , aforrado en gamuza , relampagueaba un collar . Sus piedras , a partir de una esplendorosa , que descolgaba solitaria , disminuían , parejamente , hasta rematar en dos triangulares que formaban el broche . Sobre el cojín , rodeado por el collar , triunfaba una diadema , en cuya fábrica el metal se iba sutilizando para volverse espuma ; entre ella flotaba una esmeralda de ígneas transparencias , iguales a las de las olas al romper . En los ángulos del estuche se retorcían cuatro serpientes de oro ; dos piedras llameaban en cada cual de las achatadas cabezas , remedando los ojos del reptil . Galas últimas del joyero eran las arracadas ; tallólas el artífice en disposición de caireles , para que , al rozar los cuellos femeninos , los cosquillearan con lascivos arpegios , tal que si fueran deditos prismáticos de gnomo . De generación en generación se transmitían aquel aderezo los Neblijar . Luciéronlo sobre su piel las hembras de la estirpe , sin que ninguna osara cambiar los engarces y disposición de las piedras . Por mucho entró en sus respetos el orgullo . Acrecía , con la antigüedad , el mérito y valor de la alhaja ; amén de esto , con ella se atestiguaba y se revivía la hazaña por que vino a poder de los duques . Fué siglos atrás , a principios del XVI , cuando Alfonso , duque de Neblijar , navegaba , capitaneando una galera , en busca de los musulmanes piratas . Era experto marino y temible guerreador el duque . Muchos barcos infieles echó a pique con la proa de su galera . Espanto ponía su nombre a los arraeces de Stambul y de Túnez . Cierta noche , en que la galera ducal surcaba los africanos mares , a los reflejos de una luna que con el propio sol , por su claridad , competía , vieron los tripulantes desprenderse de los cantiles de la costa otra galera que , a velas desplegadas y a impulsos de favorable viento , enderezó su viaje hacia el buque cristiano . - ¡ El pirata ! - dijo uno de los cabos , en tanto corría otro en aviso del duque . De un salto ganó éste los escalones de su cámara ; de otro se halló sobre cubierta . Asunto breve fué disponer la galera para el encuentro . Los marineros gatearon palos arriba , prontos a toda maniobra ; apretaron los cautivos sus puños contra el mango del remo , poniendo ojos y oídos a los mandamientos del cómitre ; previniéronse las bombardas ; dieron los arcabuceros alimento a sus mechas ; apercibiéronse los abordadores , hacha en puño y cuchillo en cinto ; encordáronse ganchos y arpones , y el pendón real flotó a popa , mientras ascendía por el palo mayor una bandera azul , donde campeaba el escudo de los Neblijar . - Como no me engañen mis ojos ( y no es fácil que lo hagan cuando miran hacia la mar ) - exclamó un marinero viejo - , esa galera es la de Ben-Alí , el pirata más cruel y más bravo que parieron los cubiles de Túnez . - ¿ Ben-Alí , dices , marinero ? - repuso el de Neblijar - . ¡ Ojalá no te engañes ! Desde que salimos de Cádiz , sólo un miedo me sacudía el alma : no toparme con ese tiburón , de que tanto alardea el Bey . - Veremos - añadió - si pierde el tiburón los dientes al clavarlos en mi galera . Juro por mi Dios y mi Rey que antes del alba ese perro o yo tendremos de sepultura el mar . - Cuéntase - añadió el marinero - que el pirata no es tunecino ; indio es . Su padre , un mago de aquellas lejanías , arribó a las playas de Túnez , en fuga o por mandamiento del demonio ; no está ello bien sabido . Lo cierto es que el Bey le nombró su visir , y que el hijo del mago crióse , tal que un príncipe , en el alcázar . Siguen contando que , cuando ya hombre , se hizo Ben-Alí para el mar , al gobierno de una galera , dióle el mago por amparadora y por guía a una diosa del país de los indios - la diosa del mal dicen que es - para que guardara al patrón , y en toda pelea contra olas u hombres le sacara triunfante . Añaden que la imagen es negra , y que su cuerpo , totalmente desnudo , está adornado con collares , ajorcas y arracadas de finísima pedrería . Ciñe su cabeza una corona de luceros , y sus ojos bullen en las órbitas como si fuesen vivos : cosa de encantamento . Un cautivo escapado de Túnez me refirió la historia , jurándome por Jesús , Cristo y Salvador nuestro , que , cuando Ben-Alí embistió al barco donde el cautivo navegaba , la diosa negra entró al abordaje , esgrimiendo un hacha , en cuyo filo las gotas de sangre se cuajaban como rubís . - El miedo obscureció el magín al cautivo - interrumpió Neblijar - . A fe - prosiguió - que si hay tal diosa y usa joyas tan ricas , no será mal botín cuando apresemos la galera . Si es criatura demoníaca o de encantamento , con la cruz de mi espada sobra a destruir el encanto y mandar al diablo a su infierno : Y finen las consejas y vaya al aire , aunque no esté el infiel a tiro , el primer bombardazo . Sea esta pólvora la única nuestra que hoy se desperdicie . Mientras sonaba el cañonazo , y su humo se perdía en la atmósfera , agregó el marinero : - Más contó el cautivo : en el pedestal de la estatua - los ojos del cautivo leyeronla - hay esta arábiga inscripción : « ¡ Ay de quien ose a mí ! En él o en los suyos , a través de los minutos que representa una hora , o de los siglos , que cuentan sus minutos por años , Kalí se vengará » . - Quemaré a la diosa cuando entre en la galera - interrumpió el duque - . Por lo que hace a sus esmeraldas , de joyel pondré una en mi sombrero , dejando las restantes para lujo de las mujeres de mi estirpe . Ahora cada cual a su puesto ; yo al mío , y Dios y la mar con nosotros . Con ellos fué después de recio y empeñado combate . Al frente de los suyos entró al abordaje Neblijar en la tunecina galera . De cara embistió al arraez , que , cubierto de heridas y esgrimiendo un hacha , tinta en sangre hasta el regatón , fué al encuentro del duque . En torno de ambos jefes se acometían los más bravos . Solo ya , entre un montón de muertos , Ben-Alí retrocedió despacio , dando rostro al duque y a los que junto a él peleaban . Dejando un cadáver en cada escalón de su cámara , llegó al centro de ella y se apoyó , para no caer , en el pedestal de una estatua que , tallada en ébano , presidía el recinto . Era horrible su gesto . Su boca , simulada por dos corales , mostraba , contrayéndose , el marfil de unos dientes agudos , prontos a desgarrar . Su mano izquierda avanzaba desafiadora , blandiendo un haz de víboras ; crispábase la derecha en garfio sobre uno de los senos ; hasta ellos descolgaba un collar de esmeraldas . Las arracadas caían temblantes desde unas orejas minúsculas ; a piernas y brazos se ceñían las ajorcas de oro , rematadas por cabezas triangulares de reptil . La diadema era nido de sierpes : tales parecían , retorciéndose en espiral sobre ella , los rizos del pelo . Los ojos de la estatua eran verdes . A la luz do una lámpara , ardiente bajo el techo , aquellos ojos fosforeaban espectrales . Cuando el arraez , acorralado y desangrándose , se apoyó contra el pedestal , los ojos verdes centellearon , revolviéndose furiosos en la órbita . El espectáculo hizo retroceder hasta a los más bravos compañeros del duque . - Aunque el diablo mismo te ayude - gritó el prócer a Ben-Alí - , a golpe de mi hierro caerás . - ¡ Guárdate del mío ! - respondió el arraez . Y volteando a todo brazo su hacha , la despidió contra Neblijar . Ladeó éste el cuello para evitar el filo del arma que , en su viaje , le llevó media oreja , y , avanzando hacia su enemigo , le envainó la espada en el Pecho . Cayó el arraez ; quedaron inmóviles las pupilas de la diosa , falto ya de juego el resorte , que girar las hacía , y el moribundo , clavando las suyas en el duque , murmuró , con voz ahogada por la sangre : - En ti o en los tuyos , ella se vengará . Vueltos los ojos a Kalí expiró el arraez . Al fondo del mar fué la estatua , juntamente con la tunecina galera . No así las alhajas , que , previos exorcismos y agua bendita , se convirtieron en galas de la casa ducal y en testimonio palpable de una famosa acción . De labios de la duquesa viuda recogió Leonor la historia de las esmeraldas , cuando la anciana la entregó el aderezo , no como regalo , como atributo de la soberanía ducal , que , desde aquel instante , renunciaba en la esposa de su hijo . - La tradición afirma - dijo la viuda a su nuera - que este aderezo es obra demoníaca ; añade que , según promesa vengativa del arraez , algún día tomará Kalí , en un Neblijar , desquite del ultraje que otro Neblijar le infirió . Hasta el presente no se ha cumplido la amenaza . Bien es cierto que todas las Neblijar , ceñidoras de estas alhajas , han cumplido lealmente sus obligaciones de hijas , de esposas y de madres . De suerte que el demonio no tuvo por dónde clavarles las uñas . Tú has de imitar ( si no las superas ) a esas damas y , como hasta hoy , el demonio tradicional quedará con cuarta y media de narices . Luce , sin recelo , las joyas y honra la corona que , no ellas , tu virtud y el amor de mi Alfonso ponen sobre tu cabeza gentil . Mejor atendía al brillo de las esmeraldas que al discurso la joven . No obstó ello para que rodeara con sus brazos el talle de la anciana y estampara sobre su frente un ósculo , más ruidoso que prieto . - ¡ Gracias , señora ! - dijo - . Nunca vi piedras que a éstas pudieran igualarse . ¡ Qué bien hacen ! - siguió colocando sobre sus cabellos la diadema y contemplándose al espejo - . Relumbran como estrellas . De noche , al reflejo de las luces eléctricas , han de ser maravilla . - ¿ Por qué no probarlo ahora mismo ? - monologó la joven , apenas despidió a la duquesa - . Pronto se cierran los balcones . En corriendo el cerrojo , no habrá quien sorprenda mi vanidad . ¡ A ello ! Voy a dejar corrida a la diosa negra del pirata . Al evocar esta memoria , vínole antojo a Leonor de reproducir , frente a su espejo , la imagen de Kalí . Tal y como lo pensó , lo hizo . Corrió el cerrojo a la puerta del gabinete ; amontonó frente al espejo unos cojines árabes ; cerró las maderas del balcón ; embrazó el aderezo , y entrando en su alcoba , comenzó a desnudarse a obscuras . A obscuras , también , se ciñó las alhajas . Desde los cojines se alcanzaba a la llave de la eléctrica luz ; a ellos subió Leonor de un salto ; dió vuelta a la llave , y su imagen , totalmente desnuda , se reflejó contra el espejo . Estatua de nogal parecía , con su carne morena , donde la luz proyectaba sombras áureas . Hermoso era su cuerpo , con la diadema de esmeraldas ceñida a las sienes ; la garganta rodeada por el espléndido collar ; los caireles descolgando por los remates de la oreja y los reptiles de oro , las culebrillas de ojos verdes , retorciéndose en espiral sobre la garganta de las piernas y las redondeces del brazo . Bella era la criatura que reproducía el espejo . Tan bella como horrible la que se ofreció a Alfonso , duque de Neblijar , en la cámara del pirata . Y , sin embargo , cuando Leonor evocando a Kalí tomó su actitud , cuando adelantó el brazo diestro y crispó el siniestro contra los pechos duros y desordenó sobre la diadema sus rizos y contrajo su boca para enseñar los dientes , y frunció el entrecejo para dar fiereza a sus ojos , algo había en ella de retador y demoníaco . - ¡ Qué locura ! - exclamó - . ¡ Si me vieran ! ... Saltó de los cojines , apagó las luces eléctricas y fué a tientas hacia su alcoba . Un escalofrío erizaba su piel . Celebróse la boda en la capilla del palacio ducal , y bendijo a los novios el patriarca de las Indias . Padrinos fueron la madre del novio y un infante de España ; testigos los más altos personajes de la patria nobleza . Acompañó el órgano la bendición patriarcal ; sirvióse un espléndido lunch en el comedor : cambió Leonor , por uno de viaje , su atavío de novia ; imitóla Alfonso , y , despedidos por invitados y parientes , ganaron un lujoso automóvil , haciendo camino a las posesiones que , inmediatas a Córdoba , pregonaban la riqueza del duque . No quiso éste zarandear su nupcia por capitales extranjeras . Tiempo habría , más tarde , de recorrerlas todas y aun de ir mar adentro en un yacht , que , meciéndose sobre aguas gaditanas , aguardaba órdenes de su aristocrático armador . Al presente , para desflorar sus amores , nada comparable a un vergel andaluz . Sin estorbo de curiosos impertinentes , recorrerían senderos y alamedas ; en las noches de luna , a su pálido resplandor ; en las noches claras , al reflejo de las estrellas ; en las obscuras , envueltos por la sombra , llevarían , como los ciegos , en el tacto los ojos . Irían al bosque en las horas de sol para recogerlo , cernido por las hojas , y envolverse en las caricias de su luz . El bosque tiene camarines acolchados con rosas ; en ellos , la hierba es tapiz y orquesta los pájaros . Al caer la tarde navegarían por el río . Él bogaría lentamente ; hablaríale ella con la voz o con las pupilas . Al llegar donde los prietos juncos son varitas de hada que a los amadores ocultan , se alzarían sobre los asientos del bote , cogidos por los talles , y recogerían en los frunces de un beso el adiós último del sol ... Así pensaba el duque , hombre de treinta años que había recorrido , en su carrera diplomática , las grandes ciudades del mundo , y , harto ya de vivirlas , iba indiferente por ellas , como va por un camino , sea éste cual fuere , quien a diario lo recorre . Ello aparte , y también aparte el hondo afecto que le inspiraba Leonor , había en el duque , para poetizar sus amores con la soledad campesina , otra causa . Con el noviazgo despertóse en Neblijar el alma recelosa de sus abuelos . Amaron aquellos varones , escondiendo a sus hembras del ajeno mirar , con suspicacias y hurañeces , donde se fundían el católico y mahometano que los antiguos duques llevaban disuelto en la sangre , como los llevaban todos los españoles de entonces y los llevan casi todos los de hoy . Al igual de monjas en clausura , vivían antaño las esposas de los Neblijar , mientras ellos guerreaban con los infieles , ganaban imperios en América , acuchillaban protestantes en los Países Bajos , católicos en Roma y piratas en las aguas de Argel . Sin ser vistas de nadie , paseaban por sus jardines ; tan sólo abrían sus balcones y asomaban a ellos para recibir a los duques cuando tornaban de la guerra , con la espada roja de sangre hasta la guarnición . No cambiaba mucho , con el retorno de sus hombres , la existencia de estas mujeres . Ni aun para satisfacer vanidades gustaban de exhibirlas . Por no hacer desacato al monarca , las llevaban a su palacio en los días de ceremonia ; por no desacatar al cielo , permitíanlas acudir a la iglesia con el largo manto ceñido , la dueña a la vera y el rodrigón detrás . Bien comprendía el duque actual que eran los tiempos otros . A ellos estaba dispuesto a acomodarse , sólo que lo más tarde posible . Al presente , necesitaba disfrutar el cariño de Leonor teniendo a la Naturaleza por testigo único de su dicha . ¡ La Naturaleza ! ... Leonor estaba harta de contemplarla . Hasta dos años antes de su boda habitó en un pueblo andaluz , donde sus padres , aristócratas empobrecidos , se recluyeron para esconder su ruina y no malbaratar los restos de una hacienda que , si en el villorrio les permitía vivir con desahogo , en Madrid les hubiera traído a miserias , cuanto más ocultas más crueles . Ahorrando , peseta a peseta , unos miles , habitaron quince años en el antipático lugarón los Pérez de Carmona . Tenía por objeto su ahorro pasar una larga temporada en la Corte cuando Leonor fuera moza ; volver a codearse con las antiguas relaciones y buscar novio a la doncella , que desde niña era prodigio de hermosura y de gracia . Perteneciendo los Pérez de Carmona a empingorotado linaje , y siendo portento de beldad su heredera , mala suerte habrían si no tropezaban en Madrid con novio de pura cepa y gran caudal . No vieron los viejos defraudadas sus esperanzas . Alfonso de Quirós fué presentado , en un baile de la Embajada inglesa , a la encantadora andaluza ; quedó prendado de ella , y al año del conocimiento bendijo a los amantes el Patriarca de las Indias . Aun siendo muy altas las aspiraciones matrimoniales que trajeron a Madrid los Pérez de Carmona , las sobrepujó el enlace de Leonor con Alfonso Neblijar . Arrancaba su árbol genealógico de la Reconquista ; por sus venas corría sangre de héroes y de reyes ; eran : su caudal , pingüe ; su persona , gallarda ; caballeroso su carácter ; su entendimiento , claro . Satisfechos estaban los padres con el marido que tocó a su hija en suerte ; satisfecha ella , por lo que hace a prendas heráldicas , económicas , personales o intelectuales de su Alfonso . Lo que ni poco ni mucho le agradaba era pasar la luna de miel en el campo . Desde los tres a diez y siete años residió en la campiña . ¿ No sobraba con ellos ? Claro que durante su estancia en Madrid disfrutó de cuantas diversiones puede ofrecer la Corte ; pero , ¿ qué significaba Madrid comparado con París , con Londres , con las grandes capitales del mundo ? A más , de soltera no es posible vivir la vida de alta sociedad como las casadas la viven . Sueño y esperanza fueron de su noviazgo los cuadros fastuosos que dibujaba con su imaginación , para hacerlos realidades cuando fuera , por matrimonio , duquesa de Neblijar ; por la estirpe y caudal de su esposo , reina de la distinción y del lujo ; reina de belleza en corte de beldades , por fuero natural . Abriría los salones de su palacio a sus amigas y mataría de envidia a sus rivales ; impondría la moda con sus tocados y sus trenes ; deslumbrarla con sus esplendideces a las grandes damas d las extranjeras ciudades ; recorrería los mares en su yacht , los caminos en su automóvil ; triunfaría en los balnearios al llegar la estación veraniega . ¡ El campo ! Bueno estaba para una o dos semanas dedicadas a los placeres cinegéticos ; pero de esto a convertirlo en residencia indefinida mediaba gran distancia : la que va de la diversión al aburrimiento . Porque Leonor se aburría en aquella luna de miel aldeana . - ¡ Y tan aldeana ! - pensaba la duquesa - . Dando al confort de lado - añadía - , ¿ en qué me diferencio de la hija del aperador del cortijo , que es recién casada también ? Discurriendo así no es extraño que , a los quince días de estancia en sus posesiones de Córdoba , se le saliera el aburrimiento por los ojos y se reflejara en todas sus palabras y acciones . Alfonso no tardó en enterarse , y , a fuer de hombre avisado , puso al daño inmediato remedio . Malo es que el hastío de los lugares donde habita se adueñe de una hembra . De prólogo sirven tales hastíos a otros más difíciles de vencer . - Después de todo - murmuraba el duque a sus solas - no es suya la culpa . Lo es de mi egoísmo . Pájaro con las alas rendidas , quise imponer quietud y aislamiento a otro pájaro recién salido del nidal . Necio anduve . Disfrute Leonor de su juventud y acompáñela yo en su triunfo . Al fin y a la postre para adorarse es bueno cualquier sitio . Al día siguiente tomaron marido y mujer la carretera que conduce a la Corte . Al finalizar la semana estaban en París . Un año pasaron los duques recorriendo las grandes capitales de Europa . Durante él hicieron también una excursión a los Estados Unidos de América , a bordo del yacht que el duque capitaneaba como experto marino . No en balde descendía de aquel capitán que en los tiempos de Carlos V echó a pique la galera de Ben-Alí . Admiración de todos fué la gentilísima duquesa durante sus viajes ; encanto de todos , por su trato exquisito , el duque . Al año de ausencia regresó a Madrid Leonor , instalándose definitivamente en su palacio , que , por orden de Alfonso , había sufrido todas las innovaciones y reparaciones necesarias a ser primera entro las viviendas de su índole . Se inauguraron las fiestas en el histórico caserón con un baile que hizo época en la historia del madrileño lujo . Concurrieron al baile los más significados personajes , que en política , ciencias , artes , sangre y dinero decoraban la villa ; y fué tal noche , para Leonor , de felicidad y de triunfos . En ella le presentaron al conde de Nuévalos , apuesto mozo de veinticinco a veintiséis años , que traía con sus arrestos y locuras revolucionado al mundo elegante . Tres o cuatro duelos , en que tuvo la suerte de matar o herir al adversario , le consagraban de valiente ; unas cuantas hembras de fama , a sus pretensiones amorosas rendidas , de conquistador irresistible ; posturas enormes en el juego , perdidas y ganadas sin pestañear ; billetes arrojados , sin contarlos , de su cartera , para esta orgía para aquella aventura , proclamaban su esplendidez ; el mejor sastre de Madrid , su elegancia ; los más rebeldes potros , sus condiciones de centauro ; matchs de esgrima y disparos certeros en cacerías y tiros de pistola , de esportista famoso , avalorado en crédito por excursiones locas , hechas a giro de automóvil y a aletazo de aeroplano . Un Don Juan , en fin , con todos los requisitos y menesteres propios a ostentar la herencia del legendario personaje . Como él , tenía falta absoluta de conciencia y voluntad propia a cualesquier bellaquería , por grande que ella fuese . Este rey de la galantería , del valor y la moda fué muy simpático a la duquesa de Noblijar . Por fuerza se lo había de ser , siendo ella reina en reinos afines . Seguro de la impresión causada , y comprendiendo que tal dama constituía una gran presa , comenzó el galán a requerirla sabiamente de amores , poniendo al logro de la empresa toda su habilidad , su astucia y su práctica en mujeriegos lances . Claro que a nadie , sino a ella , dejó traslucir sus pretensiones ; aun con ella , fué cauto y parsimonioso en los ataques . Era primeriza y no convenía asustarla . Necesitaba dejar que madurase el fruto , sin perjuicio de ayudarle a caer . El duque , comisionado por el Gobierno para una importante misión , que duraría cuatro o cinco meses , hubo de abandonar con gran prisa Madrid . Fernando ( así se llamaba el de Nuévalos ) , no transcurridos todavía dos meses de la ausencia del duque , obtuvo de Leonor la promesa de visitarle en cierta casita que , para este género de lances , había el Don Juan arrendado en calle , si extraviada , céntrica . Dejando su automóvil a la puerta principal de un templo , que alza sus muros sobre hermosa y popular vía , escapó Leonor por la puerta falsa ; hizo seña a un coche de punto , dióle las del sitio designado para la cita , y a él llegó , a poco rato , al trote cansino de un jamelgo . Ocultando con el manguito el rostro , atravesó el portal , que muy al fondo , tras una escalerilla de cuatro peldaños , tenía el guardián cuchitril . Fué este alejamiento tomado muy en cuenta por el calavera inquilino . Así evitaban sus visitas ser fiscalizadas de cerca . La luz esclarecedora del portal era opaca . Bajo ella pasó Leonor en imagen confusa ; subió a tropezones la escalera y llamó temblando a la puerta . Abrió Nuévalos en persona . Sin palabras , apretando con sus dos manos las trémulas de la duquesa , la condujo , por un corredor alfombrado y obscuro , hasta un gabinetito octógono , sobre cuyos balcones caían , ocultándolos , dos tapices . Un tercer tapiz , copia del sensual Rubens , bajaba del techo en el fondo del gabinete . Éste , suave , misteriosamente alumbrado por una lámpara de cristal ambarino , tenía , a la izquierda , una mesita , donde humeaba la cafetera para el te , y descollaban dos tazas y un azucarero de Sèvres , una anforilla de oro y cuatro copas de bohemio cristal . Como ellas era el jarro del agua . Varias sillas de ancho asiento y cómodo respaldo se apoyaban en las paredes ; dos butacas sobresalían a un lado y otro de la mesa . Frente a ésta velase un diván , y a sus pies una piel de bisonte . Hasta el diván condujo Fernando a Leonor . Dulcemente , la hizo sentar , mientras él , cayendo de rodillas , besaba los enguantados dedos de la bella . - ¡ Gracias ! - murmuró con tímido acento - . ¡ Gracias , vida mía ! Mi vida entera es nada para pagar este minuto . Hubo una pausa . Durante ella , el galán quitó las agujas que sujetaban el sombrero a la cabeza de la dama ; púsolo en una silla , e imprimiendo su boca en el hueco de los guantes , que dejaba la carne libre , fué desabrochándolos botón a botón . - ¡ Qué locura ! - suspiró la duquesa - . ¡ Déjeme usted salir ! - añadió , levantándose , en un arranque de pudor y de miedo . - ¡ Irte ! - repuso el conde , haciéndola sentar y rodeándola con sus brazos - . ¡ No ! ¡ No te vas ! ¡ No te irás sin que antes me jures , me pruebes la verdad de tu amor , por y para el cual vivo desde la primera vez que puse en ti los ojos ! - ¡ Probártelo ! ... ¿ Quieres mejor prueba que mi presencia aquí ? Y Leonor , atraída por Fernando , apoyó la cabeza en su hombro . Fernando , oprimiendo la gentil cintura de la dama , besando la hermosa frente que sobre su pecho desfallecía , alzóse del diván con estudiada lentitud , casi teniendo a la joven suspendida en el aire . De este modo , despacio , sin que se oyera el ruido de sus pies en la alfombra , cruzó el gabinete , y llegando junto al tapiz lo alzó sobre el grupo que él y la duquesa formaban . Por bajo de sus pliegues pasaron , y de golpe cayó el tapiz , donde un amor aleteaba sobre un desnudo maravilloso de mujer . El conde era un caballero de industria , arropado con una ejecutoria . Derrochó prontamente en juego , galanteos y orgías la pingüe herencia que le transmitieron sus padres , e inútil para todo trabajo , incapaz de avenirse con la pobreza , acudía a las más ruines artimañas , a fin de sostener aparentemente su rango . Ayudábanle al logro de la empresa su buena fortuna en el juego , el miedo que su bravura imponía a los acreedores , el señuelo de sus títulos nobiliarios , y , más que nada , la sugestión que ejercía sobre las hembras . Fernando era maestro en rendirlas , en ponerlas a su merced ; no tanto lo hacía por disfrutar de ellas , como por tenerlas propicias a sus explotaciones . De ahí que sus queridas fueran siempre damas adineradas . En brazos de este hombre había caído Leonor . Y fué lo más malo para ella que la vanidad , de una parte ; de otra , el dominio que sobre su carne ejercía el buen mozo , la esclavizaban a él . Hallaba en él lo que en su chulo las perdidas de baja condición : un lujo y un amo . Más de una vez había acudido ya Nuévalos a la duquesa para salir de apuros . Al principio se los comunicaba indirectamente , en forma tal que , sin él demandarlo , ella acudiera a su remedio , por unas horas o unos días , los menester a que reuniera fondos el galán y reintegrase a su amada del anticipo . Sólo así aceptaba Fernando esta clase de préstamos . Es de consignar que las tres o cuatro primeras veces devolvió pronto los anticipos que le hizo la duquesa , acompañándolos con regalos que , para no ser atribuidos a pago de intereses , apenas tenían valor . Así obraba al principio . Después , seguro de que la Neblijar sentía hacia él invencible pasión , idéntica a la que sienten el alcohólico y el morfinómano por el veneno que les mata , suprimió las ficciones , presentándose tal como era . - ¿ Me quieres para ti sola , por siempre , sin regateos de placer ? Sostenme solo y siempre y sin regateos de dinero . Soy un amante caro , verdad : para eso eres rica . A nada te obligo ; pero cuenta que , si no renuncias a mí , te has de obligar a todo . Este fué el ultimátum , presentado , no escuetamente , en forma diplomática , al uso cortés de esas cancillerías que , cuando desbalijan a un pueblo , parece que le hacen un favor . La duquesa se sometió . ¡ Qué someterse ! Le envanecía ser quien sostuviera la vida fastuosa del buen mozo ; quien le acorriera en el pago de sus trampas de club , en sus angustias de prócer sin recursos , precisando de aparentarlos , para actuar de hombre a la moda , de rey de la varonía aristocrática . Al cabo Neblijar , antes del matrimonio , reconoció a su esposa una renta vitalicia de diez mil duros , inscrita a su nombre en tal forma , que Leonor podía usufructuarla , sin rendir cuentas de ninguna índole legal . Dicho se está que , extralegalmente , nunca las exigió , ni las exigiría el duque . Bien podía Leonor cercenar a sus padres , en beneficio de Fernando , la cuantiosa parte que de aquella renta percibían los viejos Pérez de Carmona , para darse en el lugarón andaluz humos de feudales señores . - ¡ Que se aguanten ! de sobra habían con las fincas que el duque les entregó desempeñadas o readquiridas . ¿ Para qué necesitaban más ? ¡ Dos carcamales llenos de goteras , que el día menos pensado darían en el cementerio de golpe ! ... ¿ No era mejor que los diez mil duros fueran a manos de su amante , del hombre a quien envidiaban todos los sportsman de Madrid y por quien se pirraban todas las damas del gran mundo ? ¡ Poco gozaba la duquesa cuando , en el paseo , en las carreras , en los teatros , en los bailes y recepciones , veía a su amante rigiendo el freno de soberbios caballos o el guía de magníficos automóviles ; distinguiéndose entre los demás por la elegancia de sus ropas , por el buen gusto y riqueza de sus alhajas , por la gallarda varonía de su actitud ! ¿ Qué satisfacción comparable a la de saber que todo aquel fausto provenía de ella , y que , por tal causa , el buen mozo , que era su dueño , era también su esclavo ? Nada le importaba , en trueque de estas satisfacciones , tener empeñada su renta personal , donde mordían tres o cuatro usureros ; nada entramparse con modistos y mercaderes ; nada acudir al viejo administrador de la casa en requerimiento de sumas , cuyo empleo no tenía racional justificación . Y cuenta que algunas veces el atolladero fué mayúsculo , la responsabilidad grave . Cuando los aprietos serios llegaban , sentíase más brava y orgullosa . Le ocurría lo que a los caballos de sangre al sentir sus flancos desgarrados por la espuela del jinete que los domina : espumeadores , sangrantes , más firmes bracean y yerguen el cuello y sacuden la crin . Llegó una ocasión en que los usuales expedientes no bastaron a las exigencias del conde . Según él , había que acudir , dentro de las veinticuatro horas , al pago de una deuda de juego , contraída la noche anterior en el club . ¡ Floja era la deuda ! ... ¡ Cincuenta mil duros cabales ! ... Precisaba satisfacerla en el plazo « de honor » , so pena de verse inscripto en la tablilla de tramposos y ser expulsado del círculo . ¡ La ruina , el desastre total , para decirlo pronto ! - ¿ Qué hacer ? ¿ Qué hacer ? - exclamaba , con trágico acento , Leonor , mientras recorría , de uno a otro ángulo , el gabinete del galán . - ¡ Horrible ! ... ¡ Horrible ! ... - decía éste , dirigiendo al espacio miradas rencorosas . - ¡ Hora maldita - continuaba - en que me arrimé a la mesa de bacarrat ! Si no fuera tan perentorio el plazo , no habría temor alguno de mi parte . No me hubiese acercado a ti , contándote mi angustia , pidiéndote que me ayudaras , trayendo lágrimas a tus ojos , que sólo el deleite tiene derecho a humedecer . - ¡ Fernando ! ... - ¡ Soy muy desgraciado ! ... Quince días , no más quince días de plazo , y conflicto resuelto . Aunque en hipoteca , mis fincas valen el doble de la suma . Malo fuera no hallar prestamista que se llevara , como en saldo , por las doscientas cincuenta mil pesetas , esas fincas y otros valores que poseo . Veinticuatro horas no dejan tiempo a nada . ¡ Horrible ! ... ¡ Horrible ! ... - lo repito - . Es para coger un revólver ... - ¡ Calla ! ¡ No hables así ! Hallaremos algún arbitrio que nos saque , del ahogo - sollozó la duquesa , sentándose frente a su amante - . ¡ Sí pudiera yo reunir los cincuenta mil duros , como hacen falta de momento ! ... Mi renta personal está empeñada y requetempeñada . Además , esto requiere días . ¡ Pedir los cincuenta mil duros al administrador de Alfonso ! ... No me los negaría pero ¿ cómo justificar ante mi marido la inversión de tal suma ? ... Claro que , reuniendo las mejores alhajas , podríamos obtener la cifra . Sólo que mis conocimientos tienen costumbre de verme con esas alhajas casi , casi a diario . ¿ Qué pretexto para convencer de su desaparición a los murmuradores ? ¡ Así como así , no es nuestra gente suspicaz ! - Dices bien . Fuera dar margen a sospechas que nos pondrían en ridículo . Nuestros amores no son ningún secreto ; quién menos , quién más los tiene descontados . Mi pérdida del club no es ningún secreto tampoco . Si coinciden el pago de mi deuda y la desaparición de tus alhajas , excuso decir que , tras perjudicarte , mi descrédito será igual . Si entre tus joyas hubiese alguna de gran precio , que lucieras sólo en los casos extraordinarios ... A todo tirar , son dos meses lo que tardo en hacerme con fondos . Más tardará el duque en volver de su viaje a las tierras mahometanas . Casualidad sería que en esos dos meses necesitaras ostentar una joya de semejante condición . Si poseyeras una así ... - La poseo . - ¿ Qué ? - Pero son alhajas hereditarias . Como si dijéramos , las alhajas de la Corona . - ¿ Las esmeraldas del pirata ? - Las mismas ; ya conoces su tradición . - Y su mérito . Las llevabas puestas , noches después de conocernos , en la recepción de Palacio . Estuve muy cerca de ti entonces y tuve que enterarme del valor de las joyas . Descansaban sobre tu carne , yo no quité de ella los ojos . A no dudarlo , esas esmeraldas nos sacaban de apuros . Ahora , que ni puedo , ni debo imponerte sacrificio tamaño . - ¡ Fernando ! ... - La joya ... - ¡ Te quieres callar ! ¡ Es tu fama , acaso tu vida la que corre peligro ! ... ¿ Dices que no transcurrirán dos meses sin qué te halles en condiciones de hacer frente a la situación ? - Lo aseguro . - Entonces ¡ empeñemos las alhajas de la Corona ! - ¡ Leonor ! ... - Lo que necesitamos - dijo ésta , luego de una pausa , desasiéndose de los brazos de Nuévalos - es buscar un prestamista de gran discreción y de absoluta confianza . - Descuida . Uno hay , hecho de encargo para este género de asuntos : don Agapito Regúlez . ¡ El famoso , el multimillonario , el gordinflón don Agapito ! Debes conocerle . - ¿ Quién ? ¡ Yo ! ... - No falta una tarde al paseo de coches . Le verás siempre , arrellanado en su « victoria » , que arrastran dos caballos magníficos ; con las gafas resbalando a lo largo de la nariz ; el abdomen sobresaliente , como un globo ; la mano izquierda , llena de sortijones , subiendo y bajando , desde el bigote , que retuerce , hasta los anteojos , que afianza . La mano diestra juega con los dijes de un cadenón ... - ¡ Ya sé de quién hablas ! ... ¡ Repugnante animal ! Es una invitación al vómito . Por cierto , que se permite hacerme el amor . - ¿ A ti ? - Al menos , sus pupilas de buho quieren indicármelo , tras los cristales de las gafas . ¡ Poco tengo reído de él ! ... - Es nuestro hombre . Mudo como la esfinge . El mejor para el caso . - Ahora mismo voy a mi casa por las esmeraldas . Vuelvo aquí con ellas y se las llevas al judío . Transcurrido iba un mes desde el empeño de las esmeraldas , y el conde no llevaba trazas de acudir , con sus propios recursos , a la solución del conflicto . A creerle , sus asuntos estaban en vías fáciles de arreglo . Sólo faltaban algunos requisitos y trámites legales que no era posible acelerar : Certificaciones del Registro , escritos del notario , autorizaciones del juez ... Los obstáculos curialescos de siempre . Pero Leonor no debla sentir temores . ¡ Cuando él lo afirmaba ! ... ¡ Pronto se verían libres del usurero ! ¡ Pronto volvería el aderezo a la arquilla tradicional , donde campaba , sobre repujados primorosos , el escudo de los Neblijar ! Pasaron los días , y con los días , las semanas , sin hacerse realidades las promesas de Nuévalos . En cambio , Leonor , veía todas las tardes a don Agapito en la Castellana y el Retiro . También solía verle en el teatro , cosa que antes no ocurrió nunca . ¡ Y que no era atrevido el hombre ! En el paseo se la comía con sus redondos y amarillos ojos de búho . En el teatro clavaba los gemelos en ella insistente , insolentemente , haciéndole salir los colores al rostro . Hasta una vez , durante el breve tiempo que , obligado por una detención de la fila , se detuvo , junto al del prestamista , el carruaje de la aristócrata , se atrevió el gordinflón a dirigirle la palabra . - Acaso algún día - murmuró - , pueda ser a usted útil . Si llega el momento , no dude en acudir a mí . Por usted , hermosísima Leonor , soy capaz de todo . No lo olvide . Gracias a que la fila siguió su interrumpida marcha , no hizo añicos su sombrilla la dama en las narices del sujeto . Cuando refirió lo ocurrido a Fernando , éste se puso hecho una furia . - ¡ Miren el canalla ! ... Si no fuera porque los tenía entre sus uñas , pagara , más altos que él solía llevarlos , los intereses de su arresto . Afortunadamente , pronto quedaría rescatada la joya . Entonces saldarían todas las cuentas juntas . No le iba a dejar sano un hueso . Una tras otra , fueronse dos semanas , y siguió intacto el esqueleto de D . Agapito ; no , según Fernando , por falta de ganas de rompérselo , porque un nuevo , imprevisto obstáculo , retrasaba la negociación de las fincas . - En fin - decía Nuévalos - , ¡ paciencia ! , ¡ un poquito más de paciencia ! A seguida a librarnos de ese bandido y , tan a seguida , a romperle yo el alma . Ni un momento , ni otro llegaron . En cambio llegó una carta del duque de Neblijar , anunciando a su esposa el término feliz de las negociaciones que el Gobierno le confiara y , por consiguiente , su inmediato retorno a la Corte . Como loca subió Leonor las escaleras de casa de su amante . A empujones le llevó hacia el interior del gabinete . Sin dar tiempo a preguntas , mesándose con ambas manos los cabellos , desplomándose contra el Galeoto diván , y golpeando con sus piececitos la piel de bisonte , repetía : - ¡ Ahora eres tú , tú , quien tienes que salvarme ! ... ¡ Alfonso viene ! ¡ Viene ! ... ¿ Has oído ? ¡ Viene ! ... ¡ Si sabe , si sospecha , no más que sospechar , estoy para siempre perdida ! ... ¡ Sálvame , por Dios , sálvame ! ... El conde cogió con sus manos las crispadas de Leonor , la atrajo dulcemente y , con amoroso ademán , con palabras , que dichas bajo eran más persuasivas , murmuró , cosquilleando con los pelos de su bigote la oreja de la hermosa : - ¡ Vamos ! ... ¡ Ten calma , criatura ! ¡ Domina los nervios ! ... No es la situación tan desesperada . Decir que ese hombre viene , no es decir que ha venido . Anuncia su vuelta . Del anuncio al arribo , siempre cuatro o cinco días transcurren . Durante ellos , mucho se puede hacer . Los imposibles haré yo . ¡ Imagina ! ¡ Ea , desfrunce el entrecejo , sécate los ojos y hablemos razonablemente ! ¿ No tienes confianza en mí ? - La pregunta sobra . - Entonces estudiemos con tranquilidad el conflicto . Tenemos cuatro o seis días por delante . De todas suertes , su llegada no nos cogerá de sorpresa . Un cablegrama ha de preceder a su viaje , anunciándolo . En el viaje se emplean cincuenta horas . Si antes , según espero , no está solucionado todo , se resolverá primero que esas horas terminen . - ¿ Lo crees ? - Lo afirmo . Y suponiendo que llegara Noblijar , y el aderezo , por cualquier razón impensada , no estuviera en tus manos , es de suponer que tu esposo no registrará tu guardajoyas a seguida que desocupe las maletas . - Nunca lo hizo ; nunca me dirigió preguntas que con mis alhajas guardaran relación . - ¡ Entonces ! ... Vete descuidada . En último término , siempre quedaría un recurso . - ¿ Cuál ? - No nos será preciso . Huelga hablar de él , por consiguiente . Con fuerte abrazo ciñó Neblijar a su esposa al apearse del vagón ; tierno fué su diálogo en el automóvil que hasta el palacio les condujo ; alegre su entrada en el hogar . Una sombra de tristeza puso en las pupilas del duque la ausencia de su madre , a quien una leve indisposición impedía abandonar su casa a horas tan mañaneras . - ¿ Tiene importancia la indisposición de mamá ? - preguntó a Leonor , Alfonso . - Ninguna , absolutamente ninguna ; achaques propios a sus años . Si otra cosa fuera , te lo hubiese escrito sin pérdida de tiempo . Lo que no decía era que , a poco de marcharse el duque , cuando los amores de Leonor con Nuévalos comenzaron a hacerse públicos , la viuda de Neblijar fué regateando visitas a su nuera , hasta el punto de hacerlo tan sólo aquellas necesarias , las impuestas por el buen parecer . - ¡ Chocheces ! - pensaba Leonor - . Además , algo sabe , para ella solita se guardará el disgusto . No es de presumir que vaya a Alfonso con el cuento . - En cuanto cambie de ropa , y me dé un baño - dijo el duque - , iré a ver a mi viejecita . ¿ Me acompañarás ? - Con gusto grande , si lo quieres . Ahora que , aun siendo quien soy , preferirá ella abrazarte de solo a solo . En estas circunstancias , a una madre el aire le estorba . - Como ordenes . - ¡ Vamos - exclamó Alfonso , luego de la pausa , llena por el abrazo que hijo y madre se dieran - , vamos , madre mía , esa cara no habla de enfermedad ! ... Algo más pálida te encuentro ; pero la salud sigue firme . Aprensiones sin fundamento han tenido culpa de que no nos abrazásemos en el andén . Deséchalas y te perdono , pero con una condición . - ¿ Cuál ? - Que vengas a comer con nosotros . - Hoy , no - repuso la anciana - . Otro día cualquiera , Alfonso . - Y éste , ¿ por qué no ? - Porque hoy debes comer sin testigos con ella . Después de una ausencia tan larga , tendréis mil cosas que contaros . No os quiero estorbar . Tiempo queda . - ¡ Ya es empeño ! Sois tú y Leonor los grandes , los únicos amores grandes de mi vida . El deber me aparta por largo tiempo de vosotras ; en vosotras pienso no más , mientras dura la ausencia . Retorno , mis ojos buscan vuestras dos imágenes , reunidas , al largo del andén y no te hallan ; primera decepción . Invito a mi esposa para que me acompañe a tu casa y , con la excusa de no estorbarnos la entrevista , me deja venir solo . Te ruego que nos acompañes esta noche , y tú también , con pretexto igual de no estorbarnos , desatiendes mi súplica . No sois razonables . Por motivos de delicadeza , que me atrevo a llamar excesiva , me robáis el placer inmenso con que he soñado meses : Unir , con un abrazo , tu cabeza y la de Leonor encima de mi pecho , para proclamarme , apretándoos fuerte contra él , el más dichoso de los hombres . Por toda respuesta , la duquesa viuda cogió entro sus manos la cabeza de su hijo e imprimió en ella un beso . - Quiere esto decir - murmuró Alfonso , pagando con otro el beso recibido - , que nos acompañarás esta noche . - De noche no me deja el médico salir . - ¡ Madre ! ... - Otro día , de verdad , otro día . - No es eso - interrumpió Neblijar - . Para tu negativa , hay otras razones que tú no quieres revelarme . - Ninguna . - Madre , tú no sabes mentir . Mírame cara a cara y júrame , por la memoria de mi padre , que no hay para tu negativa , causa distinta de la que has aducido . Sin contestar , bajó la duquesa los ojos . - ¿ Ves cómo la razón es otra ? - dijo Alfonso palideciendo - . Algún disgusto , alguna de esas insignificantes contrariedades que las mujeres , aun las más buenas , aumentáis con vuestra suspicacia . ¿ Ha tenido Leonor contigo desatenciones impensadas ? ¿ Tú , en arrebato disculpable , fuiste con ella injusta ? La anciana siguió sin responder . - ¿ No hablas ? - continuó Alfonso - . Entonces es más grave el motivo de tu retraimiento . Sea cual fuere , no dudes en decirlo - añadió - . Recuerda que entre los Neblijar , ni se miente , ni se esconde la verdad nunca . Cuando mis abuelos , en cumplimiento de deberes que les imponía su nombre , marchaban a jugarse la vida por su rey , por su Dios , por su patria , dejaban confiado a las mujeres de su estirpe el hogar , y con el hogar el sacratísimo depósito del honor de la raza . Esposas , hermanas y madres , todas lo conservaron íntegro . Todas no . Una sola vez , una sola , cierta dama enlazada a un Neblijar , profanó este depósito . Fué la madre del agraviado quien descubrió al esposo la infamia . La voz del honor familiar habló en ella más recio que pudiera hacerlo ninguna . Reverenciado es entre nosotros el nombre de esa mujer heroica . - Alfonso ... - No sospecho que trances de honra provoquen tu actitud . Pero , si así fuera , recuerda que al lado de tus padres , del mío , aprendiste a poner la honra de tu casa por encima de todas las consideraciones , de todos los respetos , de todas las piedades . No retrocedas , pues , por duro , por inicuo , por vergonzoso que sea lo que hayas de decirme , habla . Yo , Alfonso , duque de Neblijar , lo mando . Al decir esto , el prócer se puso con majestad en pie y , cruzando los brazos , interrogó imperativamente , con sus altaneras pupilas , a la anciana . También ella se puso en pie . Con mano firme enjugó dos lágrimas que temblaban entre sus párpados . Después irguió el busto , frunció las cejas , en profunda meditación , y dijo , tras unos segundos de silencio solemne : - Bien hablaste . Para los Neblijar , antes que nada es el honor ; obligación primera , salvarlo o vengarlo . Oye . El rostro de la duquesa viuda , de puro pálido , semejaba marfil ; una decisión inquebrantable partía , con arruga honda , su entrecejo . En aquel momento , desdibujada por la luz confusa del crepúsculo , con la toca de negro encaje ceñida a los cabellos blancos ; las manos cruzándose sobre la túnica de luto ; el busto enhiesto y el gesto de la boca inflexible , evocaba la anciana aquellas viudas de la vieja Castilla que , haciendo una religión del honor , aguardaban años y años a que el infante huérfano se convirtiera en hombre , para poner en su diestra una espada y gritarle : - Quien nos ultrajó aun está vivo . Tu hora ha llegado . ¡ Ve ! - Cuando la suerte se empeña en contrariarle a uno , lo hace a maravilla . Así habló a su esposa Neblijar al regresar a su palacio . - ¿ Qué ocurre ? - Después de dar a mi madre un abrazo , he ido a presentarme al ministro , como era de rigor . Necesitaba rendirle cuenta , sin pérdida de tiempo , de la misión que por él me fué encomendada . El señor ministro de Estado so fué anoche de cacería al coto de los marqueses de Peñalba . Pero no olvidó con la diversión cazadora que yo llegaba hoy a Madrid , y que nuestro avistamiento era de toda urgencia . Su secretario particular , muy respetuosa y cortésmente , ha tenido la amabilidad de comunicarme que mi entrañable amigo el excelentísimo señor me aguarda esta noche en la finca de los Peñalba , donde , sin perjuicio de cobrar mañana cuantas piezas queramos , charlaremos de mi expedición y tomaremos los acuerdos a que mis noticias den margen . - De suerte ... - Ya he dado orden para que preparen el auto . Dentro de media hora a volar por esas carreteras . - ¡ Qué fastidio ! - Lo mismo pensé oyendo al señor secretario . ¡ Qué remedio ! El deber es un compañero imperioso . Hay que obedecerle aunque , como ahora , nos robe la felicidad . - ¿ Volverás pronto ? - Dos o tres días , a lo sumo . Ea , voy a cambiar de ropa , mientras anuncian la comida y preparan el automóvil . Al cabo de una hora salía de su palacio el duque , y su automóvil tomaba la dirección de la finca de los de Peñalba . La tarde en que regresó el duque del coto de los señores de Peñalba tomaban el te Alfonso y Leonor en un gabinete decorado al uso del siglo XVI . Presidía la estancia un soberbio lienzo de Tiziano , representando al famoso duque de Neblijar , que echó a pique la galera de Ben-Alí . Guardaba gran semejanza el duque actual con su ascendiente . Era idéntico el corte anguloso de la cara , virilizado por una aguileña nariz ; iguales los ojos , de enérgico mirar ; firme en uno y en otro el gesto de la boca . Hasta la barba , que los dos llevaban recortada en punta , hacía más fiel el parecido . - El jueves - dijo Alfonso , dejando su taza sobre un veladorcito - , hay gran recepción en la embajada rusa . - ¿ Sí ? - El nuevo ministro está resuelto a deslumbrarnos . No vale decir que la invitación para nosotros se redactó de las primeras . Aquí la tienes . La trajeron el mismo día en que fuí al monte de Peñalba . Con las prisas me olvidé de romper el sobre . En fin , nada hay perdido ; queda tiempo para disponer lo necesario a fiesta tan famosa . - ¿ Disponer ? Ya sabes que esta clase de fiestas nunca me hallan desprevenida . - Buena ocasión para que , como siempre , luzcas más que otra ninguna , por tu belleza y por tu lujo . - ¿ Yo ? - Adelantándome a tu gusto , afirmo que esa noche eclipsarás las joyas de la princesa eslava con las esmeraldas del tunecino Ben-Alí . - ¿ Qué ? ... - Si crees que es preciso limpiarlas , llévalas a casa del joyero . Hasta pronto , querida . Voy a chismorrear dos o tres horas en el club . Y el duque , rozando apenas con sus labios la cabellera de su esposa , dejó el gabinete . Apenas vió Leonor atravesar el carruaje de Alfonso por la puerta de su palacio , se envolvió en un abrigo , y ganando las escaleras de servicio , se hizo conducir a casa de Nuévalos en un automóvil de alquiler . Brevemente , como el caso lo requería , dió conocimiento a Fernando de la terrible situación . Había que salvarla en veinticuatro horas . - En las mismas que yo te salvé a ti - dijo la duquesa a su amante . - No tengo los cincuenta mil duros - repuso éste - , ni puedo hallarlos en el plazo que fijas ; pero existe un medio infalible , si no de recuperar las alhajas , de tenerlas en tu poder el tiempo necesario para que el duque no sospeche . - ¿ Cuál es ese medio ? - Recurrir a la generosidad de don Agapito . - ¿ Cómo ? ... - Tratándose de ti , no dirá que no . Cítale en cualquier sitio donde nadie pueda tropezar con vosotros . Él acudirá , estoy seguro . Le cuentas lo que ocurre , apelas a su caballerosidad , y hombre al agua . - ¿ Olvidas que ese hombre tiene conmigo pretensiones ? ... - No lo olvido ; tengo en cuenta para el buen éxito esas pretensiones . - Y me aconsejas ... - El único camino libre . Todo el orgullo de su raza resucitó en Leonor momentáneamente . Crispados los puños , despectivo el gesto , despótico el mirar , avanzó hacia el conde , gritando : - ¡ Eres un perfecto canalla ! - ¡ Canalla ! ... ¡ Canalla ! ... ¡ Todas las mujeres sois iguales ! ... Cuando está uno a punto de ahogarse no mira si es de un bandido o de un santo la mano que se extiende hacia él , ofreciendo la salvación . La moral y la dignidad son dos cosas muy relativas . - ¡ Fernando ! ... - Déjate de romanticismos ! Cuando los hechos son , son . ¿ A qué discutirlos o recusarlos ? Yo no puedo reunir el dinero para desempeñar las maldecidas esmeraldas ; tú no puedes reunirlo tampoco . El baile es el jueves . Si antes de esa fecha no está el aderezo en tu poder , tu honra , tu crédito , tu posición social y tu bienestar material , concluyen de un golpe . El duque de Neblijar no pertenece al número de los maridos que perdonan . ¿ Quién puede evitar la catástrofe ? Don Agapito . No hay más que él . Si hablo de recurrir a él , es porque no hay más que él . - ¿ Olvidas lo que recurrir a él supone ? - No . - ¿ Y eres tú , ¡ tú ! , quien me aconseja una entrevista con ese hombre ? ... - ¿ Crees que aconsejártela no me desespera ? ... Pues , ¿ qué ? ¿ Hago poco inmolando mi amor propio , mi pasión por ti , para librarte de un público e irreparable deshonor ? ... Sacrificio por sacrificio , mayor es el mío que el tuyo . - ¡ Mayor ! ... - Sí , mayor . Imaginas que , a ser ello posible , no te dijera yo ahora mismo : « ¡ Adelante ! Todo primero que pechar ante el prestamista . Rompe los lazos de respeto y consideración que te unen a Alfonso , y huyamos juntos , arrastrando todas las consecuencias : tú , la deshonra ; yo , el encuentro de cara a cara con el duque » . - ¡ Si lo hiciéramos ! ... - No es posible . A poco esfuerzo reflexivo verás que no es posible . ¿ Dónde vamos a ir por el mundo , yo arruinado , tú perdidos el rango y el caudal ? La miseria por exclusivo porvenir . La miseria es para nosotros el ridículo y la ignominia ; más ignominia y más ridículo del que pueda significar tu entrevista con el repugnante usurero . Casos de esta naturaleza son , como te dije antes , casos de vida o muerte . No vale indignarse . Es preciso escoger . Leonor , trémula , clavándose en las palmas de las manos las uñas , mordiéndose los labios hasta hacer de ellos brotar sangre , se dejó caer contra el diván y prorrumpió en sollozos . El conde , en pie , fruncidas las cejas , esperaba . Mucho tardó la Pérez de Carmona en recobrar la serenidad . Al fin , enjugándose con rabia los ojos , murmuró secamente : - Está bien . Fué hacia el escritorio , escribió algunas líneas sobre un plieguecillo de papel , cerró el sobre y , dejándole encima de la mesa , habló así : - Ahí tienes la carta . Si quieres , la puedes enviar . Ten por seguro que yo no faltará a la cita . Los nubarrones que durante la mañana entoldaban el cielo , descompusiéronse al llegar la tarde en menudos copos de nieve . Fueron éstos cubriendo árboles y edificios , paseos y calles . En los últimos era la nieve como una alfombra de tisú ; en los primeros , como un sudario o como un mosaico de nácares . En la carretera que cruza La Bombilla reinaba completa soledad . El frío alejaba a los transeúntes . Los excursionistas , temiendo que la nieve dificultara su retorno a la villa , hablan renunciado a sus esparcimientos . Bajo los árboles brincaban las urracas , sacudiendo su plumaje monjil , enviando camino de la sierra su áspero y desabrido canto . La sierra era , al fondo del horizonte , un alto relieve de plata . Blanca y brillante , desde la base hasta la cima , aumentaba la nitidez de sus alburas en las cresterías de El Puerto . Parecía éste , a aquellas horas , el inmaculado reino de la nieve , el tabernáculo escogido en la tierra por el color blanco para encerrarse , para aislarse , custodiado por un ejército de copos vírgenes o para ofrecerse al homenaje de los hombres en toda su pureza , sin que aliento o contacto alguno lo manchara . En ese tabernáculo no entra más perfume que el aire inviolado de la montaña , ni oficia otro sacerdote que el sol . Los mismos rayos de éste pierden , al romperse en la crestería , sus áureas tonalidades y se truecan en lluvia de alabastro . El blanco impera allí como soberano absoluto . No admite , no consiente rivales . Él se basta para llenarlo , hermosearlo y dominarlo todo . En los picos se endurece y congela la nieve , despidiendo reflejos metálicos ; envuelve los peñotes con artísticas blondas , descuelga por los salientes y rebordes en caireles de hielo ; transforma los pedruscos en perlas enormes , que a veces se juntan formando espléndidos collares . Aquí construye palacios de marfil ; allá , graderías de mármol ; en este sitio , humanas figuras que se engalanan con ropones de armiño ; en aquél , monstruos con escamas de acero que se amenazan y se retan . Cuando el aire la empuja hacia arriba es diamante en polvo ; cuando cae de las nubes , lluvia de hojas de azahar . La misma sombra , que sobre todo cuanto brilla se extiende para ennegrecerlo , respeta allí el señorío de la nieve y se torna azul , de un azul pálido , muy pálido , que se desvanece y atenúa hasta confundirse con las incoloras gasas del aire ... Por la carretera avanza un automóvil que de ella se desvía al llegar a un camino accesorio . Entra por él y hace alto junto a un entre merendero y casa de labranza que a la mano izquierda se yergue , frente a un boscaje de perennes verduras . El automóvil , que es de alquiler , lleva las cortinas corridas . De él se apea una dama , envuelta en amplio abrigo y cubierto el rostro por un velo tupido que desdibuja sus facciones . Con paso rápido , precedida por un viejo de cara astuta que salió a recibirla , atraviesa un pasillo y entra en una habitación que su guía , inclinándose , le señala . Cierra el viejo , desde fuera , la puerta y la duquesa de Neblijar se halla frente a don Agapito . - ¡ Vaya ! , ¡ vaya ! - zalameaba éste , golpeando con su manaza llena de sortijones la enguantada mano de Leonor - . ¡ No vale apurarse ! ¡ Sosiéguese ! No soy ningún ogro . Ya se lo dije una tarde en la Castellana , exponiéndome a sufrir un descaro : « Si alguna vez puedo ser a usted útil , recurra usted a mí . No perderá su tiempo » . La ocasión ha venido y me complazco en repetirle lo que entonces le dije . - Usted no sabrá ... - Lo supongo . Ese baile de la embajada rusa ha dado al traste con el secretillo de usted . El señor duque quiere que su esposa luzca en la recepción las incomparables esmeraldas ; usted se encuentra en el atranco de que no las tiene , de que no las puede recobrar porque no posee , así , de pronto , las doscientas cincuenta mil pesetas necesarias para arrancar la joya de entre las garras de este pícaro ! ¿ No es cierto , señora duquesa ? - Yo ... - ¡ Ánimo ! ... No es tan insoluble el conflicto . Ya hallaremos forma de conjurarlo . Todo estriba en que usted no sea más tirana conmigo que lo que yo lo soy con algunos deudores . - Yo me comprometo ... Mis fincas ... - No hablemos de niñerías , ni de inmuebles . Por ahí no llegaríamos a ninguna parte . - En tal caso ... - ¡ Aguárdese , Leonorcita ! ... No sea tan súpita . Todo puede echarse a perder y fuera gran lástima . Aquí , donde usted puede verme , con esta facha de rinoceronte y con esta fama de usurero sin entrañas , tengo , como cualquier otro , mi miajita de corazón y de delicadeza . No creo preciso decirle que usted me gusta una atrocidad ... - ¡ Don Agapito ! ... - ¡ Pero una atrocidad ! ... ¡ Como que estoy dispuesto a cometer otra atrocidad por serle a usted grato ! Al fin y a la postre , puedo permitirme despilfarros de gran señor ! - Pero ... - Bien mirado , mi caudal supera al de casi todos esos grandes señores . Si escatimo un ochavo en las ocasiones de empeño , cuando se me mete una cosa entre ceja y ceja dejo tamaño al difunto duque de Osuna . Entre ceja y ceja , y en las entretelas del corazón , la tengo a usted metida . De forma ... - ¿ Qué va usted a decir ? - Que si mañana en todo el día , a la hora que usted guste , quiere venir un par de horitas a cierta finca que tengo próxima a la Corte , y cuyas señas van en esa tarjeta , en la finca estará yo con las alhajas . Usted se las lleva regaladas , ¿ eh ? , regaladas . Si quiere volver otro día - siempre hay apuros - , no tiene usted más que avisarme . Si no ... Sólo unas horas pido . ¡ A ver si sería más pródigo Osuna ! Yo espero . Usted hace lo que tenga por conveniente . Ahora , cada cual por su lado . Aunque el sitio es fuera de paso , no conviene alargar la escena . Salga usted primero . Ya sabe . Un carruaje que estaba oculto más allá de la finca , en el boscaje de perpetua verdura , partió , algún tiempo después de haberlo hecho la duquesa y D . Agapito , camino de Madrid . - No creí que estuvieran las piedras tan limpias - decía en la noche del miércoles a Leonor Alfonso , contemplando el aderezo de esmeraldas , que relumbraba como una constelación sobre el primoroso estuche de gamuza - . Realmente , fué espléndido el regalo hecho a la diosa Kalí por el tunecino pirata ; digno de una diosa , de la representada en la estatua de ébano que echó mi ascendiente a los fondos del mar con el cuerpo y con la galera de Ben-Alí . - Dicen - siguió el duque - que aquella imagen era horrible . Así lo pretende la tradición . Yo , sin embargo , de más joven la suponía bella : muy morena , con el pelo a ondas y los ojos de negruras aprisionadas . ¡ Ilusiones de mozo ! A veces , en mis soledades de colegial , recordando la leyenda de los Neblijar , evocaba a Kalí y siempre la veía hermosa . ¡ Qué tontunas , eh ! - Verdaderamente ... - ¡ Cualquiera sabe la verdad al cabo de tres siglos ! Lo indudable es el mérito de las alhajas . Ahí las tenemos proclamándolo . - Cierto . - Mañana proclamarán tu triunfo en el hotel de los enviados del Czar . Contigo lo compartiré . Antes de las seis de la tarde estaré aquí de vuelta . - ¿ No desistes de la cacería ? - De ninguna manera . A las dos de la madrugada saldremos del club , para llegar al curadero al romper el día . ¿ Quién desperdicia la ocasión de cobrar semejante pieza ? ¡ Un jabalí viejo ! Un veterano que tiene a su cargo muchas y muy ruines hazañas . ¡ No le arriendo la ganancia si llego a toparme con él ! Puede que la suerte me ayude . - ¡ Ay ! - añadió , contemplando el retrato de su abuelo , el héroe de los tiempos de Carlos V - . Vosotros tuvisteis más fortuna ; podíais probaros con los enemigos de vuestra fe , de vuestra patria ... Pelear con ellos cuerpo a cuerpo . ¡ Conquistar fama , prez ! ... ¡ Nosotros ! ... ¡ Qué remedio ! Cada cual coge lo que le depara el destino . A falta de un pirata , no es mala presa un jabalí . He mandado que me lleven al club el traje y todos los avíos . No te molestes aguardándome . Como Alfonso lo aseguraba , produjo Leonor admiración en todos los concurrentes al baile de la embajada rusa . Su belleza y sus esmeraldas fueron ensalzadas a la par . Tanto elogiaron a las últimas que , en otras circunstancias , la duquesa hubiera concluido por tenerles envidia . Aquella noche , no . Estaba inquieta , recelosa , temiendo algo que no acertaba a definir . Sus inquietudes y sus dudas aumentaron con la ausencia de Nuévalos , el cual no llevaba trazas de acudir a la fiesta . Siempre Neblijar fué modelo con su esposa de atención y cortesanía ; pero aquella noche las extremaba . Mostrábase más enamorado , más asiduo que nunca ; en su cara relucían los negros ojos , con relampagueos de incendio , cuando posaban en la dama . Al salir del baile , dijo a la duquesa : - Son las cuatro de la madrugada , y apenas si en el buffet he tomado cosa apreciable . Tengo más hambre que un mendigo . ¿ Quieres que hagamos una locura de estudiantes ? - ¿ Cuál ? - Cenar en un restaurant cualesquiera . Después de todo , será una novedad para ti y un divertimiento . - A tu gusto . - Andando . ¡ A Fornos ! - gritó al chauffer el duque . Al llegar los postres , luego que el camarero descorchó unas botellas de Champagne , cerró el duque la puerta del gabinetito , llenó hasta los bordes las copas , y , apurando la suya , dijo , en tanto acariciaba , con la mano libre de la copa , la espléndida diadema del tunecino Ben-Alí : - Verdaderamente , no tienen estas piedras rival . ¡ Y qué extraña su tradición ! ... El pirata murmuró , al caer herido por la espada de mi ascendiente : « En ti o en los tuyos Kalí se vengará » . - Tres siglos pasaron - continuó - sin que se cumpliese la amenaza . Mas todo llega , si tiene que llegar . La promesa se cumple . Kalí se toma su desquite . Más que vengarse hace : resucita . - ¡ Qué dices ! - Que Kalí resucita ; que encarna . ¡ En ti reencarnó , mujer ! ... - ¡ Alfonso ! - Nunca halló , como en ti , la maldad más perfecto y hermoso molde . ¿ Qué creías ? ¿ Que no iba tu infamia a descubrirse ? Nada hay ya oculto de ella : tu traición con Nuévalos ; tu capricho de mujerzuela por ese rufián , a quien sostenías con mi oro ; el empeño de las esmeraldas ; su recobramiento por méritos de tu entrega vil ... - ¡ Oh ! ... - La información es plena . No le falta detalle . Vamos , mujer , no tiembles . No temas que me cobre con tu muerte de mi deshonra . Has ido tan bajo , que la muerte sería tu dignificación . - ¡ Piedad ! ¡ Piedad , Alfonso ! - balbuceaba Leonor - arrastrándose a los pies del duque . - Piedad , no ; justicia . Escucha y obedece . Hubo un silencio de agonía ; después , Alfonso prosiguió : - Al salir de este cuarto , donde acuden las hembras perdidas - por eso te traje a él - , nos separaremos para siempre . Aguarda , y domínate un poco . No hace falta que el mozo se entere de la escena . La reserva es por mí ; por ti no tendría ninguna . Alfonso llamó al timbre , y dió órdenes al camarero . A seguida tornó a cerrar la puerta . - ¡ Para siempre , comprendes ! ... ¡ Ah ! En el bolsillo de tu abrigo está mi cartera . Las esmeraldas , llévatelas también . Luego de manchadas , de profanadas por las manos de Nuévalos y de don Agapito , por el contacto de tu carne , no pueden volver al cofre hereditario de los señores de Neblijar . Los exorcismos , las purificaciones a que fueron sometidas hace tres siglos , perdieron su eficacia . Kalí triunfó . ¡ Que recobre lo suyo ! ¡ Anda ! Y el duque , abriendo de par en par la puerta , cedió paso a la desdichada mujer , que tuvo que apoyarse en el muro para no caer al suelo . Frente al portal aguardaban dos automóviles . Uno era de alquiler . El otro pertenecía al duque . - Tú a éste - dijo a Leonor el de Neblijar señalando el automóvil de alquiler - . Te advierto - añadió deteniéndola - que no trates de buscar a tu amante . Esta mañana , en una finca de amigos discretos y seguros , le he partido el corazón de una estocada . ¿ Vacilas ? Es muy natural . Puede que le quisieras . Vamos , apóyate en mi brazo por la vez última . Cortesía obliga . Abrió con mano firme la portezuela del vehículo , y empujando dentro a Leonor , gritó al chauffer : - Lleva a esta mujer donde quiera . Luego , dirigiéndose a su automóvil , dijo con voz segura : - ¡ A casa !